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Cuáles son los principios y pautas deontológicas del comportamiento del interventor/a

comunitario/a? Describa ejemplo

Los principios deontológicos se despliegan a partir de dos valores individuales básicos: el «bien»
(sólo groseramente traducible a «bienestar») y la autonomía, ligada a la libertad (y al
individualismo). Del primero se derivan los principios de beneficencia y no maleficencia que casi se
limitan a reiterar que el comportamiento profesional debe ser ético: ha de buscar el bien, y evitar
el mal o daño, de sus clientes. La gran amplitud de esos principios (que abarcan la misión general
de la ética) lo hace fácilmente generalizable a través de culturas y sociedades; queda, sin embargo,
por especificar en qué consisten «el bien» (o bienestar) y «el mal» de los otros (y también quién lo
define, el practicante o los otros mismos).

La autonomía, por el contrario, es un valor muy saturado culturalmente: va ligado a la libertad (y al


poder también), el valor cardinal de la cultura occidental moderna. Habríamos, por tanto, de ser
muy cuidadosos al extrapolarlo a otras culturas o colectivos sociales —cuando se trabaja.

La confianza (lealtad, fidelidad, etc.) es el valor relacional que fundamenta y mantiene el vínculo
profesional-cliente ampliable, hasta cierto punto, a las relaciones con grupos supraindividuales

, el autointerés razonable, ligado al cuidado de sí mismo del interventor y entendido no como


valor prioritario sino como un principio modulador (o limitador) de los otros —sobre todo del de
beneficencia— de forma que el interventor es reconocido como sujeto ético, no como puro objeto
o medio para el bienestar del cliente

. El concepto de justicia social (el único valor realmente social de la propuesta deontológico)
manejado en la ética profesional es ciertamente estrecho.

La deontología profesional pivota, en resumen, sobre tres valores nucleares que corresponden a
los tres actores que concurren en la intervención: un valor del cliente, la autonomía; otro del
profesional, la beneficencia del cliente para el que trabaja; y un tercero de la sociedad, la justicia
social. Falta sólo añadir la confianza como eje de la relación entre los dos primeros actores,
profesional y cliente

. El cuadro 9.6 desarrolla telegráficamente los cinco valores deontológicos (libertad, bienestar,
justicia social, confianza y autointerés), junto a los seis principios que se deducen de ellos
(autonomía, beneficencia, no maleficencia, justicia social, confianza y autocuidado) y a algunas
pautas de actuación derivadas de cada principio. Así, del valor libertad se deriva el principio de
fomentar la autonomía de las personas y colectivos sociales que se «traduce» a pautas de
actuación como la mínima intervención posible, el consentimiento informado (no actuar sin el
consentimiento voluntario e informado del destinatario de la acción) o la evitación de la
dependencia
Autonomía:

 Fomentar autonomía de personas y colectivos sociales.


 Tratar a personas como sujetos, no como objeto —de las acciones, intenciones o fines—
del practicante o de otro.
 Respetar su dignidad y capacidad de elegir, decidir y actuar por sí mismas
 Obtener consentimiento voluntario e informado para intervenir Informarles sobre lo que
se va a hacer, consecuencias previsibles, derechos y obligaciones de cada parte
 Acordar o pactar con destinatario los fines de la intervención
 Evitar relaciones y situaciones sociales que creen dependencia
 Limitar intervención: no hacer por el otro lo que ése puede hacer por sí mismo
 Evitar técnicas y procedimientos dañinos, invasivos, demasiado restrictivos

Beneficencia Bienestar otro Eficacia de la intervención:

 Hacer el bien y ser eficaz en la intervención psicológica y psicosocial


 Ayudar y «servir» al otro, no a sí mismo
 No utilizar al otro en beneficio propio
 Preparación en todos los métodos eficaces de ayuda psicosocial
 Obtener información adecuada sobre problemas y mejor forma de resolverlos
 Supervisión que minimice daños causados por interventor
 Elegir técnicas en función del tema, no de preferencias del practicante

No maleficencia:

 Evitar el mal y la ineficacia


 Evitar/reducir efectos secundarios (psicológicos, sociales, etc.) negativos
 Obtener la mejor información disponible sobre el tema y la técnica a usar
 Realizar pruebas piloto (sobre todo en acciones nuevas, complejas, etc.)
 No desencadenar efectos que no podemos controlar durante la acción Compensar —
psicológica, económica, socialmente— por daños causados

Justicia social:

 Tratar a todos de igual manera


 Hacer disponibles técnicas y beneficios de la acción profesional a todos, incluyendo a los
más débiles, necesitados o vulnerables
 No discriminar en función de sexo, edad, etnia, grupo o nivel social, etc.
 No condicionar ideológica, psicológica, social o económicamente la ayuda
 Deber profesional: ayudar psicosocialmente a las minorías más necesitadas (sociedad
debe aportar medios precisos)
 Equidad relacional en el intercambio profesional para empoderar al más débil

Confianza:

 Mantener confianza de destinatario > base de la relación profesional


 Ayudar al otro, hacerse profesionalmente disponible a él/ella
 Mantener confidencialidad y normas —implícitas/pactadas— de relación profesional
Autointerés razonable:

 Cuidarse a sí mismo para poder ayudar a los otros: el profesional es también sujeto, no
sólo objeto del cliente (límites humanos a otros principios)
 Derecho a mantener integridad psicológica y estima profesional
 Derecho a no ser utilizado por el otro y a no implicarse personalmente en sus problemas
 Derecho a los medios (información, psicosociales, económicos) precisos para alcanzar
fines pactados
 Derecho a mantener reputación profesional y a condiciones de trabajo dignas

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