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Lección 2 ADI
Lección 2 ADI
Poco a poco, desliza la regla con más rapidez, reduciendo así el tiempo en
que deberás percibir las palabras o frases, lo que obligará a tu vista a
acostumbrarse a captar más rápidamente.
Más adelante, podrás ejercitarte también con números, lo que es un poco más
difícil que la lectura de palabras.
x d tu el
g h ca yx
r e er ib
f o fo bu
a e el se
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j mi di
q n en ta
b k ye ce
g t xi ep
u y ab os
c i su en
m s qe lo
w n do ni
y e fi yq
4 89 291 987
2 14 321 123
9 67 416 334
5 51 978 539
3 76 894 205
4 89 732 643
0 32 116 765
6 19 590 3121
1 27 336 9879
7 34 228 1987
3 54 404 2468
8 78 677 8365
22 99 978 9192
8764936 928376433
5678912 987654321
6159284 123456789
9468246 365784192
6835739 919683647
7845634 948739361
8245638 810826794
8916109 852010968
4393404 374389678
5334579 630166982
91906836 467823648
65584372 474286374
46372819 645228643
27195638 9283467819
86428642 8873274655
62837891 7381855463
78789786 7349573271
21123123 1811693856
44745567 8019554628
67982346 5676286787
g) Otras técíiicas útiles para aumentar la eficiencia en la
lectura y en el estudio.
Todo aprendizaje debe ser activo. Debe ser una "discusión" animada con el
autor, que dé por resultado final una aceptación razonada de una parte de sus
ideas, y un rechazo amistoso de lo demás. Muchas veces, las ideas más valiosas
para el estudiante no son precisamente las expuestas por el autor, sino las que
durante la lectura le ocurren al lector por asociación mental.
Mis libros más queridos están llenos de anotaciones. A veces subrayo palabras
o frases enteras que, para mí, tienen gran importancia. Frecuentemente saco de
los estantes algún libro que leí hace muchos años, y, debido a las anotaciones que
lleva, recuerdo fácilmente las hermosas aventuras intelectuales que viví al
estudiarlo por primera vez. Es más, como mi estudio fue casi tan activo como una
discusión cara a cara con el autor, recuerdo gran parte del contenido de cada uno
de los miles de tomos que conservo en mi biblioteca.
Hay personas que manejan los libros con una reverencia tal, que nunca
pensarían en hacer una anotación marginal en ellos. Los espacios blancos les
merecen un respeto absoluto, y tratan sus tomos con las puntas de los dedos,
como si fueran delicadas joyas de incalculable valor. Sin embargo, un libro sólo
tiene valor si obtenemos de él información útil.
II. Repasa
El que realmente sabe algo bien, el que ha entendido bien una enseñanza, es
el único que puede llevarla a la práctica.
Para ello, debemos quitar la vista del texto, o cerrar el libro, y repasar, parte
por parte, el razonamiento del autor, así como nuestros acuerdos y desacuerdos
con él. Una ventaja adicional —de incalculable valor— es que esto nos permitirá
fijar en nuestra memoria la nueva información adquirida, convirtiendo así una
posible ganancia pasajera en riqueza intelectual permanente y firme.
Existen foros como Facebook, Twitter, Google+, etc. que sirven no sólo para
cuestiones sociales, sino para compartir información técnica, ideas y experiencias
profesionales, y hasta puedes unirte a grupos de internautas afines a tus intereses.
Inclusive, hay sitios donde puedes ofrecer tus servicios profesionales, como
Linkedln.
Eso sí, la Internet no ha logrado desbancar a los libros. Hay literatura muy
valiosa que sólo encontrarás en ese formato. Pero puedes servirte de la Internet
para investigar sobre los títulos más convenientes para tus intereses, y en qué
librerías conseguirlos. Hay sitios como Amazon en los que, si cuentas con tarjeta
de crédito o débito, puedes pedirlos a domicilio, o en formato kind/e, que te
permite leer tu libro en el dispositivo digital que prefieras. Nunca desaproveches en
estos sitios el área de comentarios, para que conozcas la opinión de quienes ya
han leído el libro que te interesa y así decidirás mejor si vale la pena comprarlo.
Inclusive, después de leerlo, tú también puedes publicar tus comentarios, los
cuales podrán provocar otros comentarios y obtendrás una experiencia más
enriquecedora de tu lectura.
Por los experimentos que hemos hecho con grupos de alumnos en el Instituto,
llegamos a saber que dialogar con uno mismo produce una extraordinaria lucidez
del pensamiento. Descubrimos nuevos enfoques, nuevos puntos de vista que nos
permiten comprender mejor un problema o un razonamiento, y por tanto, actuar
con más certeza.
Todos tenemos momentos durante el día en que podemos hablar con nosotros
mismos, sin exponernos al ridículo ante nadie. Aprovecha esos momentos, y te
convencerás de la importante ayuda que significará el poder hablar libremente con
el ser más leal, comprensivo e interesado en ti, o sea, tú. Esta nueva técnica en
tus estrategias de persona autodirigida será de insospechado valor.
El tercer sentido que puede usarse con cierta frecuencia, para ayudar en el
estudio, es el tacto. Todos conocemos la tendencia imparable del niño a tocar,
que es tan útil e importante para su formación. Siempre que puedas valerte del
sentido del tacto para reforzar la impresión transmitida a tu cerebro por los demás
sentidos, lograrás una comprensión más firme y más perdurable de lo aprendido.
El sentido del tacto es usado provechosamente cuando anotas algo o lo
dibujas; cuando tocas algo o le das forma objetiva.
Thomas Jefferson se esforzó por utilizar todos los momentos que normalmente
se desperdician durante los viajes o en los momentos de espera. Diseñó un
escritorio portátil, aproximadamente del tamaño de una carpeta, para poder seguir
trabajando mientras viajaba. En él, escribió la Declaración de Independencia de los
Estados Unidos. Hoy, miles de personas llegan de lugares distantes para ver aquel
escritorio en el Smithsonian Institution de Washington. Una vez escribió Jefferson
a un amigo: "Es maravilloso cuánto puede uno hacer, si lo hace uno
constantemente".
El tener un lugar privado, donde puedas estudiar y discutir contigo mismo las
ideas, los razonamientos, o los consejos de los autores importantes para ti, y vivir
así la suprema aventura intelectual, no es un lujo, es una necesidad para un ser
decidido a ascender por los escalones del éxito.
Walter B. Pitkin dijo: "Dime cómo utilizas las 24 horas del día, y yo te diré qué
clase de hombre eres".
Una meta a largo plazo (como el éxito en la vida) se alcanza, por lo general, en
metas parciales (anuales, mensuales, semanales, o diarias). Cada meta abarcará
un ciclo de operaciones para su realización. Siguiendo estos pasos lograrás una
óptima administración del tiempo en cada ciclo:
I. Fija la meta
Claro, existe el peligro de que —por entusiasmo— nos fijemos una cuota diaria
demasiado ambiciosa e imposible de realizar, y terminemos desalentados por no
alcanzarla. Sin embargo, la experiencia más común de nuestros alumnos ha sido
en el sentido opuesto. Todos se asombran de la enorme cantidad de trabajo que
pueden realizar con sólo seguir cuidadosamente las indicaciones relativas a
planear la ejecución, contenidas en el siguiente capítulo.
Empieza, pues, listando lo que deseas realizar mañana. Haz una lista
ambiciosa. Los primeros días servirán de experimento para determinar la magnitud
de la tarea que puedes fijarte, con base en tus habilidades y conocimientos
actuales. Posiblemente, en los días siguientes, llegarás a la conclusión de que
puedes aumentar o debes reducir tu cuota. Pero no debes permitir, por ningún
motivo, que el no alcanzar completamente una cuota te desaliente. De todas
maneras, aunque sobreestimes inicialmente tus fuerzas, los resultados que
alcanzarás al seguir las presentes indicaciones serán tan superiores a lo que hayas
logrado en el pasado, que te entusiasmarás por haber descubierto una de las
técnicas más importantes de la Autodirección. Una técnica que te llevará siempre
al éxito, junto con las demás que estás aprendiendo en este curso.
¡Manos a la obra, pues! Haz una lista ahora mismo de todo lo que debes hacer
mañana y de todo lo que te conviene hacer en los ciclos siguientes para alcanzar el
éxito al que aspiras. Haz tu lista ambiciosamente, para que su realización
constituya un escalón importante en tu ascenso a la cima.
b) Prepara tus herramientas
Si sabes ya qué herramientas vas a necesitar, prepáralas de antemano. El
trabajo, una vez iniciado, genera un impulso propio que nos permite aumentar la
velocidad y seguridad de la ejecución. Por eso, las herramientas deben estar listas
y afiladas para usarse en el momento oportuno, sin necesidad de interrumpir el
impulso creador del trabajo.
Una vez que hayas decidido qué hacer, dedica el tiempo necesario para reunir
y revisar las herramientas que necesitarás. Los resultados serán muy importantes.
El doctor cirujano Martín Matter, de Zürich, Suiza, revisa en sus archivos cada
paso de una operación antes de practicarla en el quirófano, evitando así la menor
posibilidad de que se le olvide alguna técnica necesaria durante su ejecución.
La mente humana, al igual que una computadora, trabaja con base en una
programación de cada tarea, recordando la secuencia de movimientos ejecutados
con anterioridad. Por ejemplo, llega un momento en que el automovilista pone en
marcha su coche, sin necesidad de programar conscientemente lo que debe hacer:
Sacar el llavero.
Introducir la llave del motor en el switch.
Girar la llave a la derecha.
Acelerar paulatinamente, etc.
En lugar de dar conscientemente cada uno de estos pasos, que juntos forman
el programa "poner en marcha el automóvil", el automovilista experimentado
ejecuta esta intrincada secuencia de movimientos en forma automática. De igual
manera, la mayoría de los actos de la vida diaria se ejecutan automáticamente.
En todos los países del mundo abundan las personas que están en contra de
algo. Contra el comunismo, el capitalismo, el jefe severo, la mujer refunfuñona,
etc. ¡Qué distinto sería este mundo si todos se empeñaran, día a día, a favor de
algo! En lugar de rabiar contra el jefe severo, estudiémosle para ver qué le
podemos aprender (por alguna razón es el jefe), y aceptemos con gallardía el reto
de satisfacer a un superior estricto. El estar en contra de algo nos paraliza, nos
vuelve pasivos, nos hace víctimas. El estar a favor de algo nos activa, nos inspira,
y nos motiva.
Practica incesantemente esta difícil disciplina mental, hasta que se convierta en
costumbre. Pronto notarás la enorme importancia que tiene para la dirección de tu
vida.
Perseguido de cerca, se refugió en una cueva, y allí esperó a que pasaran sus
perseguidores. En la penumbra de su escondite, el conquistador creía que todo
estaba perdido, que la derrota padecida había hecho cambiar por completo su
suerte.
De pronto, se fijó en una hormiga que pretendía cargar un grano de trigo diez
veces mayor que ella hasta la entrada del hormiguero, que estaba en la pared a
unos centímetros de altura sobe el suelo. El pequeñísimo insecto no se detuvo
ante los obstáculos: el camino pésimo, el peso de la carga y la falta de energía. Al
primer intento, grano y hormiga rodaron hasta el suelo. En vez de desanimarse por
aquel fracaso, el animalito volvió a coger el grano de trigo e intentó de nuevo subir
hasta la entrada del hormiguero —con igual desgracia, porque de nuevo cayó el
trigo al suelo.
Tamerlán, que era muy supersticioso, creyó que aquel ejemplo de voluntad
inquebrantable que acababa de presenciar era un aviso para él. Montó en su
caballo y volvió al campo de batalla, reunió a muchos de sus partidarios y,
embistiendo de nuevo contra sus desprevenidos enemigos, los derrotó y prosiguió
su marcha triunfal hacia Occidente.
Podría uno discutir que los muchachos Eisenhower actuaron en forma imprudente.
Pero todo está en el punto de vista. Milton simplemente no quería vivir sin sus dos
piernas. Prefirió arriesgar la vida en una lucha con la muerte, y no se conformó
con salvar la vida mediante el sacrificio de su pierna.
O.S Narden lo expresa así: "Considera cada momento de tu vida como una
oportunidad, porque no puedes saber en qué momento el destino te esté tomando
la medida para darte un puesto mayor".
El hombre del siglo XXI está en peligro de olvidar la gran importancia del
empeño. Los sindicatos de trabajadores han hecho creer a muchas personas que
el máximo anhelo debe ser obtener el mayor salario a cambio del menor trabajo
posible. Y ha contribuido a esta creencia la propaganda de ciertos gobiernos, para
promover una 'mejor distribución de la riqueza". El medio favorito para lograr
dicha "distribución" es el de castigar al que más produce con un porcentaje de
impuestos más alto. Pero la realidad es diferente. Si en este momento
distribuyéramos por partes iguales toda la riqueza del mundo entre sus habitantes,
a los cinco minutos ya existirían personas más pobres y otras más ricas. Algunos
invertirían su parte en semilla, o quizá en una prensa para fabricar tabiques, y así,
crearían nuevas riquezas. Otros irían al cine, o festajarían su fortuna en una
taberna, reduciendo o inclusive perdiendo lo suyo.
Como ya vimos en este curso, sólo hay una manera de crear riqueza: fabricar un
producto o prestar un servicio de utilidad para el consumidor, quien otorga el
premio de la riqueza al que le sirve bien.
Quisimos hacer esta pequeña excursión por el campo de la economía, para que tú,
estimado alumno, comprendas el gran peligro que encierra la actitud de muchos
sindicatos y gobiernos. La ayuda al necesitado nunca debe generar un castigo al
más productivo. No solamente resulta lastimado este último, sino también los que
se benefician por sus productos o servicios, o sea los consumidores - los pobres y
los ricos.
Analicemos este punto más a fondo: Supongamos que en un país imaginario todo
el mundo trabaja 50 horas por semana, produciendo 5,000 relojes. De repente, el
gobierno ordena reducir la semana de trabajo a 40 horas, por lo que sólo podrán
fabricarse 4,000 relojes. Indudablemente, todos los habitantes tendrían más
tiempo para ir al cine, asistir a los juegos de fútbol, o simplemente para "matar el
tiempo". Pero —y aquí radica la verdad esencial— los habitantes resultarían más
pobres en un 20% que los de otros países que siguieran laborando 50 horas
semanales.
La historia nos señala ejemplos tan famosos como el de Johann Sebastian Bach, el
famoso compositor alemán. Produjo tantas obras, que un copista profesional
necesitaría trabajar 8 horas diarias durante 55 años para copiarlas todas.
Haz todo lo mejor posible desde el principio. Nunca dejes un trabajo a medias,
porque al quererlo terminar o perfeccionar posteriormente, necesitarás encarrilarte
de nuevo, lo que ocasiona un gasto inútil de tiempo y energías.
b) Concéntrate.
Napoleón dijo: "Cuando estés realizando un trabajo, entrégate a él. Olvida que
existe otra cosa".
Esto nos permite darnos cuenta del enorme alcance y potencialidad de la mente
humana. Las fantasías más increíbles de soñadores como Julio Verne han sido
superadas absolutamente, de forma que hemos aprendido a rechazar toda idea de
limitación a lo que la mente humana puede lograr.
Cuando el hombre vivía asediado por una naturaleza cruel que amenazaba su vida
a cada instante; cuando los animales salvajes acechaban a la entrada de su
primitiva morada; cuando el hielo cubría gran parte de la tierra y limitaba los pasos
del hombre y su posibilidad de alimentarse, la mente le servía principalmente para
estar en constante alerta contra los peligros mortales que le rodeaban. De ahí que
aprendió a observar con inquietud todos y cada uno de los movimientos a su
alrededor. Una hoja que se movía, o una piedra que rodaba, podían anunciar un
ataque sorpresivo de alguna fiera. Nunca podía fijarse en un solo detalle y olvidar
lo demás, porque ponía en peligro su vida.
La definición clara del deseo es la base para lograr la concentración. Hay, sin
embargo, algunas técnicas adicionales que te conviene conocer y aplicar.
4 más 7= 11, más 7= 18, más 7= 25, más 7= 32, más 7= 39, etc. Más adelante,
cuando dicho ejercicio ya te parezca demasiado fácil, puedes agregar, en lugar de
una, dos cifras diferentes alternadamente. Por ejemplo (aquí alternaremos con el 3
y el 5): 8 más 3= 11, más 5= 16, más 3= 19, más 5= 24, más 3= 27, etc. En
muy poco tiempo, esta práctica fortalecerá tu poder de concentración tanto, que te
permitirá trabajar inclusive en medio de una fiesta infantil. ¡Haz la prueba! La
concentración es casi como un músculo que puede fortalecerse increíblemente,
con sólo ejercitarlo con constancia.
Lograrás realizar más trabajo —y de una calidad mayor— si en todas las situaciones
de la vida te habitúas a concentrar tus pensamientos en lo que estés haciendo.
Arthur Conan Doyle, el médico que se convirtió en autor del famoso Sherlock
Holmes, es un buen ejemplo de lo que se puede lograr con la concentración. Podía
trabajar en medio del tumulto más impresionante. Su pequeña hija jugaba
frecuentemente con el cráneo de un oso que él conservaba encima de su
escritorio. Sin embargo, esto no lo distraía. En varias ocasiones, fotógrafos de
prensa se acercaban a su escritorio para tomarle fotografías. Aparentemente él ni
se daba cuenta, y seguía escribiendo como de costumbre. Amigos suyos, que ya
conocían sus costumbres de trabajo, se introducían en su cuarto tapizado de azul y
platicaban entre sí con toda libertad. Sin embargo, sir Arthur los ignoraba, y seguía
trabajando como siempre. Este es un ejemplo de una descortesía monumental, y
también un ejemplo de una concentración eficiente.
Fíjate la meta de aprender a concentrarte con facilidad y eficiencia, por
tiempos prolongados.
Todo ser humano puede desarrollar la habilidad para concentrarse con facilidad.
Sólo hace falta práctica. Si practicas, empezarás a notar en pocas semanas que
se te va facilitando cada vez más la concentración. Y si te empeñas durante unos
pocos meses, tu habilidad te ayudará a incrementar, en forma impresionante, tu
productividad en cualquier actividad que escojas. Los beneficios que te
esperan merecen tu mejor esfuerzo.
Realiza esta prueba a la mayor velocidad posible. Pide a un amigo que controle el
tiempo con reloj en mano. No rebases el límite de 7 minutos; de lo contrario, el
resultado no será válido.
A: 2914875639467883 1234567898765437
B: 98765432198765451421521621728192
C: 12345678912345671321631746135124
D: 33467382914567349129123 198765 190
E: 53982776675370988028382082465934
F: 20563770835749745505533554465505
643289763782093824 5 7864018258640
76554744466688831345178913141561
1: 3 2 1 3 2 11 2 3 1 2 3 54 3 78 2 3 9 2 3 7 2 3 6 3 2 4 3 7 6
3: 98798787682676570198684743289610
K: 19873826455910884234568345679467
L: 24682468369118194455566667777738
M: 83659172375943767766554433221 199
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U: 43654876983473896474676476473468
V: 89573869010285378232818171615648
W: 64286497628018365283667688991122
X: 48295163837846752266337744885599
Y: 62482746389619848328455918264379
c) Divide el trabajo en tareas parciales.
Pero no hay razón para que te limites a un solo aceleramiento final, a un solo
"declive de la meta" en la ejecución de un trabajo. Al contrario, puedes producir
varios de estos impulsos dinámicos, lo que aumentará tu productividad sin
causararte cansancio.
Es sencillo. Todo lo que tienes que hacer es dividir cada trabajo en partes, en
tareas parciales. Así, cada vez que te acerques al final de una tarea parcial,
sentirás el "declive de la meta", el cual acelerará y facilitará tu esfuerzo tantas
veces como tareas parciales hayas hecho del trabajo total.
Al dividir un trabajo en tareas parciales, es necesario que recuerdes que cada tarea
debe representar un trabajo redondeado y terminado. No cortes un trabajo que
requiere continuidad simplemente porque deseas formar tareas parciales, ya que
perderías tiempo y esfuerzo al tener posteriormente la necesidad de volverte a
encarrilar en una realización que dejaste a medias. Sin embargo, encontrarás que
la gran mayoría de los trabajos permite su fraccionamiento en tareas parciales que
forman procesos completos de trabajo, evitando así la necesidad de volver a
encarrilar la mente posteriormente.
Vale la pena que te observes a ti mismo con gran cuidado para adaptar tus hábitos
de trabajo a tu naturaleza personal. El beneficio que obtendrás será una mayor
productividad personal y, lo que es igualmente importante, una honda satisfacción
en tu trabajo.
Dos semanas despúes, Lee recibió de Schwab un cheque por la cantidad de 25,000
dólares. Si la idea de Ivy Lee fue lo suficientemente importante para que Schwab
le pagara la fabulosa cantidad de 25 000 dólares por ella, bien vale la pena que tú
también la hagas tuya.
El ser humano es, por naturaleza, activo. Desde el niño hasta el adulto, todos
están en actividad incesante, ya sea física o intelectualmente. El encefalograma,
método para medir y registrar los impulsos eléctricos que emite el cerebro en
actividad, demuestra que aun en el sueño más profundo la mente humana sigue
trabajando. Y, si nos referimos a la actividad puramente física, podemos notar que
ésta cesa sólo por instantes, siendo el estado normal del organismo uno de
constante movimiento.
Desafortunadamente, gran parte de esa acción se lleva a cabo sin porpósito claro y
es dedicada a asuntos secundarios o banales, mientras las pocas tareas
verdaderamente importantes son pospuestas y a veces abandonadas ante el
mayor número de asuntos menores que reclaman atención.