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54 | Don Quijote y Duleinea ‘A veces la fantasia se impone en la realidad y eso es 10 que le paso a don Quijote, el perconaje creado por Mi gue] de Cervantes Saaveda, @ comientzos del siglo XVI. Don Quijote, de tanto Jeer novelas de caballersa,cre- 1y8 que él, ya viejo, podia ser eaballero andante ~hacta i+ los que mo habla caballeros andantes~ y andar por ahi reseatando princesas y haciendo justicia. Bl personaje se nape, a su ves, pessonaje de obxe novela. Lo que no neta- be era lo ridicule que les parecta a todos, ast disfrazado con lo que encontrs en sa casa. Sin embargo, pese a st comicidad, 1a historia de don Quijote siempre ha sdo considerada como un verdadero ejemplo de que los suefios pueden hucerse realidad, siem- ‘re que creamnos lo suficiente en ellos. ‘Aventureres y enamorados |55 DON QUIJOTE Y DULCINEA Bie euge ee meer nadie recuerda, vivid hace mucho tiempo un se~ fior bastante peculiar. Nadie recuerda cual era su. verdadero nombre, que tal vez fuera Quejana, pero fue mejor conocido como Quijote. O como don Quijote de la Mancha, Don Quijote tenia cerca de 50 afios. Era pobre, alto y flaco, y usaba una barbita canosa. Y lefa much, dot Quijote. Lefa libros de caba lleria?, uno atrds de otro. Tanto ley6, que al fi- 2 Ropin de Espana 2 Nous ques excberon, especialmente a fines de a Edad Modi, dose se rdeaban antisteas avenues de ables ar lanier que rescalsban pinecss,lachahan contra mages 9 er ‘ontadoesyraimbon vlersoe alos En la €pcca en a gue so ubica esta ston, ns novels de cablleria ya hain pase de sods 56 | Don Quijote y Duleinen nal se crey6 que él mismo era un caballero. Un dia, consiguié una armadura vieja, una espada oxidada, y decidi6 salir a recorrer el pais. Segin él, cada dia se cometian muchas in- justicias en Espagia, Y nadie mejor que un caba- lero de lanza, escudo y espada para poner las ‘cosas en orden. Don Quijote, como se adivina, veia la reali- dad de una manera muy distinta del resto de la gente. En verdad, casi siempre veia lo que él queria. De su caballo Rocinante, por ejemplo, él ppensaba que era un alazin® fuerte y valiente, Y el pobre Rocinante no era més que un caballo viejo con la pial floja. Apenas se movia para co- mer un poco de pasto. ‘A don Quijote también se le ocurri6 que un caballero debia tener un ayudante, O un escude- ro*, como él decia. Entonces fue a visitar a un campesino, verino suyo, llamado Sancho Pan- za, Sancho era bajito y gordo. Era un hombie sencillo yun poco bruto, pero de buen corazén. 3 Cabal de color rojz cana, muy aprcid ‘ Ayudante que Foe as eras de un eoblero seve a ‘Aventureros y enamoredos |57 Don Quijote le habl6 con palabras tan compli- cadas y le prometié tantas cosas, que al final convencié a Sancho para que fuera su escude- ro. Y ast salieron los dos a recorrer los caminos ¥ylos campos de Espaita. Don Quijote en su ca~ ballo viejo, y Sancho Panza en su burro, porque caballo no tenia, Muchas fueron las cosas que les pasaron, Y siempre se complicaban, debido a las ideas de don Quijote, que veia aventuras y encantamien- tos en todas partes. El primer dia, por ejemplo, divisaron a lo le- jos unos molinos de viento, —iAtencién, Sancho! —exclamé don Quijo- te—. Alli esta nuestra primera misi6n: liberar la regién de esos malvados gigantes. —2Qué gigantes? —pregunté Sancho, ras- candose la cabeza —iAquellos que agitan los brazos, hombre! 20 estas ciego? —contest6 don Quijote, sefia- lando los molinos, cuyas aspas® se movian con el viento. 5 Conn de bars en form de exis, que mui by pis del mane 58 | Don Quijote y Dulcinea —Pero, sefior, esos son molinos... —dijo Sancho, —Se nota que has salido poco de tu casa, esos son unos gigantes malisimos —dijo don Quijote—. Si tienes miedo, hazte a un lado, y deja trabajar a los valientes. Y, dicho eso, don Quijote alz6 su lanza y arremeti6 contra el aspa de un molino. Pero las aspas se movian con fuerza y, apenas don Qui- jote clavé su lanza, el aspa lo levant6 por el ai- re, La lanza quedé destrozada y don Quijote ca- yo de cabeza al suelo. Asi terminé su primer en- frentamiento. Pero las andanzas recién empezaban, ya que don Quijote no se daria por vencido. Otra vez, don Quijote crey6 que un rebafio de avejas era un efército, y quiso atacarlas. Y-otra vez legaron a una posada, aunque don Quijote aseguré que era un castillo, A las mujeres que trabajaban alli, las trat6 como a cortesanas. Y, al duetio de la posada, le decia rey. Casi siempre don Quijote terminaba sus “aventuras” golpeado o huyendo. Y todo el mundo se daba cuenta de que algo en la cabeza de don Quijote estaba “medio suetto” Un dia recordé que, en las novelas que ha- Aventureros y enamorados 159 bia leido, todos los caballeros tenfan una amada. Entonces, decidié que él también la tendria. Su amada seria una reina, a la que llamaba doiia Duleinea, y que, segin él, vivia en la regién del Toboso®, Sancho Panza, acostumbrado a su compafiero, se imaginaba que la tal Dulcinea no seria mas que una campesina bastante fea. La verdad es que don Quijote no la habia visto nun- cca. Desde entonces, cada nueva aventura se la dedicaba a ella Un buen dia, quiso ir a buscarla. Viajaron Quijote y Sancho hasta la regién de El Toboso, Alli, el viejo caballero detuvo a Rocinante y le pi di6 a Sancho que le trajera a Dukcinea —Dile que su caballero enamorado la esté esperando —dijo. Sancho no tenia la menor idea acerca de quién podia ser esa Dulcinea. Y entonces pens6 que cualquier campesina daba lo mismo. Le di- via a don Quijote que era su Duleinea, y asunto arreglado. * Pespeo pueblo de Espa, en la vglon de la Mancho, Lo Aeulode Quip, enest caso, esque ete puto fms to ey 60 | Don Quijote y Dulcinea Después de andar un rato, Sancho se cruzé ‘con una campesina que se acercaba por.el ca- mino. Volvié corriendo a donde estaba don Qui- jote. —Aaui viene dofia Duleinea, su amada reina He anuncié, Don Quijote vio a la mujer que se acercaba y arrugé la frente. Le dijo a Sancho: —Pero jesa mujer es una campesinal {INo, sefior! —dljo Sancho, tratando de cohvencer a don Quijote—. {Mirela bien, es Duk cinea! —Pues yo no veo més que a una simple campesina —dijo don Quijote—. Pero tal vez nuestros enemigos, esos magos malisimos que todo lo encantan, hayan transformado a mi her- ‘mosa sefiora en esa fea campesina, solo por ha- cerme el mall —jSeguro! —grité Sancho Panza. Lo ‘nico que queria era gue don Quijote lo dejara en paz con ese asunto, Y asi fue que, durante un tiempo, don Qui- jote dejo de hablar de Dulcinea, creyendo que estaba encantada ‘Més adelante, se encontraron con un grupo 62 | Don Quijote y Dulcinea de gente que decidi6 burlarse del supuesto “ca~ ballero”, a quien crefan loco (la verdad, todos aquellos con quienes se cruzaba Quijote lo con- sideraban con un tornillo flojo). Cuando don Quijote les conté la historia del “encantamien- to” de Dulcinea se rieron por lo bajo y decidie- ron tomarle el pelo, Como eran bastante malva- dos, inventaron un cuento. Uno de ellos se dis- frazé de diablo, y se present de noche ante don Quijote. —Vengo a decirte como desencantar a Dut cinea para que wuelva a ser una bella dama —di- jo el falso diablo—. Para “deshechizar” a tu ama- da, Sancho Panza debera hacer una penitencia, iY cuél es esa penitericia? —pregunt6 don Quijote. —Tiene que darse tres mil azotes? de latigo en las nalgas —dijo el diablo. Asi que, finalmente, Sancho Panza terminé pagando si engaito, Pero Dulcinea nunca aparecié. Las andanzas de don Quijote y Sancho Pan- za continuaron durante mucho tiempo. Vivieron 7 Geipe dado con un igo 0 a var, — Aventureros y enamorados 163, historias realmente increfbles. Y, cuando don Quijote ya se empez6 a sentir muy viejo y can- sado, fue Sancho el que lo animé a seguir. Tal vez porque, al final de sus dias, Sancho, a veces, pensaba que don Quijote no estaba tan loco co- mo la gente decia. Después de todo, hay que atreverse a ver la realidad de otra manera, Hace falta ser todo un caballero.

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