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La Literatura, como la pintura, la música o la escultura, es una manifestación del arte. Como tal, no
tiene finalidades subordinadas, como enseñar algo o producir un resultado de tipo religioso,
filosófico o moral. Apela a nuestra sensibilidad y la apreciamos porque sus manifestaciones (un
poema o una narración, por ejemplo) tocan las fibras artísticas de nuestro ser: nos impacta la
urdimbre de una trama o la cadencia de la narración o la música que logra_ a través del manejo del
lenguaje (se dice que el buen lector de Literatura debe tener buen oído) o nos transmite
emociones acerca de profundos instintos humanos, como la venganza, el amor o el temor a la
muerte, al sacarlos del enunciado común y presentarlas revestidas con el ropaje de la belleza (o
sencillez, o reducción al absurdo) de la expresión o encarnadas en una argumento que nos
conmueve.
En este sentido, la Literatura la recibimos, como sostiene con mucho acierto C. 5. Lewis.1
Pero no es ilegítimo que como lectores le demos algún uso particular, que es lo que pretendemos
hacer en este curso: usar la Literatura para saber más del Derecho y para que como profesionales
del mimo seamos más cultos, más completos y, por ello mismo, mejores abogados. He querido, sin
embargo, en este capítulo introductorio, dejar de lado el Derecho y proponer al alumno que
experimente el placer de leer. Para ello he seleccionado algunos prólogos de Borges, que nos
hablan de la estética y algunos poemas y breves extractos de obras en prosa, todo ello tanto de
autores antiguos como modernos y representativos de diversos estilos. La relación que figura a
continuación de los textos que deberán leer podría sugerir que se trata de un material abundante,
pero no es así, ya que de muchas de las obras citadas he escogido una o dos páginas.
BORGES, Jorge Luis. Elogio de la Sombra (Prólogo). Buenos Aires, Emecé Editores, Obras
Completas 1923-1972, 1979, pp. 975-976. (1161 páginas).
BORGES, Jorge Luis. la cifra. (Prólogo y poema "Los justos"). Madrid, Alianza Editorial S.A., 1982,
pp. 11-12 y 81. (107 páginas).
BORGES, Jorge Luis. Los Conjurados (Inscripción, Prólogo y poemas "Tríada" y "los Conjurados", pp.
11, 13-14, 21,97), Madrid, Alianza Editorial S.A., 1985. (97 páginas).
QUEVEDO, Francisco de. Antología poética. Madrid, Alianza Editorial S.A., 1982, p. 70. (143
páginas).
DARÍO, Rubén. Poesía, Managua, Editq_rial Hispamer, 207, pp. 356-357. (723 páginas).
GARCÍA LORCA, Federico. Poema del cante jondo. Romancero gitano. Madrid, Ediciones Cátedra,
2007, pp. 356-357. (723 páginas).
1
LEWIS, C.S. La experiencia de leer. Barcelona, Alba Editorial, 2000.
9
NERUDA, Pablo. Canta General. Buenos Aires, Deb olsillo, 2003, pp. 52-53, 196-199 (487 páginas).
SÜSKIND, Patrick. El perfume. México, Editorial Seix Barral S.A., 1985, pp. 9-12 (237 páginas).
BORGES, Jorge luis. El Aleph: en Obras Completas, op. cit., pp. 624-626.
MALAPARTE, Curzio. "Mujer como yo": en Cuentistas italianos del siglo XX, Marisa Vannini de
Gerulewicz, ed., Caracas, Monte Ávila Editores C.A., 1969, pp. 99-103 (303 páginas)
DEL PASO, Fernando. Noticias del Imperio. México, Edotorial Diana S.A., 1989, pp. 13-15. (670
páginas).
10
) 975 (
J. L. B.
J. L. B .
Buenos Aires, 29 de abril de 1981
14
BORGES, JORGE LUIS
LOS CONJURADOS
(1985)
Inscripción
15 J.L.B.
BORGES, JORGE LUIS
tres. Serla muy raro que este libro, que abarca unas cua·
LOS CONJURADOS renta composiáones, no atesorara una sola línea secreta,
(1985) digna de acompañarte hasta el fin.
En este líbro hay muchos sueños. Aclaro que fueron
dones de la noche o, más preásamente, del alba, no fic
áones delíberadas. Apenas si me he atrevido a agregar
Prólogo uno que otr o rasgo árcunstanáal, de los que exige m,¡es
tro tiempo, a partir de Defoe.
Dicto este prólogo en una de mis patrias, Ginebra.
J.L.B.
9 de enero de 198,.
A nadie puede maravillar que el primero de los ele
mentos, el fuego, no abunde en el libro de un hombre
de ochenta y tantos años. Una reina, en la hora de su
muerte, dice que es fuego y aire; yo suelo sentir que soy
tierra, cansada tierra. Sigo, sin embargo, escribiendo.
¿Qué otra suerte me queda, qué otra hermosa suerte
me queda? La dicha de escribir no se míde por las vir·
tudes o flaquezas de la escritura. Toda obra humana es
déleznable, afi.rmá Carlyle, pero su ejecución no lo es.
No profeso ninguna estética. Cada obra confía a su
escritor la forma que busca: el verso, la prosa, el estilo
barroco o el llano. Las teorías pueden ser admírables
estímulos (recordemos a Whitman) pero asimismo pue
den engendrar monstruos o meras piezas de museo. Re
cordemos el monólogo interior de James Joyce o el
sumamente incómodo Polifemo.
Al cabo de los años he obs�rvado que la belleza, como
la feliádad, es frecuente. No pasa un día en que no es
temos, un instante, en el paraíso. No hay poeta, por
mediocre que ·sea, que no haya escrito el mejor verso
de la literatura, pero también los más desdichados. La
belleza no es privilegio de unos cuantos nombres ilus-
16
13 14
Memoria inmortal de don Pedro Girón,
duque de Osuna, muerto en la prisión
356 357
18
FEDERICO GARCIA LORCA 4
Bajo la luna gitana, 10
las cosas la están mirando
ROMANCE SONÁMBULO y ella no puede mirarlas.
A GLORIA GINER
y A FERNANDO DE LOS Ríos* *
Verde que te quiero verde. Verde que te quiet�·verde.
Verde viento. Verdes ramas. Grandes estrellas de e·scarcha,
El barco sobre la mar vienen con el pez de sombra 15
y el caballo en la montaña. que abre el camino del alba.
Con la sombra en la cintura 5 La higuera frota su viento
ella sueña en su baranda, con la �ja de sus ramas,
verde carne, pelo verde, y el monte, gato gardufio,
con ojos de fría plata. eriza sus pitas agrias. 20
Verde que te quiero verde. ¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde... ?
Ella sigue en su baranda,
* Fernando de los Rios y su esposa Gloria Giner eran muy amigos verde carne, pelo verde,
de la familia García Lorca. Su bija, Laura, fue amiga de Federico y soñando en la mar amarga.
luego se casó con su hermano Francisco. Sobre la relación entre el
poeta y el distinguido profesor y político, consúltese Mora Guarnido,
Federico García Larca y su mundo, págs. 148-165. *
1 Guillermo Diaz-Plaja apunta dos precedentes poéticos españoles
con esta nota del color verde: la «Rima XII» de Bécquer y el poema Compadre, quíero cambiar 25
«Pajarillo verde» de Juan Ramón Jiménez (págs. 128-129). Por otro mi caballo por su casa,
lado, debe recordarse que verde es el color m ás frecuente en la poesía mi montura por su espejo,
de Lorca: verde y verdes aparecen 98 veces, (blanco y blancos 78, azul
y azules 70), según Alice M. Pollin en A Concordance ro the Plays mi cuchillo por su manta.
and Poems of Federico García Larca. Sobre la ambigüedad -precisa
mente. la clave del uso de este color tan polivalente-, véase Francisco
García Lorca, «Verde», en Pin.cus et. al., Homenaje a Casalduero, Ma
drid, Gredos, 1972, págs. 135-139. Recuérdese que sobre este poema pre
cisamente dijo el poeta: <<el misterio poético es también misterio para el 19 gato gt;irduño: el critico granadino, Eduardo Molina Fajardo nos
poeta» (f, 1085), y «siempre tend rá luce1> cambiantes, aun para el hom refirió haber oido esta ex.presión por la región de Guadix. Se refiere
bre que lo ha comunicado, que soy yo» (1, 1087). Precisamente, lo genial a un gato parecido al lince pero de aspecto más doméstico. Tiene fama
del poema (y del uso en particular de verde) es la imposibilidad de decir de saltar tapias y comer gallinas. Según Molina Fajardo también se
que significa una sola cosa. Verde significa -igual que luna.con la que emplea para referirse a una mujer poco agradable:. <<Esta se parece
a un gato garduño.»
2l · En el Primer Romancero gitano los puntos suspensivos estaban
está íntimamente compenetrado--- vida, amor y m uerte y todo ello·
visto con la peculiar sensibilidad poética de García Lorca. Verde,
pues. contribuye fuertemente a la agitanización de este poema. después del signo de interrogación:
6 «ofeliana gitana» le llama Rafael Martínez Nadal en El públiciJ 1.Pero quién vendrá? ¡,Y por dónde?...
Amor, teatro y caballos en la ob.ra de Federico Garcfa Lorca, Oxford, 2.6 su: nótese aquí su casa y más abajo veis y dejadme y hacia el final
The Dolphin Book Companf, Ltd., 1970, pág. 146. del diálogo dime y tu niña. Aunque este tipo de confusión es frecuente
19 234 235
Compadre, vengo sangrando, alrededor de tu faja.
desde los puertos de Cabra. 30 Pero yo ya no soy yo 45
Si yo pudiera, mocito, Ni mi casa es ya mi casa.
este trato se cerraba. Dejadme subir al menos
Pero yo ya no soy yo. hasta las altas barandas,
Ni mi casa es ya mi casa. ¡dejadme subir!, dejadme
Compadre, quiero morir 35 hasta las verdes bara,ndas. 50
decentemente en mi cama. Barandales de la luna
De acero, si puede ser, por donde retumba el agua.
con las sábanas de holanda.
¿No veis la herida que tengo *
desde el pecho a la garganta? 40 Ya suben los dos compadres
Trescientas rosas morenas hacia las altas barandas.
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele 39-42 El bandolero o contrabandista herido tiene su antecedente
en «Canción de jinete» del libro Canciones, o en canciones populares
como esta serrana que recoge Cela en Primer viaje andaluz (pág. 141):
en Andalucía, creemos que Lorca hizo esto a propósito para acercar Va la partía
poco a poco a los dos compadres que no son en rigor compadres, sino por la sierra Morena
padre de la gitana uno y amante o novio de ella el otro. Este es el que sufre va la partía.
los cambios gramaticales. Primero dice, por respeto al padre, su casa.
Luego veis y dejadme. Después de la misteriosa subida tutea al padre; Va la partía
dime y tu niña, dice. El padre, en cambio, emplea el tuteo desde el ' y al capitán le llaman
principio. Este acercamiento del joven contrabandista al padre de la José María.
gitana es análogo a estos versos que describen el ambiente como visto
por una lente zoom: No se rá preso,·
La noche se puso íntima mientras su jaca torda
como una pequeña plaza. tenga pescueso.
El tema del perseguido por la guardia civil es muy común en Anda
30 los puertos de Cabra: zona al sur de la provincia de Córdoba, lucía. Forma parte de los temas del cante flamenco como estos versos
en el límite con Granada, famosa por su bandolerismo en el siglo XIX. que reproducimos de la citada Co/ecci6n de cantes flamencos recogidos
José Maria el Tempranilla, uno de los bandoleros más famosos, nació po r A. Machado y Álvarez, (pág. 140):
cerca de.ahí en el pueblo de Jauja. El tema del bandolerismo debe de
haber interesado a Lorca bastante. En una carta a Guillén en 1926 Yo bengo juyendo,
menciona «mi Diego Corrientes y otros poemas intensos» (II, 1149). ¿Aonde me entraré?
Cuenta Mora.Guarnido que el padre de Lorca y sus hermanos «tenian Que me persiguen, mare, los sibiles
un gran caudal de narraciones en sus mentes, y les gustaba irlas d= Me quieren prendé.
!izando... Habían vivido una linda época local... Época de Diego Ya se m'acabaron
Corrientes y José Maria el Tempranilla ... » (pág. 25). Cfr. también las y benías,
Camilo José Cela, Primer viaje andaluz, Barcelona, Noguer, 1961, y los suspiros que daba por verte,
página 144. compañera mía:
39 veis: en la versión del Primer Romancero gitano decía ves. Segui
mos la corrección de P.. dél Hoyo pues está de acuerdo con el dejadme 51-52 Albert Henry ve una semejanza entre estos versos y las siguientes
de la linea 47 que se repite en la 49. frases de Don Quijote: « ...el temeroso ruido de aquella agua en cuya
20
236 237
Dejando un rastro de sangre. 55 Verde carne, pelo verde, 75
Dejando un rastro de lágrimas. con ojos de fría plata.
Temblaban en los tejados Un carámbano de luna
farolillos de hojalata. la sostiene sobre el agua.
Mil panderos de cristal, La noche se puso íntima
herían la madrugada. 60 como una pequeña plaza. 80
Guardias civiles boqachos
en la puert:a golpeabáµ.
Verde· que te quieró verde.
Verde viento. Verdes ramas.
Verde que te quiero verde, El barco sobre la mar. 85
verde viento, verdes ramas. Y el caballo en la montaña.
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba
en la boca un raro gusto 65
de hiel, de menta y de albahaca.
¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está tu niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara, 70
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!
81 Guardias civiles borrachos: una vez más la presencia de los anti
* héroes y enemigos siniestros de los gitanos. Se convierten a lo largo
del libro en verdaderos antagonistas, haciendo asi eco de la realidad
Sobre el rostro del aljibe, histórica.
se mecía la gitana. 85-86 Todo el poema está lleno de la presencia de la muerte. No sola
mente muere la gitana, sino que es obvio que está muriendo el mozo
también. Barco y caballo son elementos que tienen que ·ver con los
busca venímos, que parece que se despeña y derrumba desde los altos contrabandistas, pero es interesante notar también que el caballo se
montes de la luna)> (1, cap. XX), en Les grands poemes andalous de asocia muchas veces con la muerte en la obra de Lorca, como en la
Federico García Lorca, Bélgica, Románica Gandensia, 1958, pág. 244. «Canción del jinete» que hemos citado, o como en «Romance de la
59-60 Decía Lorca: «Si me preguntan ustedes por qué digo yo. luna, luna». El barco, como nota Erich Neumann, es también uno de
los símbolos más antiguos de la muerte. Véase The Great Mother,
Mil panderos de cristal Nueva York, Pantheon, 1963, pág. 256 para una larga discusión del
herían la madrugada, tópico. No creemos que en este «Romance sonámbulo», en el que el
les diré que los he visto en manos de ángeles y de árboles, pero no sabré soi!ar equivale a morir, la inclusión de estos dos símbolos nada opacos
decir más, ni mucho menos explicar su significado. Y está bien que sea sea en absoluto casual. Al contrario, parece que Lorca estuvo cons
así. El hombre se acerca, por medio de la poesía, con más rapidez truyendo muy a propósito un mundo simbólicamente mortal par¡,.
al filo donde el filósofo y el matemático vuelven la espalda en silencio» encajar con el resto de estos poemas que mitifican «la cultura de la
(1,. 1087). muerte», para emplear la frase de Salinas.
21 238 239
6
LA CASADA INFIEL*
A LYDIA CABRERA
Y A SU NEGRITA**
agrimensores, expertos,
y miden tierra conquistada,
estaño, petróleo, bananas,
nitrato, cobre, manganeso,
azúcar, hierro, caucho, tierra,
se adelanta un enano oscuro,
con una sonrisa amarilla,
PABLO NERUDA y aconseja, con suavidad,
a los invasores recientes:
Es adoptado. Le ponen
LOS Infierno americano, pan nuestro librea. Viste· de gringo,
ABOGADOS empapado en veneno, hay otra escupe como gringo. Baila
DEL DÓLAR lengua en tu pérfida fogata: como gringo, y sube.
es el abogado criollo Tiene automóvil, whisky, prensa,
de la compañía extranjera. lo eligen juez y diputado,
lo condecoran, es ministro,
Es el que remacha los grillos y es escuchado en el Gobierno.
de la esclavitud en su patria, Él sabe quién es sobornable.
y desdeñoso se pasea Él sabe quién es sobornado.
con la casta de los gerentes Él lame, unta, condecora,
mirando con aire supremo halaga, sonríe, amenaza.
nuestras banderas harapientas. Y así vacían por los puertos
las repúblicas desangradas.
Cuando llegan de Nueva York
26 las avanzadas imperiales, Dónde habita, preguntaréis,
ingenieros, calculadores, este virus, este abogado,
x98 Pablo Neruda Canto general x99
este fermento del detritus, ilustre, próspero, temido,
este duro piojo sanguíneo, mientras la trágica ralea
engordado con nuestra sangre? de nuestros muertos, los que hundieron
Habita las bajas regiones la mano en el cobre, arañaron
ecuatoriales, el Brasil, la tierra profunda y severa,
pero también es su morada mueren golpeados y olvidados,
el cinturón central de América. apresuradamente puestos
en sus cajones funerales:
Lo encontraréis en la escarpada un nombre, un número en la cruz
altura de Chuquicamata. que el viento sacude, matando
Donde huele riqueza, sube hasta la cifra de los héroes.
los montes, cruza los abismos,
con las recetas de su código
para robar la tierra nuestra.
Lo hallaréis en Puerto Limón,
en Ciudad Trujillo, en !quique,
en Caracas, en Maracaibo,
en Antofagasta, en Honduras,
encarc.elando a nuestro hermano,
acusando a su compatriota,
despojando peones, abriendo
puertas de jueces y hacendados,
comprando prensa, dirigiendo
la policía, el palo, el rifle
contra su familia olvidada.
Pavoneándose, vestido
de smoking, en las recepciones,
inaugurando monumentos
con esta frase: Señores,
la Patria antes que la vida,
es nuestra madre, es nuestro suelo,
defendamos el orden, hagamos
nuevos presidios, otras cárceles.
Itla
81
28
Tríada
Boi2GEs, .
BORGES, J. L.
Los caniu ra-d 06
LOS CONJURADOS
21
29
Los coníurados
97
BORGES, J. L.
LOS CONJURADOS
30
796 JORGE LUIS BORGES-OBRAS COMPLETAS
EL TESTIGO
t L 1--1 a.-cedor
(1960)
31
SUSKIND, PATRICK
EL PERFUME
9
32
v1eJa, tanto en verano como en invierno, porque en el
siglo XVIII aún no se había atajado la actividad corro su sensibilidad a cualquier percepción sensorial externa.
siva de las bacterias y por consiguiente no había nin Sólo quería que los dolores cesaran, acabar lo más rápi
guna acción humana, ni cread ora ni destructora, nin damente posible con el repugnante parto. Era el quinto.
guna ·manifestación de vida incipiente o en decadencia Todos los había tenido en el puesto de pescado y las
que no fuera acompañada de algún hedor. cinco criaturas habían nacido muertas o medio muer
Y, como es natural, el hedor alcanzaba sus máximas tas, porque su carne sanguinolenta se distinguía apenas
proporciones en París, porque París era la mayor ciu de las tripas de pescado que cubrían el suelo y no so
dad de Francia. Y dentro de París había un lugar donde brevivían mucho rato entre ellas y por la noche todo
el hedor se convertía en infernal, entre la Rue aux Fers era recogido con una pala y llevado en carreta al ce
y la Rue de la Ferronnerie, o sea, el Cimetiere des In menterio o al río. Lo mismo ocurriría hoy y l a madre
nocents. Durante ochocientos años se había llevado allí de Grenouille, que aun era una mujer joven, de unos
a los muertos del hospital Hótel-Dieu y de las parro veinticinco años, muy bonita y qu e todavía conservaba
qui as vecinas, durante ochocientos años, carretas con casi todos los dientes y algo de cabello en la cabeza y,
docenas de cadáveres habían vaciado su car¡ra día tras aparte de la gota y la sífilis y una tisis incipien te, no
día en largas fosas y durante ochocientos años se ha padecía ninguna enfermedad grave, que aún esperaba
bían ido acumulando los huesos en osarios y sepultu vivir mucho tiempo, quizá cinco o diez años más y tal
ras. Hasta que llegó un día, en vísperas de la Revolu vez incluso casarse y tener hijos de verdad como la
ción Francesa, cuando algunas fosas rebosantes de cadá esposa respetable de un artesano viudo, por ejemplo."
veres se hundieron y el olor putrido del atestado cemen· la madre de Grenouille deseaba que todo pasara cuan
terio incitó a los habitantes no sólo a protestar, síno a to antes. Y cuando empezaron los dolores de parto, se
organizar verdaderos tumultos, en que fue por fin cerra acurrucó bajo el mostrador y parió allí, como hiciera
do y abandonado después de amontonar los millones de ya cinco veces, y cortó con el cuchillo e! cordón umbi·
esqueletos y calaveras en las catacumbas de Montm ar lical del recién nacido. En aquel momento, "sin embar
tre. Una vez hecho esto, en el lugar del antiguo cemen go , a causa del calor y el hedor, que ella no percibía
terio se erigió un mercado de víveres. como tales, sino como algo insoportable y en ervante
Fue aquí, en el lugar más malollente de todo el rei -<:orno un campo de lirios o un reducido aposento de
no, donde nació el ! 7 de julio de 1738 J ean-Baptiste masiado lleno de narcisos-, cayó desvanecida debajo
Grenouille. Era uno de los días más calurosos del año. de la mesa y fue rodando hasta el centro del arroyo,
El calor se abatía como plomo derretido sobre el ce· donde quedó inmóvil, con el cuchillo en la mano.
menterio y se extendía hacia las calles adyacentes como Gritos, corridas, la multitud se agolpa a su alrede
un vaho putrefacto que olía a una mezcla de melones dor, avisan a la policía. La mujer sigue en el suelo con
podridos y cuerno quemado. Cuando se iniciaron los el cuchillo en la mano; poco a poco, recobra el cono
dolores del parto, la madre de Grenouille se encontraba cimiento.
en un puesto de pescad o de la Rue aux Fers escamando ¿ Qué le ha suc edí do?
albures que había destripado previamente. Los p escados, -Nada.
seguramente sacados del Sena aquella misma mañana, ¿Qué hac e con el cuchillo?
apestaban ya hasta el punto de superar el hedor de los -Nada.
cadáveres. Sin embargo, la madre de Grenouille no ¿ De dónde procede la sangre de sus refajos?
percibía el olor a pescado podrido o a cadáver porque -De los pescados.
su sentido del olfato estaba totalmente embotado y Se levanta, tira el cuchillo y se aleja para lavarse.
además le dolía todo el cu erpo y el dolor disminuía Entonces, de modo inesperado, la criatura que yace
bajo la mesa empieza a gritar. Todos se vuelven, des-
10
33
11
cubren al recién nacido entre un enjambre de moscas, do, en vez de enviar al niño a Ruán, decidió criarlo a
tripas y cabezas de pescado y lo levantan. Las autorida expensas del convento y con este fin lo hizo entregar
des lo entregan a una nodriza de oficio y apresan a la a una nodriza llamada Jeanne Bussie, que vivía en la
madre. Y como ésta confiesa sin ambages que lo habría Rue Saint-Denis y a la cual se acordó pagar tres fran
dejado morir, como por otra parte ya hiciera con otros cos semanales por sus cuidados.
cuatro, la procesan, la condenan por infanticidio múl
tiple y dos semanas más tarde la decapitan. en la Place
de Greve.
En aquellos momentos el niño ya había cambiado
tres veces de nodriza. Ninguna quería conservarlo más
de dos díass. Según decían, era demasiado voraz, ma
maba por dos, robando así la leche a otros lactantes
y el sustento a las nodrizas, ya que alfmentar a un
lactante único no era rentable. El ofic ial de policía
competente, un tal La Fosse, se cansó pronto del asun
to y decidió enviar al niño a la central de expósitos y
huérfanos de la lejana Rue Saint-Antoine, desde donde
el transporte era efectuado por mozos mediante ca
nastas· de rafia en las que por motivos racionales ha
cinaban hasta cuatro lactantes, y como la tasa de
mortalidad en el camino era extraordinariamente ele
vada, por lo que se ordenó a los mozos que sól o se
llevaran a los lactantes bautizados y entre éstos, úni
camente a aquéllos provistos del correspondiente per
miso de transporte, que debía estampillarse en Ruán, y
como el niño Grenouille no estaba bautizado ni poseía
tampoco un nombre que pudiera escribirse en la auto
rización, y como, por añadidura, no era competencia
de la policía poner en las puertas de la inclusa a una
criatura anónima sin el cumplimiento de las debidas
formalidades... por una serje de dificultades de índole
burocrático y administrati vo que parecían concurrir en
el caso de aquel niño determinado y porque, por otra
parte, el tiempo apremiaba, el oficial de policía La
Fosse se retractó de su decisión inicial y ordenó entre
gar al niño a una institución religiosa, previa exigencia
de un recibo, para que allí lo bautizaran y decidieran
sobre su destino ulterior. Se deshicieron de él en el
convento de Saint-Merri de la Rue Saint-Martín, donde
recibió en el bautismo el nombre de Jean-Baptiste. Y
como el prior estaba aquellos días de muy buen humor
y sus fondos para beneficencia aún no se habían agota-
34
12
EL ALEPH 625
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MUJER COMO YO
CURZIO MALAPARTE
37
mirada. La voz la quisiera grave y dulce, sin tonos ele Quisiera que mi amor por ella fuese más que un senti
vados, nunca, ni siquiera en los instantes del más fiero miento: que fuese una virtud. La más libre y la más ge
dolor, o de la más libre alegría. Una voz que pareciera nerosa de mis virtudes. Que ella fuese para mí, mi paisaje
cantar, y tuviera en sí una armonía que no fuera sola y mi destino. La suma de .mis ambiciones. No el objeto
mente de las palabras y de los acentos: sino que los nom de mis ambiciones ni la insp iradora, sino mi única, mi mis
bres más simples y familiares tomaran en su boca un eco ma ambición. Que el solo acariciarle la frente, el solo ro
misterioso, m6rbido y puro, como de sonido sin_ raíz en zarle los labios, el solo estrecharla contra mi pecho, fuese
las palabras. para mí como la 1,iberación de una oscura esclavitud. Que
Quísiera que movíéndose, hablando, sonriendo, apareciera por lo menos en ella encontrara la compensación a mis
como una fuerza gentil, justa e incorruptible, de la na orgullosas renuncias, a mis inútiles crueldades. Pues justa
turaleza, un elemento de la gracia, de la fuerza y de la mente en esto me parece consistir el destino más propio
pureza que está en el aire, en la luz, en las plantas, en y más noble de la mujer: ordenar y apaciguar en sí mis
las piedras, en el paisaje. Que se pareciera a los animales, ma todas las fuerzas y fortunas del hombre, llegar a ser
a ciertos animales, que tuviese en sí la inocencia y la no no el objeto ni el fin de su actividad física e intelectual,
bleza del perro, o del caballo. sino pretexto para sus sueños, sus esperanzas, sus empresas.
Que algunas veces, en su voz, sonara dulcísimo el eco Un pretexto: nada más. Y es mucho. Si es verdad . que
de un triste ladrido. Que su cabeza, apoyada cerca de mí nada es más dificíl, ni más peligroso, que el servir de pre-.
sobre la almohada, se me pareciese a veces, en la dudosa texto a una no ble existencia.
luz del· amanecer, a una cabeza de perro. Quisiera hacer de ella no una criatura sujeta a mi des
Que oyéndola respirar a mi lado, o moverse en el cuarto tino, un ser dependiente de mí, sino liberarla de las mis
oscuro, reconociera en su respiración el jadear profundo de teriosas tiranías de su naturaleza, ayudarla a conquistar la
un caballo, y los cabellos le fluctuasen sobre los hombros libertad y una dignidad que la naturaleza le niega y le
como unas ·crines, y en su risa, en su llanto resonara a disputa. Aquella misma libertad y aquella misma dignidad
veces el eco de un relincho amoroso. inventadas por el hombre para justificar el sentido de cier
Que su inocencia fuese felina, que el lado humano de tas relaciones suyas con el mundo físico y moral, con el
su naturaleza, lo que hay siempre de humano aun en la mundo de la naturaleza y de la conciencia. Sólo y exac
mujer más noble, tuviese el valor de un accidente, de un tamente en esto quisiera que mi mujer se me pareciese.
caso, fuese puramente fortuito. Que siempre hallara en un Quisiera que los movimientos, los instintos, los sentimien
ademán, en un grito, su fuerza animal; que sus abandonos tos propios de la virilidad se hallaran también en ella, aun
fueran los de un animal herido, que aun su orgullo de que aminorados y rebajados. Que fueran como una ima
mujer fuese un orgullo de yegua o· de perra. Una huma gen borrosa, y <liría casi antigua, de· mí: que en su ros
nidad secreta, la suya, que no ya la maternidad, sino la tro yo reconociera mi rostro lejano, el de mi infancia, aquel
belleza rescatara de su materia impura, de su peso, de su rostro que siempre, volviéndome para mirarlo, me llena de
opacidad. Quisiera que fuese mi madre. Y tener en ella, un secreto miedo, de una especie de púdico horror.
amante, la misma confianza, el mismo abandono, que el Y llegado el momento, quisiera poder separarme de ella,
niño tiene hacia la madre. -no repudiándola, no abandonándola, no hunµllándola con
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los actos. Y que su infelicidad, sus desesperaciones no se
la traición y la mentira- separarme de ella como de las revelaran con movimientos o pensamientos dolorosos y hu
riberas de una isla, como de las fronteras de un sueño, millados, con sumisión o renuncias, sino con rebeldías vio
como del margen neto de una idea o de un sentimiento. lentas, con inesperadas huídas hacia la lucha, el peligro,
Saber separarme de ella en el momento justo, cuando, por el sacrificio. Para poder estar orgulloso de ella, para po
el contacto con el hombre, la mujer adquiere una perso derla querer como yo mismo sabría amarme, si fuera yo
nalidad suya propia, en contraste con la viril, y vuelve a mujer.
sí misma, tratando de agotar en ella su instinto y destino
de madre. Separarme de ella cuando empieza a decaer de Para poder reconocer, en su frente, en su mirada, en
aquella innatural dignidad obtenida como don del hombre, su sonrisa, en los movimientos de los ojos y de los labios,
cuando el sentido de la maternidad termina, en ella, de en la palidez y en los rubores repentinos, aquel sentimien
ser un hecho moral, vuelve a ser un hecho físico. to profundo que a menudo me agita, impulsándome a des
hacer con mis manos la trama de la cual está hecha mi
Aquí se prueba, me parece, la verdadera naturaleza de esperanza de felicidad y de descanso. Para poderme sepa
la mujer, su dignidad. Pues hay mujeres que agotan todo rar .de ella, en el momento justo, como de mí mismo, vol
su sentido de maternidad en el hombre, no saben ser nada viéndome atrás de tanto en tanto para mirar aquel ros
más que esposas, amantes, hermanas, y dan a luz pueblos tro semejante al mío, aquella frente serena, aquellos ojos
mezquinos, conducen a la ruina las familias, los reinos, las blancos en los cuales la mi rada se hace, poco a poco, siem
empresas. pre más lejana y más antigua.
Pero hay mujeres que saben ser, siempre y solamente,
madres, y dan a luz hijos, hermanos, amantes, imperios,
guerras, aventuras desesperadas y gloriosas, y espadas, bar
cos, columnas de infantes, cuadrillas de caballos, ciudades
torreadas. Separarme de ella, en conclusión, sin piedad,
pero con dulzura, como se separa la gasa de la herida.
Que la herida sangre, que el dolor sea vivo y quemante,
pero callado, escondido. Para que la mujer no llegue a co
nocer este último secreto del hombre.
Quisiera sobre todo que la mujer mía se me pareciera
en el desprecio de lo que los hombres temen, huyen, o en
vidian. Que no tuviera ninguna piedad de sí misma, y en
esta ausencia de misericordia encontrara la única consola
ción a su propio inevitable egoísmo. Que supiera anteponer
a todo y a todos no su persona, no el amor de su propio
amor, sino aquella fatalidad que cada uno de nosotros es
conde en lci profundo de sí mismo.
Orgullosa, pero íntimamente incierta e infeliz. Desespe
rada, a veces, pero serena en el rostro, en las palabras, en
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CASTILLO DE BOUCHOUT
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