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XVII. La Guerra Contra El Islam en El Proyecto Político de Fernando, Víctor Muñoz Gómez
XVII. La Guerra Contra El Islam en El Proyecto Político de Fernando, Víctor Muñoz Gómez
México
Universidad Nacional Autónoma de México
Instituto de Investigaciones Históricas / Silex Ediciones
2015
864 p.
Ilustraciones
(Serie Historia General, 34)
ISBN 978-607-02-7530-2 (UNAM)
ISBN 978-84-7737-888-4 (Sílex)
Formato: PDF
Publicado en línea: 8 de mayo de 2017
Disponible en:
http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital
/libros/mundo/conquistadores.html
1. Introducción
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9 Para un acercamiento a esta problemática, véase Víctor Muñoz Gómez, «De Me-
dina del Campo a Zaragoza: un periplo por las devociones ‘políticas’ de un príncipe
castellano bajomedieval (el infante Fernando de Antequera, 1380-1416)», eHumanis-
ta. Journal of Iberian Studies, n. 24, 2013, pp. 375-395 (disponible en http://www.
ehumanista.ucsb.edu/volumes/volume_24/, consultado el 13 de julio de 2014).
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10 Véase, con carácter general, Emilio Mitre Fernández, «De la toma de Algeciras
a la campaña de Antequera (un capítulo en los contactos diplomáticos y militares
entre Castilla y Granada)», Hispania. Revista española de historia, Revista del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, n. 120, 1972, pp. 77-122; Miguel Ángel La-
dero Quesada, en Granada. Historia de un país islámico (1232-1571), 3ª. ed., Madrid,
Gredos, 1989, pp. 94-100; Rafael Gerardo Peinado Santaella y José Enrique López de
Coca Castañer, Historia de Granada. II. La época medieval. Siglos VIII-xv, Granada,
Editorial Don Quijote, 1987, pp. 257-268. Sobre la frontera castellano-granadina y
la reanudación de la guerra en la época de Enrique III: Emilio Mitre Fernández, «La
frontière de Grenade aux environs de 1400», Le Moyen Âge. Reveau d´histoire et de
philologie, n. 3-4, 1972, pp. 489-522; Emilio Mitre Fernández, «Las relaciones caste-
llano-granadinas en el marco de la política peninsular de Enrique III. Notas para
su estudio», Cuaderno de Estudios Medievales y de Ciencias y Técnicas historiográficas,
Revista del Departamento de Historia Medieval y Ciencias y Técnicas Historiográ-
fica de la Universidad de Granada, n. 2-3, 1974-1975, pp. 313-320; Fernando Suárez
Bilbao, «La guerra de Granada en tiempos de Enrique III», en La península ibérica
en la era de los descubrimientos (1391-1492). Actas III Jornadas Hispano-Portuguesas
de Historia Medieval, Sevilla, 25-30 de noviembre de 1991, v. II, Sevilla, Consejería de
Cultura, Universidad de Sevilla, 1997, p. 1421-1436; Ana Echevarría Arsuaga, «The
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13 Emilio Mitre Fernández, «Enrique III, Granada y las Cortes de Toledo de 1406»,
en Homenaje al profesor Alarcos García. II. Colaboración, Valladolid, Universidad de
Valladolid, 1965-67, pp. 733-739.
14 Sobre el papel del jefe de linaje dictando las directrices que habían de guiar al
grupo familiar aristocrático, Marie-Claude Gerbert, La nobleza en la Corona de Cas-
tilla. Sus estructuras sociales en Extremadura (1454-1516), Cáceres, Institución Cultural
«El Brocense», 1989, pp. 97-101 y 155-172, también en relación con la carrera de los
miembros del mismo; o muy especialmente, Ignacio Hernández Atienza, «Pater fa-
milias, señor y patrón: economía, clientelismo y patronato en el Antiguo Régimen»,
en Reyna Pastor de Togneri (Compilador), Relaciones de poder, de producción y pa-
rentesco en la Edad Media y Moderna, Madrid, Centro Superior de Investigaciones
Científicas, 1990, pp. 411-458, donde se dibuja la figura de ese personaje como pater
familias a quien estaría supeditado el grupo humano por él encabezado. Un buen
ejemplo del comportamiento de estos pater familias en Rosa Mª. Montero Tejada,
Nobleza y sociedad en Castilla. El Linaje Manrique (siglos xiv-xvi), Madrid, Caja de
Madrid, 1996, 454 p.; Rosa Mª. Montero Tejada, «Ideología y parentesco: bases de
la actuación política del primer duque de Nájera a comienzos del siglo xvi», Espacio,
Tiempo y Forma. Historia Medieval, Revista de la Facultad de Geografía e Historia
de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, n. 5, 1992, pp. 229-260, de
particular interés por la tremenda complejidad de este linaje y la sorprendente inter-
conexión solidaria de sus diferentes ramas en torno a su pariente mayor.
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22 García de Santa María, Crónica, op. cit., Cap. 125, pp. 272-273.
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25 Sobre la petición de una supuesta vista por Martín I con Fernando de Antequera
para concertar la sucesión, García de Santa María, Crónica, op. cit., Cap. 149 y 150,
pp. 316-318. Sobre esto mismo y la carta declaratoria del infante Fernando: Jerónimo
Zurita, Anales, op. cit., edición de Ángel Canellas López, Libro XI, Cap. IX, pp. 19-
21. Zurita señala que, en cualquier caso, dicha carta se mantuvo en secreto mientras
los embajadores del infante continuaban sus gestiones en Aragón hasta «... que estos
reinos (los de la Corona de Aragón) se juntasen en sus congregaciones y se procediese
a dar orden en la declaración de la justicia (de la sucesión)».
26 Sobre la tregua castellano-granadina de 1410, véase: García de Santa María, Cróni-
ca, op. cit., Cap. 191, pp. 402-408; Juan de Mata Carriazo, «Un alcalde entre los cris-
tianos y los moros en la frontera de Granada», Al-Andalus. Revista de las Escuelas de
Estudios Árabes de Madrid y Granada, n. 13-1, 1948, pp. 35-96, en concreto pp. 65-70.
27 Con mayor detalle, sobre el interregno de la Corona de Aragón y el «Compromiso
de Caspe», véanse: Juan Torres Fontes, «La política exterior...», op. cit., pp. 49-63;
Menéndez Pidal, «El Compromiso de Caspe, autodeterminación de un pueblo» en
Historia de España Menéndez Pidal, Tomo XV, Los Trastámara de Castilla y Aragón en
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el siglo xv, p. I-CLXIV; Soldevila, op. cit.; Peregrín-Luis Llorens Raga, El Códice del
Compromiso de Caspe existente en el Archivo de la Catedral de Segorbe: diario del Pro-
ceso, Segorbe, Caja de Ahorros de Segorbe, 1968, 141 p.; Santiago Sobrequés i Vidal,
El Compromís de Casp y la noblessa catalana, Barcelona, Curial, 1973, 290 p.; Manuel
Dualde Serrano, y José Camarena Mahiques, El Compromiso de Caspe, Zaragoza,
Institución «Fernando el Católico», 1980, 290 p.; Esteban Sarasa Sánchez, Aragón y
el Compromiso de Caspe, Zaragoza, Librería General, 1981, 192 p.; Francisca Vendrell
Gallostra, Violante de Bar y el Compromiso d Caspe, Barcelona, Real Academia de
Buenas Letras, 1992, 254 p.; Vicente Arias de Balboa, El derecho de sucesión en el
trono: la sucesión de Martín I el Humano (1410-1412), Madrid, Centro de Estudios
Políticos y constitucionales, 1999, 324 p.; Jesús Mestre Godes, El Compromís de Casp:
un moment decisiu en la historia de Catalunya, Barcelona, Edicions 62, 1999, 252 p.;
José Angel Sesma Muñoz, «La fractura de la sociedad política catalana en vísperas
del Compromiso de Caspe», Anuario de Estudios Medievales, Revista del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, n. 29, 1999, p. 1043-1066; José-Luis Martín,
«Fernando de Antequera y el Compromiso de Caspe: ¿una incorporación a Espa-
ña?», Espacio, Tiempo y Forma. Historia Medieval, Revista de la Facultad de Geografía
e Historia de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, n. 13, 2000, pp.
161-176; Agustín Rubio Vela, «Urgelistas valencianos. Sobre la oposición a Fernan-
do I de Antequera», Anuario de Estudios Medievales, Revista del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, n. 33/1, 2003, pp. 191-261. Véanse igualmente los resulta-
dos de los congresos que, entre 2010 y 2012, se han ocupado del reinado de Martín I,
el interregno y la resolución tomada en Caspe, coincidiendo con el centenario de
estos acontecimientos: José Ángel Sesma Muñoz (director científico), La Corona de
Aragón en el centro de su Historia 1410-1412. El Interregno y el Compromiso de Caspe.
Zaragoza y Alcañiz, 24, 25 y 26 de noviembre de 2010, Zaragoza, Gobierno de Ara-
gón, 2011, 314 p.; Isabel Falcón (coordinadora), El Compromiso de Caspe (1412), cam-
bios dinásticos y Constitucionalismo en la Corona de Aragón, Zaragoza, Obra Social de
Ibercaja, 2013, 926 p.; María Teresa Ferrer i Mallol (ed.), Martí l’Humà: el darrer rei
de la dinastia de Barcelona (1396-1410): L’Interregne i el Compromís de Casp, Barcelo-
na, Institut d’Estudis Catalans, 962 p. Dentro de este último volumen, vale la pena
considerar nuestro trabajo al respecto (Víctor Muñoz Gómez, «La candidatura al
trono del infante Fernando de Antequera y la intervención castellana enla Corona
de Aragón durante el Interregno», en Maria Teresa Ferrer i Malllol, Martí l’Humà,
op. cit., pp. 867-8979.
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de todos los buenos; fue muy piadoso e limosnero; fue hombre de gran corazón, e
muy esforzado e muy dichoso en cosas de guerra.» (Pérez de Guzmán, Crónica, op.
cit., Año 1416, Cap. VI, p. 371).
32 Pérez de Guzmán, Generaciones, op. cit., Cap. IV, p. 701.
33 Se trataría tanto del conjunto de noticias y creencias a este respecto que circulaban
en los entornos cortesano y aristocrático en que se movía el autor como aquellas pro-
cedentes, muy concretamente, de la relación con Álvar García de Santa María y del
conocimiento de su propia crónica. Ambos personajes se movieron en el entorno de
don Fernando a lo largo de la vida de éste y seguirían tras su muerte al servicio de sus
hijos, García de Santa María en el del infante don Juan, Pérez de Guzmán, al menos
en un primer momento, en el del infante y maestre de Santiago don Enrique. Sobre
la circulación de la información en la Baja Edad Media, véanse, entre otros: Sophia
Menache, The vox Dei. Communication in Middle Ages, Oxford, Oxford Universi-
ty Press, 1990, 368p.; Philippe Genet, «Histoire et système de communication au
Moyen Âge», en L’Histoire et les nouvelles publics dans l’Europe Médiévales (xiii-xv siè-
cles), Paris, 1997, pp. 11-21; Claire Boudreau, Kouky Fianu, Claude Gauvard, Michel
Hébert, Information et societé en Occident à la fin du Moyen Âge, Paris, Publications
de la Sorbonne, 2004, 463 p.; Luciano Rossi, et. al., La circulation de nouvelles au
Moyen Âge, Alessandria, 2005, 254 p. En cuanto a los vínculos entre ambos cronistas
y el entorno de Fernando de Antequera y su linaje: Francisco Cantera Burgos, Álvar
García de Santa María, cronista de Juan II de Castilla, Madrid, Real Academia de la
Historia, 1951, 267 p.; Francisco Cantera Burgos, Álvar García de Santa María y su
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los que salen a relucir frente a los esfuerzos de don Fernando por
evitar disensiones y llevar adelante la guerra pese a su débil estado
de salud tras la enfermedad de que adoleció en Sevilla durante el
verano de ese año42. Mientras, sobre las disputas con Catalina de
Lancaster, son las palabras de malos consejeros las que encaran
a ésta contra el infante Fernando, achacando a ello la firma de
la tregua de 1408 frente a la continuación de la guerra que pre-
tendería don Fernando y otras posteriores contradicciones a este
respecto y a la gobernación del reino43.
un buen ejemplo de ello. García de Santa María declara que el infante se compuso
finalmente a ello, por estar a consejo de los de más edad y experiencia, y porque
si hubiera yerro, que no se lo contasen a él, pese a que seguía prefiriendo ir sobre
Ronda (Ibidem, Cap. 58, pp. 141-143). En la reunión que precedió al levantamiento
del sitio, García de Santa María cuenta cómo el infante habría reprochado a los
comandantes castellanos su anterior consejo y éstos lo habrían reconocido, con-
ciliándolos entonces don Fernando de nuevo por la buena intención con la que
habrían expresado el ir sobre Setenil (Ibidem, Cap. 78, pp. 173-180). De este modo,
el cronista hace recaer sobre las espaldas de los miembros del consejo, que no son,
en todo caso, enumerados por nuestro autor, las responsabilidades de un fiasco del
que el infante queda del todo exculpado. Sin embargo, Pérez de Guzmán, al narrar
el mismo pasaje, aporta una crítica hacia el infante que no hallamos en García de
Santa María. Así, no nos transmite esta muestra de la benevolencia de Fernando de
Antequera sino un choque de opiniones entre éste, contrario a detener el asedio, y
los consejeros, quienes propondrían esta medida como la más prudente, aceptada,
en último término, a regañadientes por el regente (Pérez de Guzmán, Crónica , op.
cit., Año 1407, Cap. LI, pp. 298-299).
42 Esta posición brava y esforzada de don Fernando es expresada en distintos capí-
tulos por García de Santa María pero queda plenamente de manifiesto en la reunión
entre el infante y los oficiales del concejo de Sevilla a su regreso a esta ciudad, en
que justifica el final de la campaña y los imponderables sufridos pero ensalza los
éxitos obtenidos, la justicia y santidad de la guerra y su afán personal de proseguirla
el verano próximo (García de Santa María, Crónica, op. cit., Cap. 84, pp. 191-195).
Fernán Pérez de Guzmán, aunque es coincidente en el fondo de esta exposición, no
lo es en la respuesta recibida por el infante. Ésta es puesta en boca del abad mayor
de Sevilla, Juan Hernández de Mendoza, y no en la del alcalde Pedro Fernández
de Mendoza, y al él le atribuye las expresiones de la contienda como santa y justa,
mientras que García de Santa María se limitaba a hacer hablar a su interlocutor en
términos de servicio a Dios y al Rey (Pérez de Guzmán, Crónica, op. cit., Año 1407,
Cap. LVI-LVII, pp. 301-302).
43 García de Santa María, Crónica, op. cit., Cap. 98, pp. 217- 222, Cap. 106, pp.
236-237. El asunto de los malos consejeros no plantea apenas diferencia en la versión
de Pérez de Guzmán, si bien no cita concretamente la tregua aunque sí se refiera al
entorpecimiento de los preparativos en la frontera (Pérez de Guzmán, Crónica, op.
cit., Año 1408, Cap. V, pp. 306-307). Como vemos, los cronistas se cuidan mucho
de apuntar hacia la reina entre los enemigos de don Fernando, que son estos «malos
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47 García de Santa María cita el primer acto de justicia que se ejecutó en el reino por
orden del nuevo rey tras la muerte de Enrique III: la amputación de la mano que
se impuso como castigo a un moro que pegó a un cristiano con un palo tres veces
(García de Santa María, Crónica, op. cit., Cap. 4, p. 22). El valor de este hecho como
ejemplo programático para el nuevo reinado es innegable, igual que su ejecución en
Toledo y por orden del infante, como se infiere del contexto en que aparece este pa-
saje de la crónica, tras la muerte de Enrique III y proclamación de Juan II en Toledo
por su tío, don Fernando, y antes de las exequias del monarca difunto en la catedral
de la ciudad (ibidem, Cap. 2-4, pp. 18-22).
48 Sería el caso de los avisos por parte del almocadén Fernán Sánchez respecto a la
posible presencia de veneno en los regalos de los embajadores granadinos para acabar
con la vida del infante, al modo de lo hecho, según el conocimiento de este perso-
naje, con Alfonso XI y con Enrique II, amén de con otros soberanos musulmanes
(ibidem, Cap. 123, pp. 269-271), o de los intentos de traición del sultán de Granada
encubiertos durante las conversaciones diplomáticas sostenidas el sitio de Antequera
(ibidem, Cap. 156 y 157, pp. 330-343).
49 En este sentido se pueden subrayar acontecimientos como la presencia de una
cruz blanca en el cielo la noche anterior a la defensa que hicieron los vecinos de Jaén
de su ciudad contra la cabalgada del rey de Granada en octubre de 1407 (ibidem,
Cap. 72, pp. 164-166), o los que antecedieron al último asalto sobre Antequera,
como fueron la presencia de una mancha de fuego que cayó durante la noche del
cielo sobre la plaza (ibidem, Cap. 170, p. 365) y la posterior salida de un judío de An-
tequera para anunciar a los cristianos la falta de agua que padecían dentro (ibidem,
Cap. 171, p. 366).
50 Sobre este combate, y las reacciones tanto en campo granadino como castellano
al mismo: ibidem, Cap. 140-145, pp. 300-310.
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53 García de Santa María, Le parti inedite, op. cit., pp. 153-155. Sobre la bula de cru-
zada en los reinos hispánicos; Jose Goñi Gaztambide, Historia de la bula de cruzada
en España, Vitoria, Editorial del Seminario, 1958, 724 p.
54 Roser Salicrú i Lluch, «Terces, predicació i recaptació de la Croada durant el
regnat de Ferran d’Antequera», Anuario de Estudios Medievales, Revista del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, n. 29, 1999, pp. 917-926.
55 Sobre las Cruzadas y la idea de Cruzada en los siglos xiv y xv, entre otros: Nicolae
Iorga (ed.), Notes et extraits pour server à l’histoire des croisades au xve. siècle, Bucarest,
1915; Guiseppe Valentini, «La crociata da Eugenio IV a Calisto III (da’ documen-
ti d’archivio de Venezia)», Archivum Historiae Pontificiae, Revista de la Facoltà di
Storia Ecclesiastica, n. 12, 1974, pp. 92-123; Guiseppe Valentini, «La crociata di Pio
II dalla documentazione veneta d’archivio», Archivum Historiae Pontificiae, Revista
de la Facoltà di Storia Ecclesiastica, n. 13, 1975, pp. 248-282; Kenneth M. Setton
(ed.), A History of the Crusades. Volume III. The Fourteenth and Fifteenth Centuries,
Madison, The University of Wisconsin press, 1975, 813 p; Norman Housley, The
Avignon Papacy and the Crusades, 1305-1378, Oxford, Oxford University press, 1986,
450 p.; Norman Housley (edición y traducción), Documents of the Later Crusades,
1274-1580, Houndmills & New York, St. Martin’s, 1996, 204p.; Jean Paviot, Les Ducs
de Bourgogne, la croisade et l’Orient, fin xive. siècle – xve. siècle, Paris, PU Paris-Sor-
bonne, 2003, 394p.; Norman Housley, Crusading and warfare in medieval and re-
naissance Europe, Aldershot & Burlington, Variorum, 2001, 340p.; Norman Housley,
Crusading in the Fifteenth century. Message and Impact, Houndmills & New York,
Basingstoke: Palgrave MacMillan, 2004, 251 p.
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los cuales la espada fue extraída del sepulcro del rey Fernando y
puesta en contacto con sus restos antes de ser entregada al infante
por el deán de la catedral, operándose de un modo inverso en las
restituciones del arma62. El tratamiento de los vestigios del rey
conquistador de Andalucía, tanto de la espada como de sus res-
tos, en efecto, permite reconocer a éstos como reliquias, recurri-
das por el infante Fernando de cara a favorecerse de las cualidades
militares y espirituales de su ilustre antepasado. En este sentido,
el protagonismo representativo otorgado al estandarte de la ciu-
dad de Sevilla, cuya toma es el hito máximo de las hazañas del
Rey Santo ha de considerarse en un sentido simbólico similar63.
62 García de Santa María detalla estas ceremonias en tres ocasiones. Primeramente,
en la salida desde Sevilla del ejército castellano en septiembre de 1407 (García de
Santa María, Crónica, op. cit., Cap. 48, pp. 129-130). En segundo lugar, en su regreso
a la ciudad hispalense al finalizar esa campaña de Setenil (ibidem, Cap. 83, pp. 190-
91). Por último, con motivo de la entrada triunfal del 14 de octubre de 1410 (ibidem,
Cap. 189, p. 400).
63 Sobre la figura de Fernando III cabe citar, dentro de una amplísima bibliografía,
entre otros, las actas de dos congresos en que ésta fue objeto de atención particular
(Manuel González Jiménez (coord.), Sevilla, 1248. Congreso internacional conmemo-
rativo del 750 aniversario de la conquista de Sevilla por Fernando III, rey de Castilla y
León. Sevilla, Real Alcázar, 23-27 de noviembre de 1998, Madrid, Centro de Estudios
Ramón Areces, 2000, 960 p.; Fernando III y su tiempo (1201-1252). VIII Congreso de
Estudios Medievales, León, Fundación Sánchez-Albornoz, 2003, 505 p.) y los número
234-236, de 1994, de la revista Archivo Hispalense, y 18, de 2001, del Anuario del Ins-
tituto de Estudios Zamoranos Florián Ocampo, dedicados a Fernando III y su época.
Sobre la santificación de Fernando III, véanse Ana Rodríguez López, «Fernando III
el Santo (1217-1252): evolución historiográfica, canonización y utilización política»,
en Miscellania en homenatge al P. Agustí Altisent, Tarragona, Diputació de Tarrago-
na, 1991, pp. 573-588; Cynthia L. Chamberlin, «Unless the pen writes as it should.
The proto-cult of Saint Fernando III in Seville in the thirteenth and fourthteenth
centuries», en González Jiménez coord., Sevilla, 1248, op. cit., pp. 389-418; José Sán-
chez Herrero, «El proceso de canonización de Fernando III El Santo», Anuario del
Instituto de Estudios Zamoranos Florián Ocampo, Revista del Instituto de Estudios
Zamoranos «Florián de Ocampo», n. 18, 2001, Diputación Provincial de Zamora,
pp. 349-370; Antonio Álvarez-Ossorio Alvariño, «Santo y rey. La corte de Felipe
IV y la canonización de Fernando III», en Marc Vitse (coord.), Homenaje a Henri
Guerreiro. La hagiografía entre historia y literatura en la España de la Edad Media y
del Siglo de Oro, Madrid, Iberoamericana, 2006, pp. 243-260; Alfredo José Morales
Martínez, «Rey y santo. Ceremonial por Fernando III en la catedral de Sevilla»,
en Víctor Manuel Mínguez Cornelles (coord.), Visiones de la monarquía hispánica,
Castellón, Universitat Jaume I, Servicio de Publicaciones, 2007, pp. 89-120. Sobre
la propia espada de Fernando III, María Isabel Herráez Martín, «La espada de Fer-
nando III», en Laboratorio de Arte. Revista del Departamento de Historia del Arte, n.
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véase nota 58 y, con carácter general sobre este mismo asunto en Castilla; Jesús D.
Rodríguez Velasco, El debate sobre la caballería en el siglo xv. La tratadística caballe-
resca castellana en su marco europeo, Valladolid, Junta de Castilla y León, Consejería
de Educación y Cultura, 1996, 482 p.; Mª. Concepción Quintanilla Raso, Nobleza
y caballería en la Edad Media, Madrid, Arco libros, 1996, 80p.; Nelly Raquel Porro
Girardi, La investidura de armas en Castilla, Valladolid, Junta de Castilla y León,
Consejeria de Educacion y Cultura 1998, 402 p.; Ghislaine Fournes, L’univers de la
chevalerie en Castille à la fin du Moyen Âge et au debut des Temps Modernes (1369-1556),
Paris, Messene, 2000, 126 p.; Jean-Pierre Sánchez (coord.), L’univers de la chevalerie
en Castille. Fin du Moyen Âge-début des Temps modernes, Paris, Editions du Temps,
2000, 287 p.; Georges Martin, La chevalerie en Castille à la fin du Moyen Âge, Paris,
Elipses Marketing, 2001, 284 p.
65 Un buen ejemplo de ella son las abundantes acciones de gracia y los actos de
adoración dirigidos a la Virgen a lo largo de las distintas campañas entre 1407 y 1410
(García de Santa María, Crónica, op. cit., Cap. 39, pp. 117-118; Cap. 48, pp. 129-131;
Cap. 83, p. 190). Conviene llamar la atención igualmente sobre una noticia recogida
por Lope de Barrientos de la ofrenda hecha por el infante de una gran lámpara de
plata con la forma de la villa de Antequera ante el altar de la Virgen en la catedral
de Toledo, en cumplimiento de una promesa realizada por el regente (Lope de Ba-
rrientos, Refundición, op. cit., Cap. 7, 20-21), no tanto por su veracidad como por
su representatividad a la hora de dibujar la particular devoción de don Fernando
hacia María.
66 García de Santa María, Crónica, op. cit., Cap. 130, pp. 282-284.
67 Ibidem, Cap. 144, pp. 308-310. Ésta misma es narrada por Alfonso Álvarez de
Villasandino, en un poema compuesto como loa al infante, acaso con inmediata
posterioridad a esta victoria. De hecho, esta obra lírica es un ejemplo paradigmá-
tico de esa relación particular de protección entre la Virgen María y Fernando de
Antequera (José María Azáceta (ed.), Cancionero de Juan Alfonso de Baena, Madrid,
CSIC, 1966, pp. 22-25).
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4. Conclusiones
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72 Un interesante ejemplo de los trabajos en esta línea en; Ana Echevarría Arsuaga,
«Enrique IV de Castilla, un rey cruzado», en Espacio, Tiempo y Forma. Serie III, Histo-
ria Medieval, n. 17, 2004, pp. 143-156.
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