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HAGOPIAN: DEMOCRACIA Y REPRESENTACIÓN POLÍTICA EN AMLAT EN LOS ’90: ¿PAUSA,

REORGANIZACIÓN O DECLINACIÓN?

Transiciones democráticas. ¿Situación actual de la representación política en AmLat? Los estudios


preliminares señalan que las instituciones representativas son débiles. Los vínculos más fuertes
entre los ciudadanos y sus instituciones representativas se están disolviendo o demuestran ser
difíciles de forjarse. La debilidad de la representación ¿es temporaria o no? Si lo es, los canales
existentes de representación deberían reaparecer rápidamente (PAUSA). Si no, nos interesa saber
si la decadencia de las redes existentes de mediación de intereses allanará el camino a la
emergencia de nuevas y mejores formas de representación en el futuro cercano
(REORGANIZACIÓN) o es parte de una tendencia secular hacia la DECLINACIÓN de la
representación política y la disminución de la responsabilidad en muchas democracias de la
región.

Para empezar cualquier análisis de las instituciones democráticas y la representación política hay
que empezar con los PARTIDOS POLÍTICOS. Son los principales agentes de representación política y
virtualmente los únicos actores con acceso a cargos electivos en la política democrática. Brindan
acceso al gobierno y, al asumir posiciones en cuestiones claves que desgarran a una sociedad,
ponen orden en lo que de otra forma sería una cacofonía de conflictos disonantes, ya que redicen
los costos de información del voto y facilitan la participación en política de los ciudadanos con
poco tiempo e información. Además hay que tomar en cuenta otros actores como los sindicatos,
asociaciones cívicas voluntarias, ONGs, etc.

Desde la ola de democratización, los ciudadanos varones y mujeres de clases, regiones y orígenes
étnicos antes subrepresentados se movilizaron social y políticamente y obtuvieron derechos
políticos. Además las redes de representación política de la posguerra parecen desmoronarse.

Lo que resulta deseable es la expansión de los caminos alternativos y potencialmente


competitivos de la representación política.

Algunos estudiosos creen que la decadencia de las redes partidarias que liberó a anteriores
“súbditos” de sus amarras en la matriz de la posguerra dejó un vacío en esta matriz, que las
principales alternativas a los partidos surgidas en las décadas ’80-’90 tal vez no pudieran llenar.
Gracias a la explotación de este vacío, emprendedores políticos “neopopulistas” como Collor de
Mello, Menem y Fujimori llegaron a la presidencia. Su éxito deriva de sus promesas de resolver los
problemas nacionales de una sola vez y sin PP.

El hecho de que los ciudadanos se hayan apartado de las redes tradicionales de representación
política suele atribuirse a la insatisfacción pública con el desempeño económico de corto plazo.
Otra razón de la invalidación de los PP puede sr el impacto de la televisión, a la que se adjudica
haber asumido la función de difundir información política vieja.

El electorado entonces hace responsables de las depresiones económicas a los partidos


gobernantes. La cuestión es si, por sí solas, las condiciones económicas de corto plazo pueden
estremecer los cimientos del orden político. Así como los gobiernos democráticos sobrevivieron a
la Gran Depresión en Suecia y USA pero se derrumbaron en la Alemania de Weimar, del mismo
modo el PLN fue reelecto en Costa Rica en 1986, mientras que el gobierno venezolano de Pérez no
contó con el apoyo público durante dos intentos de golpe en 1992.

Concepción alternativa a esta hipótesis: ya sufra la representación política un proceso de


declinación secular o se recupere en una forma reorganizada en el futuro cercano, al menos
temporariamente su desorganización es mayor que su reconfiguración.

Con la redemocratización, los gobiernos civiles descubrieron que el orden económico de los
sistemas contemporáneos de representación política estaba en una fase terminal de su
enfermedad. Presionados por una inflación galopante y niveles sin precedentes de deuda externa,
en la década de los ’80 los gobiernos LatAm siguieron la tendencia encabezada por Chile y
abandonaron sucesivamente la ISI protegida por el Estado a favor de estrategias de desarrollo
orientadas hacia el mercado, fundadas en un régimen comercial liberal y un alcance reducido de
la intervención estatal.

Esta transición al liberalismo económico generó mucha confusión política, en parte como
resultado de los esfuerzos de las elites por debilitar a los sectores organizados de la sociedad más
susceptibles de oponerse a la liberalización del comercio y la privatización de las empresas
estatales, a fin de minimizar la disensión y la oposición política a la liberalización económica.

El cambio económico transformó a los electorados de los PP. Los partidos de izquierda ya no
pueden depender de los votos de los trabajadores organizados concentrados en grandes áreas
fabriles; en cambio, ahora deben llegar a nuevos electorados en establecimientos comerciales y
bancarios.

La desorganización de los intereses societales se manifiesta de dos maneras:

1. Los sindicatos corporativos pierden el monopolio de la representación de sus miembros o


sufren cambios estructurales que apartan su atención de la arena política
2. Los ciudadanos dejan de identificarse con los PP y a veces ni votan

Desde el surgimiento del movimiento obrero como actor político en AmLat (crack del ’29 aprox) el
corporativismo actuó como un sistema de representación de intereses, organizando los intereses
societales en términos funcionales. Donde ese corporativismo tuvo vigencia, el Estado reguló los
mercados laborales mediante complejos códigos e instituciones legales, principalmente tribunales
laborales estatales.

Desde los ’80, el corporativismo empezó a decaer en toda LatAm. Este proceso se originó con los
ataques en contra de las organizaciones sindicales lanzados por los regímenes militares, queriendo
desmantelar el populismo, y los reformadores económicos que procuraban liberalizar el
funcionamiento de los mercados laborales lo aceleraron.
El final del siglo de corporativismo que mejora la eficacia de los sindicatos latinoamericanos en la
promoción de los intereses económicos de sus miembros en el mercado puede, paradójicamente,
debilitar su papel en la representación política. Con la expansión del rol de los mercados en la
asignación de servicios laborales y sociales en LatAm hoy (2000), los canales de negociación antes
abiertos entre los sindicatos y las “estructuras de decisión del Estado” empiezan a quedar
obsoletos.

La formación de nuevos partidos que reflejen nuevas identidades e intereses, y la muerte de los
antiguos, junto con la desaparición de clases y la preponderancia de viejos clivajes, son parte
integrante del proceso normal de realineamiento electoral. Sin embargo, la continuidad de la
organización y los programas partidarios es un fundamento esencial para que los ciudadanos
tomen decisiones electorales racionales e informadas, porque la discontinuidad del sistema de
partidos y la volatilidad electoral excesivas amenazan la capacidad de aquellos de cumplir su
misión de representación política.

Realineamiento electoral: cambio significativo y permanente de los electores de un partido a otro;


reorganización exitosa de intereses.

Desalineamiento partidario/electoral: la lealtad de los ciudadanos a su partido preferido se


desgasta pero no es reemplazada por la lealtad a un rival.

Los niveles declinantes de identificación de los votantes con los partidos señalan con frecuencia el
desalineamiento partidario, que es un preludio del desalineamiento electoral. Éste está marcado
por patrones de votación volátiles e índices crecientes de abstención. El indicador del
desalineamiento partidario es la renuencia en aumento de los votantes a identificarse con los
partidos existentes.

El primer signo del desalineamiento electoral es la VOLATILIDAD ELECTORAL. Además esto se


manifiesta en una tendencia hacia una competitividad creciente en distritos electorales
previamente “seguros”. Otro signo seguro de este desalineamiento es el AUMENTO DE LA
ABSTENCIÓN. Los niveles declinantes de concurrencia a votar tienen como consecuencia una
marea creciente de desinterés, desilusión y desafección de los ciudadanos. El público juzga a los PP
mucho más duramente que a otras instituciones.

El desalineamiento electoral se encuentra en un estado bastante avanzado y no es probable que


se revierta pronto. El índice de abstención electoral no sólo es mucho más alto que en la década
del ’60, sino que las razones de su pronunciada alza son un mal augurio para la aptitud de los
partidos de recuperar rápidamente sus bases de apoyo constante.

El desalineamiento partidario y electoral se está produciendo más rápidamente en varios países


LatAm que en Europa occidental.

Estos dos factores juntos ponen en duda la hipótesis de que la declinación de la representación
política sea meramente temporaria.
Aunque en general Hagopian observa una situación generalizada hacia la desorganización y el
desalineamiento, algunos casos en LatAm son excepciones; casos de realineamiento, flexibilidad y
posible reorganización de los intereses y la representación políticos. Uruguay y Costa Rica.

Además, algunas redes existentes de representación mostraron una sorprendente flexibilidad.


Aunque sería de esperar que una disminución de los presupuestos estatales y la autoridad
regulatoria produjera una reducción correspondiente en el ejercicio del patronazgo, en muchos
países el clientelismo político sobrevivió a las fases iniciales de redemocratización y reformas
orientadas hacia el mercado, y en algunos incluso florece.

También emergen en LatAm nuevas formas de mediación estatal clientelista, principalmente a


través de programas de asistencia dirigidos, destinados a amortiguar los efectos de las políticas de
ajuste estructural sobre las poblaciones más vulnerables.

Cuando los regímenes militares clausuraron legislaturas y declararon en receso la actividad de los
PP, en muchos países surgieron nuevos movimientos sociales para llenar el vacío representacional.

Si bien en la década del ’90 la democracia en AmLat es más INCLUYENTE que nunca, no
necesariamente es más REPRESENTATIVA. Nuevos movimientos sociales pueden haber movilizado
segmentos más amplios de la ciudadanía que los partidos en el pasado, pero no necesariamente
los representaron con la misma eficacia. Aunque los movimientos sociales y las organizaciones
voluntarias pueden complementar eficazmente las redes partidarias de representación, no hay
pruebas de que funcionen bien como sus sustitutos.

Conclusiones clave:

1. El corporativismo está en declinación


2. El desalineamiento partidario y electoral avanzó más y más rápido en más países que el
realineamiento
3. Aún no hay pruebas de que las asociaciones voluntarias y las ONGs hayan movilizado
muchos ciudadanos más que cuando aparecieron por primera vez en los ’70 y ’80.

No está claro cómo podrían reorganizarse los intereses en la próxima década pero posiblemente la
naturaleza de la representación política se haga más DESCENTRALIZADA. También es posible
imaginar que se haga más GLOBAL.

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