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INTRODUCCIÓN:
Desgraciadamente, muchos animales y plantas que durante siglos han convivido con
nosotros se encuentran hoy en grave peligro de extinción. Los seres humanos aún no
nos damos cuenta que aprender a convivir con el entorno ecológico es fundamental para
la preservación de las especies animales y vegetales en cualquier parte del mundo.
La reducción o destrucción del hábitat natural es el principal factor que está poniendo en
peligro a más de 2500 especies, de las cuales 41 ya se han extinguido. Esto
se debe a que una vez que se destruye el hábitat en el que vive, la especie ya no cuenta
con el entorno donde pueda satisfacer todas sus necesidades básicas, que le permiten
reproducirse con éxito y así perpetuarse.
Los seres humanos estamos actuando de una forma negativa para el planeta, ríos y
mares contaminados, como la extinción de la flora y fauna, entre otros.
Hace unos años atrás, Einstein promulgó "Si la abeja desapareciera de la tierra, al
hombre solo le quedaría 4 años de vida: sin abejas, no hay polinización, ni hierba, no
animales, ni hombre”.
ARGUMENTO
Si bien las causas no están del todo confirmadas, las principales hipótesis sobre la
extinción de las abejas, giran en torno a la utilización de ciertos pesticidas que provocan
malformaciones, trastornos del sistema nervioso y desorientación. Pero tampoco se
descarta la teoría de los campos electromagnéticos, que podrían contribuir a la
desaparición de colonias de estos insectos.
Quizás no todos nos damos cuenta de lo que sería un mundo sin abejas. No solo se habla
de la producción de miel, sino de otras consecuencias más importantes: la falta de
abejas es una grave amenaza para la reproducción de plantas y flores. Sin una acción
inmediata para salvar a las abejas, muchos de nuestros frutos secos y vegetales podrían
dejar de ser parte del consumo diario.
Las abejas podrían ser el animal más importante para el tipo de vida que llevamos. Un
mundo sin abejas podría ser un mundo sin miel, también en el sentido metafórico.
Podremos vivir sin miel. Podremos encontrar sucedáneos para la cera. Podremos
importar esos productos de aquellos pocos lugares donde todavía resista la población de
abejas en el mundo. Pero lo que no podremos sustituir si nos faltan es su labor
polinizadora que realizan en nuestras plantas.
Prohibir los productos tóxicos para las abejas y otros polinizadores actualmente en uso,
empezando por los más tóxicos: clotianidina, imidacloprid, tiametoxam, fipronil,
clorpirifos, cipermetrin y deltametrin. Evaluar mejor los riesgos de plaguicidas y reducir
su uso.