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2) Conciencia histórica social: Vivencias y preceptos históricos.

La historia como fuente para el


rescate de la identidad local, nacional y latinoamericana

Conciencia histórica social

Se trata del acto psíquico que permite a una persona percibirse a sí misma en el mundo. La
conciencia es el conocimiento reflexivo de las cosas. La conciencia social, por su parte, puede
definirse como el conocimiento que una persona tiene sobre el estado de los demás integrantes
de su comunidad.

El individuo con conciencia social es, justamente, consiente de cómo el entorno puede favorecer
o perjudicar el desarrollo de las personas.

La conciencia social supone que el hombre entiende las necesidades del prójimo pretende
cooperar a través de distintos mecanismos sociales.

La Historia se entiende como un saber que estudia los procesos de transformación ejecutados
por la actividad humana. Es una disciplina científica entroncada con la actividad humana, con el
discurso historiográfico y el uso de fuentes documentales que sirven para su reconstrucción. Esta
reconstrucción se encuentra sujeta a los valores propios de quien intenta reconstruir lo sucedido.
La conciencia histórica se refiere a como la persona y las comunidades recuerdan e interpretan la
historia.

Vivencia y preceptos históricos

La vivencia es la experiencia de la vida, experiencia emocional e intelectual de una persona,


especialmente la que es muy intensa y que se incorpora a su personalidad: nuestras vivencias
individuales, las vivencias de una persona en la situación terapéutica, vivencias de gran intensidad
emocional, vivencias de nuestros juegos infantiles. Por otra parte entendemos por precepto
histórico se entiende aquellos hechos históricos importantes ocurridos en cualquier sitio, en este
caso Venezuela, que fomentan la identidad Nacional.

La historia como fuente para el rescate de la identidad local, nacional y latinoamericana.

Identidad es una palabra de origen latino que permite nombrar al conjunto de rasgos propios de
un sujeto o de una comunidad. Estas características diferencian al individuo (o grupos de
individuos) frente a los demás. La identidad también está vinculada a la conciencia que una
persona tiene sobre sí misma.

Al estar la identidad relacionada con la vida del hombre, la misma estará determinada por su
circunstancia, por su lugar, por su historia, y así como existe una identidad personal, existe un
identidad colectiva, una identidad local, común a los vecinos de determinado lugar y diferente a
los de otros lugares.

Para ser sostenible el desarrollo de una localidad debe apuntar a reforzar su identidad y
defender su autonomía. Una localidad, debe aspirar a estar claramente diferenciada e identificada,
sea por rasgos culturales o económicos que se mantienen.

La identidad latinoamericana se define a través del ideal de integración continental manejado


por Simón Bolívar. Asimismo, esta identidad se perfila por oposición al elemento hispánico y al
período colonial, que es presentado como un período de invasión foránea. Se registra un rechazo
o negación, por medio de recursos discursivos de aparcamiento u omisión, de los factores
culturales e históricos ibéricos. Paradójicamente, el lazo de unión entre las comunidades
latinoamericanas se construye sobre la base del español como idioma común. La vinculación entre
naciones latinoamericanas se configura sobre las grandes civilizaciones prehispánicas.

3) El Ingeniero: Proyección formativa: formación integral, reflexiva y creativa para el desarrollo de


la productividad social. Participación y ejecución de proyectos sociales.

Formación del ingeniero es el proceso de construcción consciente del ser humano en toda su
potencialidad de desarrollo y evolución.

Entre los principales objetivos de la formación están:


- Formar personas responsables y libres, que puedan desarrollar toda su capacidad y dignidad
personal en la sociedad.

- Hacer del ser humano un ser dispuesto, preparado, motivado, con gusto por la vida; un ser que
se sienta y se piense integrado al universo.

En el proceso de formación participa toda la sociedad en la cual se desenvuelve el individuo,


pero muy especialmente la familia , además las instituciones educativas también cumplen un
papel muy importante en este proceso; aquí el maestro y el discípulo establecen objetivos
concretos: de mejoramiento personal, de mejoramiento de la capacidad intelectual y afectiva, de
mejoramiento de la capacidad de adaptación al medio, de mejoramiento de la personalidad, de
mejoramiento de actitudes y aptitudes, de mejoramiento del auto concepto y la autoestima y de
desarrollo de las virtudes. En este continuo y comprometido proceso se construye el ser integral
capaz de transformarse y dejar, con todas sus acciones, huella en su cultura.

En las instituciones educativas de nuestra sociedad se puede caer en la tendencia a impartir una
educación fraccionada, la cual gira en torno a un saber específico y estático mediante la repetición
fría y despersonalizada de una serie de datos que no tocan, que no transforman ni a quien los
emite ni a quien los recibe. Sin embargo una educación

centrada en la transmisión de datos, donde la prioridad es acumular y retener datos, que más bien
entorpece el desarrollo de las facultades síquicas como la atención, la memoria, la imaginación, la
creatividad; este tipo de educación lleva al individuo a sentirse disgregado de todo, sin capacidad
de comprometerse porque no se siente parte de nada.
Una educación para la formación, en cambio, debe interesarse más por propiciar el desarrollo del
conocimiento que por la transmisión de datos que aportan poco o nada a la formación integral del
ser.

En nuestro país, los programas de educación media deben ser reformulados para que además
de dotar a los estudiantes de una formación básica que fundamente su cultura, sus valores, su
ciudadanía y sus conocimientos en lenguaje, matemáticas y ciencias, acerque a los estudiantes a
las nuevas tecnologías mediante la creación de áreas tecnológicas, y mediante el desarrollo de
proyectos de aplicación e innovación.

En la formación de los ingenieros hay que continuar afianzando la fundamentación anterior, y


además de la formación en ciencias básicas y de los conocimientos y destrezas específicos de cada
área de Ingeniería, es necesaria una formación en las áreas de humanidades para incentivar la
mística por el servicio a la sociedad al igual que el interés por la cultura humanística. Pero ante
todo el ingeniero debe saber hacer un uso ético de la tecnología, ser gestor de tolerancia y motor
de desarrollo a través de la fuerza del conocimiento para la construcción de la cultura por una vida
mejor en un ambiente de respeto, convivencia y paz para bien de la humanidad.

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