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No solo se da por parte de madres o padres, también se da por parte de los abuelos o de
personas tutoras de los niños, el porcentaje del maltrato por parte de abuelos es muy alto.
Los niños que son maltratados, tienen una formación diferente a la de un niño normal, esto
es lo único que ocasiona que en la edad adulta se comporten como ellos fueron tratados en
su niñez. Como nos damos cuenta que el carácter y la personalidad que tienen los padres va
a ser la misma que le inculca a los hijos en su formación, con esto se hacen referencia a que
si los niños reciben un trato vulnerable de sus padres van a desarrollarse de una manera
diferente a la de un niño anormal. Ya que el niño va almacenando información con forme
va creciendo y lo refleja en los demás todo aquello que ha vivido. El hecho ponerle castigos
a un niño muy severos o extremos va a potenciar que al madurar proyecte eso mismo con
algún familiar hay que tener en cuenta que los castigos deben realizarse adecuadamente y
no de manera violenta.
La Organización Mundial de la Salud, declara que la agresión a los niños por los padres
y los cuidadores en forma de castigo corporal es preocupante, debido a los efectos nocivos
y duraderos de éstos; además el castigo físico es un factor de riesgo para depresión,
desesperación, abuso de alcohol, suicidio, violencia contra los compañeros, maltrato físico
de sus propios hijos, asaltos físicos a las esposas, menor probabilidad de profesionalización,
y es parte de los factores predictivos de la agresividad, la violencia en adolescentes y
adultos, sin que este castigo físico corrija el comportamiento antisocial, y por el contrario
algunos autores afirman que el azote aumenta la probabilidad de comportamiento
antisocial. Uno de los comportamientos asociados a conducta delictiva en la adolescencia
es el antecedente en la infancia de conductas crónicamente agresivas.