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Lluvia de estrellas

Hubo una vez una pequeña aldeana que era huérfana y además no tenía
hermanos, a pesar de lo cual la chiquilla vivía alegre y era bondadosa
como pocas.

Un día abandonó la aldea y marchó a la aventura confiando mejorar su


suerte. Llevó con ellas sus únicas pertenencias, la ropa que vestía y un
trozo de pan.

Por el camino encontró a un mendigo, que le dijo:


-Por favor, pequeña, dame algo de comer.

La niña se compadeció de él y le entregó el pedazo de pan.

Prosiguió su andadura y al cabo de un rato se acercó a ella un chiquillo,


que le dijo:
- Tengo mucho frío y me duele la cabeza.¿No podrías dejarme tu gorro?

- Te lo regalo- contestó con generosidad.

Poco después vio a una niña muy pequeña tiritando de frío, casi
desnuda, que la mirada con ojos tristes.
La huerfanita tuvo piedad de ella y le dio su chaqueta y su falda.

Ya era de noche y nevada copiosamente cuando la pequeña se adentró


en un bosque con ida de pasar la noche allí.

Entonces otra niña, cobijada al amparo de un árbol, le pidió su camisa,


pues ya no soportaba el frío.

Y como le dio mucha pena, la huérfana también se despojó de la


camisa.
Y así quedó la pequeña a merced de un viento helado que iba
congelando su cuerpecito. Pensó que moriría de frío en poco tiempo y
se puso a rezar.

Pero de pronto, inexplicablemente, se desprendieron del firmamento


miles de estrellas, como un deslumbrante lluvia, y al posarse sobre la
nieve las estrellas se convirtieron en monedas de oro.

Y la generosidad niña, que había dado a los demás todo lo que tenía, se
vio cubierta por un abrigo de piel, también llovido del cielo…
Llenó sus bolsillos de monedas de oro y ya nunca pasó hambre ni frío. Y
vivió siempre feliz y siguió haciendo el bien a los demás.
La pioggia di stelle
C'era una volta una bambina, che non aveva più nè babbo nè mamma,
ed era tanto povera, non aveva neanche una stanza dove abitare nè un
lettino dove dormire; insomma, non aveva che gli abiti indosso e in
mano un pezzetto di pane, che un'anima pietosa le aveva donato. Ma
era buona e brava e siccome era abbandonata da tutti, vagabondò qua e
là per i campi fidando nel buon Dio.

Un giorno incontrò un povero, che disse: "Ah, dammi qualcosa da


mangiare! Ho tanta fame!"
Ella gli porse tutto il suo pezzetto di pane e disse:
"Ti faccia bene!" e continuò la sua strada.
Poi venne una bambina, che si lamentava e le disse: "Ho tanto freddo
alla testa! Regalami qualcosa per coprirla." Ella si tolse il berretto e glielo
diede.
Dopo un pò ne venne un'altra bambina, che non aveva indosso neanche
un giubbetto e gelava; ella le diede il suo.
E un pò più in là un'altra le chiese una gonnellina, ella le diede la sua.
Alla fine giunse in un bosco e si era già fatto buio, arrivò un'altra bimba
e le chiese una camicina; la buona fanciulla pensò: "E' notte fonda
nessuno ti vede puoi ben dare la tua camicia." Se la tolse e diede anche
la camicia.

E mentre se ne stava là, senza più niente indosso, d'un tratto caddero le
stelle dal cielo, ed erano tanti scudi lucenti e benchè avesse dato via la
sua camicina ecco che ella ne aveva una nuova, che era di finissimo lino.
Vi mise dentro gli scudi e fù ricca per tutta la vita.

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