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Autodirección 2

Cómo leer y estudiar con eficiencia II

f) Ejercicios Útiles Para Educar la Vista


Ahora te presentamos algunos ejercicios, de eficacia comprobada para educar
tu vista. Te conviene repetirlos con frecuencia, para que, en pocas semanas,
alcances una eficiencia de lectura fenomenal. Muchos de nuestros alumnos han
podido acercarse a, o inclusive, igualar la increíble velocidad de lectura de John F.
Kennedy, quien devoraba media docena de periódicos al día al ritmo de 1200
palabras por minuto, ¡Y pensar que muchos universitarios leen sólo 200 palabras
por minuto!

¡Manos a la obra! Estás por iniciar un episodio sumamente interesante de tu


adiestramiento como persona autodirigida.

A continuación te ofrecemos listas de palabras y frases cada vez más largas.


Coloca una regla sobre ellas, y ve deslizándola hacia abajo, de manera que sólo
puedas leer de renglón por renglón. Aparecerán sucesivamente las palabras y
frases individuales, dando así a tu vista un instante para percibirlas. Ve cada
palabra o frase sin movimiento lateral de los ojos.

Poco a poco, desliza la regla con más rapidez, reduciendo así el tiempo en
que deberás percibir las palabras o frases, lo que obligará a tu vista a
acostumbrarse a captar más rápidamente.

En caso de que alguna palabra se te escape, no retrocedas con la regla. Trata


de percibir dicha palabra en la segunda pasada.

No muevas los labios. Lee exclusivamente con la vista y la mente.

Más adelante, podrás ejercitarte también con números, lo que es un poco más
difícil que la lectura de palabras.
x d tu el

g h ca yx

r e er ib

f o fo bu

a e el se

z s no qo

j mi di

q n en ta

b k ye ce

g t xi ep

u y ab os

c i su en

m s qe lo

w n do ni

y e fi yq

pre del mesa pato

año con loto agua

vio mas gato mano

que oso lema nena

dúo fin flor puse

ser oro pies miro

can por cebo zeta


los dos bola cero

sos ave caro tiró

non sin echo nada

gol hot cabo cena

eco sea cura pudo

Sur col ríen diez

ola Sol raso este

eva ola caes Lalo

sol era quid codo

dio mío muge pues

son faz lavo doce

luz cos para ceja

red Rin foco moto

cal ojo gota cera

río sus sobe nudo

camisa crudo prisma muñeca

reloj falda lámina sietes

curso bocas salero cantan

fondo pañal funde cosmos

verbo milla fijado torneo

razón otros bulbos estaño


vista carla volvió postes

valle todos barros madeja

otras fruta canica cuenca

cesto copos timbre silbas

nueve liceo primor cámara

chino lejos saltan mismos

lápiz rimas quitan normal

hielo puerta madero moraban

ruede hiera quedan cuando

pelea talón lábaro tienda

dandy perro palero muerde

color vesta tandas gitano

privó denso efecto pedido

tallo matan apunté vocero

fases orlas fijando pastos

niñas cuero podían bobina

tortilla brújula anterior alfombra

teníamos demasía ballesta imposible

lámparas estudie febriles descansan

campos inolvidable vagando vocalizar

brindis persona encaminar pasividad


heredan reinado Noroeste amistosos

febrero fiestas inesperado resultan

cortina máscara jitomate esqueletos

muestra rededor importan aumentaré

bandeja campana cigarros fabricados

conoció tesoros escribir maleantes

secreta apuestas internado tapiceros

escribe destiñe tabachín asociaran

moderna tapamos cabalgan peinadora

riqueza dejando descuidó velocidad

tendero elector profesor rastrillo

armonía espeso mosquito incubarán

mojados lejano entibian adicional

sureste diestro mordisco recuerdos

provoca nuclear empeñar boticario

animada bendijo cortejo dividendo

rebajo valioso encendió autopista

es ordinario sólo diez años

se practican simple curiosidad

a los hombres no comprenden

este debate sus impuestos


& presente los predecesores

partido mayor la propia suerte

es sin duda pieles de fieras

hombres de bien príncipe valiente

la buena causa falsas esperanzas

pretexto para ir vender al particular

arrastra fuera odia el engaño

libros paganos desgarrado por dentro

los prejuicios conforme a tus ideas

malas letras trabajo desinteresado

del emperador sirve de respuesta

no practican no tendrá remedio

que defendieron los soberanos españoles

como puede verse libró una batalla

hombre prominente resguardo oportuno

apenas es virtud conclusiones encontrar

rasgos semejantes en propia conciencia

más que muchos dignidad y esfuerzo

4 89 291 987

2 14 321 123

9 67 416 334
5 51 978 539

3 76 894 205

4 89 732 643

0 32 116 765

6 19 590 3121

1 27 336 9879

7 34 228 1987

3 54 404 2468

8 78 677 8365

22 99 978 9192

55 777 888 2737

11 248 610 6383

25 673 643 9754

12 814 750 4043

87 311 639 9016

94 462 910 8365

33 185 545 4314

63 185 545 4314

48 596 111 8957

15 922 467 6428

5437 78831 234567


8192 65452 421521

5124 45671 331631

5190 67349 129128

5934 70988 028382

5505 49745 505533

8640 09382 457864

1561 88831 345178

4376 54738 239237

9610 76570 198638

9467 10884 235468

7738 18194 455566

1199 43767 766554

9234 83729 108207

5766 78826 775675

2321 82928 765446

5442 54668 574635

7283 47463 647856

1681 76482 487650

2893 36826 754698

3468 73896 474679

5620 85378 232818


7345678 667728935

8764936 928376433

5678912 987654321

6159284 123456789

9468246 365784192

6835739 919683647

7845634 948739361

8245638 810826794

8916109 852010968

4393404 374389678

5334579 630166982

91906836 467823648

65584372 474286374

46372819 645228643

27195638 9283467819

86428642 8873274655

62837891 7381855463

78789786 7349573271

21123123 1811693856

44745567 8019554628

67982346 5676286787
g) Otras técíiicas útiles para aumentar la eficiencia en la
lectura y en el estudio.

Hemos experimentado muchas técnicas de lectura y estudio con grupos de


estudiantes, y queremos recomendarte algunas de ellas en forma especial, por ser
las que dieron mejores resultados, y por no necesitar equipo complicado y costoso:

I. Ten un lápiz a la mano.


Demasiadas personas reciben conocimientos nuevos con la misma pasividad de
una botella cuando recibe un líquido. Este tipo de lectura representa un despilfarro
de tiempo, ya que no incrementa los conocimientos del lector, ni produce siquiera
una experiencia intelectual agradable. Cuando mucho, deposita en nuestra mente
material desordenado, sin ilación ni propósito.

Todo aprendizaje debe ser activo. Debe ser una "discusión" animada con el
autor, que dé por resultado final una aceptación razonada de una parte de sus
ideas, y un rechazo amistoso de lo demás. Muchas veces, las ideas más valiosas
para el estudiante no son precisamente las expuestas por el autor, sino las que
durante la lectura le ocurren al lector por asociación mental.

El lector que lee y estudia —con activa participación de su mente— encuentra


con frecuencia que una idea expresada en la obra causa en él una asociación de
ideas, a veces muy remota del tema en estudio. Muchas de estas ideas son
aprovechables; pero debido a su origen de asociación subconsciente, se
desvanecen rápidamente, y sin dejar recuerdo. Por consiguiente, es indispensable
que siempre leas con papel y lápiz a la mano, para anotar de inmediato toda idea
que la lectura traiga a tu mente. Es más, siempre debes llevar contigo una
pequeña dotación de tarjetas de 7.5 x 13.5 cm, que puedes comprar en las
papelerías, y un lápiz, pues por la naturaleza del estudio que estás llevando a
cabo, muchas ideas acerca de cómo lograr el éxito empezarán a invadir tu mente,
aun fuera de tus horas de estudio. Es muy recomendable la costumbre de colocar
tarjetas de apuntes junto a tu cama, ya que, con cierta frecuencia, despertarás con
una idea nueva que debe ser anotada de inmediato para no perderla.

Mis libros más queridos están llenos de anotaciones. A veces subrayo palabras
o frases enteras que, para mí, tienen gran importancia. Frecuentemente saco de
los estantes algún libro que leí hace muchos años, y, debido a las anotaciones que
lleva, recuerdo fácilmente las hermosas aventuras intelectuales que viví al
estudiarlo por primera vez. Es más, como mi estudio fue casi tan activo como una
discusión cara a cara con el autor, recuerdo gran parte del contenido de cada uno
de los miles de tomos que conservo en mi biblioteca.

Hay personas que manejan los libros con una reverencia tal, que nunca
pensarían en hacer una anotación marginal en ellos. Los espacios blancos les
merecen un respeto absoluto, y tratan sus tomos con las puntas de los dedos,
como si fueran delicadas joyas de incalculable valor. Sin embargo, un libro sólo
tiene valor si obtenemos de él información útil.

El libro tiene que convertirse en un instrumento de trabajo para el lector. Es


por eso que te recomiendo que estudies siempre, inclusive el presente texto, con
un lápiz de color a la mano. Marca las partes que te parezcan más importantes y
aprovecha el margen ancho que hemos dejado para que discutas con el autor cada
uno de los puntos que, a tu modo de ver, deben ser discutidos. En otras palabras:
estudia activamente, con un lápiz a la mano.
Si la lectura que realizaste fue de algún artículo en línea, o de un libro
electrónico ("kindle"), crea un archivo de notas para ir coleccionando estas ideas
en tu computadora, en tu celular o en tu tablet.

Muchos artículos en línea tienen un área para comentarios. No la


desaproveches. Haz públicas tus opiniones diferentes, o tus dudas. No siempre te
responderá el autor, pero seguramente intervendrán otros lectores y se
establecerá una conversación muy valiosa para todos, tanto para recordar mejor el
artículo leído, como para aclarar los puntos que estén en duda.

Si en el artículo no hay área para comentarios, busca otros artículos en línea


sobre el mismo tema, hasta que logres aclarar tus discrepancias y dudas.

El estudio pasivo da resultados pobres. ¡El estudio activo es la estrategia


ganadora!

II. Repasa
El que realmente sabe algo bien, el que ha entendido bien una enseñanza, es
el único que puede llevarla a la práctica.

Frecuentemente creemos, al terminar una lectura, que hemos entendido


perfectamente el razonamiento del autor. Es hasta el momento en que nos vemos
en la necesidad de explicárselo a otra persona cuando nos damos cuenta de que
comprendimos sólo una parte. Por eso es de enorme importancia realizar siempre
un repaso mental de los razonamientos principales contenidos en cada párrafo o
capítulo de una obra en estudio, sea ésta un simple artículo o un libro de texto.

Para ello, debemos quitar la vista del texto, o cerrar el libro, y repasar, parte
por parte, el razonamiento del autor, así como nuestros acuerdos y desacuerdos
con él. Una ventaja adicional —de incalculable valor— es que esto nos permitirá
fijar en nuestra memoria la nueva información adquirida, convirtiendo así una
posible ganancia pasajera en riqueza intelectual permanente y firme.

III: Forma tu caja de cultivo de ideas.


Muchas de las ideas que cosecharás como consecuencia directa, o como extra
de tu lectura, podrás llevarlas a cabo inmediatamente —por su sencillez o mérito
obvio. Las demás necesitarán cultivarse mejor en tu subconsciente.
Tcas ¡as ideas que llegan a nuestra mente en forma de "flash", por asociación
de ideas, desaparecen con igual rapidez con que llegan, y no dejan rastro en
nuestra memoria. De ahí la importancia de anotarlas de inmediato, y no perderlas
de vista.

Para ello te recomendamos - basándonos en la experiencia de los hombres y


mujeres de éxito que hemos investigado— la creación de una caja de cultivo de
ideas. No importa si utilizas una caja vieja de calzado o si mandas hacer una de
finas maderas, o si la creas en un archivo de notas digital (en tu computadora,
tablet, o celular). ¡Lo importante es que la tengas disponible hoy mismo! En ella
colocarás todas las tarjetas en las que hayas anotado ideas que no puedan
realizarse inmediatamente. Cuando menos una vez a la semana, en un día y a una
hora fijos, revisa una por una tus tarjetas, o tus notas digitales. Agrégales
cualquier idea adicional que pudiera completar o mejorar la original. En estas
revisiones, notarás que ciertas ideas ya pueden ser sacadas de su caja de cultivo
para ponerse en práctica. Otras tendrán que ser deshechadas definitivamente, y
algunas deberán cultivarse por más tiempo.

Un alumno nuestro comparó su caja de cultivo de ideas con un buzón.


Considera que las tarjetas que deposita en ellas, y las que retira, representan el
correo entre él y su subconsciente. Hay mucho de cierto en esta comparación, ya
que la caja de cultivo da al subconsciente una oportunidad de comunicarse con
nuestra conciencia y obliga a ésta a escuchar sus sugerencias, cuando menos una
vez por semana.

Te darás cuenta de que con este simple mecanismo tu flujo de ideas


aprovechables y útiles aumentará paulatinamente, y se convertirá con el tiempo en
verdadero torrente de inspiración y ayuda. Anticiparás con placer la hora semanal
en que te toca abrir tu cajita y sentirás la honda satisfacción de estar ideando...
¡de estar creando!

IV. Las fuentes de información.


No importa cuál sea la profesión o el negocio en que tengas puestos tus
objetivos. Siempre necesitarás estudiar la teoría que hará de ti un profesional, y
deberás estar al tanto de las novedades tecnológicas, de los proveedores más
convenientes, de lo que demanda el público consumidor, etc., para no quedar
fuera de la competencia.

Para esto, una de las grandes bendiciones de la tecnología actual es la


Internet. Desde buscadores como Google o Yahoo, hasta enciclopedias gratuitas
como Wikipedia, ponen a nuestro alcance información tan valiosa como el oro.

Existen foros como Facebook, Twitter, Google+, etc. que sirven no sólo para
cuestiones sociales, sino para compartir información técnica, ideas y experiencias
profesionales, y hasta puedes unirte a grupos de internautas afines a tus intereses.
Inclusive, hay sitios donde puedes ofrecer tus servicios profesionales, como
Linkedln.

¡No desaproveches esa enorme riqueza, ponla a tu servicio para incrementar


tus conocimientos y tus perspectivas profesionales!

Eso sí, la Internet no ha logrado desbancar a los libros. Hay literatura muy
valiosa que sólo encontrarás en ese formato. Pero puedes servirte de la Internet
para investigar sobre los títulos más convenientes para tus intereses, y en qué
librerías conseguirlos. Hay sitios como Amazon en los que, si cuentas con tarjeta
de crédito o débito, puedes pedirlos a domicilio, o en formato kind/e, que te
permite leer tu libro en el dispositivo digital que prefieras. Nunca desaproveches en
estos sitios el área de comentarios, para que conozcas la opinión de quienes ya
han leído el libro que te interesa y así decidirás mejor si vale la pena comprarlo.
Inclusive, después de leerlo, tú también puedes publicar tus comentarios, los
cuales podrán provocar otros comentarios y obtendrás una experiencia más
enriquecedora de tu lectura.

Tampoco estará de más que, cuando te sea posible, consultes en librerías y


bibliotecas locales, a /a antigü/ta, donde nunca faltará que encuentres alguna
gema para tu formación intelectual y profesional.

En caso de no saber inglés, estás en gran desventaja, ya que el contenido más


valioso e instructivo, para casi todos los campos, se publica en ese idioma. El
inglés es de absoluta necesidad para lograr el éxito en cualquier clase de trabajo.
No debes descansar hasta que te hayas inscrito en un curso de prestigio.

V. Evita el cansancio en el estudio


Está comprobado que la prolongada atención a un solo tema produce
aburrimiento, y hasta aversión. Por eso, cuando se dedica atención más del tiempo
conveniente a un tema, nuestra comprensión del mismo disminuye, hasta
desaparecer completamente. La mente humana aprende con facilidad solamente
durante 15 a 20 minutos. Al cabo de ese lapso tan breve, no está cansada la
mente en sí; pero ya no asimila más del mismo tema.

El estudioso debe, pues, cambiar de asunto. Se encontrará completamente


fresco para el segundo tema, el cual asimilará con toda facilidad. Después de
dedicarle unos 15 a 20 minutos, puede seguir con un tercero, o volver al primero.
Así, toda sesión de lectura o de estudio debe dividirse en períodos de
aproximadamente 20 minutos (un poco más para temas fáciles), con objeto de
obtener el máximo beneficio del tiempo empleado.

El cerebro, aunque es un órgano incansable, forma parte del organismo físico,


y tiene necesidad de ser alimentado por el torrente sanguíneo. El estudio
prolongado tiende a retardar los demás procesos físicos del cuerpo, volviéndolo
torpe y perezoso. Por este motivo, debes interrumpir el estudio cada hora, aunque
sea por unos segundos. Ponte de pie, estírate, tensa brevemente todos los
músculos de tu crpo, y algunas veces, respira muy hondo. El resultado será una
sensación d rrescura física e intelectual que te permitirá proseguir tu estudio por
muchas horas, y sin cansancio de ninguna especie.

VI. Utiliza el mayor número de sentidos


Uno de los descubrimientos más revolucionarios en la enseñanza es el "método
audiovisual". Se descubrió que aprendemos más rápida y fácilmente cuando la
enseñanza nos llega al mismo tiempo por la vista y el oído. Naturalmente,
podemos agilizar aún más el aprendizaje utilizando los demás sentidos, como el
olfato, el tacto y el sabor. Pero, con excepción del tacto, los demás son difíciles de
integrar en un sistema de enseñanza.

Veremos cómo puedes poner a trabajar el mayor número de sentidos para


mejorar tu estudio:
Es conocida la importancia de las imágenes como medio para facilitar la
comprensión de un texto. En el estudio de textos técnicos frecuentemente hay
oportunidad para que representes una idea del autor —que esté expresada en
palabras— con un dibujo, esquema o croquis. Notarás que esto te ayudará mucho
a comprender el tema.
La voz humana ha adquirido más importancia en las nuevas técnicas de
enseñanza. Se ha descubierto que la ausencia de voces humanas produce
ansiedad y temor. Experimentos llevados a cabo principalmente en Inglaterra,
demostraron que el ser humano puede tolerar una ceguera repentina por largo
tiempo, sin daño a su equilibrio mental. Sin embargo, al eliminar de repente las
voces de otras personas del ambiente de un individuo, por un período aunque sea
corto, se producen con frecuencia síntomas de terror y desajustes mentales. La
voz humana representa para el ser humano un lazo de unión simbólico, o una
expresión de amistad. Es por eso que la voz humana tiene tanta importancia como
vehículo para dar un consejo, para una alabanza, para una reprimenda, o para una
enseñanza. Eso explica la extraordinaria efectividad de las películas y de los discos
educativos.
Una forma muy importante para aprovechar esta cualidad de la voz humana y
su poder de "llegarnos", es la de leer en voz alta cuando se trate de poesía, o de
filosofía. La lectura en voz alta presta alas al espíritu y eleva al lector a alturas
luminosas de goce e inspiración. La doble percepción, a través del oído y de la
vista, deja en nuestro ser huellas más profundas que las que ocasiona una
percepción sencilla.
Pero recordemos que leer en voz alta reduce considerablemente la velocidad
de lectura. Por ese motivo, debes limitar la lectura en voz alta a textos en los que
la sonoridad y matices de tu propia voz puedan agregar un elemento importante
de goce o inspiración a la lectura.
Siempre es gracioso sorprender a alguien hablando solo. Sin embargo, en las
amplias investigaciones que el Instituto ha llevado a cabo sobre los métodos de
lectura de hombres de éxito, nos hemos podido cerciorar de que el "pensar en voz
alta", el "hablar solo", es una característica generalizada entre ellos.

Por los experimentos que hemos hecho con grupos de alumnos en el Instituto,
llegamos a saber que dialogar con uno mismo produce una extraordinaria lucidez
del pensamiento. Descubrimos nuevos enfoques, nuevos puntos de vista que nos
permiten comprender mejor un problema o un razonamiento, y por tanto, actuar
con más certeza.

Todos tenemos momentos durante el día en que podemos hablar con nosotros
mismos, sin exponernos al ridículo ante nadie. Aprovecha esos momentos, y te
convencerás de la importante ayuda que significará el poder hablar libremente con
el ser más leal, comprensivo e interesado en ti, o sea, tú. Esta nueva técnica en
tus estrategias de persona autodirigida será de insospechado valor.

El tercer sentido que puede usarse con cierta frecuencia, para ayudar en el
estudio, es el tacto. Todos conocemos la tendencia imparable del niño a tocar,
que es tan útil e importante para su formación. Siempre que puedas valerte del
sentido del tacto para reforzar la impresión transmitida a tu cerebro por los demás
sentidos, lograrás una comprensión más firme y más perdurable de lo aprendido.
El sentido del tacto es usado provechosamente cuando anotas algo o lo
dibujas; cuando tocas algo o le das forma objetiva.

El químico, en su laboratorio, está atento con la vista, el oído, el olfato, el


sabor y el tacto, de las reacciones químicas que se realizan en sus tubos de
ensayo. El médico también utiliza el mayor número posible de sus sentidos al
examinar a un paciente. Un buen mecánico de automóviles huele el escape,
escucha los ruidos del motor, o mira los controles del tablero para diagnosticar
más rápida y acertadamente el problema de un vehículo, y corregirlo. También en
el estudio tendrás muchas oportunidades de utilizar varios sentidos. ¡Aprovéchelas!
Mejorarás notablemente tu comprensión y retención.

VII. ¿Dónde y cuándo leer y estudiar?


Existe una gran diferencia entre la lectura y el estudio, por lo que requieren
condiciones diferentes para llevarse a cabo.

Como el objeto de la lectura es un simple conocimiento de las ideas y de los


razonamientos del autor, puede efectuarse en sitios muy diversos. Por ejemplo: en
el autobús, en la sala de tu casa, en la antesala de un médico, etc. Podemos
utilizar los "momentos perdidos" para estar informados y ampliar nuestros
horizontes culturales. Para ello, lleva siempre contigo una obra tan importante
como para que merezca dedicarle esos preciosos momentos.
Por estudios que realizamos, descubrimos que una persona promedio puede
acumular un total de 230 horas al año de "tiempo perdido". 230 horas anuales
durante una carrera de 40 años suman 9,200 horas, las que serían suficientes para
aprender 85 idiomas (según la Cortina Academy de Nueva York).

Con este ejemplo, comprenderás la enorme importancia de aprovechar cada


uno de esos muchos minutos que, hasta ahora, has estado perdiendo sin
esperanza de recuperarlos jamás.

Thomas Jefferson se esforzó por utilizar todos los momentos que normalmente
se desperdician durante los viajes o en los momentos de espera. Diseñó un
escritorio portátil, aproximadamente del tamaño de una carpeta, para poder seguir
trabajando mientras viajaba. En él, escribió la Declaración de Independencia de los
Estados Unidos. Hoy, miles de personas llegan de lugares distantes para ver aquel
escritorio en el Smithsonian Institution de Washington. Una vez escribió Jefferson
a un amigo: "Es maravilloso cuánto puede uno hacer, si lo hace uno
constantemente".

El estudio es diferente. Necesitamos contar con un período de tiempo mayor,


libre de interrupciones, y en el mayor silencio posible. Además, es preciso que
nuestro lugar de estudio tenga un "ambiente" especial para nosotros. Necesitamos
crear una conexión mental entre el sitio y el estudio, al igual que un templo tiene
una fuerte asociación con la paz que se necesita para la meditación y la oración.
Un templo es "más templo" para el que ha estado rezando en él desde su
juventud, que para un turista que lo visita. Por la misma razón, debes escoger un
lugar de estudio fijo, que reúna las condiciones básicas de luz, tranquilidad,
comodidad, y acostumbrarte a estudiar siempre en él. La costumbre convertirá ese
lugar en una verdadera ayuda para tu concentración, ya que irás asociando más y
más la función de estudiar, de concentrarte, con el sitio escogido, el cual llegará a
ser tu templo intelectual.

El tener un lugar privado, donde puedas estudiar y discutir contigo mismo las
ideas, los razonamientos, o los consejos de los autores importantes para ti, y vivir
así la suprema aventura intelectual, no es un lujo, es una necesidad para un ser
decidido a ascender por los escalones del éxito.

VIII. Planea tu lectura y estudio en cuanto a temas y tiempo.


Una obra, por lo general, representa la opinión de un único autor acerca de
cierto tema. Para todas las cuestiones de importancia, debes conocer varias
opiniones de diferentes autores. Por ello, una vez que tengas fijado tu interés en
algún campo del saber, conviene que hagas una lista de las fuentes que leerás y
estudiarás.

Como viste en el capítulo dedicado a la importancia de fijar metas, un


propósito claramente definido genera en ti fuerzas considerables para alcanzar
tus metas. Este gran principio de la ciencia de la autodirección también es
aplicable a la lectura y al estudio. ¡Cuántas personas compran libros de gran
importancia para su mejoramiento personal o profesional... y permiten que se
llenen de polvo en un estante! Un impulso fugaz los hizo comprar; pero falló la
meta claramente definida para leerlos o estudiarlos, y, por consiguiente, su
utilidad fue nula. ¡Que esto no te pase a ti! Al adquirir una obra que te será útil,
planea con exactitud su lectura o estudio. Proponte dedicarle un determinado
número de minutos u horas todos los días; señala la fecha en que la terminarás de
leer o estudiar y, sobre todo, lleva un control del tiempo empleado en una tarjeta
de 13.5 cm. por 7.5 cm., la cual te puede servir, al mismo tiempo, como
separador. Así podrás eliminar el desinterés y la pereza, tan nefastos para una
actividad tan importante como es la lectura.

A medida que tus intereses vayan creciendo, tanto en número como en


profundidad, sentirás la necesidad de programar tus lecturas y estudio a largo
plazo. Siempre tendrás varias obras "en proceso", por lo que no podrás prestar
atención inmediata a nuevas obras que indudablemente irás encontrando. Tendrás
que colocar estas últimas en una "lista de espera", que tendrá que crecer cada vez
más con el tiempo. La mejor forma que hemos encontrado para organizar esta
"lista de espera" es un tarjetero sencillo, para el cual nuevamente te
recomendamos utilizar tarjetas de 13.5 por 7.5 cm. En cada una de estas tarjetas
debe aparecer el título del libro, el nombre del autor, la editorial que lo publica, la
razón por la que decidiste leerlo o estudiarlo y lo que esperas obtener de él.
Conforme vaya creciendo tu "lista de espera", comprenderás más y más la gran
importancia de la aplicación correcta de la fórmula RLE, la cual acelera tu lectura
y estudio, evitando así un crecimiento peligroso de tu "lista de espera". Te darás
cuenta de por qué la fórmula RLE ha sido bautizada por algunos alumnos con el
nombre de "fórmula mágica".
Cómo administrar el tiempo y trabajar con eficiencia 1

Walter B. Pitkin dijo: "Dime cómo utilizas las 24 horas del día, y yo te diré qué
clase de hombre eres".

El tiempo es la cuarta dimensión en la que el hombre vive su vida, en la que


realiza sus sueños más exaltados, o vegeta en la mediocridad, o se hunde en el
fracaso. Por eso, saber administrar óptimamente el tiempo es indispensable para el
que desea alcanzar el éxito.

Ser eficiente (obtener los mejores resultados en el menor tiempo y con el


menor esfuerzo posibles) está íntimamente ligado a saber aprovechar el tiempo.
Por eso trataremos juntos los conceptos administración del tiempo y
eficiencia.
Podemos ahorrar dinero con sólo dejar de gastar. Podemos acumular grandes
fortunas, depositarlas en un banco, o esconderlas en un ropero. Pero, en el caso
del tiempo, no existe esa posibilidad. No podemos frenarlo, ni acelerarlo, ni
acumular reservas. Lo único que podemos hacer es administrarlo para que su
transcurso sea lo más productivo y placentero posible.
Todos, ricos y pobres, inteligentes y tontos, educados e incultos, recibimos
cada día una dotación fresca y completa de tiempo. Algunos lo convierten
sabiamente en los tipos de riqueza que sí son acumulables: dinero, conocimientos,
experiencia o recuerdos perdurables; mientras que otros lo malgastan en
actividades que no enriquecen ni el espíritu ni el patrimonio.

La correcta administración del tiempo es, entonces, la ciencia de convertir esa


riqueza temporal en tesoros permanentes. Es condición indispensable de todo éxito
físico y espiritual.

Se comete un error gravísimo al decir "no tengo tiempo", ya que todo el


tiempo del mundo es nuestro. Lo que falta es una correcta administración del
mismo. El que sabe administrar su tiempo, nunca tiene que renunciar a algo que
verdaderamente desea sólo por falta de tiempo.

Hay ciertas personas, inconscientes de la realidad, que acostumbran "matar el


tiempo". Pero el tiempo es la esencia de nuestra vida, entonces, "matar el tiempo"
no es asesinato; es suicidio. Debemos emplear sabiamente los segundos y los
minutos de cada día para nuestro mejoramiento personal en trabajo constructivo,
en sanas diversiones y en el descanso reparador; nunca en malgastarlos.

Una meta a largo plazo (como el éxito en la vida) se alcanza, por lo general, en
metas parciales (anuales, mensuales, semanales, o diarias). Cada meta abarcará
un ciclo de operaciones para su realización. Siguiendo estos pasos lograrás una
óptima administración del tiempo en cada ciclo:

I. Fija la meta

II. Prepara tus herramientas.

II. Planea y programa la ejecución.

III. Ejecuta el plan.

IV. Revisa los resultados y obtén aprendizaje de ellos para realizar el


siguiente ciclo con mejores resultados.

a) Fija la meta (cuota)


Como vimos en páginas anteriores, ninguna obra puede realizarse sin definir
desde el principio y con absoluta claridad la meta por alcanzar. En el campo de la
administración, la palabra "meta" suele sustituirse por "cuota". Así, un vendedor
debe alcanzar una cuota diaria de visitas a clientes; el agricultor debe completar
una cuota diaria de surcos arados, etc.
Todos conocemos el triste ejemplo de la secretaria que se limita a transcribir
las cartas que su jefe le dicta, y mata el tiempo restante platicando con otros
empleados o leyendo cuentos románticos. O el jefe que va a matar el tiempo al
café o al bar porque ya terminó de contestar la correspondencia que le llegó. Salta
a la vista que este tipo de persona, cuya medida de trabajo se encuentra
delimitada por las tareas que otros le imponen, se encuentra estancado en su
puesto, sin posibilidades de progresar.

Limitar-te a la cuota diaria que la dinámica del trabajo te imponga, equivale a


condenarte a una eterna mediocridad. Debes tomar el volante de tu propio destino
y dirigirte hacia metas mucho más ambiciosas, fijándote tus propias cuotas
diarias, en función de la cima a la que aspiras llegar.
La jornada de trabajo que dedicas a tu empleo o profesión será quizá de 6 a 8
horas diarias. Pero, la que dedicas a tu propio mejoramiento abarca 24 horas
enteras, de las cuales cada minuto —inclusive el tiempo dedicado a tu trabajo
actual— debe ser invertido de la manera más productiva para ti, y en función de tu
meta personal.
Con base en este pensamiento, la secretaria mediocre que ya mencionamos
podría forjarse un futuro colmado de éxitos si aprovechara esos momentos
"muertos" ordenando el archivo, formando un directorio de teléfonos y direcciones
que ella o su jefe necesiten con más frecuencia, o en cualquiera de tantas otras
tareas que pudieran facilitar y acelerar el trabajo futuro. En sus horas libres, esa
secretaria podría continuar su formación profesional leyendo tratados técnicos,
tomando cursos vespertinos o nocturnos, etc., siempre en función de su meta.
Abraham Lincoln, después de largas jornadas diarias en trabajos rudos y
agotadores, estudió leyes a la luz de una vela, para llegar finalmente a ocupar la
presidencia de su país. De igual manera, el pastor indígena Benito Juárez
conquistó su título de abogado, lo que le llevó a ser presidente de su país y al
título de Benemérito de las Américas. Y así también, Pierre Voelmy, un alumno
nuestro de Nancy, Francia, conquistó en 3 años el puesto de gerente de la
empresa a la que ingresó como mensajero, gracias a que tomó un curso
vespertino y se capacitó, mientras que sus compañeros de trabajo descansaban
"matando" el tiempo.

La cuota diaria para el hombre auto-dirigido consiste, pues, en la cantidad de


trabajo que él mismo se imponga de acuerdo con la meta que desee realizar.
Nunca debe uno limitarse a la cuota que el trabajo imponga, ya que ésta se
determina por la productividad mínima que se requiere para conservarnos en el
puesto, y nunca podrá ser escalón para el ascenso.

Entonces, como indica el primer paso de nuestro esquema, debemos fijar la


meta del día. Debemos hacer una lista de todo lo que deseamos hacer durante las
24 horas del primer día, para que éste constituya efectivamente un escalón que
nos acerque a nuestra meta mayor.

Claro, existe el peligro de que —por entusiasmo— nos fijemos una cuota diaria
demasiado ambiciosa e imposible de realizar, y terminemos desalentados por no
alcanzarla. Sin embargo, la experiencia más común de nuestros alumnos ha sido
en el sentido opuesto. Todos se asombran de la enorme cantidad de trabajo que
pueden realizar con sólo seguir cuidadosamente las indicaciones relativas a
planear la ejecución, contenidas en el siguiente capítulo.
Empieza, pues, listando lo que deseas realizar mañana. Haz una lista
ambiciosa. Los primeros días servirán de experimento para determinar la magnitud
de la tarea que puedes fijarte, con base en tus habilidades y conocimientos
actuales. Posiblemente, en los días siguientes, llegarás a la conclusión de que
puedes aumentar o debes reducir tu cuota. Pero no debes permitir, por ningún
motivo, que el no alcanzar completamente una cuota te desaliente. De todas
maneras, aunque sobreestimes inicialmente tus fuerzas, los resultados que
alcanzarás al seguir las presentes indicaciones serán tan superiores a lo que hayas
logrado en el pasado, que te entusiasmarás por haber descubierto una de las
técnicas más importantes de la Autodirección. Una técnica que te llevará siempre
al éxito, junto con las demás que estás aprendiendo en este curso.

¡Manos a la obra, pues! Haz una lista ahora mismo de todo lo que debes hacer
mañana y de todo lo que te conviene hacer en los ciclos siguientes para alcanzar el
éxito al que aspiras. Haz tu lista ambiciosamente, para que su realización
constituya un escalón importante en tu ascenso a la cima.
b) Prepara tus herramientas
Si sabes ya qué herramientas vas a necesitar, prepáralas de antemano. El
trabajo, una vez iniciado, genera un impulso propio que nos permite aumentar la
velocidad y seguridad de la ejecución. Por eso, las herramientas deben estar listas
y afiladas para usarse en el momento oportuno, sin necesidad de interrumpir el
impulso creador del trabajo.

A pesar de la sencillez de esta recomendación, ¡cuántos vendedores se dan


cuenta, a la hora de llenar un pedido, de que olvidaron la pluma! Y la profesión de
ventas no es la única en la que el haber olvidado o descuidado la herramienta
produce pérdidas. Seguramente tú, muy apreciable lector, podrás recordar muchas
ocasiones en que hubieras deseado no haber olvidado esta regla tan sencilla, pero
tan importante.

Una vez que hayas decidido qué hacer, dedica el tiempo necesario para reunir
y revisar las herramientas que necesitarás. Los resultados serán muy importantes.

Además, al hablar de "preparar la herramienta", no solamente nos referimos a


los útiles físicos que necesitarás. La herramienta más importante en todo trabajo
es el conocimiento.

¡Cuántos trabajos se emprenden todos los días confiando en que el "sentido


común" indicará oportunamente cómo proceder! Hoy en día, el tan poco común
"sentido común" ya no es suficiente más que para las realizaciones más sencillas
dentro de una jornada. Como dice Hermann Hitz: "Es imposible manejar una
empresa financiera, formar un balance o pintar una pared, únicamente con sentido
común. Se necesitan conocimientos especializados. Y éstos se necesitan antes de
iniciar siquiera un trabajo". Los conocimientos especializados representan la parte
más importante de la herramienta que debemos preparar de antemano.

El doctor cirujano Martín Matter, de Zürich, Suiza, revisa en sus archivos cada
paso de una operación antes de practicarla en el quirófano, evitando así la menor
posibilidad de que se le olvide alguna técnica necesaria durante su ejecución.

Al preparar la herramienta debemos prever posibles emergencias. Si nos


preguntamos: ".Qué es lo peor que puede suceder?", podremos siempre
prepararnos a tiempo para cualquier contingencia y tener a la mano las armas con
qué enfrentarnos a ella, en caso de que se presente.
Napoleón siempre repasaba, en la noche anterior a cualquier batalla, los datos
minuciosamente recopilados acerca del terreno, la fuerza y la localización del
enemigo, librando en su mente la batalla y decidiendo de antemano sobre el
camino a tomar ante cualquier posible reacción del enemigo. Así entraba en batalla
con todos los conocimientos necesarios para enfrentarse a cualquier situación. Casi
no había para él situación inesperada que le tomara por sorpresa. Por eso se
convirtió en un genio militar incomparable en la historia de la humanidad.
Cuando el general Dwight D. Eisenhower llegó a la presidencia de los Estados
Unidos sabía que, a pesar de su brillantísimo historial militar, ignoraba gran parte
de los conocimientos indispensables para dirigir a su gran nación. A consecuencia
de ello, llegaron a ser famosos los telefonemas del presidente a los grandes
empresarios y dirigentes políticos. Antes de tomar cualquier decisión importante,
solicitaba las opiniones de especialistas en la tarea a realizar, logrando así obrar
con acierto ejemplar. Reunamos y preparemos, entonces, las herramientas y los
conocimientos necesarios para poder ejecutar con la mayor economía de esfuerzo
y tiempo, y con la máxima calidad de resultados, esa cuota que nos hemos
propuesto.

c) Planea y programa la ejecución


Aparentemente nos hemos alejando del tema fundamental de esta lección: la
administración del tiempo. Sin embargo, pronto comprenderás la profunda unidad
que existe entre los diferentes pasos de nuestro esquema de administración.

La mente humana, al igual que una computadora, trabaja con base en una
programación de cada tarea, recordando la secuencia de movimientos ejecutados
con anterioridad. Por ejemplo, llega un momento en que el automovilista pone en
marcha su coche, sin necesidad de programar conscientemente lo que debe hacer:

Sacar el llavero.
Introducir la llave del motor en el switch.
Girar la llave a la derecha.
Acelerar paulatinamente, etc.

En lugar de dar conscientemente cada uno de estos pasos, que juntos forman
el programa "poner en marcha el automóvil", el automovilista experimentado
ejecuta esta intrincada secuencia de movimientos en forma automática. De igual
manera, la mayoría de los actos de la vida diaria se ejecutan automáticamente.

El ingeniero americano Frederick Winslow Taylor fue el iniciador de la ciencia


de la eficiencia, seguido por el genio Gilbreth y otros más. Analizaron con riguroso
criterio científico las secuencias automáticas de movimientos. Y descubrieron que
todo proceso de trabajo puede facilitarse y acelerarse mediante una programación
científica de los movimientos.

Taylor logró aumentar la producción de unos obreros en un 40% mientras


cargaban los camiones de arena, con sólo intercalar pausas científicamente
calculadas para el descanso frecuente. En muchos otros trabajos, el incremento en
el rendimiento fue de 100, 200 o hasta de 300%, al aplicar una programación
correcta.

A lo largo de este curso nos limitaremos a revisar unas cuantas reglas


importantes de la programación científica, para concentrarnos en las que mejores
resultados prácticos han producido a nuestros alumnos.
d) Ejecuta tu plan con total motivación
Desde los inicios de la Historia, nos encontramos una y otra vez con líderes
que supieron apreciar la importancia de motivar a las personas que dirigían.
Carlomagno, Alejandro Magno, Leónidas, Aníbal, Napoleón, y tantos otros, siempre
supieron infundir en sus soldados la voluntad de luchar y triunfar por decisión
propia y no solamente por orden superior.
Eso significa motivar: dar a otra persona un motivo que ella lo sienta como
propio, para emprender una tarea.
El ser humano es capaz de realizar tareas increíbles. De hecho, todavía no se
conocen sus límites, ya que siempre está rompiendo sus propios records. Pero las
grandes realizaciones sólo son posibles cuando el ser humano se entrega a ellas en
cuerpo y alma, por decisión propia. El látigo, la amenaza, o la imposición, nunca
producen más que resultados mediocres, por la misma razón de que no es posible
empujar un automóvil a la misma velocidad que éste podría desarrollar si pusiera
en marcha su propio motor.
Pero hace apenas unos pocos años se ha descubierto que la motivación no
solamente es importante en la dirección de otros. También lo es en la dirección de
uno mismo, o sea: en la Autodirección.
El obligarse uno con severidad a realizar una tarea no es tan productivo como
cuando nos convencemos a nosotros mismos de la conveniencia y de la
importancia de la realización.
Colón no hubiera emprendido su viaje lleno de peligros; Hillary no se hubiera
aventurado a la conquista del Monte Everest; Ford no hubiera arriesgado sus
ahorros y los de sus amigos en fabricar un automóvil; Einstein no hubiera
descubierto la relatividad, si sólo la obligación los hubiera impulsado. Todas las
grandes hazañas han sido producto de la pasión que brota de lo más hondo de un
ser humano. Si queremos realizar grandes obras, necesitamos motivarnos a
nosotros mismos, de igual manera que Napoleón motivaba a sus soldados antes de
una batalla, inspirándolos a realizar el esfuerzo máximo y, por consiguiente, la
victoria. Esa automotivación nos inspirará a hacer los mejores esfuerzos y pondrá a
nuestro alcance realizaciones extraordinariamente grandes.
Para auto-motivarse, uno debe aprender a pensar positivamente, eliminando
todo pensamiento negativo. Debemos hacer las cosas porque nos gusta algo, y
nunca por aversión a lo contrario. Si deseas obtener riquezas, trabaja por ellas, y
no por temor a la pobreza. No te empeñes en evitar la desaprobación de tu
superior, sino en merecer su aprobación. Busca siempre lo positivo, lo afirmativo, e
ignora lo negativo. Toda actitud positiva iluminará tu vida, convirtiéndola en una
fascinante aventura que merece ser vivida, te inspirará cada día a fijarte metas
más ambiciosas y te dará la energía para alcanzarlas con entusiasmo.
El que sólo ve lo negativo de cada situación, el que trabaja únicamente por
temor a la pobreza y se esfuerza por miedo a ser reprendido, será durante toda su
vida un refugiado, y nunca un conquistador.

En todos los países del mundo abundan las personas que están en contra de
algo. Contra el comunismo, el capitalismo, el jefe severo, la mujer refunfuñona,
etc. ¡Qué distinto sería este mundo si todos se empeñaran, día a día, a favor de
algo! En lugar de rabiar contra el jefe severo, estudiémosle para ver qué le
podemos aprender (por alguna razón es el jefe), y aceptemos con gallardía el reto
de satisfacer a un superior estricto. El estar en contra de algo nos paraliza, nos
vuelve pasivos, nos hace víctimas. El estar a favor de algo nos activa, nos inspira,
y nos motiva.
Practica incesantemente esta difícil disciplina mental, hasta que se convierta en
costumbre. Pronto notarás la enorme importancia que tiene para la dirección de tu
vida.

Para motivarnos a nosotros mismos, debemos estar convencidos de que lo que


hacemos es importante. ¡Qué grande es el entusiasmo, el esmero, el esfuerzo
creador de un simple albañil, a partir del momento en que se da cuenta de que su
trabajo no es simplemente el de pegar tabiques, sino que está ayudando a
construir una casa, o quizá una catedral y realiza orgullosamente su mejor
esfuerzo!

Todo ser humano se paraliza, física y mentalmente, si siente que su trabajo no


tiene importancia. Pero, de hecho, todos los trabajos son importantes si buscamos
cuál es su finalidad mayor. El barrendero conserva la hermosura de su ciudad; el
policía defiende la justicia; y así todos los trabajos, absolutamente todos, tienen
una gran importancia en el complejo engranaje de la civilización moderna, en la
cual cada persona contribuye con su trabajo y recibe los servicios de los millones
de seres que, entre todos, producen lo que cada quien consume.

¡También tu trabajo es importante! Probablemente, hasta ahora, no te habías


dado cuenta de la gran importancia que tu actividad tiene. Te invito a que cierres
los ojos por unos minutos y veas en tu imaginación qué sucedería si no supieras
hacer bien tu trabajo, si lo hicieras mal, o si éste se dejara de hacer. ¿Quiénes
sufrirían en tu empresa, en tu comunidad, en tu patria, en tu familia? ¡Ves cómo
hay muchas personas que cuentan contigo!

Tu trabajo es importante, no cabe duda. El saber esto te inspirará y te dará


ánimos para superarte cada día más. Conocer las labores de tus compañeros,
cuyos trabajos engranan con el tuyo, te ayudará grandemente a apreciar la
importancia de tu actividad. Verás cómo otros dependen de ti, al igual que tú de
ellos. Además, irás adquiriendo una visión más completa de la función del
departamento o de la empresa donde laboras, lo cual te ayudará a capacitarte
para futuros ascensos, y para la planeación general de tu carrera. Recuerda lo que
dijo Abraham Lincoln: "Cuando llegue mi oportunidad, ¡estaré listo para ella!".
Una actitud positiva, el aprecio constante de la importancia y la conveniencia
de ejecutar cada trabajo, te permitirán motivarte a ti mismo. Una vez motivado,
emprenderás cada labor inspirado por el deseo de triunfar en ella. Te animará ese
motivo propio que frecuentemente se convertirá en pasión, y el cual te impulsará
hacia tu meta, sin que dificultad u obstáculo alguno te puedan frenar.

Una vez que hayas dominado la técnica de motivarte a ti mismo, seguramente


empezarás, poco a poco, a aplicarla a otras personas. El saber motivar te dará
poderes casi increíbles. Te permitirá lograr las metas más sublimes que puedas
concebir, simplemente porque sabrás cómo apasionarte a ti mismo y a los demás.
¡La pasión creadora no reconoce límites ni obstáculos!
Cómo administrar el tiempo y trabajar con eficiencia II

a) Empéñate y trabaja con decisión,

¿Conoces la leyenda del conquistador mongol Tamerlán en la India? Cuando ya


estaba a punto de apoderarse de la península del Indo, el maharajah de Manipur
(un estado hindú) le salió al encuentro al frente de un enorme ejército. Tras la
lucha, el conquistador mongol vio derrotadas sus tropas y tuvo que huir, confiando
en la rápida carrera de su caballo.

Perseguido de cerca, se refugió en una cueva, y allí esperó a que pasaran sus
perseguidores. En la penumbra de su escondite, el conquistador creía que todo
estaba perdido, que la derrota padecida había hecho cambiar por completo su
suerte.

De pronto, se fijó en una hormiga que pretendía cargar un grano de trigo diez
veces mayor que ella hasta la entrada del hormiguero, que estaba en la pared a
unos centímetros de altura sobe el suelo. El pequeñísimo insecto no se detuvo
ante los obstáculos: el camino pésimo, el peso de la carga y la falta de energía. Al
primer intento, grano y hormiga rodaron hasta el suelo. En vez de desanimarse por
aquel fracaso, el animalito volvió a coger el grano de trigo e intentó de nuevo subir
hasta la entrada del hormiguero —con igual desgracia, porque de nuevo cayó el
trigo al suelo.

Tamerlán empezó a tener interés en aquella lucha desigual, y quiso ver su


resultado. Al cabo de treinta y ocho veces de habérsele escapado el grano de trigo,
la hormiga lo cogió nuevamente, y esta vez logró llevarlo hasta la entrada del
hormiguero.

Tamerlán, que era muy supersticioso, creyó que aquel ejemplo de voluntad
inquebrantable que acababa de presenciar era un aviso para él. Montó en su
caballo y volvió al campo de batalla, reunió a muchos de sus partidarios y,
embistiendo de nuevo contra sus desprevenidos enemigos, los derrotó y prosiguió
su marcha triunfal hacia Occidente.

La diferencia tan grande entre el Tamerlán derrotado, escondido en la oscuridad


de una cueva, y el Tamerlán conquistador, invencible, estaba exclusivamente en el
grado de su determinación de triunfar.

La gran mayoría de la gente es muy afecta a culpar a las circunstancias o a la


suerte cuando fracasan. No se dan cuenta de que casi siempre la diferencia entre
el desastre y la gloria, entre la derrota y la victoria, está en hacer un intento más.
En cualquier campo, la derrota no es más que el resultado de haberse rendido
mentalmente. Mientras uno, interiormente, no abandone la lucha, no puede haber
derrota.

De niño, Milton Eisenhower se infectó la pierna. Los médicos opinaron que no


había más remedio que amputarla. Pero el muchacho no estaba dispuesto a
abandonar la lucha. Puso a su hermanito Dwight en la puerta de su recámara, y le
pidió que no dejara entrar a nadie cuando vinieran a llevarlo al hospital. Ante la
ferocidad con que el pequeño Dwight defendía la puerta, los médicos
reconsideraron su decisión, y se salvó la pierna.

Podría uno discutir que los muchachos Eisenhower actuaron en forma imprudente.
Pero todo está en el punto de vista. Milton simplemente no quería vivir sin sus dos
piernas. Prefirió arriesgar la vida en una lucha con la muerte, y no se conformó
con salvar la vida mediante el sacrificio de su pierna.

¡O todo o nada!, es considerado como un reprensible grito de soberbia. Pero,


miremos alrededor nuestro, con lupa y telescopio, y no encontraremos una sola
realización humana realmente valiosa en la cual no haya habido pasión.

La voluntad férrea de realizar un próposito a cualquier precio, a como dé


lugar, sin tregua, fue parte esencial de la conquista del Polo Norte, de la
ascensión al Everest, de la creación de toda gran empresa. Y, con mayor razón, es
factor esencial de una vida victoriosa.

En la naturaleza, tenemos un ejemplo hermoso en la creación de una nueva vida.


Una vez que en el vientre de la madre se inicia el período embrionario del nuevo
ser, absolutamente todo se subordina al propósito creativo. Si al feto le hace falta
alguna sustancia, señala su necesidad a la madre creándole antojos. Si la madre
no responde al llamado urgente, el feto echa mano del cuerpo mismo de la
progenitora, retirando calcio de sus dientes y huesos y arrebatándole su vitalidad
misma.

¡Qué enorme diferencia hay entre el propósito absoluto, la decisión inquebrantable


y la lucha sin tregua, y la cómoda y deprimente aceptación de una derrota! Un
hombre de bien puede ganar una fortuna y perderla en una catástrofe, para
después volver a levantarse. Es más, lo puede lograr varias veces. El que no
comprende la importancia de hacer un esfuerzo más, quizá llegue a saborear
brevemente el éxito; pero nunca lo conquistará, nunca lo tendrá seguro, nunca
será dueño y señor de él.

No cabe duda alguna de que el empeño —trabajar con decisión y entrega


absoluta— es uno de los requisitos más importantes para lograr el éxito. Una gran
oportunidad casi siempre viene disfrazada de trabajo muy intenso.
¡Qué maravillosa perspectiva para cualquiera! Cada quien puede, si quiere,
moldear a su voluntad su destino. Todas las personas normales nacen con las
habilidades necesarias para realizar obras importantes. No necesitan más que
empeñarse.

Los grandes conquistadores, los estadistas famosos y los dirigentes notables de


empresas, se han distinguido siempre por su trabajo afanoso. Y lo mismo se puede
decir de los grandes en la poesía, en las artes y en las ciencias, pues al estudiar
sus vidas, siempre encuentra uno que se caracterizan por su trabajo incansable y
apasionado. El hombre que sobresale es porque se fija metas dignas y audaces, y
se esfuerza por realizar sus ideales lo más pronto posible.

O.S Narden lo expresa así: "Considera cada momento de tu vida como una
oportunidad, porque no puedes saber en qué momento el destino te esté tomando
la medida para darte un puesto mayor".

Hermann Hitz dice: "iSeñálate metas elevadas! ¡Esfuérzate por alcanzarlas!


¡Empéñate en lograr rápidamente lo que ansías! ¡Sueña con ello, vive para ello,
lucha por ello! ¡Sé constante y fiel a ti mismo! Y, tan seguro como que hay
estrellas en el cielo, llegarás a tiempo a la verdadera meta de tu vida".

El hombre del siglo XXI está en peligro de olvidar la gran importancia del
empeño. Los sindicatos de trabajadores han hecho creer a muchas personas que
el máximo anhelo debe ser obtener el mayor salario a cambio del menor trabajo
posible. Y ha contribuido a esta creencia la propaganda de ciertos gobiernos, para
promover una 'mejor distribución de la riqueza". El medio favorito para lograr
dicha "distribución" es el de castigar al que más produce con un porcentaje de
impuestos más alto. Pero la realidad es diferente. Si en este momento
distribuyéramos por partes iguales toda la riqueza del mundo entre sus habitantes,
a los cinco minutos ya existirían personas más pobres y otras más ricas. Algunos
invertirían su parte en semilla, o quizá en una prensa para fabricar tabiques, y así,
crearían nuevas riquezas. Otros irían al cine, o festajarían su fortuna en una
taberna, reduciendo o inclusive perdiendo lo suyo.

Como ya vimos en este curso, sólo hay una manera de crear riqueza: fabricar un
producto o prestar un servicio de utilidad para el consumidor, quien otorga el
premio de la riqueza al que le sirve bien.

Quisimos hacer esta pequeña excursión por el campo de la economía, para que tú,
estimado alumno, comprendas el gran peligro que encierra la actitud de muchos
sindicatos y gobiernos. La ayuda al necesitado nunca debe generar un castigo al
más productivo. No solamente resulta lastimado este último, sino también los que
se benefician por sus productos o servicios, o sea los consumidores - los pobres y
los ricos.
Analicemos este punto más a fondo: Supongamos que en un país imaginario todo
el mundo trabaja 50 horas por semana, produciendo 5,000 relojes. De repente, el
gobierno ordena reducir la semana de trabajo a 40 horas, por lo que sólo podrán
fabricarse 4,000 relojes. Indudablemente, todos los habitantes tendrían más
tiempo para ir al cine, asistir a los juegos de fútbol, o simplemente para "matar el
tiempo". Pero —y aquí radica la verdad esencial— los habitantes resultarían más
pobres en un 20% que los de otros países que siguieran laborando 50 horas
semanales.

Ahora comprendemos por qué la persona ambiciosa que desea sobresalir, o


acumular riquezas, forzosamente tiene que empeñarse, tiene que producir más,
trabajar más horas, esforzarse aún cuando los demás están descansando o
"matando el tiempo".

La historia nos señala ejemplos tan famosos como el de Johann Sebastian Bach, el
famoso compositor alemán. Produjo tantas obras, que un copista profesional
necesitaría trabajar 8 horas diarias durante 55 años para copiarlas todas.

Pero no es necesario que nos fijemos únicamente en figuras históricas. Ve cuál es


la oficina donde está encendida la luz a altas horas de la noche, y encontrarás a un
hombre empeñándose en su trabajo. No hace falta ser adivino para asegurar que
ese hombre triunfará, dejando atrás a todos los que huyeron del taller o de la
oficina a las 5 en punto.

Ese hombre probablemente no está buscando el sueldo adicional de las "horas


extras", simplemente ha comprendido que cada minuto de trabajo que emplea,
representa una inversión en su propio destino, lo que es mucho más importante
que la compensación adicional que podría exigir a su superior. Aquí conviene que
recordemos el lema de los Rotarios: "Se beneficia más quien mejor sirve".

Tu semana de trabajo puede ser de 6 días, y tu jornada de sólo 7 ó 6 horas. Pero,


hay 7 días completos en cada semana, y 24 horas enteras por día, para que tu
empeño te lleve a la realización de tus anhelos. Reserva los tiempos necesarios
para el descanso y la diversión; pero no permitas que una "conquista sindical" o
una legislación laboral limiten tu derecho a buscar el éxito mediante el empeño. Tu
obligación como empleado es limitada; pero tu derecho a la superación personal,
por medio del empeño, no reconoce límites.

Recuerda estos importantes consejos:

El posponer un trabajo desagradable es nocivo. Ejecútalo con decisión. Mientras


estés titubeando y perdiendo tiempo, no podrás dejar de pensar en la tarea
pendiente. La preocupación que esto origina consume más energías que la
realización misma del trabajo. Ahorrarás tiempo y energías si actúas en lugar de
preocuparte.

Haz todo lo mejor posible desde el principio. Nunca dejes un trabajo a medias,
porque al quererlo terminar o perfeccionar posteriormente, necesitarás encarrilarte
de nuevo, lo que ocasiona un gasto inútil de tiempo y energías.

Toma decisiones con rapidez, y no cambies de rumbo, a menos que sea


absolutamente necesario. Casi siempre existen varias opciones para proceder. Lo
mejor es decidirte rápida y definitivamente por una de ellas. Casi siempre es mejor
cualquier decisión que la indecisión. Reúne primero toda la información disponible,
para fundamentar bien tu decisión; pero luego decídete. No hay actitud tan
paralizante como la indecisión y el titubeo.

b) Concéntrate.

Napoleón dijo: "Cuando estés realizando un trabajo, entrégate a él. Olvida que
existe otra cosa".

Thomas Carlyle expresó el mismo pensamiento así: "Nuestro trabajo más


importante no es resolver los problemas que se ven vagamente en la distancia,
sino solucionar los que se encuentran inmediatamente delante de nosotros".

El poder creativo del hombre es prodigioso. Por medio de su mente inteligente, ha


logrado poner a su servicio diferentes fuerzas de la naturaleza: el caer del agua, el
viento, las mareas, la electricidad, el hervor de la lava volcánica, el petróleo y
hasta la increíble potencia liberada por la fisión nuclear. La pequeña fuerza propia
del hombre ya no representa una limitación a sus ambiciones: puede poner en
acción energías inconcebiblemente grandes con sólo oprimir un botón para el que
la fuerza física de un niño es suficiente.

Esto nos permite darnos cuenta del enorme alcance y potencialidad de la mente
humana. Las fantasías más increíbles de soñadores como Julio Verne han sido
superadas absolutamente, de forma que hemos aprendido a rechazar toda idea de
limitación a lo que la mente humana puede lograr.

Pero lo puede lograr únicamente cuando está concentrada. No es posible pensar a


la vez varias cosas. La mente sólo puede trabajar productivamente mientras esté
concentrada en un solo asunto.

Cuando el hombre vivía asediado por una naturaleza cruel que amenazaba su vida
a cada instante; cuando los animales salvajes acechaban a la entrada de su
primitiva morada; cuando el hielo cubría gran parte de la tierra y limitaba los pasos
del hombre y su posibilidad de alimentarse, la mente le servía principalmente para
estar en constante alerta contra los peligros mortales que le rodeaban. De ahí que
aprendió a observar con inquietud todos y cada uno de los movimientos a su
alrededor. Una hoja que se movía, o una piedra que rodaba, podían anunciar un
ataque sorpresivo de alguna fiera. Nunca podía fijarse en un solo detalle y olvidar
lo demás, porque ponía en peligro su vida.

Fue hasta miles de años después cuando el hombre, en la seguridad temporal de


su cueva vigilada por compañeros vigías, llegó a gozar, a instantes, de una mayor
tranquilidad. Empezó a concentrarse en los problemas de su vida diaria,
poniendo a trabajar su mente, por primera vez, en tareas realmente creativas, en
lugar de usarla únicamente como instrumento de supervivencia. Inventó el hacha
de piedra para derribar árboles y matar animales gigantes. Inventó el arco, la
lanza, las trampas para animales. Aprendió a hacer fuego, a curar pieles para
cubrirse de la inclemencia del tiempo. Y, a lo largo de muchos siglos, creó el
moderno automóvil, el cohete interplanetario, los antibióticos y otras incontables
realizaciones cuyo conjunto forma la civilización moderna.

Vimos en la lección 2 que la clave para concentrarnos está en el deseo que


generemos. Conviene que repases ahora ese capítulo con todo cuidado, antes de
que continúes estudiando el presente texto.

Entonces estudiaremos juntos algunos aspectos interesantes que te ayudarán a


"prender y apagar" tu concentración mental, como si estuvieras manipulando el
apagador eléctrico de tu lámpara de mesa.

La definición clara del deseo es la base para lograr la concentración. Hay, sin
embargo, algunas técnicas adicionales que te conviene conocer y aplicar.

Buena parte de la concentración está en eliminar las distracciones. Por ello te


conviene mantener tu lugar de trabajo siempre limpio. Ten a la vista sólo los
papeles e instrumentos que necesites para el trabajo en que deseas concentrarte.

El que conversa con otros mientras trabaja, reduce grandemente su concentración.


Hablar y trabajar al mismo tiempo no se llevan. Es el trabajo el que pierde.

Al ejecutar un trabajo, frecuentemente se presentan ideas desligadas de lo que se


está haciendo, en forma de "relámpago mental". Muchas de ellas son valiosas y
aprovechables, por lo que sentimos la tentación de suspender lo que estamos
haciendo para llevar a cabo la ocurrencia repentina. Esto tendrá dos efectos
negativos: se suspenderá un trabajo antes de haberlo terminado, y, lo que a veces
es aún más importante, se interrumpirá el proceso creativo del subconsciente, el
cual se realiza con mayor facilidad cuando la mente consciente está ocupada en un
trabajo distinto. Claro está que algunas de esas "inspiraciones" que
repentinamente se apoderan de nuestra mente sin previo aviso son de tal
importancia, que exigen atención inmediata. Pero, por lo general, conviene más
seguir el trabajo que se está realizando. Lo que es indispensable es que anotes
inmediatamente, en el momento mismo del "relámpago mental", la idea que se te
ocurrió. Este tipo de "inspiraciones" se borran de la mente con la misma rapidez
con que aparecen. Por eso, ten siempre un papel y lápiz a la mano para poder
captar ese precioso producto de tu subconsciente, y aprovecharlo después, cuando
hayas terminado lo que estés haciendo.

Evita que personas inoportunas te interrumpan en tu trabajo. En forma cortés


debemos aprender a decir no a todo el que nos venga a quitar el tiempo. También
debemos aprender a decir no a nosotros mismos cuando la satisfacción de un
impulso ponga en peligro nuestra concentración.

Si te cuesta trabajo la concentración, te recomendamos el siguiente ejercicio, que


puede ser practicado hasta en el transporte que te lleva a tu oficina. Los
resultados son sorprendentes:

Escoje cualquier número entre 0 y 10. Luego agrega mentalmente la cifra 7


cuantas veces sea necesario para llegar a la cifra más cercana a 1,000. Por
ejemplo:

4 más 7= 11, más 7= 18, más 7= 25, más 7= 32, más 7= 39, etc. Más adelante,
cuando dicho ejercicio ya te parezca demasiado fácil, puedes agregar, en lugar de
una, dos cifras diferentes alternadamente. Por ejemplo (aquí alternaremos con el 3
y el 5): 8 más 3= 11, más 5= 16, más 3= 19, más 5= 24, más 3= 27, etc. En
muy poco tiempo, esta práctica fortalecerá tu poder de concentración tanto, que te
permitirá trabajar inclusive en medio de una fiesta infantil. ¡Haz la prueba! La
concentración es casi como un músculo que puede fortalecerse increíblemente,
con sólo ejercitarlo con constancia.

Lograrás realizar más trabajo —y de una calidad mayor— si en todas las situaciones
de la vida te habitúas a concentrar tus pensamientos en lo que estés haciendo.

Arthur Conan Doyle, el médico que se convirtió en autor del famoso Sherlock
Holmes, es un buen ejemplo de lo que se puede lograr con la concentración. Podía
trabajar en medio del tumulto más impresionante. Su pequeña hija jugaba
frecuentemente con el cráneo de un oso que él conservaba encima de su
escritorio. Sin embargo, esto no lo distraía. En varias ocasiones, fotógrafos de
prensa se acercaban a su escritorio para tomarle fotografías. Aparentemente él ni
se daba cuenta, y seguía escribiendo como de costumbre. Amigos suyos, que ya
conocían sus costumbres de trabajo, se introducían en su cuarto tapizado de azul y
platicaban entre sí con toda libertad. Sin embargo, sir Arthur los ignoraba, y seguía
trabajando como siempre. Este es un ejemplo de una descortesía monumental, y
también un ejemplo de una concentración eficiente.
Fíjate la meta de aprender a concentrarte con facilidad y eficiencia, por
tiempos prolongados.

Todo ser humano puede desarrollar la habilidad para concentrarse con facilidad.
Sólo hace falta práctica. Si practicas, empezarás a notar en pocas semanas que
se te va facilitando cada vez más la concentración. Y si te empeñas durante unos
pocos meses, tu habilidad te ayudará a incrementar, en forma impresionante, tu
productividad en cualquier actividad que escojas. Los beneficios que te
esperan merecen tu mejor esfuerzo.

Es conveniente que midas frecuentemente tu poder de concentración, para


determinar la mejoría lograda por medio de estos conceptos y ejercicios. A
continuación hay un exámen que debes realizar tres veces, con un mes de
intervalo entre cada uno, siguiendo cada mes las mismas instrucciones precisas.
No debes mandar estos exámanes al Instituto, ya que los puedes calificar tú
mismo.

INTRUCCIONES: En cada renglón de la tabla siguiente, hay uno o más pares de


números vecinos que, sumados, dan 10. Busca dichos pares y subráyalos.
Ejemplo: 29463 07 4 1 3.

Realiza esta prueba a la mayor velocidad posible. Pide a un amigo que controle el
tiempo con reloj en mano. No rebases el límite de 7 minutos; de lo contrario, el
resultado no será válido.

Registros para TTa utoca lificaciónTT:

117 o más pares: Poder de concentración excepcional.


106 a 116 pares: Poder de concentración bueno.
95 a 105 pares: Poder de concentración regular.
Menos de 94 pares: Poder de concentración pobre.
Medición del poder de concentración,
realizada con fecha
CALIFICACION__________

LIMITE DE TIEMPO: 7 MINUTOS

A: 2914875639467883 1234567898765437
B: 98765432198765451421521621728192
C: 12345678912345671321631746135124
D: 33467382914567349129123 198765 190
E: 53982776675370988028382082465934
F: 20563770835749745505533554465505
643289763782093824 5 7864018258640
76554744466688831345178913141561
1: 3 2 1 3 2 11 2 3 1 2 3 54 3 78 2 3 9 2 3 7 2 3 6 3 2 4 3 7 6
3: 98798787682676570198684743289610
K: 19873826455910884234568345679467
L: 24682468369118194455566667777738
M: 83659172375943767766554433221 199
N: 91827364558183729108207456789234
0: 27348556472378826775675675645766
P: 63860918764382928765463435432321
Q: 97543354682254668574635296645342
R: 40439347368247463647586972837283
S: 90161984632876428487659071151682
T: 83654289661036826754698547342891
U: 43654876983473896474676476473468
V: 89573869010285378232818171615648
W: 64286497628018365283667688991122
X: 48295163837846752266337744885599
Y: 62482746389619848328455918264379
c) Divide el trabajo en tareas parciales.

Al efectuar los llamados "estudios de tiempos y movimientos", indispensables para


aumentar la eficiencia en el trabajo, se descubrió un fenómeno interesantísimo,
llamado "declive de la meta". Se trata simplemente de que la ejecución de todo
trabajo tiende a acelerarse al acercarse la meta.

Una y otra vez, se ha observado que el automovilista maneja a mayor velocidad al


acercarse a su destino. En laboratorios se ha visto que las ratas que se colocan en
un laberinto echan a correr cuando se acercan a la salida. En la Foundation for
Better Reading, institución dedicada a estudiar y mejorar los hábitos de lectura, se
comprobó que, por lo general, la gente lee a una velocidad muy superior al llegar a
las últimas páginas de un libro.

Ya estudiamos la importancia de fijar metas. Con el conocimiento del fenómeno


del "declive de la meta" comprenderás que el señalar una meta le dará a todas tus
actividades un impulso extra que se traducirá en un aceleramiento final.

Pero no hay razón para que te limites a un solo aceleramiento final, a un solo
"declive de la meta" en la ejecución de un trabajo. Al contrario, puedes producir
varios de estos impulsos dinámicos, lo que aumentará tu productividad sin
causararte cansancio.

Es sencillo. Todo lo que tienes que hacer es dividir cada trabajo en partes, en
tareas parciales. Así, cada vez que te acerques al final de una tarea parcial,
sentirás el "declive de la meta", el cual acelerará y facilitará tu esfuerzo tantas
veces como tareas parciales hayas hecho del trabajo total.

Al dividir un trabajo en tareas parciales, es necesario que recuerdes que cada tarea
debe representar un trabajo redondeado y terminado. No cortes un trabajo que
requiere continuidad simplemente porque deseas formar tareas parciales, ya que
perderías tiempo y esfuerzo al tener posteriormente la necesidad de volverte a
encarrilar en una realización que dejaste a medias. Sin embargo, encontrarás que
la gran mayoría de los trabajos permite su fraccionamiento en tareas parciales que
forman procesos completos de trabajo, evitando así la necesidad de volver a
encarrilar la mente posteriormente.

En el Instituto Maurer hay un buen número de jovenes que se dedican a doblar e


insertar en sobres todos los miles de envíos que a diario hacemos a nuestros
alumnos. Hemos comprobado que el número de envíos que prepara una persona
en una jornada de trabajo, aumenta entre un 25% y un 30% si el empleado coloca
en su mesa sólo un número reducido de envíos por preparar, en vez de amontonar
desde el principio, como antes lo hacían, una montaña de trabajo de
desalentadora magnitud.
Es bueno colocar sobre tu escritorio o mesa únicamente los elementos requeridos
para llevar a cabo un solo trabajo, o, en su caso, una tarea parcial del mismo.
Todos los demás trabajos pendientes y, por la misma razón, la agenda, el teléfono,
los retratos de tus seres queridos, etc., deben encontrar acomodo en un cajón, o a
tus espaldas, para que en tu campo visual existan únicamente los elementos para
un solo trabajo.

La falta de distracción visual te ayudará a concentrarte con mucha mayor


intensidad, y hará posible que actúe a tu favor el "declive de la meta", mismo que
no puede existir cuando una tarea parcial se confunde con las siguientes.

La magnitud ideal de la tarea parcial varía para direrentes personas. Hay


individuos que necesitan fraccionar sus tareas en porciones de 5 a 10 minutos, y
otras personas que pueden realizar trabajos eficientemente durante más de una
hora. El promedio que hemos podido establecer es de 20 minutos.

Indudablemente, tú podrás determinar la magnitud ideal de tus tareas parciales


mediante tu observación personal. Nadie se podrá dar cuenta mejor que tú de la
magnitud de tarea parcial que te permitirá trabajar con el menor cansancio y
aburrimiento -y con la mayor eficacia.

Si la magnitud de la tarea escogida por ti es adecuada, notarás un aumento de


velocidad al acercarte a su término. Si te fijaste una tarea excesiva, sentirás
cansancio, aburrimiento- y el "declive de la meta" te producirá más bien una
sensación de alivio que de satisfacción.

Vale la pena que te observes a ti mismo con gran cuidado para adaptar tus hábitos
de trabajo a tu naturaleza personal. El beneficio que obtendrás será una mayor
productividad personal y, lo que es igualmente importante, una honda satisfacción
en tu trabajo.

d) Ordena las tareas.

Ivy Lee manejaba una empresa especializada en eficiencia, en la ciudad de Nueva


York. Tenía como clientes a los Rockefeller, a los Morgan, a los Duponts, el
Ferrocarril de Pensilvania, y a muchas otras compañías grandes. Un día visitó a
Charles M. Schwab, de la Compañía Carnegie Steel, y le dijo: "Con nuestros
servicios sabrá usted cómo dirigir su negocio mejor". Schwab le contestó: "No
estoy manejando mi negocio tan bien como sé hacerlo. Lo que se necesita aquí no
son más conocimientos, sino más acción. Si usted me puede dar más acción, con
todo gusto lo escucharé y pagaré lo que usted me pida". Ivy Lee le contestó: "En
20 minutos, yo le puedo dar un plan de trabajo que aumentará su acción y su
productividad en cuando menos un SOS/o".
Lee le entregó a Schwab una tarjeta, y le dijo: "Anote aquí las 6 cosas más
importantes que debe usted hacer mañana". Schwab lo hizo, y ocupó en ello
aproximadamente 3 minutos. Luego le dijo: "Numere estos asuntos por orden de
importancia". Pasaron 2 minutos más. "Mañana en la mañana", le dijo Lee, "Saque
esta tarjeta de su bolsa, y empiece a llevar a cabo el trabajo número 1. Cerciórese
cada 15 minutos de que efectivamente se está concentrando en el trabajo número
1, y siga en él hasta que lo termine completamente. Luego ejecute el trabajo
número 2, y así, sucesivamente, los demás, hasta la hora de salida. Si solamente
llega usted hasta el número 1 ó 2, no debe preocuparse, ya que habrá estado
trabajando en los asuntos más importantes del día. Al final de cada día, emplee los
últimos 5 minutos para preparar su lista de los trabajos más importantes para el
día siguiente. Pruebe esta técnica todo el tiempo que usted guste, y después
envíeme el cheque por la cantidad que considere usted justa por la idea que le
acabo de dar".

Dos semanas despúes, Lee recibió de Schwab un cheque por la cantidad de 25,000
dólares. Si la idea de Ivy Lee fue lo suficientemente importante para que Schwab
le pagara la fabulosa cantidad de 25 000 dólares por ella, bien vale la pena que tú
también la hagas tuya.

El ser humano es, por naturaleza, activo. Desde el niño hasta el adulto, todos
están en actividad incesante, ya sea física o intelectualmente. El encefalograma,
método para medir y registrar los impulsos eléctricos que emite el cerebro en
actividad, demuestra que aun en el sueño más profundo la mente humana sigue
trabajando. Y, si nos referimos a la actividad puramente física, podemos notar que
ésta cesa sólo por instantes, siendo el estado normal del organismo uno de
constante movimiento.

Desafortunadamente, gran parte de esa acción se lleva a cabo sin porpósito claro y
es dedicada a asuntos secundarios o banales, mientras las pocas tareas
verdaderamente importantes son pospuestas y a veces abandonadas ante el
mayor número de asuntos menores que reclaman atención.

Se impone entonces la necesidad de clasificar las tareas por realizar, de acuerdo


con su importancia relativa, para llevarlas a cabo en ese orden. Como dijo Ivy Lee:
"Si solamente llega usted hasta el número 1 ó 2, no debe preocuparse, ya que
habrá estado trabajando en los asuntos más importantes del día".

Para trabajar eficientemente, hay que saber distinguir entre lo importante y lo


menos importante. Necesitamos saber qué es lo que podemos dejar a un lado sin
que tengamos un resultado adverso.
Toda persona pierde mucho tiempo a diario por no saber con qué y dónde
empezar. De ahora en adelante, tendrás una importantísima técnica más en tu
instrumental de persona autodirigida. Sólo necesitas dedicar 5 minutos en la
noche anterior a hacer una lista, por orden de importancia, de los trabajos para el
día siguiente. Así, nunca serán los trabajos superfluos o secundarios los que
recibirán —como muchas veces ha pasado— atención preferente. ¡Hazlo a partir de
ahora mismo! Te sorprenderás de los resultados, y pronto comprenderás por qué
Charles M. Schwab valuó esta idea en 25,000 dólares.

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