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Sebastián de Llanos Valdés siguiendo un modelo de Herrera el Viejo: el

Crucificado de la Catedral de Sevilla1

Antonio Romero Dorado


Óscar Franco Cotán

Con estas breves líneas queremos individualizar una aportación sobre Sebastián de
Llanos Valdés, que recientemente hemos publicado dentro de un estudio sobre Francisco de
Herrera el Viejo.2 Nos referimos a la relación formal entre el Crucificado de Llanos Valdés
conservado en la Catedral de Sevilla y el Crucificado de Herrera el Viejo que está en la Iglesia
Mayor de Sanlúcar de Barrameda (figs. 1-2).

Fig. 1: Crucificado de Herrera el Viejo, Sanlúcar (hacia 1617) y Crucificado de Llanos Valdés,
Sevilla (década de 1660), fotos de Óscar Franco ©.

1 Este texto pertenece a la serie llamada “Miscelánea de artículos sobre Historia del Arte” y dentro de ella le
correspnde el número 2.
2 ROMERO DORADO, Antonio: "Francisco de Herrera el Viejo: un nuevo conjunto de pinturas de su primera
etapa", Archivo Hispalense, nº 306-308, tomo CI, 2018, p. 331-355, véase la p. 353.

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Fig. 2: Crucificado, Sebastián de Llanos Valdés, Catedral de Sevilla, 1660, fotos de
Óscar Franco ©.

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La principal diferencia entre ambas figuras reside en que Llanos Valdés ha deshecho el
cruce de piernas del Crucificado de Herrera, un artificio manierista que hubiera resultado
completamente anacrónico en la segunda mitad del siglo XVII. No es de extrañar que Llanos
Valdés, cuya obra presenta una clara influencia de Herrera, usara un modelo suyo, lo
interesante es que lo hiciera unos cuarenta años después que su maestro lo creara. Hasta
ahora este Crucificado de Llanos Valdés se ha calificado como “obra tenebrista, de prodigiosa
expresividad en la figura de Cristo, que deriva de modelos zurbaranescos”. 3 Sin embargo, entre
los Crucificados de Zurbarán, el primer ejemplo similar -en el Art Institute of Chicago- data
de 1627, diez años después del modelo herreriano. De hecho, en nuestro trabajo sobre
Herrera, ya hablamos del carácter innovador que su Crucificado tiene dentro de su contexto
cronológico y geográfico, pues fue pintado en Sevilla hacia 1617, mientras que el lienzo de
Llanos Valdés está firmado y fechado en la década de 1660. 4 Por ello, no solo apuntamos la
dependencia formal entre ambas obras, sino que recalcamos el especial interés que tiene el
Crucificado de Herrera, por ser anterior a los de Zurbarán.

3 VALDIVIESO, Enrique: Catálogo de las pinturas de la Catedral de Sevilla. Sevilla, 1977, pp. 75, lámina 50-1.
4 Apuntamos a la década de 1660 porque no hemos conseguido leer personalmente la firma, transcrita por
Valdivieso como “Sebastián de Llano y Valdés faciebat ann 1666”, si bien dicho autor añade que “La última cifra de
la fecha no es del todo legible y bien pudiera ser un cero”. VALDIVIESO, Enrique, Op. cit., p. 75.

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