La competencia es la suma de potestades que surge del ordenamiento jurídico, esto
es, la aptitud de los poderes públicos para obrar y cumplir así con sus fines. El principio básico en cualquier Estado democrático de derecho es que el Estado no puede actuar, salvo que la ley lo autorice a hacerlo. Esto surge claramente, según nuestro criterio, del art. 19, CN. A su vez, tratándose de personas físicas, el principio es la libertad y permisión de sus conductas. Es decir, todas las conductas están permitidas salvo aquellas que estuviesen prohibidas. Más simple, cualquiera de nosotros puede hacer cualquier cosa, salvo que esté prohibido. Por el contrario, el Estado no puede hacer ni actuar, sino solo aquello que le esté permitido. Aquí, entonces, el principio es la prohibición y las excepciones son las permisiones. Este último postulado de permisiones es el concepto de competencias estatales Por su parte, la Ley de Procedimientos Administrativos (ley 19.549) establece que "la competencia de los órganos administrativos será la que resulte, según los casos, de la Constitución Nacional, de las leyes y de los reglamentos dictados en su consecuencia" y, agrega, el ejercicio de las competencias es obligatorio e improrrogable (art. 3º, LPA) Las competencias expresas Las competencias expresas son, pues, permisiones que nacen del propio texto normativo (es decir, de su literalidad). Ya hemos aclarado que ese texto es la Constitución, la ley e, inclusive, el reglamento. Sin embargo, es obvio que las normas no pueden prever expresamente todas las competencias del presidente y sus órganos inferiores que resulten necesarias para el cumplimiento de sus objetivos o fines; por ello, es necesario repensar otros criterios de reconocimiento de competencias. Las competencias implícitas La teoría de las potestades expresas debe ser necesariamente matizada porque es imposible que el legislador establezca, con carácter previo y en el propio texto legal, todas las potestades propias y necesarias del Poder Ejecutivo. En consecuencia, sigue siendo necesario —por razones prácticas y en cumplimiento del ordenamiento jurídico, en particular de sus principios y fines— reconocer otros mecanismos atributivos de competencias. En este contexto, es posible desarrollar otras teorías; entre estas, el criterio de las potestades implícitas. Así, la norma reconoce y el órgano estatal recibe, no solo las facultades textuales sino también aquellas otras que surgen de modo implícito del bloque de legalidad, sin que este las mencione (potestades implícitas)