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Células madre sin embriones

Dos equipos obtienen a partir de piel humana células capaces de


convertirse en tejidos - El hallazgo deja obsoleta la polémica sobre
los embriones y la clonación
MILAGROS PÉREZ OLIVA 21/11/2007

La ciencia dio ayer uno de esos saltos que marcan historia. Dos equipos científicos diferentes,
con procedimientos distintos, han logrado reprogramar células de la piel humana en células
madre capaces de diferenciarse en cualquier tejido del cuerpo humano. Han conseguido darle la
vuelta al reloj del desarrollo biológico y convertir una célula somática ya diferenciada, en este
caso una simple célula de la piel, en una célula que se comporta y actúa como si fuera
embrionaria, es decir, capaz de convertirse de nuevo en célula cardiaca, ósea, neurona o de
cualquier otro tipo. Con este paso, calificado de revolucionario por la comunidad científica, la
medicina regenerativa se acerca más a su objetivo final: la posibilidad de crear tejidos humanos
para reparar órganos dañados a partir del material genético del propio paciente, lo que evitará
cualquier tipo de rechazo.
El avance supone un giro copernicano en la investigación porque permite obtener células madre
sin necesidad de recurrir a las técnicas de clonación ni utilizar embriones u ovocitos. Ello
permitirá además sortear los obstáculos éticos y logísticos que han llevado de cabeza a tantos
científicos y, en algunos casos, les ha privado de financiación. Con este hallazgo, toda la
polémica sobre el uso de embriones se disuelve como un azucarillo en el agua y podría dejar
obsoleta en poco tiempo la técnica de la clonación terapéutica.

Pero vayamos por partes. Para poder crear un tejido a partir de las células madre es preciso
llegar a conocer y dominar las misteriosas reglas que llevan incorporadas las células de un
embrión para que, en un momento determinado del proceso de crecimiento en el útero materno,
cada una de ellas vaya al lugar que le corresponde, los cardioblastos al corazón, las neuronas al
cerebro, y comiencen a cumplir sus funciones, es decir, comiencen a latir en el caso de las
células cardiacas, o emitir señales en el caso de las neuronales. Reproducir ese proceso fuera
del útero, en laboratorio, es lo que había logrado la medicina regenerativa utilizando embriones
sobrantes de los programas de fecundación asistida. Fue maravilloso en su momento comprobar
cómo una masa inerte de células cultivadas comenzaba a latir sobre una placa de Petri como si
fuera un corazón. Por este procedimiento se han obtenido centenares de líneas de células madre
en todo el mundo, media docena de ellas en España. Pero los científicos no conocían
exactamente qué mecanismos hacían posible la diferenciación celular y, por tanto, sin conocer el
mecanismo ni como iniciarlo, nunca serían capaces de controlar el proceso.

Ese es el gran salto que se ha dado ahora, y además en células humanas. Dos equipos
científicos, uno japonés y otro norteamericano, han logrado revertir el proceso y convertir una
célula adulta en célula embrionaria pluripotencial. Los equipos de Shinya Yamanaka, de la
Universidad de Kioto, en Japón, y el de James Thomson, de la Universidad de Wisconsin, en
Estados Unidos han conseguido obtener células madre, no a partir de un embrión, sino a partir de
células somáticas de la piel.

El equipo de Yamanak tomó, según publica en la revista Cell, células de la piel de una mujer de
36 años y de tejido conectivo de un hombre de 69, e introdujo en su interior cuatro genes que
están implicados en el proceso de diferenciación celular. Para introducir estos genes en el interior
de la célula utilizó como vector un retrovirus. La acción de estos genes puso en marcha un
mecanismo de reprogramación que hizo regresar la célula a una fase equivalente a la
embrionaria, por eso se les ha llamado células madre inducidas. La célula ya diferenciada de la
piel se convirtió así en una célula madre pluripotencial capaz de convertirse de nuevo, no ya en
piel, sino en cualquiera de los otros 220 tipos de células que tiene el organismo.

Aplicando dos de esos mismos genes y otros dos distintos, el equipo de James Thomson ha
logrado el mismo proceso, según explicó ayer la investigadora Junying Yu, que figura como
primera firmante del trabajo publicado en revista Science. Janying Yu ha utilizado células de piel
fetal y células del prepucio de un niño recién nacido. El resultado ha sido el mismo, con genes
distintos, lo cual refuerza la certeza del experimento, pero también indica que en el proceso
intervienen muchos más factores que aún se desconocen. Lo que hacen estos cuatro genes,
según Junyuing Yu, es activar el mecanismo.

El equipo de Thomson tenía identificados 14 genes presumiblemente implicados en el proceso de


diferenciación, "pero sólo cuatro fueron suficientes para iniciar el proceso", explicó ayer Yu.
Yamanaka utiliza también cuatro, pero sólo dos son comunes a los usados por Yu.

Ambos equipos han conseguido pues que la célula haga el camino de ida y vuelta. Se ha
encontrado una llave que abre el portal. Ahora hay que seguir subiendo la escalinata de la
reprogramación para descifrar todos sus secretos.

La noticia fue unánimemente elogiada ayer en medios científicos internacionales. Todos la


esperaban, pero no por ello había menos expectación. Tres de los más reputados investigadores
que trabajan en células madre en España coincidieron ayer en calificar este trabajo de muy
importante y un avance extraordinario. Juan Carlos Izpisúa Belmonte, director del Centro de
Medicina Regenerativa de Barcelona, se mostró "alegre y triste a la vez" desde el Instituto Salk
de La Jolla, California, en que trabaja. Alegre, dijo, "porque sin duda es un avance muy
importante" y triste, porque su equipo perseguía el mismo objetivo "aunque con una combinación
de técnicas y aplicado a una enfermedad en concreto".

"Los trabajos que se han publicado son muy importantes porque confirma que se pude conseguir
en humanos que una célula adulta se reconvierta en embrionaria, lo cual deja obsoleto el debate
sobre la clonación terapéutica", afirma José López Barneo, director del Laboratorio de
Investigaciones Biomédicas de la Universidad de Sevilla. "Desde que se publicó hace seis meses
en Nature y en Cell Stem Cells que eso se había conseguido en animales, todos estábamos
esperando la confirmación en humanos".

"Es lo que todos estábamos esperando", corroboró Carlos Simón, director del nodo valenciado
del Banco Nacional de Células Madre e investigador del Instituto Valenciano de Infertilidad.
"Cuando Yamanaka publicó lo que había logrado en ratones, nos quedamos todos perplejos. La
confirmación en humanos es un avance muy, muy importante", dijo ayer.

La noticia era una de las más esperadas desde que hace algo menos de año y medio, en julio de
2006, Shinya Yamanaka comunicó que había logrado convertir en células madre las células de la
piel de la cola de un ratón introduciendo en ella cuatro genes, los mismos que ahora ha utilizado
para el experimento en humanos. El trabajo venía con el cartel implícito de "paren máquinas"
porque aquello abría una nueva vía que permitía prescindir de la clonación y del uso de
embriones, de modo que todos los focos apuntaron a partir de entonces hacia Kioto.

James Thomson, pionero de la investigación en células madre que tiene en su haber científico las
primeras líneas de células madre humanas obtenidas a partir de embriones, hizo algo más que
poner los focos: puso proa a la reprogramación. Hasta entonces la mayoría de los equipos se
había centrado en el proceso de diferenciación a partir de embriones humanos u ovocitos
fecundados mediante la técnica de transferencia nuclear. Pero el trabajo del equipo de Kioto
demostraba que se podía hacer el camino de ida y vuelta por un atajo mucho más corto.

Pero tras el fiasco de la falsa clonación humana del corenao Hwang Woo-suk en 2005, la
comunidad científica adoptó medidas de control más estrictas y ahora se exige, para dar
credibilidad a un resultado, que haya sido obtenido al menos por dos equipos.

La confirmación de que el trabajo en ratones era válido llegó apenas hace seis meses, cuando un
nuevo trabajo de Yamanaka y otro de Rudolf Jaenish, del Instituto White Head de EEUU,
confirmaron al tiempo la reprogramación. Se demostró que aquellas células de cola de raton
reconvertidas en células embrionarias, no sólo eran pluripotenciales y podían convertirse en
cualquier célula humana, sino que incluso podían convertirse en células germinales. Eso
significaba que si se introducía el núcleo de la célula madre inducida en un ovocito de otro ratón,
daba lugar a un nuevo animal con la carga genética del que procedía la célula reconvertida. "Eso
demostraba que eran realmente pluripotenciales", explica López Barneo.

El experimento era muy vistoso: se tomaron las células de la piel de un ratoncito negro y le
aplicaron los cuatro genes. Una vez revertidas a la fase embrionaria, se introdujo el material
genético en óvulos de ratón blanco. De estos óvulos se obtuvieron ratoncitos con la piel
manchada, es decir, negra y blanca. Cruzados entre ellos, dieron lugar a nuevos ratoncitos,
algunos de los cuales tenían la piel completamente negra, lo que demostraba que el material
genético de aquella primera célula de la cola del ratón negro, se había transmitido por vía
germinal. Este experimento sólo puede hacerse en animales y a efectos probatorios, porque en
humanos está prohibido manipular las células germinales.

¿Significa todo esto que la ingeniería de tejidos está a la vuelta de la esquina? Ni mucho menos.
De momento, el experimento no puede salir de la probeta porque para aplicarse a humanos
deben despejarse algunas importantes incógnitas. "De entrada, averiguar qué genes
exactamente intervienen en el proceso", indica Carlos Simón. "Está claro que los seis genes
utilizados por los dos equipos son capaces de iniciar el proceso, pero eso indica que hay más".
"Hemos de ver exactamente qué señales se activan en el proceso de reprogramación", confirmó
ayer Janying Yu en una entrevista difundida por Science.
El otro gran escollo a superar es cómo introducir los genes en las células somáticas. En estos
experimentos se ha utilizado un retrovirus, pero eso es impracticable en un tratamiento clínico en
humanos porque las células obtenidas por este procedimiento no son seguras. En las células
madre inducidas se han encontrado restos del material genético del retrovirus y uno de los genes
utilizados por el equipo de Thomson es un oncogén. Usar estas células podría dar lugar a
alteraciones y tumores en los tejidos obtenidos a partir de ellas.

El gran reto es ahora, según coindicen Izpisúa Belmonte y López Barneo, "encontrar un
mecanismo distinto de introducir los genes". Y más allá aún, según Izpisúa "encontrar la forma de
inducir la reprogramación de la célula adulta en el propio organismo humano", sin necesidad de
manipularlas en el laboratorio. Ese sería el último peldaño de la escalinata.

Mientras tanto, la clonación terapéutica puede haber quedado obsoleta. Ian Wilmut, el creador de
la ovejita Dolly, ya anunció anteayer que a la vista de los resulados de Yamanaka iba a
abandonar los experimentos de clonación mediante transferencia nuclear que desarrolla en su
laborataorio de la Universidad de Edimburgo, en Reino Unido. En este punto, sin embargo, hay
diferencias entre los científicos. Izpisúa Belmonte y López Barneo coinciden en que, si bien la
reprogramación es más eficaz y hace mucho más fácil la obtención de células madre
pluripotenciales, la clonación terapéutica sigue siendo una técnica útil para la investigación y de
hecho, es gracias a ella que se ha llegado a este feliz punto.

Pero en el fututo, Carlos Simón tiene claro que poco a poco la clonación se irá dejando de lado
para concentrar los esfuerzos en la reprogramación. Lo que sí deja obsoleta es la polémica sobre
si es ético o no usar embriones humanos. "Toda la disputa que tanto ha entorpecido la ciencia,
unos por tratar de frenarla y otros por acelerarla en exceso, ha sido esteril. Una vez más la
ciencia ha puesto las cosas en su lugar", insistía ayer López Barneo. Hace apenas unas semanas
se planteaba este grave problema en una mesa sobre bioética en el Congreso Nacional de
Epidemiología celebrado en Córdoba: "Si la medicina regenerativa logra algún día producir tejidos
humanos para reparar órganos dañados ¿de dónde saldrán tantos óvulos como se van a
necesitar, si se precisa al menos uno por cada paciente a tratar? ¿Acaso las mujeres tendrían
que cargar la enorme responsabilidad de facilitar con sus cuerpos el tratamiento a sus
congéneres?

Otra preocupación esteril que ayer se esfumó y que muestra la vertiginosa aceleración del
conocimiento científico.

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