Capitulo 1
El arte como fenémeno universal
Como ya hemos indicado en las péginas de introdueci6n, en este ensayo conccbi-
sera bueno, pues,
que iniciemos este anélisis tratando de definir el objeto de nuestro estudio: el arte
como tal. .
Para algunos de los cultivadores de Is historia del arte, todavia hoy éste es un
producto tan delicado y sutil, an ligado al genio individual, y si acaso, a un género
especial de creadores, que dificilmente serfa concebible para ellos pensar que pudie-
ra calificarse con ese nombre el producto de seres humanos vulgares, desarrollando
una eartesanfa» cualquiera. Sin embargo, «a partir de Hegel, algunos han entendido
(Zerner,
7 pag. 195). A partir de ficacién primera, pues, como veremos a con-
tinuacién, cabe que intentemos definir cudles son las caracteristicas distintivas de
ese producto universal del hombre que es el arte.
En el mas amplio sentido —para Herskovits (1964, pig. 416)—, i
saaaonaidoordguiponstony tind uaataancmm ODS siete
_que tene una fora que #8 puede deserbir» Exe aspecto, et del embellecimiento, es qui-
“ais el tinico distintivo del arte, y lo que puede ayudarnos a marcar con una cierta
nteras.entre as obras de Es claro que el con
__cepto.de-belleza serd variable de cultura a cultura; lo que no es variable es el hecho
‘de que la obra de arte sea aquella en que su creador haya impreso un cariicter sus
tancial al que lamamos bellezs, por consiguiente estétco.
Podemos considerar con Sieber (1971, pég. 203) que cn Ja obra.de
~aspectos bisicos:_esu_contextorestéticoro de_prescntacién, que incluye la forma,
habilidad y el estilo; y su contextordersignificaciém, que incluye el sujeto y sus 280-
‘de Sieber Ia llevamos al modelo mediante el cual abordamos el
estudio de la wobra de artes en el capitulo 3, podrfamos, quiass, distinguir tres secto-
(a) Tatminteria ya téenicasconstituirian el soporte material de la obra de arte; (b)
1 gsuntosyelasfinalidad podrfan cquivaler a lo qué Sieber llama esujeto y sus asacia~
ciones, simbélicass; (c) layonnazyselsestiloy por ultimo, serfan el reducto de_ls
te hay dos
la&
16 Arte y antropologia
obra de arte en el que cabe descubrir ese econtexto estético», el lugar en el que se in-
lleza, cualquiera que ésta sea. Es claro que, como diremos en ese préximo
lo y en cl que nos dedicaremos a analizar el estilo (capitulo 6) concibiéndolo,
igualmente, como un sistema, en él tendremos que considerar como atributos fin-
damentales el modo de hacer o habilidad, la expresién, la emocién y la eualidad, Lo
eestético» es, como vemos, uno de los aspectos més complejos_de la obra. de arte,
cuyo anilisis nos Hevaré, en las préximas paginas, por caminos todavia poco defini-
dos.
En cualquier caso, es necesario tener bien claro el hecho de que el fenémreno
gstéticopo la buisqueda de Ja ebelleza», constituyerelmicleardelo que.llamamos.obra
de arte, Es importante que quede esto suficientemente aclarado, ya que la frontera
entre las obras de arte y las que no lo son es un tema muy debatido y que resulta
ciertamente engorroso si no se dispone de un instrumento conceptual tan claro
como el de ebellezas, pese a que su definicidn pueda ser en este momento impo-
sible de hacer. «Toda nuestra experiencia nos indica que no se puede dibujar una
linea estricta entre lo artistico y lo no artistico», (Haselberger, 1961, pig. 342).
Como dice Kubler, «la separacién académica del siglo Xvil entre artes bellas y
litiles pasé primero de moda hace un siglo. A partir aproximadamente de 1880 se
calificé de burguesa la concepcién de bellas artes. Después de 1900 se consideré que
las artes folkldricas, los estilos provinciales y las artesanfas rusticas merecfan igual
rango que los estilos cortesanos y las escuelas metropolitanas gracias a una evalua
cidn democritica de acuerdo con cl pensamiento politico del siglo Xx. Desde otra
linea de ataque, el término bellas artes se deseché hacia 1920 por los exponentes del
diseto industrial, que pregonaban la necesidad universal del buen disefto y que se
oponfan a un doble criterio de juicio para obras de arte y objetos utiles», (Kubler,
1975, pags. 24-25).
En realidad, si analizamos con minuciosidad tanto el mundo en que vivimos
como cualquier otra sociedad, shay muy poco arte... que no esté asociado con al-
gtin objeto que tenga utilidad» (Herskovits, 1964, pag. 416), etanto los anzuclos de
pesca, 0 los visillos de una ventana, como las pinturas abstractas o las fugas en muisi~
ca» (Mills, 1971, pag. 74) quedarian por consiguiente dentro del concepto de arte
que manejaremos en estas paginas. ‘
La cuestién de la utilidad o inutilidad del objeto al que califiquemos de obra de
arte es, por eso, un tema fundamental. «La cuestién principal es que las obras de arte
no son hercamientas, aunque muchas herramientas puedan compartir cualidades de
buen diseio con las obras de arter. (Kubler, 1975, pig, 26). Si consideramos que to-
dos los objetos, —sean attisticos 0 no— son_sitiles, en la medida en_que_son
necesarios, de alguna manera, para cumplir un fin en la cultura de que se trate, ha-
bremos dado un paso importante para aclarar la cuestién; en efecto, también las
obras bellas, o las abrasideraite, 5)
scatodassoaietauls i a innumerable variedad de
formas que expresan belleza, que han surgido del trabajo de la imaginacién creado-
ta, proporciona alguna de las més profundas satisfacciones que el hombre conoce»,
(Herskovits, 1964, pig. 414)
Silas obras de arte y las demés, incluidas las herramientas; son obras tities, la opo~
sicién obra de arte versus dbra iti no tiene sentido. El sentide hay que buscarloElarte como Jenomeno universal 17
. . precisamente en el factor estético que no es exclusivo de lo que llamamos obra de
e : arte, sino que se aplica también a cualquier obra, herramienta, etc, en la que el
: hombre, ademas de su especifica fincién, quiera hallar satisfaccién a,ese impulso
- estético que le leva a crear belleza alli por donde pasa: ya sea una casa, el altar de un
5 templo, un jardin palaciego, la empuitadura de una espada o el cayado de un fastor. :
Esa infencign estética es, pues, la que hace de una obra cualquiera una obra de arte (Ha-
re selberger, 1961, pag. 342).
Lo gue es,en_verdad ¢ npla suna funcién exclusi,
. va o predominantemente estética (el arte por el arte). La satisfaccion y el disfrure
a ue Ta contemplacién de una obra de arte puede producir en los individuos no han
2 sido siempre los motivos de la creacién artisticas (Sanchiz, 1979), Por el coritratio,
4 J lo mas comtin es que el arte se aplique a obras cuya funcién es muy diversa. Sin
} embargo, «la idea de que las artes sean, 0 puedan ser, las sirvientes de la religign, el
. Prestigio o la politica es firmemente atacada» (Sieber, 1971, pigs. 204-205) por mu-
chos, que consideran la aceptacién de este hecho como el reconocimiento de una
supuesta prostitucién del arte.
, A pattir de lo que acabamos de afirmar en los pérrafos antetiores, resulta ocioso
considerar un arte puro y un arte decorativo en oposicién, 0 como dos categorias de
cardcter jerdrquico. Es evidente que resulta odiosa toda distincién entre el artista
| que produce ese arte puro y el artesano que crea diseftos de cardcter decorativo
(Herskovits, 1964, pig. 414), pero, por otra parte, esa distincién seria limitativa del
amplio concepto de arte que hemos indicado anteriormente. Es evidente-«que lo
que puede parecer toscos intentos de pueblos, con equipo tecnolégico pobre, para
embellecer titiles sencillos sus chozas, o para picar rudos dibujos en las rocas, debe
entrar en Ja categoria del aspecto estético de la cultura» (Herskovits, 1964, pig
’ 416), ya que, en definitiva, las diferencias entre el arte de los pueblos etnogréficos
y,cl de las altas culturas.o, civilizaciones solamente son de grado (Haselberger, 1961,
pag, 341), pero no afectan a la esencia m En cualquier caso, elos
evolucionistas contemplan como formas preliminares de arte todos los objetos y
construcciones cuyas contrapartidas en las altas culturas son consideradas como
artey (Haselberger, 1961, pag. 342)
Z Todo ello nos reafirma en el principio, ya seftalado mis arriba, de que «el arte
aparece en, todas las culturas de las que tenemos conocimiento. Por ello, una con-
Cepcin que no demuestre ser vélida para entender las artes de_otras culturas
distintas de la nuestra, no serd vélida» (Mills, 1971, pag. 76).
Sin embargo, tales principios, que desde una perspectiva antropolégica resultan
ampliamente demostrados y aceptados en la actualidad, no gozan de una aceptacién
universal, ni siquiera entre Jos histotiadores del arte, ni entre los eriticos, para los
que hasta hace poco, en muchos casos, las artes de los pueblos primitivos, especial-
mente las figurativas, no eran consideradas como verdaderamente antisticas; «lo
que se valoraba cra principalmente la ornamentacién, asi como lo habil de la elabo
racién.
emilomonstruosory:grotesco» (Shapiro, 1962, pag, 17).
Hay un tltimo aspecto a considerar cn esta presentacién preliminar del tema
ade late W Te wearin alae roves
Pstétien: ad ne arte eiamda almuian18 Arte y antropologia
sobre las rocasts (Haselberger, 1961, pig. 342). Aunque no parece que pueda ee
marse que el resultado de es uqueteo sea una obra de arte, no podria dejarse ae
lar que tal accign tiene que ver de forma muy directa con un sentimiento a ue
Yamamos ordinariamente placer estético», al tiempo que, sin duda, tal sigue deb
ser interpretado como un lenguaje inconsciente, emparentado con el que analiza la
grafologa. Lo que desde Inego no suscribiri es In afirmacién de Hasclberger
(1961, pag. 342) en el sentido de que se trata de arte solamente cuando ja ao
produce resultados que afectan a alguien y no es, como el juego, un juego en si
mismo», Como tendremos ocasién de analizar con més detalle en paginas proximas,
hay muchos ejemplos de obras de arte que se hicieron pata que nadie las contempla~
a, y el artista de nuestros dias crea, en gran medida, para sf mismo, aun cuando
luego cl aparato comercial del arte utilice esa misma obra con otros fines.
Como ya hemos dicho en Ia intrtuccidn, este libro pretende abordar problemas
alos que, en términos muy generales, cabria calficar de tedricos. ¥ ello por dos
fandamentales razoncs: porque fa historia del arte tradicional no parece interesarse
por los problemas tedricos del arte, y porque algo parecido suucede con In antropo-
logia y las ciencias sociales en general en relacidn con cl fenémeno artistico.
sEmpitica y positivist, Ia historia del arte tradicional se muestra en extremo
desconfiada frente toda teoria ¢ incluso toda interpretacién profundizada de las
obrass (Zerner, 1979, pag, 191), Ello no cs ex
que deriva su quehacer especializado, se muest
tipo de
rafio, ya que la misma Historia, de la
a igualmente enemiga de. cualquier
Zerner, 1979, pig. 191), que hace cada
ia mis urgente un planteamiento de ese género. Aunque no vamos a interttar aqut
hacer una historia de los intentos teéricos mds serios del pasado, entre los quie ios
nombres de Riegl, Wolflin, Worringer, Hauser y Panofsky son quizis los mis im
Portantes, no cabe desconocer que en ninguno de ellos hallamos un contenido
{uficientemente consistente que, de algsn modo, pueda setvir de base para una la.
bor sustantiva en el terreno de la teorfa del arte, ya que, cuando mis, ofrecen
instrumentos de carécter metodolégico que han permitido en el pasado amplia el
marco de referencia o hallar cierto tipo de interpretaciones que siguen siendo insu-
ficientes en este momento .
Como quiera que los mayores y mejores esfiuerzos se han realizado en el campo
dela iconografia, y ésta ha incidido especialmente en el campo del arve occidental,
no 5 sorprendente que pata un sector marginal como es el americanismo se pro-
ongs como la tarea mis urgente «tomar cl papel de historiadores ahora abandons
4o por los arquedlogos» (Goggins, 1979, pig, 319),
Es évidente que la historia, o sucesién ene
Jiri de hacerse mientras sea necesatio, ni en
parte de los arquedlogos 0 prehistorindores,
adenada de hechos particulares, no de-
lo relativo a las culturas antiguas, por
ni cn relacign al arte, por los historiaEl ante como fenémeno universal 19
no, cognitivo, etc. En mi opinién son dos cosas independientes y que no afectan la
una a la otra.
Desde el campo de las ciencias sociales cabe sefialar un escaso interés por el arte
como fenémeno. «La actual carencia de estructura tedrica sistemtica en la sociolo-
gia del arte responde en parte a la disposicién humanista que ha llevado a algunos
investigadores 2 preocuparse mds del anilisis sensorial de estilos 0 periodos dados
—principalmente sobre la base de la historia del arte occidental— que de la clabo-
racién de un marco de generalizaciones forzosamente indiscriminadas, aplicable a
una gama intercultural de formas expresivas» (Kavolis, 1968, pég. 9). Por otra parte,
para muchos socidlogos el arte afecta sélo marginalmente a la sociologia, ya, que
para muchos de ellos ese fenémeno no ejerce influencia en el comportamiento so-
cial (Kavolis, 1968, pig. 12), y en cualquier caso la sociologfa del arte, obviamente,
se interesa «por las caracteristicas tipicas y recurrentes del arte y la sociedad» pero
no por los aspectos tinicos, por importantes que éstos puedan ser o parecer desde
otros puntos de vista (Kavolis, 1968, pag. 16)
En cualquier caso, sin embargo, se puede hoy hablar de una sociologia del arte
por embrionaria que ésta pueda parecer. No puede decirse lo mismo de In antropo-
logia..«No es extraito, por cllo, que el capitulo de Anthropology teday que se ocupa
de este tema fucse escrito por un historiador del arte y que la mayor parte de los
autores cuya obra se discute sean también historiadores del arte» (Mills,.1971, pag.
67). Solamente en los tiltimos aftos parece haber un cierto mayor interés por parte
de los antropdlogos, aunque en términos generales podrfamos decir que todos cllos
no logran atravesar Ja peligrosa frontera trazada por los mismos historiadores del
arte de esa entelequia a la que lamaron «arte primitivoy.
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