Está en la página 1de 1

La continua quema de combustibles fósiles aumenta los niveles de dióxido de carbono en

la atmósfera, lo cual recae finalmente en los océanos. Los océanos han absorbido grandes
cantidades de dióxido de carbono desde los inicios de la Revolución Industrial
(aproximadamente en el año 1750). Esta creciente cantidad de dióxido de carbono en los
océanos es la causante del proceso de acidificación.
El término acidificación se refiere al proceso por el cual los océanos se vuelven más ácidos.
Cuando el dióxido de carbono entra en el océano, reacciona con el agua de mar,
aumentando la acidez del agua y bajando por tanto su pH. De todas maneras, es poco
probable que el océano llegue a ser un ácido como tal (es decir, un pH inferior a 7.0).
La absorción del dióxido de carbono por parte de los océanos posee un efecto regulador
en los impactos producidos por el cambio climático en la vida terrestre. Los océanos
actúan como “sumideros de carbono”, reduciendo los impactos asociados al cambio
climático. Si los océanos no tuvieran este papel, la concentración de dióxido de carbono
en la atmósfera sería un 55% superior a la de los últimos 250 años.
La calcificación es el proceso fisiológico por el cual los organismos crean estructuras como
conchas y esqueletos a partir de carbonato cálcico.
Un aumento del dióxido de carbono puede reducir los iones carbonato, lo que haría más
lento o pararía la calcificación, y esto ocurre de la siguiente manera.

El CO2 adsorbido por la atmosfera reacciona con el agua del mar formando acido
carbónico. Este acido libera un ion bicarbonato y un ion hidrogeno. El ion hidrogeno se
une a los iones carbonato libres en el agua, formando otro ion bicarbonato. En caso
contrario (sin la presencia en exceso de los iones de hidrogeno), los iones carbonato libres
estarían disponibles para que los animales marinos hicieran conchas y esqueletos de
carbonato cálcico.

También podría gustarte