Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Materia:
“Diversidad cultural, Desigualdad y Educación: aportes de las ciencias sociales”
Equipo docente: María Laura Diez, Carla Golé y Francisco Fariña
Año 2021 – Primer cuatrimestre
Introducción
La relación Educación-Cultura constituye una preocupación central en esta formación.
En la unidad que ahora iniciamos, buscamos problematizarla desde dos recorridos
complementarios.
En primer lugar, intentamos reconstruir aportes de las disciplinas sociales,
especialmente de la prolífera antropología de inicios del siglo XX en diálogo con la
sociología y la psicología, para pensar los procesos formativos educacionales y abordar
la inquietud por la transmisión de disposiciones sociales hacia las generaciones jóvenes.
Buscamos ubicarnos en la antesala de la conformación de un campo que pondrá
particular atención a la educación (tal como tuvo lugar a mediados del s XX). Ese objetivo
implica introducirnos en un modo particular desde el cual se comprendieron los
procesos formativos (educación), que asumía como punto de partida la pregunta acerca
de “cómo la cultura moldea la personalidad”. Ese interrogante anticipa un supuesto
1
fundamental de estas corrientes teóricas: en ellas, lo educativo aparece asociado a una
vía para modelar la personalidad de los individuos. Analizar los procesos educacionales
a inicios del s XX va a ser inseparable de los modos de pensar un recorrido que se
presentaría en términos más amplios: cómo tiene lugar la transmisión cultural. Las
aproximaciones a la temática se encaminarán fuertemente hacia la observación de las
sociedades no occidentales. Intentaremos dar cuenta de algunos aportes nodales del
llamado culturalismo, porque fueron originales en problematizar la educación como un
proceso social amplio y sirvieron de base para conceptualizaciones posteriores.
2
• El culturalismo y la educación 1
El año 1930 marca el inicio del interés de un número importante de antropólogos por la
educación, sobre todo en EEUU, donde fueron influenciados por Franz Boas (1858-1942)
estadounidense de origen alemán. En reacción al pensamiento evolucionista, que
ubicaba a todas las sociedades dentro de una misma escala de progreso/desarrollo
(cuyo máximo escalón correspondía al de la civilización occidental), Boas había
desplegado las bases del particularismo histórico y una perspectiva relativista de la
cultura. Sobre esas premisas, había focalizado su interés en la relación individuo-cultura,
donde para él deben buscarse las fuentes para interpretar la conducta humana. Propuso
estudiar la reacción de los individuos frente a la cultura abordando los factores
psicológicos:
… que los educadores puedan comprender que el índice de desarrollo del niño
no está sólo ni suficientemente determinado por la herencia. Las causas
ambientales son fundamentales en la formación de la personalidad individual y
la educación formal debe incluir una dimensión de adaptación si se quiere que
tenga éxito (Nash, 1974, sobre Boas). (García Castaño y Pulido Moyano, 1994, p.
26)
El trabajo de Boas fue clave para sostener tempranamente posiciones antirracistas. Sus
planteos fueron inspiradores de la Escuela Cultura y Personalidad, que se desarrolló
entre 1918-1955 y reunió a varios de sus discípulos (Margaret Mead, Ruth Benedict,
Edward Sapir), a psiquiatras y psicólogos. Estos estudios constituyeron el punto de
encuentro más importante entre antropología y psicología, y sentaron bases
importantes para la antropología psicológica, los estudios del desarrollo infantil y la
antropología médica. Entre las premisas que estructuraron su modelo de análisis
podemos destacar:
1
Este apartado se basa en el texto GARCÍA CASTAÑO Y PULIDO MOYANO: Antropología de la educación.
El estudio de la transmisión-adquisición de cultura, Madrid, Eudema, 1994, capítulo 2, pp. 25-40.
Disponible en bibliografía complementaria
3
que se ha nacido, modelan su experiencia y su conducta; en ese sentido, cada cultura
configura distintos modelos. Esta autora destaca la importancia de las pautas culturales
en la constitución de la personalidad; para ella los rasgos e incluso las instituciones
adquieren significado en contexto. Su planteo la lleva a proponer la existencia de un
temperamento tipo en cada cultura.
Tomamos el capítulo 4, que se propuso como bibliografía obligatoria, como fuente para
trabajar algunos aspectos puntuales de su obra, tales como:
2
MEAD, M. (2006 [1935]) Sexo y temperamento en las sociedades primitivas. Barcelona: Editorial Laia.
(Cap. IV).
4
-Las construcciones de sentido en cuanto a crianza/educación: el detalle preciso
de prácticas y creencias, de quiénes las llevan adelante, de las relaciones madre-
hijo/a; padre/hijo/a, otros familiares.
-Las imágenes de infancia que se desprenden: el lugar de los niños/as en la
comunidad, el juego y el enfado, la diferencia sexual y la sociabilidad en grupo,
la noción de propiedad.
-La visión sobre cultura y la sociedad: el supuesto de totalidad integrada, de
integración en la vida comunal, el énfasis en la socialización, la concepción
dicotómica de las relaciones entre el adentro y el fuera de la comunidad.
La propuesta con el texto de Mead nos permite reconocer aportes y límites. Nos interesa
puntualizar en clave de aportes: el cuestionamiento al carácter universal de un modelo
de crianza, niñez y adolescencia hegemónico en sociedades occidentales; el
cuestionamiento a mirada restringidas sobre el parentesco y las figuras de madres; y los
enormes aportes en cuanto a diferenciar educación de escolarización.
También nos interesa reparar en aspectos críticos que hoy reconocemos como
limitantes de la comprensión de estos procesos, tales como: el excesivo énfasis sobre la
transmisión, así como en la relación de determinación que establece entre experiencias
infantiles y prácticas normalizadas en la adultez; la idea de cultura como totalidad,
excesivamente estática y homogénea, sin registros de diferenciación más allá de la
sexual; el alto contenido de carácter psicológico que utiliza en sus descripciones (difíciles
de corroborar); las dificultades en diferenciar entre modelos prácticos y teóricos, de
distinguir entre “lo que se dice que se hace” y “lo que realmente se ha hecho”.
5
El trabajo de Herkovits3 se detiene también en algunas precisiones que perfilan la
posibilidad de reconocer y distinguir procesos diferentes que permiten la apropiación y
el manejo de una cultura: Educación, Enseñanza, Endoculturación. Advierte la necesidad
de estar atentos a la diferencia entre educación (experiencias de aprendizaje dirigido
que se dan hasta la edad de la pubertad), endoculturación (aprendizajes de múltiples
formas que duran toda la vida y que exceden la preparación recibida de manos de otros)
y la enseñanza (educación más restringida, a cargo de profesionales). Para él las dos
primeras son universales en la cultura, mientras que la enseñanza no.
3
HERSKOVITS, M. (1981[1948]). “La educación y las sanciones de la costumbre”. En El hombre y sus
obras. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. (Pp. 343-359)
4
HENRY, J. (1967) “Días de la regla áurea: las escuelas primarias norteamericanas”. En La cultura contra
el hombre. México: Editorial Siglo XXI. (Introducción: pp. 7-15 y Cap.: VIII pp. 258 - 291)
6
indicaciones. “El niño que escribe la palabra “agosto” en el pizarrón, por ejemplo, no
sólo está aprendiendo la palabra “agosto”, sino también a cómo sostener la tiza sin que
chirrie, a cómo escribir con claridad, a cómo seguirlo haciendo aunque la clase se
impaciente con su lentitud, a cómo interpretar las miradas de los niños para saber si lo
está haciendo bien o mal, etc.(…) Son todas las cosas que el niño aprende junto con su
materia de estudio, las que constituyen realmente la rémora del proceso educativo”
(Henry, op. cit. pp.263). Junto con la materia de estudio fomentan también
orientaciones centrales para la cultura como (en el caso estadounidense) el espíritu de
competitividad, temor al fracaso, docilidad, etc. para hacer consumidores adquisitivos y
estúpidos.
Lo incluimos en esta unidad porque su trabajo ha sido puntapié fundamental para
problematizar la relación educación-cultura, atendiendo a los procesos que ocurren
tanto dentro como fuera de las escuelas.
7
-En función de los estudios transculturales: sentar las bases para el
cuestionamiento de la pretensión de universalidad de las premisas occidentales
acerca de la infancia, la crianza y la educación (y el desarrollo).
-Conceptualización de educación como algo más amplio que escolarización. La
Educación jugando papel crucial en la transmisión de la cultura, en la modelación
de comportamientos del individuo.
En esta parte de la clase, hacemos un puente entre el reconocimiento de las formas con
que la antropología culturalista conceptualizó los procesos educacionales en clave de
transmisión cultural, y la manera en que en la contemporaneidad, al pensar en la
escuela, nos encontramos –casi inevitablemente, dice Rockwell- con el concepto de
cultura.
Para abordar esta segunda parte de la clase, necesitamos detenernos en las formas
particulares con que el concepto de “la cultura” entró para dar cuenta de lo que ocurre
en la escuela. ¿Qué visiones se ponen en juego cuando se piensa la relación entre la
escuela y la cultura, o cuando se relacionan las posibilidades de aprendizaje con las
culturas de origen? Una de las cuestiones clave a considerar: con la universalización de
la educación básica, se fue reificando la idea de que la escuela cumple la función de
“transmitir la cultura”. Pero… ¿qué cultura?
“Al intentar comprender algo de los complejos procesos diarios en las escuelas nos
enfrentamos inevitablemente con la CULTURA” (Rockwell, 1997, pp. 21). Encontramos
distintos sentidos del término cultura, así como usos aplicados a producir distintas
explicaciones sobre los problemas educativos: utilizada como herramienta para explicar
el éxito y el fracaso escolar, como concepto para dar cuenta de lo que ocurre en la
escuela, lo que ésta es, lo que debe transmitir, cuál es su función. En estas es posible
encontrar apelaciones a múltiples enfoques (biologicistas, evolucionistas, relativistas).
La autora insiste en revisar la dinámica entre cultura y escuela, ¿por qué es necesario
analizar esta relación? Porque pervive la idea de “una cultura escolar”; y porque hay un
supuesto que persiste en el tiempo y es el que alude a que la escuela es la institución
encargada de transmitir “la” cultura de la sociedad.
5
ROCKWELL, E. (1980) “Antropología y Educación: Problemas del concepto de Cultura”. México: DIE.
(Mimeo).
ROCKWELL, E. (1997). “La dinámica cultural en la escuela”. En ALVAREZ, A. y DEL RÍO, P. (eds.), Hacia un
currículum cultural: un enfoque vygotskiano. Madrid: Saleme.
8
En el texto “La dinámica cultural en la escuela”, Rockwell reconstruye elementos
importantes para abordar la pregunta referida en párrafo anterior. En el campo de la
educación y la escuela, así como sucedió con el concepto de “cultura”, los tempranos
desarrollos de la sociología y antropología resultan nodales.
I) Relación Cultura y Educación: Los Modelos Heredados. Durkheim (1858-1917)
La primera de esas herencias corresponde al legado de Emile Durkheim, quien dedicó
parte de su vida a enseñar Pedagogía en la Facultad de Letras de Burdeos y Ciencias de
la Educación en la Sorbona. En 1902 escribe La educación moral. Luego encontramos la
obra póstuma: Educación y sociología (1924). Su trabajo ofrece una definición de
educación, que destaca el carácter social de la misma. La educación es la acción ejercida
por las generaciones adultas sobre aquellas que no han alcanzado todavía el grado de
madurez necesario para la vida social. Tiene por objeto el suscitar y desarrollar en el
niño un cierto número de estados físicos, intelectuales y morales que exigen de él tanto
la sociedad política en su conjunto como el medio ambiente especifico al que está
especialmente destinado.
Para este autor, considerado padre de la sociología, la educación tiene una función
colectiva: “adaptar al niño al ámbito social en el que está destinado a vivir.” La escuela
universal debe asegurar la interiorización de una base común, constituida por las
normas, valores y representaciones que corresponden al espíritu nacional… El
problema, tal como advertirá la sociología crítica, es que Durkheim suponía la existencia
de un único sistema de representaciones colectivas.
Otro de los desarrollos tempranos de la sociología, corresponde al trabajo de Talcott
Parsons (1902-1979). Para este, la cultura es un sistema autónomo que provee los nexos
entre sistema social y sistema de la personalidad, y la escuela es la principal vía de
socialización e internalización de pautas compartidas. Su trabajo fue parte de un modelo
que marcó la investigación sobre la escuela. En especial, la herencia que dejó el
relativismo en su visión acerca de cómo entender las relaciones entre escuela y cultura:
la idea de sociedad Plural, compuesta por grupos con culturas propias, incompatibles
con la dominante; el cuestionamiento a la idea de cultura única, pero entendidas las
culturas como entidades cerradas, sistemas relativamente coherentes de valores,
significados y conocimientos, reproducidos mediante la socialización primaria.
Entre los años 60 y 70 hubo un movimiento importante de antropólogos y lingüistas que
intentaron dar explicación al fracaso escolar de las llamadas “minorías”. Estos analistas
se apoyaron en la noción de “conflicto cultural”. Produjeron en un contexto atravesado
por los procesos de movilización de la década del 60: la reivindicación de los derechos
civiles, los movimientos anticolonialistas. Nos encontramos con trabajos situados en
norteamerica, impulsados por el culturalismo, que reivindican las diversidades y el uso
de la etnografía para la participación activa en los debates políticos
Se trata de una serie de producciones que se destacaron por la minuciosa
documentación de las situaciones áulicas, los códigos lingüísticos. Hubo un fuerte
interés por explicar el fracaso escolar de las minorías étnicas, confrontando con
9
postulados racistas (que construían explicaciones basadas en factores raciales y
genéticos). Por contrapartida, van a poner el foco en las diferencias culturales y
lingüísticas. Algunos de sus referentes fueron: Dell Hymes, Cazden, Philips.
Si bien contribuyeron a cuestionar las visiones racistas de inferioridad genética,
privación cultural, el énfasis puesto en los “estilos comunicativos”, “códigos cognitivos”,
“competencias lingüísticas” hizo que perdieran de vista dimensiones centrales para el
análisis: la historicidad y las relaciones de poder. Esta omisión derivó en cierta
esencialización de los repertorios culturales.
La década del 70 fue escenario de despliegue de otra teoría crítica que ha dejado huellas
en el modo de comprender la relación entre cultura y educación. Nos referimos a la
producción de los llamados teóricos de la reproducción, cuya referencia más importante
es el trabajo de Bourdieu y Passeron. Intentaron mostrar cómo la escuela garantiza una
socialización diferencial que mantiene un capital cultural. Buscaron mostrar cómo la
escuela, “con sus particulares disposiciones y relaciones pedagógicas”, es condición de
reproducción de la estructura social: porque reproduce las bases culturales del
privilegio6.
Tanto las teorías del conflicto cultural como las de la reproducción cultural, introdujeron
críticas importantes a la mirada funcionalista de la escuela, y aportaron a la comprensión
de aspectos clave de la dinámica cultural en la escuela. Sin embargo, en ambos casos se
va consolidando la idea de que la escuela es portadora de una cultura.
II) Cuestionamientos desde la Etnografía de la escuela
Hacia fines de los años 70, las investigaciones etnográficas que ya se venían realizando
empiezan a mostrar procesos que discuten con aquellos marcos explicativos, muestran
otras cosas. Por ejemplo, que en esas minorías no todos los niños fracasaban, que la
escuela no representaba una cultura monolítica. El trabajo de John Ogbu demostró que
la historia acumulada de los grupos de referencia de los estudiantes (pertenecientes a
minorías involuntarias, como la población negra), proveían modelos y estrategias para
la resistencia. Asimismo, a través de una etnografía en escuelas secundarias de barrios
obreros, Paul Willis7 muestra que en situaciones conflictivas las personas recurren a la
resistencia (los jóvenes producen una contracultura escolar).
Esas y otras investigaciones fueron dando cuenta de las múltiples negociaciones
cotidianas mediante las que se construye el destino de cada alumno. Sin embargo, las
influencias de todos los modelos que fuimos recorriendo son tan fuertes, que es posible
encontrar huellas en los supuestos que aun hoy siguen vigentes. Rockwell señala con
preocupación que la idea de “una cultura escolar” y la definición de escuela como
“encargada de transmitir la cultura de la sociedad”, son parte de algunas de esas
continuidades.
6
Sobre estos autores y la Teoría de la Reproducción vamos a volver en la Unidad 3.
10
Recapitulando: la relación cultura y educación como objeto
Esos supuestos que acabamos de mencionar, acarrean el peso de los sentidos
restringidos con que el concepto de cultura es usado. Entre los principales dilemas de la
relación cultura-educación, la autora señala: 1) la cultura entendida como delimitación
de un grupo social u unidad social aislado/a en tiempo y espacio; y como determinación
de lo específico y constante de un grupo social; 2) un fuerte énfasis en la internalización
y socialización temprana de pautas de conductas; y una visión esencialista de la cultura;
3) las culturas en plural, concebidas como sistemas con tendencia hacia el equilibrio
interno, pero incompatibles entre sí unas de otras.
Para Rockwell la cultura no es una totalidad. Sobre este punto, establece una clara
crítica hacia los aportes del culturalismo que vimos en la primera parte de la clase.
Destaca que la formación social (histórica) es la categoría primaria para delimitar
un grupo social y analizar estructura y movimiento históricos; la cultura no es
determinante, no se explica a sí misma, requiere de explicación histórico-social;
11
Experiencia Intercultural de vida de la mayoría de los habitantes del mundo. No
hay simple pluralidad de culturas. Complejidad de relaciones entre esquemas
culturales múltiples, agencia humana y condiciones materiales.
12
importancia de la incorporación de la lectura de Gramsci, quien introduce la dimensión
de las relaciones de poder al análisis de lo cultural. Así, permite pensar en las disputas
entre una cultura hegemónica y aquella de las clases subalternas. Las tensiones en torno
a la imposición de “una cultura universal”, promovida desde las clases dominantes, se
dan en torno a la posibilidad de transformación de las estructuras sociales que encarnan
las resistencias de las clases subalternas.
Denys Cuché, antropólogo francés, recorre las definiciones y los usos de la noción de
cultura en las ciencias sociales. Desde sus sentidos etimológicos hasta cómo fue pensada
en distintos contextos científicos, recorriendo sus usos entre diferentes exponentes de
la antropología francesa, inglesa y estadounidense, principalmente. En el Cap. 6 “Cultura
e identidad” analiza las características de la identidad cultural en relación con las
diferentes pertenencias sociales de un individuo (de género, de edad, de grupo cultural,
étnico, nacional, etc.). Identidad, así como cultura también es un concepto caracterizado
por su polisemia y su fluidez (p. 106).
Analiza diferentes concepciones de la identidad cultural a partir de la aparición del
concepto hacia mediados del siglo XX en Estados Unidos en el marco de investigaciones
de psicología social que intentaban analizar la integración de los migrantes. Así, recorre
las concepciones objetivistas y subjetivistas, aquella relacional y situacional, la identidad
entendida como un asunto de los Estados-nacionales, su abordaje multidimensional, las
estrategias identitarias y las “fronteras” de la identidad.
13
es definida como multidimensional. Este recorrido por los diferentes sentidos de la
noción en cuestión, también invita a preguntarse si estas identidades son naturales, es
decir, si cada uno nace con conjunto de características dadas y las mantiene durante
toda su vida. Para responder explica la importancia de considerar la identidad de manera
relacional, dinámica y procesual. Así, es posible entender que la identidad se construye,
en tanto no es dada a priori, sino que se constituye a través de los procesos de
socialización a lo largo de la vida de una persona y en un conjunto social e histórico más
amplio. También, es resultado de un proceso que involucra vivencias, elecciones e
influencias, por eso, puede ser considerada una estrategia, es decir, “un medio para
alcanzar un fin” (Cuche, 2002, p. 118). Esto se relaciona con el contexto relacional y
situacional en el que se ponen en juego las identificaciones, este es “el único que puede
explicar por qué, por ejemplo, en tal momento tal identidad se afirmó o, por el contrario,
se reprimió” (Cuche, 2002, p. 111). De esta forma, la identidad es algo cambiante, que
está en constante movimiento, depende con qué “otro” se relacione la persona, al
momento de pensar su identidad, por eso, “la identidad es una construcción social y no
algo dado” (Cuche, 2002, p. 109).
Por su parte, los Estados-nacionales impulsan una única identidad, “ya sea porque no
reconoce más que una [única] identidad cultural para definir la identidad nacional (como
en Francia), ya sea porque, aunque admite cierto pluralismo cultural en la Nación, define
una identidad de referencia, la única verdaderamente legítima” (Cuche, 2002, p. 113).
Sin embargo, la composición de la identidad nacional es disputada por el gobierno que
maneja el Estado en cierto momento y por muchas agrupaciones políticas y grupos
culturales que pretenden modificaciones en los valores que impulsa el Estado. Como en
parte se desprende de las caracterizaciones ya introducidas, una identidad cultural no
existe por sí sola, sino que se define en relación con “otros” u “otras identidades
culturales”. Por lo tanto, es esperable que se produzcan disputas de sentido entre los
distintos grupos que pugnan por divulgar sus valores.
14
En su trabajo, las autoras dan cuenta de una cuestión que recurrentemente atraviesa las
discusiones antropológicas: las tensiones entre lo particular y lo universal. Para salir de
las paradojas que muchas veces se presentan en esa puja nos proponen revisar
críticamente los aportes del relativismo cultural, corriente propuesta por Boas hacia la
década de 1930 y, como ya dijimos, a la que adscribe Mead. De esa manera, buscan
comprender los alcances y las limitaciones de la introducción del “respeto a la diversidad
cultural” en las escuelas, en el marco de las reformas educacionales de los años 90.
Advierten que es importante observar qué conceptualización de cultura se encuentra
por detrás de esta propuesta: ¿desde qué noción de cultura es pensada la alteridad en
distintos instrumentos normativos y curriculares (Declaración Universal de Derechos
Humanos, legislación relativa a población indígena y a la educación, Constitución
Nacional, diseños curriculares de distintas provincias)?
Las autoras encuentran una serie de limitaciones tanto en la conceptualización de
cultura que está por detrás de la propuesta de incorporar el “respeto de la diversidad”
a esos textos, que al abordarla desde una mirada funcionalista se centra en cuestiones
morales y que, finalmente, apenas alcanza preceptos como el de la tolerancia; como
también en las concepciones evolutivas del aprendizaje infantil. Estas últimas limitan los
contenidos destinados a lxs niñxs en las escuelas, porque se basan en el silenciamiento
y ocultamiento del conflicto presente en los procesos sociales, a la vez que refuerzan
concepciones esencialistas de la cultura. Bajo el precepto de “proteger” a lxs niñxs
refuerzan contenidos abstractos de la democracia (p. 168), a la vez que desde
justificaciones que involucran finalidades pedagógicas reducen la complejidad social.
Asimismo, esas prácticas dejan al descubierto que el uso de la categoría diversidad en el
ámbito educativo termina por confundir sentidos en torno a cuál es su objeto. Así, se
superponen diferentes problemáticas que podrían considerarse dentro de la diversidad,
por ejemplo, aspectos vinculados a la discapacidad o desigualdad socioeconómica,
homologando a todos aquellos sujetos que por diferentes motivos se aparta de la norma
(p. 168).
En conclusión, este trabajo propone, por un lado, recuperar el potencial crítico del
relativismo cultural en tanto enfoque que parte de discutir con la corriente
antropológica del evolucionismo social y su posicionamiento etnocéntrico. Por otro,
revisar cuál es el objeto de conocimiento posible de abordar desde la antropología de la
educación. Desde ese lugar, enfatizan que el estudio de problemas sociales vinculados
a lo cultural lejos de ser un análisis de sistemas cerrados e inmutables debe tener en
cuenta las experiencias, la espontaneidad y la competencia reflexiva de los diferentes
sujetos que los conforman y, a la vez, su relación con los contextos socioculturales. De
esta forma las autoras buscan revisar también el potencial de la escuela como espacio
democrático. Lo hacen a partir de comprender críticamente los usos posibles y los
alcances de una norma que se presenta como universal –“el respeto a la diversidad”-
entendiendo la dimensión histórica de las producciones culturales en torno a la
ciudadanía y a la escuela como institución estatal particularmente dirigida a la infancia.
15
Bibliografía
BATALLÁN, G. Y CAMPANINI, S. (2007). “‘El respeto a la diversidad’ en la escuela:
atolladeros del relativismo cultural como principio moral”. Revista de Antropología
Social, Universidad Complutense, Madrid.
CUCHE, D. (2002). La noción de cultura en las ciencias sociales. Buenos Aires: Nueva
Visión. (Selección)
GARCÍA CASTAÑO y PULIDO MOYANO (1994). Antropología de la educación. El estudio
de la transmisión-adquisición de cultura. Madrid: Eudema. (Capítulo 2, pp. 25-40).
HENRY, J. “Días de la regla áurea: las escuelas primarias norteamericanas”. (1967). En La
cultura contra el hombre. México: Editorial Siglo XXI. (Introducción: pp. 7-15 y Cap.: VIII
pp. 258 - 291)
HERSKOVITS, M. (1981). “La educación y las sanciones de la costumbre”. En El hombre y
sus obras. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. (Pp. 343-359)
MEAD, M. (2006 [1935]) Sexo y temperamento en las sociedades primitivas. Barcelona:
Editorial Laia. (Cap. IV)
16