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3er Certamen: Curso de Bienes 2021

Carrera: Derecho Vespertino


Docente: Paulina Navarrete Medina
Integrantes:
José Tomás Bussenius Arango
Elías Cruz Devia
Nicolás Cubillos Valle
Fabiola Gaete Farías
Paula Sahr K
Rubén Soto Wilson
1. ¿Cómo se transfiere el dominio del inmueble objeto del contrato de compraventa celebrado
el 20 de agosto de 2020 desde Ernesto a Fabián? Refiérase a la suficiencia o insuficiencia del
contrato mencionado para realizar la transferencia del dominio.
Considerando lo expuesto en el caso, la transferencia de dominio del inmueble objeto del contrato
de compraventa celebrado entre Ernesto y Fabián, en nuestro ordenamiento jurídico se sostiene
sobre la base de dos actos jurídicos consecutivos: el título traslaticio de dominio y el modo de
adquirir el dominio.
Dicho lo anterior, y tratándose de una compraventa de un bien inmueble, es correcto afirmar que
el modo de adquirir es la “tradición”, la que en estos casos, se perfecciona con la inscripción del
título (escritura de compraventa) en el Registro de Propiedad del Conservador de Bienes Raíces
correspondiente a la comuna donde se encuentre ubicado el inmueble.
En efecto en nuestro código civil existen diversas normas que tratan esta materia, dentro de las
cuales están los artículos 670, 675, 686, 687, 724, 728, 730, 924 y 2505. A modo de ejemplo para
este trabajo, citaremos algunas de las más relevantes:
I. “Art. 675Cc. Para que valga la tradición se requiere un título traslaticio de dominio, como
el de venta, permuta, donación, etc.”
II. “Art. 686Cc. Se efectuará la tradición del dominio de los bienes raíces por la inscripción del
título en el Registro del Conservador.”
III. Art. 724Cc. Si la cosa es de aquellas cuya tradición deba hacerse por inscripción en el
Registro del Conservador, nadie podrá adquirir la posesión de ella sino por este medio.”
Asimismo autores destacados, han definido “titulo” de la siguiente forma: “Llámese título al acto
jurídico que sirve de antecedente más o menos próximo a la adquisición del dominio o a la causa
inmediata de un derecho. Pero también es llamado título el documento que contiene o da
constancia de algunos de los actos jurídicos denominados títulos en el art. 675 del Código Civil.”1
Ahora respondiendo la segunda parte de la pregunta, es preciso exponer que por el sólo hecho de
haber suscrito la escritura de compraventa, Fabián no se hace dueño, por lo que éste contrato por
sí solo no es suficiente para transferirle el dominio, por cuanto faltaría realizar la tradición, es
decir, se debe inscribir en el Conservador de Bienes Raíces que corresponda.
En nuestro ordenamiento jurídico el contrato de compraventa de inmuebles no tiene efecto real,
sino que crea derechos personales para las partes, es decir la obligación del vendedor de realizar
la tradición, y la del comprador de pagar el precio, a propósito de esto se establece en el Libro IV
de las obligaciones en general y de los contratos:
IV. “Art. 1443Cc. El contrato es real cuando, para que sea perfecto, es necesaria la tradición
de la cosa a que se refiere; es solemne cuando está sujeto a la observancia de ciertas
formalidades especiales, de manera que sin ellas no produce ningún efecto civil; y es
consensual cuando se perfecciona por el solo consentimiento.”
A contrario sensu en el caso de Código Civil Francés, cuyo art. 1583 establece que la venta “es
perfecta entre las partes y la propiedad es adquirida por el comprador desde que se ha
convenido en la cosa y en el precio, aunque la cosa no haya sido entregada ni el precio pagado ”.

1
Los Bienes La Propiedad y Otros Derechos Reales - Daniel Peñailillo Arévalo
En esta hipótesis, el contrato de compraventa creao bligaciones y transfiere el dominio; vale decir,
es al mismo tiempo título y modo de adquirir. 2

2. ¿Cuál es la naturaleza jurídica de la cláusula octava?

Para determinar la naturaleza jurídica de la cláusula octava presente en el contrato de


compraventa celebrado en el caso en análisis, es preciso señalar que de acuerdo a nuestro Código
Civil en su libro IV de las obligaciones en general y de los contratos, precisamente en relación al
Título I el cual establece cierta definiciones, señala que:

I. “Art. 1444Cc. Se distinguen en cada contrato las cosas que son de su esencia, las que son
de su naturaleza, y las puramente accidentales. Son de la esencia de un contrato aquellas
cosas sin las cuales o no produce efecto alguno, o degenera en otro contrato diferente; son
de la naturaleza de un contrato las que no siendo esenciales en él, se entienden
pertenecerle, sin necesidad de una cláusula especial; y son accidentales a un contrato
aquellas que ni esencial ni naturalmente le pertenecen, y que se le agregan por medio de
cláusulas especiales.”

Según esta norma la cláusula octava corresponde a un elemento accidental del contrato celebrado
entre el vendedor y el comprador. Esto es porque la cláusula de no enajenar no le pertenece a los
elementos de la esencia del contrato de compraventa, el cual en su definición señala el legislador:

II. “Art. 1793Cc. La compraventa es un contrato en que una de las partes se obliga a dar una
cosa y la otra a pagarla en dinero. Aquélla se dice vender y ésta comprar. El dinero que el
comprador da por la cosa vendida, se llama precio”

A propósito de los elementos del contrato de compraventa de bienes raíces pertinente al caso:
III. “Art. 1801. La venta se reputa perfecta desde que las partes han convenido en la cosa y en
el precio; salvas las excepciones siguientes”.
La venta de los bienes raíces, servidumbre y censos, y la de una sucesión hereditaria, no se
reputan perfectas ante la ley, mientras no se ha otorgado escritura pública.
A su vez tampoco corresponde afirmar que se trata de un elemento de la naturaleza del contrato
de compraventa, ya que el legislador no establece para la compraventa de bienes inmuebles
alguna disposición que contemple pertenecerle por disposición de la ley.
Por lo cual sostenemos según nuestro análisis que la cláusula aludida está establecida en virtud de
la autonomía de la voluntad, la cual se define como "la libertad de que gozan los particulares para
pactar los contratos que les plazcan, y de determinar su contenido, efectos y duración" 3. Al ser la
cláusula octava del contrato insertada por una de las partes en el momento de la celebración del
contrato y aceptada en la celebración del mismo; reafirmamos que este corresponde a un
elemento accidental presente en el contrato celebrado por las partes.

A continuación señalamos algunos criterios emanados de nuestra Jurisprudencia respecto de la


cláusula de no enajenar, complemento para comprender su naturaleza, sus elementos y
aplicabilidad:

2
Contrato de Compraventa – Juan Andrés Orrego Acuña
3
Alessandri, op.cit. p. 10 
A propósito de recurso de casación en el fondo en materia de compraventa de bienes raíces la
Excelentísima Corte Suprema señala en sentencia definitiva que“Para que la prohibición de gravar
y enajenar que afecta a los bienes raíces produzca efecto, es necesario que se inscriba en el
Conservador de Bienes Raíces."4

A su vez, también en sentencia definitiva sobre recurso de casación en el fondo en materia de


hipoteca y prohibición de enajenar sometido a su conocimiento señala: “La validez de la hipoteca
se encuentra supeditada a la concurrencia de dos condiciones: a) que el constituyente sea
propietario de la cosa que se sujeta al gravamen; y, b) que tenga facultad de enajenarla.”

Reafirmando en lo anterior el adagio jurídico que indica que “quien puede lo más puede lo menos”
jurídicamente hablando, por lo que sí una persona posee el dominio de una cosa puede constituir
derechos a favor de otra y con esto establecer una obligación de no hacer desde su facultad
jurídica.5

Breve acercamiento de Jurisprudencia respecto de la procedencia de la cláusula:

Respecto al pronunciamiento de nuestros tribunales civiles acerca de la procedencia o no de la


“cláusula de no enajenar”, en los diferentes asuntos sometidos a su conocimiento, y
específicamente en materia de compraventa de inmuebles, exponemos resumidamente la
siguiente sentencia que trata lo anteriormente expuesto.

“En procedimiento voluntario, las sociedades I. Los Limonares Ltda. (vendedora) e I. Inmobterra
Ltda. (compradora), solicitan se ordene al CBR de Casablanca, practicar las inscripciones de
dominio competentes respecto de una compraventa celebrada entre ellos, dado que el CBR se
negó a practicarlas fundando su negativa en que existe una prohibición voluntaria de no enajenar
inscrita en el título (en el registro de prohibiciones respectivo) y le corresponde en tal caso al
Tribunal competente calificar la validez de las prohibiciones voluntarias, rechazando en definitiva
la solicitud de inscripción. Esta cláusula se pactó en un de contrato de compraventa habido entre
la sociedad vendedora I. Los Limonares Ltda., la cual compró el inmueble y los derechos de aguas a
un tercero, precio que no fue pagado íntegramente al tiempo de la escritura de compraventa
respectiva, quedando un saldo pendiente a favor del vendedor, posteriormente se celebró la
escritura de cancelación de saldo de precio, pero no se anotó dicha cancelación al margen de las
respectivas inscripciones, por lo que la prohibición de enajenar permanecía vigente. En conclusión
el tribunal acogió lo interpuesto por las sociedades solicitantes, ordenando al CBR proceder a
practicar las inscripciones de dominio respectivas, aduciendo argumentos tales como: a)Que,
como consecuencia de lo referido, la prohibición de enajenar carece hoy de justificacióno razón de
ser, en consecuencia, se encuentran frente a una prohibiciónvoluntaria e injustificada, pero
además, carente de interés legítimo paraprohibir la enajenación en comento, toda vez que el
acreedor o en favorde quien se constituyó, carece de interés legítimo para mantener laprohibición
referida, máxime si se le pagó el precio integro de la ventareferida y no tiene interés alguno que
legitime la necesidad de mantenerla prohibición ..., yb)Del mérito de lo dispuesto en el artículo
582, en relación con el artículo 1810 del Código Civil, y lo dispuesto en el artículo 53 del

4
Causa 9425/2010. Primera Sala de la Corte Suprema. Ministros Sres. Adalis Oyarzun M., Guillermo Silva G.,
Sra. Maria Sandoval G. y Abogados Integrantes Sr. Nelson Pozo S. y Sra. Maricruz Gómez de la Torre V. 5-03-
2012. Santiago.
5
Causa Nº 85/2016. Primera Sala de la Corte Suprema, por los Ministros Sr. Patricio Valdés A., Sr. Héctor
Carreño S., Sr. Guillermo Silva G., Sr. Juan Eduardo Fuentes B. y Abogado Integrante Sr. Rafael Gómez B.
8-11-2016. Santiago
Reglamento del Conservador de Bienes Raíces, la circunstancia de encontrarse inscrita una medida
de prohibición convencional inscrita, en relación a un inmueble, no obsta la enajenación del
mismo, motivo por el cual se accederá a lo pedido”. 6

3. ¿Tiene validez la cláusula octava del contrato?

Para entender si esta cláusula tiene o no validez, es preciso remontamos al principio de la


autonomía de la voluntad, la cual no tiene mención específica en nuestro ordenamiento jurídico,
sin embargo, encontramos otros fundamentos de los cuales se desprende este principio, a
continuación y sólo a modo de ejemplo:

I. Las partes son libres para obligarse, o para no


II. Igualdad ante la ley

La doctrina de antaño nos enseña que la forma clásica establece que la voluntad de las partes
presentes, es la fuente de los derechos y obligaciones que produce un contrato, en base a esto
claramente podemos decir que la voluntad es suficiente, y cobra gran relevancia en variados
ámbitos, y más relevancia aún en el ámbito del patrimonio de las personas, también había quienes
postulaban que esta autonomía es soberana ya que el contrato nace del acuerdo de las
voluntades.

Sin embargo, en la doctrina moderna, si bien se reconoce la importancia de la voluntad, se


postula que existen otros factores los cuales es necesario considerar, y que estos tendrían directa
incidencia en los efectos de los contratos, como lo son la buena fe, las normas prohibitivas, y
también las imperativas. De esta manera concluimos que la doctrina moderna postula que la
voluntad está compuesta de elementos objetivos y subjetivos.

“Art. 1225Cc todo asignatario puede aceptar o repudiar libremente. Exceptúense las personas que
no tuvieren la libre administración de sus bienes las cuales no podrán aceptar o repudia, si no por
medio o con el consentimiento de sus representantes legales”.

En síntesis, la cláusula octava del contrato es absolutamente válida, pues la facultad de enajenar
puede voluntariamente renunciarse, no de manera absoluta, pero podría el
propietario perfectamente obligarse con un tercero a no enajenar en ciertas circunstancias y por
determinado período. (Artículo 12 Código Civil).

4. ¿Puede Fabián enajenar el inmueble? ¿Enfrenta alguna sanción si lo hace?

En consecuencia del principio de la autonomía de la voluntad, que en palabras básicas permite al


ser humano hacer todo lo que no está legalmente prohibido, es posible que las partes que forman
parte de un contrato, estipulen cláusulas que prohíban la realización de cualquier tipo de acto
inclusive cuando esto vaya en contra de la libre circulación de los bienes, en nuestro
ordenamiento jurídico las limitaciones que existen, están establecidas por ley algunos ejemplos de
ello son:

6
Causa Rol N° V- 158-2020, Inmobiliaria e Inversiones Los Limonares Limitada y otro, Juzgado de Letras de
Casablanca.
“Art. 2414 Cc No podrá constituir hipoteca sobre sus bienes, si no la persona que sea capaz de
enajenaros, y con los requisitos necesarios para su enajenación”.

Pueden obligarse hipotecariamente los bienes propios para la seguridad de una obligación ajena;
pero no habrá acción personal sobre el dueño si este no se ha sometido expresamente a ella.

Art. 1464 Cc Hay un objeto ilícito en la enajenación:

1º De las cosas que no están en el comercio


2º De los derechos o privilegios que no pueden transferirse a otra persona
3º De las cosas embargadas por decreto judicial, a menos que el juez lo autorice o el acreedor
consienta en ello;
4º de especies cuya propiedad se litiga, sin permiso del juez que conoce el litigio.

Dicho esto, y según nuestro ordenamiento jurídico, Fabián puede enajenar el inmueble
igualmente, ya que no constituye una prohibición legal, que es la que le impediría efectivamente y
de forma absoluta transferir el dominio del inmueble. Ante dicha enajenación, Fabián no tendría
sanción ya que esto no se encuentra expresamente pactado en el contrato, respecto a las
prohibiciones, las únicas prohibiciones que producen tal nulidad son las de naturaleza legal, pero sí
podría verse expuesto a la resolución del contrato e indemnización de perjuicios por el ejercicio de
la respectiva acción resolutoria, por parte del otro contratante, debido al incumplimiento de dicho
contrato en el que se pactó esta cláusula (artículos 578-1464-1489-1545-1555-1810 Código Civil).

5. ¿Qué facultad del dominio de Fabián se vería limitada por esta cláusula?

El dominio es definido por nuestro Código Civil como: “El derecho real en una cosa corporal, para
gozar y disponer de ella arbitrariamente; no siendo contra la ley o contra derecho ajeno (…) La
propiedad separada del goce de la cosa se llama mera o nuda propiedad” (art. 582). Esta definición
menciona dos facultades del dominio, a saber: la de gozar y de disponer. Respecto a la facultad de
uso, se presume incluida en la facultad de “goce”. Adicional a esto, la Constitución Política de la
Republica en su artículo 19 asegura a todas las personas: “el derecho de propiedad en sus diversas
especies sobre toda clase de bienes corporales incorporales (…) Solo la ley puede establecer el
modo de adquirir la propiedad, de usar, gozar y disponer de ellas y las limitaciones y obligaciones
que devienen de su función social (…) Nadie puede, en caso alguno, ser privado de su propiedad,
del bien sobre que recae o de alguno de los atributos o facultades esenciales del dominio, sino en
virtud de una ley general o especial que autorice la expropiación por causa de utilidad pública y la
conservación del patrimonio ambiental”7 (art. 19 N°24, CPR).

En virtud de lo anterior, se puede establecer que el dominio cuenta de tres facultades, a saber: la
de uso, la de goce y la de disposición, además de ser un derecho resguardado en cuanto nadie
puede ser privado de su propiedad, del bien sobre que recae, o de alguno de los atributos o
facultades esenciales del dominio (art. 19, CPR). En este contexto, se logra apreciar que
nuestra normativa reconoce y especifica cada una de las facultades del dominio, presentado
una similitud con la visión doctrinal la que señala que el dominio tiene facultades que se
pueden desprender en materiales y jurídicas. Según Orrego (2021), la doctrina indica que las
facultades materiales del dominio se encuentran divididas en:
7
a) Uso o usus: refiere a la facultad que le otorga al propietario la posibilidad de utilizar o
servirse de la cosa. Esta facultad consiste en la capacidad del propietario de utilizar
todos los servicios de la cosa, sin que se toquen sus productos, o que dicha utilización
conlleve la destrucción de la cosa.
b) Goce o fructus: refiere a la facultad que habilita al propietario de apropiarse del
producto o frutos de la cosa.
c) Disposición o Abusus: refiere a la facultad que posibilita al propietario destruir,
trasformar o degradar materialmente la cosa.

Por otra parte, la doctrina le reconoce al dominio la facultad de disponer


jurídicamente de la cosa, esto es: “el poder del sujeto para desprenderse del derecho que tiene
sobre la cosa, sea o no en favor de otra persona, y sea por un acto entre vivos o por un acto
por causa de muerte”(Orrego, 2021). Según este autor, la doctrina reconoce tres formas de
disponer jurídicamente de la cosa, esto es:

a) La renuncia: se puede presentar bajo dos supuestos, el primero de ellos se encuentra


determinado por la facultad del poseedor o titular de un derecho para opta por no
incorporar a su patrimonio una cosa; en el segundo, el que el titular de un derecho
manifiesta su voluntad de desprenderse o no ejercer su derecho.
b) El abandono: se presenta en los casos en que el propietario de una cosa manifiesta su
voluntad de desprenderse de ella.
c) La enajenación: se puede referir en un sentido amplio o estricto. En su sentido amplio,
la enajenación se conceptualiza como: “todo acto de disposición entre vivos, por el
cual el titular transfiere su derecho a otra persona, o constituye sobre su derecho un
nuevo derecho real en favor de un tercero, nuevo derecho que viene a limitar o gravar
el derecho del propietario”, y en su sentido estricto la enajenación es definida como:
“el acto por el cual el titular transfiere su derecho a otra persona”.

Por otra parte, la normativa establece límites o excepciones a la facultad de


disposición jurídica de la cosa, esto puede ser por efecto de la ley o por el ejercicio de la
voluntad del hombre. En cuando al limite conferido por efecto de la ley el articulo 1464 N°3
del Código Civil señala que: “hay un objeto ilícito en la enajenación de(…) Las cosas
embargadas por decreto judicial, a menos que el juez lo autorice o el acreedor consienta en
ello”. Por su parte, se pueden reconocer otros cuerpos legales que reconocen valor a la
voluntad del hombre, el artículo 53 del Reglamento del Registro Conservatorio de Bienes
Raíces, establece que: “Pueden inscribirse… 3° Todo impedimento o prohibición referente a
inmuebles, sea convencional, legal o judicial, que embarace o límite de cualquier modo el libre
ejercicio del derecho de enajenar”.

En base a lo anterior, y en respuesta a la consulta relativa al caso práctico, se puede


establecer que la cláusula octava del contrato de compraventa celebrado entre don Esteban y
don Fabián, limitaría la facultad del comprador a disponer jurídicamente del dominio
adquirido, ya que, dicha cláusula inhabilita al adquiriente a ejercer la facultad de enajenación,
limitando y restringiendo su dominio a las facultades de uso y goce.
6. Considere que la cláusula octava descrita no está inserta en un contrato de compraventa, sino
en un contrato de hipoteca que Fabián celebra con un Banco y en el que el banco inserta la
cláusula en comento.

¿Tiene validez dicha cláusula?

Como hemos visto, la cláusula de no enajenar afecta la facultad de disposición jurídica del
dominio de un bien inmueble, en medida que no se tenga la autorización de la contra parte -en
este caso- de la institución financiera, además de que dicha cláusula debería estar inscrita en el
Conservador de Bienes Raíces. Antes de referirnos a la validez de la cláusula de no enajenar en
contexto hipotecario, debemos hacer mención acerca del debate doctrinal en torno esta cláusula.
Existe discrepancia sobre la cláusula de no enajenar, ya que -dentro del debate doctrinal- algunos
autores postulan que no existiría una validez, exceptuando en aquellos casos en que el legislador
lo permita expresamente:

“El problema surge en los casos en que no hay autorización expresa del legislador.
¿Pueden en tales casos el autor o las partes imponer la prohibición de enajenar? ¿Son
válidas tales estipulaciones limitativas de la facultad de disposición? Entran en conflicto
aquí dos principios: por un lado, el de la libertad de comercio y libre circulación de la
riqueza; por otro lado, la autonomía de la voluntad y dentro de ella la libertad
contractual, que permite pactar cualquier convenio. En la doctrina, hay posiciones
contrapuestas” (Orrego 2021).

Este debate doctrinal establece que en la prohibición de enajenar se atenta contra el


espíritu mismo del código civil que defiende la libre circulación de los bienes, además de que
se restringe la facultad esencial del dominio como lo es la disposición jurídica del bien
-definida en el artículo 5828 del Código Civil-, obviando, además, el artículo 1810 que permite
la enajenación de cualquier cosa, siempre que esta no vaya contra el planteamiento de la
ley9. No obstante, el mismo cuerpo legal reconoce la validez de dicha cláusula, bajo
parámetros específicos10 y que involucran la existencia de un interés legítimo para no
enajenar, además que siempre debe tener un carácter temporal.

En el caso de un contrato de hipoteca -definido en los artículos 2407 y caracterizada en el


artículo 2408 y siguientes- se trata de un derecho de prenda constituido en un bien inmueble con
la intención de asegurar el pago de una deuda contraída, a pesar de que el legislador hace
mención que en este contrato el bien inmueble permanece en poder del deudor. En el caso de
presentarse la situación hipotética solicitada, se debe entender que existe un contrato mutuo
hipotecario realizado por un banco donde se establece una prohibición de enajenar, no obstante
el artículo 2415 del Código Civil que establece que el dueño podrá siempre enajenarlo, ya que el
8
“El dominio (que se llama también propiedad) es el derecho real en una cosa corporal, para gozar y
disponer de ella arbitrariamente; no siendo contra la ley o contra derecho ajeno”.
9
“Pueden venderse todas las cosas corporales o incorporales, cuya enajenación no esté prohibida por ley”.
10
Utilizaremos para explicar y a modo de ejemplo el artículo 1126 del Código Civil que la cláusula de no
enajenar tiene reconocimiento: “Si se lega una cosa con calidad de no enajenarla, y la enajenación no
comprometiere ningún derecho de tercero, la cláusula de no enajenar se tendrá por no escrita”; a contrario
sensu la cláusula de no enajenar tiene validez en medida que la enajenación comprometa derechos de
terceros.
legislador considera que la transferencia o venta de dominio no afecta al acreedor, por cuanto que
esto se encuentra claramente establecido en el artículo 2428 11 del mismo cuerpo, estableciendo
que la enajenación del bien no obsta al acreedor de exigir el pago de la deuda, independiente de
quien posea el mismo; se trata de un derecho de perseguir el inmueble hipotecado. Dicho esto,
debemos mencionar que existe una aparente contradicción con el Reglamento del Registro
Conservatorio de Bienes Raíces, en cuanto que el artículo 53 numeral 3, establece que “pueden
inscribirse todo impedimento o prohibición referente a inmuebles, sea convencional, legal o
judicial”; No obstante, debemos señalar que este reglamento posee un rango inferior al de la ley,
por lo que primaría el Código Civil, frente a cualquier Decreto con Fuerza de Ley. Nos parece, por
lo tanto, que la cláusula de no enajenar, al constituirse como una prohibición inscrita, se enfrenta
al cuerpo legal del Código Civil que -en su artículo 2415, anteriormente expuesto- niega validez a
dicha cláusula al mencionar textualmente su invalidez en materia o contrato de hipoteca.

Para finalizar, a modo de ejemplo, encontramos en jurisprudencia la causa n° 823/2015,


resolución n° 57069 de Corte Suprema 12 donde existe una solicitud por parte de una institución
bancaria de considerar nulidad absoluta frente a la venta de un bien inmueble, en cuanto a que
existe una cláusula de no enajenar entre ambas partes. Frente a la solicitud, la corte suprema
establece que la firma de , no resulta un delimitante, en cuanto a que cita el artículo 2415 para
poner en perspectiva que no puede establecerse una limitante frente al principio de libre
circulación de los bienes, es más, a pesar de haber sido una cláusula establecida, el legislador
establece que no prohíbe al dueño la enajenación del inmueble; es más, los jueces de la corte
suprema establecen que el cuerpo legal permite que independiente de las cláusulas establecidas,
estas no vayan contra a las normas y que, por lo demás, no afecta en el acreedor su facultad de
exigir la deuda.

Integrantes:
- José Tomas Bussenius A.
- Nicolás Cubillos V.
- Elías Cruz D.
- Fabiola Gaete F
- Paula Sahr K.
- Ruben Soto W.

11
“La hipoteca da al acreedor el derecho de perseguir la finca hipotecada, sea quien fuere el que la posea, y
a cualquier título que la haya adquirido”.
12
http://corte-suprema-justicia.vlex.cl/vid/banco-santander-aguirre-hernandez-566601338

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