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Facultad de Ingenierías y Arquitectura

E.P. de Arquitectura

Construcción IV

Sección 01-1

Ing. Danilo Riveros Pardo

Tema:
La Inercia Térmica en las obras de fabrica

Sede Lima
Autores:
1.

2021-1
La inercia térmica en las obras de fabrica
La inercia térmica en el diseño y construcción de los edificios, es un recurso
fundamental en zonas climáticas donde la diferencia de temperatura entre el día y
la noche es elevada, para alcanzar el confort térmico de sus usuarios en el interior
de los mismos. Dicha inercia se consigue mediante el empleo de materiales
capaces de almacenar energía durante el día y liberarla durante la noche. Esta
medida pasiva permite ahorrar en consumo de energía en calefacción e incluso en
refrigeración, manteniendo una temperatura estable en en los espacios interiores a
lo largo del día. 

¿Qué es la inercia térmica?


La inercia térmica es un recurso utilizado en la arquitectura bioclimática. Consiste
en la capacidad de determinados elementos, arquitectónicos en este caso,
para almacenar calor, conservarlo y liberarlo de una manera paulatina permitiendo
un menor uso de sistemas mecánicos de calefacción e incluso de refrigeración.
Con esta capacidad se puede alcanzar temperaturas estables a lo largo del día.
Por otro lado la inercia térmica depende de las características del material de
dicho elemento:
– Su calor específico (c) o capacidad para almacenar calor (c = J/Kg.K).
– Su masa (Kg): la capacidad calorífica (C), mide relación entre la energía o calor
transmitida a un cuerpo y la variación de temperatura que experimenta (C = J/K).
Cuanto mayor es la capacidad calorífica de un cuerpo, mayor energía hay que
transmitirle para que aumente su temperatura en un grado; y cuanto mayor es su
masa (C = c x masa (Kg)), mayor es la capacidad calorífica, y por tanto su inercia
térmica.
– Su densidad (Kg/m³). Relaciona el volumen y la masa del elemento. A mayor
densidad, mayor inercia térmica.
Tecnología solar pasiva para calefacción y refrigeración aprovechando la
inercia térmica.
La inercia térmica de materiales utilizados en la construcción permite mantener la
temperatura estable a lo largo del día, en los espacios interiores habitables. En
verano, un muro másico, que presenta una gran inercia térmica, absorbe calor
durante el día del ambiente interior, debido a la diferencia de temperatura entre
ambos, lo va almacenando de manera progresiva, y se disipa durante la noche,
con una ventilación adecuada. A la mañana siguiente, dicho muro ha reducido su
temperatura, para empezar de nuevo el ciclo: absorbe calor durante el día, y lo
emite durante la noche, manteniendo una temperatura constante y reduciendo la
necesidad de utilizar el equipo de refrigeración.

Durante las estaciones más frías, el funcionamiento consiste en almacenar calor


durante el día, para después devolverlo al ambiente interior durante la noche
cuando desciende la temperatura. Se trata de mecanismos de refrigeración y
calefacción pasivos, que aprovechan la diferencia de temperatura entre el
elemento constructivo y su entorno, amortiguan las diferencias térmicas, y se
comportan de forma anticíclica (amortiguación y retardo).
Evidentemente, el aprovechamiento efectivo de estos sistemas implica un estudio
previo del clima en el que se ubica el edificio – orientación, asoleamiento, horas de
radiación, etc.-, y una adecuada aplicación del mecanismo, que evite temperaturas
elevadas en estancias donde no se requiere, junto con un buen sistema de
ventilación, que permita enfriar la masa térmica en verano.
Materiales con elevada inercia térmica
El uso de medidas pasivas en la construcción, permite reducir el consumo de
energía de las instalaciones térmicas por lo tanto para alcanzar el confort deseado
en el interior de los edificios. Entre estas medidas, destacamos el uso de
materiales con gran inercia o capacidad calorífica como el agua, el granito, la tierra
seca o el adobe (capacidad calorífica entre 500 y 1000 Kcal/m³°C); para la
construcción de elementos constructivos bioclimáticos.

Otros materiales más habituales en la construcción y que también tienen una


capacidad calorífica aceptable son la madera, el ladrillo o el hormigón, por un lado
(entorno a 400 Kcal/m³°C), y los aislantes térmicos (capacidad calorífica inferior a
40 Kcal/m³°C) como la lana mineral, el EPS y el poliuretano, o la celulosa que se
utiliza como aislamiento térmico, por otro.
La inercia térmica no es la solución idónea para todos los casos
– Los espacios con envolvente térmica de gran inercia, necesitan más tiempo para
calentarse al principio, para alcanzar la temperatura de confort deseada; por lo
tanto, no es un recurso adecuado en edificios que no se usen de forma continuada
o permanente. Este es el caso de segundas residencias, que pueden permanecer
cerradas de lunes a viernes, y sólo se utilizan durante el fin de semana.

– La inercia térmica junto a un buen aislamiento térmico puede ser un recurso


factible que permite mantener una temperatura constante durante el día en el
interior de una vivienda, siempre y cuando dicha vivienda permanezca cerrada
durante el día y la temperatura nocturna no supere los 25º C.

– En verano es conveniente oscurecer o bloquear la radiación solar en las


orientaciones este y oeste, ya que la excesiva radiación solar puede llegar a ser
un problema. Si a ello se suma una elevada inercia térmica, el resultado puede ser
justo lo contrario al deseado.

– La construcción en seco, con materiales ligeros poco conductores del calor y con
uniones mecánicas, permite la construcción de envolventes térmicas y estructuras
de baja inercia térmica, en los que las pérdidas de calor son mínimas. Es un tipo
de construcción común en EEUU, Norte y Centro de Europa o Canadá. Países
fríos donde las viviendas se construyen con madera y derivados, así como
aislamientos térmicos de espesores importantes, vidrios muy aislantes y sellados
continuos, donde no existen juntas o superficies frías que absorban el calor. Este
tipo de construcciones tienen que ser muy estancas al aire.

En España, por contra, es común la presencia de puentes térmicos y falta de


estanqueidad al aire de los edificios, debido al sistema constructivo tradicional
empleado, mediante uso de materiales que incorporan agua como el cemento, el
hormigón, el yeso, el mortero o la cerámica, y que facilitan la transmisión y el
intercambio de calor con el entorno. Si estos edificios tienen inercia térmica,
podrán almacenar energía en su masa, pero al ser conductores, serán sensibles a
las pérdidas de calor, y por lo tanto sus instalaciones térmicas consumirán más
energía. Una alternativa en la península puede consistir en utilizar un sistema de
construcción que incorpore aislamiento por el exterior, ya que es poco conductor, y
elementos de inercia
térmica en el interior y no
en la envolvente
térmica del edificio.
La construcción de muro trombe o de espacios que actúen como invernaderos, el
uso de la grava para almacenar calor en cámaras sanitarias, enterrar la edificación
en el suelo, etc,…son estrategias que se aprovechan de la inercia térmica de los
materiales para climatizar los espacios interiores, sin el uso de medios mecánicos.

Conclusiones

La teoría en régimen permanente nos indica que el comportamiento del edificio


debería ser independiente del tipo de cerramiento aplicado, ya el coeficiente de
transmisión térmica de los cerramientos exigido (en cada población el
correspondiente por normativa según la zona climática a la que pertenece) es un
valor único para todos ellos. En realidad los estudios de térmicos o energéticos
deben realizarse a nivel dinámico y durante un largo período de tiempo, por lo que
es necesario que se realicen mediante simulaciones informáticas que permitan
modelar el clima de la zona y todos los parámetros que entren en juego en el
funcionamiento del edificio.

La inercia de los cerramientos debe desplazar y amortiguar la onda térmica


externa de modo que los usuarios de los edificios se vean favorecidos en cuanto a
confort, y el medio ambiente y el bolsillo se vean favorecidos en cuanto a
disminución de demandas y consumos del edificio y creando un beneficio
medioambiental por la disminución de emisiones.

Es habitual enfocar estudios de inercia en edificios de uso residencial, para utilizar


ese calor almacenado. En el caso de oficinas, la demanda de refrigeración supera
con mucho la de refrigeración durante todo el año y la ocupación pasa en su
interior cerca de 10 horas continuadas, en las horas más calurosas del día. Por
todo ello, lo interesante en un edificio de este uso es ver las reducciones en la
demanda de climatización del edificio. Tal y como se ha visto, es posible realizar
disminuciones de demanda de climatización con cerramientos de alta inercia y no
excesivo peso, como son los bloques de arcilla aligerada.

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