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TLEM – T7 – LA PROSA DE FICCIÓN

1. Introducción y contexto

La traducción tuvo un peso enorme en la aparición de las literaturas vernáculas. Como vimos, la
cronística en lengua castellana (Alfonso X) nace de la traducción de textos latinos. La lengua se
flexibiliza por las exigencias de la expresión de conceptos y realidades de otros textos.
A mediados del XIII se testimonia el interés por traducir el libro sagrado, la Biblia. De entre estas
traducciones cabe destacar la Fazienza de Ultramar, una versión reducida de la Biblia, un tratado
geográfico que se centra más en la descripción de lugares que en la propia historia.
La extensión de estos romancimientos y la labor compilatoria de Alfonso X permitió el uso de la
lengua romance para materias que hasta entonces solo se transmitían en latín, ensayando
procedimientos que permitirán el nacimiento de la ficción en el siglo XIV.
La cultura y literatura castellanas recibieron constantemente un fuerte influjo europeo. La línea de
la narrativa de ficción se asentará sobre tres materias: la de Roma, la de Francia y la de Bretaña.
La materia de Roma contiene los relatos sobre Alejandro Magno, Apolonio y otros héroes
implicados en la guerra de Troya. Es la de más prestigio y antigüedad.
La materia carolingia o francesa nace en torno a la figura de Carlomagno. Su historia desarrolla en
términos ficticios diversos episodios de su reinado. Carlomagno pasa de héroe común a prototipo
ideológico.
En cuanto a la materia artúrica o de Bretaña, se desarrolla alrededor de la figura de Arturo, caballero
que libera al pueblo bretón del dominio de los sajones.
Al contrario que el verso, al que le bastan sus marcas formales para definir el marco literario, la
prosa tiene que separarse de lo no-literario. Por esto surge más tarde y con el apoyo de otros usos de
la prosa, sobre todo de la prosa historiográfica.
Hay problemas para definir la ficción medieval porque, por aquel entonces, el término “Historia”
recogía los relatos tanto reales como ficticios.
La ficción no se percibe solo como un divertimento, sino también como forma de transmitir un
modelo de sociedad y un mensaje ético.

2. Amadis de Gaula.

Amadis de Gaula es un libro que narra las aventuras de un caballero de origen real, pero excluido de
su medio, que alcanza el trono mediante la fuerza. La relación entre Amadis de Gaula y la materia
artúrica es evidente, pero lo curioso es que no se refleja en Arturo, sino en Lanzarote (Lancelot) con
el que comparte muchos rasgos comunes.

3. El libro del cavallero Zifar

El Libro del cavallero Zifar representa como ninguna otra las diversas vías que confluyeron en la
narrativa del siglo XIV. La materia artúrica, los relatos hagiográficos (sobre la vida de los santos),
los exempla, la prosa historiográfica y judicial, obras de oriente y occidente, en latín, castellano y
árabe, quedaron fundidas en esta obra excepcional.
Está datado entre 1303 y 1350 y es una obra anónima, aunque se ha sugerido que fuera Ferrán
Martínez, protagonista del exemplum del prólogo. El autor se educó en el Toledo de los siglos XIII
y XIV, y posiblemente fuese especialista en derecho, por la atención que presta al tema en la obra.
De la estructura de la obra, se pueden establecer algunos aspectos que le proporcionan unidad:
– La presencia de un trasladador, al comienzo y al final, quien extrae el mensaje moral que se
debe advertir en la obra.
– La existencia en el prólogo y en la obra de una idea fundamental: “sé agradecido con quien
te ha hecho bien”.
– Los paralelismos estructurales entre la historia de Zifar y la de su hijo Roboán: abandonan
su casa en busca de mejor fortuna, se casan dos veces...
– Recurrencias temáticas y referencias internas: las voces divinas, las premoniciones...

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