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MIMON PANIKKAR

DE LA MISTICA
Experiencia plena de la Vida

Herder
--

Al n¡{stico que se esconde en todo hombre

Dilriic de la {uh,t rl4: Claudio BW.o

2' edición

tr,¡ ]007. &immr Paniltka.


O 2007 HmJ~. /;iilori.J, SL , & l'Ulo""

ISBN: 978-84-254-2540-0

Lo 'q"oducción ,o,.1 o parcial d ..... obra ¡ in el con.cn,imicmQ npreso de to.


titul .... do! COI'I,igh, esd prohibida al amparo d. lo legislaci6n visen t • •

lmprMl4 : Rcinbook
Dtp<lSHO 'rgal: 8 - 14.604 - 2008
Prinrtd ¡" SpaiM - Imp"'" rM Espa"",

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Prólogo a la segunda edidón ....• . . . ....... 15


Pr6logo .................. , .• .. . .... .. . .... . .. 21

INTRO DUCCiÓN . . . . . 25

A LA EXPER IE NC IA H UMAN A INTEGRAL . 37

l . El título . ... .. .. .. . 39
2. La ambivalencia de la palabra . . . . . . • . . . . . . . . .. 42
3. El lugar de la uústica . . . . . . . . . . . . . . . . • . . • . .. 45
4. La palabra mística .. . . .............• ...• . .. 48
5. Los distinto~ idiomas . . . 53
6. La antropología subyacente . . . , , .. . . . . .. . . • . .. 59
7. La peregrinación nústica . . . ... , . .•.. . . . . . . .. 62

B N AVASO TRANI 65

1. Mística es la experiencia integral de la realidad . . 69


2. Experiencia es el toque consciente con la realidad. 82
3. La realidad no es subj etiva ni objetiva :
es nuestro mythos. 94

9
4. MytJws es el último horizonte de presencialidad, Nibbdna 235
el prime r peldaño de la consciencia .. . ...... .. . 102 5. El lenguaje secular .....• .. . . . . . .. . . . .• . .. .. 237
5. La consciencia es consciencia de entes, de sí misma, LA situaáórl humarla ...... • ...• . . . ......... 238
de abstracciones o pura consciencia 111 Lo dtswnoddo . .............. • ..•. . . . . . .. .. 239
6. La pura consciencia es la experie ncia de una Feliád"d ..................•.... ... . 241
presencia repleta de amor. .............. . 120 6. El lenguaje cristiano .... .. • . . . . .. . ... . 244
7. lo que Uamamos experiencia es un resultado Emarruuión ...........•.•. . •..•. . . • . 248
de múltiples fa ctores ................. . 137 Cruz . . ... ......... . . 25 1
Expt'fietlda . ...... ............. . . . . . . 143 Rrsurrra:ión .. .. ... ... . ..... • .••. . . • . 254
Le"gI4~fe ....... .......... . ... • ..•... • . 152 7. El m etalenguaje místico .... .. . ... ... .. . .. .. . 259
M f' lnoria ..... ..... • . . . . . . . . . .•• .. . .. •. 156 Ch ristus totus ............ . . , •• .•. ..• . 262
Interpretación 159
R ecepdón . . ........ ............ .... . 162 ORACIÓN . . . . . . . . . .. •. . . . . . • . . . . . . • . . . . . . . . . . 269
A ctllalización 163
8. Somos conscientes de una triple experiencia: Notas . ........ .. • •... • ... .. . • .. • .. . . 275
sensible, inteligible y espiritual. . . . . 168 Índia: ana/{tico . .... • .. . .... .... . . . ...•.. 279
9. La experiencia mística tiene una relacIón directa india: de autores . ...•.. • ... • .... . . • ... • . 289
con la totalidad de la condición humana. . . . . . . .. 188

e Los LENGUAJES M isT ICOS . . . . • . . . • . . • . . . . . . • . . .. 209

l . El le nguaje simbólico ... . ....• .. . • . ... . . . ... 214


2. Invariantes lingüísticos .. . ..... ... . . ... , . , . .. 220
Inefabilidad. . . . . . . . . . . . . . . • . . . • . . • . . . • . . .. 220
Amor 222
ConocimiWIO. . . . . . . . . . . • . • • . . . • • • • . . . .. 223
3.Ellellguaje hindú. . . . . . . . . . • . .. ...•. . .. 225
Satt'sdra . . . . ... . ..... • ...•.. 225
Mok~a . ...... ....... .... • . 227
Ka,nla'l . .......... ... • ..•. .. . . . . .. 229
4.Ellcnguaje buddhista ... . • ... . . . ... 231
DII~lk/¡a .... . . . . . . . . . . .. • ... • .. • .... 232
A !{hatrgikamaMa. 233

"
.....

ReslJmit'ndo: la experiencia misrica es la experiencia integral de la


realidad. Si la realidad se identifi¡;a con Dios, será la experiencia de
Dios; si a esta realidad se la ve como trinitaria, será la experiencia
cosmoteándrica; si se la ve como vacía, será la experiencia de 1<1
vacuidad ... - pero, en cualquie r caso, es la experiencia del . Todo lO.
Desaparece así el estigma de ulla mlstica perdida e n la s alturas, e
desencarnada y ajena a los goces y dolores del mundo, sin par
eso ahogarla en la pura terrena lidad o sofocarla en el activismo, LOS LENGUAJES MÍ STICOS
puesto que experimenta la realidad de la condición humana en su
totalidad y, por tanto, no pierde la se renidad ni la paz y elimina el
miedo a participar en el esfue rzo humano en pro de la JustiCIa.
En pocas palabras, la mística 110 es ni una especialidad ni un pri-
vilegio de unos cuantos; pertenece a la misma natu raleza del hom-
·1
bre. La mística nos invita a participar conscientemente; esto es,
humanamente, en la aventura de la realidad.

.1
Hay quienes miran la Palabra, pero no la ven:
Quienes la oyen, pero no la escuchan.
Pero a algunos la Palabra se les revela libremente,
romo una novia engalanada se entrega a su esposo.

~g Veda X, 71, 4

Condensamos todo 10 expuesto diciendo que la experienCla rrris~


tica es la consciencia de la apertura a la tercera dimensión de la rea~
lidad, aquella que,junto con las otras dos, permite vivir una vida
plena.
Esta consciencia no excluye la consciencia sensible ni la inte~
lectual, pero no se confunde con ellas. Se podría igualmente hablar
de tres grados de una misma consciencia. Para muchos, este ter~
cer sentido es como un «barrunto ~ más o menos claro de que en
la vida hay algo más que lo percibido por los sentidos o entendi~
do por la mente. Es un «algo más» de un orden distinto. No se con-
funde con lo que aún no sentimos o no sabemos. No es una pro-
longación horizontal hacia lo que acaso en el futuro podríamos
saber, sino que se llega a ello por un salto vertical hacia otra dimen~
sión de la realidad. Acaso pudiera decirse que es lo que nos distin-
gue de los demás seres vivos que poseen sensibilidad y consciencia,
pero que carecen del sentido místico. Hay personas especialmen-
te despiertas a esta dimensión de la realidad. Son los que llamamos
tIÚsticos, aunque, como hemos dicho, esta consciencia está abier-
ta a todos.
Ahon! bien, esta dim ensión {) esfera de la realidad viene vivjda, balización de una experiencia lo di cho y el decir son insepara-
intc:rpretada y expres.1da en funCión de la diversidad religi osa, cul- bles, aunque la distancia sea poco m enos que infinita. De ahí que
[Ural, temporal, geográfica e histórica. Oicho de otra manera, hay la discusión académica sobre si la experien cia mínica es o no la
disrimos lenguajt!S núsricos - y nos guardamos muy mucho de decir mism a en las disti.ntas tradiciones religiosas, como mencio naremos
q ue [Odos describen la misma realidad, co m o si la realidad fu c:ra e n el siguien te apanado y hemos insi nuado ya, sea un problema
algo obje ti vablc. Las d escripciones representan otros tam os equI_ mal planteado. Cada expresión lingüística de una experiencia tie-
valentes homeomórticos de la experiencia mística. ne su origen en la misma experiencia y al mismo riempo la modi-
La literatura sobre la nústica es imnensa, puesto que la mística fi ca. Cada experiencia es única y por tanto incomparable. Cada
es un fc:nórnc:no humano y no el patrimonio de una sola culrura. lenguaje tiene a su disposición un conjunto lingüístico inteligible
Sin embargo cada cultura tiene y crea su lenguaje. sólo dentro de su propio contexto, que a su vez está inscrito en un
La tercc:ra paree de este estudio pretende ser sólo un apéndice a marc~ cultural determinado. La llamada nústica comparada es la
su parte ct:ntral. Nos limitaremos, pues, a comentar esta diversidad comparación de los lenguajes místicos, que a su vez sólo pueden
,;
"
de lenguajes, sobre lo que hemos ya dicho algo en la tntroduccióll. ser comparados si convenimos previamente en un criterio de com-
Ni que decir tiene que entendemos el lenguaJe en su sentido más paración independiente. No entramos ahora en la discusión sobre
profundo y tradi cional y no como una mera forma de transmisión si este criterio existe o mcluso si puede existir. Nos limitamos a
'1 de informaci ón, El lenguaje humano no es sólo cransrrusión de m en- algunas cuestiones generales.
sajes; es tambi én una de las formas más completas de comunión
humana. Lo qu e el ho mbre toca, siente, presiente, barrunta, cree,
piensa ve, duda, etcétera, encuentra su expresión en el lenguaje. Aho-
ra bien , hay muchas clases de lenguaje y no nos detendremos en eUas.
Mencionaremos solamente aquel lenguaje humano que intenta 00010-
nicar la experiencia núsrica en cuanto tal.
Las expresiones que escogemos para ejemplificar los lenguajes
místicos tienen un mero valor heurístico. Más aun, debido al hecho
que toda religión forma un todo por lo menos implícitamente
coherente, cualquiera de los símbolos que describo podnan conec-
tarse con prácticamente cualquier otro. Todos los símbolos est:in
conectados. Los símbolos escogidos me han parecido simplemen-
te significativos y evocadores, pero no pretendo en man era algu -
na sostener que son los más importantes o los más específicos de
cada religión.
Entre la experiencia que el lenguaJe expresa y la misma expe-
riencia hay una relaci ón a-dua lista. Cuando el lenguaje es la ver-

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Se me preguntará: ¿cómo puedo hablar ~incer.amente tantos len-
guajes? Se presupone, evidenteme nte, que se habb de lo que se
entiende y que se entiende aquello de lo que se ha experimenta-
do su intelig ibilidad interna como criterio de verdad. Nadie pue-
de entender algo que cree falso. U na respuesta, la más corriente pero
1 que no es mía, a6nna que ello es posible porque los lenguajes llÚS-
ticos dicen, en el fondo, la misma cosa, como cuando en diversos
EL LENGUhJE SIMBÓLICO idiomas expresamos el mismo pensamiento. la interc ulturalidad me
ha ayudado a descubrir d criptokancianismo de esta respuesta, como
si hubiese la misma «cosa en si», el mismo IIQlmletJOtl _escondidm
detrás'de cada lenguaje, detrás de cada expresión (lingüística) del
mismo pensamiento. Ello acaso pueda ser verdad tratándose de pen-
T ODO LENGUAJE D ICE j!;algm pero ¿cómo sabremos si este
«al go~ es lo mismo cuando el lenguaje es diverso? Hablamos
de $mÍstic:l1) y la nusma palabra no es exactamente traducible a len-
samientos - aunque 10 dudo, puesto que las connota ciones de un
mismo pensamiento no son las mismas en los distintos idlolIllS cuan-
guajes asiáticos, por ejemplo, más que con paráfrasis y metáforas do las palabras expresan más que conceptos abstractos previamen-
cuyos respectivos campos semánticos sugieren otras connotaciones. te definidos. Aquí empieza la reducción del lenguaje a un mero sis-
Hay ciertamente equivalentes homeomórficos, analogías de tercer tema. de signos - consecuencia del nominalismo. Pero en nuestro
grado. En sá nscrito, por ejemplo, que no deja de ser una kngua caso no se trata de meros «pensami entos ... como constructos inte-
indoeuropea, hay media docena de palabras que podrían ser utili- lectuales; SI! trata precis.ameme de la experiencia núsnca, que es úni-
zadas para traducir oústica. Las más cercanas provendrían de la raíz ca en cada ca.<¡o. Corno máximo podre encontrar, tal vez , cequiva-
guh, esconder. secreto. cueva, misterio (gllhii es cueva y güdlliJ,secre- lentes homeomórncoslt cuando he penetrado en la interpretació n
to ... ); ,a/lasytJ sugiere soledad, secreto, miste rio, etcétera . Simple- de la experiencia dentro de sus respectivos contextos.
me nte, no hay un lenguaje univers;¡j. Hay lenguajes misticos; el sin- Junto al criptokamianismo mencio nado, he mos de añadir la
gular es un mero concepto - no un lenguaje. talgoritmización. del lenguaje corriente debida a 13 influencia de
Personalmente creo que puedo . hablar» cuatro de estos lengua- la ciencia moderna en las actuales formas de p e n~r. Se piensa en
jes con una cierta experiencia: el hindú, el buddhista, el cristiano conceptos que tienden a ser univocas, y si son análogos se les bus-
y el secular, ca un primum anaIogarum que nos explique la transposición por
Para no dispersar nuestra atención del tema central de este estu- semejanza. Hay conceptos análogos; pero el lenguaje nústico no es
dio, ya de por sí excesivamente denso, nos limitaremos de nuevo a conceptual. Muchos malentendidos su rgen de interpretarlo como
breves sumari os de tres lenguajes y nos entretendremos un poco un sistema de signos que apuntan a un significado como "cosa en
más en el lenguaje cristiano, puesto que el castellano está estric- sí •. El lenguaje de los místicos es un lenguaje simbólico y éste
tamente vinculado a la cultura cristiana, que ha fOljado gran par- requiere. por una parte, la participación del sujeto - tanto la del
te de su idioma. sujeto parlante, que habla de su experiencia , como la del sujeto a
qui en se habla (o que escucha), pues de otra manen el símbolo do ... apuntando a una vivencia corporal previa a una experiencia
es ininteligible como símbolo. Por otra parte, el lenguaje místico intelectual, aunque no podamos separarlas. La experi encia corporal
no es exdusivamt! nte subjetivo y tiene UO<I pretensión de verdad no es comunicable en cuanto tal; necesita un intermediario. Inclu-
allende el sujeto. Toda palabra dice algo, esto es, adquie re un signi_ so el toque co rporal, en el que tOcar y ser tocado coinciden , las. res-
fi cado para quien lo usa cuando éste participa en el campo semán_ pectivas experie ncias pueden interpretarse distintamente. La cari-
tico del que la palabra es una expresión. Pero., mientras el campo cia, por ejemplo, puede dar placer a quien la da y fastidio a quien la
semántico del lenguaje conceptual viene previamente postulado y recibe. La experiencia mística, como hemos dicho y aún direm os,
aceptado (más o menos co nSCientemente), el campo semántico dd es inefable - y no obstante el místico habla.
leng uaje simbólico se crea en el diálogo dialogal. C omo hemos Con un intermediano adecuado podemos entender el lengua-
dicho, el símbolo sólo es símbolo cuando simboliza, esto es, cuan- je místico de! otro; pero ¿puedo yo hablarlo co mo mío ? Ésta ha
do participamos en lo que el símbolo ;(qu iere ~ decir, que depen- sidó la pregunta.
de en gran manera del simbolizante. ¡Cuántos sermones «religio- Acabamos de preparar el terreno: solamente quien está abierto
sos~ no penetran en el oyente porque el predicador no participa a una experiencia mística puede lIencenden o tro lenguaje místico.
en el poder del símbolo! - o porque el oyente no ha sido inicia- La teología reqUIere e! oculusfidei o el allditusfidei, podría decirse,
do en aquel campo. haciendo eco a la Escritura cristiana , o a la sruri Qo que se oye) , según
La palabra es lértnino cuando su significado ternnna y es deter- los Veda. Hay que poder oír la mÚsica.Yo oigo la música, para seguir
mínado por un sistema de postulados o principios aceptados obje- con nuestro ejemplo, aunque no la encuentre bella . Ello no impli-
tivamente por ambas partes - el parlante y quien escucha (o lee). ca que mi gusto no pueda también evolucionar de man era que me
El lenguaj e científico es un ejemplo de ello - caso particular dd llegue a agradar el jau sin dejar de gustarme Bach .
lenguaje corrientemente aceptado como tlógicm . La palabra t!s Hemos indicado ya que toda expe riencia no sólo es inefable,
símbolo cuando su sentido depende de un campo comú n en el que sino que además es única - y lo único es incomparable. Toda nús-
participan los age ntes activos y pasivos del símbolo. La partitura tica , e n cuanto experiencia, lo es. Ahora bit!n, ¿puede un mismo
musical de una canción es un lenguaje de términos (convenciona- sujeto hablar dos lenguajes experienciaJes? C iertamente. no se pue-
les) . La canció n cantada es un lenguaje simbólko en d que parti- den hablar dos idiomas a la vez; pero pode mo~ encarnarnos e n una
cipa quien canta y quie nes escuchan, aunque nuestras interpreta- cultura, hablar su lenguaje y vivir en su mu ndo sin por ello olvi-
ciones puedan ser muy distintas.Yo puedo interpretarla como fea dar nuestra lengua materna - en la q ue volve mos a encontrarnos
y mi veci no como bella. Sin embargo. ambos la sentimos como ten casa•.
música. Pero aún hay más: un sordo no siente la música. La ini- Una observación, que nos retrotrae al ineludible aspecto inte-
ciación, en su sentido más lato, es e! acto tradicional por e! que se lectual del problema, se impone aquí. N o podre ser sincero al hablar
nos abren los oídos . D e lo contrarto «oyendo no se oye y enten- de mí experiencia hindú, por poner un ejemplo, si tengo la con-
diendo no se enti ende, - sin adentrarnos ahora en e! tema. ciencia de que traiciono mi religiosidad cristiana. Si ello fuera
El lenguaje mistico, decíamos, es un lenguaje Simbólico. Esto lo así, nos hallaríamos ante el caso de la +,co nversi ó n~ en el sentido
lleva a recurrir a metáforas sensibles: el toque, la vista, la luz, el soni- sociológico de la palabra: aband o no una religión para hacerme
adepto d ~ otra . Pero la experiencia llÚstica no implica pertenencia Dijimos ya que no podemos decir nada sobre e, la experiencia des-
a una comunidad sociológica determinada - aunque si al cu erpo nuda , y si sólo sobre E. nuestra conscienci a de eIJa. C uando se han
m ístico de la realidad «en espíritu y en verdad». estudiado seriamente diversas tradicio nes se puede negar a la expe-
Quedlria ento nces por dilucidar si las distintas interpretaciones rie ncia d e lo que quieren decir. Entiendo .. estudio. en su ac ep-
d e las diversas experiencias son com patibles e ntre ellas, sin caer en ción ciceromana: cAl1imi assidua el vehemens ad aliquam rem appli-
el irracionalismo d e afirma ciones contradictorias. Es aquí dond e cata m agtla (um vol'Hllale oCCIlpatior. (. La co nsagració n intensa y
aparece con claridad la dimensió n mística del pluralism o religio - apasionada del espíriw dirigida a alguna cosa con gran y firm e
so, incompatible solamente con un doctnnalismo idolátrico, esto voluntad»), 0 , dicho m ás llanamente, se pu ede penetrar existencial
es, con la identificación de una religión con una doctrina que abso- y vitalmente en lo que las tales cosmovisiones han experimenta-
lutiza sus contenidos conceptuales. Las religiones no son iguales do - cuando no se cre e incompatible con las intuiciones funda-
y no es indiferente pertenecer a una religIón u otra; las experien- mentales que se tienen.
cias IIÚStiCas tampoco tienen por qué ser iguales. Pero no podemo s Ahora bien, las experiencias (y la fe es una experiencia), aun-
caer en un relativismo, en el fondo irracional, movidos por el buen que mseparables de su interpretación, no son doctrinas (creencias).
deseo de una concordia - que seria, en último término, superficial Si alguien afirma 2+2 = 5,10 primero que le diré es que no lo
ya la larga contraproducente. No confundamos relativismo con entiendo y luego que la afirmacióu es falsa. pu esto que yo veo
relatividad - como hemos repetidamente subrayado. evidente que 2+2 = 4. O sea qu~ dedu zco que la afirmación que
Ahí t!stá la labo r filosófi ca (teológica) de quien confiesa que se sean 5 es falsa puesto que 4 no es 5. La deducción es perfecta , pero
encu entra en casa en más de una morada - donde la metáfora se ba~ en un postulado de univoci dad racional que no es el caso
corriente de marry mansions (de una cierta bibliogr36a) se está intro- de los lenguajes místicos.
duciendo. Dios bace su mansió n en el corazón de sus creyentes,
dice la uústica islámica (Aba-l-I-:Iasan al-NücI, entre mros muchos) .
.. N o te nemos aquí ciudld (JlóAtf;.polis) perma nente~ . dice la Escri-
rura cristiana; la Jey de la hospitalidad, que consiste en que d «hués-
ped~ se encuentre como c:n casa propia, es sagrada para muchas reli-
g iones. É sta se ría una actitud ecuménica. Las religiones no son
un coto cerrado, regido por el principio de la propiedad privada .
Pero la labor queda por hacer: las mterpretaciones de las expe -
riencias , aunque no iguales, deben ser lo suficientemente fl exl -
bIes para superar la contra- dicción. Significativamente, además, la
nústica no se reduce a «dicciones>} sino a experiencias.
No es éste el lugar para contestar exhaustivamente a la pregun-
ta planteada. M e limito a una observación. Hay ciertamente doc-
trinas in compatibles; pero un a experiencia no es una doctrina .

",
do que no 10 puede decir o lo que no es. La inefabilidad es un inva-
riante del mismo lenguaje. Muchos lenguajes renuncian a la pre-
tensión de decir lo que el hombre es y se reducen a connotar, a ser
signos - de cosas o de lo que fuere. Pero el lenguaJe místico nos
quiere expresar la realidad, la vida, y no puede; se tropieza con un
inefable que de alguna manera «preSIente», pero que no puede deetr.
2 El místico no dice lo que quiSIera decir, puesto que insiste cons-
tantemente en que quiere hablar de lo imfoble. Por eso su hablar se
INVARIANTES LINGüíSTICOS refiere SIempre a la experiencia, que no es lingüísticamente comu-
nicable más que por traducción - que sólo entenderá qUIen la sabe
retradúcir a su propia expenencia. De nuevo Juan de la Cruz:

No quiera, enviarme
E H~N DADO MUCH,AS TIPOLOGÍAS del «fenómeno místico).
S EX1sten buenos resumenes de este complejo problema. Aquí
de hoy más ya mensajero,
que no saben decirme lo que quiero.
nos limitamos al discurso y no al fenómeno - aunque estén íntima-
mente conexos. Como tributo a la mentalidad clasificadora reinan- El místico no acierta a decir lo que quiere decir. Hay que partici-
te, y por amor de claridad, utilizamos el plural y mencionamos tres par en su querer para entenderle: querer lo que él quiere, «querer-
invariantes lingüísticos, aunque en rigor se trate de un solo inva- le.) - cosa que no elimma nuestro sentido crítico, aunque más de
riante: todo hombre habla, y el habla es habla humana porque apun- un místico ha sido condenado a la hoguera por lo que ha dicho,
ta a algo que la transciende. por sus palabras ut sonant, tal como suenan; mejor dicho, como
resuenan en los oídos de quienes no les querían bien. El auténti-
co amor no es ciego, como suele decirse, sino todo lo contrario.
Lo que ciega es el odio, el absolutismo, el fanatismo.
lnifabilidad Debido a esta mefabilidad inherente, el lenguaje propio de la
mística es la paradoja. Permitiéndonos jugdr con las palabras, podrí-
amos decir que el lenguaje místico es un lenguaje ,(contrario» (para)
El lenguaje, en sentido estricto, es lenguaje humano. Los animales a la opinión común o corriente (doxa) y, haciendo otro salto lin-
se comunican, pero no hablan. En cualquier caso nos referimos al güístico, que es un lenguaje que se expresa al margen (para) de los
lenguaje humano y éste pertenece a la esencia del hombre: horno «dogmas» (doxa) establecidos. Por eso la dialéctica no es el método
loquens, puru~aya vag rasab (la esencia/jugo/perfume del hombre es adecuado para «entender» el discurso místico. El lenguaje místico
la palabra). Por el lenguaje el hombre manifiesta lo que es. Pero es paradójico y la paradoja (:rraQá6o~o<;,paradoxos) nos libera, preCI-
el hombre es un misteno y el lenguaJe no llega directamente al samente porque nos abre a la aceptación de las opiniones contra-
misterio humano: sólo lo revela velándolo, recubriéndolo; dicien- rias sin caer en las contradictorias - tarea delicada por otra parte.

no
.I Sigul~ndo en nuestro intento por descifrar el lenguaje místi co de nuestro centro, que es la característica fe nomenológica del amor
mediante un análisis fenomenológico de su discurso, podri;mlOs - en sus múltiples forma s, incluyendo la intelectual. Insistimos: hay
decir que la clave para entender la inefabilidad es la le. Ella nos abre que saber amar para entender el lenguaje místico.
a la dimensión inefable de la realidad - invisible al omlus tlfwtis, Aun cuando haya lenguajes místicos que subraya n el conoci-
pero visible al oculu5 fide/, que ya hemos mencionado. Por la fe se miento del núcleo infinito que habita e n nuestra inmanencia se
transcienden los datos del loxos - sin por ello negarlos. Por la fe llega a él por un salto extático desde nuestra inmanencia, esto es,
se supera la racionalidad por medio de una consciencia de verdad por un acto de amor - aunque luego se descubra que no ha sido
que no puede fundarse racionalmente a no ser que hJe recaiga en el tal ascenso el que nos ha hecho saltar a la transcende ncia , sino,
la misma razón - lo que resultaría un círculo vicioso. Por la fe se antes bien, un descenso de ésta hac ia nosotros el que nos rinde
penetra en el territorio del mythos, como hemos sugerido ya. Se conscientes de nuestra inmanencia . Nuestro abismo interior está
comprende que una 6l0sofia meramente racional haya eliminado tan lejano de nuestro ego superficial como la cúspide transcenden-
la rnlstica de su campo. No confundamos, empero, la fe con la cre- te. En ambos casos es un dinamismo centrífugo, que es la caracte-
encia. Esta última es la articulación intelectual de lo que se cree, en rística del amor.
lo inefable. Dicho de otra manera: la vía mística es la experiencia de la feli-
El lenguaje nllstico es un lenguaje que quiere expresar la expe- cidad (dtwnda), y la felicidad en el hombre, ser encarnado, es sen-
riencia de la fe. Jugando nuevamente con las palabras, no es una sible y, al rrnsmo tiempo, inteligible. La fe es la alegria de la Vida,
tra-du cción Jo que se requiere sino una fÍntto-duccióm; esto es, dijo un Padre de la Iglesia, y no hay alegria humana sin participa-
no una translación a otrO lenguaje, sino un _lIevat'lt lo dicho al cime- ción de los senidos, de la sensibilidad. Así como la fe es la apertu-
rioJll del oyente o lector. De ahí que el lenguaje místico de la fe ra haCla lo inefable, el amor es la apertura hacia el Otro (alter y no
no sea contradictorio del lenguaje racional , pero sí que le es con- aUlld) y el conocimiento la apertura hacia sí mismo - que es lo que
trario, lo complement3 y completa - y tantas veces le imita cuan- nos resta por mencionar.
do la razón se absolutiza. Hay un fundamenrali smo de la razón -
así como de la fe.
C onocimielllo

Amor Un tercer invariante es el que podríamos llamar gllosis o, genérica-


mente, conocimiento. El discurso místico es un lenguaje que habla y
Un segundo invariante del lenguaje rnlstico es su cacicter extáti- que quiere decir algo, aunque este algo sea inefable y sólo se pue-
co, es deci r. que salea por encima (ex) de su soporte (stasis) lingüís- da ~captar~ por un salto ~amoroso •. De todas maneras, nos damos
tico. Dicho de otra manera, el lenguaje rnlstico es un lenguaje de cuenta de ello, somos conscientes de que no es una quimera, de
amor, más o menos sentimental pero siempre sensible, esto es, expe- que, de una manera u otra, $vislumbramos» la realidad y decimos
riencial. Sea que la metáfora ~hable» de unión, unidad, identifica- algo que pertenece a la Vida. El lenguaje místi co no se contenta
ción o polaridad, nos habla siempre de un salto centrifugo, fu era con ser una floritura imaginaria; ti ene una pretensión de verdad

UJ
- es conocimiento (consciente), aunque pueda tener moment ~
que tran sciendan la consciencia.
Esta consciencia no puede demostrarse, pero puede mostrarse
a aquéllos a quienes la nuestra les . hable., les recuerde algo.
Se dirá que la mística es entonces un coto cerrado. A lo que se
responde que este coto es el coto humano, que es precisamente 3
la caracteristica del hombre, su rasgo antropológico ese ncial - Jo
que no impide que haya cultur:as que intenten vallar el territOrio EL LEN GUAJE HI NDÚ
místico para reservarlo a unos cuantos . escogidos •. Si bien eS cier-
to que la profundidad del sentido rmstico requiere esfuerzo y cul-
tivo para captarlo, no está cerrado a nadie y, como hemos afirma- , L HINDUISMO NO EXISTE CO MO TAL; es más bien un rami-
do, nos parece ser patrimonio de toda la humanidad.
No creo necesario insistir en que este conocimiento no se redu-
E llete de religiones, o caminos de espiritualidad, vías de libera-
ción. No hay una esencia hindú sino más bien una existencia, como
ce a un cono cimiento racionaltclaro y distinto». Hay tamblen he intentado explicar en otro escrito. N o hay pues un lenguaje hin-
un conocimiento por connaturaliclad y otros muchos toques con dú. El lenguaJe de la mística hindú no entra en competencia con
la realidad de los que tenemos consciencia. otros lenguajes. No se cree único, aunque entre quienes lo hablan
muchos lo crean el mejor, pues es el que les conviene. Los admite
todos, con tal que no se encierren en sí mismos - aunque luego
cada escuela defienda su camino. No todos los caminos son para
todos los caminantes. Voy. pues, a hablar el lenguaje de un cieno
tronco hindú, prescindiendo de las múltiples ramas que manifies-
tan la vitalidad del tronco. Me limitaré a describir experiencias basi-
lares. Insisto en que no trato de explicar doctrinas, sino de descri-
bir una experienoa. La reduzco a tres pumos que podrían simbolizar
la viSIón de la Vida tal como se traruluce en una mayoría de los len-
guajes de la galaXia humana que suele llamarse hinduismo.

La primera experiencia es que este mundo fluye (la raíz sr de la


palabra sam-sdra significa fluir). N o puedo, pues, hacer pie en este
continuo fluir. No puedo fiarm e de nada pa ~jero ni confiar en lo

'" '"
tiana sería entonces mística verdadera . Pero cabe preguntar: ¿hay
otras místicas igualmente verdaderas? Si se responde sin conoce r
los límites d e La ptegunta se cae en el malentend ido crónico del
diálogo inter-religioso, en especiaJ el del cristianismo con las demás
religiones, ya que la pretensión de verdad d el cristianismo no pue-
de menos que aparecer como prete nsión de unive rsalidad y por
6 tanto como ejemplo Oagrante de imperialismo relig ioso - como
más de una vez ha ocurrido, especialme nte cuando el encuentro
EL LENGUAJE CR ISTIANO ha prescmdido de su dimensión mística. La pregunta por la esen-
cia de la mística cristiana bajo este presupuesto significaría pregun-
tar por'la nústica verdadera, de manera que lo que no fuera mís-
tica cristiana no sería verdadera mística - conclusión que ha sido
o s LENGUAJES ANTER IORES, excepto para algunos de sus defendida por una cierta teología. De ahí la importancia de la
L representantes, no suelen tener una pretensión exdruit!tl d e interculturalidad - y la trampa del multiculturalismo, pues se cae
entonces en el relativismo.
verdad. Es cierto que algunas expresiones místicas dan la impre-
sión de gue sus respectivas descripCiones son superiores o que inclu- Repito: si por mística cristiana se entiende su interpretación
yen a las demá s, pero generalmente no pretenden ser exclusiva s. específicamente cristiana, la cuestión se desplaza a preguntarse por
Por el contrari o, el lenguaj e cristiano da a menudo la impresión , la validez de las otras interpretaciones. Si se contesta negativamen-
sobre todo en sus teóricos, de pretender ser el úruco complet.lmen- te, caemos en la absolutización de una sola r~puesta que pretende
te verdadero. De ahí que sea oportuno clarificar la cuestió n . ser válida para todas las culturas en virtud d e un a priori no reco-
La cuestió n es It:gítima, y es además reveladora, pues muestra ya nocido como tal por las otras c ulturas - con lo cual deja de ser
su dependencia de la cultura desde la cual SUrgl'. Se esrudia, en efec- un a prio,i válido . Si comestamas a6rmativameme parece que rela-
tO, la diferencia rsptdfica de la m ística cristiana como sin6nimo de:: la tivicemos la expenencia cristiana a una d e tantas - en contra de la
esencia de la mística - 10 que supone una forma de pensar particu- autocomprensión del mismo cristianismo que se cree . universal.
lar, a la que hemos hec ho alusión. ~ ¿Y éste, qué? , preguntó Pedro (católico).
a Jesús resucitado. refiri éndose a Juan, pidiendo ya diferenciaci o- No podemos soslayar el problema, so pena de acentuar aquellas
nes. ~ iY a ti, qu é ! ~, fue la respue~ta tajante del Maestro. tensiones entre religlOnes (que no pueden ni deben desligarse acrí-
D esde el pUntO de vista de la cultura occidental , la esencia d e;: ticamente de sus respectivas culturas) y con ello contribuir a la fal-
la mis tic a sería lo específicamente místico y su esenCla cristiana ta de paz en el mundo. Pero la cuestión es además políticamente
sería el contenido de verdad d e la cosa; verdad específi ca identifi- importante, puesto que la pretensión de universalidad que el mIS-
cada a verdad gent!ri ca, puesto que no puede haber dos verdades. mo cristianismo empieza actualmente a plantearse más crÍticamen-
Si se pregunta por la esencia de la mística cnstiana se entiende qu e te se ve ahora substituido por la agresiva pretensión de universa-
se pregunta por la verdadera mística, por su esenCIa. La mística cris- lidad de la cultura tecno-científica-mo derna. ¿No será que lo que

'"
fue un mythos crisriano es ahora elm yrhos científico-moderno? ¿No lo dicho en un sülra anterior, no tiene se ntido cualificar la expe-
se habla de _D esarrollo. y ,Democracia. e incluso _Ciencia. como rie ncia (t') con ningún adjetivo. Lo que sí tiene sentido es inten-
valores (myrhoi ) universalt!s? tar recorrer el camino inve rso y examinar si una. cierta interpre-
Si la esencia de la mística cristiana no es su diferencia específi- tación es coherente con lo que la tradición cristiana ha entendido
ca sino lo que la hace auténticamente mistica. entonces sus carac- como tal (E). Pero, a no ser que encerremos la tradición en una
teristicas serán las de toda mística auténtica, aunque con acentos nevera doctrinal a baj a temperatura para que no se corrompa, no
más o menos particulares o distintivos; y sobre todo. con un len- podemos decidir si la formula ción de la experiencia cristiana debe
guaje específi camente;" diverso, pero un lenguaje particular al fin y ser siempre forzosamente la misma . El Espíritu no sólo .. renueva la
al cabo. faz de la tierralt sino que lo hace todo nuevo - umbién el cielo.
El precio de la verdad se paga con la re nuncia a pretender que En resumen, la. cuestión sobre la m ística cristiana es legítima en
sea propiedad privada; estO es, especifica, exclusiva - o. como dice cuant~ se dirige a mi incerpretación, y no debería esquivar la <:ues-
un Padre de la Iglesia latina corroborado luego por sanco Tomás: tión parapetándome en una respuesta colectiva. En primer lugar
«Omne ven/m a quocunrquc dicatur, a Spiritu Sancto esto> (.Cualquier porque esta respuesta colectiva no existe. En segundo y principal
verdad, quienquiera la cliga, proviene del Espíritu Santo~) . Pero cual- lu gar, porque la interpretación de la experiencia cristiana no es la
quier formulación de la verdad es contextua!. A la preguma polé- fe experiencial de la qu e trata la mística. La experi encia mística
mica de Pilatos sobre la verdad. contestó Cristo con el silencio. es ciertamente una experiencia de fe, pero ésta no pu ede identi-
De hecho.. las distintas interpretaciones de la m ística se encue n- fi ca rse con su incerpretación - como ya muy bien reconoció una
tran coloreadas por el lenguaje que les ofrece su marco cultural. auto ridad como santo To más cuando escribió repetidamente que
De ahí que sea. oportuno volver a formular la. experiencia con e1 lIactus autcm credel'ltis 11m! tenninatJ4r ad rnuntiabile sed ad mn. (.. el acto
lenguaje cristiano de nuestros días. Pero el problema persiste. ¿Qué del creyente no versa sobre [termina en] el enunciado [la fórmu-
significa denguaje cristiano.?, ¿los lenguajes de los autores cris- la] sino en la cosa»). En tercer lugar, porque la experienda de la
tianos?; ¿quiénes, dónde y cuándo?, puesto que son muy distin- fe es lo más Íntimo del hombre y «de intemis n01l jl/dicat Ecclesim)
tos. El lenguaje de un Karl Barth no es el de un Evagrios Ponti- (<<de los actos internos la Iglesia no juzga~). La fe en cuanto expe-
kas. Más aún, la ironía del Espíritu Santo se ha cuidado muy mucho riencia no es hermeneutizabl e: 110 hay interpretadón de la fe - y
de que no conozcamos el lenguaje d e Jesús el Galileo, no sea que sí solamente de su traducción , qu e requiere un criterio inte rpre-
convirtiéramos su menQje en una 4feligióll del libro. - como apun- tativo y un lenguaje común.
ta, entre otros, santo Tomás de Aquino, aduciendo los motivos por Tratándose de experiencia deberé, pues, hablar, como en los len-
los que Jesús no dejó nada escrito (para que no olvidáramos la expe- guajes anteriores, de mi experiencia personal, que no significa indi-
riencia mística). Es precisamente la llÚstica la que nos dirá que toda vidual.Y por eso puede ser participada - yen cieru manera comu-
religión es una religión de la palabra viva y no de la letra escrita nicada, aunque sea sólo por resonanda.
- que sola, mata.
Puntualicemos: la cuestión no vl!rsa sobre la expl!riencia misti- •••
ca, sino sobre la formulaci ón cristiana de la tal experiencia. Segú n

,,6
El símbolo de la mística cristiana puede recapitularse en una sola bre primordial que era antes de Abraham), cuya función es t com-
palabra:Je.wcrisro. No d igo sólo Jesos ni exclusivamente C risto. Me pletar» la o bra divina (op us "eatom's) en el tiempo y en el espacio
refiero a la experie ncia de to da la realidad. vista en y a través de para la culminac1ón de la aventu ra de la realidad (opus restallratio-
la experiencia de eSla figura histó rica y traruhistórica que se Uama nis) - que algunos llama n rede nción y Otros prefieren llamar divi-
Jesucristo: hijo del Padre e hijo de Maria, Dios y H o mbre - en uni- nización, glorificación, o con o tros muchos nombres.
dad a-duaL Durante el tiempo d e esta ave mura le está dado al ho mbre «VeD
la realidad total en e'Ste logos, encarn ado en el seno de una mujer
••• que ello a luz a Jesús ha ce un par de milenios. Esto no debiera cre-
ar ninguna dificultad a los griegos. que descubrieron que el hom-
Reduciría también a tres los símbolos del lenguaje cristiano: al decir b re e~ un microcosmm; ni a los hindú es, que escuchan en su sruti
que son símbolos no niego que sean también hechos, y hechos his- que el puru~a u hombre primordial es toda la realidad; ni a los bud-
tóricos, pero no los reduzco a tales. La Encamación, por ejemplo, dhistas, que creen en la natural eza búddhica de tOdo; ni a los taoís-
ha sucedido en el tiempo, pero no es un hecho exclusivam ente tas, que proclaman que el tao es omnipresente, ni a las culturas afri-
temporal. La mística, lo insinuamos ya, nos libera del reduccio- canas, que no son individualista.~. La úni ca dificultad está en el pensar
nismo espado-temporal. analítico individualizado que ha conseguido el rigor del pensar con-
Ya san Juan nos dice que '!oyó y vio lo que fue desde el prin- ceptual al precio de dejar atrofiar el pensar simbólico. Esto no es
dpio" traspasando el tiempo y el espacio con su experiencia. Es una digresión, sino una aclaración del lenguaje de la experiencia,
obvio. además, que la interpretación de mi experiencia tiene que que utiliza las palabras como símbolos y no exclusivamente como
atravesar una lente de veinte siglos de espesor - aunque los cris- conceptos. No puede creerse en la Encarnació n de Dios en el hijo
tales se (oljaron milenios antes. Pero la expenencla rinde transpa- de María si no se la ve como la t reve!ación del misterio siJe nte
rente esta Jente; d e lo contrario no sería experiencia, sería ver la desde los tiempos eónicos_ - según la Epístola a los R o manos.
len te (y lo que en ella se re fracta o refleja) y no la realidad - au n- La formulaCión de Tanabe, un fil ósofo de la escuela de Kyoto,
que no por ello elimina la lente en mi lenguaje. acaso aclare lo que intento decir: .. fe racional no significa una fe
basada en la razón, sino fe mediada por la razón* - en cuamo ime-
lecto.
Encamación La experiencia completa de Jesucristo es la que lleva a descu-
b rir la verdad de lo que afirma la tradición cristiana (en palabras
La fotlS er origo totius diviniraris,la fuente y origen de toda la realidad de Tomás de AqUInO), que por un solo y mismo acto Dios crea el
(como podría interpretarse la expresión de varios concilios tole- Mundo y engendra el Verbo - como acabamos de exponer. La trans-
danos), en el mismo acto de engendrar a su icono (que unoS lla- cendencia sólo se puede experimentar desde la inmanencia, y la
man log05 y otros Hijo, a la par que con otros nombres en otras tra- inmanencia sólo se experimenta co mo tal bajo el trasfondo de
diciones), $crea* el cosmos, se manifiesta en la historia y se encarna la transcendencia. Las dos experiencias son correlativas; es una expe-
en un hombre que la (radición llama el segundo Adán (el Hom- riencia a-dual.

249
En la experiencia de la realidad de Jesucristo se intuye que Dios ve al Padre en JesucrIsto y aJesucristo en el Padre, no ve a un Dios
y el Cosmos no son dos cosas, dos seres. Jesu cristo no podría Ser separado que es al mismo tiempo hombre (Dios no tiene partes),
entonces plenamente hombre y totalmente Dios. La experiencia ni a un hombre separado qu e 31 mismo ti empo es Dios (Cri sto
de Jesucristo nos descubre que existe un Hombre real, que es .1 la no es esquizofTéni co: mitad humano y mitad divino). Q uien no ve
vez C uerpo (Materia) como yo soy, y divino (Espíritu), como yo al Padre en C risto, no puede ver a C risto en quien . tiene sed y va
a...piro.:l seto Es l.a experienci.:l de que Dios es humano y el hombre desnudo•. La V1sión a-dual cristiana no ve a un Dios fuera de Cris-
es divino - aunq ue aún ha de Uegar a serlo, no por mer.a partici_ to ni a un C risto fuera de Dios; no ve una Materia que no sea divi-
p.:lción, sino por comunión (xo~vwvi,a, koinónia) con la n.:lturaleza na, ni a un Dios que no sea corporal - aunque no confunde las tres
divina, como dice san Pedro. dimensiones de la realidad: la experiencia cosmoteándrica es la tra-
Dios y el cosmos no son uno (una cosa), pero tampoco son dos ducción actual de la Trinidad radical que la tradición ha llamado
(dos seres). Lo que los distingue es el intelecto y lo que los sepa - Padre, Hijo y Espíritu (donde género no significa sexo).
ra es el tiempo - hasta que Dios no sea «todo en todos)) (y aún La frase patrística de que Dios se ha hecho hombre para que
entonces perdura la cicatriz de la temporalidad). En este interva- el hombre llegue a ser Dios no es una metáfora piadosa sino una
lo no sólo hay «desterrados hijos de Eva~ sino también alejados interpretación rigurosa de lo que se dice en el Prólogo de san Juan
hij os del Padre. Más aún, hay «los hijos de la perdicióm, pu esto y de la unánime tradición cristiana. Dios no se hace, sino que es
que la aventu ra teo-antropo-cósmica no es automática - es libre. Se H ombre y nos da a cada uno de nosotros la posibilidad de llegar
descubre el Abismo y la Plenitud, se sufre la Ausencia y se goza la a ser 10 que aún no somos. Es el mister io del tiempo.
Presencia simultán eamente - «sitnul iuslus el pea:atO", decía Maron
Luther, aunque en otro contexto: al mismo tiempo JUSto y pecador.
La Encarnación no es sólo la divinización de un hombre (y Cmz
con eno de codo hombre) sino también la humanízación de Dios
(y con eno de todo lo divino). N o se podría ver esta peridló,esis si N o voy .:1 repetir ni a resumir las ideas de un libro escrito en 1948,
no se hubiera descubierto la Trinidad. Por eso, viendo al _Hijo dd que con el título de Myst~rillm C nuú espera aún su kai,ós para ser
Hombre» se puede ver al Padre (del hombre). N o son uno, puesto publicado, sino sólo a centrarme en nuestra problemática qu e ver-
que son distintos y la distinción es real; no son dos, puesto que no sa sobre el lenguaje como expresión de la rrústica cristiana.
tson» el uno sin el otro: son en polaridad constitutiva. Es la visión El enigma de la Vida sigue inexplicable, pero encuentra un sím-
a-dual O adllt2ira tantas veces traída a colación. «Quien me ve ha vis- bolo: Jesucristo. En él aparece también la presencia del «maligno»
to al Padre» - a pesar de que ":.1 Dios (como ente separado) no lo r no sólo la .:plenitud de la Divinidad•. El Mal es incomprensi-
ha visto nadie)). Un Padre que no sea padre es una abstracción. ble, pero tampoco es comprensible el Bien. El Mal es opaco y
Un Dios que no sea Hombre no existe - y apelo a los concilios no se le puede comprender, pero el Bien es deslumbrante y tam-
(para los escrupuJosos) y no sólo a los místicos. Pero análoga y simul- poco se le puede aprehender; el dolor embrutece, pero también
táneamente, quien no ve al Padre no ha Vlsto a]esucristo -lo con- purifica; el gozo ennoblece, pero tambi én degrada. La realidad es
funde con un simple mortal. Pero no podemos pararnos ahí. Quien incomprensible, pero la tenemos delante. El lenguaje cristiano no

'5'

puede eludir el hablar de la experienCLa de la Cruz, del Bien y Dios mio, ¿por qué me has abandonado? . Y aquí. a diferencia de
del Mal. del placer y del dolor, de la alegria y de la tristeza, de la otras ocasiones, este . su. Dios caila, lo abandona.
humildad y dd orguUo, de la ternura y del desprecio, de la recon- Escribo mi experiencia sin elucubraciones exegCflcas.Yo sien-
ciliación y del pecado. La experiencia de la C ruz es una experien_ tO en este gr ito la última liberación de Jesús. H asta entonces era
cia de muerte y de resurrecció n, de desespero y de esperanza. l a un judío que hablaba preferentemente a sus hermanos hebreos, y
palabra clásica. que los Veda me han ayudado a comprender. es la por tanto con el lenguaje de su cradición. Había confiado en Yhwh
de Sac rificio como intercambio (ccomercio9, dice la liturgia I:Hi_ y ahora Yhw h lo abandona . En ~S tc último momento, tambiénJestis
na) entre la Divinidad y la Humanidad por medio de la inmola- se deshace de él. ya no clama a Yhwh , y rem ite su espíritu a su
ción de la vida para su resurrección - que en plan fisico se llama Padre, que es la Fuente, el Origen, el Silencio. Es significativo que
transformació n de la energía, en plan biológico la ley de la evo- un "paganoJ, el c~nturión roma.no, parece ha.ber comprendido que
lución y en plan teológico la Eucaristía (salvadas toda.s las distan- realmente aquel hombre era «Hij o de Dios» - de un Dios que para
cias). La Cruz, escribí hace más de medio SIglo, no es símbolo ni el centurión ciertamente no eraYhwh.Y en aquel momento el
de dolor ni de muerte, sino de la inmolación de la Vida - que es «velo del Templo)) de la antigua Alianza se rasgó. Mu ere Jesús y resu-
10 que llamé la Cruz en la Trinidad. «Nadie tiene más amor qu e cita Jesucristo. No son los ~c ristian OS$ solos quienes descubren a
aquel que da la vida por sus hermanos. ~ Jesucristo.
La primera visión Oa Encarnación), un tanto idílica, un mu cho No creo que mi interpretación sea un subterfugio para no exco-
cósmica, pero ciertamente mistenma, se ve compensada, contra- mulganue de aquella Iglesia , flc reada ames qu e el sol y que la luna»,
rrestada y a mt!nudo contestada por la experien cia de la Cruz. La para citar la voz de la tradición patrística que hablaba del . mi..~te­
Cruz nos hace vivir la condición humana en toda su crud eza has- rio cósmico de la Iglesiao> hasta e1Varicano 11, qu e la describe como
ta la muerte y e n toda su gloria hasta la Vida - revelándonos que cel nusterio del mundOt (sauamelllum muudí) . No necesito apoyar-
Ilh condición humanaJ es también la situación divina. La experien- me en la llamada teología apofatica, ni en nústicas orientales para
cia de la Cruz incluye no sólo el cuerpo, fUence de placer y de sufTi- formu lar mi experie ncia - que no presen to como la única inter-
miento. «cuerpo de muerte" y de resurrección, SIDO que también pretació n del 4Dios" de Jesu cristo. Pero no puedo esco nder una
incluye la experiencia de mi contingencia: que no me sostengo a triple sospecha. La primera, que se hu bieran evitado much os sufri-
mí mismo sino que me apoyo ~ n lo Infinito (divmo), aunque ~ea mientos debidos a la ausencia y sile ncio de Dios por parte de nues-
en un solo punto tangencial (contingencia). En esta experiencia tros místicos occidentales - aunque elto no quita que los hay.an
descubro que no estoy solo; el quejido y la nsa, la tristeza y el gozo transformado en purificación. La segunda, que acaso esta experien-
me hacen abr ir los brazos a los demás. Pero estos no me sati sfa- cia de un Dios monoteísta, no sólo «abscóndilo t y «silente» sino
cen - ni en lo positivo ní en 10 negativo. Aspiro también a abor- inexistente en cuanto substancia individual, podría ser un puente
me a una transcendencia vertical. Pero ésta no responde, guarda hacia otras espiritualidades no abrahamicas. Ni que decir tiene que
silencio, no me ayuda , me siento abandonado. Entiendo el grit o de la Trinidad no es trinitansmo ni politeísmo. La tercer:l sospecha es
desesperación de Jesús en su dialecto nativo, que 1m presentes no que, de haber reconocido la novedad radical histórica (no sólo nús-
entendieron . Le sale de lo más profundo de sus entrañas: cD jos mío. tica) de Cnsto, a quien los Judíos condenaron justamente según su

'p '53
Ley, la plaga infame de la historia cristiana, el antisemitismo, no El primer texto es la revelación del ángel a las mujeres que bus-
hubiera aparecido con la virulencia con que se manifestó. Es irn_ caban a Jesús en el sepulcro: T¡YÉQ{h¡, oüx Éanv WbE; surrexit, non es! hk,
tante para los judíos sentir decir que son los meros precursores fha resucitado, no está aquú) - no está aquí, ni allí, ni en ningún aquí
de una religión que llega a su perfección en otra. ni allí; no es localizable, no se le puede encontrar en ningún lugar.
Al afirmar que la Cruz es un símbolo esencial del lenguaje «¿Dónde te escondiste?», lloraba la Magdalena y cantaba Juan de la
cristiano apuntamos al ~trastrueque de valores» (Umwertung al/er Cruz.
Werte) que este lenguaje representa. Cruz, no como símbolo de dolor Me hubiera sentido desorientado, por no decir desesperado,
o de derrota, pero tampoco de placer o de victoria, sino como len- como las mujeres que huyeron despavoridas del sepulcro, a no ser
guaje de transformación y de superación de las categorías históri- de haber ido al cenáculo, al Templo y haber oído en primera per-
cas en las que sobre todo el Occidente moderno suele enjuiciar la sona (y no en la narrativa del ángel en tercera persona), esta vez en
1Icondición humana».Y a esto dedicamos nuestro tercer símbolo. la Liturgia: ."surrexi, el adhuc (emm», ."he resucitado y todavía (estoy)
contigo». No lo encontraré fuera; está dentro, vive dentro, como
las Escrituras afirman y tantos misticos repiten. Se escondió en 10
Resurrecaón más hondo de mi corazón. Angelus Silesius escribió, formulando
poéticamente una imagen corriente:
La Cruz se interpreta demasiado a menudo como dolor y muer-
te, pero es también camino de resurrección, como canta la liturgia Wird Christus tausendmal zu Bethlehem j?eboren
und nicht in dir: du bleibst lIoch ewij?lich verloren.
latina precisamente en tiempo pascual: Cristo 1Imortem muriendo des-
lruxit» - para añadir acto seguido: 1Iet vitam resurgendo reparavit» Aunque mil veces en Bethlehem, pero no en ti,
(1Imuriendo destruyó la muerte y resucitando restauró la vida))). hubiese Cristo nacido, eternamente quedarías perdido.
No se trata, evidentemente, de una causalidad fisica, sino de una
perichOrésis, de una correlación constitutiva de toda la realidad. Si No me tienta ninguna interpretación gnóstica de la Resurrección;
mi vida es un sacrificio, en su sentido real y tradicional, murien- no estoy tampoco ahora interesado en interpretar lo que le pasó
do resucitó y resucitando restauró la calidad de la vida - transfor- al cuerpo de Jesús, sino en entender mi resurrección - aunque creo
mó la vida biológica en una vida más plenamente humana, esto es, que tiene que ver con la suya. Si la fiesta cristiana de Pascua cele-
divina (sin dejar por eso de ser humana). Hay una perichOr~sis tan- bra la suya, la de Pentecostés celebra la nuestra. Las fiestas cristia-
to humana como cósmica - y no sólo 1Iintra-trinitaria». En la Tn- nas son más que una mera conmemoración; son una re-actualiza-
nidad radical no hay interior ni exterior, puesto que ella lo abar- ción. La liturgia no es mera ceremonia. Insistentemente durante
ca todo, como he intentado explicar en otros lugares. su vida terrestre nos dijo: «permaneced en mi y yo en vosotros».
Acaso pudiera formular la experiencia de la resurrección con No se iba «al cielü», y cuando los discípulos le dijeron: «quédate
otros dos textos litúrgicos. Me sirvo de estos dos textos porque en con nosotros, que ya es tarde», se quedó con ellos - en su interior.
ellos encuentro formulada mi experiencia, pero me abstengo de Por eso desapareció de su vista. El tercer ojo nos descubre su Pre-
exégesis escriturÍstica. senCIa.
Describir una experiencia de resucitado no es cómodo. Para_ nuestra existencia. No es una vida ni después del tiempo nifoera del
petarme en san Pablo cuando dice que no vive él, sino Cristo en espacio, pero no se agotan en ella los parámetros espacio-tempo-
él, o glosar el misterIO de la Eucaristía qUlzá sea la forma más dis- rales. Cuando estos momentos temporales, sin dejar por eso de ser
creta de expresarlo; pero toda palabra desvela tanto cuanto vela. temporales, se «revelan» «eternos}) se empieza a vivir la vida eterna
Puntualizo: no podemos hablar de una experiencia después de muer- que es la vida resucitada. No olvidemos que eterno no significa
to si el "después» es un tiempo lineal. No tengo experiencia algu_ perdurable. La eternidad no dura, no es perdurable. N o olvido tam-
na después de la muerte; sí tengo, en cambio, experiencia de la resu- poco que estoy describiendo el rntroito a la vida eterna y su «poten-
rrección. ¿Qué quiere decir si no san Pablo cuando escribe, cialidad obedienciah en todo ser humano. Son momentos inten-
recordando a lsaías: ~ Exurge, tú que duermes y resucita» (avámo, sos que no se ansía repetir ni prolongar, pues son inconmensurables
anasta) de entre los muertos y Cristo «será tu luz» (É1WpOÚOlOlOOL con la temporalidad. Son momentos temporales que han corno
[epifausei s0l1 , illuminabit tibi, traduce fielmente la Vulgata, «te ilumi- horadado el tiempo y se viven en plenitud en otra dimensión: es
nará~)? Acaso tres puntos se pueden mencionar sin faltar a la dis- la experiencia nústica del momento. No son momentos necesaria-
creción: mente extáticos ni tampoco rigurosamente «excrónicos~, pues se
viven en el tiempo: son tempilemos - que pueden ser más o menos
i) La experiencia de la resurrección no es la experiencia de una intensos y más o menos conscientes, pero están abiertos a «todo
vida, propiedad privada - de mi bíos. La vida de resucitado no es hombre que viene a este mundo» (aunque no todos están dispues-
núa, no es mi vida; es experiencia de Vida, de aquella Vida que es y tos a recibir la luz). ~Pero a todos aquellos que la reciben se les da
que era desde el PrIncipio, que simplemente vive, que palpita en la potestad de ser hijos de Dios.» Ni que decir tiene que hay una
toda la realidad y en la que yo entro en comunión por conVIvir equivalencia homeomórfica entre «resucitado», «iluminado», «rea-
con esta Vida (zóé). Esto implica (exige) haber muerto al ego, haber lizado» y similares. El optimismo cristiano es poco menos que un
dejado morir el egoísmo - con todo lo que ello comporta. Se vive dogma, escribí hace medio siglo - en lenguaje de aquel tiempo.
esta Vida en la medida que uno va muriendo a este sí-mismo que
no soy yo-mismo. Sin muerte no hay resurrección, y la resurrec- ii) La vida de resucitado no significa vida perfecta. Debo tratar de
ción lo es a la Vida. Esta experiencia de la Vida es la ~vida eterna) eliminar mis lmperfecciones, y no soy impecable; experimento la
de la que habla Cristo (~u)'Íl, no j3l~). Hay que «perder la vida», el Vida divma, partiCIpo en ella, pero no dejo de ser el hombre que
alma (la 'l'uxtí) para resucitar. No es una ilusión ni una vida para soy con todos sus defectos y debilidades. Esto no mengua que haya
luego; es la plenitud de la Vida: «Vine para que tengan Vida (~wtJ) dicho «Vida divma» porque Dios es también igualmente hombre
y la tengan más abundante (XEQLOoóv,perison)>> - que la meramen- - y partiCIpa en mi vida humana.
te biológica. Mi vida de resucitado no es una segunda vida, no es El resucitado se reconoce pecador, pero se sabe perdonado y
una re-encarnación en otra persona, no es otra vida (non alía sed sabe también que aún no se ha manifestado plenamente lo que será
altera) sino que es la vida que me está dada de vivir en lo que he - parafraseando a san Juan. Por eso, a pesar de sus faltas y limita-
llamado la tempiternidad. Se experimenta la tempiternidad cuan- ciones, el resucitado goza de una paz profunda y experimenta que
do se vive la «vida eterna» en los mismos momentos temporales de el Espíritu (que es el perdonador y el dador de paz) está con él.

'j6 257
No se malentienda; la vida de resucitado no es una segunda vida,
un aditamento a nuestra vida humana.Mortunadamente se ha supe_
rado la dicotomía <<natural-sobrenatural)). Podríamos decir, senci_
llamente, que la vida de resucitado es la vida de no seguir al cuer-
po o al alma, sino seguir al espíritu - que naturalmente no existe
desconectado del cuerpo ni del alma. En una palabra, la que aquí
7
llamamos vida de resucitado es la vida plenamente humana - en
toda su riqueza y ambivalencia.
EL METALENGUAJE MÍSTICO

iii) La experiencia de resurrección elimina el miedo a la muerte, y


éste es posiblemente su aspecto más visible, puesto que este mie-
do no puede superarse con la sola fuerza de voluntad. Pero se tra- Resumiendo, el centro de gravedad de! lenguaje hindú es lo divi-
ta de algo más que de una inmortalidad platónica. Yo sé que soy no, el del buddhista el hombre, el de! secular e! mundo, y e! del
mortal, y no me consuela saber que tengo un alma inmortal si lue- cristiano, Cristo, el Hombre-Dios.
go voy a separarme de ella. Tampoco me satisface creer que resu- Se me dirá que me facilito las cosas dando mi interpretación
citaré después de la muerte o acaso en un último momento que personal a estos lenguajes. Acepto la observación, pero añado que
no podré ya experimentar. La experiencia de la resurrección, en la interpretación es legítima y que no violenta las intuiciones fun-
cambio, es aquí y ahora - en la tempiternidad. El resucitado vive la damentales de las respectivas cosmovisiones. El lenguaje es emi-
novedad de la vida en cada instante. No se aburre; ni tiene el ner- nentemente personal.
viosismo del tiempo que se le escapa. ¿No es ésta la obra del Espí- Hemos dicho ya que no hay un lenguaje místico porque toda
ritu que «hace nuevas todas las cosas))? La resurrección es un acto experiencia mística se expresa en la lengua de la cultura que le sir-
constantemente renovado. Si se muere diariamente, como dice el ve de marco, proporcionándole el medio para expresar la experien-
Apóstol, también se resucita en cada momento. La experienCIa de cia particular del místico, y condicionando por tanto su lenguaje.
la creación continua y, más aún, la de la Encarnación continua, lle- Hemos dicho también que el nústico vive el lenguaje a la vez como
va consigo la de la resurrección en cada instante. Acaso el budd- el medio, el instrumento y el obstáculo que le sirve y le impide
hismo nos ayude a comprenderlo mejor. La muerte no da miedo, expresar lo que desde el principio se descubre como inefable pero
porque no es. Acaso la viSIón de las Upani~ad nos permitiera tam- que, a falta de otro medio, no tiene más remedio que servirse de
bién expresarlo de otra manera complementaria - pero no debo él, añadiendo acto seguido que no es lo que quiere o quisiera decir.
ahora sacar a colación la sabiduría de otras tradiciones. Pero esta misma expresión no es completamente correcta, pues
tampoco es la voluntad (el querer verbalizar) el medio adecuado
para comunicar aquello que, por principio, se reconoce inefable.
El silencio sería su medio adecuado. Pero también el silencio es
relación y no lo es en sí mismo - análogamente a como la luz no
es lumin osa. El sil encio es siempre silencio para alguien . El silen- Lo que my yo no lo sé,
cio m ísti co es un sil encio humano. El silencio es algo más qu e camino solitario bajo el pew de mi mente;
ausencia de ruido: es ausenc ia de palabra - el silencio es co m o cuando el Primogénilo de la V~ rd ad se acerca,
S(: me rcvd.J elUonces en la m ism a PaJabra
los mo njes del primer sa~lxha respondieron a los sermo nes del Budd_
ha, segú n la tradición, para exp resar que lo habían entendido. Sin - aquella palabra que era en el Principio.
inte rf'Ob'Y1ció n exterio r o interior no hay silencio, pero, tam bién ,
viceversa: si no hay silencio, matri z de la palabra . la palabra no es Dicho de otra man era: no hay una sola clave hermené utica para
h u mana, no hay palabra. Po r eso el lenguaje m ístico es ese ncial- entender el lenguaje místico. N o hace falta. Esto nos lleva a repe-
m ente simból ico - que vela y revela a la vez.Ya dijimos que el sim- tir lo que suele decirse: que el lenguaje místico es un meta-lengua-
bo lo sólo e ~ símbolo cuand o (nos) simboliza, esto es, cuando se ha je. Pero aún así debe utilizar palabras, y las palab ras so n taj es den-
creado un espacio silente en el que participan el símbolo, el SUll- tro de'un universo lingüístico particular. Pero no la Palabra - que
bolizante y lo simbolizado. El símbolo es y no es ~la cosa»; es la ves- es la matriz del universo, como afirma un Veda.
time nta d e ~ I a cosa~, que no es expresable en su desnudez to tal. Acabamos de decir que el lenguaj e místico es un lenguaje sim-
pero que no tiene otro medio mejor para comunicarse que reves- bólico que nos envuelve en el silencio de la palabra - aunque sea
tirse de palabra. El hombre, después de todo, es esencialmente 11 01110 por medio de la misma palabra. La m ística USa e11 enguaje como
loqlwls, d e ahí qu e con la palabra transClende la palabra - y sólo símbolo que apunta simbólicamente lo que sólo el iniciado capta
la en tienden aquellos que la saben retraducir a su propia experien- - y siempre indirectamente, pu es hay que hacer el salto a lo inefa-
cia con la consiguiente transformaClón que toda trnducción trae ble. El místico ube que 10 único que no se puede decir es lo úm-
consigo. Pero incluso una m.ir:ada , un beso o un abrazo, necesitan co que vale la pena balbucear para ~ n trar y sali r de la terro j"c~ tlj­
ser e nte ndidos y po r tanto pasar por el tamiz d e la inteligencia q ue la de la dimensIón mística de la realídad .
los interpreta a su mane ra. Según una tradició n posibleme nte ta r- De entre los lenguajes a los que nos hemos limitado, los (TeS pri-
día, cuando el B uddha m oscró una flor delante d e la a~ mbl ea , sólo meros o frecen menos resiste ncia a una interpretació n allt:nde sus
su discipulo predilecto Mahakasyapa lo entendió: los otros no y respectivas fronteras culturales que las religio nes surgidas del mar-
nació ento nces el zen. C uando se nos pregunta por el sentido del co cultural semítico, que se distingue por su carácter esencialmen-
acto, d ebemos nuevamente limitarn os a nuestra interpretac ión - te concreto. Tanto lo divino co mo lo huma no y lo secular per-
com o cuando queremos explicar el sentido de una palabra. La pala- miten más facilmente extrapo laciones legitimas que la mentalidad
bra es primordial, como magníficamente escribió Bhart!"hari. Inclu- cristiana de influencia y origen seoútico que parece regocijarse con
so cuando repoream os interpretaciones ajenas, las estamos re-inter- el desafio de lo particular: ~ N o tendrás a otro Dios más que a mí».
pretando n osotros. N o podemos saltar por encima d e nu estra No sólo por el dato sociológico de qu e la mayo ría de los cris-
condició n humana. Es cierto que sólo un místico puede enten- tianos actuales no pertenecen ya al fil ón cultural abrahámico, sino
der a o tro místico, pero acaso un tercer místico lo entendería de principahnente porque la mteligibilidad n ústica se mu eve en otros
manera dife rente. N o podemos elimmar la interpretación . parámetros, vamos a comentar la interpretación mística del meta-
Com o dice el ~g ~da : le nguaJe cristiano. No po r casualidad la misti ca m o n o teísta se
encuentra más marginada del acervo cultural de los creyentes mono- He empezado formulando la q!l asi tautologia de que la ~ expe~
telstas que las místicas de Otra.~ religiones - que difícilm ente acep- riencia cristiana» es la experi~ncia de Jesucristo. Me resta sólo cua-
tanan una religión sin su rumensión mística. Por otro lado, el hecho lificar esu quasi tautología dici endo qu~ se refiere tanto al geniti-
de que la mística deba justificarse críticame nte le impide caer en vo subjeti vo como al o bje tivo de la frase. Sobre c uál fu ese la
los grandes peligros de la mística: el sentimentalismo y el irracio- experiencia de j esús (ge nitivo subjetivo) me permití escribir un
nalismo. libro con algunas con sidera ci o n~. Nos toca e n este apéndice expli-
Por estos motivos nos vamos a concentrar en el metalenguaje citar el genitivo objetivo: nuestra expe rie ncia de j esucristo.
cnStlano. La podría formular citando otra frase de las Ep ís to las c r is-
tianas:
_En él habita la plenitud de la Divinidad corporalmente (ow~a­
Ch ristus totus "tlXÜJ¡;, sdmatikds)*, frase completada por otra de la misma Epístola,

que puntualiza que se trata de toda la plenitud (nav TO ltATtQw¡.ta,


El lenguaje cristiano no tiene sentido fuera de una visión trinita- pan fo plérdma) y no sólo la de un Dios separado. En j esucristo se
ria de la Divinidad. Y ya dijimos que la intuición trinitaria no es encuentra toda la Corporeidad, Humanidad y Divinidad en su for~
exclusivamente cristiana, aunque haya un lenguaje cristiano par- ma más concreta y plena. La frase no tendría sentido si no hubié~
ticular - y acaso más elaborado que muchos otros. Es la Trinidad ramos descubierto su carácter divino, que transciende el espacio
la que permite decir coherentemente que Cristo es plenament e y el tiempo. Jesucristo es divino. Pero, análogamente, no 10 hubié-
H ombre y plenamente Dios. El lenguaje cristiano permite decir ramos podido conocer con aquel cconocimiento que es la vida
que Dios es también cuerpo, y que nosotros somos templos dd eternn si no participásemos en una misma humanidad. 1esucr-ísto
Espíritu Santo participando del miste rio erístico que es el de un es humano. Todo se reducirla a una simple intelección abstracta si
c ue rpo divino al mismo nivel que un espíritu tambi én divino. no se tratase de una Corporeidad que es también la nuestra y que
La humanidad de C risto no es cinferio" o secundaria a su divi- está representada en la Encarnación - y en la Eucaristía .Jesuc ris-
nidad . C ri sto no es primariamente divino y secundariamente to es el símbolo (concreto) de toda la realidad - el símbolo de la
humano. Dentro de un mo noteísmo estricto, la plena divinidad experiencia cosmoteánrlrica. Toda la realidad es una. aistcfotlía. escri-
de Cristo no tiene sentido. Pertenece al kairós del tercer milenio bí hace más de medio siglo.
cristiano recuperar la primitiva experiencia de la Trinidad, común No se puede estrictamente llamar cristocéntrica a esta expe~
a tantas otras religiosidades del mundo - aunque diferentes de la riencia en el sentido (monoteísta) corriente porque el mismo Cris~
cristiana. to remite al Padre y al Espíritu . Tampoco es teocéntrica, pues él es
La experiencia de Jesucristo nos lleva a poder decir que nues- igualmente Cuerpo y Hombre. Es una experiencia trinitaria, y la
tro cuerpo es también divino y nuestros sentimientos humanos no Trinidad no tiene centro.
son extraños a la experiencia mística. La llamada ~unión hipostá- Esta experiencia de jesucristo tampoco puede catalogarse como
ti ca~ , aunque inscrita en una teología excesivamente monoteísta, personal o impersonal, como cognitiva o amorosa. Estas divisiones
no es un mero tlleologum f'notl estéril. de nuestro intelecto no se dejan aplicar a la experie ncia.AJesu~

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cri sto no se le puede conocer sin amarle. Se con ocería ento nces , revelado» en ninguna «caída de caballo. , en ningu na lIiluminacióm
sólo una idea. N o se le pu ede :mur sin aquel conocnniento uni - especiaL La aurora aparece discreta y paulatinamente y es precur-
tivo. Seria e nto nces sólo una proyección psicológica. Hace falta la sora del sol, que tampoco se coloca de repeme en su zenit.Y así lo
experiencia (mística) que integra conocimiento y amor y los trans- dice explícitame nte san Pedro cuando nos habla dd .. lucero matu-
ciende - ..non la" cogtlOste"di quam experiendi& (..no tamo como fo r- tino que surge en ' nuestros' cornones •. Q uien ha vislumbrado la
ma del conocer cuanto del 'experienciar'.), decía el docto, meliflllllS. experiencia tabórica no puede confundir la fe con las creencias
Se desc ubre ento nces el C risto vivo de . hoy, ayer y siempre •. Sola- que la expresan - lo qu e no sig nifica que no haya Otras posibl es
meme si él vive en rrú y yo en él (aunque salvando las distancias, inte rpretaciones.
com o e n la Trin idad), so lamente si hemos conresucitado Participamos mil'lul i5 l1I i tlUelldis e n esta perichórésis de la Trinidad
(oUV'l )'tQ'fhl1'e, sy" égerrh2!e) con él. podemos participar en la expe- radical que se nos manifiesta en j esucristo. Es nuestra partiCIpaCIón
riencia. Por algo se decía que la auténtica teología requiere la ex- y corresponsabilidad en la avenrura de la realidad.
periencia de la fe - y añadiría de la esperanza y del amor. San juan de la Cruz lo dijo mej or:
Análogamem e, esta experiencia de jesucristo hace caer po r su
Mías son las gentes. Los justos son m¡o~ y míos los pecadores.
base la distin ción cuasi clásica en una cierta Filosofia de la R eli-
Los ángeles son míos , y la M adre de Dios y todas las cosas
gión entre las reli gio nes monoteístas, que llegan a la experi encia
son mías.Y el mismo Dim e~ mío y para mí, porqu e Cnsto
del ~D ios vivo\) (esto es, personal). y las religiones asiáticas, que sólo es mío y todo para mí. Pu es ¿qué pides y bu scas, alma mía?
llegan a un Numen impersonal. En jesucristo se reconcilian las dos Tuyo es todo esto, y todo es para ti.
tendencias . Pt!ro si el Dios personal es Cristo y él es la persona divi-
na , las otras llamadas personas ( únÓutUOEL<;;, hypostaseís, dt!cía con Eno sería una aberración egocéntrica si no hubiésemos mu erto a
m ás co ngruencia la teología g riega) son llamadas con el mismo nuestro ego y no hubiésemos .. corresucitad04 con C risto.
no mbre para saJvar la unicidad de Dios, pero el nombre se las apli - Est.a experienci a mística de J ~s u c ris to nos lleva a afirmar no
ca impropiameme. l as «personas divinas.. en eJ lenguaje {radicio - sólo que el místico supe ra el mo no te ísmo estricto, sino también
nal, son infinitame nte distimas. Por eso ni siquiera la allalogia emis que C risto no es el mo nopoli o de los cristianos sino el no mbre
se las deJa aplicar. Oe ahí que el mismo nombre de "persona. Sea cristiano, y particular por lo tanto, ..del misteri o silente desde la
equ Ívoco - como ya entrevió santo Tomás de Aquino. N o liay tempiternidad» y manifestado en innumerables for mas a través de
tres personas; no hay lúngún tres. aquél ~en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría
La e xperiencia de Jesucristo es una experiencia trinitaria - y y de la CIencia» - cuyo nombre es J esucristo. N o mbre que tiene
la Trinidad no es numerable. Nos encontramos involucrados en la la ventaja de ser concreto y no una abstracción conceptual, pero
avenrura to tal de la realidad - en lo que he lla:rru.do la Trinidad radi· que tiene el formidable inconveni ente de que, después de veinte
cal, que es o tro no mbre para la experiencia cosmoteándri ca. N o siglos de lenguaje exclusivista y muy a menudo sectario, sugiere a
necesito citar las Escrituras (y no sólo cristianas) para apoyarme en muchos un personaje merametlte hi stó ri co qu e al parec er fundó
ellas - aunqu e acaso, si no fuera por ellas, no hubiera tenido este una religión particular, secta que, com o tal, nació acaso siglos des-
lenguaje. Pero he de confesar que todo 10 escrito no me ha sido pués de jesús de Nazaret, esci ndiéndole del C risto q ue fue desde

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el Principio: si la confusión fuese una apmtasía,la indistinción ,ren a cía cosmotein drica (como sinónim o de teoantropocósmica, que
una herejía. Pero no es de mi incumbencia, en este lugar, seguir es más cacofónica). Hemos utilizado la palabra realidad por no ale-
por eStos derroteros. jarnos demasiado del lenguaje común . como símbolo de todo lo
que es, inclu yendo su negació n dialéctica. Pero hemos preferido
••• conservar el título que nos sugiere que la mística es la experiencia
completa de la Vida en su plenitud.
Resumi endo : se cae uno de un caballo. aunque no sea frem e a
Damasco, se despierta uno de un sueño o de un accidente simple-
mente. después de un momento de distracción, sea de sufrimie n-
to o de place r, y de repente nos viene la experiencia de que esta-
mos vivos. la pura consciencia del ~iestoy vivo! ~, aunque luego la
interpretemos según codo lo que hemos vivido - amado y pen-
sado. La vida de un hombre (z6e), dice el Evangelio, despu és de
criticar la pleonexia (el hecho de [quererl tener más que los otros),
no consiste en lo que se posee, sino en lo que se es.Y este es, des-
pojado de todo lo que se tielle, incluidos talento y salud. es preci-
samente Vida. De ahí que para gozar plenamente de la experien-
cia de la Vida haya que de sasirse de todo lo que uno ti ene.
cBienaventurados los pobres en el Espíritm - porque el Espír itu
los ha despojado de todo lo que no son. cEn Él era la Vida», dice
la «Bue na Nueva» de Jesús de Nazaret. Este «Él . es el «Nombre
nuevo y escondido» que toca a todos nosotros descubrir.

•••
R ecapitulando: hemos empezado describiendo la IJÚsrica co mo la
experiencia humana integral en cuya última palabra incluíamos
tanto la Materia como el Espíritu. El hombre no es un ser aislado
y su vínculo con lo corporal y 10 divino es constitutivo. Hombre
es sólo una abstracción. No hay Hombre sin Mundo y sin Dios. ni
Dios sin Mundo, ni Mundo sin Dios y sin Hombre. Podemos . pen-
sarlos ~ separadam ente, esto es, como abstracciones de la realidad,
pero no son reales. Esta visión es la que hemos llamado experien-

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