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¿Cómo defender a la Sociedad contra la Ciencia?

La ciencia puede ser defendida en virtud de ciertos valores, tales como la


eficiencia, el dominio y la compresión de la naturaleza en términos de ideas y
principios abstractos. Pero esto, explica Feyerabend, no es una fundamentación
objetiva de su superioridad, pues se intentaría justificarla presuponiendo ya la
excelencia de los valores desde los cuales esta es elegida.

La ciencia no es sino una forma específica de ver el mundo. Pero también puede
convertirse en una ideología, específicamente cuando inhibe el desarrollo de las
cosmovisiones no científicas. En un momento histórico, la ciencia pudo haber
representado, escribe Feyerabend, la oposición a un pensamiento dogmático,
pero, al gozar en la sociedad de una prioridad concebida, ha resultado en una
ideología que es impuesta por la fuerza. De aquí la necesidad, señalada por el
Feyerabend, de complementar la separación de la Iglesia y el Estado con la
separación entre Estado y Ciencia.

Feyerabend argumenta que una sociedad libre no es aquella en la que todos los
ciudadanos tienen igual acceso a una única tradición, a saber, a la ciencia
occidental, sino aquella donde todas las tradiciones tienen igual posibilidad de
acceso a la educación y demás puestos de poder.

El Estado no puede privilegiar el racionalismo científico, sino que debe dejar que
"todas las tradiciones se desarrollen libremente".

Feyerabend declara desear defender a la sociedad y a sus habitantes de toda


clase de ideologías, incluyendo el de la ciencia. Argumentando que, aunque la
ciencia, ha estado en la avanzada de la lucha contra el autoritarismo y la
superstición.

Nos ejemplifica el rol que la ciencia juega hoy en la educación. Los “hechos”
científicos son enseñados en una edad muy temprana en la misma forma en que
los “hechos” religiosos lo eran sólo hace un siglo.

No se hace ningún intento de despertar las capacidades críticas del estudiante de


modo que pueda ver las cosas en perspectiva.

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