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Sobre la Hipótesis Represiva

Michel Foucault señala que existe cierto grupo de ideas, argumentos, esquemas y teorías
que soportan y realzan la idea de una cultura burguesa y represiva contra la sexualidad humana.
Para esto Foucault elabora la noción de hipótesis represiva, que apunta desde un ámbito
histórico a la manera en que la sexualidad fue forzada al encierro a través de la burguesía del
nuevo capitalismo. Estas fuerzas controlan la libre circulación de la sexualidad en el discurso; la
confisca en un modelo de simple reproducción humana que se delimita al dormitorio conyugal de
una pareja legítima y se impone a los demás espacios sociales como norma. Por lo tanto, deprava
su expresión, haciendo que cada vez se vuelva más difícil y costosa. Hay sitios en los cuales la
sexualidad es tolerada, siempre bajo un manto de puritanismo o un tipo de transacción pringosa
(en últimas donde hay una clara relación de poder): el manicomio, el burdel o el diván de Freud.
De esta manera, la sexualidad se ve enmarcada en el Siglo XVIII dentro de una economía
restrictiva del sexo, que se ve reflejada en una política singular del lenguaje y el habla. También
se concibe como una explosión discursiva en torno al sexo dónde se filtran las palabras; el
vocabulario autorizado; se definen los lugares, los tiempos y las situaciones en los que se permite
hablar de sexo. No obstante, para Foucault, estos controles y la proliferación de discursos sobre
el sexo, obedece a una incitación institucional a hablar sobre él, un imperativo social a decirlo
todo. Por ejemplo, mediante las pesquisas de una confesión, se le otorga cada vez más
importancia al relato de los deseos, las ‘imaginaciones voluptuosas’ y las ‘insinuaciones de la
carne’; de modo que, se decreta, de forma implícita, la urgencia por rastrear hasta las más finas
bifurcaciones de los placeres.

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