Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
RESUMEN
ABSTRACT
Introducción
3. Cf. Albert Rivaud, Le problème du devenir et la notion de matière dans la Philosophie
grécque depuis les origines jusqu’à Théophraste, Alcan, Paris 1906, p. 80.
4. «Affirmer que l’être seul existe et que le non-être n’est pas, c’est obliger à soutenir
en même temps l’unité et l’inmutabilité du tout». Ibíd., p. 328.
5. Cf. Ibíd., p. 433.
6. Cf. Henri Bergson, Évolution créatrice, Alcan, Paris 1907, pp. 327-354.
7. Ibíd., p. 342.
8. Ibíd., p. 352.
9. Cf. Réginald Garrigou-Lagrange, «Bulletin d’historie de la philosophie», Révue des
Sciences Philosophiques et Théologiques 1 (1907) 735-737.
10. «Le grand courant philosophique, jusqu’à ces derniers temps (jusqu’à M. Berg-
son dont l’oeuvre admirable est le point de départ d’une profonde révolution dans les
idées traditionnelles) coulait en plein rationalisme, conformément à l’impulsion origi-
nelle qu’avaient donnée les Grecs». Edouard Le Roy, «Science et Philosophie», Revue de
Métaphysique et de Morale 7 (1899) 727.
11. «Des préjugés particuliers propres à chaque siècle et à chaque tempérament, et
des préjugés généraux tenant aux conditions mêmes dans lesquelles se développe la con-
naissance spontanée». Ibíd., 379.
12. Ibíd., 382.
13. Ibíd., 385.
14. «Mais il faut bien schématiser pour comprendre, et on le fait spontanément. Telle
est l’origine et tel est le sens immédiat des notions de substance, de cause, de rapport, de su-
jet, etc. Le sens commun, obsédé de préoccupations pratiques, imagine l’existence corporelle
sous la forme d’un invariance, qu’il symbolise par une position dans l’espace». Ibíd., 392.
15. Edouard Le Roy, «Sur la logique de l’invention», Revue de Métaphysique et de
Morale 13 (1905) 200.
16. Id., «Science et Philosophie», 384.
entonces en este sentido que puede o debe decirse que Dios existe, que
él es real y esto significa que nosotros tenemos que comportarnos en
relación a él, como en relación a la fuente de donde nosotros sacamos
y debemos sacar nuestra propia existencia y nuestra propia realidad»32.
La publicación de Le problème de Dieu originó la inmediata respues-
ta del P. Garrigou, quien consagró cuatro trabajos para refutar las ideas
de la primera parte de la obra de Le Roy33. Reflotando los argumentos
desarrollados en Le sens commune, les añadió una renovada profundiza-
ción al reafirmar la primacía del ser sobre el devenir.
Recreando imaginariamente un diálogo entre los grandes filósofos
de la Grecia antigua, el teólogo gascón repasa el origen de la distinción
de acto y potencia, que es fundamental para comprender la inteligibi-
lidad del devenir34. En este diálogo, Heráclito comienza la discusión
afirmando que tanto el nacimiento como la extinción de los seres se
explican por la transformación del fuego, donde la guerra de los contra-
rios es la causa de la armonía; sin embargo, el ser no es porque antes de
haber terminado de decir es, ha dejado de ser:
Todo lo que decimos que es, está en proceso de llegar a ser, a consecuen-
cia de la traslación, del movimiento y de la mezcla de unas cosas con
otras, por lo cual no las denominamos correctamente. Efectivamente,
nada es jamás, sino que está siempre en proceso de llegar a ser. Y en
esto, uno tras otro todos los sabios, excepto Parménides, están de acuer-
do, tanto Protágoras como Heráclito y Empédocles35.
del no-devenir como tampoco el término quo del ad quem, de manera que
podría llegarse a un lugar antes de partir al mismo44.
Finalmente, y con respecto a la primera vía, santo Tomás no concibe
al movimiento de modo mecánico como piensa Le Roy, sino metafísi-
camente o en función del ser. En efecto, la prueba tiene como punto
de partida –indiferentemente– tanto al movimiento local como al cua-
litativo, corporal o espiritual. El movimiento, que supone imperfección
y potencialidad, no es más que una imperfección de la vida creada al
no poseer en conjunto la plenitud debida: «El sensualismo bergsoniano
–dice el P. Garrigou– confunde la inmutabilidad que es superior al mo-
vimiento con aquella que le es inferior. Es así que degrada la vía inmóvil
de la inteligencia –que contempla las leyes eternas más sublimes– hasta
la inercia del cuerpo sólido inanimado»45.
44. «Le principe de contradiction […] affirme encore que ce qui devient n’est pas
encore, que le devenir n’est pas l’être, et qu’il y a plus dans l’être que dans le devenir, dans
l’animal engendré que dans l’evolution d l’embryon». Id., «La philosophie du devenir», 491.
45. Ibíd., 487.
46. «M. Le Roy ne daigne évidemment pas lire ce qui lui a été répondu il y a vin-
gt-deux ans». Ibíd., «La philosophie du devenir», 485.
47. «Para la Iglesia, Jesús es Dios, aquí como en cualquier parte el verbo ser tiene un
alcance objetivo. Si la Iglesia no hubiese creído en el valor ontológico de los términos de la
Revelación, ¿cómo habría recurrido para precisarlos a términos metafísicos; cómo a causa
de estos términos metafísicos habría resistido hasta la muerte, se habría resignado a los
cismas más dolorosos, habría llegado hasta anatematizar la memoria de uno de sus pon-
tífices, culpable tan solo de no haberse pronunciado con bastante claridad sobre un punto
de especulación cristológica que parecería muy secundario a los simbolistas de nuestros
días?» Id., El sentido común, pp. 266-267.
48. Jacques Maritain, «Les deux bergsonismes», Revue thomiste 20 (1912) 437.
49. Cf. Ibíd., 439.
Es necesario afirmar el primado del ser sobre el devenir. De ahí se sigue que
el devenir no puede ser para sí mismo su razón, ya que exige una causa.
Entonces, no puede ser la realidad primera y fundamental, pues no es el
ser como A es A, no es idéntico a lo que es; lo que deviene no es todavía55.
Conclusión
60. «Affirmer que Dieu est personnel a encore un sens pragmatique positif: c’est nous
donner à lui, c’est-à-dire nous comporter àson égard comme à l’égard d’une personne; c’est
chercher en lui notre propre personnalité». Ibíd., 498.
61. Réginald Garrigou-Lagrange, «La réapparition du modernisme», 271.
62. Id., «Bulletin d’historie de la philosophie», 738.
Comprende, hija mía, qué eres tú y quién soy Yo. Si aprendes estas dos
cosas, recibirás las bendiciones de lo alto. Tú eres lo que no es; Yo soy el
63. «Puesto que hemos hablado ya acerca de la potencia que se dice tal respecto
del movimiento, apliquemos nuestro análisis al acto: qué es el acto, y qué características
posee. Al analizarlo, nos quedará claro, a un tiempo, lo capaz o posible […] Acto es, pues,
que la cosa exista, pero no como decimos que existe en potencia. Decimos que existe en
potencia, por ejemplo, el Hermes en la madera y la semirrecta en la recta entera, ya que
podría ser extraída de ella, y el que sabe, pero no está ejercitando su saber, si es capaz de
ejercitarlo». Aristóteles, Metafísica, IX, 1048a.
64. Réginald Garrigou-Lagrange, El sentido común, p. 167.
65. Raimundo de Capua, Vida de Santa Catalina de Siena, Espasa Calpe, Buenos Aires
1947, p. 41.