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Revista Hermética #17
Revista Hermética #17
Hermética SUMARIO
DIRECTOR :
José Antonio Mateos Ruiz
REDACCIÓN: • Editorial
Miguel Sánchez Lidón
• Tradición Sioux: LA GRAN VISIÓN DE ALCE NEGRO.
ADMINISTRACIÓN: Arco Iris Llameante (John Neihardt)
Ángel Gaspar Celdrán
• Yoga: LA PUERTA SECRETA DE LOS
COORDINADORES
SACRAMENTOS DEL VERDADERO YOGA. 5 Parte.
HISTORIA Antonio Galera Gracia
Antonio Galera Gracia
MASONERÍA • Biografías: CAGLIOSTRO, un Superior Desconocido.
Alberto Nicolás Rodríguez Bozicovich Alejandro de Seleukis
BUDISMO
Shan Chien • Masonería: LA FRATERNIDAD.
MEDICINAS ALTERNATIVAS Vicente González
Alfonso Sánchez Hermosilla
DERECHO CANÓNICO • Sufismo: AUTOCONOCIMIENTO.
Pedro López Martínez
SIMBOLISMO Sheij Muzaffer Ozak
Alejandro de Seleukis • Medicinas Alternativas: HIPNOTERAPIA CLÍNICA.
ALQUIMIA
abba Esikia Alfonso Sánchez Hermosilla
• Cábala: ZAIN. Tema 7. Autor: Rabino Itzjak Ginzburgh
COLABORADORES
Ampliación: Eduardo Seleson
Mari Carmen López Quiles
Luis Alcaina Guzmán
Eduardo Seleson
Baltasar Almagro
Las opiniones expresadas en los artículos representan el punto de vista
de su autor y no necesariamente el de la Revista.
Cartas al Director
director@revistahermetica.org
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EDITORIAL
Para aportar nuestro modesto granito de arena al IV Centenario del nacimiento de «El
Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha», y con el mismo ánimo que siempre nos alentó a
defender la igualdad entre todos los seres humanos —entre hombre y mujeres hoy—,
quisiéramos hacer resaltar de qué forma tan disimulada nos hace descubrir Cervantes las
limitaciones de la mujer de entonces a través de la imagen de Aldonza Lorenzo, y cómo
después, en un alarde de ingenio sin precedentes, sustrae la imagen tosca, analfabeta y
supeditada a la autoridad del varón y la convierte, como por arte de magia, en Dulcinea del
Toboso, o lo que es lo mismo, la representación del ideal de mujer independiente. El escritor,
como temiendo ser descubierto por ello, no nos deja nunca ver la realidad de estas dos
mujeres que son tan dispares la una de la otra como la noche del día. Y de esta forma, unas
veces nos la descubre como la aldeana alta de pechos y ademanes briosos, con buena mano
para salar carne de cerdo, mientras que otras veces nos la muestra como la sabia, hermosa y
emancipado Dulcinea.
Más tarde, como queriendo unificar en esta otra mujer las opuestas naturalezas de Dulcinea y
Aldonza, nos presenta a Luscinda, que es ya el prototipo de la mujer igualada al varón. Una
doncella que habla de tú a tú con los hombres; que se atreve a decirle a don Quijote que era
lectora asidua de los libros de caballería y devota de las justas y de las armas. Pero si el lector
se fija bien, percibirá enseguida que Cervantes nos presenta este personaje con mucha
cautela, como si temiese algo. Pues casi siempre esta doncella está ausente del lector, y sólo
se presenta en el desenlace, cubierta con un antifaz que, al caérsele, deja al descubierto un
rostro de mujer maravilloso. Es como si en ese preciso instante una cortina oscura cayese y
tras de ella apareciera la libertad, la igualdad y todas aquellas restituciones que el escritor
demandaba en casi todos sus escritos para las mujeres de su tiempo.
No es por casualidad, como hemos podido comprobar, que entre las frases más célebres de
este ilustre escritor abunden con más insistencia las que aplauden la libertad, como aquella de:
«No hay en la tierra, conforme a mi parecer, contento que se iguale a alcanzar la libertad
perdida» o esta otra que dice: «La libertad es uno de los más preciados dones que a los seres
humanos dieran los cielos».
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TRADICIÓN SIOUX
LA GRAN VISION
Lo que pasé después hasta el verano en que cumplí nueve años no merece ser narrado.
Hubo inviernos y estíos, y fueron buenos porque los wasichus habían trazado su camino de
hierro e iban por él. Ciertamente, habían cortado en dos la manada de bisontes, pero los que
quedaban en nuestras tierras no tenían número. Además, recorríamos sin estorbos nuestro
país.
3
De vez en cuando, estando a solas, resurgían las voces como si alguien me llamase, aunque
ignoraba qué deseaban que hiciera. No las oía a menudo, y si no nadaban, me olvidaba de
ellas, pues crecía y montaba a caballo y asaeteaba con mi arco gallinas de las praderas y
conejos. Los muchachos de mi pueblo empezaban a imitar en tierna edad los actos de los
varones, sin que nadie los adiestrase: aprendíamos haciendo lo que veíamos, y éramos
guerreros en un tiempo de la vida en que los chicos son ahora como doncellas.
Sucedió durante el verano en que tuve nueve años. Nuestra gente avanzaba poco a poco
hacia las Montanas Rocosas. Acampamos una tarde en un valle, junto a un arroyuelo, cerca
del sitio en que desembocaba en el Hierba Grasa. Un individuo llamado Hombre Cadera, que
me estimaba, me invitó a comer en su tipi.
Sonó tan recia y clara, que le presté crédito, y me dispuse a ir a donde ella quisiera. Me
levanté y eché a andar. Los muslos comenzaron a dolerme, y de pronto fue como si me
despertara de un sueño, y no se oía la voz. Volví al tipi, pero había perdido el apetito. Hombre
Cadera me miró de modo extraño y me preguntó qué me pasaba. Le respondí que me dolían
las piernas.
4
Volvieron sobre sus talones y se separaron del suelo como flechas que parten del arco hacia
lo alto. Las piernas no me dolían al levantarme para seguirlos y era mucha mi agilidad.
Abandoné el tipi. A lo lejos, adonde los hombres de lanzas flameantes iban, una nubecilla
avanzaba muy de prisa. Llegó y se enarcó, me arrebató y retrocedió al lugar de donde
procedía. Y cuando miré abajo, vi a mi madre y a mi padre a la distancia, y sentí la pena de
dejarlos.
Después no hubo más que el aire y la rapidez de la nubecilla que me transportaba, y los dos
hombres que nos precedían hasta las alturas, en las que nubes blancas se acumulaban como
montes en un vasto llano azul, y en ellas los seres del trueno vivían y bullían y destellaban.
No hubo de pronto más que un mundo nuboso, y los tres nos hallamos en una amplia llanura
alba, con colinas y montañas que nos contemplaban; y reinaba una gran quietud; pero se oían
susurros.
Miré. Y había doce caballos negros alineados de frente con collares de pezuñas de bisonte, y
eran bellos; pero yo sentía miedo, porque sus crines relampagueaban y el trueno anidaba en
sus ollares.
El bayo giró hacia donde vive el gran gigante blanco (el norte) y dijo:
-¡Helos!
Y había doce caballos blancos alineados de frente. Sus crines se agitaban como la ventisca,
y sus ollares despedían un rugido, y alrededor de ellos se cernían y volteaban gansos albos.
El bayo giró hacia donde el sol luce siempre (el este), y me impelió a mirar. Y doce alazanes,
con collares de dientes de alce, estaban alineados de frente, y sus ojos destellaban como el
lucero del alba y sus crines brillaban como la aurora.
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El bayo giró hacia el lugar al que siempre se mira (el sur). Y había doce rucios alineados de
frente, con astas en la cabeza y crines que vivían y crecían como árboles y hierbas. Y cuando
los hube visto, el bayo dijo:
Y los caballos, de cuatro en fondo -negros, blancos, alazanes y rucios-, se colocaron detrás
del bayo, que viró hacia el oeste y relinchó. Y allí, inesperadamente, el firmamento se trocó en
tempestad de precipitados corceles de todos los pelajes, tempestad que sacudió el mundo con
su trueno y que relinchó en respuesta.
El bayo viró entonces hacia el norte, mientras exhalaba un quejido, y allí el firmamento rugió
en viento poderoso de caballos de todos los pelajes, que relincharon en respuesta.
Y cuando el bayo relinchó hacia el este, el firmamento se llenó de ígneas nubes de crines y
colas de caballos de todos los pelajes que le respondían. Llamó luego al sur, y se pobló de
corceles multicolores, alegres, que relinchaban entrecortadamente.
Y andábamos cuando el cúmulo nuboso que nos precedía se transformó en un tipi, cuya
entrada abierta era un arco iris; y a través de ella entreví a seis ancianos sentados en línea.
Los dos hombres de las lanzas me escoltaron a uno y otro lado, y los caballos ocuparon
puestos en sus regiones mirando al interior, de cuatro en fondo. Y el Antepasado más viejo me
habló con dulzura.
Y mientras lo decía, todos los caballos relincharon en sus regiones para esforzarme. Entré,
pues, y me paré en presencia de los seis. Y eran mucho más viejos que lo que jamás el
hombre alcanzará a ser, viejos como montes, como estrellas.
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El más anciano habló nuevamente...
Y al Antepasado (del oeste) le dijo que de los seres del trueno recibiría el poder de llegar al
alto y solitario centro de la tierra. Y un segundo Antepasado le entregó una hierba de poder. Y
se convirtió en ganso. Y los corceles del oeste se convirtieron en truenos, y los corceles del
norte en gansos. Y entonces un tercer Antepasado habló:
-Animo, joven hermano -dijo-, puesto que te llevarán a través de la tierra. Señaló al lugar en
que el lucero del alba titilaba, y debajo de él volaban dos hombres.
-De ellos recibirás poder - afirmó-, de ellos que han despertado a todos los seres de la tierra
dotados de raíces y patas y alas.
Mientras tales cosas decía, tenía en la mano una pipa de la paz, en la boquilla de la cual se
desplegaba un águila moteada; y el águila parecía viva, porque estaba posada y oteaba, y sus
ojos se fijaban en mí.
-Con esta pipa recorrerás la tierra -dijo el Antepasado-, y sanarás todo lo que enferme en ella.
-Joven hermano, con los poderes de las cuatro regiones irás como pariente. He aquí que te
daré el centro vivo de una nación, y con él salvarás a muchos.
Y vi que tenía en la mano una vara encarnada que vivía, y mientras la contemplaba echó
pimpollos en lo alto y produjo ramas, y de las ramas brotaron muchas hojas y susurraron, y en
las hojas los pájaros empezaron a cantar. Y por un instante se me antojó ver debajo de él, a su
amparo, las aldeas circulares de gentes y todas las cosas vivas con raíces o patas o alas, y
eran dichosas sin excepción.
-Estará en el centro del aro de la nación -dijo el Antepasado-, y será bastón con que andar y
el corazón del pueblo; y con tus poderes lograrás que florezca.
-¡Mira la tierra!
Y así lo hice. Y vi a lo lejos como un aro de pueblos, y en el centro floreció la vara sacra que
era árbol, y donde se erguía se cruzaban dos caminos, encarnado y negro.
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-Desde el lugar en que el gigante vive (el norte) hasta el sitio al que siempre se mira (el sur),
se extiende el camino encarnado, camino del bien -explicó el Antepasado-. El negro va desde
el sitio en que viven los seres del trueno (el oeste) hasta donde el sol brilla de continuo (el
este), camino espantoso, camino de turbulencias y guerra. Por él irás también, y recibirás de él
el poder de destruir a los enemigos del pueblo. Recorrerás la tierra henchido de potencia
durante cuatro ascensos.
Imagino que se proponía revelarme que yo vería cuatro generaciones, incluida la mía, y ahora
estoy viendo la tercera.
Se puso en pie, altísimo, y se precipitó en carrera hacia el sur, y era un alce; y mientras se
confundía con los rucios, éstos se convirtieron en alces.
Entonces habló el quinto Antepasado, el más anciano de ellos, el Espíritu del Cielo.
-Muchacho, he enviado por ti y has venido. ¡Verás mi poder!-dijo y, abriendo los brazos, se
trocó en águila moteada que se cierne-. Mira, todas las alas del aire irán a ti, y ellas y los
vientos y las estrellas serán como parientes tuyos. Cruzarás la tierra con mi poder.
Sabía yo que el sexto Antepasado se disponía a hablar, él que era el Espíritu de la Tierra, y vi
que era muy viejo, mucho más viejo de lo que alcanzan a serlo los hombres. Tenía el pelo largo
y blanco, su rostro parecía un amasijo de arrugas y sus ojos estaban hundidos y apagados. Le
examiné con atención, porque creía conocerle, no sé por qué; y mientras le examinaba, se
mudó poco a poco, retrocediendo hacia la juventud, y cuando fue muchacho comprendí que
era yo mismo con todos los años que se acumularían en mí. Volvió a la ancianidad y dijo:
-Muchacho, sé valiente, porque mi poder será tuyo y lo necesitarás, puesto que tu pueblo
terreno sufrirá calamidades. Ven conmigo.
Se levantó y pasó con cansino andar por debajo de la puerta del arco iris y, al seguirle, yo
cabalgaba el bayo que me había hablado en primer término y conducido hasta allí.
El corcel se paró y se encaró con los caballos negros del oeste, y una voz anunció:
-Te han concedido la copa de agua para que viva el día del reverdecer, y asimismo el arco y
la flecha para destruir.
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El bayo relinchó, y los doce caballos negros se colocaron detrás de mí y se alinearon de
cuatro en fondo. El bayo se volvió hacia los alazanes del este, y vi que tenían luceros del alba
en las frentes y que brillaban mucho. Y una voz dijo:
-Te han concedido la pipa sagrada y el poder que es paz, y el buen día rojo.
El bayo relinchó, y los doce alazanes se pusieron detrás de mí de cuatro en fondo. Mi montura
se enfrentó entonces con los rucios del sur, y una voz dijo:
-Te han concedido la vara sagrada y el aro de tu nación, y el día amarrillo; y en el centro del
aro verás fija la vara, y la harás crecer en árbol acogedor, y florecerá.
El bayo relinchó, y los doce rucios se colocaron detrás de mí de cuatro en fondo. Supe
entonces que los corceles puestos detrás de mí llevaban jinetes, y una voz dijo:
-Recorrerás ahora el camino negro con éstos; y mientras avances, te temerán cuantas
naciones poseen raíces o patas o alas.
Por tanto, me dirigí hacia el este por el espantoso camino, y detrás de mí iban los caballos de
cuatro en fondo -negros, blancos, alazanes y rucios-, y en lontananza, sobre el espantoso
camino, la estrella del amanecer apenas brillaba. Dirigí los ojos a mis pies, donde la tierra
callaba en una mortecina luz verde, y me percaté de que las colinas miraban con miedo a lo
alto, lo mismo que sus hierbas y todos los animales; y me rodeaban por doquier chillidos de
pájaros aterrados y golpeteo de alas agitadas. Era yo el jefe de todos los firmamentos mientras
cabalgaba, y cuando volví la vista atrás, los doce caballos negros se encabritaron y patearon y
atronaron, y sus crines y colas eran torbellinos de granizo y sus ollares resoplaban rayos. Y
cuando miré de nuevo hacia el suelo, advertí la caída sesgada del granizo y la lluvia larga,
azotadora, y en los sitios por los que íbamos, los árboles se humillaban y las colinas resultaban
casi indiscernibles.
La tierra recobró su esplendor mientras cabalgábamos. Podía yo ver los montes y valles y
arroyos y ríos debajo de nosotros. Llegamos a un punto en que tres corrientes de agua se
suman en un enorme hontanar de aguas poderosas, y allí había algo terrible. De la corriente se
alzaban llamas, y en las llamas vivía un hombre azul. El polvo flotaba alrededor de él en el aire,
la corta hierba se agostaba, los árboles se marchitaban, los seres bípedos y cuadrúpedos
estaban flacos y jadeaban, y las alas carecían de fuerza para volar.
Los jinetes de los caballos negros gritaron «¡Hola hey!» y cargaron contra el hombre azul,
pero fueron rechazados. Y el blanco tropel gritó, cargó y quedó vencido; y también el tropel rojo
y el amarillo.
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Y cuando todos hubieron fracasado, gritaron al unísono:
Y el mundo se llenó de todo género de voces que me vitoreaban, y ataqué. Llevaba la copa
de agua en una mano y, en la otra, el arco que se convirtió en lanza cuando el bayo y yo
descendíamos, y en la punta de la lanza destellaban con fuerza los rayos. Acerté al hombre
azul en el corazón, y al herirlo oí el retumbo del trueno y muchas voces que gritaban « ¡Un-hi!»,
para indicar que yo le había matado. Se apagaron las llamas. Los árboles y hierbas perdieron
su agostamiento y murmuraron llenos de alegría, y todos los seres chillaron alborozados con
toda su fuerza. Entonces los cuatro escuadrones de guerreros cargaron y embistieron con vigor
el cadáver del hombre azul. Y de pronto se convirtió en inofensiva tortuga.
Entiende. Había cabalgado en compañía de las nubes tormentosas, y había bajado a la tierra
como lluvia, y lo que había matado, gracias al poder concedido por los Seis Antepasados, era
la sequía. Íbamos ahora por la tierra, a lo largo del río crecido desde el manantial, y no tardé en
ver la aldea circular de una nación en el valle. Y una voz dijo:
Entré en la aldea a caballo, con los cuatro escuadrones en pos de mí -negros, blancos,
alazanes y rucios-, y los gemidos y el llanto por los muertos estremecían el lugar. El viento
soplaba del sur como una fiebre, y cuando miré alrededor vi que en casi todos los tipis las
mujeres y los niños y los varones agonizaban junto a los cadáveres. Por tanto, cabalgué en
torno del aro de la aldea, contemplando a enfermos y difuntos, y sentí ansias de llorar. Pero al
mirar atrás, todas las mujeres y los niños y los varones se levantaron y salieron con risueña
expresión.
-He aquí que te han dado el centro del aro de la nación para que lo hagas vivir. Fui al centro
de la aldea, con los jinetes, en sus regiones, alrededor de mí, y la gente se congregó.
-Entrégales ahora -dijo la voz- la vara floreciente a fin de que florezcan, y la pipa sagrada a
fin de que sepan el poder que es la paz, y el ala del gigante blanco a fin de que sean
resistentes y arrostren los vientos con bravura.
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Cogí la brillante vara roja y la clavé en el suelo en el centro del aro de la nación. Cuando tocó
la tierra, saltó con sumo vigor en mí mano y fue un waga chun, un árbol susurrante (un álamo),
muy alto y pletórico de ramas frondosas y de todos los pájaros canoros. Y debajo de él
animales de toda especie se confundían con la gente como parientes y chillaban alegremente.
Y todo el pueblo se puso en marcha por un camino rojo. Integraban la gran procesión los
jefes de la tribu, niños, jóvenes y viejos. Y detrás avanzaba Ala de Águila que se despliega
(Alce Negro). Y aún más retrasada se desplazaba una niebla interminable donde palpitaban
"fantasmas de gente", que eran los "abuelos de abuelos y abuelas de abuelas sin cuento".
Frente al pueblo en marcha, se alzaban cuatro ascensos. Al llegar al final del primero, los
viajeros acamparon en torno al círculo sagrado en cuyo centro se levantaba el árbol santo. La
tierra comenzaba a perder su radiante tonalidad verduzca. Luego, vino un segundo ascenso; y,
al llegar a la cumbre de la tercera subida, el aro de la nación se quebró y el árbol parecía morir.
El árbol desapareció. Se hizo presente entonces un hombre celestial, pintado de rojo. Se paró
en el centro del pueblo, donde antes se levantaba el árbol. Se tumbó luego. Se transformó en
bisonte. Y del animal brotó hierba divina. Cuando esta hierba creció, el pueblo y los caballos se
reanimaron y Ala de Águila que se Despliega (Alce Negro) era todavía un águila que planeaba
en el aire. Y entonces llegó una gran nube tempestuosa, negra. Y desde el oeste, emergieron
nubes de polvo que vomitaron caballos veloces, lustrosos, orgullosos y bellos. Y entonces los
corceles...
...se pararon de golpe, encabritándose, en forma de amplio anillo en torno a su jefe negro, su
centro, y permanecieron inmóviles. Y estando ellos así, cuatro vírgenes, vestidas de escarlata,
más hermosas que todas las mujeres terrenas, atravesaron el círculo partiendo desde cada
una de las cuatro regiones, y se colocaron en sus puestos alrededor del gran semental negro y
una tenía la copa de madera, y otra el ala blanca, y otra la pipa, y otra el aro de la nación. Todo
el universo guardó silencio, escuchó; y el enorme garañón negro levantó la voz y cantó.
Su voz era fuerte, pero cruzaba el universo entero y lo henchía. Nada dejaba de oírla, y era
más bella que todo lo existente. Era tan bella, que todo y todos comenzaron a bailar de manera
irresistible. Danzaron las vírgenes y los corceles apiñados en círculo. Las hojas de los árboles,
las hierbas de los montes y valles, las aguas de arroyos y ríos y lagos, los bípedos, y los
cuadrúpedos y las alas del aire danzaron a la música del canto del semental. Y cuando miré
desde arriba a mi gente distante, la nube pasó sobre ella, la bendijo con lluvia y se detuvo en el
este, enmarcada por el arco iris.
Después los corceles regresaron cantando a su lugar, allende la cima del cuarto ascenso, y
todas las cosas acompañaron su canción en tanto que se retiraban.
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-En el universo se ha cumplido un día de dicha -dijo una voz.
Y desde lo alto observé que el amplio círculo de día era perfectamente hermoso y verde, que
todos los frutos medraban y que todas las cosas eran amables y felices.
-Contempla este día, pues tú has de realizarlo -dijo una voz-. Ahora te conducirán al centro
de la tierra para que mires desde él.
Seguía yo a lomos del bayo, y una vez más sentí que los jinetes del oeste, el norte, el este y
el sur se hallaban en formación de séquito detrás de mí, como antes, y que íbamos hacia
levante. Miré ante mí y percibí que los montes tenían peñas y bosques, y que de las alturas
partía todo género de colores hacia el firmamento. De súbito estuve en la montaña más alta, y
alrededor de mí, a mis pies, se dilataba el cerco total del mundo. Y estando así, vi más de lo
que puedo enumerar y entendí más de lo que vi; pues veía de modo sagrado, con el espíritu,
las formas de las cosas, y la forma de todas las formas que deben vivir juntas como un solo
ser. Y advertí que el aro sacro de mi pueblo era uno de los muchos aros que constituían un
círculo, amplio como la luz del día y el resplandor de las estrellas, y en el centro había un
poderoso árbol florido que cobijaba a todos los hijos de madre y padre. Y observé que era
santo.
Y, estando así, dos hombres acudieron del este, cabeza abajo como flechas disparadas, y
entre ellos se levantó el lucero del alba. Me dieron una hierba.
-Con esto en la tierra puedes emprender lo que se te antoje y llevarlo a cabo- me dijeron.
Era la hierba del lucero del alba, la hierba del entendimiento, y me encomendaron que la
dejara caer al suelo. La vi bajar durante largo tiempo, y cuando chocó con la gleba arraigó y
creció y floreció, cuatro corolas en un tallo, azul, blanca, encarnada y amarilla; y sus rayos
saltaron al firmamento para que todas las criaturas los viesen y en parte alguna hubo
oscuridad.
No había notado hasta entonces cómo iba yo arreglado. Vi que estaba pintado por completo
de rojo, salvo el negro que cubría mis articulaciones y las bandas blancas que había entre
ellas. Mi bayo tenía tiras relampagueantes en todo su ser, y su crin era nube. Y cuando yo
respiraba, mi aliento brotaba como el rayo.
Los dos hombres me guiaban, con la cabeza en primer término como saetas que suben: los
mismos que me habían traído de la tierra. Y siguiéndolos en el bayo, se convirtieron en cuatro
bandadas de gansos que volaban en círculo sobre cada región, emitiendo un sacro chillido en
su vuelo: ¡Brrrp, brrrp, brrrp, brrrp!
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Distinguí frente a mí el arco iris que flameaba sobre el tipi de los Seis Antepasados, edificado
y techado con nubes, y cosido con correhuelas de rayo; y debajo de él había las alas del aire, y
debajo de ellas los animales y hombres. Todos se alborozaban y el trueno era como una risa
dichosa.
Cuando crucé el portal de arco iris, hubo vítores en el universo, y los Seis Antepasados
sentidos en línea, con los brazos tendidos hacía mí, mostraban la palma de las manos; y detrás
de ellos, en la nube, pululaban los rostros incontables de las gentes futuras.
Y en el momento en que pasé por delante de ellos, cada uno me dio el regalo que me había
entregado precedentemente: la copa de agua y el arco y las flechas, el poder de hacer vivir y
destruir; el ala blanca purificadora y la hierba de la curación; la pipa sagrada; y la vara
floreciente. Y cada uno habló por turno desde el oeste al sur, explicándome como antes lo que
me había concedido, y mientras lo hacían cada uno se confundió con la tierra y reapareció; y
en tanto hablaban, me sentí más próximo a la tierra.
-Nieto, has visto el universo entero -dijo el más anciano-. Ahora volverás dotado de poder al
paraje de que viniste, y acontecerá allí que centenares serán sagrados, centenares serán
llamas. ¡Observa!
Mire y vi a mi pueblo, y estaba sano y era feliz fuera de uno que yacía como muerto. Y ese
uno era yo mismo. Entonces el Antepasado más viejo cantó, y su cántico fue como sigue:
El tipi, edificado y techado con nubes, comenzó a oscilar como si lo sacudiera el viento, y el
portal de arco iris llameante fue apagándose. 0í voces de toda clase que gritaban en el exterior:
Cuando atravesé la entrada, la faz del día de la tierra se mostraba con el lucero del alba en la
frente; y el sol se alzó y me miró, y yo salí solo. Y mientras andaba a solas, escuché el canto
del sol que se elevaba.
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Me sentí perdido y muy solitario cuando acabó el canto. Entonces una voz me ordenó:
-¡Mira atrás!
Era un águila moteada que me había hablado al paso que volaba sobre mí. La obedecí.
Donde había estado el tipi del arco iris llameante, edificado y techado con nubes, no vi sino el
alto monte peñascoso del centro del mundo.
Estaba yo solo en un vasto llano, con las plantas apoyadas en la tierra; solo salvo el águila
moteada que me custodiaba. Mi poblado resultaba visible a lo lejos, y caminé muy aprisa,
porque me dominaba la nostalgia. Vi mi tipi, y en su interior, a mi madre y mi padre inclinado
sobre un muchacho enfermo que era yo mismo. Y cuando entré, alguien decía:
(*) Fuente: Todas las citas pertenecen a Arco iris Llameante (John Neihardt), Alce Negro Habla, José J. de Olañeta,
Editor.
14
YOGA
Los escritos sagrados de las diversas religiones que pueblan el mundo, o bien fueron
escritos por algún dios, o bien fueron inspirados por él. Con ello se suspende la
discusión: «Esto es así porque así lo dijo dios». Sin embargo, esto no es así. Los
escritos sagrados, como cualquier otro escrito, fueron escritos por hombres. Por ello,
lo bueno y santo que hay en esos escritos, podemos decir que fueron inspirados por
dios; lo malo, no. Lo malo que hay en esos escritos, podemos pasarlo por alto. Y aquí
es donde entra el raciocinio de la criatura creada por Dios. Aquí, en este
discernimiento, es donde el hombre saca la semejanza que tiene con Dios para
diferenciar el grano de la paja. Si esta razón no se tiene en cuenta, la persona podría
terminar matando o matándose en nombre de Dios.
Quienes se decidan a leer cualquier texto sagrado, lo primero que tendrán que hacer
es interpretar y descubrir en las palabras escritas el sentido literal que el autor sagrado
quiso expresar. Para esto no basta conocer el significado material de las palabras
utilizadas. Conocer el sentido literal no quiere decir que haya que leerlo y cumplirlo al
pie de la letra. Para darnos cuenta de ello, leamos este cuento anónimo hindú, escrito
hace ya muchos años:
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Semanas después, repuesto de sus heridas, el discípulo acudió a la
casa de su maestro y se lamentó ante él de lo sucedido.
El gurú replicó:
Como hemos visto, es necesario conocer los géneros literarios, las distintas maneras
de expresarse, propias de la época en que fueron escritas, y el estilo empleado en el
libro. Por poner un ejemplo, es muy distinto el modo de afirmar y el grado de
enseñanza en la historia, la novela o el teatro. En la historia se trata de afirmar
directamente lo ocurrido: tendrá mayor valor cuanto mayor sea el número de
documentos que se citen para apoyar lo que se afirma. En una novela de fondo
histórico, el autor expone un hecho histórico, pero con libertad para vestirlo con su
imaginación. En una obra de teatro —lo mismo que en una novela— el autor no se
hace responsable de lo que dice cada uno de los personajes, sino sólo de la
enseñanza global. Por ejemplo, Cervantes, no afirma personalmente cuanto dicen don
Quijote y Sancho. Para hablar de los libros de caballería, trata de interpretar lo que los
«quijotes» y «sanchopanzas» dirían en cada circunstancia determinada. Puede
considerarse como obra de teatro, por ejemplo, el libro de Job en la Biblia.
Y ya que hemos mencionada la Biblia, vemos como en ella tienen cabida todas las
formas humanas de hablar. En cuestiones relacionadas con la ciencia habla según las
apariencias de los sentidos de los hagiógrafos, por ejemplo «el sol sale y se pone». La
historia que narra el Génesis, por ejemplo, es popular y a la vez religiosa.
Todo lo que se dice en los escritos sagrados, sean de la religión que sean, si es para
coartar la libertad del hombre, responden a intereses personales del autor sagrado; y
todo lo que se dice para ensalzar y hacer libre a la persona, puede estar inspirado por
Dios. A la luz de estos dos ejemplos, podría decir que la inspiración pudo hacerse
realidad en el autor sagrado. Podría decir que el autor humano actúa en este caso con
todas sus facultades y con todas sus cualidades y defectos. Que siendo el autor
sagrado un ente inteligente y libre, puede, incluso, no tener conciencia de estar
inspirado por Dios. En este caso, el autor sagrado escribe, no sólo para enseñarnos
unas verdades que ensalzan al hombre, sino para presentarnos a Dios como un
amigo, nunca como un monstruo vengador.
Los escritos sagrados son la revelación que los hombres han hecho, a través de los
tiempos, de Dios. Decir que no tienen error resulta pobre y negativo. Y ante esos
errores, que pueden llevar a esclavizar al hombre, tendremos que estar alerta. De lo
contrario podríamos terminar, en vez de sirviendo las generosidades de Dios, sirviendo
los intereses de algunos hombres.
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En un cuento que encontramos «En el Evangelio del Tao», se cuenta lo siguiente:
Cuentan que en China había un hombre llamado Yuang Chin Mu, que
emprendió un día un largo viaje y, terminado su dinero, cayó desvanecido de
hambre junto a un camino.
Cierto ladrón de la ciudad de Hu Fu, llamado Ch’iu, le vio y le llevó un
plato de arroz. Satisfecho su apetito, abrió los ojos y dijo:
— ¿Quién eres?
—Soy Ch’iu.
—Pero, ¡Dios mío! Serás de verdad el ladrón Ch’iu; yo soy un hombre
religioso y honrado y mi religión me prohíbe probar las provisiones de un
ladrón.
Entonces, el hombre, empezó a hacer por devolver lo que había
comido, y tanto esfuerzo hizo que murió.
Aunque el hombre hubiera sido un ladrón, el alimento no estaba
contaminado por su dueño. El rehusar el alimento porque el que te lo da es un
ladrón, es menospreciar la bondad de corazón de aquella persona que, aún
siendo un ladrón, se compadece de alguien que está necesitado.
Después de todo lo dicho me falta esclarecer otro punto, y éste es que para que exista
efectivamente la religiosidad en el hombre, éste tiene que dar una respuesta a la
realidad sagrada que se le presenta. Si la respuesta fuera la huida, la indiferencia o la
rebeldía, no se produciría la religiosidad. Cuando la respuesta personal es de acogida,
entonces aparece la denominada «actitud religiosa», es decir, una disposición
fundamental y permanente, provocada en el sujeto por la presencia del Misterio.
17
El aspirante a maestro se arrodilló ante su mentor para ser iniciado en el
camino de la enseñanza, y el gurú le susurró al oído el sagrado mantra,
advirtiéndole después que no se lo revelara a nadie bajo ningún concepto.
— ¿Y qué ocurrirá si lo hago? —preguntó el aspirante.
—Aquel a quien reveles el mantra —le dijo el gurú con mucho misterio y
en voz muy baja—, quedará libre en el acto de la esclavitud, de la ignorancia y
del sufrimiento. Pero tú quedarás excluido de todos estos bienes y te
condenarás.
Tan pronto hubo escuchado aquellas palabras, el devoto salió corriendo
hacia la plaza del mercado, congregó a una gran multitud en torno a él, y repitió
a voz en grito el sagrado mantra para que lo oyeran todos.
Los discípulos se lo contaron más tarde al gurú y pidieron que aquel
individuo fuera expulsado del monasterio, por desobediente.
El gurú sonrió y dijo:
—Éste no necesita nada de cuanto yo pueda enseñarle. Con su acción
ha demostrado ser un verdadero maestro, un amante de su prójimo y un gran
creyente.
La relación del hombre con el Misterio, que late en todas las religiones, les confiere «el
aire común de familia», la semejanza estructural que nos permite reconocer a todas
como religiones, como manifestaciones de un mismo hecho religioso. Esto no significa
que sean igualmente verdaderas, pues su condición humano e histórico lo impide,
pero todas contienen verdaderos fenómenos religiosos, todas manifiestan una misma
estructura del hecho religioso. Podemos decir que todas, en definitiva, cuando hacen
libre al hombre, están hablando del mismo Dios; y que, por el contrario, cuando lo
esclavizan, están hablando de hombres que se han arrogado a sí mismos la potestad
de Dios en provecho propio.
CONTINUARÁ.
18
BIOGRAFÍAS
Alejandro de Seleukis
Si me amas y si me buscas con todo tu espíritu, con toda tu alma y con todo tu cuerpo,
pondré un espíritu de discordia entre tú y el mundo a fin de que ningún consuelo ajeno
te aparte de mi vía recta; tus allegados te odiarán y rechazarán, les resultarás odioso y
ellos te serán insoportables y contrarios en todo, dice el Señor oculto; incluso tu
compañera se levantará contra ti y tus hijos se burlarán de ti por mi causa.
Palabras crueles para el mundo ignorante; amor santo y perfecto para el que sabe.
(Louis Cattiaux)
Entre sus mejores biógrafos se encuentra Roberto Gervaso. Los Dumas, padre e hijo, le
dedicaron cuatro obras que favorecieron su popularidad más que cualquier otro memorial.
Durante un viaje a Italia Goethe se entrevistó en Palermo con la madre y la hermana, compuso
una comedia satírica en cinco actos, El Gran Copto. Hasta Orson Wells, realizó sobre él una
película decepcionante. Su vida aventurera, secreta e iniciática, su genio “extraordinario”, su
“muerte” trágica y dolorosa a manos del Santo Oficio contribuyeron a crear para la
posterioridad un mito “profano” que sobrevive en la literatura romántica, pero en la memoria de
los nobles-viajeros, siempre será un “representante” de la tradición iniciática, auto-sacrificado
por amor a la humanidad.
Según algunos biógrafos, Alejandro de Cagliostro (su nombre verdadero era José Bálsamo,
1743-1795) habría nacido en Palermo, Sicilia. De Acuerdo con estos, fue un individuo perverso
y excesivamente inmoral durante su juventud. Algunos escritores crearon de su figura a un
personaje despreciable, farsante, estafador y charlatán, pero como veremos más adelante este
individuo y sus correrías, son ajenas a la vida y obra de este Adepto.
19
Por otro lado, también se considera que no existen pruebas evidentes de que Cagliostro y el
conocido charlatán José Bálsamo fueran la misma persona. Desde su iniciación masónica
hasta el proceso de Roma, Alejandro Cagliostro rechazará obstinada y desesperadamente el
identificarse con José Bálsamo. “En los papeles de Cagliostro, secuestrados por dos veces y
por sorpresa en París en 1784 y en Roma en 1789 – según Haven- no se encuentran huellas
de Bálsamo.”
Según el historiador Pier Carpi, José Bálsamo habría nacido en Italia, pero Alejandro
Cagliostro ha nacido en Portugal. He incluso Goethe intentó remontar los orígenes de este
apellido a una deformación de la palabra codorniz. Pero la verdad parece ser más sencilla:
Cagliostro era descendiente de los condes de Cagliostro, nombrados por Felipe de España; y
el apellido se deriva del origen del nombramiento hecho al bisabuelo de Alejandro, pues
durante una tormenta, salvó con su propio barco al rey, y éste le nombró conde de Callosto.
Pero también hay que considerar que en ciertas ocasiones un iniciado puede adoptar un
nombre simbólico que define su función esotérica, ocultando y dejando en un segundo plano su
individualidad humana y su papel profano en la sociedad. El Adepto no suele revelar su
identidad a nadie, salvo a quien considera digno de conocerla. El trabajo oculto que les ha sido
encomendado es como una espada de doble filo, de ahí que no revelan a nadie las
instrucciones secretas que han recibido ni la fuente de donde tales instrucciones provinieron,
contentándose con difundirlas callada y prudentemente. Si se les pregunta acerca de esto, sólo
aclaran el punto de interés inmediato y luego callan.
Otra de las obligaciones del Adepto es adoptar las vestimentas y las costumbres del país o de
la gente con quien reside, a fin de que un apartamiento de tales hábitos no lo hagan señalarse.
Esta era una de las reglas más estrictas de los maestros antiguos, y se la halla en los
manifiestos de la Hermandad Rosacruz.
Tal vez unos de los pasajes que mejor describen la personalidad de este Adepto se hallen en
su Memoire contre le Procureur général, en el que se describe a sí mismo de la siguiente
manera:
“No pertenezco a ninguna época ni a ningún lugar; fuera del tiempo y del espacio, mi ser
espiritual vive su eterna existencia, y, si me sumerjo en mi pensamiento remontando el curso
de los años, si extiendo mi espíritu hacia un modo de existencia alejado del que percibís, me
convierto en el que deseo ser. Al participar de modo consciente en el ser absoluto, adecuo mi
acción según el medio en el que me encuentre. Mi nombre es el de mi función y lo elijo, al igual
que mi función, porque soy libre; mi país es aquel en el que momentáneamente he fijado mis
reales (...). Héteme aquí: soy noble y viajero; hablo, y vuestra alma se estremece al reconocer
palabras antiguas; una voz, que está en vosotros y que permanecía en silencio desde hacía
mucho, responde a la llamada de la mía; actúo y la paz regresa a vuestros corazones. Todos
los hombres son mis hermanos; todos los países me son queridos; los recorro para que, en
todas partes, el Espíritu pueda descender y encontrar un camino hacia vosotros. No les pido a
los reyes, cuyo poder respeto, más que hospitalidad en sus tierras y, cuando se me concede,
paso por ellas haciendo en derredor mío el mayor bien posible; pero no hago sino pasar. ¡Soy
un noble viajero!”.
Resulta difícil después de leer esta cita comprender la actitud detractora de Mme. Blavatsky,
fundadora de la doctrina teosófica, cuando afirma de Cagliostro, “su destino fue el de cualquier
ser humano que demuestra saber más que los demás. Su final no fue del todo inmerecido
porque no mantuvo sus promesas, pecó contra la castidad y cayó en el egoísmo”. Creemos
que desconocía el valor y la función espiritual de este Adepto, y quiso alinearse
“ignorantemente” a la política infamante de la época, al igual que hacen algunos historiadores
actuales, cuando recurren a los panfletos y escritos del Santo Oficio para relatar su vida. Las
enciclopedias modernas, como la Británica todavía perpetúan estas declaraciones.
20
El Itinerario Iniciático
Cagliostro viajó por Grecia, Egipto, Arabia, Persia, la Isla de Rodas y a través de toda Europa.
En Mesina parece que conoce a quien será su Maestro Alquimista, un tal Altotas, quien decía
ser medio griego, medio español, hablaba una mezcla de italiano, francés y árabe, vestía una
zamarra albanesa, se tocaba con un gorro rojo y llevaba una gran barba. Cuando Altotas
abandona Mesina para ir a Alejandría y El Cairo, se lleva a su alumno Cagliostro. Declaró
muchas veces que había sido iniciado en los Misterios Egipcios, durante su estadía en Egipto,
le fue impartida la gran gnosis, la transmisión espiritual del sacerdocio egipcio.
Finalmente parece que desembarcaron en Malta, sede de los caballeros de Malta, la antigua
Orden de San Juan de Jerusalén, donde parece que se mantenían algunos círculos herméticos
imbuidos de doctrinas esotéricas, aprendidas de los sabios orientales. Especialmente versado
en estas materias estaba el Gran Maestre, Pinto de Fonseca, un portugués originario de
Lamego. Apasionado por la alquimia acoge en Malta a Altotas y a su discípulo Cagliostro y los
hace caballeros de la Orden de Malta.
El Gran Copto
Es entonces cuando su labor iniciática entra en expansión, se convierte en Gran Maestro del
rito Escocés, y del Temple, Iniciado de Martínez de Pascuales con el grado de Sacerdote
Electo, amigo de Saint Martín, de Swedemborg y de Willermotz con quien mantiene largas
charlas y discusiones sobre la C.B.C.S. (Caballeros Bienhechores de la Ciudad Santa).
“Los Holocaustos no os son agradables. El sacrificio que Dios pide es un espíritu afligido. ¡Oh,
Dios! No puedes ignorar a un corazón pleno de humildad. Señor, en vuestra bondad, repartid
vuestros bienes y vuestras ganancias sobre SION, a fin de que los muros de Jerusalem sean
alzados”.
También los Philalethas, recurren a él para que ponga orden en el caos de sus logias, pero
Cagliostro exige la disolución de la Orden, y la adhesión a su Rito Egipcio, petición que fue
secamente rechazada. Entonces el Gran Copto les dirige la siguiente carta:
“En el nombre y a la gloria del Eterno, Nos, os hemos ofrecido la verdad y la habéis
despreciado. Os la hemos ofrecido únicamente por amor a ella, y vosotros la habéis rechazado
por amor a las formas. Pero ¿qué son las formas cuando no existen los fundamentos? No
queráis llegar hasta Dios y al conocimiento de vosotros mismos con la única ayuda de un
secretario de congreso. No es necesario que os justifiquéis, no estamos ofendidos. Considerar
que si, para elevaros, os hemos enviado a nuestros adeptos, mientras que vosotros no hacéis
21
ningún esfuerzo para elevaros por vosotros mismos, ¿cómo podréis llegar hasta nos? Nos,
damos, y vosotros habéis querido enseñarnos cómo y a quién debemos dar. Vosotros habéis
querido dirigir nuestro camino por una vía que no habéis frecuentado nunca. Mirad qué
inciertos son vuestros pasos. Habéis esperado seis semanas para responder a nuestros
sencillos ofrecimientos. El Gran Dios, en nombre de quien trabajamos, os devuelva al buen
camino e ilumine vuestras deliberaciones...”
La asamblea de los Philatethas hace un intento de reconciliación, pero Cagliostro vuelve a ser
inflexible: “Sabed que Nos no trabajamos para un hombre, sino para la humanidad. Sabed que
queremos destruir el error, no de uno solo, sino de todos. Sabed que esta línea de conducta
está trazada no contra la falsedad aislada, sino contra todo un arsenal de mentiras. (...)
Vosotros decís que buscáis la verdad. Yo os la he presentado y vosotros la habéis rechazado.
Ya que preferís un montón de libros y de escritos pueriles a la felicidad que os había reservado
y que debíais compartir con los elegidos, ya que no tenéis fe en las promesas del Gran Dios y
en sus ministros sobre la tierra, os abandono a vosotros mismos y os digo, en verdad, que mi
misión ya no es la de instruiros...”.
Esta elocuente intransigencia hizo perder a Cagliostro las simpatías y respaldo de los altos
grados de la masonería francesa que era patrimonio de los príncipes de sangre real, y que en
el escándalo del collar de la reina María Antonieta no moverán un dedo para salvarlo.
Varias personas se unieron a su Rito en la Logia de Roma, entre ellos un capuchino llamado
Francesco de San Maurizio. Este monje era un agente del Santo Oficio al que se le
encomienda vigilar y dar información a la Santa Iglesia sobre Cagliostro y sus trabajos de
Logia.
En la mañana del 27 de Diciembre de 1789, día de San Juan Evangelista, autor del
Apocalipsis y patrón de la masonería, el Papa Pío VI, después de haber consultado con su
secretario de Estado, ordena el arresto del conde. “Esa misma noche –informa Orengo-,
Cagliostro fue arrestado en su casa por un piquete de soldados, que se apoderaron de todos
sus papeles y le trasladaron al castillo de Sant´Angelo. Su mujer fue conducida y encerrada en
un monasterio de religiosas. Otro piquete de soldados arrestó en su convento al capuchino,
que fue trasladado al monasterio de Aracoeli. (...). El gobierno mantiene secretas las razones
de estos arrestos y registros. No hay duda, sin embargo, de que éstos tienen móviles
religiosos. Se da como cierto que el delito de Cagliostro consiste en haber tratado de conseguir
prosélitos. Como escribiría posteriormente el abogado Cassinelli, el proceso fue un “error
político”: “El audaz aventurero fue condenado más por sus intrigas masónicas, a las que se dio
erróneamente gran importancia política. Era necesario atemorizar a los masones de Roma,
paralizándolos con un ejemplo de rigor inexorable y quitarles el deseo de dedicarse a las
prácticas de su secta. Cagliostro, que con la masonería de Roma no tenía nada que ver, se
presta a este plan y cae víctima de una necesidad política inevitable.
Cagliostro fue castigado no por lo que había hecho, sino por lo que representaba, cuando
reyes, príncipes y emperadores se lo disputaban, cuando las gacetas lo aclamaban como a un
divo. Había sido uno de los jefes de la masonería, la pesadilla del papado y de las monarquías,
había sido un mago famoso, y se había salido del seno de la Iglesia católica, apostólica y
romana. Todo esto era suficiente para enviarle a la hoguera”.
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El sumario que se inició inmediatamente duró dieciséis meses. Los interrogatorios estuvieron
a cargo del procurador fiscal, Barberi, al archivero del Santo Oficio, Cavazzi, y al sustituto de la
chancillería, Lelli. El 4 de enero, cuatro meses después del arresto, fue escuchado el acusado,
quien llegó a ser sometido a cuarenta y tres extenuantes interrogatorios.
El Santo Oficio le acusa de haber hecho y dicho una larga lista de horribles blasfemias; que
Cristo y sus doce apóstoles eran francmasones; que la virginidad de María era un “camelo”,
porque si la Virgen había tenido un hijo no podía ser virgen; que la confesión y la comunión
eran “tonterías”; de haber echado de casa a Lorenza y al cuñado, para no oírles recitar el
rosario; (...) etc. Pero él rechaza estas acusaciones. Dijo que nunca había blasfemado de
Jesús, de la Virgen y de los santos porque era un buen católico, creía en la inmortalidad del
alma, nunca había dudado que en la Eucaristía estuviera Dios mismo, que iba regularmente a
misa, confesaba, comulgaba y observaba los ayunos (...). De hecho citó como prueba de sus
buenas relaciones con la Iglesia, de contar entre sus amigos con el cardenal de Rohan y los
arzobispos de Brujas, Chartres y Lyon.
Los inquisidores pasaron a continuación a los delitos comunes (aunque el tribunal eclesiástico
no tenía competencia para juzgar culpas cometidas fuera de su jurisdicción). Los jueces le
acusaron de: falsificación de células, estafas sacrílegas, calumnias, maquinaciones y otros
delitos cometidos en diversas ciudades Europeas. También se le acusa de “comercio carnal
con varias doncellas”.
Pero la mayor atracción son los interrogatorios sobre el “Rito Egipcio”. A la pregunta de qué
objetivos perseguía, respondió: el conocimiento de Dios, la fraternidad humana y la felicidad
eterna. Habló durante horas y horas con una maravillosa verbosidad hasta que los inquisidores
lo acusaron de haber admitido judíos y protestantes en las logias.(...) Entonces, le acusaron de
haber tomado como emblema de su rito una serpiente, símbolo de Lucifer. “Esto no es verdad
–protestó- : la serpiente con la manzana en la boca simboliza el pecado original, origen de
todas nuestras desgracias. La redención de Jesús la ha vencido, y nosotros debemos tenerla
siempre ante nuestros ojos y nuestro corazón, porque los ojos y el corazón son el espejo del
alma, y el hombre debe guardarse de las tentaciones del demonio.”
Se le hace que enuncie los pecados mortales, se le pregunta cuántas son las virtudes
teologales y las cardinales. Se le sigue interrogando y acusando durante horas sobre los
espíritus celestiales, sobre su visión beatífica, sobre sus profecías y en un momento dado el
mago se derrumba, se deshace en lagrimas e implora la misericordia de sus inquisidores, dice:
“Hundido como estoy en el dolor y el arrepentimiento de haber pasado cuarenta y cinco años
de mi vida en el estado miserable de la perdición de mi alma, estoy dispuesto, para reparar las
ofensas hechas a la religión y a las almas de mis semejantes, a hacer declaración, retractación
o cualquier otro acto que se juzgue necesario (...). Pero aún no había terminado de firmar sobre
el acta, cuando se percata de que estaba firmando su condena a muerte. Intentó salvarse, in
extremis, realizando otras declaraciones, pero no quisieron escucharle.
El 7 de abril de 1791, escucha el veredicto, de rodillas, maniatado, con la cabeza cubierta con
un velo negro: “José Bálsamo, acusado y reo de un gran número de delitos, que ha incurrido en
las penas previstas contra los herejes formales, los defensores de falsos dogmas, los
heresiarcas, los maestros y discípulos de la magia supersticiosa, cae bajo las censuras y penas
establecidas por las leyes apostólicas de Clemente XII y Benedicto XIV contra aquellos que
favorecen o forman sociedades y camarillas de francmasones (...). Sin embargo, como gracia
especial, esta pena que entregada al culpable al brazo secular (el de la muerte) es conmutada
por la de cadena perpetua, que ha de expiar en una fortaleza, donde el condenado será
estrechamente vigilado, sin esperanza de indulto (...).
23
El 4 de mayo, en la plaza de Santa María Sopra Minerva, se celebró el auto de fe de sus
instrumentos masónicos: bandas, calaveras, triángulos, llanas, reglas, cordones, delantales,
insignias, estandartes, espadas, estrellas salomónicas, manuscritos, cartas y documentos. El 8
de junio, el Moniteur Universel escribió: “La hoguera duró tres cuartos de hora, en medio del
regocijo de la gente. La muchedumbre aplaudía y gritaba de alegría a cada objeto que se
echaba a las llamas.” Pero no todo el material que cayó en manos del Santo Oficio fue
destruido, se sabe que un número importante de documentos, cartas y confidencias fue
guardado en los archivos vaticanos. Y que la Iglesia no ha sacado aún a la luz.
En los años 70 Roberto Gervaso, escritor y colaborador del diario Corriere della Sera solicitó
al cardenal Seper, presidente de la Sagrada Congregación para la Defensa de la Fe, ex Santo
Oficio, que le dejara consultar los documentos de José Bálsamo, y recibió la siguiente negativa
diplomática. “Los documentos que poseemos, no añaden ni quitan nada a los que se
conservan en las bibliotecas del Estado y en los archivos públicos accesibles a todo el mundo.”
Cagliostro fue conducido a la Prisión de Saint Leo, en una montaña cerca del Adriático,
fortaleza inexpugnable donde murió cuatro años más tarde. ¿Murió Cagliostro?, las
informaciones son diversas y contradictorias, se cree que ante la inminente llegada de tropas
liberadoras a Italia y temiendo que los revolucionarios encontraran vivo a un líder al que el
público de Francia mantenía una particular devoción, se le estranguló en su celda el 26 de
Agosto de 1795. ¿Era él quien fue encontrado muerto en su celda? Otras fuentes aseguran que
debido a su precario estado de salud, Cagliostro pidió los servicios de un padre para su
confesión. Un poco después, los carceleros encontraron en el suelo de su celda a un hombre
estrangulado. No era José Bálsamo.
¿Pudo ser una muerte fingida? No lo sabemos, José Bálsamo desaparece de la escena
mundial como Adepto y se perpetúa en un personaje mítico. Quizá regresó a su morada en el
Este del Mundo, a la Santa Ciudad. Al igual que el Cosmopolita, Filaleteo, el conde Saint-
Germain, son “Nobles Viajeros” que, lo mismo que los Phap del Taoísmo y los S^a´ih^un del
esoterismo islámico, “se desplazan recorriendo el país con el objetivo exterior de encontrarse
con los hombres (de Alá). El provecho interior de sus viajes consiste en la adquisición de
maqâmât (grados de realización iniciáticos) superiores, y de estados de inspiración
provenientes de la fuente generosa de todo saber. Son siete, todos hombres, sus personas
están purificadas de las escorias inherentes a la condición humana” (Ibn Arabí, Las Categorías
de la Iniciación).
Sería, pues, completamente vano buscar documentos históricos que probasen que el conde
Cagliostro hubiese alcanzado un grado de iniciación más o menos elevado, o que fuese
realmente el enviado de un centro espiritual, lo cierto es que su nombre no es un patronímico,
sino un “hierónimo”, un nombre de función; su título de conde, no se relaciona, seguramente
con su nacimiento, sino con un grado iniciático. Y pretender saber con certeza su “estado
espiritual” por unos signos externos cualesquiera sería sumamente imprudente.
Lo que puede decirse con seguridad es que, antes del fin del ciclo, debe producirse lo que a
veces se llama la “reaparición de los Sabios”, la remanifestación de las funciones tradicionales
hoy día ocultas. Aquellos rosacruces retirados a la India, creemos que volverán del exilio, pues
como afirma Khunrath en su Anfiteatro de la Sabiduría Eterna que “los fieles intérpretes de la
Sabiduría son relegados en exilio más allá de los montes del Caspio”...
24
MASONERÍA
La fraternidad
Vicente González, 32º
Algo parecido, en forma muy sucinta, escribió Marco Aurelio en uno de sus pensamientos:"No
se trata de discurrir sobre lo que debe ser el hombre de bien, sino de serlo."
Mil años antes, Eclesiastés, que se supone era un seudónimo del rey Salomón, escribió:"Todo
lo que tu mano encuentre por hacer, hazlo con todas sus fuerzas."
La unidad dentro de la familia, la sociedad, la humanidad entera está implícita dentro de ese
sentimiento de unión, fusión. La consecuencia de ese sentimiento fraternal es la igualdad que
es base de equilibrio entre todos los miembros.
Sin embargo, la raza humana por razones de supervivencia, a través de la historia ha sufrido
terror, muerte violenta, enfermedades, amenazados por las fuerzas naturales y las fieras, el
egoísmo tan opuesto a la Fraternidad, era indispensable para la conservación de la especie. El
hombre ha superado esta etapa histórica, pero no se ha librado del egoísmo y le domina un
mezquino individualismo que está incluso apoyado por estudios científicos del comportamiento
de los animales. Esto significa olvidar la diferencia fundamental entre el hombre y el animal: el
lenguaje, la inteligencia, la cultura y sobre todo el sentido de la belleza y la capacidad de
reflexión y autodominio.
25
Encuentro positivo el reconocimiento de esta propia ignorancia y respeto por el escaso saber
del prójimo, que si es Hermano debe ser acompañado de amor determinado como imperativo
moral.
Pensemos en ser trascendentes. No demos ejemplo, que los demás lo tomen, si ese es su
deseo. La ambición no solo es pública, también es íntima y contaminante.
La grave situación mundial que vivimos, con angustia e incertidumbre por el futuro, favorecen la
necesidad de concebir utopías. El hombre y la sociedad en la que vive han estado dominados a
lo largo de la historia por la corrupción, violencia moral y material, crueldad, explotación de los
débiles, arrogancia del poder. La situación de crisis ha sido una constante. El tiempo de
equilibrio se produce por un corto período de tiempo entre una crisis y otra, cuando los
hombres haciendo uso de su sabiduría crean unas condiciones favorables para ser felices y se
busca el mito o la utopía de la Fraternidad.
Ante una situación de impotencia para enfrentarse a una crisis sin hallar soluciones, el hombre
se refugia en la utopía. Debemos sin embargo dar al término utopía su significado más amplio:
por un lado, camino desde lo real hacia lo ideal y también, fuerza crítica capaz de orientar la
renovación de la sociedad en crisis.
26
Debido al desequilibrio existente entre pueblos ricos y pobres; la emigración casi obligada a
regiones más favorecidas del planeta; barreras seculares de defensa de la raza que se van
resquebrajando progresivamente, nos hace pensar que el hombre del futuro podría ser el
resultado de un sincretismo de razas, un hombre indistinto e indiferenciado, un hombre
monótono. Esto tendrá importantes consecuencias: ocurrirán cambios radicales en la ética, en
el derecho y en las reglas de convivencia social. Las diferentes culturas tenderán a integrarse
creando una cultura universal. La filosofía, que siempre ha buscado la universalidad podrá
orientar al hombre desempeñando plenamente su función. Caerán las barreras de raza, lengua,
religión y cultura que durante siglos nos han separado y han provocado dolorosos conflictos y
muertes innecesarias.
Será frustrante para los que hemos defendido conceptos de pluralidad en igualdad y libertad,
pero probablemente se alcancen cotas de justicia social, absolutamente increíbles hace pocas
generaciones y quedará pendiente nuestra paleta de albañil, llana o trulla como símbolo y
emblema de tolerancia, respeto, humildad, amor. Que iguale las imperfecciones y
desigualdades.
27
SUFISMO
Autoconocimiento
Sheij Muzaffer Ozak
Dios dice: “Aquellos que purifican sus nafs hallarán la salvación”. Los nafs no son una
cosa. El término, en árabe, está relacionado con las palabras “aliento”, “alma”, “esencia”, “yo” y
naturaleza. Se refiere a un proceso que nace de la interacción del cuerpo y el alma. El cuerpo
está compuesto de “arcilla”, una combinación de elementos materiales. El alma viene de Dios y
presenta siete aspectos o niveles: el alma mineral, el alma vegetal, el alma animal, el alma
humana, el alma angélica, el alma del secreto y el alma del secreto de los secretos.
Hay ciertos elementos del alma que pueden mejorarse. La medicina para lograrlo se
encuentra en las sagradas escrituras y en las enseñanzas de los profetas y los santos.
El alma se convierte en una exiliada cuando entra en el cuerpo. Este es para ella una
prisión. Nuestros cuerpos contienen diversos órganos e instrumentos de acción – como, por
ejemplo, nuestros órganos sexuales – pero carecen del poder psíquico para realizar y
satisfacer nuestras necesidades físicas. El alma contiene la fuerza, pero no los medios de
acción.
Cuando el alma hace un mal uso de estos instrumentos corporales, entonces podemos
hablar de cualidades indeseables en ella. Dios no ha creado nada que sea malo en sí. Es
nuestro mal uso de las cosas lo que las convierte en malas. Por ejemplo, el deseo sexual es
normal y necesario para propagar la especie. Así mismo, proporciona un modo de expresar
amor entre marido y mujer. Sin embargo, cuando este deseo natural se convierte en lujuria,
puede conducir a todo tipo de males.
Los nafs no son malos en sí. Nunca los culpes. Parte del trabajo del Sufismo consiste
en cambiar el estado de tus nafs. El nivel más bajo es el de hallarte completamente dominado
por tus impulsos y deseos. El siguiente estado es el de luchar contigo mismo, tratando de
actuar conforme a los dictados de la razón y de los ideales, criticándote siempre que yerras. Un
nivel mucho más alto consiste en sentirte satisfecho con lo que Dios quiera darte, sea
comodidad o incomodidad, satisfacción de las necesidades físicas o no.
Todos estos niveles del nafs son parte de la creación y se hallan encarcelados en el
cuerpo, desterrados de su verdadera patria.
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El nivel más alto del alma, el alma pura, no es parte de la creación. Es un aspecto del
Atributo Divino Al-Haj, el Siempre Viviente, y no puede ser localizado ni dentro ni fuera del
cuerpo. Los restantes niveles están situados dentro del cuerpo, pero el alma pura es parte del
Infinito, y como tal, no puede ser contenida ni por la creación entera. Es una manifestación
directa del Siempre Viviente.
Dios ha dicho: “Hemos infundido en Adán Nuestro propio aliento”. Este es el alma que
se mantiene encerrada en el cuerpo hasta que en la muerte, escuchamos las palabras:
“Retorna a tu Señor”. Los niveles más bajos del alma permanecen en el cuerpo. No quieren
partir con la muerte. Se rebelan por causa de su apego a lo corpóreo.
¿Qué ocurre con el alma de los grandes profetas y santos? En realidad, ellos son
distintos del resto de nosotros. Son más puros. Los elementos terrestres, materiales, de estos
grandes individuos proceden de los lugares más sagrados de la tierra. Sus cuerpos son puros,
y, al entrar en ellos, el alma no queda manchada en absoluto.
Hay una frase célebre que dice: “El que se conoce a sí mismo (literalmente, el que
conoce a sus nafs) conoce a su Señor”. Laten aquí dos significados. El primero es que
podemos llegar a conocer nuestras necesidades, deseos y debilidades, a la vez que percibimos
la existencia de un poder majestuoso. Entonces comprendemos que precisamos de un
protector, alguien que nos alimente, nos vista y nos dé cobijo en este mundo. El segundo es
una explicación mística. Dios ha dicho: “Estoy más cerca de ti que tu vena yugular”. Al
conocernos a nosotros mismos descubriremos esta profunda conexión con el Señor. Y
siguiendo este hilo podemos llegar a Dios.
El camino de vuelta a Dios tan sólo puede ser recorrido por aquellos que viven de
acuerdo con los mandamientos divinos. Los que no lo nacen, los que prefieren seguir al Diablo,
serán apartados.
Existe algo que nos une con Dios. Hay millones de bombillas, pero – aunque Dios está
por encima de cualquier símil – sólo una cosa es llamada electricidad. Cada bombilla es
diferente. Algunas tienen 10 voltios y otras 100, pero la energía con la que se alimentan es la
misma. O pensemos en un racimo de uvas, que se pudren pronto una vez que las recogemos,
pero viven si se las deja en la viña. ¡Sí!, hay algo que le llega a cada uva desde la cepa.
Todo es lo mismo, todo es hermoso en esencia. Sólo los atributos superficiales pueden
ser feos.
No estés apegado a este mundo, pues con la muerte deberás separarte de todo cuanto
en él hay. Antes de morir, escucharás la orden “Vuelve a tu Señor”. Todos los lazos que te atan
al mundo se desatarán y hallarás la unidad con Dios.
El rey Salomón (la paz de Allah sea con él) era el gobernante más rico y poderoso, así
como el profeta más grande de su época. Aunque contaba con gran poder y con riquezas
incalculables, sus posesiones no le importaban en absoluto. Incluso las consideraba como una
carga y una fuente de problemas.
Todos los días, Salomón visitaba a su loro. Un día halló al ave muy triste, llena de
nostalgia de su país natal.
Hablando de loros, uno que tenía un vocabulario increíblemente amplio fue subastado en
Estambul por $2.000. Cuando Nasruddin (que solía enseñar por medio del humor) vio esto, se
quedó totalmente asombrado.
Al día siguiente, decidió llevar a su pavo, que era grande y feo, a la plaza del mercado. La
mejor oferta que recibió fue una de $6, así que Nasruddin animó a la multitud a que subieran
más, porque su ave era más grande que el loro que habían vendido por $2.000.
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Alguien gritó:
Aquél era un hermoso loro, y podía hablar exactamente igual que un hombre!
Nasruddin replicó: “¡Este es un hermoso pavo y puede pensar exactamente igual que un
hombre!”.
El Rey Salomón concedió permiso al loro para volver a su tierra. El viaje suponía un
mes para ir y otro para volver, así que Salomón le dio al loro tres meses de permiso. Pero le
advirtió que volviera a tiempo, porque de lo contrario enviaría a los vientos y los jinns tras él. El
loro volvió a su hogar y se reencontró con su familia y amigos. El tiempo pasaba muy deprisa.
Como ya se sabe, para dos amantes una noche puede parecer un minuto, pero para alguien
con un dolor de muelas resultará sin duda interminable.
Cuando el loro estaba a punto de marcharse, su familia le ofreció una botella del agua de la
vida eterna como regalo para el rey Salomón. El loro ató la botella a unas de sus alas y
emprendió el viaje de vuelta. En cuanto llegó, le entregó la botella al Rey.
El Profeta consultó a sus consejeros. Les preguntó si debía beber el agua de la vida
eterna. Toda la corte – hombres, animales y jinns – dijeron al mismo tiempo: “Sí, queremos que
nos gobiernes para siempre”. Pero el búho replicó: “Antes de beber visita cierta cueva y mira
quién está allí”.
Salomón fue a la cueva y encontró un hombre que estaba rezando, pidiendo que le
llegara la muerte. El búho le dijo al Profeta que este hombre había probado el agua de la vida
eterna y por lo tanto no podía morir.
Estate preparado para irte cuando llegue tu hora. A nadie le gustaría soportar por
siempre interminables enfermedades e incapacidades. Y no hay mayor dolor que el ver cómo
tus hijos se mueren mientras que tú te quedas solo.
Así, mientras Salomón permanecía en suspenso, sin saber qué hacer con la botella,
acudió el ángel Gabriel y la rompió.
* Extractos de la obra del Sheij Muzaffer Ozak, El amor es el Vino, Ediciones Al Sur.
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MEDICINAS ALTERNATIVAS
HIPNOTERAPIA CLÍNICA
Alfonso Sánchez Hermosilla
Conocida desde la antigüedad, ya desde hace 3.500 años, los terapeutas egipcios usaban
técnicas muy similares a la Hipnosis como herramienta médica. A lo largo de la historia ha
tenido otros nombres, tales como Magnetización o Mesmerismo, en atención al suizo Franz
Anton Mesmer, uno de sus investigadores, quien en el siglo XVIII definió el “magnetismo
animal”. Diferentes escuelas terapéuticas la han utilizado, siendo las más conocidas las de
Freud, Watson, Wundt, o Milton Erickson.
Más complejo resulta definir que es la Hipnosis, puesto que existen diversas teorías, ninguna
de las cuales es totalmente aceptada por la totalidad de los investigadores. En una primera
aproximación, podemos decir lo que NO es la Hipnosis:
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continuación, y tras pedirle que entregase el cuchillo, lo que hizo de forma mecánica, sin
reflejar sentimiento alguno, se le sugirió que se desnudase completamente. La estudiante,
comenzó a desabrocharse la blusa, sin embargo, en cuanto llegó al escote, se detuvo,
quedando bloqueada durante unos instantes, y en pocos segundos, salió del trance hipnótico
por sí misma, sin que se lo sugiriese el instructor. Todo ello, convencida como estaba que en
esta ocasión nadie la detendría, y si obedecía, sus compañeros, algunos de ellos varones,
podrían contemplarla completamente desnuda. Este ejercicio se realiza de forma habitual, para
demostrar a los estudiantes que no se pierde la voluntad durante el trance hipnótico.
Otro investigador, J. Barber (1996), opina que la Hipnosis es un estado alterado de conciencia
caracterizado por un marcado incremento de la receptividad a la sugestión, por la capacidad
para modificar la percepción y la memoria, y por el potencial para un control sistemático de una
variedad de funciones usualmente involuntarias, tales como la actividad glandular, o la
actividad vasomotora. Se pretende llegar a lo que se conoce entre psicólogos y psiquiatras
como Estado Disociado de la personalidad, con una disminución de la capacidad de análisis
lógico-racional y crítico de las situaciones.
Más recientemente, Morales y Gallego (2001) emitieron una definición más holística de la
Hipnosis, para ellos, la Hipnosis puede considerarse como un estado transitorio de la persona,
inducido externa o internamente, en el cual, el procesamiento de la información, tanto de los
estímulos que se reciban del exterior, como de las producciones que ella misma genere,
(imágenes, pensamientos, respuestas emocionales y sensaciones), puede tener un gran
impacto sobre el resultado del proceso e integración de dicha información, esto es, sobre el
aprendizaje, desde un punto de vista amplio del término (emocional, cognitivo y
comportamental), ello se debe a la interacción de factores sociales, atencionales,
motivacionales, cognitivos y afectivos, así como al propio estado del organismo.
Desde el punto de vista científico, podemos comprobar que durante el trance hipnótico, se
produce una serie de modificaciones en el individuo, estas son:
1. INERCIA PSICOMOTORA
2. INEXPRESIVIDAD FACIAL
3. CATALEPSIA OCULAR, MIRADA FIJA Y VACIA
4. PASIVIDAD GENERAL MOTORA Y PSIQUICA
5. AUMENTO DE LA SUGESTIBILIDAD
6. DISMINUCION DEL RITMO RESPIRATORIO, Y A VECES CARDIACO, ASÍ COMO
HIPOTENSION
7. EN EL ESTADO SONAMBÚLICO SE PRODUCE UNA AMNESIA TOTAL
8. EN EL ELECTROENCEFALOGRAMA ENCONTRAREMOS INCREMENTO DE LAS
ONDAS THETA Y ALFA, CON DISMINUCIÓN DE LAS ONDAS DELTA Y BETA
Debemos aclarar que las ondas Delta (de 0 a 2 Hertzios) se asocian con estados relativamente
inconscientes, tales como el sueño profundo, carentes de actividad onírica, raramente se dan
en un adulto despierto. Las ondas Theta (de 2 a 7 Hertzios) se asocian a la somnolencia, con
acceso de material inconsciente, la imaginación, la fantasía, la actividad onírica, la resolución
de problemas, inspiración, creatividad y el acto de despertar. Las ondas Alfa (de 8 a 12
Hertzios) están asociadas a un sentido de bienestar, conciencia interna placentera, no con un
estado de sueño, sino de intensa tranquilidad y relajamiento. Las ondas Beta (de 12 a 30
Hertzios) están asociadas al estado de alerta consciente
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Durante el trance hipnótico, además de los efectos que de forma espontánea mencionamos
anteriormente, podemos inducir los siguientes fenómenos:
También puede ser útil para ayudarnos a recordar sueños, pues no olvidemos, es el
mecanismo de que se vale nuestro subconsciente, y nuestro cuerpo, para enviarnos mensajes,
que recordemos, sólo tienen significado para nosotros mismos, y por tanto, nadie, sino
nosotros, podemos descifrar.
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• INDUCCIÓN DE LA HIPNOSIS: Hay un numero casi infinito de posibles técnicas,
desde la relajación progresiva, hasta la fijación de ojos o la levitación, todas ellas ya
obsoletas en función de las nuevas técnicas de intervención de la hipnosis clínica. Se
calcula que de dos tercios, a tres cuartas partes de la población psiquiátrica
ambulatoria es susceptible de ser hipnotizada, y uno de cada diez casos, lo es en muy
alto grado. A continuación se profundiza en el trance usando diversas técnicas, desde
el descenso por escaleras, respiración, o uso de imágenes.
• USANDO EL TRANCE: Las sugestiones dependen básicamente del objetivo
terapéutico. Pueden ser directas o indirectas, en función de la orientación del
hipnoterapeuta y del paciente concreto (más o menos resistente al protocolo). Las
inducciones más habituales son: usar formulaciones positivas (incremento de la
autoestima), uso de imágenes (para profundizar en el trance), ser flexible en el
enunciado (no utilizar formulas predeterminadas y estandarizadas, adaptarse a las
peculiaridades del paciente), repetir las sugestiones (uso de bucles para afianzar las
sugestiones), y sobre todo, evitar transmitir ideas de fracaso o duda (empatía)
• TERMINACIÓN: Se cuenta al revés, o se suben las escaleras de nuevo, aunque el
simple uso de sugestiones más o menos directas, suele ser suficiente.
• PROTOCOLO: Este protocolo de intervención que puede parecer a simple vista
sencillo, reviste no obstante una gran complejidad de uso, diseño y aplicación de las
diferentes etapas (ejercicios), y requiere, como venimos insistiendo en estos artículos,
de una formación específica y especializada por parte del terapeuta.
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CÁBALA
Tema 7
ZAIN
La Mujer Virtuosa
Símbolo de la semilla. Como signo gramatical es la abstracta imagen
de enlace de una cosa con otra.
"¿Quién es una buena (literalmente "kosher"] mujer? Aquella que hace la voluntad de su
marido."El jasidismo explica que la palabra "hace", también significa "rectifica", como está dicho
al finalizar el relato de la Creación, (el sello del séptimo día, Shabat): "el que Di-s creó para
hacer", "hacer" en el sentido de "rectificar" (esto implica que Di-s nos dio la tarea de finalizar la
rectificación de Su Creación), como explican los sabios. Así la "mujer kosher" es aquella que
rectifica el deseo de su marido, elevándolo a este a nuevas percepciones de la esfera
supraconciente interior del alma.
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FORMA: Una "vav" cuya cabeza se extiende en ambas direcciones y por eso aparenta una
corona. El cetro de un rey.
Selección "natural".
Almas: "Una mujer virtuosa, es la corona de su marido". Sara: la experiencia del alma del
Shabat y la cabalá.
· Las tres coronas de Di-s, dos de las cuales se las dio a Sus hijos.
· El séptimo milenio.
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Almas: Siete lámparas de la menorá; siete categorías de almas judías.
consultas@revistahermetica.org
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