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Las señales del liderazgo espiritual

En este devocional de cinco partes vamos a explorar las características de un líder tal y como se
pueden observar en un incidente muy específico de la vida de Moisés, el líder más grande de la
nación de Israel, en el capítulo 18 del libro de Éxodo. Los antecedentes son que la nación había
sido liberada del cautiverio de Egipto luego de pasar por el dividido Mar Rojo y ahora, mientras
deambulan por el desierto, Dios por medio de Moisés, comienza a traer orden y liderazgo a la
nación.

1. El líder que escucha

Algunos eruditos estiman que unos dos millones de personas fueron parte del Éxodo. Con tantas
personas juntas iban a surgir conflictos, por tanto, existía la necesidad de un liderazgo. En Éxodo
18 vemos la preparación para tratar con estos conflictos: el establecimiento de la corte o el
juzgado, o bien, el lugar donde el pueblo podía traer sus asuntos para recibir una decisión. En
los versículos 13-16 las Escrituras nos cuentan el problema que lleva al descubrimiento de la
primera característica de un buen líder. Moisés, al tomar su lugar en el juzgado, genera una
situación por la cual el pueblo tenía que hacer fila todo el día con el fin de esperar la oportunidad
de reportar sus asuntos y escuchar el fallo con base en las ordenanzas de Dios.

El suegro de Moisés, Jetro, expresa el problema: «El pueblo hace fila todo el día y desfallece por
la espera...». ¿Alguna vez te has sentido así? Entonces Jetro continúa y explica la solución, y en
esto vemos que Moisés exhibe la primera y quizá la más grande característica de un buen líder:
¡Escuchar! Escucha a su suegro. No se muestra altivo ni orgulloso; aunque es el líder de dos
millones de personas, escucha a otros que están en el meollo del asunto. Moisés entiende que
no lo sabe todo y, por lo tanto, necesita oír consejo sabio. Jetro le ofrece eso y Moisés lo toma
en cuenta.

Tercero y más importante, Moisés escucha a Dios. Jetro afirma que su consejo es sabio y que, si
Moisés lo oye, Dios estará con él. También afirma que el pueblo debe traer sus dificultades a
Dios, no a Moisés. Observe el cambio dramático. Dios y sus ordenanzas son la respuesta a sus
dificultades.

El buen liderazgo comienza con escuchar. Con escuchar a los demás, con escuchar consejo sabio
y, sobre todo, con escuchar a Dios.

13Al día siguiente, Moisés se sentó para oír los pleitos que los israelitas tenían unos con otros. Y
el pueblo esperó a ser atendido delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde.

14Cuando el suegro de Moisés vio todo lo que él hacía por el pueblo, le preguntó:

—¿Qué logras en realidad sentado aquí? ¿Por qué te esfuerzas en hacer todo el trabajo tú solo,
mientras que el pueblo está de pie a tu alrededor desde la mañana hasta la tarde?

15Moisés contestó:

—Porque el pueblo acude a mí en busca de resoluciones de parte de Dios.

16Cuando les surge un desacuerdo, ellos acuden a mí, y yo soy quien resuelve los casos entre los
que están en conflicto. Mantengo al pueblo informado de los decretos de Dios y les transmito sus
instrucciones.

17—¡No está bien lo que haces! —exclamó el suegro de Moisés—.

18Así acabarás agotado y también se agotará el pueblo. Esta tarea es una carga demasiado
pesada para una sola persona.

19Ahora escúchame y déjame darte un consejo, y que Dios esté contigo. Tú debes seguir siendo
el representante del pueblo ante Dios, presentándole los conflictos.

20Enséñales los decretos de Dios; transmíteles sus instrucciones; muéstrales cómo comportarse
en la vida.

21Sin embargo, elige, de entre todo el pueblo, a algunos hombres con capacidad y honestidad,
temerosos de Dios y que odien el soborno. Nómbralos jefes de grupos de mil, de cien, de
cincuenta y de diez personas.

22Ellos tendrán que estar siempre disponibles para resolver los conflictos sencillos que surgen
entre el pueblo, pero los casos más graves te los traerán a ti. Deja que los jefes juzguen los
asuntos de menor importancia. Ellos te ayudarán a llevar la carga, para que la tarea te resulte
más fácil.

23Si sigues este consejo, y si Dios así te lo ordena, serás capaz de soportar las presiones, y la
gente regresará a su casa en paz.

24Moisés escuchó el consejo de su suegro y siguió sus recomendaciones.

25Eligió hombres capaces de entre todo Israel y los nombró jefes del pueblo. Los puso a cargo de
grupos de mil, de cien, de cincuenta y de diez personas.

26Estos hombres estaban siempre disponibles para resolver los conflictos sencillos de la gente.
Los casos más graves los remitían a Moisés, pero ellos mismos se encargaban de los asuntos de
menor importancia.

27Poco tiempo después, Moisés se despidió de su suegro, quien regresó a su propia tierra.
Éxodo 18:13-27

2. El líder que vive

A medida que continuamos con nuestro estudio de las características del liderazgo de Moisés,
hemos visto que escuchar a otros, consejo sabio y a Dios son una clave fundamental. Esta
segunda característica, el ‘líder que vive’, se encuentra en Éxodo 18, versículo 20. Jetro continúa
instruyendo a Moisés y le da tres indicaciones en este versículo.

El Diccionario de Webster define ‘líder’ como «uno que guía» y ‘guía’ como «uno que conduce
el camino». Esto prepara la definición del ‘líder que vive’, es uno que guía el camino. En el
versículo 20, Jetro utiliza tres palabras: enseñar, mostrar y hacer. Estas son palabras
maravillosamente descriptivas que cobran vida al aplicarlas al líder.

Primero, Jetro le dice a Moisés que debería enseñarle al pueblo las ordenanzas y las leyes de
Dios. En lugar de estar buscando recibir juicios con base en esas ordenanzas, el pueblo debería
conocerlas. Moisés debía guiarlos por medio de capacitarlos en ellas. Si el pueblo las conocía,
disminuirían de manera drástica la cantidad de personas que necesitarían acudir a Moisés para
escuchar sus fallos con base en esas ordenanzas. Las leyes de Dios cobrarían vida en el pueblo.
Al igual que nosotros hoy, si conocemos las Escrituras, sabemos lo que Dios quiere y desea de
nosotros. Los buenos líderes enseñan a su gente.

Siguiente, Jetro utiliza la palabra ‘mostrar’. Le dice a Moisés que le muestre al pueblo el camino
por donde debe andar. Un ‘líder que vive’ guía mostrando. Se convierte en ejemplo. El buen
liderazgo no dice: «Haz lo que te digo». El buen liderazgo dice: «Haz lo que hago». Guía con el
ejemplo. Son líderes que viven; el ejemplo viviente de lo que Dios quiere para su pueblo. Pablo,
en su primera carta a la iglesia de Corinto dice que lo imitemos como él imita a Cristo. En otras
palabras: «Sigan mi ejemplo mientras me esfuerzo en vivir como Cristo».

Finalmente, Jetro utiliza la palabra ‘hacer’. Moisés debe liderar por medio de hacer,
compartiendo su vida con la nación de Israel. Debe hacer la obra junto con el pueblo. No debe
ser una torre de marfil, sino liderar por medio del hacer.

El ‘líder que vive’ guía por medio de la enseñanza, lidera a través del mostrar y dirige por medio
del compartir. El general Eisenhower dijo en cierta ocasión: «La gente necesita seguir a una
persona que lidere con el ejemplo». Jetro y Moisés estarían de acuerdo.

1Sean ustedes imitadores de mí; así como yo lo soy de Cristo.

1 corintios 11:1

3. El líder que libera

Una vez que un líder se pone serio con respecto a liderar por medio de escuchar primero y luego
ser un ejemplo viviente, la característica que sigue, es el ‘líder que libera’. Se convierte en un
paso natural en su crecimiento para convertirse en un buen líder.

En los versículos 21 y 22, Jetro de nuevo utiliza frases clave que definen esta característica. Dice:
«Escoge tú», «Ponlos», y: «Ellos juzgarán». En otras palabras: «Moisés, debes liberar a estos
hombres (soltarlos) para que lleven la carga del trabajo contigo». Recordemos que esta es la
siguiente característica y viene después de escuchar y vivir.

Moisés debía ejercer discernimiento para seleccionar a los hombres que llevarían esta carga de
liderazgo. Debía escoger hombres de virtud (capaces), temerosos de Dios, que amaran la verdad
y aborrecieran la avaricia (no codiciaran lo que otros tuvieran). En otras palabras, debía buscar
los dones, los talentos y el compromiso de hombres que pudieran desempeñarse bien. Así pues,
discernir a los hombres adecuados era crucial.

Después, tenía que ser decisivo con respecto a esos hombres al colocarlos en posiciones de
liderazgo como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez mil. Otra manera de decirlo es que
debía colocarlos en posiciones de responsabilidad conforme a sus dones, talentos y habilidades.
Pero debía discernir esos dones y talentos, y entonces colocarlos en las posiciones apropiadas
para hacer el trabajo.

Luego debía permitir que ellos juzgaran. Debía delegarles la autoridad adecuada y permitirles
gobernar. Observe de nuevo que esto viene después de haber aceptado el consejo sabio en la
perspectiva correcta, entrenarlos por medio de su ejemplo y seleccionarlos con base en el
discernimiento de sus habilidades y compromiso con Dios.

Dios ha estado haciendo esto desde los tiempos del huerto de Edén. Creó a Adán y a Eva para
que tuvieran dominio sobre su creación; les enseñó cómo labrar su huerto y luego les delegó la
responsabilidad de ese huerto. Imagínate eso, Dios nos entregó la responsabilidad de labrar su
huerto. ¡Qué impresionante!

El ‘líder que libera’, entonces, discierne a otros, los coloca con decisión y luego les delega la
responsabilidad. El resultado según el versículo 22 es que será más fácil para el líder y la carga
del liderazgo será compartida. Es un escenario conveniente para todos.

26Entonces dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza, y
tenga dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo, el ganado, y en toda la tierra, y sobre
todo animal que se desplaza sobre la tierra”.

27Creó, pues, Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó.

28Dios los bendijo y les dijo: “Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra; sojúzguenla y
tengan dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se desplazan
sobre la tierra”.

Génesis 1:26-28

4. El líder que aprende

Hasta el momento, hemos visto tres características exhibidas por Moisés que indican un gran
liderazgo. Los grandes líderes escuchan, lideran con el ejemplo y luego liberan (delegan) a
quienes lideran. En los versículos 23 y 24 vemos la siguiente característica de gran liderazgo
espiritual: la de ser un líder que aprende.

Después de que Jetro trajera su consejo sabio a la atención de Moisés: la de delegar el liderazgo
a hombres talentosos escogidos de manera específica con base en sus habilidades, carácter y
compromiso con Dios. Jetro entonces declara que el resultado de seguir su consejo sería que
Moisés podría continuar con fortaleza y que el pueblo tendría paz en su camino. En otras
palabras, aplicar las características de liderazgo generará perseverancia y paz; qué maravilloso
resultado.

Observemos, no obstante, que en el versículo 23 Jetro pronuncia dos condiciones que Moisés
debía aprender. Primero, que debía hacer lo que se le había aconsejado, y segundo, que Dios le
mandaba que lo hiciera. Lo que Moisés entiende, lo cual es de importancia primordial, es que
debe aprender de Dios. Jetro dice: «[Si] Dios te lo manda», con lo cual quiere decir que aprenda
de Dios lo que debe hacer.

Moisés entonces aprende que tiene que aprender a transigir. Estaba haciendo el trabajo a su
manera y cuando Jetro vio el resultado, compartió su consejo sobre una mejor manera de
hacerlo, lo cual resultaría en la habilidad de Moisés de sostenerse y de que el pueblo tuviera
paz.

Finalmente, entiende que necesita aprender. Si tomamos estas tres cosas en orden inverso
vemos la marca de un líder: uno que sabe que necesita aprender porque no lo sabe todo; uno
que sabe que necesita aprender a transigir porque no siempre tiene la razón; y uno que sabe
que necesita aprender de Dios porque Dios lo sabe todo. Salomón entendió estas cosas cuando
en Proverbios dio el sabio consejo de confiar de todo corazón en Dios y no apoyarnos en nuestra
propia prudencia.

Pero es probable que Dios lo dijera mejor en Isaías cuando declaró que sus pensamientos y sus
caminos son distintos a los nuestros. Los grandes líderes son líderes que aprenden.

8Porque mis pensamientos no son sus pensamientos ni sus caminos son mis caminos, dice el
SEÑOR.

Isaías 55:8

4y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres.

5Confía en el SEÑOR con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia.

Proverbios 3:4-5

5. El líder que ama

J. Oswald Sanders en su libro, Liderazgo espiritual, hace esta breve, pero profunda afirmación:
«Los líderes verdaderos son escasos». Quizá te preguntes por qué, y la respuesta es que los
líderes batallan con esta característica transformadora final; los grandes líderes son ‘líderes que
aman’.

Esta sección de Éxodo 18 concluye con los versículos 25 y 26 donde vemos que Moisés sigue el
consejo de Jetro y el mandamiento de Dios. ¿Por qué? Porque ama al pueblo al cual lidera. Esta
característica final contiene estas tres verdades. Un líder que ama está enfocado en Dios, lo cual
significa que ama a Dios más que a sí mismo y desea hacer como Dios le ha mandado. De hecho,
el evangelista Juan en su segunda carta define que el ‘amor’ es que andemos conforme a los
mandamientos de Dios. El ‘líder que ama’ ama primero a Dios.

El ‘líder que ama’ está enfocado en las personas. También ama al pueblo el cual lidera. Moisés
hizo lo que era bueno y correcto para el pueblo. Jesucristo definió el amor en el aposento alto
cuando declaró el nuevo mandamiento de que nos amemos unos a otros como él nos ha amado.
En otras palabras, debemos amarnos de una manera perfecta tal y como hemos sido amados
por Jesucristo. Jesucristo demostró este amor al lavar los pies de sus discípulos, o podríamos
decir, a través de servirlos. Un ‘líder que ama’ aprende que cuando ama a los que lidera los sirve
escuchándolos, siendo un ejemplo, delegando para hacer la obra para la cual tienen talento y
aprendiendo de ellos.

Por último, el ‘líder que ama’ está enfocado en el Reino. No está enfocado en edificar su propio
reino, está enfocado en edificar el Reino de Dios. El Reino de Dios es eterno y lo que se hace
para edificar su Reino es lo que perdurará por la eternidad. ¡Qué legado!

Esto es con exactitud lo que hizo Jesucristo. Amó a Dios más que a sí mismo e hizo lo que el
Padre le mandó. Amó a las personas por medio de servirlas y morir por ellas para que pudieran
vivir. Amó hacer la obra del Reino. ¿Por qué los grandes líderes son tan escasos? Porque los
grandes líderes son conocidos por su amor por Dios, las personas y su Reino. El mundo conocerá
que somos discípulos de Jesús si nos amamos unos a otros. ¡Así es un ‘líder que ama’!

34» Un mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Como los he amado,
ámense también ustedes los unos a los otros.

35En esto conocerán todos que son mis discípulos: si tienen amor los unos por los otros.

Juan 13:34-35

6Y este es el amor: que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento en que han
de andar, como han oído desde el principio.

2 Juan 1:6

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