Los teléfonos móviles y las tablets permiten a los estudiantes acceder a los contenidos en cualquier
momento, desde cualquier parte (existe la limitación de la cobertura de internet, pero ésta cada vez
es más amplia). Esta flexibilidad, sin duda, personaliza el aprendizaje haciendo que se ajuste a las
necesidades del alumno.
Pero no sólo es útil para la enseñanza a distancia, en la presencial también es una herramienta a la
que se le puede sacar mucho partido, ya que elimina la necesidad de impartir conocimientos dentro
de un aula. Si además incorporamos aplicaciones de realidad aumentada, es posible estudiar los
temas directamente desde su entorno: por ejemplo, qué mejor sitio para estudiar la flora que desde
su hábitat natural, viéndola, tocándola, sintiéndola.
Existen muchas aplicaciones de mensajería, chat y foros en línea que facilitan la comunicación entre
los estudiantes y a su vez de éstos con el docente y viceversa. Si además tenemos en cuenta que el
uso de estos canales cada vez es más frecuente entre la población más joven, fomentar su uso en el
aula supone un estímulo para facilitar la comunicación.
Si bien es cierto que en este punto es esencial establecer unas normas claras de uso y la figura de
uno o varios moderadores que intervengan cuando se cometa algún abuso o se infrinja alguna de las
normas establecidas.
Pero no sólo puede mejorar la comunicación, existen herramientas (office online, suite ofimática de
google drive, etc…) que permiten el trabajo colaborativo (varias personas interactuando con un
mismo documento) entre estudiantes. Esto supone una gran ayuda para la realización de proyectos
y tareas grupales.
El m-learning permite realizar diferentes tipos de proyectos, por lo que es posible que los estudiantes
se sientan cómodos al poder expresar sus ideas por medios diversos. Ya no solo es posible entregar
un trabajo por escrito, también pueden desarrollarse presentaciones, blogs, vídeos, murales
digitales, mapas con datos de interés incorporados, etc.