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EL VIAJE NEOBARROCO: ALUCINACIONES ¥ DESCONCIERTOS (sopre EL MUNDO ALUCINANTE y CONCIERTO BARROCO) Joaquin Roses Universidad de Cérdoba, Espana Notre ame est un trois-mats cherchant son Icarie. Charles Baudelaire, Les fleurs du mal, «Le voyage», v. 33 Un viaje no es sélo una trayectoria en el espacio. Como afirmaba Juan Eduardo Cirlot (1998), el viaje es, desde el punto de vista spiritual, «tensién de busqueda y de cambio que determina el movimiento y la experiencia que se deriva del mismo». Asi, os escritores neobarrocos emprenden un viaje cultural a través del tiempo que supone un trdnsito (a veces fecundo, en ocasiones estéril) desde los fundamentos estéticos y manifestaciones del Barroco histérico hasta sus propias reformulaciones en el Ambito de la creatividad poética, narrativa © ensayistica. El concepto de Neobarroco, que no se circunscribe a la literatura, es uno de los mds complejos y polifacéticos de la cultura a finales del siglo xx, lo que explica aunque no justifica que haya sido manoseado, malinterpretado y hasta convertido en bandera de toda una literatura nacional, cuando su significaci6n ¢s, sin duda, ms amplia geograficamente y de mayor alcance antropolégico. Hablo de alucinaciones y desconciertos para explicar la disparatada aproxi- 626 Joaquin Roses macién de los estudiosos a este debate critico. En las décadas finales del siglo xx, el abuso del concepto de Neobarroco produjo engendros académicos de inenarrable argumentacién y de nula utilidad, lo que terminé por provocar confusién hasta en lo mds elemental: las huellas de la estética barroca no son suficientes para definir el Neobarroco; el fendmeno Neobarroco noes, sélo, una cuestién de estilo, Y es volviendo a las propias manifestaciones literarias como podemos reorientar el debate y aclarar algunas confusiones. Por eso, cuando elijo las palabras «alucinaciones» y «desconciertos» aludo también a dos novelas cuyo anilisis comparativo puede contribuir a dilucidar la cuestién: El mundo alucinante (1969), de Reinaldo Arenas, y Concierto barroco (1974), de Alejo Carpentier. Lo que podriamos denominar la polémica entre estos dos autores (que de entrada no voy a llamar neobarrocos) ha sido estudiada mediante el cotejo de la novela E! siglo de las luces (1962) con la mencionada de Arenas. Esta otra comparacién esclarecedora que propongo (de dos novelas que son, ademés, relatos de viajes) ratifica el contraste entre dos autores que han sido etiquetados con ligereza como neobarrocos. Hace ya casi cuarenta afios que aparecié la novela de Arenas y son, sin duda, mas de cuarenta estudios, con diverso grado de rentabilidad, entre articulos, capitulos de libros y otras aportaciones, los que se le han dedicado especifica- mente. En ese ctimulo nada despreciable de bibliografia, unos y otros repiten conceptos cuya reiteracién aqui seria ociosa', por lo que quisiera detenerme en un niimero limitado de asuntos y conferirles armonia y cierta funcién explica- " Desde los primeros estudios (Ortega y Borinsky, citados més abajo) se insiste en la estruc- tura de capitulos triples o en la utilizacién triple de las voces narrativas dentro de un mismo capitulo, fenémeno que se repite con variaciones alo largo de la novela. Ello tiene una relacién estrecha con la despersonalizacién, también llamada «discurso descentrado», que confiere un privilegio a lo mille frente a lo unitario, Lo iltimo es una caracteristica innegable del Neoba- rr0co, tal y como lo exponen Omar Calabrese (eNeobarroco», 1993, pp. 89-100; resumen muy breve de su conocido libro La era neobarroca, con prélogo de Umberto Eco (1989) y Severo Sar- duy (en sus muy conocidas teorizaciones que se remontan a los afios sesenta y setenta, recogidas en Ensayos generales sobre el Barroco, 1987). La aplicacién del llamado «discurso descentrado» puede verse bien en la novela de Sarduy De donde son los cantantes (1967). Alejandro Herrero- Olaizola (1994, pp. 120-135), destaca el planteamiiento parddico del texto de Arenas, lo que inscribe la novela en la postmodernidad narrativa. Del mismo modo, las transformaciones y el disfraz (que no sélo afectan alas voces natrativas) aparecen, a veces, vinculados al concepto de carnavalizacién y alegoria, segiin establecié Emil Volek, «La carnavalizacién y la alegoria cen El mundo alucinante, de Reinaldo Arenas» (1985, pp. 125-148), lo cual es desarrollado afios después por Carolina Abello, «Desolacién, carnaval y resistencia: la presencia neobarroca en El ‘mundo alucinante de Reinaldo Arenas» (2001, pp. 178-185). Todos estos aspectos habjan sido El viaje neobarroco: alucinaciones y desconciertos 627 tiva al objeto de detectar criticamente los desconciertos perpetrados en torno al concepto de Neobarroco. (CUESTIONES DE GENERO;: A VUELTAS CON LA HISTORIA ¥ CON EL TIEMPO. Los inicios creativos de Reinaldo Arenas estuvieron muy ligados a José Lezama Lima’. En La expresién americana (1957), el fundador de Origenes despliega una coherente reformulacién de conceptos como la historia, el tiempo ys por supuesto, el Barroco. En el capitulo III de ese libro, titulado «El Romanti- cismo y el hecho americano», se privilegia al dominico mexicano fray Servando Teresa de Mier (1763-1827) como clave ilustrativa del siglo xxx, por su frustra- cidn esencialmente roméntica (Lezama, 2001, pp. 110-116)?. Los diez parrafos que Lezama le dedica son decisivos para la génesis de El mundo alucinante, pero la deuda no se limita a la inspiracién en una figura histérica, sino que se plasma en toda una concepcién de la literatura, El planteamiento genérico de la novela, que se vertebra sobre la dicotomia historia/ficcién (poesia), se nutre de todas las paginas del ensayo en que Lezama expone su pensamiento, como supo ver Julio Ortega (1973, p. 218) en uno de los apuntes sobre la novela de Arenas, en que sefialaba «la més importante gravitacién de Lezama Lima; al menos desde la opcién por una narrativa que se cumple como escritura poética». En efecto, una de las constantes que revela esa influencia teérica es la asuncién decidida del «sistema poético» como medio satisfactorio de explicacién de la verdad, frente al sistema ya inservible de la Historia, basado en la razén hege- liana, incapaz de dar cuenta de la verdad, por cuanto ésta no sélo es miiltiple y diversa, sino que se fundamenta en la individualidad. Este iltimo aserto no sblo se deduce de la exégesis del texto, sino que se explicita en el prélogo estudiados también, aunque muy superficialmente, por Lourdes Togores, «El Neobarroco en El mundo alucinante de Reynaldo Arenas» (1986, pp. 77-92). 2 Incluso la pelicula de Julian Schnabel, Before Night Falls (2000), recreacién libre de las memorias de Reinaldo Arenas, Antes que anochezca (1992), muestra la funcién tutelar de Lezama en esos comienzos. > Tanto Lezama Lima como Arenas utilizaron varias biografias antiguas de fray Servando, asi como los propios esctitos del dominico. Actualmente, el estudio més completo sobre su figura se debe a Christopher Dominguez Michael, Vida de Fray Servando (2004). Las memo- rias han sido recientemente editadas: Servando Teresa de Mier, Memorias. Un fraile mexicano desterrado en Europa (2006). 628 Joaquin Roses titulado «Fray Servando, victima infatigable» que su autor le afiade en 1980, donde afirma, entre otras cosas: Por eso siempre he desconfiado de lo ‘hist6rico’, de ese dato ‘minucioso y pre- ciso’ [...] Por eso més que en la Historia busco en el tiempo [...] En general, los historiadores ven el tiempo como algo lineal en su infinitud. Con qué pruebas se cuenta para demostrar que es asf? (Arenas, 2001, p. 19)*. Lo anterior revela un importante fundamento teérico vinculado a la Post- modernidad, a la que Omar Calabrese llama, significativamente, Neobartoco. Pero no es el tinico. En ese mismo prélogo, Arenas advierte: «Quien, por truculencias del azar, lea alguno de mis libros, no encontrard en ellos una contradiccién, sino varias; no un tono, sino muchos; no una linea, sino varios circulos» (p. 21). Estas palabras son también un buen resumen de la preferencia del Neobarroco por la paradoja, la proliferacién y la circularidad, Las nociones sobre la historia y el tiempo afectan radicalmente al estatuto genérico de la novela, que se constituye en nuevo hibrido que intensifica atin més la tradicional hibridez y heterogeneidad que es innata al género novelis- tico, A diferencia de lo que pensaba Cervantes, para el cubano de Holguin la historia no es la madre de la verdad’, lo cual deja claro desde las cuatro Incas que siguen a las dedicatorias y citas del comienzo: «Esta es la vida de fray Servando Teresa de Mier, tal como fue, tal como pudo haber sido, tal como a mi me hubiese gustado que hubiera sido. Ms que una novela histérica 0 biogréfica pretende ser, simplemente, una novela» (p. 15). Aunque en estas palabras se manifiesta la dificultad de una adscripcién de El mundo alucinante aun subgénero 0 modalidad novelesca (pese a su subtitulo: «una novela de * Por eso, como afirma Marla Teresa Miaja de Garcia, «La novela de Arenas se desattolla asi en dos planos: el plano realizador dela historia, que respeta la realidad y aprovecha los datos historicos, y el plano destealizador de la historia, que se encarga de ‘destruir’ esa realidad por ‘medio de ‘alucinaciones’ que la vuelven imprecisa y confusa», lo cual estudia en «El discurso histérico y el literario en E! mundo alucinanse de Reinaldo Arenas, (1977, p. 107). Para el texto de Arenas, salvo indicacién contraria, todas las citas pertenecen a la siguiente edicién de El mundo alucinante: Arenas, 2001. Consigno tras la cita, entre paréntesis, el nimero 0 nimeros de péginas. > Con esta cita del Quijote juega Alicia Borinski en su larga resefia (es algo més) a la temprana traduccién de la novela de Arenas al inglés Hallucinations, Gordon Brotherston (erad.), 1971, que con el titulo «Rewritings and Writings» publicé en Diacritics (Borinski, 1974, pp. 22-28). El viaje neobarroco: alucinaciones y desconciertos 629 aventuras»), todavia se afirma su cardcter novelesco, En el prélogo de 1980 Arenas va més lejos, pues confiesa su resignacidn (pese a su desacuerdo) al tener que denominarla «novela»: «esta suerte de poema informe y desesperado, esta mentira torrencial y galopante, itreverente y grotesca, desolada y amorosa, esta (de alguna forma hay que llamarla) novela» (p. 21). Segtin establece esta apasionada apostasia, E! mundo alucinante, lejos de set una novela histérica (primer rechazo al sistema de Carpentiex), es simulténeamente una amalgama donde confluyen la novela de aventuras, la autobiografia, el relato de viajes, la sétira, la picaresca, el poema. Ello no debe confundirnos excesivamente, pues, como hemos demostrado, la renegacién de la Historia y la ambigtiedad genérica no implican un repudio de la coordenada temporal y de su formalizacién narrativa. Uno de los casos extremos en el tratamiento de esta categoria es la abolicién del tiempo por ace- leraci6n, una suerte de elipsis atenuada que aparece ya en el primer capitulo: Yo eché a correr por entre los troncos de las matas de corojos, Ilamando a mi madre, Pero en esos momentos mi madre estaba desemillando algodén-para-sacar- le-el-hilo-para-hacerlo-tela-para-venderla-para-comprar-un-acocoté-para-cuando- llegara-el-tiempo-de-sacar-un-aguamiel-para-sacarla-para-hacerla-pulque-para- venderlo-para-comprat-cuatro-maritates-para-regalarlos-al-cura-para-que-nos- volviera-a-bendecir-el-ganado-para-que-no-se-nos-muriera-como-ya-se-nos-muti Ademds: también ella estaba muerta (p. 28). Eso sucede al comienzo, pero como afirma Emil Volek (1985, p. 145), a propésito del final de la novela: «El viaje espacial se hace temporal: Servando se desplaza ahora, magicamente, al pasado, al mismo comienzo del cronos césmico». El iltimo pérrafo, que relata su muerte, es una regresién a episo- dios anteriores de su vida, y concluye ast: «Y luego volviste a Monterrey, pues ya eras un muchacho. Y emprendiste el regreso a la casa, desde el corojab» (p. 311), Aunque cualquier lector recordard el cuento de Alejo Carpentier «Viaje a la semilla» (la conexién més obvia), una interpretacién menos perezosa nos demuestra cémo este planteamiento estructural incrementa las divergencias con Carpentier. El ejemplo més claro es la novela Concierto barroco, en la cual la itinerancia del protagonista, el Amo, concluye de manera idéntica a la de fray Servando, pues ambos vuelven a su México natal, Esa coincidencia en la formalizacién espacial no debe enmascarar la oposicién tajante que se da en la coordenada temporal. Si fray Servando regresa a un tiempo anterior y vuelve aser muchacho, tanto el Amo como Filomeno, personajes del siglo xv11t, son 630 Joaquin Roses trasladados al siglo xx en el octavo y titimo capitulo de la novela de Carpentier. Es el propio indiano quien dice entonces: «No entienden que lo fabuloso esté en el futuro. Todo futuro es fabuloso» (Carpentier, 1998, p. 83)5, No sdlo son opuestos los procedimientos, sino la propia concepcidn del tiempo, de la his- toria y de la novela: frente al pensamiento ut6pico de Carpentier, el nihilismo postmoderno (neobarroco) de Reinaldo Arenas. EL ALUCINADO SE DESCONCIERTA CON EL CONCERTISTA: LA POLEMICA Como sucede en ocasiones, el escritor joven se ofende por la acusacién de que sus primeras novelas revelan influencias literarias de un autor més 0 menos consagrado, Algo asf ocurtié en el proceso inmediato de recepcién de El mundo alucinante, como constata con itonia el propio Arenas al final del citado prélogo de 1980: Postdata: me informan que informes desinformados (y patéticos) informan que hay en esta novela —El mundo alucinante— escrita en 1965, Mencién en el Concurso UNEAC, 1966, influencia de obras que se escribieron y publicaron des- pués de ella, como Cien aris de soledad (1967), y De donde son los cantantes (1967). Influencias similares también han sido sefialadas en Celestino antes del alba, esctita en 1964, y Mencién UNEAC, 1965. He aqui otra prueba irrebatible, al menos para los critics y resefieros literatios, de que el tiempo no existe. Aunque no es mencionado, el modelo de Carpentier (autor cubano de nove- las histéricas de estilo barroco) se esconde tras estas palabras, un modelo recha- zado tajantemente por Arenas y sometido a caricatura parddica en uno de los fragmentos més citados de la novela, correspondiente al capitulo XXXIV: Enseguida fray Servando se puso de pie y se incliné sobre el balcén. Por un momento quedé desconcertado. Aquel hombre (ya viejo), armado de compases, cartabones, reglas y un centenar de artefactos extrafiisimos que fray Servando no pudo identificar, recitaba en forma de letania el nombre de todas las columnas del palacio, los detalles de las mismas, el nimero y la posicién de las pilastras y arquitrabes, la cantidad de frisos, la textura de las cornisas de relieve, la compo- sicién de la cal y el canto que formaban las paredes, la vatiedad de arboles que © Las citas de esta novela corresponden a Carpentier, 1998. Consigno entre paréntesis el néimero 0 mimeros de pagina. El viaje neobarroco: alucinaciones y desconciertos 631 poblabani el jardin, su cantidad exacta de hojas, y finalmente hasta las distintas familias de hormigas que crecian en sus ramas. Luego hacfa un descanso, y con gran parsimonia anotaba todas las palabras pronunciadas en un grueso cartapacio en cuya tapa se lefa El Saco de las Lozas con letras tan grandes y brillantes. El fraile, desde su balcén, pronuncié en voz alta el titulo de la obra en gestacién. Lo repitié varias veces. Y luego, enfurecido, se anzé sobre un cactus espinoso, se deslizé por el rbol, se paré delante del futuro apologista y le golped el cuello. Pero éste permanecfa ensimismado, y continuaba en su labor. Contaba ahora las espinas de los nopales, la variedad de piedras que pululaban en el jardin y los diferentes registros de un cernicalo que planeaba chillando sobre su cabeza atraido por el brillo de la calvicie. Fray Servando volvié a golpearlo. Pero el escritor permanecta como en un estado de gracia. «Diez mil espinas de una pulgada», decia. «Ocho doseles corintios», repetia ahora. «Mil quinientas aldabas de bronce», bramaba. Y seguia anotando, murmurando, en otro mundo. Finalmente, fray Servando, comprendiendo que todo era inéil, dejé al hombre en su labor (ya el cetnicalo amenazaba con sacarle los ojos), y subi6, ahora por las escaleras, hasta el balcén del palacio (pp. 284-285). El «alucinado» queda «desconcertado» con este personaje, trasunto claro del amante de la arquitectura, la naturaleza, la musica y el detalle, el «concer- tista» Alejo Carpentier. Emil Volek fue el primero en citar, que yo sepa, este importante fragmento y sefialé cémo ya habian sido parodiados los rasgos estilisticos de Carpentier en Tres tristes tigres (1968) de Guillermo Cabrera Infante. Por otra parte, la mencién emel fragmento al cartapacio El Saco de las Loxas no puede ser sino una deformacién del titulo de la novela de Carpentier El siglo de las luces (1962). Sin aludir a esta resonancia, Julio Ortega pone en relacién esa novela con El mundo alucinante (1969) cuando afirma que la obra de Arenas es el «reclamo de la utopia frente a la historia, contra la politica», aunque no existe en ella el propésito de plantear una problematica, por lo que «no implica un debate ideolégico sino una decidida opcién poética» (Ortega, 1973, p.225), Otro critico que compara ambas novelas es Claude Fell, pero insiste en la diferencia fundamental entre ambas que radica, una vez mas, en el eje historial ficcién: «mientras que en El siglo de las luces las fuentes hist6ricas garantizaban la ‘historicidad’ de Victor Hugues, Arenas las solicita para que confirmen la dimensién fantdstica de fray Servando» (Fell, 1978, p. 727). Frente a los esbozos y aproximaciones tangenciales anteriores, el estudio comparativo mAs extenso y consistente es el de Oscar Rodriguez Ortiz, quien 632 Joaquin Roses afirma que «(ell modelo del viaje extraido de Carpentier como instancia imaginativa para la literatura latinoamericana tiene, sin embargo, algunas variantes que conviene precisar en el caso de la novela de Arenas con el objeto de indicar su participacién multiple en numerosos discutsos» (Rodriguez, 1980, p. 28). Estos serian el de la picaresca, el del viaje de aventuras y el de Ia sétira. Muchos afios después, Juan José Barrientos (1996) vuelve sobre el asunto en un articulo donde el desconcierto Carpentier/Arenas se formula en varias dicotomias: erudicién/imaginacién; verosimilitud/inverosimilitud; cronologias/ anacronismos; precision geogréfica/anatoplas; literatura/mitologia. Por las misma fechas, Maria del Carmen Marengo acomete otro estudio comparativo de ambas novelas, y llega a conclusiones que ratifican la hip6- tesis aqui defendida, por cuanto considera El mundo alucinante como novela neobarroca a la manera de Sarduy, o sea, «estallido en que los signos giran y se escapan hacia los limites del soporte sin que ninguna férmula permita trazar sus lineas o seguir los mecanismos de su produccién» (Marengo, 1996, p. 126). Ese planteamiento le permite postular la existencia de dos grupos o lineas de escritura en la narrativa hispanoamericana, que podriamos esquematizar del siguiente modo: 1) escritores preocupados por el origen y la identidad cultural latinoamericana (Carpentier, Arguedas, Asturias, Garcla Marquez); 2) neoba- trocos, inquietos por cuestiones estéticas y de representacién (Lezama Lima, Sarduy, Arenas, Elizondo). Como vemos, ambos grupos representan distintas nociones de realismo: el primero esta ligado al realismo y sus variantes; el segundo, claramente antirrealista, vinculado a la «desrealizacién del represen- tacionalismo lingiiistico» (Ibid., pp. 26-27). Las conexiones entre ambas novelas (ya sea por similitud o por contraste) no se limitan, por tanto, a las resonancias puramente verbales, sino que afec- tan productivamente a nuestras indagaciones teéricas sobre el Neobarroco y sus confusas definiciones criticas. Del mismo modo, el fragmento parddico sefialado no debe de ser el tinico en la novela de Arenas, cuya lectura atenta puede desvelar otros ecos irénicos, tal y como demuestra Carolina Alzate (1999, pp. 49-50) que interpreta el epilogo de El mundo alucinante como parodia del eptlogo de El siglo de las luces, En un dmbito hermenéutico distinto, las disensiones con Carpentier pro- pician el desciframiento del innegable cardcter politico de la novela de Are- nas, faceta importante que no sélo une a fray Servando con Arenas, como 4 mismo explica en el prélogo, sino que vincula el siglo x1x con el xx y 4 foo El viaje neobarroco: alucinaciones y desconciertos 633 propugna un desengafio absoluto por cualquier revolucién. Esas conexiones fueron estudiadas especialmente en los varios articulos de Andrea Pagni, quien, a semejanza de sus predecesores, da en la clave al situar la novela en el contexto de la narrativa postmoderna, como signo del fin de los grandes relatos diagnosticado por Lyotard’. De modo que, cuando fray Servando, tras haber alcanzado México la independencia, se pregunta con desdén si aquel nuevo estado politico es el paraiso, lo que realmente se esté sugiriendo es una critica a la Cuba revolucionaria. Ahora bien, para nuestros propésitos Jo que nos interesa més es la desaprobacién por esa via a las formulaciones de «lo real maravilloso», pues la novela de Arenas ¢s una importante cala en la polémica con Carpentier, cuya palabra literaria serfa expresién de un len- guaje autoritario sancionado por la historia oficial. Por esa razén El mundo alucinante no puede set nunca una novela histérica (concepto prostituido) sino un relato de aventuras (concepto que escapa al control ideoldgico). La visién progresiva y esperanzada de la Historia que propugna Carpentier es la més alejada del concepto neobarroco del tiempo y de la Historia, definida postmodernamente por su cardcter no lineal. Pese a los multiples juegos con el tiempo, la narrativa de Carpentier no puede set inscrita en la categoria neobarroca, pues no cumple las condiciones programaticas necesarias para ello, El cardcter coercitivo de lo histérico resulta determinante a la hora de decidir la inclusién de las novelas de Carpentier en movimientos estéticos determinados, como el Neobartoco. En una entrevista realizada por Enrico Mario Santi (1980, p. 25) el propio Arenas afirmaria: El barroco me parece mucho més inteligente cuando, como dijera Borges, el estilo linda con su propia caricatura [...] En las novelas de Carpentier llega un ‘momento en que todos los personajes estén tan connotados por la historia [...] que no se pueden mover: cada vez que se mueven hay que connotar el paso que dan, la época de la alfombra que pisan, el pafio con que se cubren el cuerpo, el mueble donde finalmente se sientan. 7 Pagni, 1989, pp. 143-156; 1991, pp. 139-148; para quienes lean alemén, véase la reelabo- racién del dltimo trabajo en 1992, pp. 157-168. Una reciente contribucién a la interpretacién politica de la novela es el articulo de Sabine Schlickers, «La rebeldia narrativa de Reinaldo ‘Arenas en El mundo alucinante» (2003, pp. 109-22). 634 Joaquin Roses Latin QUE SUENA A AFRICANO, ESPANOL AFROANTILLANO QUE SUENA A LATIN: EL MUNDO ALUCINANTE ¥ CONCIERTO BARROCO Alla vista de los cotejos anteriores, que demuestran un antagonismo claro entre ambos novelistas y su concepcién de la literatura, es mds necesario que nunca ampliar el marco comparativo, proyectando el debate a otra novela de Carpentier, Concierto barroco (1974). Hasta la fecha, sélo Sophia A. McClennen ha intentado establecer esa conexién. Por desgracia, su enfoque esté limitado al capitulo de las analogias, por cuanto su propésito es sefialar similitudes entre ambos textos como expresin de un discurso ideolégico anticolonialista: en Arenas mediante el asalto desconstructivo al concepto de verdad, y en Carpen- tier por razén de la defensa del mestizaje (McClennen, 2003)°. Aparte de las coincidencias sefialadas por McClennen, resultarfa sumamente productivo el estudio més detallado de las mismas que afectan a la categoria narrativa del personaje. En primer lugar, la eleccién por los autores de pro- tagonistas mexicanos, el hecho de que ambos inicien su viaje desde Veracruz (lo cual entra dentro de Ia légica histérica) y que muestren una predileccién por el disfraz. Pero incluso en el caso de estas coincidencias deben mostrarse diversificaciones significativas: la soledad de fray Servando frente a la compafiia constante en que viaja el Amo (primero con Francisquillo, luego con Filo- meno); el motivo funesto del viaje del dominico (destierro) frente al propésito principal del viaje del Amo (placer); el uso del disfraz como instrumento de supervivencia y huida en El mundo alucinante frente al empleo frivolo, aunque Ileno de connotaciones sobre la identidad, en Concierto barroco. Més relevante atin es la configuracién del personaje en su devenir, que resulta clara y significativa en Concierto barroco, ya que el Amo finalmente toma conciencia de su identidad, pero que es muy problematica en el caso de Elmundo alucinante, pues como asegura Aida M. Beaupied «el personaje nunca cambia», es siempre el mismo: «alucinado, incorruptible, enfrascado en huir», y todo anilisis del mismo «nos lleva al nivel abstracto o de las ideas» (Beau- * No comparto algunas conclusiones, como que el desorden del tiempo y la cronologla histérica son visibles en ambos textos. Opino, por el contrario, que, aunque en Concierto barroco encontramos miiltiples juegos con el tiempo (elipsis, anacronismos, etc) existe, no obstante, ‘una sélida estructura narrativa temporal basada en el orden lineal y en la exhibicién de marcas cronolégicas; en Arenas, en cambio, se tiende a suprimir cualquier referencia concreta, con excepcién del sermén de fray Servando sobre la virgen de Guadalupe, fechado con precision histérica el 12 de diciembre de 1794. El viaje neobarroco: alucinaciones y desconciertos 635 pied, 1984, p. 140). Frente a fray Servando, especie de buscén quevediano, el Amo y Filomeno de Concierto barroco, aunque no trazados en profundidad, funcionan como figuras ecoicas de Don Quijote y Sancho, personajes redondos y envueltos en un proceso evolutivo, lo cual vuelve a intensificar atin més los contrastes entre Arenas y Carpentier. Sus personajes comparten, sin embargo, una cosa: la visién negativa que ambos (fray Servando y el Amo) tienen de ciertos lugares, tipos y costumbres de Espafia. Quisiera destacar ahora un aspecto que considero extraordinariamente curioso: me refiero al uso del latin en un pasaje de El mundo alucinante y en otro de Concierto barroco, que harfa las delicias del Inca Garcilaso, Durante su viaje a Espafia, fray Servando, después de innumerables peripecias, termina en un barco negrero espafiol (capitulo IX) confundido él mismo con un negro por la cantidad de horas que habia estado expuesto al sol del Atlantico. Para engafiar a los marineros y no ser descubierto, el fraile emplea una treta singular: Al principio, y sabiendo el poco conocimiento que tenian los marineros y més si eran espafioles, les hablaba en latin para que pensaran que era un dialecto afticano. Y asi lo creyeron los muy salvajes. Y sucedia por las tardes que yo, para mi consuelo, me ponia a recitar trozos de Virgilio y los muy bestias me repelian en mal espafiol diciéndome: —jNegro salvaje, ya estés maullando tu dialecto africano y bestial! (p. 80). Hay en estas lineas no uno sino varios procedimientos (més o menos sola- pados) que ponen de relieve los prejuicios eurocéntricos de los espaiioles. La figura retdrica que sustenta el fragmento es la ironia, que cumple la funcién de sugerie una inversién conceptual en torno a las cuestiones de la identidad. Los espafioles (convencionalmente asociados al mundo civilizado) son tachados de ignorantes, crédulos, malhablados y, sobre todo, salvajes (palabra marcada). Frente a ellos, fray Servando, el «supuesto» africano (convencionalmente aso- ciado a la barbaric), es calificado por los marineros incultos de negro (lo cual es falso), salvaje (es hombre de letras), maullador (‘malhablado’, aunque recita a Virgilio) y bestial (wu espiritualidad es su verdadera fosa). El latin de Virgilio les suena a los espafioles a «dialecto africano y bestial». Las significaciones del texto se enriquecen si observamos que la oposicién no es espafioles/africanos, sino que, por arte de la simulacién y el disfraz, esa dicotomia es sélo aparente, pues la oposicién real encubierta seria espafioles/mexicanos, Los estereotipos aplicados a estas dos identidades (espafiol civilizado/mexicano bétbaro) son 636 Joaquin Roses irénicamente invertidos, presentando Arenas a los espafioles con todos los signos de la barbarie y a fray Servando con los del ingenio, la cultura y la sensibilidad. Es sumamente Ilamativo que Carpentier recurra también al latin para resaltar de nuevo, aunque con otros matices, un desencuentro basado en mal- entendidos lingiifsticos. En el capitulo cinco de Concierto barroco, los miisicos europeos (Vivaldi, Haendel y Scarlatti) acompafian al Amo mexicano y a su acompafiante negro Filomeno al Ospedale della Pietd, donde improvisan un concerto grosso, una especie de jam session en pleno siglo xvun, en la que Filo- meno, simbolo de la percusién y el ritmo cubanos, toca las cacerolas y lanza gritos onomatopéyicos: Y haciendo ademén de matar ia serpiente del cuadro con un enorme cuchillo de trinchar grité: La culebra se murié, Ca-la-ba-sén, Son-sén. Ca-la-ba-s6n, Son, sén. —Kabala-sum-sum-sum —coreé Antonio Vivaldi, dando al estribillo, por habito eclesidstico, una inesperada inflexién de latin salmodiado. Kdbala-sum-sum- sum —coreé Domenico Scarlatti. Kébala-sum-sum-sum —cored Jorge Federico Haendel. Kabala-sum-sum-sum —repetian las setenta voces femeninas del Ospe- dale, entre risas y palmadas. Y, siguiendo al negro que ahora golpeaba la bandeja con una mano de mortero, formaron todos una fila, agarrados por la cintura, moviendo las caderas [...] (pp. 49-50). La resonancia literaria més obvia es el poema «Sensemayé. Canto para matar una culebra», de Nicolds Guillén, pero lo que resulta més interesante es la pre- sentacién de un nuevo caso de prejuicio eurocéntrico: las palabras del cubano no son entendidas, sdlo son vislumbradas por mediacién del lat{n, tinica refe- rencia cultural que permite explicar lo desconocido ¢ ignorado a los europeos cultos, La traduccién de lo incomprendido la inicia Vivaldi, que es secundado por Scarlatti y Haendel, y cuya salmodia del desencuentro es ratificada por «las setenta voces femeninas del Ospedale», El ambiente recteado es jocoso, festivo, pero el acontecimiento lingitistico es un signo triste de interpretacién errénea. oe | gi i LCS El viaje neobarroco: alucinaciones y desconciertos 637 Como en el pasaje de Reinaldo Arenas, otta vez los europeos se equivocan, la ligera matizacién que diferencia ambos procedimientos es que, en este caso, se exhibe con sutileza un privilegio de lo popular (cubano) que es tergiversado por lo culto (europeo). BARROQUISMO TARD{O FRENTE A NEOBARROCO. El mundo alucinante es, sin duda, una novela que revela huellas eviden- tes del movimiento estético que llamamos Battoco, y cuyas manifestaciones principales se producen en el siglo xvi y parte del xvitt. Basta con mirar el indice de la novela para advertir que esa forma de titular los capitulos es una referencia incuestionable a la literatura clisica espafiola. En la esfera de la expresividad retérica son innumerables los recursos empleados que remiten igualmente a la literatura del concepto y el exceso (los juegos de palabras, las hipérboles)”. Toda la novela de Arenas es una gran hipérbole, pero quizd uno de los ejemplos méximos sea el capitulo V, en que fray Servando entra en la cueva de Borunda. Algunos fragmentos son ilustrativos, también, de claras resonancias literarias: —Yo soy Borunda —me dijo una voz, espantando murciélagos. [...] Y de un gran brinco se paré en la puerta de la cueva y descorrié una gran cortina hecha con alas de murciélagos. [...] Empezaba a hablar dando resoplidos y luego comenzaba a levantar la voz, tan alto, que millares de murciélagos salian dando chillidos y tropezando con las paredes de la cueva hasta caer muertos, pero varios miles lograban siempre traspasar la cortina y salian fuera, donde nublaban el sol (pp. 56-57). Un seguidor de Lezama no pudo desconocer el Polifémo de Géngora, de cuyas octavas iniciales, concretamente la ntimero cinco, encuentro aqui varios ecos indudables: la descripcién de la cueva, la presencia de los murciélagos, la metéfora de una cortina espesa que tapa la boca del recinto (en Géngora de troncos, aqui de alas de murciélagos), la imagen del sol nublado (la noche en pleno dia), > Blorriaga afirma que la «caracteristica fundamental de El mundo alucinante es lo exce- sivon (1985-1986, p. 54). 638 Joaquin Roses En el Ambito de las modalidades novelescas que contribuyen a la interpreta- cién de El mundo alucinante, el género picaresco, desarrollado principalmente en el Barroco, posce suma importancia. Afortunadamente, esas conexiones han sido bien trazadas en un articulo de Angela L. Willis (2005, pp. 61-83), donde se estudian las vinculaciones con el Guzmdn y el Buscén, Quisiera afiadir, tan sélo, un ejemplo de calco lingiiistico que remite a la segunda de esas obras. El comienzo del capitulo IV de El mundo alucinante recuerda vagamente las bromas escatolégicas infligidas por los estudiantes a Pablos en la Universidad de Alcal, pero el fragmento siguiente: «L.os novicios lo bombardeaban con velas encendidas que hacfa blanco con certera punter‘a. Y en una de estas batallas capillales se encontraba cuando [...}» (p. 51), no s6lo alude a ese episodio del Buscén, sino que evoca lingiiisticamente la cons- truccién conceptista de Quevedo cuando en el episodio del Rey de Gallos habla de «batalla nabal>. También Concierto barroco (y el titulo es una evidencia) revela huellas inequivocas de la literatura barroca, que se manifiestan especialmente en el componente estilistico. Ahora bien, los sublimes ecos en el texto de Arenas y en el de Carpentier no son suficientes para asignarles el rétulo de novelas neobarrocas. Es en este punto en el que ambas obras divergen. Para Carpentier, la renovacién narrativa opera epidérmicamente en la esfera de lo formal, es esencialmente lingtiistica. En el capitulo seis de Concierto barroco encontramos tun pasaje de decisivo alcance metaliterario; Haendel y Vivaldi hablan sobre Stravinsky: «Ah{ se oyen melismas de un estilo medieval que hemos dejado atrés hace muchisimo tiempo». «Es que esos maestros que Ilaman avanzados se preocupan tremendamente por saber lo que hicieron los mtisicos del pasado —y hasta tratan, a veces, de remozar sus estilos» (p. 58). Resulta indudable que, en opinién de Carpentier (por boca de sus persona- jes), ser un maestro avanzado es ser alguien que remoza los estilos del pasado. Eso es lo que lo distingue de Arenas. Para este tiltimo, la literatura no es tanto un gran flamboyan arborescente sino una materializacin de la nada", idea que coincide con los postulados neobarrocos de Sarduy sobre el hueco y el vacio. ' En esa linea se sitda el articulo de Alicia Borinsky ya citado. Para Eduardo Lolo, esa carencia alude en la novela de Arenas a la falta de libertad, como puede verse en su desigual trabajo «Reinaldo Arenas y Fray Servando Teresa de Mier: La historia como trampa sérdida», co El viaje neobarroco: alucinaciones y desconciertos 639 El lector de £/ mundo alucinante, como asegura Beaupied (1984, p. 141), «més que atento a lo narrado [es] consciente de los mecanismos que hacen posible la ficcién, y de los mensajes implicitos en la insistencia en mostrar tales mecanismos», exactamente igual a lo que sucede en su coeténea De donde son los cantantes (1967), donde predomnina la funcién placentera del lenguaje frente a las funciones propias de otros discursos y las estrategias para dejat al descubierto los recursos generadores de literariedad. Una expresividad deliberadamente estética sustenta lo bartoco. Concierto barraco cumple con creces ese tequisito; El mundo alucinante lo cumple y se distancia paradéjicamente de su objetivo. Mientras el bartoco de Carpentier es eminentemente formal y plastico (aunque de plata), el de Arenas avanza en lo conceptual, integréndose plenamente en lo que llamamos Neobarroco, un movimiento muy alejado, como pensaba Sarduy, de la estética de Carpentier. Uno de los principales estudiosos de este autor, Steve Wakefield, quien le ha dedicado recientemente un libro completo, sefiala la importancia de poner en relacién sus teorias sobre el barroco con su concepto de lo real maravilloso, y acierta definitivamente cuando afirma: «For Carpentier, loreal maravilloso, was en su libro Las trampas del siempo y sus memorias (1991, pp. 91-110). Aprovecho esta nota para dejar constancia de algunos de los articulos dedicados a El mundo alucinante que he consul- tado, pero que no me han sido tan diles como los citados en las notas y bibliografia de este trabajo: Ménder Rédenas, Adriana (1986): «Repeticién y paralelismo en la prosa natrativa: El mundo alucinante, de Reinaldo Atenas», en Garrido Gallardo, Miguel (ed.), Critica semio- (igica de textos literarios hispdnicos. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Cientificas, pp. 457-469; Cazemajou, Jean (1990): «Espace et liberté dans The Il-Fated Peregrinations of Fray Servando de Reinaldo Arenasv, en Béranger/Cazemajou/LacroixiSpriet (eds.), Multilin- uisme et multiculturalismo en Amérique du nord. 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Juan VittoRo La victima salvada. Guusepre Betuint Col6n y el Descubrimiento en la cultura italiana ., Dare Liao Del indigena cosmogénico al indigena antropolégico... Joaquin Marco Viaje literario en el mundo global: sobre Travesuras de la nifta mala, de Mario Vargas Llosa... Luz Ropricuez-Carranza Usos de la utopia. 2. Cristébal Colén y los escritos del descubrimiento Rita GNuTZMANN El largo viaje de Alonso Cueto hacia el corazén de las tinieblas.... Beatriz ARACIL El monarca, su vasallo y el otro: Hernn Cortés y los vinculos de la escritura Gema Areta Maricé La concepcién lirica de Cristébal Colén.. 161 José Cartos GonzAtez Borxo La génesis del Descubrimiento y la nueva Imago Mundi, segtin los cronistas de Indias .. Joan-Manvet Garcia Ramos Colén: el novelador novelado ... Eva M2 Vatero Juan De Valladolid a Chiloé, el viaje hacia la otredad de Alonso de Ercilla .. Javier GonzALEz Martinez El Rey como espectador de! teatro indiano: Las palabras a los reyes, de Luis Vélez de Guevara . 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Rosa Garcia GuTtéRREZ Quinientos aiios después: Doce cuentos peregrinos . 1775 FERNANDO SauceDo LasTRa Viaje vertical: notas sobre el proyecto literario de Roberto Bolafo en Entre paréntesisy Los detectives salvajes. Hevena Usanpizaca Cristébal Colén en los Andes: biisquedas y descubrimientos en El Pez de Oro, de Gamaliel Churat: Veca SANCHEZ ApaRICIO Viaje ¢ insularidad: desplazamientos literarios en Retrato de Abel con isla volednica al fondo y El libro de Esther, de Juan Carlos Méndez Guédez 5. El viaje y la escritura de mujeres en América Latina Sonta Marratia Silvina, Angélica, Cristina: viaje sin equipaje Awa Lozano pe LA Pova Viajes de escritura y lectura en los cuentos de Silvina Ocampo. .....843 ANNA CHOVER LAFARGA Viajeras de ambos lados. El género y la nocién de transterritorialidad en la narrativa de Achy Obejas y Ana Lidia Vega Serova... Dons Tears Campos De «asesina» a «difunta». El viaje de la muerte en la obra pottica de Alejandra Pizarnik ... Fanny RaMirez De lo intimo a lo piblico. Cronistas venezolanas de la segunda mitad del siglo xx y primer lustro del siglo xxz... Isapet Luenco Comerdn Un viaje al pasado de Venezuela en la novela Solitaria solidaria de la escritora venezolana Laura Antillano .. Marcarrra Cuzro Veica El viaje mitico en Los cuentos de Eva Luna... Rosa Maria Diez Coso La distopia universal a través del apocalipsis mexicano en Cielos de la tierra de Carmen Boullosa... ELIA SANELEUTERIO TEMPORAL Los viajes de «La Storni» 6. Teatro contemporéneo latinoamericano Carmen MAnquez Montes Viajes de Colén por la escena hispanoamericana en tres actos... 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