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Universidad de Panamá

Facultad de Arquitectura y Diseño


Lic. En Arquitectura
Curso de Espacios Abiertos Vecinales
Profesor: Héctor Ayarza
Ensayo: Los Sentidos y La Escala
Por: Marimar Madrid 8-888-1636
Grupo: 2-m2.

A lo largo de la historia de la humanidad, hemos llegado a comunicarnos, comportarnos y realizar


actividades gracias a que estamos dotados de una capacidad biológica de movilidad y de sentidos.
Un aspecto importante a tomar en cuenta a la hora de diseñar espacios públicos, lugares donde el
hombre se moviliza e interactúa con el espacio.
Al habar de movilizarse podemos decir que el hombre se orienta horizontalmente en el espacio. En
los espacios urbanos las sendas, calles y bulevares son todos espacios para el movimiento lineal, el
cual está basado en el diseño del sistema humano de locomoción. Encargado de orientar lo
relacionado con la piel y los músculos, con la habilidad de sentir frio, calor, dolor, texturas y
formas. Al crecer vamos desarrollando estos sentidos cada vez más, los cuales podemos clasificar
en: los sentidos de la distancia, los que implican la vista, el oído y el olfato, y los de la cercanía, que
implican el tacto y el gusto.

El sentido de la vista es el más desarrollado de todos ya que podemos percibir a una persona como
una figura difusa y diferenciarlas de otras cosas a unos 300 a 500 metros de distancia. Y así
observar más detalles a medida que la distancia se va acortando. Hay que resaltar que entre más
corta es la distancia la experiencia es más interesante y atractiva, donde es posible poner en juego
todos nuestros sentidos. Donde con un rango de entre los cero a siete metros se logra
intercambiar sentimientos más intensos.

Es allí cuando entra en función el campo social de la visión como tema central, que involucra lo ya
mencionado: los sentidos, la comunicación y las dimensiones, para el diseño y planeamiento
urbano. Ejemplo de ello podemos usar como límite los 100 metros donde es posible distinguir aun
el movimiento de las personas y a los 25 metros ya podemos codificar emociones y expresiones
faciales, ambos elementos claves a la hora de diseñar escenarios como estadios donde se usa un
umbral de los 100 metros como medida patrón y los 25 metros para teatros o salones de ópera.
En este ejemplo podemos observar también palabras claves como: cercanía, vista frontal y
nivelación aspectos que le dan el precio a las ubicaciones de los asientos a estos lugares públicos.

Ya que entra en función nuestro aparato sensorial y el carácter de la comunicación humana, el


público puede seguir las actuaciones de frente, a una corta distancia y casi a la altura de los ojos.
Las experiencias más intensas se dan en los asientos ubicados de esta forma. Las ubicaciones van
bajando de precio a medida que uno se aleja del escenario, ya que las vivencias son menos
intensas.

El rango de los 100 metros también es posible encontrarlo en casi todas las plazas de ciudades
antiguas, donde podemos observar un panorama general de lo que está ocurriendo. Al entrar al
rango entre los 60 y los 70 metros, empezamos a reconocer los rostros y por lo tanto podemos
identificar quiénes se encuentran allí. Al caminar a través de ellos, es posible observar las caras de
las personas que están dentro del rango de los 25 metros, y así distinguir detalles de sus
expresiones faciales. Estas características permiten la percepción de lo mejor de ambos mundos:
el general y el particular.

Sabemos que tanto los senderos como las calles pueden ser caracterizados como espacios de
movimiento, ya que su forma está directamente conectada a la forma en que se mueven los pies.
Así, las plazas deben asumir una forma espacial que está en sintonía con el ojo humano y su
potencial para observar hechos que invitan a “pare y observe qué está ocurriendo aquí” que se
desarrolla dentro de un rango de 100 metros; Mientras que las señales de tránsito en las calles
alientan el movimiento, y nos dicen “avance”.

Los elementos básicos con los cuales se hace arquitectura urbana son: el espacio de movimiento
(las calles) y el de la experiencia (la plaza).

Para el diseño correcto de un espacio público debemos tomar en cuenta otro aspecto importante
y es que se nos hace más fácil ver de manera certera hacia adelante a grandes distancias
extendiéndose entre 80 y 90 grados por debajo del horizonte, también al caminar nos cuesta poco
bajar la mirada a unos 10 grados y así estar atentos a cualquier obstáculo que aparezca en nuestro
camino. Pero es todo lo contrario al mirar al cielo ya que nuestro rango de visión disminuye entre
50 y 55 grados.
Es así como el diseño de nuestro sentidos y aparato locomotor nos hace un peatón en alerta, que
puede percibir rápidamente lo que pasa tanto abajo suyo como a los costados, pero que tiene un
limitado campo de visión cuando se trata de mirar hacia arriba. En base a esto es la constitución
de nuestro aparato sensorial horizontal, el elemento esencial para entender cómo
experimentamos el espacio.

Es por ello que esto repercute en la forma distinta en qué experimentamos edificios altos y bajos
dentro de la ciudad. Por lo general, los pisos superiores de construcciones altas solo pueden verse
a una distancia y nunca de cerca.

La velocidad en la que nos desplazamos también influye en la experiencia que vivimos en los
espacios urbanos cuando caminamos, tenemos tiempo de ver los rostros y los detalles, cuando
andamos en bicicleta (a una velocidad aproximada de 18 kilómetros por hora) o cuando corremos
(12 kilómetros por hora) también es posible ver una gran cantidad de detalles, siendo capaces de
procesar impresiones sensoriales y así poder obtener un cierto nivel de control sobre lo que está
pasando en nuestro entorno.

Por esta razón la arquitectura de 5 km por hora está sustentada en la abundancia de impresiones
sensoriales. Los espacios son pequeños, las construcciones están pegadas unas a otras y la
combinación de detalles, rostros y actividades crea una paleta rica en experiencias sensibles.
Mientras que la arquitectura de 60 km por hora necesita grandes espacios y anchas carreteras. Los
edificios se observan a una distancia, y solo pueden percibirse figuras generales.

Todo lo explicado anteriormente da hincapié a la importancia de aplicar los sentidos y la escala


humana a nuestros diseños de espacios públicos o urbanos, donde la percepción y la velocidad
juegan un papel indispensable y que en conjunto logran crear experiencias agradables y
funcionales al hombre en su entorno.

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