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La primera línea:

primeros en la
protesta, últimos en
la política
Por PAULA DORIA · 21 DE MAYO DE 2021


Primera Línea Americas (Bogotá). Foto: Juan Carlos Hernández/La Silla Vacía

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La multitud les gritaba a los jóvenes de la primera linea:


“graaaacias, graaaaacias, graaaacias”. Entraba la noche
en otra agitada jornada de protesta en el portal de
Transmilenio de Las Américas. Esos jóvenes iban
ataviados de cascos de construcción, monogafas,
máscaras antigases, guantes, escudos de lata y banderas
de Colombia colgadas en sus espaldas a modo de capas.
El ambiente era de festival. Familias, carros de comidas
y vendedores ambulates.

Minutos más tarde, después de una jornada pacífica, las


piedras que lanzaron algunas personas al Esmad
desembocaron en un enfrentamiento entre algunos
manifestantes y la policía. La calle quedó desolada de
gente. Se empezó a llenar de pedazos de ladrillo y
piedras. Los jóvenes de la primera línea, quienes
aseguran que no iniciaron la pelea y que quienes
lanzaban piedras eran otros, terminaron en una batalla
campal con agentes del Esmad que se extendió hasta la
media noche. 

Estos jóvenes, que hacen parte de un grupo organizado


en las protestas, se han convertido en protagonistas en
las manifestaciones del país. Empezaron marchando
junto a muchos otros en contra de la reforma tributaria,
y ahora hacen exigencias amplias sobre
deudas históricas en educación, trabajo y salud.
Aseguran que no van a parar de marchar hasta que no
vean un cambio, pero no están vinculados a procesos de
negociación política para lograrlos.

Sobre todo, son reconocidos porque van adelante de las


marchas y son quienes terminan enfrentados con el
Esmad. Identificarlos no es sencillo. No solo porque
ocultan su caras tras sus máscaras, sino porque existen
varios grupos y no hay líderes visibles. 

“Preferimos que sea así, porque si nos identificamos


terminamos judicializados o desaparecidos”, dijo a La
Silla uno de ellos.

Además, aseguran que no se sienten representados por el


Comité del Paro. Desde la calle le hablan al
presidente Iván Duque. 

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Primera Línea Américas. Foto: Juan Carlos Hernández/La Silla Vacía.

En la secretaría de Gobierno de Bogotá le dijeron a La


Silla que han intentado algunos acercamientos, pero que
no es sencillo justamente porque no los pueden
identificar y porque no hay un único líder que los
represente. En la Gobernación del Valle, están intentando
hacer algunos acercamientos a través de líderes
juveniles, pero todavía no hay nada concreto.

En Cali, algunos gestores de la Alcaldía han logrado, en el


momento de la protesta, que los muchachos permitan la
entrada de algunos camiones en puntos clave, donde
varios jovenes están bloqueando las vías. También, la
Alcaldía está haciendo transmisiones en vivo para que los
jovenes de la primera línea digan cuáles son
sus peticiones. Pero no han logrado nada más que eso.  

 
 

CONTEXTO
SILLA NACIONAL

Puerto Resistencia en Cali: el microcosmos del paro de 2021


SILLA NACIONAL

La brutalidad policial en la protesta deja cada vez más víctimas


 

*** 

En una de las bancas frente al portal Américas, al que


ahora llaman ellos Portal Resistencia, está David, más
conocido como “Coda”. Tiene 23 años y se dedica a
tatuar. Sonríe mientras recibe uno de los mercados que
un grupo de ciudadanos están donando a los de la
primera línea. Ese día van a entregar 67 paquetes de
comida para ellos. 
David dice que lleva 22 días protestando: “Estoy cansado,
pero hay que seguir”.  

Se unió a la primera línea de Américas hace tan solo unos


días. Dice que estando en las marchas del 28 de abril se
dio cuenta de que “había mucho por hacer y tenía ganas
de proteger a otros”. 

Para hacer parte de la primera línea no hay que tener un


carnet o pertenecer a un grupo de amigos. Es tan sencillo
como llegar un día de protestas y hacerse al lado de otros
jóvenes que van al frente de las marchas. Al final de la
jornada, pueden tomar los datos y quedar en contacto
para un próximo evento. 

David empezó ayudando a una de sus amigas que se


ahogaba después de que el Esmad lanzó gases
lacrimógenos. Ahora va al frente de las protestas y es uno
de los encargados de recoger esos gases y devolverlos al
Esmad. Por eso tiene las manos con moretones y
cortaduras. 

Aunque hay algunos jóvenes que reciben entrenamiento


para devolver los gases y que incluso se someten a
inhalarlos para estar familiarizados, la preparación de
David fue mínima. “Solo me dijeron que la lanzara en
parabólica y lejos de mi cuerpo”.

Cuenta que la primera línea tiene la función de defender a


los manifestantes cuando el Esmad interviene. “Puede
haber muchas diferencias entre las Primeras Líneas de
todo el país, pero la idea es proteger a los manifestantes
en las intervenciones del Esmad”, explica. 

Estos grupos empezaron a ser más notorios en Colombia


después del asesinato de Dylan Cruz a causa del disparo
de cartucho de “bean bag”, un arma supuestamente no
letal, por un agente del Esmad. En el mundo ya había
referencias de jóvenes de primeras líneas, como es el
caso de Chile, donde grupos de jóvenes empezaron a
organizarse para responder a la represión policial. 

En Bogotá, hay primeras líneas en varias localidades. En


Cali, hay más de 20 puntos donde estos jóvenes se
juntan.  

Detrás de las primeras líneas de Kennedy están los de la


segunda línea. Son jóvenes que después de la
intervención de los uniformados, lanzan rocas, pedazos
de ladrillo, cemento o bombas molotov. 

“Quiero aclarar que si haces parte de la segunda línea de


aquí no inicias el enfrentamiento, pero sí respondes para
hacer retroceder al Esmad”, dice David. Tras la segunda
línea viene una tercera, encargada de atender a los
heridos. En otras partes estas líneas se mezclan entre sí. 

En Siloé, en Cali, por ejemplo, Steven Ospina, líder de la


comunidad, dice que también llaman primera línea a las
personas que apoyan el paro con donaciones de dinero,
de comida o de cascos, gafas y guantes. Entre esos
donantes hay chicas webcam, ciclistas, grupos de
artistas y ONG, cuyos nombres no quisieron dar. También
son considerados de primera línea el personal médico
que da primeros auxilios y organizaciones de derechos
humanos que les ayudan a llevar procesos jurídicos de
manifestantes que quieren denunciar. 

David cuenta que una de las mayores motivaciones para


salir a las calles es que Ligia, su mamá, quien murió hace
8 años esperando un trasplante de hígado, se sienta
orgullosa de él. También busca la admiración de su hija
Samantha, de dos años. A su papá nunca lo conoció.
“Quiero graduarme de Bellas Artes”, dice.

Al preguntarle por qué se expone de esa forma si tiene


una hija tan pequeña, David se queda callado. Los ojos se
le aguan. 

“Ya le dejé una carta escrita de despedida. Ahí le pido


perdón por si no vuelvo. Yo sé que puedo ser una de esas
42 personas que murieron en las protestas. Pero también
salgo por ella. Quisiera que la tenga más fácil, que pueda
estudiar”, dice. 

El presidente Duque ofreció matrícula cero para los


estratos uno, dos y tres para el segundo semestre de
2021. También ha dicho que trabajará para que sea
permanente, como han pedido los movimientos
estudiantiles. Pero para David esa matrícula debería ser
para siempre desde ya. 

Sobre por qué la primera línea se queda protestando


hasta entrada la noche, después de una jornada en la que
ya han sido visibles, David responde: 
“¡Por maricas! Yo creo que no nos deberíamos quedar en
las noches porque es cuando uno está más desprotegido,
y cuando llegan los gamines a lanzar piedra y a provocar
a la Policía. Nosotros no somos esos, no queremos que
nos metan en la misma bolsa, pero toca quedarse porque
todavía hay gente protestando y toca cuidarla”. 

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David. Foto: La Silla Vacía. 

***

Kevin, un joven de 17 años, trabaja desde los 15 en


Corabastos, el centro de abastecimiento y la plaza de
mercado más grande de Bogotá. Vende papaya, pero
también carga los bultos de fruta para acomodarlos. Su
mamá también trabaja ahí desde hace varios años. 

“Quiero sacar adelante primero a mí mamá y ahí sí vuelvo


a estudiar”, dice. Dejó el colegio cuando estaba en sexto
grado, pero le gustaría retomar para trabajar en la
Armada. Por ahora, tiene suspendido también el trabajo.
“Yo quiero un país mejor”, dice. 

Kevin hace parte de la primera línea de Americas y


aunque es de los más jóvenes, es de los más
experimentados del grupo. Desde los 12 años ya se
enfrentaba con el Esmad: “Nos dicen primera línea ahora,
pero desde chiquito ya les devolvía los gases”, dice. 

Cuenta que muchos de los jóvenes que se hacen parte de


las primeras líneas tienen antecedentes de malos tratos
por parte de la Policía , y que los casos de abusos han
hecho que cada día estos grupos crezcan y se organicen
en todo el país. En las marchas de 2019 Kevin fue
detenido por el Esmad por devolver gases. Dijo que
cuando estaba en un CAI lo molieron a golpes. “Me dieron
bolillo y pata en las rodillas y no he podido jugar fútbol”,
una de las cosas que más le gustaba hacer. 

Por eso decide quedarse en las marchas. Quiere evitar


que otros manifestantes sean detenidos. “Yo salgo a
responderles porque yo sé cómo son ellos. Intervienen
también cuando la marcha es pacífica. Y si te cogen te
dan como a violín prestado”. 
Mientras habla, Kevin mira a todas partes, como si lo
estuvieran persiguiendo. Dice que este año ha salido a las
calles por dos razones: Quiere educación gratuita y salud.
Su tío tiene cáncer. Su abuela se quedó ciega por una
enfermedad en los ojos y ahora su mayor miedo es que
su mamá se enferme. “En este país ni rogando lo
atienden a uno”. Piensa que así como pudieron tumbar la
reforma tributaria y la reforma a la salud también podrían
darles garantías de salud y educación.  

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Kevin. Foto: La Silla Vacía. 

Kevin, David y Johana, una de las madres de primera


línea, piensan que si llegan al mes de marcha puede
haber una reforma a la constitución y se puede convocar
a elecciones. “Estos cambios se logran cambiando la
Constitución”, dice David. “Cuando lleguemos al mes
podemos convocar a elecciones y cambiar de gobierno”,
dice Johana. Esto es falso, y producto de la
desinformación que circula a través de audios y mensajes
que dicen que luego de un mes de paro se debe cambiar
la Constitución.

Cuando se les pregunta cuáles son los artículos de la


Constitución que los incomodan no lo tienen muy claro.
“Ah no, nosotros llegamos hasta un punto. Ya luego que
la reformen otros”, dice David.  

Pero no todas las primeras líneas creen que el camino


sea cambiar la Constitución o convocar elecciones. 

***

El 28 de abril, cuando comenzó el paro en el país, Nia


estaba marchando por la Calle 16 hacia la carrera 100, en
Cali. Llegó una tanqueta del Esmad. “Con eso de una la
gente se siente intimidada. Alguien lanzó una piedra y
luego tra tra tra. Nos prendieron. Y luego gas por todo
lado”, describe Nia. 

Esta joven de 20 años es una de las fundadoras de


Escudos Negros, en Cali, otra primera línea. Marcha
porque ha tenido que lidiar con el sistema de salud desde
pequeña. Tiene una infección en los riñones y es difícil
encontrar una cita para que la atiendan. 

Trabajaba como webcamer, un trabajo sexual virtual


detrás de una cámara con clientes en vivo. Ahora se
dedica a sofocar cartuchos de gas que lanza la policía en
lugares como Puerto Resistencia, Puerto Madera, el Paso
del Comercio, entre otros. Lo hace lanzando los
artefactos en cubetas de agua con bicarbonato o
tirándolos a las alcantarillas. “Pero justo ese primer día
tragué tanto gas que me desmayé”, recuerda.  

Sobre cómo dialogar con el Gobierno se le ocurre que


Duque empiece conociendo las necesidades de cada
territorio. “Que no venga sería un irrespeto. Que se siente
a hablar con los que ni siquiera hemos podido estudiar en
Cali, en Jamundí, en Yumbo”.  

En Bogotá, Simona se volvió célebre en el movimiento del


paro por su performance de teñir de rojo las fuentes de
revista Semana y Caracol Radio. Hace parte de Escudos
Azules en Bogotá, otra organización de primera línea.
Cuenta que se unió a ellos porque les parecía un grupo de
jóvenes “inspiradores y tiernos que ponen la carne y el
corazón”. 

Para ella el diálogo puede iniciar con algunas “muestras


mínimas del Gobierno de buena voluntad”: que
desmilitaricen las protestas en las ciudades, que haya
garantías para la vida, que el presidente reconozca
públicamente la brutalidad policial y que el ministro de
Defensa, Diego Molano, renuncie.
Eso para empezar. Luego, propone que el Gobierno envíe
un vocero y que se haga un diálogo abierto con ellos. “El
paro ha sido en espacios libres, lo ideal es que el vocero
también esté en las calles, no a puerta cerrada”.

Por ahora, están consolidando un pliego de peticiones


entre primeras línea de todo el país y esperan poder
nombrar algunos voceros, dice, cuyas identidades deben
ser protegidas, incluso dentro de la negociación.  

Pero mientras estas peticiones, no sucedan, dice Simona,


ellos seguirán en las calles, con eventos culturales,
conciertos e incluso bloqueos, una de las manzanas de la
discordia en el paro, en las que también son
protagonistas otros actores, como los camioneros. 

El ministro del Interior, Daniel Palacios, ha dicho que no


se sienta a dialogar con personas que hacen bloqueos
porque es una forma de violencia que está afectando a
muchos. Solo este 19 de mayo hubo 96, pero son más de
mil durante todas las jornadas de protestas.
Como contamos, hay varios comercios cerrados,
personas afectadas y problemas de abastecimiento. 

A ese camino incierto sobre un posible diálogo se suma


la mirada diversa de las Primeras Líneas sobre otras
formas de violencia que para ellos son tolerables, pero no
para el Gobierno ni tampoco para muchos ciudadanos. 

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Así se veía el Portal Americas la noche del 19 de mayo, minutos antes de que empezara el enfrentamiento entre
algunos manifestantes y el Esmad. Foto: La Silla Vacía. 

***

María Sue, de 20 años, hace parte de la primera línea de


Tocancipá y ha estado en marchas en Bogotá. Contesta
el teléfono en la noche, se oye enérgica. Aclara que no
está de acuerdo con la constituyente y explica su visión
sobre los actos vandálicos en las marchas y en las
primeras líneas. 

“A algunos les parece muy violento que destruyan un CAI,


pero no les parece violento que han excluido durante
décadas a la gente”.

Según dice, no buscan el enfrentamiento directo con la


Policía o atacar a los uniformados. Pero explica que sí
puede haber primeras líneas que hacen parte de los actos
vandálicos, con los que ella está de acuerdo, y que
terminan en esos choques con uniformados. 

Solo en Bogotá 54 estaciones de Transmilenio dejaron de


funcionar por daños a la infraestructura. En Cali son 42.
También ha habido daño a decenas de comercios,
entidades financieras, estaciones de policía. 

María explica que las marchas pacíficas muchas veces


no terminan sirviendo para nada. “Por ejemplo, si
rompemos un cajero, o muchos cajeros, el gerente del
banco se va a incomodar y como esos sí tienen línea
directa con el presidente Duque pues nos van a
escuchar”. La destrucción es parte de del cambio, dice. 

Agrega que al destruir un monumento o una estación deja


un mensaje que no se puede silenciar con lacrimógenos.
“Se quejan de que no recurramos al diálogo. Pero esa es
la expresión de la falta de educación, educación que no
nos da el Estado”, asegura. 

Otros jóvenes de las primeras líneas, como Simona, no


están de acuerdo con los actos vandálicos, pero los
entienden y no están dispuestos a juzgar a quienes los
cometen. Aunque sí rechazan otro tipo de vandalismo,
como los saqueos a comercios, de los que aseguran no
hacer parte.  

Sin embargo, hay jóvenes de primeras líneas que sí


rechazan públicamente el vandalismo. Por ejemplo, en
Cali, jóvenes de La Glorieta de la Lucha, uno de los puntos
de protesta, publicaron un comunicado el pasado 18 de
mayo asegurando que no estaban de acuerdo ni hacían
parte de los saqueos o las extorsiones para permitir el
paso en puntos de bloqueos. Y Nía contó que ayer,
cuando empezaron los saqueos en el Éxito en Cali, los
Escudos Negros decidieron retirarse. 

En algunos casos Las primeras líneas también se han


enfrentado con manifestantes que provocan a la Policía.
Pero muy pocas veces logran evitar el choque y, por lo
general, terminan siendo parte del tropel.

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