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EL PERSONAJE
Los caminos para expresar el interés de los personajes son variados, aunque por lo general estas
vías pueden adoptar dos formas concretas:
1. El narrador omnisciente (que dice lo que ha sucedido en el interior del personaje, habla de los
sentimientos y estados afectivos). A pesar de haber un narrador el lector deberá ver el mundo
como a través de los ojos del personaje mismo.
2. La presentación de los gestos, ademanes y acciones del personaje. En este caso el autor se
retrae y deja que el lector adivine lo que el personaje siente; partimos de la actitud exterior
para de allí derivarnos a sus sentimientos y emociones, deducimos, imaginamos su mundo
interior.
Tipos de personaje
El personaje plano o diseñado
Personaje construido en torno a una sola idea o cualidad, sin profundidad psicológica.
Encarna la idea de lo rectilíneo, de lo limitado, de lo cerrado con cerco interior. Está hecho de una
sustancia única, perfectamente analizable por los procedimientos de la química psicológica.
En ellos hay un impulso vital que domina y absorbe todas las demás fuerzas interiores y las empuja
en el sentido que marca la voluntad central: encarna la pasión, o la ambición, o el odio, o los celos,
o la anarquía.
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Zweig los llama «recreados».
Hay un desenvolvimiento de la personalidad tendente a adquirir la virtud.
Estos personajes acaban siendo siempre activos y virtuosos: aprenden de las experiencias de la vida.
Personajes complejos
Para estos hombres, el destino no tiene jamás sentido material sino interior. No les interesa en lo
más mínimo acomodarse a este mundo, imponerse, triunfar.
Quiere poderse, sentirse a sí mismo y a la vida, el poder cósmico, el sentimiento de la existencia.
Elemento decorativo: no aportan nada a la acción, ni poseen significado particular alguno. Pueden
añadir una nota de color local o hacen bulto.
Agente de la acción: puede definirse la acción de un relato como el juego de fuerzas opuestas o
convergentes presentes en una obra. Cada momento de la acción constituye una situación
conflictiva en la que los personajes se persiguen, se alían o se enfrentan. Las fuerzas son las que
encarnan, sufren o animan los principales personajes
El protagonista: el que conduce el juego, el que comunica a la acción su «primer impulso
dinámico».
El antagonista: es la fuerza oponente, el que permite que las situaciones se compliquen.
Paciente: personaje que la narración presenta como afectado por los procesos modificadores o
conservadores (las fuerzas que convergen en la obra). Es el que sufre la acción.
Agente: personaje que inicia los procesos modificadores o conservadores. Es el que emprende la
acción.
Hay una relación personaje-autor. Los personajes caracterizados pueden trasuntar percepciones,
ideologías de los autores. El personaje puede ser en alguna medida portavoz del autor.
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Una condición esencial del narrador es la de ver los tipos y acertar a reflejarlos en sus rasgos
característicos. Debemos esforzarnos por definir la personalidad de los personajes y por tratar de
meternos dentro de ellos. Las acciones se dicen, pero los sentimientos hay que evidenciarlos.
Retrato: dibujo directo del personaje, detalles del físico, así como del carácter: notas corporales y
espirituales. Los rasgos pueden ser caricaturescos, humorísticos, esquemáticos, complejos.
Por otra parte, en la línea de la descripción, los estados de ánimo se pueden revelar mediante la
descripción del espacio. “Siempre resulta más adecuado describir el espacio correspondiente desde
la mirada del personaje”2.
Las propiedades psíquicas del personaje se puede dar a conocer a través de sus acciones y conducta,
que ponemos a los ojos del lector a modo de retrato.
Acciones: cada autor escoge lo que conviene a la naturaleza de los personajes en cada uno de los
episodios en el transcurso de la acción. Las acciones corresponden al carácter que se ha pintado en
un comienzo, de acuerdo a la información inicial que se ofrece del personaje, a lo que cabe esperar
según nuestro conocimiento del mundo.
Lenguaje: hay que dejar hablar al personaje, y respetar su modo de hablar. Ese mismo modo nos
hablará del personaje.
«Por medio del lenguaje pueden lograrse siempre caracterizaciones, aunque se trate de palabras
cuyo contenido sea nulo, palabras que sean independientes de la finalidad significativa del que
habla, que no se refieran al tema».
La mirada del personaje que se posa sobre otros y sobre lo que le rodea: naturaleza animada o
inanimada. La relación que el personaje establece con los objetos es también reveladora de actitudes
psicológicas: manías, fobias, filias, revelan rasgos de carácter.
Para dar vida a los personajes, el escritor puede combinar dos modos:
La escena o narración escénica: los hechos se desarrollan en nuestros ojos por los personajes,
con la mediación de un narrador. La escena permite dramatizar, esto es particularizar con nitidez.
El autor no explica, muestra comportamientos
El resumen o narración panorámica:
Ambos modos se pueden mezclar, combinar.
1
Hatzfeld, Helmut (1949). “El Quijote” como obra de arte del lenguaje, 115.
2
Kohan, Silvia Adela (2001). Crear una novela, 129.
3
Bourneuf, R. (1981). La novela, 75.
3
Conocerse y reconocerse: es difícil conocerse uno mismo y comunicar a otro ese conocimiento. Es
difícil porque el hombre está encerrado en los límites estrechos de su subjetividad, no puede salir de
sí mismo para juzgarse.
EL ACONTECIMIENTO
Tenemos una situación dada y bajo la influencia de ciertas fuerzas hay un cambio.
Tradicionalmente se habla de “la intriga” como el resorte del cambio. La intriga, el conflicto, en
cuanto que encadenamiento de hechos, estriba en la presencia de una tensión interna entre estos
hechos que debe ser creada desde el principio de la narración, entretenida durante su desarrollo y
encontrar sus solución en el desenlace. La intensidad y la fuerza de la intriga puede variar: desde la
tensión apenas sensible en una intriga que sólo servirá de hilo conductor, hasta la que se eleva al
paroxismo4.
Podemos separar dos formas nítidas que corresponden a la acción: la forma de primer plano y la de
segundo plano.
4
Roland Borneuf (1981). Op. Cit., 52.
4
En las formas de segundo plano el mundo individual o concreto está subordinado a un mundo más
grande del cual es modelo o reflejo; el primero es el estrato sustancial predominante, el segundo es
el marco donde está inserto.
La estructura está en última instancia determinada por ese mundo más amplio y lo que puede ser
anecdótico para el primer plano, para el proceso épico puede ser el punto más importante.
En el análisis lo primero que captamos es el acontecimiento de primer plano, pues es la forma más
perceptible, que constituye aparentemente todo el contenido de la narración: la acción, las personas,
el espacio. Decimos que lo constituye aparentemente porque el proceso épico de una narración nos
quiere decir más, nos proyecta el significado de los elementos del primer plano en un espacio
amplio, así los personajes con sus nombres y apellidos, pasan a ser hombres tipos.
Otra forma larga es la epopeya, concebida como narración del mundo total.
El proceso épico se puede proyectar desde el mismo acontecimiento, en hechos que corresponden a
un mundo más amplio, pero también puede haber una proyección ideológica; en este último caso el
proceso épico es la valoración de determinada circunstancia que se quiere elevar a la categoría de
universal.
Hay algunos procedimientos narrativos que debemos tener en cuenta en la composición del
acontecimiento: la escena y el resumen.
EL RESUMEN: Este modo puede servir para resbalar por encima de hechos poco importantes
para la óptica de la narración, anticipar el futuro e imaginar lo posible.
LA ESCENA: Hay un detenimiento: un personaje que actúa ante nosotros; con este
procedimiento particularizamos con nitidez. En este caso las situaciones son presentadas desde el
exterior en el momento en el que se desarrollan sin que el autor resuma o explique.
Otros procedimientos de composición son los paralelismos, los contrastes.
En la narración pueden aflorar varias historias. La disposición de estas narraciones sucesivas puede
ser:
1. DE ENCADENAMIENTO: narraciones sucesivas: las que comprende una serie de relatos. Ej.:
Las mil y una noche, El Decameron. Hay una situación inicial donde se dan las condiciones
para que se sucedan los relatos sucesivos. Hay varios personajes narradores y cada uno toma la
palabra por turnos5
5
Roland Bourneuf (1981). Op. Cit., 80.
5
2. LA ALTERNANCIA: Es el montaje en paralelo6. Tenemos un tema que se bifurca en dos líneas
de acción, que se pueden mantener distantes o integrar tanto en el mismo relato, explícitamente,
como en la mente del lector. Puede corresponder a una historia cuyo esquema argumental separa
núcleos temáticos de forma paralela o a dos historias o varias que tienen alguna relación:
temática, de encuentro, de encuentro y separación.
Según R. Bourneuf consiste en “contar las dos historias simultáneamente, interrumpiendo ahora
una, después la otra y prosiguiéndolas después de cada interrupción7.
Según Kayser es la yuxtaposición de dos planos de acción.
3. PLANOS INTERCALADOS: aquí existe un plano central que tiene más importancia por ser de
mayor interés su tema y además está realzado por el autor con distintos procedimientos. Este
plano central en un momento dado se rompe y hay una especie de paréntesis en el que se
intercala otro plano -otro asunto, otro tiempo, otro personaje o bien otra escena.
La narración intercalada se integra de alguna manera al asunto principal, y es a la vez, una
ampliación de la historia central que de este modo abarca un mundo más amplio.
Los planos intercalados presentan la ruptura de la trama fragmentando el relato.
EL AMBIENTE
El ambiente puede sugerir, crear el clima necesario para el desarrollo de la acción o el conocimiento
de los personajes.
Las descripciones alargan el relato, alargan la expectativa que los hechos pueden crear.
Debemos situar al lector en el lugar, hacerle sentir dónde, cuándo, cómo, a quién ocurre la acción,
es decir, necesitamos ambientarlo.
A quien narra se le presenta una doble necesidad: ambientar sí, pero sin abusar de las descripciones
para que estas no atenten contra la agilidad narrativa. Nada impide que la descripción se vaya
desarrollando paralelamente a la aventura misma. Sin necesidad de sobrepasar o anular a los hechos
mismos. Las descripciones han de ser funcionales, que se integren al relato.
Ambientación viva, real: referencia a las cosas concretas y a los elementos sensoriales de tal manera
que dé por resultado algo "vivo" y "real" a los ojos del lector: es decir, que el lector lo vea, hasta el
punto de ser capaz de reconocerlo e incluso de redescribirlo.
Tener muy clara una visión del ambiente -real o imaginario- en el cual desea ubicar los hechos.
Imaginando el ambiente de los hechos, será necesario determinar aquellos rasgos de ese ambiente
que en particular lo distinguen, pues la descripción debe ser selectiva y no exhaustiva.
Presentar los rasgos con el mayor vigor posible, procurando generar cierta proporción entre los
hechos narrados y el volumen de las descripciones.
6
Ibíd., 85.
7
Ibid., 85.
8
Martínez Bonati, F. (1960). La estructura de la obra poética, 69.
6
En resumen, como actitud inicial podemos procurar brindar al lector suficiente ambientación como
para que pueda sentirse partícipe de los hechos, pero no la exageraremos sino que más bien luego la
iremos ampliando al hilo de la acción para que el interés no decaiga.
Gloria Toranzo dice respecto a la descripción que tiene como función profundizar o hacer más
extenso el asunto principal que está confiado a la narración.
La importancia del ambiente: el ambiente en que nos movemos sin ser causa eficiente de nuestro
modo de ser, sí que es un motivo, una condición de algo; en suma, que contribuye a modelar la
humana psicología.
El narrador proporciona siempre un mínimo de indicaciones «geográficas», que pueden ser simples
puntos de referencia para lanzar la imaginación del lector o exploraciones metódicas de los
desplazamientos.
El espacio en un relato se expresa con ciertas formas y se reviste de múltiples sentidos hasta
constituirse en ocasiones en la razón de ser de la obra. Se puede inmovilizar el relato e introducir
descripciones o se pueden esparcir notas fragmentarias y rápidas sobre los lugares.
El espacio se puede organizar con el mismo rigor que los otros elementos sobre los que actúa
reforzando su efecto y, a fin de cuentas, sirve de vehículo a las intenciones del autor. El espacio
puede servir para traducir la psicología de los personajes, pues estos pueden describir lo visto por
sus propios ojos (la visión subjetiva del mundo que les rodea).
Ej. para no emplear palabras como desespero, pena, desaliento, Flaubert escribe: “el porvenir era un
corredor oscuro muy negro y que tenía, al fondo, su puerta bien cerrada”.
El espacio se asocia e incluso se integra a los personajes, del mismo modo se confunde con la
acción o el discurrir temporal. Es importante tener en cuenta los colores, los sonidos.
El espacio nos ayuda a situar la historia, colocar a los personajes, servirle de decorado. Tiene que
haber una correspondencia entre la historia y el medio ambiente y los efectos que pueden deducirse
de esta correspondencia. La elección del espacio no es indiferente. La descripción de los lugares
puede adquirir tal importancia que ya no puede considerarse un simple telón de fondo. A veces el
paisaje es fruto del estado de ánimo del personaje, o puede ser que el paisaje ilumine la vida interior
de quien lo contemple o imagina. Los personajes se pueden revelar a través del medio ambiente. La
novela contemporánea muestra con frecuencia el espacio circundante a través de los ojos de un
personaje o del narrador.
1. Función musical: La descripción puede servir para crear un ritmo en la narración: puede
provocar un remansamiento después de un pasaje de acción o bien una impaciente espera cuando
interrumpe la narración en un momento crítico. Puede establecer una complicidad rítmica
entre el clima físico y el clima humano (la descripción anuncia el movimiento y el tono de la
obra). Puede crear una atmósfera que nos permite intuir lo que vendrá a continuación o todo lo
contrario, el contraste, que sirve para agudizar los caracteres.
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2. Función pictórica: la descripción hace ver. La descripción oscila entre dos polos: el esbozo que
solo retiene los rasgos significativos, y la que trata de abrazar la totalidad de un objeto.
La descripción hace expresa la relación del hombre, autor o personaje, con el mundo que le
rodea: huye de él, lo sustituye por otro o se sumerge en él para explorarlo, comprenderlo,
cambiarlo o conocerse a sí mismo.
Además de la influencia psicológica se puede conferir al espacio un sentido filosófico (el tema
del laberinto refleja de manera evidente la angustia de los hombres ante un mundo en el que no
encuentran su lugar).
Como elemento estructurador del relato, no es solo el aspecto físico lo que importa sino todo lo
que habitualmente converge en ese espacio: personajes típicos, costumbres, situaciones comunes
de un lugar. En este caso tanto los personajes como las acciones se presentan en la medida en
que permiten dar a conocer el elemento espacio.
BIBLIOGRAFÍA
HATZFELD, Helmut (1949). “El Quijote” como obra de arte del lenguaje. Traducción de M. C. de I.
Madrid: Patronato del IV Centenario del Nacimiento de Cervantes.
MARTÍNEZ BONATI, Félix (1960). La estructura de la obra poética. Santiago de Chile: Universidad
de Chile.