“Todo va a estar bien, pero que todo salga bien, no significa que vaya a salir como tu quieres". Parábola del dueño los perritos: El amor de Dios es como el de un dueño con perritos que crecen y tienen diferente naturaleza, él a todos les ama de igual manera pero hay unos que entienden y logran adoptar ciertas características para convivir en la casa del dueño, sin embargo hay otros que muerden duro, rasguñan y dañan todo a su paso, hacen sus necesidades dónde quieren y le ladran a su dueño como desafiándolo, sin embargo el dueño los quiere y en lugar de tirarlos a la calle o matarlos, los encierra y los mantiene con vida e intenta que cambien al sacarlos y darles nuevas oportunidades. Sin embargo hay perros que no cambian y crecen en una naturaleza malvada e intentan dañar todo lo que pueden y al dueño no le queda de otra que hacerles un lugar en el que se queden solos y sufriendo por siempre, porque han desarrollado una naturaleza inmutable e irremisible a pesar de todo lo que intento su dueño.