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Tercera semana
A comienzos de la tercera semana en la porción caudal del disco germinativo aparece
una estructura lineal en la superficie del epiblasto, la línea primitiva. Esta estructura
se forma por la proliferación y migración de células del epiblasto hacia el plano medio
del disco embrionario. A medida que la línea se alarga por la adición de células en su
extremo caudal, se desarrolla en su centro el surco primitivo y su extremo craneal
prolifera para formar el nódulo primitivo o de Hensen, zona ligeramente elevada
alrededor de la fosita primitiva.
La aparición de esta línea permite identificar el eje craneocaudal del embrión, los lados
derecho e izquierdo, los extremos craneal y caudal y las superficies dorsal y ventral.
Gastrulación
Con su formación, también se da inicio a la gastrulación, proceso característico de
esta semana y que explicaremos a continuación.
En el disco embrionario, poco después de formada la línea primitiva, las células del
epiblasto migran hacia ella y se invaginan por el surco primitivo, deslizándose y
desprendiéndose por debajo del epiblasto.
Una vez que las células se han invaginado, algunas de ellas, desplazan al hipoblasto,
lo que da origen al endodermo embrionario, otras se ubican entre el epiblasto y el
endodermo para constituir el mesodermo y finalmente las que quedan en el epiblasto
forman el ectodermo.
De este modo por medio del proceso de gastrulación se originan las tres capas
germinativas del embrión a partir del epiblasto. Las células de las tres capas
germinativas formadas, constituyen la fuente de todos los tejidos y órganos del
organismo.
En esta vista superior del disco embrionario se representa la trayectoria que siguen las
células en su migración entre el epiblasto y el hipoblasto, rellenando el espacio entre
ellos excepto en dos zonas, la lámina precordal en la región cefálica y la lámina
cloacal en la región caudal del disco.
Por delante de la lámina precordal pasan las células del mesodermo intraembrionario y
forman la lámina cardiogénica a partir de la cual se origina el corazón.
Las células del mesodermo migran hacia el borde del disco y contactan allí con el
mesodermo extraembrinario que cubre el saco vitelino y el amnios.
En la fosita primitiva se invaginan células que migran en dirección a la lámina
precordal, las que participan en la formación de la notocorda.
Las células prenotocordales invaginadas por la fosita primitiva, migran hasta llegar a la
placa precordal, formando el canal notocordal. El suelo de esta prolongación, se
fusiona con el endodermo subyacente y las capas fusionadas sufren procesos
degenerativos.
El resto de la prolongación forma la placa notocordal, que prolifera y se desprende del
endodermo para formar un cordón macizo que es la notocorda definitiva; esta
constituye el eje primordial del embrión, actuando como base para el desarrollo de
esqueleto axil e indica la futura localización de los cuerpos vertebrales.
Simultáneamente a los procesos de diferenciación que ocurren en el embrión el
trofoblasto también avanza rápidamente en su desarrollo según veremos a
continuación.
Hacia el comienzo de la tercera semana, el trofoblasto se caracteriza por la presencia
de las vellosidades primarias, en cuyo centro posteriormente penetran las células
mesodérmicas en dirección a la decidua, formándose una vellosidad secundaria.
Al final de la tercera semana, en el mesodermo de la parte central de la vellosidad
secundaria, se diferencian vasos sanguíneos de pequeño calibre, formándose la
vellosidad terciaria que constituye el sistema capilar velloso.
Estos capilares contactan con capilares del corion y con los del pedículo de fijación,
los que a su vez establecen contacto con el sistema circulatorio intraembrionario.
Resumiendo, al término de la tercera semana se distingue un embrión trilaminar,
aplanado, con más desarrollo en su extremo cefálico y un trofoblasto que ha
desarrollado vellosidades secundarias y terciarias.
Cuando en el desarrollo persisten células como restos de la línea primitiva estas
pueden proliferar y formar tumores en la región sacrococcígea, como el teratoma
sacrococcígeo.
Otras malformaciones pueden presentarse si la gastrulación es interrumpida por
anomalías genéticas o agresiones teratógenos.
PERÍODO EMBRIONARIO
Durante la tercera a la octava semana de desarrollo tiene lugar el denominado período
embrionario o de organogénesis, en el que cada una de las tres hojas germinativas da
origen a los diferentes tejidos y órganos específicos, estableciéndose las principales
características del cuerpo.
Estos fenómenos son particularmente sensibles al efecto adverso de factores
externos, que pueden provocar alteraciones del desarrollo, por lo que se considera a
estas semanas como un período crítico del desarrollo.
El aspecto externo del embrión ha sido modificado por todos los cambios antes
referidos; desde una forma aplanada en la tercera semana con su extremo cefálico
más desarrollado, a una estructura cilíndrica donde los caracteres externos principales
son los somitas y los arcos faríngeos como ocurre en la cuarta semana, en la que la
edad embrionaria suele expresarse según el número de somitas.
Posteriormente el desarrollo de las extremidades a partir de la quinta semana, la
pérdida de la cola y el desarrollo de la cara, ojos y oídos, hacen que a finales de la
octava semana el embrión tenga un aspecto más humano y mida aproximadamente
treinta milímetros.
Paralelamente al desarrollo del embrioblasto, el trofoblasto se va desarrollando
estableciéndose las relaciones morfológicas necesarias para los intercambios
fisiológicos entre la madre y su embrión como veremos a continuación.
CIRCULACIÓN PLACENTARIA
Por la placenta circulan simultáneamente dos tipos de sangre, la materna y la fetal, sin
que lleguen a mezclarse.
La sangre materna oxigenada, entra a presión hacia el espacio intervelloso, a través
de las arterias espirales de la decidua, bañando las abundantes vellosidades. Al
disminuir la presión, la sangre retorna desde la lámina coriónica hacia la decidua y se
incorpora a la circulación materna por las venas endometriales.
La sangre fetal, circula por los vasos coriónicos.
La sangre desoxigenada entra a la placenta por las arterias umbilicales y recorre los
vasos coriónicos hasta el interior de la vellosidad donde se produce el intercambio de
nutrientes y gases a través de la membrana placentaria, para retornar al embrión por
la vena umbilical.
Tengan en cuenta que en este caso la sangre oxigenada cursa por la vena umbilical y
la poco oxigenada por las arterias.
La membrana placentaria es una estructura formada por los tejidos extrafetales que
separan la sangre materna de la fetal.
Hasta las 20 semanas, la membrana placentaria está compuesta por cuatro capas:
Sincitiotrofoblasto, citotrofoblasto, tejido conectivo de las vellosidades coriónicas y el
endotelio de los capilares fetales.
Después de las 20 semanas se producen modificaciones en las vellosidades y la
membrana placentaria se adelgaza, dado que el revestimiento endotelial se pone en
íntimo contacto con el sincitiotrofoblasto, lo cual aumenta significativamente el índice
de intercambio.
Las principales funciones de la placenta son:
Intercambio de gases fundamentalmente oxígeno y dióxido de carbono por difusión
simple.
Intercambio de nutrientes como aminoácidos, lípidos, hidratos de carbono,
vitaminas, y de electrolitos como potasio, sodio y cloruro entre otros.
Transmisión de anticuerpos maternos, fundamentalmente las inmunoglobulinas G,
que se transportan hacia el feto a partir de las 14 semanas, proporcionándole
inmunidad pasiva contra varias enfermedades infecciosas.
Producción de hormonas entre las que se encuentran la progesterona, los
estrógenos, la gonadotrofina coriónica humana y el lactógeno placentario.
LÍQUIDO AMNIÓTICO
La cavidad amniótica está ocupada por un líquido acuoso y cristalino producido en
parte por los amnioblastos, pero principalmente originado a partir de la sangre
materna. Su cantidad aumenta progresivamente hasta alcanzar de 800 a 1 000 ml a
las 37 semanas.
El feto, fijado por el cordón umblical, flota en el líquido amniótico, el que tiene entre
otras funciones la de amortiguar las sacudidas, evitar las adherencias amnióticas y
permitir los movimientos fetales.
A partir del quinto mes el feto deglute líquido amniótico y vierte orina al mismo;
produciéndose un reciclaje del volumen de líquido amniótico, el que resulta de gran
importancia para el diagnóstico prenatal de malformaciones y la evaluación de la
maduración fetal.