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Para Esteban Krotz la historia de los encuentros de Europa con otras culturas se concreta a dos cuestiones clave de la antropologia: a) la utopia, pero no como si ple lucubracién, sino como resultado del andlisis social que demuestra que en el corazén de aquélla yace una determinada categoria de otredad; 4) la conversion ent ciencia de la antropologfa y su desarrollo a comienzos de la Edad Moderna con la aparicién de su primer paradig- ma: el evolucionismo antropolégico, que califica a la uto- pia de falso conocimiento, convirtiéndose a mediados del \ siglo xix en plataforma de una disciplina hegeménica. Desde entonces la utopfa —saber que cuestiona los valo- res espirituales de Occidente— y la antropologia son lineas divergentes. El autor afirma que se debe intentar Ja reconstruccién epistemolégica y cientifico-histérica occidental del con- tacto entre culturas y sintetizar sus efectos en una nueva pregunta antropolégica opuesta a la idea de “una oportu- nidad perdida para siempre”; es decir, crear la antro- pologia cultural empirica acorde con las variables de la otredad y con el multiverso de los hombres. EsveBan KRotz, nacido en Barcelona en 1947, de nacio- nalidad alemana y residente en México desde 1973, es doctor en filosofia (Munich) y maestro en antropologia social por la Universidad Iberoamericana, Actualmente es profesor investigador titular en la Unidad de Cien- cias Sociales de la Universidad Auténoma de Yucatan, en cuya Facultad de Ciencias Antropolégicas también imparte clases. En In portada: Encuentro de Herndn Cortés con Moctecuma, anénimo, Colec- cidn Rodrigo Rivero Lake Internacionsl, vst Universidad Auténoma Metropolitana Unidad de Iztapalapa Fondo de Cultura Econémica ek Rm NE ES OT EAR an: UNESTUDIO SOB: EL DESARROLLO ¥: Il. LA OTREDAD, EL ASOMBRO Y LA PREGUNTA ANTROPOLOGICA El mundo era tan reciente, que muchas cosas ca recfan de nombre, y para menclonarlas haba que seiialarlas con el dedo... GABRIEL GARCfA MARQUEZ, EN ESTE CAP{TULO se pretende aclarar el concepto de antropo- logia. Como ya se mencion6, existe desde el nacimiento de la antropologia cientifica una gran confusion acerca de las desig- naciones y, por tanto, también de las delimitaciones con las disciplinas vecinas; a esto se afiade que en las diferentes regio- nes lingiifsticas fueron comunes durante un largo tiempo —y en parte Jo siguen siendo- denominaciones particulares, piénse~ se, por ejemplo, en la diferencia, usual en Alemania, entre ‘et- nologia” y “folkloristica’, en las definiciones (aunque con una orientacién diferente) de “etnologia” y “etnografia” en Rusia y en la antropologfa francesa, o en la contraposicién, surgida es- pecialmente en el tiempo entre las dos guerras mundiales, de la “antropologia social” briténica y la “antropologia cultural” norte- americana.! iEs posible reconocer 0 construir un denominador comtin para estas distintas posiciones, una perspectiva que vincule el "Hay que mencionar como complemento a los datos ofrecidos en la nota 3 del capftulo anterior (p. 20) las definilones de Holl (1973, pp. 119ss), Marquard (1971), Lotz (1976), Stagl (1974, pp. 11ss), Vivelo (1988,pp. 42s5), ast como la discustén de Cardoso (1990). Con respecto a Europa central convlene recordar la presencia del dualismo entre ‘Volkerkunde" (a clencia de los pueblos) y “Volkskunde" (a clencia del pueblo [propio); a esta segunda palabra corresponderian los vocablos “folklorist a, “Tolklore® 0 “estudio de la(s)cultuca(s) popular(es)*; mas recientemente se han. sustivuldo estos términos por “etnologia europea" e incluso por denominaciones més generales como ciencia(s} de la cultura’ o “antropologla dela cultura’ 49 50 LAESENCIA Y LA CRISIS DE LA ETNOANTROPOLOGIA pasado con un panorama que tenga sentido y que al mismo tiempo permita reconocer los contoros de un posible futuro? A continuaci6n se presenta una propuesta al respecto. LoS ORIGENES DE LA PREGUNTA ANTROPOLOGICA Existen muchas “preguntas antropolégicas’, si esto significa que se cuestionan acerca del “ser humano’ o de la “humani- dad”. Por eso, varias disciplinas cientificas y también ciertas dreas y corrientes de la filosofia y de fa teologia afirman tener su interés central en una “pregunta en torno al ser humano". Entre ellas se encuentran, por ejemplo, la psicologia, la medi- cina y la ecologia ~aun cuando ocasionalmente se les tenga que aitadir el adjetivo “humana’, para distinguirlas de mbitos de investigacién que no se refieren primariamente al estudio de Jos seres humanos-, como también la fisiologia, la etologia ola geografia. Otras ciencias como: la economia, la sociologia o la politologia son, en un sentido més estricto, “antropologia’ que, considerando el punto de vista etimoldgico, quiere decir *doctrina del ser humano” o “ciencia humana’. Entonces, para caracterizar las ciencias antropolégicas de las que estamos hablando es necesario saber bajo qué aspecto se ocupan del ser } humano De hecho, existe una "pregunta antropolégica” que se ha for- mulado una y otra vez desde el inicio'de la vida humana en el planeta, Para empezar, podria quizé representarse con las si- tuaciones, al parecer algo dispares, del encuentro de grupos h~ manos del paleolitico, de los viajes y de la expansién imperial del poder. Segiin las pocas informaciones con que contamos acerca de la mayor parte cle la historia de la humanidad, ésta casi siempre se compuso de grupos relativamente pequefios, cuyos miem- bros se distinguian y también se vinculaban unos con otros por criterios de género, de edad y de parentesco. Su vida entera OTREDAD, ASOMBRO Y PREGUNTA ANTROPOLOGICA 51 estaba determinada absolutamente por el sentido de comuni- dad. Como pueblos némadas, durante miles de generaciones obtuvieron todo lo necesario para su vida ~es decir, no sélo alimentos, sino también medicamentos, materias primas para fabricar herramientas, vestidos, casas y aun adomos, asi como los utensilios usados en los juegos y en las ceremonias religio- sas— a través de la caza, la pesca y la recoleccién. Pero no se trataba, en modo alguno, de hordas que vegetaban buscando desesperadamente comida, siempre al margen de la sobreviven- cia, como se ha gustado de representar esta era de la hurma- nidad —hasta ahora la més larga de todas— desde la invencin de la agricultura y, mAs atin, desde el surgimiento de la cultura urbana, Por elcontrario: salvo algunas excepciones, parece ha- 7 berse tratadp de una forma de vida que puede describirse como verdaderamente buena. Esa época de la historia de la humani- dad ha sido incluso considerada la primera “sociedad de abun- dancia’? en la que si bien no se juntaban grandes cantidades de viveres ni se acumulaban cualesquiera otros bienes materiales lo cual no se-podia esperar, traténdose de sociedades néma- das-, por lo general nadie ocupaba més de cinco horas al dia, incluso menos, para la obtenci6n diaria de alimentos. Resulta importante hacer esta aclaracién para as{ entender que estos cazadores y recolectores tenfan “libre” la mayor paste del dia para hacer otras cosas (aun cuando entonces, por supuesto, no existia todavia ningun equivalente de la actual divisién entre tiempo de trabajo y tiempo libre). ‘A pesar de que seria absurdo contemplar a pueblos que, todavia en los siglos x1x y xx, conservaban una tecnologia pa: V leolitica y una forma de economia basada en el nomadismo como los restos petrificados de primitivas épocas de la huma- nidad (pues todas las comunidades humanas tienen su historia, aun cuando ésta sea determinada’ por diferentes ritmos inter~ nos e impulsos externos, y quede grabada de formas distintas 2 sahlins (1977, pp 13ss); of también Clastes (1981). 52 LAESENCIA Y LA CRISIS DELA ETNOANTROPOLOGIA en la conciencia colectiva),? su estudio si nos proporciona uti- les conocimientos acerca de las primeras épocas de la humani- dad. Sobre todo se muestra, por medio de estos estudios, que relaciones consicleradas precipitadamente como necesarias, no lo son en absoluto, Asi, por ejemplo como el antropélogo fran- cés Claude Lévi-Strauss lo ha mostrado de manera impresionan- te-, no existe ninguna raz6n para suponer una correspondencia necesaria, o atin preponderante, entre la sencilléz tecnolégica © la condicién de cazadores-recolectores y una capacidad lin- giistica o mental radimentaria 0 enfocada s6lo a Jo utilitario En conjunto, deberia.ser correcta Ja suposicion de que la vida nomada, con su profunda y precisa observacién de la naturaleza y sus complejos mecanismos sociales de cooperacién y coordi- naci6n, exigia y a la vez fomentaba una intensa comunicacién entre los miembros de las. respectivas comunidades; esto aun cuando lo tinico que.ha quedado, poco y de manera casual, de esa época, sea sélo el hecho del lenguaje, las pinturas rupestres y omamentos paleoliticos, as{ como los restos hallados en tum- bas. Con esto también puede darse por sentado que en esas \/ &pocas de la humanidad se desarrollaban una rica reflexion y una creacién intelectual en relacién con preguntas respecto del cardcter y el sentido del mundo; quiz incluso se hayan realizado de manera més constante y con una participacién nids general que la que se da en la actualidad en las *socieda- des desarrolladas 2 Lavistauss (1988, p. 59) * Lévi-Strauss (1962). Ya dos generaciones antes que él, su compatriota Emile Dur heim (1968) habia quedado fascinado por las clasificaciones exaraodinariamente

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