El desempeño de los empleados ha sido considerado como un eje fundamental para la efectividad

y éxito de una organización; de ahí que exista en la actualidad total interés en los aspectos que
permitan no solamente medirlo, sino también mejorarlo.

Al respecto, Chiavenato (2000) define al desempeño laboral como las acciones o

comportamientos observados en los empleados que son relevantes al logro de los objetivos de
la organización. Por su parte, Palaci (2005) plantea que el desempeño laboral es el valor que se
espera aportar a la organización de los diferentes episodios conductuales que un individuo lleva
acabo en un período de tiempo. Estas conductas, de un mismo o varios individuos en diferentes
momentos temporales a la vez, contribuirán a la eficiencia organizacional.

La importancia de este enfoque reside en el hecho que el desempeño del trabajador va de la mano
con las actitudes y aptitudes que estos tengan en función a los objetivos que se quieran
alcanzar, seguidos por políticas, normas, misión y visión de la organización.