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Para empezar a leer, algunas notas de interés sobre este cuento en Wikipedia
Cenicienta
Para otros usos de este término, véase Cenicienta (desambiguación).
La Cenicienta es un cuento de hadas folclórico que cuenta con varias versiones, orales y
escritas, antiguas y modernas, procedentes de varios lugares del mundo, especialmente
del continente eurásico. En el sistema de clasificación de Aarne-Thompson, se adscribe al
grupo de los cuentos folclóricos ordinarios (II), dentro de él, al de los ayudantes
sobrenaturales (500 - 559), y en concreto al subtipo 510 A: el de la heroína perseguida.2
Una de las formas del cuento de la Cenicienta más conocidas en occidente es la
del francés Charles Perrault, que escribió en 1697 una versión de la historia transmitida
mediante tradición oral; la de Perrault se conoce con el título Cendrillon ou La petite
pantoufle de verre (Cenicienta o El zapatito de cristal). Anterior a ella es la
del italiano Giambattista Basile: La Gata Cenicienta (en italiano, La Gatta Cenerentola; en
el original napolitano, La gatta cennerentola), que bebe de la tradición juliana; en esa zona,
se habla el napolitano, y en ese idioma está escrito el cuento de Basile. El cuento forma
parte de la obra Pentamerón.
En Alemania, la versión de la Cenicienta que forma parte de la colección de cuentos de
hadas (Märchen) de los Hermanos Grimm Kinder- und Hausmärchen (Cuentos de la
infancia y del hogar) es hasta ahora la más popular. La versión del año 1812 de los
Hermanos Grimm varía sin embargo en muchos detalles de la francesa, lo que no es extraño
si se toma en cuenta que cada país europeo tiene su propia tradición oral del personaje.
Disney realizó en 1950 una versión de la Cenicienta que se asemeja más a la de Perrault
que a la de los Hermanos Grimm, razón por la que en América es la de Perrault la más
conocida.
Ahora sí las versiones:
1
Cenicienta o Yeh-Sieh
(Cuento popular chino del S IX)
1
Siempre amable, siempre gentil, Cenicienta pone el alma en todo lo que hace, aunque termina
siendo la criada de su propia casa. Habla con los patos mandarines y entabla amistad con la
carpa dorada que vive en uno de los estanques de la mansión, y tiene una relación de amistad
que dicen los chinos, es uno de los 64 momentos de felicidad que tiene la vida.
Deseosa de lastimar a Cenicienta, aunque tenga que quitar la vida a un ser indefenso, la
madrastra se disfraza de cenizas, para burlar y sacar al pez del estanque, y pone maldad sobre
maldad al echar el cadáver al estercolero.
Un anciano sabio (el espíritu del hogar) se aparece a la inconsolable Yeh-Sieh, diciéndole que
conserve el cadáver, y cualquier cosa que le pida, se le concederá. La oportunidad se aparece
con un baile real. Yeh Sieh, por supuesto, pide al pez ricas vestiduras, y aparece ataviada como
una princesa, con largas vestiduras de seda virgen bordado en oro y plata, tocado alto y
zapatillas recamadas en brillantes.
El Rey de las Nueve Islas se enamora de ella; pero Yeh Sieh, preocupada porque la madrastra
note su excesiva tardanza, sale corriendo dejando tras sí su zapato.
Al probarse el zapato (como siempre sucede), resulta la única cuyo pie cabe en el minúsculo
objeto, con un ademán coqueto se calza el otro ante el asombro de los concurrentes, lo que
recuerda el poema chino: Tan graciosamente esbelta, tan sin remedio bella, por lo que el joven
rey le pide vaya a gobernar junto a él las Nueve Islas , pero ella hace una solícita petición; que
su madrastra y hermanastras la acompañen como damas a esta última aventura, demostrando
así el perdón sincero, una de las cualidades de la mujer china.
http://davidblopezlluch.edu.umh.es/category/autores-clasicos-sobre-la-vid-y-el-vino/
2-Muchos cuentos Jimdo.com: LA CENICIENTA
Hubo una vez, hace mucho, mucho tiempo una joven muy bella, tan bella que no hay
palabras para describirla. Se llamaba Cenicienta.
Cenicienta era pobre, no tenía padres y vivía con su madrastra, una mujer viuda muy
cascarrabias que siempre estaba enfadada y dando ordenes gritos a todo el mundo.
Con la madrastra también vivían su dos hijas, que eran muy feas e
insoportables.Cenicienta era la que hacía los trabajos más duros de la casa, como por
ejemplo limpiar la chimenea cada día, por lo que sus vestidos siempre estaban sucios o
manchados de ceniza, por eso las personas del lugar la llamaban cenicienta. Cenicienta
apenas tenia amigos, solo a dos ratoncitos muy simpáticos que vivían en un agujero de la
casa.
Cenicienta esa noche lloró en su habitación, estaba muy triste porque ella quería ir al baile
y conocer al príncipe. Al cabo de unos días llegó la esperada fecha: el día del baile en
palacio. Cenicienta veía como sus hermanastras se arreglaban y se intentaban poner
guapas y bonitas, pero era imposible, porque eran muy feas de tan malas que eran pero
sus vestidos eran muy bonitos!
Al llegar la noche, su madrastra y hermanastras
partieron hacia el palacio real, y cenicienta, sola en
casa, una vez más se puso a llorar de tristeza.Entre
llanto y llanto, dijo en voz alta: - ¿Por qué seré tan
desgraciada? Por favor, si hay algún ser mágico que 1
Salió a toda prisa del salón de baile bajó la escalinata hacia la salida de palacio
perdiendo en su huida un zapato, que el príncipe encontró y recogió.
A partir de ese momento, el príncipe ya sabia quien iba a ser la futura princesa la joven
que había perdido el zapato!, pero..caramba!, exclamo el príncipe, pero si no se ni como
se llama, y mucho menos donde vive!
1
Para encontrar a la bella joven, el príncipe ideó un plan.
Se casaría con aquella que pudiera calzarse el zapato.
Envió a sus sirvientes a recorrer todo el reino. Todas las
jóvenes, chicas y mujeres se probaban el zapato, pero
no había ni una a que pudiera calzarse el zapato.
Pero cuando cenicienta se puso el zapato y le encajo a la perfección, todos los presentes
se quedaron de piedra!, -oooh!, es ella! la futura
princesa!
3-Cuentos cortos:
Autor: Charles Perrault
Un día oyó a sus hermanas decir que iban a acudir al baile que daba el hijo del Rey. A
Cenicienta le apeteció mucho ir, pero sabía que no estaba hecho para una muchacha
como ella.
Planchó los vestidos de sus hermanas, las ayudó a vestirse y peinarse y las despidió
con tristeza. Cuando estuvo sola rompió a llorar de pena por no poder ir al baile.
Entonces, apareció su hada madrina:
- Mmmm… creo que puedo solucionarlo, dijo esbozando una amplia sonrisa.
Cenicienta recorrió la casa en busca de lo que le pidió su madrina: una calabaza, seis
ratones, una rata y seis lagartos. Con un golpe de su varita los convirtió en un
magnífico carruaje dorado tirado por seis corceles blancos, un gentil cochero y seis
serviciales lacayos.
- Sólo una cosa más Cenicienta. Recuerda que el hechizo se romperá a las doce de la
noche, por lo que debes volver antes.
A Cenicienta le ocurría lo mismo y estaba tan a gusto que no se dio cuenta de que
estaban dando las doce. Se levantó y salió corriendo de palacio. El príncipe,
preocupado, salió corriendo también aunque no pudo alcanzarla. Tan sólo a uno de sus
zapatos de cristal, que la joven perdió mientras corría.
1
Días después llegó a casa de Cenicienta un hombre desde palacio con el zapato de
cristal. El príncipe le había dado orden de que se lo probaran todas las mujeres del
reino hasta que encontrara a su propietaria. Así que se lo probaron las hermanastras,
y aunque hicieron toda clase de esfuerzos, no lograron meter su pie en él. Cuando
llegó el turno de Cenicienta se echaron a reír, y hasta dijeron que no hacía falta que se
lo probara porque de ninguna forma podía ser ella la princesa que buscaban. Pero
Cenicienta se lo probó y el zapatito le quedó perfecto.
De modo que Cenicienta y el príncipe se casaron y fueron muy felices y la joven volvió
a demostrar su bondad perdonando a sus hermanastras y casándolas con dos señores
de la corte.
http://www.cuentoscortos.com/cuentos-clasicos/cenicienta
4-Cuentos de Grimm :
La Cenicienta
Érase una mujer, casada con un hombre muy rico, que enfermó, y, presintiendo su
próximo fin, llamó a su única hijita y le dijo: "Hija mía, sigue siendo siempre buena y
piadosa, y el buen Dios no te abandonará. Yo velaré por ti desde el cielo, y me tendrás
siempre a tu lado." Y, cerrando los ojos, murió. La
muchachita iba todos los días a la tumba de su madre a 1
Un día en que el padre se disponía a ir a la feria, preguntó a sus dos hijastras qué
deseaban que les trajese. "Hermosos vestidos," respondió una de ellas. "Perlas y piedras
preciosas," dijo la otra. "¿Y tú, Cenicienta," preguntó, "qué quieres?" - "Padre, corta la
primera ramita que toque el sombrero, cuando regreses, y traemela." Compró el hombre
para sus hijastras magníficos vestidos, perlas y piedras preciosas; de vuelta, al atravesar
un bosquecillo, un brote de avellano le hizo caer el sombrero, y él lo cortó y se lo llevó
consigo. Llegado a casa, dio a sus hijastras lo que habían pedido, y a Cenicienta, el brote
de avellano. La muchacha le dio las gracias, y se fue con la rama a la tumba de su madre,
allí la plantó, regándola con sus lágrimas, y el brote creció, convirtiéndose en un hermoso
árbol. Cenicienta iba allí tres veces al día, a llorar y rezar, y siempre encontraba un
pajarillo blanco posado en una rama; un pajarillo que, cuando la niña le pedía algo, se lo
echaba desde arriba.
Sucedió que el Rey organizó unas fiestas, que debían durar tres días, y a las que fueron
invitadas todas las doncellas bonitas del país, para que el príncipe heredero eligiese entre
ellas una esposa. Al enterarse las dos hermanastras que también ellas figuraban en la
lista, se pusieron muy contentas. Llamaron a Cenicienta, y le dijeron: "Péinanos, 1
cepíllanos bien los zapatos y abróchanos las hebillas; vamos a la fiesta de palacio."
Cenicienta obedeció, aunque llorando, pues también ella hubiera querido ir al baile, y, así,
rogó a su madrastra que se lo permitiese. "¿Tú, la Cenicienta, cubierta de polvo y
porquería, pretendes ir a la fiesta? No tienes vestido ni zapatos, ¿y quieres bailar?" Pero
al insistir la muchacha en sus súplicas, la mujer le dijo, finalmente: "Te he echado un plato
de lentejas en la ceniza, si las recoges en dos horas, te dejaré ir." La muchachita, saliendo
por la puerta trasera, se fue al jardín y exclamó: "¡Palomitas mansas, tortolillas y avecillas
todas del cielo, vengan a ayudarme a recoger lentejas!:
Las buenas, en el pucherito;
las malas, en el buchecito."
Y acudieron a la ventana de la cocina dos palomitas blancas, luego las tortolillas y,
finalmente, comparecieron, bulliciosas y presurosas, todas las avecillas del cielo y se
posaron en la ceniza. Y las palomitas, bajando las cabecitas, empezaron: pic, pic, pic, pic;
y luego todas las demás las imitaron: pic, pic, pic, pic, y en un santiamén todos los granos
buenos estuvieron en la fuente. No había transcurrido ni una hora cuando, terminado el
trabajo, echaron a volar y desaparecieron. La muchacha llevó la fuente a su madrastra,
contenta porque creía que la permitirían ir a la fiesta, pero la vieja le dijo: "No, Cenicienta,
no tienes vestidos y no puedes bailar. Todos se burlarían de ti." Y como la pobre rompiera
a llorar: "Si en una hora eres capaz de limpiar dos fuentes llenas de lentejas que echaré
en la ceniza, te permitiré que vayas." Y pensaba: "Jamás podrá hacerlo." Pero cuando las
lentejas estuvieron en la ceniza, la doncella salió al jardín por la puerta trasera y gritó:
"¡Palomitas mansas, tortolillas y avecillas todas del cielo, vengan a ayudarme a limpiar
lentejas!:
Las buenas, en el pucherito;
las malas, en el buchecito."
Y enseguida acudieron a la ventana de la cocina dos palomitas blancas y luego las
tortolillas, y, finalmente, comparecieron, bulliciosas y presurosas, todas las avecillas del
cielo y se posaron en la ceniza. Y las palomitas, bajando las cabecitas, empezaron: pic,
pic, pic, pic; y luego todas las demás las imitaron: pic, pic, pic, pic, echando todos los
granos buenos en las fuentes. No había transcurrido aún media hora cuando, terminada
ya su tarea, emprendieron todas el vuelo. La muchacha llevó las fuentes a su madrastra,
pensando que aquella vez le permitiría ir a la fiesta. Pero la mujer le dijo: "Todo es inútil;
no vendrás, pues no tienes vestidos ni sabes bailar. Serías nuestra vergüenza." Y,
volviéndole la espalda, partió apresuradamente con sus dos orgullosas hijas.
Al día siguiente, a la hora de volver a empezar la fiesta, cuando los padres y las
hermanastras se hubieron marchado, la muchacha se dirigió al avellano y le dijo:
"¡Arbolito, sacude tus ramas frondosas,
y échame oro y plata y, más cosas!"
El pajarillo le envió un vestido mucho más espléndido aún que el de la víspera; y al
presentarse ella en palacio tan magníficamente ataviada, todos los presentes se
pasmaron ante su belleza. El hijo del Rey, que la había estado aguardando, la tomó
inmediatamente de la mano y sólo bailó con ella. A las demás que fueron a solicitarlo, les
respondía: "Ésta es mi pareja." Al anochecer, cuando la muchacha quiso retirarse, el
príncipe la siguió, para ver a qué casa se dirigía; pero ella desapareció de un brinco en el
jardín de detrás de la suya. Crecía en él un grande y hermoso peral, del que colgaban
peras magníficas. Se subió ella a la copa con la ligereza de una ardilla, saltando entre las
ramas, y el príncipe la perdió de vista. El joven aguardó la llegada del padre, y le dijo: "La
joven forastera se me ha escapado; creo que se subió al peral." Pensó el padre: ¿Será la
Cenicienta? Y, tomando un hacha, derribó el árbol, pero nadie apareció en la copa. Y
cuando entraron en la cocina, allí estaba Cenicienta entre las cenizas, como tenía por 1
costumbre, pues había saltado al suelo por el lado opuesto del árbol, y, después de
devolver los hermosos vestidos al pájaro del avellano, volvió a ponerse su batita gris.
El tercer día, en cuanto se hubieron marchado los demás, volvió Cenicienta a la tumba
de su madre y suplicó al arbolillo:
"¡Arbolito, sacude tus ramas frondosas,
y échame oro y plata y más cosas!"
Y el pájaro le echó un vestido soberbio y brillante como jamás se viera otro en el mundo,
con unos zapatitos de oro puro. Cuando se presentó a la fiesta, todos los concurrentes se
quedaron boquiabiertos de admiración. El hijo del Rey bailó exclusivamente con ella, y a
todas las que iban a solicitarlo les respondía: "Ésta es mi pareja."
Al anochecer se despidió Cenicienta. El hijo del Rey quiso acompañarla; pero ella se
escapó con tanta rapidez, que su admirador no pudo darle alcance. Pero esta vez recurrió
a una trampa: mandó embadurnar con pez las escaleras de palacio, por lo cual, al saltar
la muchacha los peldaños, se le quedó la zapatilla izquierda adherida a uno de ellos.
Recogió el príncipe la zapatilla, y observó que era diminuta, graciosa, y toda ella de oro. A
la mañana siguiente presentóse en casa del hombre y le dijo: "Mi esposa será aquella
cuyo pie se ajuste a este zapato." Las dos hermanastras se alegraron, pues ambas tenían
los pies muy lindos. La mayor fue a su cuarto para probarse la zapatilla, acompañada de
su madre. Pero no había modo de introducir el dedo gordo; y al ver que la zapatilla era
demasiado pequeña, la madre, alargándole un cuchillo, le dijo: "¡Córtate el dedo! Cuando
seas reina, no tendrás necesidad de andar a pie." Lo hizo así la muchacha; forzó el pie en
el zapato y, reprimiendo el dolor, se presentó al príncipe. Él la hizo montar en su caballo y
se marchó con ella. Pero hubieron de pasar por delante de la tumba, y dos palomitas que
estaban posadas en el avellano gritaron:
"Ruke di guk, ruke di guk;
sangre hay en el zapato.
El zapato no le va,
La novia verdadera en casa está."
Miró el príncipe el pie y vio que de él fluía sangre. Hizo dar media vuelta al caballo y
devolvió la muchacha a su madre, diciendo que no era aquella la que buscaba, y que la
otra hermana tenía que probarse el zapato. Subió ésta a su habitación y, aunque los
dedos le entraron holgadamente, en cambio no había manera de meter el talón. Le dijo la
madre, alargándole un cuchillo: "Córtate un pedazo del talón. Cuando seas reina no
tendrás necesidad de andar a pie." Cortóse la muchacha un trozo del talón, metió a la
fuerza el pie en el zapato y, reprimiendo el dolor, se presentó al hijo del Rey. Montó éste
en su caballo y se marchó con ella. Pero al pasar por delante del avellano, las dos 1
palomitas posadas en una de sus ramas gritaron:
"Ruke di guk, ruke di guk;
sangre hay en el zapato.
El zapato no le va,
La novia verdadera en casa está."
Miró el príncipe el pie de la muchacha y vio que la sangre manaba del zapato y había
enrojecido la blanca media. Volvió grupas y llevó a su casa a la falsa novia. "Tampoco es
ésta la verdadera," dijo. "¿No tienen otra hija?" - "No," respondió el hombre. Sólo de mi
esposa difunta queda una Cenicienta pringosa; pero es imposible que sea la novia."
Mandó el príncipe que la llamasen; pero la madrastra replicó: "¡Oh, no! ¡Va demasiado
sucia! No me atrevo a presentarla." Pero como el hijo del Rey insistiera, no hubo más
remedio que llamar a Cenicienta. Lavóse ella primero las manos y la cara y, entrando en
la habitación, saludó al príncipe con una reverencia, y él tendió el zapato de oro. Se sentó
la muchacha en un escalón, se quitó el pesado zueco y se calzó la chinela: le venía como
pintada. Y cuando, al levantarse, el príncipe le miró el rostro, reconoció en el acto a la
hermosa doncella que había bailado con él, y exclamó: "¡Ésta sí que es mi verdadera
novia!" La madrastra y sus dos hijas palidecieron de rabia; pero el príncipe ayudó a
Cenicienta a montar a caballo y marchó con ella. Y al pasar por delante del avellano,
gritaron las dos palomitas blancas:
"Ruke di guk, ruke di guk;
no tiene sangre el zapato.
Y pequeño no le está;
Es la novia verdadera con la que va."
Y, dicho esto, bajaron volando las dos palomitas y se posaron una en cada hombro de
Cenicienta.
1
5-El espejo gótico
Cenicienta y el mito del zapato de cristal (que nunca existió)
Es probable que cuando alguien menciona el nombre de Cenicienta la primera asociación que
hagamos sea aquel mítico zapato de cristal.
Se calcula que existen alrededor de 500 versiones de Cenicienta. Las más conocidas son,
desde luego: Cenicienta o el pequeño zapato de cristal (Cendrillon, ou La petite Pantoufle de
Verre), de Charles Perrault; Cenerentola, versión italiana de la leyenda, y Aschenputtel,
recopilada por los hermanos Grimm.
Acaso por desconocimiento del francés antiguo, o quizás viendo una oportunidad extraordinaria
para imprimir su marca en la leyenda, Charles Perrault cambió la palabra vair, "ardilla",
por verre, que significa "vidrio". De ahí al cristal solo faltaba un paso.
Ahora bien, en este punto Charles Perrault se vio en un serio aprieto. ¿Cómo hacer que una
muchacha de clase baja adquiriera un calzado que ni siquiera las mujeres más poderosas de la
corte podían conseguir? Naturalmente, la respuesta la halló en lo sobrenatural. Charles
Perrault requirió la intervención directa de una criatura mágica para
que Cenicienta consiguiera sus incómodos zapatos de cristal: el Hada Madrina.
Seguramente todos están familiarizados con el incidente del baile. Llega la medianoche y
el hechizo del Hada Madrina se rompe. Cenicienta huye del baile, pierde un zapato en las
escaleras principales, el príncipe lo encuentra y jura que se casará con su dueña.
La razón de este desatino de continuidad tiene dos razones: Charles Perrault no podía alterar
el episodio final de la historia original, donde el príncipe efectivamente encuentra un
zapato de piel y realiza la búsqueda de su dueña.
La segunda razón es que sencillamente estaba encantado con su adición del zapato de cristal, y
de ninguna forma pensaba resignarlo, aún cuando su continuidad en la historia careciese de
toda lógica y alterase irremediablemente el efecto moralizante de la leyenda, el cual podemos
resumir del siguiente modo: la verdadera belleza prescinde de artilugios.
Tras este episodio, Charles Perrault siguió forzando la historia. ¿Acaso no había ninguna otra
mujer en el reino con el mismo tamaño de pies que Cenicienta?
Indudablemente si, aunque Perrault no lo considere como un dato relevante. Los pies pequeños 1
de Cenicienta son un síntoma de belleza, pero también del sufrimiento y la condena que esa
misma belleza pesaba sobre sus dueñas. En la Edad Media era común que a las jóvenes se las
vendara fuertemente en los pies durante la etapa de crecimiento, terapia tortuosa que pretendía
en hacerlas más agradables a los ojos masculinos. En este sentido, los pies pequeños
de Cenicienta sugieren implícitamente que se trataba de una mujer hermosa de casta noble.
Sigmund Freud se interesó vivamente en el cuento de Cenicienta, así como muchos de sus
acólitos, especialmente en el detalle de los pies mutilados de las hermanastras.
http://elespejogotico.blogspot.com.ar/2014/02/cenicienta-y-el-mito-del-zapato-de.html