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FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA.

1. Introducción.
La Edad Media es el período que abarca desde el S.V hasta el XIV. Cuando hablamos de
“Edad Media” nos referimos a un fenómeno histórico eminentemente europeo. Se inicia
con la desaparición del Imperio Romano de Occidente, en el 476 a.C y concluye con la
caída de Constantinopla (el Imperio romano de Oriente), en 1453 y con el descubrimiento
en de América en el 1492. La edad media se divide en Alta Edad Media (S. V-X), Plena (XI-
XIII) y Baja (XIV-XV)
A diferencia de lo que ocurría con la filosofía griega, la filosofía abandona el interés por el
hombre, su felicidad, y la posibilidad de su vida en sociedad, en favor de un interés
religioso por Dios y las relaciones del hombre con éste a través de la fe. Destacará, por
tanto, la filosofía cristiana (religión oficial del Imperio romano) pero también la judía y el
Islam.
El mundo medieval es un mundo fragmentado social, política y económicamente. El
cristianismo será, en cierto modo, lo que sirva de soporte y cohesión cultural.
Aspectos generales:
- A nivel científico prevalece la visión de Aristóteles, en particular, el modelo que se
denomina “aristotélico-ptolemaico”
- La cultura se recluye en los monasterios, donde se producen importantes
traducciones y copias de obras greco-latinas, permitiendo su distribución a
pequeña escala. Surgen las primeras universidades, focos de cultura
independientes de la Iglesia y el Estado. Aparece el arte gótico.
- Economía: Las ciudades se convierten en núcleos donde se desarrolla el comercio
y la cultura. No obstante, se trataba de sociedades eminentemente rurales y
agrícolas. Desaparece el modelo esclavista de la Antigüedad en favor de un modo
de producción feudal. El feudalismo se basaba en las relaciones jurídico-políticas
entre señores y vasallos, en contratos bilaterales entre los terratenientes y los
trabajadores de las tierras. Estas relaciones eran de distinto tipo, algunas de ellas
consistían, por ejemplo, en el pago de impuestos por la posibilidad de labrar
tierras. Los vasallos eran comprados al adquirir una propiedad, y aunque no se
trataba de un modo de producción esclavista, estaban obligados a trabajar en las
tierras de su señor correspondiente.
- Sociedad: La población estaba dividida en cinco clases sociales dividas
jerárquicamente: Monarcas, nobleza, clero, caballeros, y siervos.
2. La filosofía cristiana
El cristianismo surge como una pequeña secta del judaísmo que desde su fundación
hasta el S.III sufrirá una importante persecución por parte del Imperio romano. En el
313 Constantino decide tolerar el cristianismo como una religión más, y en el 380
Teodosio la declara religión oficial del Imperio. El declive interno de Roma dará paso a
un nuevo orden social representado por el cristianismo, que poco a poco ha ido
estableciendo, después de muchas discusiones internas, el canon de fe y moral que
extenderá a todo Occidente
2.1 SAN AGUSTÍN
 Apuntes biográficos:
San Agustín o Agustín de Hipona, pertenece a los “Padres de la Iglesia”, un grupo de
escritores que adquiere gran importancia en la comunidad cristiana entre los siglos II y
VIII, fundadores de la ortodoxia cristiana, que heredarán un modelo filosófico de corte
platónico.
En las Confesiones San Agustín narra su itinerario existencial, marcado por la búsqueda
de la verdad y la felicidad. En su juventud las hallará en la vida misma: “Amar y ser
amado es la cosa más dulce para mí, sobre todo si podía gozar del cuerpo del amante”.
Al final de su vida siente una fuerte “llamada interior” a iniciar una vida en comunidad
religiosa. La lectura de la carta del apóstol San Pablo a los romanos le convierte
definitivamente al cristianismo.
 El conocimiento
San Agustín no elabora una teoría del conocimiento (epistemología) propiamente dicha,
pero tratará de establecer las condiciones en las que se puede dar el conocimiento de la
verdad, según el ideal cristiano de la búsqueda de Cristo y la sabiduría. Así, critica el
escepticismo1, doctrina a la que se había adherido previamente. Los escépticos negaban la
posibilidad de alcanzar certeza alguna. Ante ello San Agustín replica afirmando la necesaria
certeza de la propia existencia: “¿puedo razonablemente dudar de mi existencia, aun
suponiendo que todos mis juicios estuvieran siempre equivocados?” No, dice San Agustín,
ya que aun en el caso de que me engañarse no dejaría de existir. Al menos el juicio "si
fallor, sum" (si me equivoco, soy)sería siempre verdadero, asegurando la certeza de mi
existencia); pero la certeza es triple, ya que el hombre existe, vive y entiende.

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Escepticismo: Corriente filosófica que expresa la duda en la posibilidad de un conocimiento veraz, de la
verdad objetiva. Pone en tela de juicio la posibilidad de conocer la realidad objetiva, habitualmente debido al
carácter falible, engañoso de los sentidos.
San Agustín, heredero de la filosofía platónica, divide entre el conocimiento sensible y
el conocimiento racional; el conocimiento sensible es el grado más bajo de conocimiento
y, aunque realizado por el alma, los sentidos son sus instrumentos; este tipo de
conocimiento sólo genera opinión, doxa, conocimiento sometido a modificación, dado que
versa sobre lo mudable (puede observarse la clara dependencia platónica del pensamiento
agustiniano); al depender del objeto (mudable) y de los sentidos (los instrumentos)
cualquier deficiencia en ellos se transmitirá al conocimiento que tiene el alma de lo
sensible. El verdadero objeto de conocimiento no es lo mudable, sino lo inmutable, donde
reside la verdad. Y el conocimiento sensible no me puede ofrecer esta verdad.
El conocimiento racional, en su actividad inferior, se dirige al conocimiento de lo que hay
de universal y necesario en la realidad temporal, y es el tipo de conocimiento que
podemos llamar ciencia (como los conocimientos matemáticos). Ese tipo de conocimiento
depende del alma, pero se produce a raíz del "contacto" con la realidad sensible, siendo
ésta la ocasión que permite que la razón origine tales conocimientos universales.
El conocimiento racional, en su actividad superior, es llamado por San Agustín sabiduría;
es el auténtico conocimiento filosófico: el conocimiento de las verdades universales y
necesarias, las ideas, siguiendo a Platón. Hay, pues, una gradación del conocimiento,
desde los niveles más bajos, sensibles, hasta el nivel más elevado, lo inteligible, la
idea: "Las ideas son formas arquetípicas o esencias permanentes e inmutables de las
cosas, que no han sido formadas sino que, existiendo eternamente y de manera
inmutable, se hallan contenidas en la inteligencia divina" 
Las ideas se encuentran, pues, en la mente de Dios. ¿Cómo se alcanza el conocimiento de
las ideas? Dado su alejamiento de lo sensible, realidad en la que se encuentra el hombre,
las ideas sólo se pueden conocer mediante una especial iluminación que Dios concede al
alma, a la actividad superior de la razón. El verdadero conocimiento depende, pues, de la
iluminación divina. ¿Cómo interpretar esta iluminación? Según la llamada interpretación
ontologista la iluminación significaría que el alma contempla directamente las ideas o
esencias en la mente divina, lo que plantea problemas teológicos, dado que de alguna
manera el alma contemplaría la esencia divina.
 Dos vías para alcanzar la verdad: la RAZÓN y la FE. Intellige ut credas, crede ut
intelligas. Comprende para creer, cree para entender.
El problema del mal:
San Agustín se pregunta “Si Dios es la suma bondad, ¿por qué permite la existencia del
mal?” El mal no puede atribuirse a Dios porque en Dios no cabe la contradicción de amar y
no amar. Agustín acepta la explicación de Plotino por la que el mal no es algo real, sino la
ausencia de bien.
Agustín distingue tres clases de mal:
- El mal metafísico: El hecho de ser criaturas supone la imperfección ontológica con
respecto al creador, que es el sumo bien. Las criaturas son prisioneras de su propia
imperfección.
- El mal moral: Agustín explica el mal moral al introducirse el pecado en la historia
como consecuencia de nuestra libertad de elegir. El pecado es fruto de la libertad, y
por ello solo el hombre es responsable de él.
- El mal físico: la experiencia del dolor y la muerte es inherente a la condición
humana. Agustín reconoce que este tipo de mal es fácilmente atribuible, desde la
visión humana, a Dios. Según Agustín, la razón es que desconocemos la perspectiva
de Dios y el sufrimiento constituye un elemento necesario para la salvación, tal
como ocurrió con la muerte de Jesús para el cristianismo.

El problema del mal en la Historia de la Filosofía


La banalidad del mal:
En Eichmann en Jersusalén, un estudio sobre la banalidad del mal, la escritora Hanna
Arendt, de origen judío, reflexiona sobre el holocausto tras haber observado el juicio
Eichmann, un trabajador de un campo de concentración. Para Arendt, los regímenes
totalitarios (en particular, el fascismo) eliminan toda espontaneidad en el sujeto, hasta el
punto de que Eichmann, al igual que muchos otros oficiales de las SS, “superó la necesidad
de sentir, en general”. A medida que pasaba el tiempo y él obedecía las leyes dictadas por
el Führer. La aniquilación de la espontaneidad y la consiguiente “ausencia de
pensamiento” tienen una consecuencia mucho más peligrosa para la vida que el hecho
del asesinato porque, afirma Hannah Arendt, sistemáticamente el Totalitarismo extirpó la
libertad de los individuos.
Para Arendt el mal no tiene raíces, no es una característica intrínseca de los seres
humanos, carece de esencia. Sostiene que Eichmann sólo obedecía órdenes. Él
consideraba que no era responsable de los cargos que se le atribuían, ya que no había
matado a ninguna persona con sus propias manos.
Arendt concluye con la idea de que los crímenes contra la humanidad a menudo se
cometen de una manera banal, en circunstancias en las que a menudo es difícil discernir si
se está actuando bien o mal.

SANTO TOMÁS

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