Apocalipsis 2: 1-7
Éfeso era probablemente la ciudad más importante en Asia Menor. La población en ese tiempo
habría estado entre un cuarto y medio millón de personas durante la era del Nuevo Testamento.
Así que no era un pequeño pueblo. Era una metrópolis. Fue una ciudad prospera y rica, el mayor
centro comercial de la región, principalmente porque estaba localizada en la costa, y era el puerto
marítimo más importante de esta región.
Fue un centro religioso. Fue el centro de adoración de la diosa Artemisa, quien también era llamada
Diana. Diana era la diosa principal del Partenón Griego, y este era un templo enorme dedicado a la
adoración de Diana allá en la ciudad de Éfeso.
Por todo esto no era un lugar fácil para tener una iglesia. Había mucho ajetreo, bullicio, mucho
materialismo, mucho paganismo, y mucha idolatría en esta ciudad. Pero a pesar de todo Dios tenía
Su iglesia establecida en la ciudad de Éfeso: un remanente, los creyentes en Cristo Jesús.
El Evangelio fue llevado por primera vez a esta ciudad por el apóstol Pablo, quien se detuvo ahí al final
de su segundo viaje misionero, junto con sus compañeros de ministerio Priscila y Aquila.
Posteriormente se le unió a ellos Apolos, quien era un poderoso predicador y ministro también allá en
Éfeso. Y luego en su tercer viaje misionero, Pablo regresó a Éfeso. Y él terminó quedándose allí por casi
dos años y medio, quizás tres años, en la ciudad de Éfeso, predicando, evangelizando, enseñando a los
nuevos creyentes, y edificando esta joven iglesia en esa área. Durante ese prolongado periodo de Pablo
en Éfeso, hubo un sin número de eventos y milagros extraordinarios que tuvieron lugar. Como la quema
masiva de libros de brujería.
Hechos 19:18,19 “18 Y muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus
hechos.19 Asimismo muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los
quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su precio, hallaron que era cincuenta mil piezas de
plata.”
“Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en
medio de los siete candeleros de oro, dice esto” V1
El ángel de la iglesia, es una especie de mensajero. Algunos comentaristas piensan que se refería a un
pastor o un anciano, o en realidad un ser angelical, pero es alguien quien lleva un mensaje de Dios –
probablemente un líder de la iglesia.
A estas iglesias se les llama candeleros o candelabros. No poseen luz propia sino la luz de Cristo en
ellas, estas reflejan la luz de Cristo al mundo.
1ro eran obreros, no eran meros espectadores, no eran calienta bancos en la iglesia, trabajaban
arduamente para la obra de Cristo.
2do eran doctrinalmente correctos. Habían probado a los que se llamaban ser apóstoles y no lo eran.
Guardaban y defendían las sanas doctrinas.
3ro Jesús elogia su perseverancia y paciencia. Habían trabajado pacientemente y no habían
desmayado frente a la fuerte oposición y la persecución que tenían.
Aparentemente viendo esta iglesia desde la óptica humana era una iglesia sin problemas la iglesia
perfecta. Pero hay un detalle, que Jesús que conoce y escudriña los corazones veía en esta iglesia.
El señor apunta a un mal terrible en estos creyentes. Lo llama sencillamente, has dejado tu primer amor
V.4
El primer amor se refería a este amor que las personas sienten cuando se convierten a Cristo. Un amor
que arde en nuestros corazones, estamos dispuestas aun a morir si fuere necesario por este amor,
pasamos tiempo a solas con el Señor, amamos estar en esta comunión con El, queremos memorizar su
palabra, estar con los hermanos, servir en la iglesia.
Pero gradualmente vamos cambiando la fuerza y la intensidad de ese amor. Cuando los afanes
envuelven, llegan las pruebas, el dolor, conflictos con nuestros familiares. Poco a poco otras cosas y
personas van ocupando el primer lugar de nuestro amor. Comenzamos a tener otros amores a adulterar
espiritualmente.
Puede que aun estemos haciendo las mismas cosas que al principio, pero ahora la motivación es
diferente. Lo hacemos por rutina, obligación, por cumplir, para que no digan, o porque pensamos que
nadie lo puede hacer igual o mejor que nosotras.
Pronto, perdemos el gozo de nuestra salvación. Pensamos que ya lo hemos visto o que lo sabemos
todo. Nos volvemos críticos y comenzamos a quejarnos y a ver la paja del ojo ajeno. A veces
podemos caer en el legalismo.
En algún momento esto nos ha pasado a todos, cuando nos vemos fríos e indiferentes hacia Jesús y su
amor. Entonces es cuando debemos tomar una medida correctiva de inmediato.
5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no,
vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.
El peligro aquí y las consecuencias son grandes. Quitare tu candelero dice. Ya no podrá reflejar la luz
del evangelio a un mundo perdido y decadente.
¿Qué podemos hacer para que nuestro amor no se enfríe hasta desaparecer?
Jesús nos dio tres pasos claros y específicos, debemos recordar, arrepentirnos y volver.
Recordemos como éramos al principio, como era nuestra relación con Cristo, examinémonos y veamos
donde dejamos nuestro primer amor. A cual amante le dimos el amor que solo le pertenece a Cristo.
Jesús añadió unas palabras finales: 7 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que
venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.
El señor tiene promesas y galardones para aquellos que escuchan y obedecen sus palabras.
Esto no podemos lograrlo solas, necesitamos pedirle a Dios con vehemencia, que nos llene de su amor, y
que nos avive.
Quizás haya alguna hermana que diga, yo ore para recibir a Cristo pero nunca he sentido este amor. Es
tiempo de que entregues tu corazón y tu voluntad a Dios.
“Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a
quien se le perdona poco, poco ama.” Lucas 7:47
Nancy Leigh DeMoss: “Si tú quieres tener un corazón de devoción ardiente, como un horno
candente, por Cristo, tendrás que luchar por eso. Porque no viene naturalmente. Tendrás que pelear
contra la holgazanería, contra la falta de fe, contra la influencia del mundo. Tendrás que ir en contra
de la cultura. Tendrás que nadar contra la corriente para conquistar, pero Él te dice, “Si lo haces, yo
te daré a comer del árbol de la vida que está en el paraíso de Dios”.