Está en la página 1de 2

Ilitía: la mujer doblemente explotada.

Eileitia era la diosa partera, la que ayudaba antes durante y después del parto. Su culto
estaba muy difundido entre las mujeres, a pesar del débil lugar que le otorgaban los dioses del
Olimpo. (Cortés, 2012)

En el siglo XX se vivió una evolución en cuanto al ingreso de la mujer en el mundo laboral,


considerándose este como el trabajo que es remunerado. “De las primeras profesiones que se
abrieron para las mujeres de la época fueron el trabajo social, la enfermería y la docencia,
actividades todas que venían desempeñando desde antes de que se profesionalizaran, y que no
eran otra cosa que una prolongación de la imagen y el quehacer tradicional de la mujer cuidadora.”
(Pachón, 2007) y hasta 1940 las mujeres solo podía acceder a la educación normalista para
convertirse en profesoras, además, ellas solo podían enseñar en colegios femeninos, o en aquellos
a los que no asistieran varones mayores de 12 años. Colombia se encontró relegada a nivel global
en cuanto al lugar que tenían las mujeres en el mercado laboral. Siendo sino hasta 1924 que la
mujer comenzaría a tener derechos civiles y en 1931, con la ley 129, que se crearía la primera ley
que hablara sobre las mujeres trabajadoras. Además de esto, Colombia tardaría varios años en
ratificar comunicados creados por la OIT para proteger a las mujeres trabajadoras, esto se
desarrollará más adelante.

A las mujeres se les ha dejado como encargadas de la casa, siendo este el lugar al que,
culturalmente, se les ha designado con el fin de mantener funcionando y en orden, además de ser
quienes se encargan del cuidado de los hijos, para asegurar la reproducción de la especie y
también de cuidar de las finanzas del hogar. El hogar es el núcleo de la reproducción capitalista, y
a pesar de la gran importancia de esta labor, es de los pocos trabajos que no se ven remunerados,
al respecto Rodriguez menciona: El capitalismo produce el patriarcalismo al sacar provecho del
trabajo no remunerado del ama de casa. Además de este autor, muchas otras teóricas mencionan
como la mujer se ve obligada a cumplir con lo que se considera como una jornada extra de trabajo,
bien sea el caso de aquellas mujeres que se encargan de proveer o coproveer de dinero a la
familia, o de las amas de casa. En este segundo caso, las mujeres cumplen dos jornadas de
trabajo pero desde el hogar, según Bosch y Cols las mujeres amas de casa cuentan con hábitos
más saludables, pero presentan mayores síntomas agudos y enfermedades crónicas debido al
exceso de trabajo.
Con la industrialización, en las primeras décadas del siglo XX, las mujeres ingresaron con
mayor participación al mercado laboral, sobre todo en las industrias de alimentos, textiles y de
tabaco. Llegando a representar en 1939 el 34% de la fuerza del trabajo en estas industrias, pero
con la llegada de la década de los cuarentas también se empezó a exigir la mano de obra
calificada, dejándolas en mayor desventaja con respecto a los hombres por el poco o nulo acceso a
la educación que ellas tenían. Tras este incidente, muchas de ellas volvieron exclusivamente al
trabajo de amas de casa y algunas a servir por medio de trabajos voluntarios, hasta la década de
los sesentas. No siendo suficiente con esto, en varias empresas se les exigía para ingresar al
trabajo, ser mujeres soleteras, sin hijos, y antes de entrar a trabajar se les pedía una prueba de
embarazo. En muchas empresas como por ejemplo Fabricato, una empresa textil, se despedía a
las mujeres cuando estas se casaban o cuando quedaban embarazadas, siento además
duramente juzgadas socialmente si estas eran solteras. Esta fue una gran preocupación para la
OIT, la cual sacó en 1919 un acuerdo de protección a la maternidad, pero no fue ratificado por
Colombia sino hasta 1931, y aún después de esto las mujeres seguían encontrando impedimentos
para trabajar y ejercer la labor de ser madres. Arango al respecto comenta:
La política de exclusión de la mujer casada o embarazada y la protección o mejor, el encierro de las
solteras constituyen las dos caras de una misma actitud hacia la mujer trabajadora. Las mujeres
solteras, hábiles, con una gran disciplina de trabajo y poco exigentes a nivel salarial, representan,
entonces, el obrero ideal para Fabricato y otras empresas de la región. Para esto, la vida privada de
las trabajadoras no debe perturbar su rendimiento. Esto explica el rechazo al empleo de mujeres
casadas cuyos compromisos familiares podían interferir con su trabajo y el rechazo simultáneo al
empleo de mujeres embarazadas. El embarazo perturba la disciplina industrial al cuestionar la
sumisión del cuerpo de la trabajadora a las exigencias de las máquinas y de la productividad.

Dos de los mayores aportes sociales para el pleno desarrollo laboral femenino fueron la
anticoncepción y el acceso a la educación, además, claro está del progresivo desligamiento de la
moral implantada por la religión. Los métodos anticonceptivos se empezaron a comercializar en
Colombia en 1960, haciendo que las familias bajaran el número de hijos promedio de 6 a 2,
dándoles un alivio en cuanto al peso ya las extenuantes horas de trabajo que el hogar les exigía. Y
pasada la década de los cincuenta se dio apertura a colegios mayores que funcionaban como
universidades para mujeres, las cuales ofrecían mayoritariamente los trabajos del cuidado que
históricamente se ha relacionado con el papel de la mujer, pero gracias a esto lentamente se
abrieron las puertas de las distintas carreras profesionales a las mujeres. Aunque a pesar de
desempeñar el mismo cargo laboral que los hombres las mujeres reciben un menor pago y un
constante juzgamiento moral. Todo esto muestras del sistema patriarcal que reproduce la
explotación femenina generada por el capitalismo.

BIBLIOGRAFÍA:
Rodríguez, M. Estado actual de las investigaciones sobre mujer casada, profesional y madre: del trabajo
remunerado al trabajo doméstico. Un estudio sociológico de la familia. 2008.

Pachón, X. La familia en Colombia a lo largo del siglo XX. 2007.

Tunal, S. Mujer, familia y trabajo afectivo. 2010.

Pedraza, Z. “La educación de las mujeres”. 2011.

Cortés, M. Políticas públicas para la mujer en Colombia: la doble condición de madre y trabajadora en la
legislación del siglo XX. 2012.

Arango, L. Mujer, religión e industria. Fabricato 1923-1982. 1991.

También podría gustarte