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Ensayo de EAV
Ensayo de EAV
El sentido de la vista es el más desarrollado de todos ya que podemos percibir a una persona como
una figura difusa y diferenciarlas de otras cosas a unos 300 a 500 metros de distancia. Y así
observar más detalles a medida que la distancia se va acortando. Hay que resaltar que entre más
corta es la distancia la experiencia es más interesante y atractiva, donde es posible poner en juego
todos nuestros sentidos. Donde con un rango de entre los cero a siete metros se logra
intercambiar sentimientos más intensos.
Es allí cuando entra en función el campo social de la visión como tema central, que involucra lo ya
mencionado: los sentidos, la comunicación y las dimensiones, para el diseño y planeamiento
urbano. Ejemplo de ello podemos usar como límite los 100 metros donde es posible distinguir aun
el movimiento de las personas y a los 25 metros ya podemos codificar emociones y expresiones
faciales, ambos elementos claves a la hora de diseñar escenarios como estadios donde se usa un
umbral de los 100 metros como medida patrón y los 25 metros para teatros o salones de ópera.
En este ejemplo podemos observar también palabras claves como: cercanía, vista frontal y
nivelación aspectos que le dan el precio a las ubicaciones de los asientos a estos lugares públicos.
El rango de los 100 metros también es posible encontrarlo en casi todas las plazas de ciudades
antiguas, donde podemos observar un panorama general de lo que está ocurriendo. Al entrar al
rango entre los 60 y los 70 metros, empezamos a reconocer los rostros y por lo tanto podemos
identificar quiénes se encuentran allí. Al caminar a través de ellos, es posible observar las caras de
las personas que están dentro del rango de los 25 metros, y así distinguir detalles de sus
expresiones faciales. Estas características permiten la percepción de lo mejor de ambos mundos:
el general y el particular.
Sabemos que tanto los senderos como las calles pueden ser caracterizados como espacios de
movimiento, ya que su forma está directamente conectada a la forma en que se mueven los pies.
Así, las plazas deben asumir una forma espacial que está en sintonía con el ojo humano y su
potencial para observar hechos que invitan a “pare y observe qué está ocurriendo aquí” que se
desarrolla dentro de un rango de 100 metros; Mientras que las señales de tránsito en las calles
alientan el movimiento, y nos dicen “avance”.
Los elementos básicos con los cuales se hace arquitectura urbana son: el espacio de movimiento
(las calles) y el de la experiencia (la plaza).
Para el diseño correcto de un espacio público debemos tomar en cuenta otro aspecto importante
y es que se nos hace más fácil ver de manera certera hacia adelante a grandes distancias
extendiéndose entre 80 y 90 grados por debajo del horizonte, también al caminar nos cuesta poco
bajar la mirada a unos 10 grados y así estar atentos a cualquier obstáculo que aparezca en nuestro
camino. Pero es todo lo contrario al mirar al cielo ya que nuestro rango de visión disminuye entre
50 y 55 grados.
Es así como el diseño de nuestro sentidos y aparato locomotor nos hace un peatón en alerta, que
puede percibir rápidamente lo que pasa tanto abajo suyo como a los costados, pero que tiene un
limitado campo de visión cuando se trata de mirar hacia arriba. En base a esto es la constitución
de nuestro aparato sensorial horizontal, el elemento esencial para entender cómo
experimentamos el espacio.
Es por ello que esto repercute en la forma distinta en qué experimentamos edificios altos y bajos
dentro de la ciudad. Por lo general, los pisos superiores de construcciones altas solo pueden verse
a una distancia y nunca de cerca.
La velocidad en la que nos desplazamos también influye en la experiencia que vivimos en los
espacios urbanos cuando caminamos, tenemos tiempo de ver los rostros y los detalles, cuando
andamos en bicicleta (a una velocidad aproximada de 18 kilómetros por hora) o cuando corremos
(12 kilómetros por hora) también es posible ver una gran cantidad de detalles, siendo capaces de
procesar impresiones sensoriales y así poder obtener un cierto nivel de control sobre lo que está
pasando en nuestro entorno.
Por esta razón la arquitectura de 5 km por hora está sustentada en la abundancia de impresiones
sensoriales. Los espacios son pequeños, las construcciones están pegadas unas a otras y la
combinación de detalles, rostros y actividades crea una paleta rica en experiencias sensibles.
Mientras que la arquitectura de 60 km por hora necesita grandes espacios y anchas carreteras. Los
edificios se observan a una distancia, y solo pueden percibirse figuras generales.