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La idea del infierno

El cristianismo, incluyendo al catolicismo romano, la ortodoxia


oriental y al protestantismo, de igual manera está en gran
medida enmarcado con los conceptos del juicio y, por
aquellos que no cumplen los criterios necesarios, sufrimiento
eterno en el infierno. El credo de Atanasio, considerado por
los doctos que data del siglo quinto o principios del siglo sexto
y venerado por la iglesia católica romana y varias iglesias
protestantes, termina con estas palabras: «Y los que hubieren
obrado bien irán a la vida eterna; y los que hubieren obrado
mal, al fuego eterno. Esta es la fe católica, la cual, a menos
que el hombre crea fielmente y firmemente, no puede ser
salvo».

Agustín, influyente obispo del siglo cuarto en Hipona al norte


de África jugó un papel clave en el desarrollo de la doctrina
cristiana sobre el eterno infierno ardiente. Un definidor
principal de la subsecuente fe cristiana, escribió numerosos
libros, de los cuales algunos están considerados entre las
grandes obras literarias de la civilización occidental.

Agustín escribió que «el infierno, al cual también se le llama


lago de fuego y azufre, será fuego material, y atormentará el
cuerpo de los condenados». También escribió de «aquellos
dolores eternos que han de seguir» al juicio final (La Ciudad
de Dios 21.10, 13). El obispo contendió que cada niño que
nace, inmediatamente y de manera automática es condenado
por el pecado original de Adán y Eva. A consecuencia de
esto, todos lo no bautizados dentro del cristianismo ortodoxo,
incluyendo los recién nacidos y otros que ni siquiera han oído
de Jesucristo, están sujetos a castigo. Uno muy bien podría
preguntarse, ¿Cómo puede ser eso justo de parte de Dios?
No obstante los argumentos de Agustín hoy en día aun se
mantienen como fundamentos de lo que creen y enseñan
muchas iglesias cristianas.

Casi a mil años después de Agustín, el italiano Dante Alighieri


escribió La Divina Comedia. Dante era un ferviente católico,
político, poeta y filósofo. Su obra, como la de Agustín, es
considerada uno de los pilares de las ideas religiosas
occidentales. En la historia de Dante este toma un recorrido
por ultratumba. Va primero al infierno, después al purgatorio,
y finalmente al paraíso, y escribe acerca de todo lo que ve.
Su grotesca imagen del infierno se arraigó en la cultura
occidental, habiendo inspirado a notables como Miguel Ángel,
Gustave Doré, Sandro Botticelli, John Milton y T.S. Eliot.

AVIVADO POR LOS ANTIGUOS


¿De dónde sacaron sus ideas Agustín y Dante sobre el
eterno sufrimiento guardado para los pecadores? ¿A caso es
bíblico? Es cierto que para la época de Cristo, el judaísmo ya
había incorporado conceptos relacionados dentro de su
sistema de creencias, no obstante en épocas anteriores no se
enseñaba que un infierno eternamente ardiendo sería el
destino de los no salvos. Tampoco lo enseñaba la Iglesia del
Nuevo Testamento. La doctrina tiene sus raíces por otro lado.
El guía de Dante por el infierno fue Virgilio, poeta romano del
siglo primero a.C. En su poema épico la Eneida, el héroe,
Eneas, también es llevado por un viaje al infierno. Más tarde
la representación gráfica del lúgubre y macabro lugar de
Virgilio influenció profundamente a artistas y escritores.

No obstante, el concepto del infierno como un lugar de


tormento también precede a Virgilio. Una serie de antiguas
civilizaciones, incluyendo las de Mesopotamia, India, Egipto y
Grecia, poseían el concepto de un inframundo como parte de
su mitología—el reino de los muertos. Estrabón, geógrafo
griego del siglo primero a.C., hablaba sobre el valor de dichos
mitos, notando que «los estados y los legisladores los habían
sancionado como un recurso útil». Luego pasó a explicar que
la gente «son disuadidos de maldiciones cuando, ya sea por
medio de descripciones o a través de representaciones
típicas de objetos no vistos, aprenden sobre castigos divinos,
espantos, y amenazas». Al tratar con lo irrefrenable, la razón
o exhortación por sí sola no es suficiente, escribió Estrabón;
«existe también la necesidad del temor religioso, y este no
puede ser despertado sin mitos y maravillas. . .. Los
fundadores de los estados dieron sus sanciones a estas
cosas como espantajos con que ausutar a los ingenuos»
(Geografía 1.2.8).

Con el surgimiento de la filosofía occidental a manos de


Sócrates y sus herederos intelectuales Platón y Aristóteles,
los conceptos de la vida, la muerte y el más allá tomó nuevas
dimensiones. También en el Oriente, la vida póstuma
continuó agitando la imaginación. Estrabón señaló sobre un
grupo de filósofos orientales que «tejen en los mitos, como
Platón, acerca de la inmortalidad del alma y los juicios en el
Hades y otras cosas de ese tipo» (Geografía 15.1.59).

Platón (ca. 428–347 a.C.) se convirtió en figura clave en el


desarrollo de estas ideas. Su nombre aparece con frecuencia
en los escritos de Agustín, quien señaló había «perfeccionado
la filosofía» y que él «es preferido justamente al resto de los
otros filósofos de los gentiles». Aunque el obispo en ninguna
manera ratificó las ideas de Platón, tomó en gran
consideración varias de sus opiniones filosóficas—«opiniones
algunas veces favorables a la verdadera religión, que nuestra
fe absorbe y defiende» (La Ciudad de Dios 8.4).

El resultado ha sido de inmensa importancia para el


cristianismo tradicional. La Stanford Encyclopedia of
Philosophy (La Enciclopedia de Filosofía de Stanford), que
describe a Agustín como un «cristiano neoplatónico»,
destaca: «Uno de los acontecimientos decisivos en la
tradición filosófica occidental, fue la eventual fusión
generalizada de la tradición filosófica griega con la religión
judío-cristiana y las tradiciones bíblicas. Agustín es una de las
figuras principales a través y por la cual se llevó a cabo esta
fusión».

Uno de los principios fundamentales del pensamiento


neoplatónico adoptado por Agustín, fue que los seres
humanos poseen un alma inmortal. Este fue un paso crucial
en su desarrollo de la idea de que los incrédulos podrían ser
confeccionados para soportar el tormento eterno en el
infierno.
DE REGRESO A LA BIBLIA
Las culturas y filosofías paganas han contribuido
grandemente con los conceptos modernos del infierno. Sin
embargo, ¿qué dice la Biblia misma sobre el tema?

En el Antiguo Testamento la palabra hebrea que con


frecuencia se traduce como «infierno» es sheol, aunque de
hecho significa «la fosa». La Biblia enseña que cuando
morimos, simplemente vamos a la fosa (véase Salmos 49:10–
11 y Eclesiastés 3:19–20). El Interpreter’s Dictionary of the
Bible (Diccionario Interprete de la Biblia) comenta, «En
ninguna parte del Antiguo Testamento la morada de los
muertos es un lugar considerado como de castigo o tormento.
El concepto del “infierno” se desarrolló en Israel solamente
durante el periodo helenístico» (a partir del siglo cuarto a.C.).
Ideas religiosas y filosóficas griegas, incluyendo esas de
Aristóteles y Platón, llegaron a influenciar a toda la región
durante esa época. La Merriam-Webster’s Encyclopedia of
World Religions (Enciclopedia de las Religiones del Mundo de
Merriam-Webster) señala que «muchos aspectos formales de
la religión helenística. . . persisten en las tradiciones judías y
cristianas de la actualidad».
«El Nuevo testamento no describe el
tormento del Gehenna o pinta a Satanás
como al señor del. Estos son adornos
literarios».

En el Nuevo Testamento, encontramos que hay tres palabras


griegas traducidas como «infierno». La que se utiliza con más
frecuencia es gehenna, que se refiere al Valle de Hinom,
justamente a las afueras de los muros de Jerusalén, en los
días de Jesús era en donde los locales tiraban y quemaban la
basura.

El valle es mencionado por primera vez en Josué 15:8


(Versión Reina-Valera 1960): «Y sube este límite por el valle
del hijo de Hinom al lado sur del jebuseo, que es Jerusalén».
En este entonces Jerusalén estaba en manos de los
jebuseos, y el valle marcaba el lindero entre las tierras
heredadas por dos de los hijos de Jacob—también conocido
como Israel—particularmente, Judá y Benjamín.

El Theological Dictionary of the New Testament (Diccionario


Teológico del Nuevo Testamento) dice que el Valle de Hinom
«adquirió mala reputación por los sacrificios que se ofrecían
ahí a Moloch en los días de Ahab y Manasés [reyes de Judá].
. . . Al Valle de Hinom se le llegó a comparar con el infierno
del juicio final en la literatura apocalíptica»—escritos judíos
extra bíblicos—«a partir del siglo segundo a.C. . . . El nombre
gehinnom de esta manera llegó a ser utilizado para el fuego
escatológico del infierno. Esta es la etapa de desarrollo
reflejada en el Nuevo Testamento. En el siglo primero d.C.
fue ampliado mas para cubrir el lugar donde los impíos serán
castigados en un estado intermedio, sin embargo esto no se
encuentra en el Nuevo Testamento» (énfasis añadido).
Continúa diciendo, «En el Nuevo Testamento no existe
descripción de los tormentos del infierno como se encuentra
en la literatura apocalíptica», la cual más tarde fue incluida en
los escritos cristianos de igual manera.

Una vez más, para entender la fuente sobre la idea que la


gente es torturada en un infierno de fuego eterno, tenemos
que ir fuera de las Escrituras. Esto debería mandar un signo
de peligro para aquellos que consideran la Biblia como su
fuente de fe.

Como ya se señaló anteriormente, el valle de Hinom había


adquirido connotaciones negativas a través de los años. De
acuerdo a Jeremías 7, los habitantes israelitas de la región
habían erigido ídolos en el templo de Dios, y en el valle
adjunto habían construido altares a dioses falsos. Habían
quemado incluso a sus hijos para apaciguar a los dioses
paganos.

En Jeremías 19:4–7, el profeta presenta este mensaje de


parte de Dios: Porque me dejaron, y enajenaron este lugar, y
ofrecieron en él incienso a dioses ajenos, los cuales no
habían conocido ellos, ni sus padres, ni los reyes de Judá; y
llenaron este lugar de sangre de inocentes. Y edificaron
lugares altos a Baal, para quemar con fuego a sus hijos en
holocaustos al mismo Baal; cosa que no les mandé, ni hablé,
ni me vino al pensamiento. Por tanto, he aquí vienen días,
dice Jehová, que este lugar no se llamará más Tofet, ni valle
del hijo de Hinom, sino Valle de la Matanza. Y desvaneceré el
consejo de Judá y de Jerusalén en este lugar, y les haré caer
a espada delante de sus enemigos, y en las manos de los
que buscan sus vidas; y daré sus cuerpos para comida a las
aves del cielo y a las bestias de la tierra.

Así es como era conocido Gehenna en los días de Jeremías.


En el Nuevo Testamento, la palabra gehenna generalmente
es utilizada en referencia a la destrucción de los hacedores
de maldad. Jesús dijo, «Y no temáis a los que matan el
cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a
aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno»—
gehenna (Mateo 10:28). En otras palabras, te puede matar la
gente, pero solamente el cuerpo. No les temas; témele al que
puede ponerte fin para siempre.

Jesús utilizó la palabra en otras situaciones de igual maner,


siempre aludiendo a esa basura ardiente como metáfora por
la muerte final del malvado incorregible.

LAS LLAVES DE LA MUERTE Y EL HADES


Otra palabra griega en el Nuevo Testamento traducida como
«infierno» es hades: el lugar de los difuntos, la fosa, al igual
que sheol en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, en Mateo
11:23 Jesús dice: «Y tú, Capernaum, que eres levantada
hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida». La ciudad no
iba a ser atormentada por siempre; iba a ser colocada en la
fosa—destruida.

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