andando. Entonces salta Lievka a la silla, coge a Saschka del pelo, le echa la cabeza hacia atrás y le da de puñetazos en toda la cara. Saschka se limpió con la falda la sangre y siguió andando. Lievka saltó de la silla. Y las trompetas estridentes siguieron guiando el escuadrón frente a la línea azulada del Bug.
Luego volvió Lievka, el cochero del comandante de división,
hacia nosotros, y gritó con ojos chispeantes.
—Cuando menos no la he vapuleado mal. Ha dicho: "Mandaré
las cosas a su madre cuando me venga bien." "Pero de veras no lo olvides, tú, hueso hediondo... Si lo olvidas, ya te acordarás otra vez. Y si lo vuelves a olvidar, volverás a acordarte..."
150 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx UN SUEÑO
El comandante de división y su estado mayor se encontraban
en una rastrojera a tres kilómetros de Samostye. El ejército se hallaba ante un inminente ataque nocturno. Según la orden, debíamos levantar ya nuestro campamento en Samostye. El comandante de la división sólo esperaba la noticia de la victoria.
Llovía. Sobre la tierra empapada se cernían el viento y la
tinieblas. Todas las estrellas estaban ahogadas por montones de nubes negras como tinta. Resoplaban los caballos extenuados, y en la oscuridad impenetrable, tan pronto descansaban en una pata como en otra. No había ya pienso para ellos. Até mi caballo a mi pierna, me envolví en mi capote y me eché en una hoya llena de agua. La tierra empapada me recibió en sus brazos serenos, como una tumba. El caballo tiró de la rienda y me arrastró. Había descubierto una mata de hierba y quería arrancarla. Al poco tiempo me dormí... y vi en sueños, en la era, el cereal recogido en parvas y el polvo áureo de la sonora trilla. Las gavillas de trigo subían hasta el cielo; el día de julio se metía en la noche y el sol poniente pesaba sobre el pueblo.
Estaba tendido en mi lecho tranquilo; la blandura del heno bajo
mi cerviz me arrebató los sentidos. La puerta de la cuadra se abrió rechinando. Una mujer en traje de baile se acercó a mí, fue despojando su pecho de encajes negros, circunspectamente, como una madre nutricia, y se reclinó en el mío. Un sofocante