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Ilustrísimas Señorías:
SENTENCIA
Vista por esta Sala de la Audiencia Provincial de Barcelona, Sección 21, en juicio oral
y público el procedimiento abreviado nº. 104/2020 remitido por el Juzgado de
Instrucción nº. 31 de Barcelona por un delito de desórdenes públicos (arts. 557 y 557
bis 3.a del Código Penal –en adelante CP-), atentado agravado a agente de la autoridad
(art. 550.1 y 2 y 551.1 CP) y un delito leve de lesiones del art. 147.2 CP. El acusado es
D. MARCEL V. R., en libertad provisional por esta causa, representado por la
procuradora Dña. Jana Vilma Isern Marrero y la dirección letrada de D. Carlos
Hurtado Alfageme. La acusación particular estuvo ejercida por la GENERALITAT
DE CATALUNYA, representada por el procurador D. Jesús Sanz López y el
patrocinio jurídico de D. Luis Colesa. En este procedimiento intervino el
MINISTERIO FISCAL.
Fue designado ponente D. José Villodre López, que expresa el criterio unánime de la
sala.
ANTECEDENTES DE HECHO
1. Desórdenes públicos de los arts. 557, 557 bis 1º y 3º a dos años de prisión con
inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de
condena.
2. Atentado de los arts. 550.1 y 2 y 551.1. La pena interesada fue de tres años y
seis meses con la misma pena accesoria.
3. Un delito leve de lesiones (art. 147.2 del Código Penal) a dos meses de multa
con una cuota diaria de diez euros.
En el orden civil reclamó una indemnización de 1.560 euros a favor del Mosso
d´Esquadra con carnet profesional nº. XXXXXX. Todo ello con expresa imposición de
las costas procesales devengadas.
Dictado auto de apertura del juicio oral (18 de junio de 2020), la defensa del acusado
interesó su libre absolución en el escrito presentado el 13 de octubre.
Segundo. Remitida la causa a esta Audiencia, tuvo entrada en la sección el 29 de
octubre.
El abogado de la defensa planteó las siguientes cuestiones previas, que previo traslado
al resto de las partes y deliberación del tribunal se resolvieron en el acto. Fueron las
siguientes:
HECHOS PROBADOS
Con dicha finalidad, en la plaça Sant Jaume se dispuso un cordón policial compuesto
entre otros por el caporal con número XXXXXX y los agentes con TIP XXXXXX,
XXXXXX y XXXXXX que debidamente uniformados impedían el acceso de los
centenares de contramanifestantes. En la primera línea se situó D. Marcel V., que
acudió ondeando una bandera la organización política a la que pertenecía sujeta con un
palo de unos dos metros de largo y unos centímetros de grosor. Siendo
aproximadamente las 12 del mediodía, los integrantes de este grupo comenzaron a
lanzarles polvos de color y pintura acrílica con el fin de dificultar la visión de los
agentes. Asimismo, con la intención de menoscabar su integridad física, también les
arrojaron botes, botellas y otros objetos contundentes a pesar de que se les advertía por
megafonía que depusieran su actitud. Este momento y la cobertura y sensación de
impunidad que le ofrecía el resto del grupo fue aprovechado por el Sr. V. para golpear
con el palo al agente nº. XXXXXX en su antebrazo derecho.
Segundo. Como consecuencia del acometimiento el meritado agente padeció una
contusión con tumefacción dorso radial del tercio distal del antebrazo y muñeca
derecha, por lo que tuvo que portar una férula mafra. Por dicho motivo estuvo de baja
laboral durante 24 días.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
Es más,los actos violentos que alteran la paz pública pueden atentar incluso contra el
derecho fundamental de reunión y manifestación de los demás partícipesque acuden a
la convocatoria realizada en legal forma y con ánimo pacífico, y en un contexto de
pluralidad de personas pueden suponerun mayor riesgo para la integridad física de
éstas. Y en el caso concreto, la acción prohibida consumada mediante la concurrencia
de las circunstancias contempladas en el subtipo agravado, incrementó el riesgo para
la seguridad de los manifestantes, ademásdel ejercicio de las funciones de los
representantes parlamentarios.
Ciertamente el subtipo agravado previsto en el art. 557 bis CP […], contempla una
penalidad mayor que el tipo básico descrito en el art. 557 CP pero tal consecuencia
resulta del mayor desvalor de la acción que comporta la concurrencia de las
circunstancias enumeradascon los ordinales 1º al 6º, de suerte que la pena deberá
modularse en función de la mayor o menor concurrencia onúmero de tales
circunstancias. El marco penal abstracto no excusa el deber de individualizar o
determinar la pena ajustándola al caso concreto, debiendo atendersea las indicadas
circunstancias de agravación específicas, además de a las circunstancias
genéricasprevistas en el artículo 22 del Código Penal, entre otros elementos subjetivos
y objetivos que puedan concurrir en la comisión del hecho punible.Desde esta
perspectiva, la pena prevista en abstracto por el Legislador no se estima
desproporcionada, ni es necesario el planteamiento de la cuestión de
inconstitucionalidad. No se comparte la duda de inconstitucionalidad, expresada por el
Letrado, respecto de la pena prevista en el subtipo agravado cuyo ajuste con el marco
constitucional no ofrece dudas cuando se ejercita el derecho de manifestación y este
resulta claramente desbordado mediante conductas claramente ilícitas y contrarias al
ordenamiento punitivo”.
El caporal nº. XXXXXX del Àrea de Brigada Mòvil (en adelante BRIMO), además de
patadas en las piernas, describió el lanzamiento masivo de huevos y polvos de colores.
También de pintura, lo que ocasionaba un doble problema: dificultades para respirar de
algunos agentes que incluso tuvieron que retirarse de la primera línea y la falta de visión
al colisionar con las viseras de los cascos, cuyo alzamiento provocaba un riesgo
adicional pues el rostro se quedaba sin protección. Lejos de un ambiente lúdico, festivo
y pacífico también apuntó que las personas que estaban en la primera línea les
agredieron con palos, identificando plenamente al Sr. V. como la persona que utilizaba a
tal efecto el mástil de una bandera. Finalmente, se vieron obligados a cargar.
El agente de la misma unidad con TIP XXXXXX, que estaba en la primera línea,
coincidió con lo manifestado por el caporal, añadiendo amenazas e insultos así como el
lanzamiento de latas de cerveza, la espuma de extintores de fuego e incluso los propios
extintores. Además de las patadas (algunas de las cuales iban dirigidas a él), se rompió
la distancia de seguridad por lo que se vieron en la necesidad de actuar haciendo uso de
las defensas reglamentarias no sin antes haber ordenado por megafonía que se depusiera
dicha actitud. Recuerda al acusado porque fue una de las personas que estuvo todo el
tiempo (luego acotó a un mínimo de treinta minutos), manteniendo en todo momento
una actitud retadora y utilizando un palo de forma intimidatoria.
Otro tanto dijo el agente nº. XXXXXX de la BRIMO, añadió a lo dicho por sus
compañeros el arrojamiento de piedras, botellas y extintores “de toda la vida”. De
hecho, resultó herido teniendo que ser asistido por los servicios médicos al recibir un
impacto en la nariz cuando se levantó la visera. También reconoció al Sr. V. entre los
manifestantes.
Con el fin de facilitar la lectura y comprensión de este fundamento, sirva como índice
o antecedente que del decurso del plenario destacan sobremanera cuatro cuestiones
controvertidas que obviamente deben encontrar la debida respuesta. Son las siguientes:
iii. El tercero de los aspectos afecta directamente a la culpabilidad del Sr. V. pues se
rechazó de plano que agrediera al agente nº. XXXXXX.
iv. Finalmente, ya forma subsidiaria, se rechazó de plano que el palo que portara
pudiera ser considerado como un objeto o instrumento peligroso. La resolución
de este apartado se deferirá al fundamento dedicado a la subsunción legal de los
hechos.
Con el marco descrito en el párrafo anterior, todos los agentes que depusieron y que
situados en primera línea participaron directa y personalmente en el dispositivo
coincidieron en que la manifestación –que había sido convocada como reacción o
protesta por la de JUSAPOL- estuvo marcada por la violencia verbal y material. Se
profirieron insultos y amenazas a las que, especialmente tras la detonación de varios
petardos, siguieron en lanzamiento de objetos contundentes que impactaron en algunos
agentes que tuvieron que abandonar la vanguardia (vid. interrogatorio del agente nº.
XXXXXX) e incluso ser atendidos por los servicios sanitarios como en el caso de los
agentes nº. XXXXXX y XXXXXX (vid. folio nº. 28 y 29). La proyección de pintura
acrílica y polvos de colores no fue casual sino más propia de las técnicas de guerrilla
urbana. Al caer sobre los cascos y concretamente las viseras traslúcidas de los agentes
conseguían triple finalidad: pérdida o dificultad de la visión, dificultades respiratorias, y
como lógico corolario, la retirada de la visera quedando el rostro al descubierto
incrementando geométricamente el riesgo para su integridad física. Este panorama no
resultó enervado con la prueba practicada a petición de la defensa, limitada a la
declaración del acusado (amparado en los derechos que le corresponden en dicha
condición) y la de D. XXXXXX. En este último se aprecian tres motivos que
comprometen seriamente su credibilidad: su amistad con el acusado, su participación
activa en la manifestación junto al Sr. V. portando ambos banderas sujetas a un palo y,
finalmente quizá como consecuencia de lo anterior, la inconsistente explicación ofrecida
a la imagen en la que el Sr. V. aparece blandiendo el palo de forma horizontal (vid. folio
nº. 41). Se despachó diciendo que apuntaba al teléfono móvil que se le había caído.
Pues bien, en este caso, como ya apuntábamos con anterioridad, la declaración del
agente nº. XXXXXX no presenta indicios de falsedad. Tampoco hay la menor
constancia de que recibiera otro golpe que pudiera haberle causado la lesión. Con esta
antesala, reconoció sin género de dudas al Sr. V. en tres estadios diferentes. A pesar de
la agresión, razones del servicio le impedían abandonar su puesto inmediatamente, por
lo que tuvo oportunidad de memorizar con detalle la fisonomía y vestimenta de su
agresor (vid. descripción obrante al folio nº. 25). En noviembre lo localizó en una red
social, circunstancia que con asistencia de la GOAP le llevó a examinar las fotografías y
video captado (grabado en uno de los DVD unidos a la causa) e identificar al Sr. V.. Y
por si lo anterior no fuera suficiente, le señaló sin dudar en el acto del juicio. Tampoco
vaciló cuando aseveró que la agresión fue con el palo, extremo que se compadece con
las imágenes en las que aparece el Sr. V. blandiéndolo de forma intimidatoria y ya
desprovisto de la bandera (folios nº. 39 a 41). Llegados a este punto, poco o nada
importa el tiempo que estuvo el Sr. V. pero parece evidente que no fueron diez o quince
minutos como sostuvo su defensa. Dicha dirección letrada achacó a las acusaciones que
no solicitaran la aportación del billete de metro utilizado por su patrocinado para
justificar que su presencia se circunscribió a ese corto espacio de tiempo. Sin embargo,
si tan importante era para su defensa bien se pudo presentar a su instancia pues no se
puede pretender que la fiscal o la Abogacía de la Generalitat tuvieran constancia o
pudieran prever que el Sr. V. se desplazara ese día en transporte público. Y no lo
pudieron saber porque durante la instrucción de la causa se acogió a su derecho
constitucional a no declarar (vid. folio nº. 74). En cualquier caso, insistimos en el hecho
de que es un extremo anodino pues nada hubiera aportado al resultado.
Los hechos que se han descrito son constitutivos de los siguientes delitos, todos ellos
previstos y penados en el Código Penal:
a) Desórdenes públicos del art. 557.1, en su modalidad agravada del art.
557 bis 1º y 3º.
Sin embargo, concurriendo el marco legal general del artículo referido, la concreta
actuación del Sr. V. nos lleva a apreciar el subtipo agravado, previsto en el apartado
primero del art. 557 bis CP. Con pena de prisión de uno a seis años sanciona “Cuando
alguno de los partícipes en el delito portare un arma u otro instrumento peligroso, o
exhibiere un arma de fuego simulada” (la negrita es nuestra). El letrado de la defensa
puso en tela de juicio que el palo que blandía su patrocinado pudiera merecer la
calificación de instrumento u objeto peligroso. En este sentido destacó su escaso grosor
(uno o dos centímetros), que lo hacían extremadamente frágil o quebradizo para ser
considerado como tal. Sobre las características del palo solo disponemos de los
fotogramas unidos a la causa y la descripción realizada en el plenario donde los testigos
coincidieron en que tenía unos dos metros de longitud, difiriendo en el grosor pues iba
de uno a dos centímetros. La mera observación de las imágenes (folios nº. 39 a 41)
permite inferir que no parece un instrumento flexible –es más bien rígido- ni que
participe de la endeblez manifestada. Sea como fuere, le debemos dotar de la condición
de peligroso no tanto por sus características (que también) sino especialmente por la
forma en la que se utilizó por el acusado y el resultado producido. En primer lugar, no
podemos compartir que fuera endeble y frágil cuando soportó sin quebrarse en peso de
una bandera de tela. Segundo, según se observa en las imágenes adjuntas a la causa –y
concretamente la del folio nº. 41- en un momento dado el Sr. V. quita la bandera y pasa
a utilizar el palo tanto para golpear como para pinchar. En este punto la justificación
ofrecida por D. XXXXXX (que el acusado señalaba con el palo el lugar donde estaba el
teléfono que se le había caído) es tan absurda que no merece más atención. Finalmente,
ya en tercer lugar, el resultado lesivo provocado es la prueba evidente de la peligrosidad
y contundencia del objeto empleado. En este punto resulta interesante traer a colación
las sentencias del Tribunal Supremo nº. 86/2001, de 31 de enero; 2162/2003, de 16 de
diciembre; y 364/2003, de 13 de marzo. En las mismas se establece que “unos palos,
aunque sus características no constan, cuando fueron aptos para causar las lesiones
que aquí se produjeron, han de considerarse como medios peligrosos […]”.
El primero de los preceptos sanciona a “los que agredieren […] a la autoridad, a sus
agentes o funcionarios públicos, o los acometieren, cuando se hallen en el ejercicio de
las funciones de sus cargos o con ocasión de ellas”. El segundo agrava la pena cuando
se cometa “haciendo uso de armas u otros objetos peligrosos” (la negrita es nuestra).
El relato fáctico que contiene esta sentencia, cuyo sustento valorativo se encuentra en
el fundamento de derecho cuarto, no arroja duda alguna respecto de la consumación de
la primera de las infracciones pues se aprecian todos los requisitos apuntados por
nuestro Tribunal Supremo (vid. por todas la nº. 266/20, de 29 de mayo con referencias a
otras anteriores). El Sr. V. golpeó con el palo al agente nº. XXXXXX y lo hizo con la
plena certeza de que era Mosso d´Esquadra (porque iba perfectamente uniformado) y
que se encontraba en ejercicio de sus funciones pues no en vano se encontraba en la
línea de contención. Aunque no se explicitó por el abogado de la defensa con la
suficiente contundencia durante su interrogatorio y en algunas de sus intervenciones nos
pareció que deslizaba la posibilidad de que el agente pudiera perder su condición como
consecuencia de su ilegítimo proceder, concretado en una carga infundada con el
empleo de una violencia desproporcionada que provoca la necesidad de una reacción
acorde por parte del ciudadano afectado. El supuesto habilitante es correcto; los agentes
de la autoridad pierden tal condición, a los efectos del delito de atentado, cuando su
conducta es ilegítima porque se exceden de sus funciones (vid. sentencias del Tribunal
Supremo nº. 466/2013, de 4 de junio o 3/2014, de 21 de enero). El problema es que
dicha actuación despojante de su especial protección no consta acreditada siquiera
mínimamente y a tal efecto nos remitimos a lo indicado en el fundamento de derecho
cuarto.
Todos los tipos penales que se han referenciado incluyen como cláusula de
salvaguarda la sanción independiente de los actos concretos que se deriven de su
ejecución. Esto es, precisamente, lo que acontece en este caso donde el agente nº.
XXXXXX resultó herido como consecuencia del golpe recibido de manos del Sr. V..
Según se infiere del informe médico forense obrante al folio nº. 98 el tratamiento
ministrado fue la colocación y retirada de una férula, que se puede considerar como
primera asistencia facultativa. Así las cosas, como no podía ser de otra manera en pos
del respeto al principio acusatorio, también apreciamos el delito leve de lesiones y no la
modalidad menos grave que prevé el primer apartado del art. 147 CP.
El artículo 557 bis CP prevé la imposición de pena de prisión de uno a seis años
cuando concurriere individualmente alguna de las circunstancias descritas en sus seis
apartados. Dicho con palabras más sencillas, basta una de ellas para agravar la
penalidad en la referida extensión. En este caso se aprecian dos, las previstas en los
ordinales 1ª y 3ª por lo que obviamente la pena no puede reducirse al mínimo (un año de
prisión). Alineándonos en este punto con la representación del Ministerio Público
consideramos adecuada la imposición de dos años de prisión, precisamente en atención
a esa dualidad sin que proceda una mayor pena pues al Sr. V. no le constan antecedentes
penales (folio nº. 68), ni se aprecia circunstancia alguna de naturaleza objetiva o
subjetiva que merezca un plus de penalidad (art. 66.6ª CP). Irá acompañada de la
inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la
condena (art. 56 CP).
El art. 550.2 CP prevé pena de prisión de seis meses a tres años para el delito de
atentado frente a un agente de la autoridad. Por su parte, el art. 551.1º del mismo texto
prevé la imposición de la pena superior en grado cuando se emplearen objetos
peligrosos. Esta modalidad agravada nos sitúa en una horquilla punitiva que va desde
los tres años y un día a los cuatro años y seis meses. Los motivos descritos en el párrafo
anterior nos sirven también para apreciar la sanción mínima, tres años y un día de
prisión acompañada de la inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo
durante el tiempo de la condena.
Finalmente, el art. 147.2 CP castiga el delito leve de lesiones con pena de multa de uno
a tres meses. Por su parte los arts. 66.2 CP y 973 LECRIM, otorgan una amplia
discrecionalidad al tribunal a la hora de imponer la pena, es decir, su extensión será el
resultado de la ponderación de todos los elementos concurrentes, tanto los que
beneficien como los que perjudiquen al reo (art. 2 LECRIM). En el supuesto que nos
ocupa la entidad de las heridas provocadas, que llevaron a la víctima a estar de baja
laboral durante 24 días bien merecen los dos meses de multa interesados por la
representación del Ministerio Fiscal y el letrado de la Generalitat de Catalunya.
Para determinar la cuota a satisfacer se ha de estar al contenido del art. 50.4 CP. Con
un mínimo de dos y un máximo de cuatrocientos euros, atiende a la capacidad
económica del reo teniendo en cuenta su patrimonio neto, es decir, con deducción de las
cantidades que deba abonar en concepto de cargas familiares, reales o de otra índole. El
Tribunal Supremo en su sentencia 428/2009, de 28 de abril avaló que “cantidades sobre
los seis euros e incluso doce, son usuales y módicas, (…), siempre que no se acredite la
concurrencia de situaciones de indigencia, a las que estarían reservadas cifras
inferiores a los seis euros”. Resoluciones más recientes validan incluso una cuota de
diez euros sin necesidad de motivación alguna al encontrarse dicho monto próximo al
mínimo legal (sentencias del Tribunal Supremo nº. 320/2012, de 3 de mayo o 699/2016,
de 9 de septiembre). En este caso el Sr. V. se encuentra en edad laboral y no consta que
se encuentre en una situación de indigencia o penuria económica. En consecuencia, en
atención a la doctrina expuesta, consideramos adecuada y proporcionada una cuota
diaria de diez euros, haciendo un total de 600 euros. En caso de impago el acusado
quedará sujeto a la responsabilidad personal subsidiaria de un día de privación de
libertad por cada dos cuotas diarias no satisfechas (art. 53.2 CP).
En el orden civil el acusado deberá indemnizar al agente nº. XXXXXX por las heridas
infligidas (arts. 109 y 116 CP o 100 LECRIM). Aunque se trata de partidas meramente
orientativas y con la matización que después se dirá, por razones de seguridad jurídica y
con el fin de huir de cualquier clase de arbitrariedad en su determinación partiremos de
las sumas actualizadas contenidas en la Ley 35/2015, de 22 de septiembre de reforma
del sistema para la valoración de los daños y perjuicios causados a las personas en
accidente de circulación.
Tomaremos como referencia el informe forense de 23 de mayo de 2019 (folio nº. 98).
En el mismo se destacó que el agente indicado estuvo de baja laboral durante 24 días, lo
que equivale a un perjuicio personal moderado. De conformidad con la Resolución del
pasado 2 de febrero de la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones (BOE
19 de febrero), el importe por día actualizado a este año es de 54,78 euros. En
consecuencia, la suma indemnizable sería de 1.314,72 euros. No obstante, como de
forma reiterada ha apuntado nuestro Tribunal Supremo ante supuestos de delitos
dolosos las tablas y cantidades fijadas en la legislación sobre tráfico constituyen un
cuadro de mínimos. La responsabilidad civil derivada de un delito doloso debe ser
superior a la establecida para un delito imprudente sin que en cualquier caso se puedan
quebrar los principios dispositivos y justicia rogada (sentencias nº. 107/20147, de 21 de
febrero; 384/2017, de 29 de mayo; 799/2013, de 2 de noviembre o 772/2012, de 22 de
octubre). Así las cosas, a la vista de la entidad de las lesiones a la meritada partida le
añadiremos prudencialmente un 15% por este factor de corrección. De esta forma la
cantidad a pagar sería de 1.511,92 euros. En este punto conviene recordar que el pasado
6 de noviembre Sr. V. hizo un ingreso de 2.000 euros para atender a esta partida.
Finalmente, conforme a los arts. 239 y 240 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, 123
y 124 CP, se imponen al Sr. V. Regalon las costas procesales devengadas durante la
tramitación de este procedimiento.
LA SALA RESUELVE
1. Desórdenes públicos de los arts. 557, 557 bis 1º y 3º CP a dos (2) años de prisión
con inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo
de condena.
3. Un delito leve de lesiones a dos meses de multa con una cuota diaria de diez
euros, haciendo un total de 600 euros. En el orden civil deberá indemnizar con
1.511,92 euros al agente de los Mossos d´Esquadra con carnet profesional nº.
XXXXXX.