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La ironía como escapatoria, refugio defensivo y

última arma de combate


Carlos Suchowolski

En "Las Nubes", Aristófanes pone en escena la pugna entre el Discurso


Malo y el Bueno por la educación del joven Fidípides, y la resuelve con el
triunfo del primero. La discusión, que se mantiene en su mayor parte en el
terreno de la Lógica, es una lucha retórica en más de doce de las casi catorce
páginas que ocupa. Empero, al final, no se dirime en ese campo sino gracias a
la repentina y brutal apelación del Discurso Malo a la cruda realidad. Entonces
es cuando este Discurso logra vencer al otro el cual, curiosamente, acepta el
resultado y se retira con una ciertamente exagerada resignación, ciertamente
presentada de un modo muy simplificado y alegórico. Al final, los hechos
fácticos y tangibles zanjan la discusión fuera del terreno en el que
inicialmente se planteara...

Acerquémonos un instante al final tal y como me llegó transcrito y


traducido (Cátedra, Letras Universales, Madrid, 2006; el paréntesis es mío):

Discurso Malo: -¿Qué dirás si te derroto en este punto (en el que el


Bueno ha considerado que a instancias de su oponente, Fidípedes no podrá
evitar ser visto como un "culo ancho" -lo que en la traducción que uso deviene
"maricón" tal como reproduzco fielmente- lo que tal vez podríamos transcribir
como "cabrón" a efectos de una lectura más adaptada a nuestros tiempos, lo
que en todo caso no considero que haga a la cuestión esencial que pretendo
resaltar aquí. En este sentido: no se trata de compartir con Aristófanes las
diversas cosas que le molestaban de su mundo a su criterio y según su visión
ni a qué le atribuía sus miserias y defectos)?

Discurso Bueno: - ¿Qué cosa podría hacer?

Discurso Malo: - Pues venga, dime los procuradores, ¿de dónde salen?

Discurso Bueno: - De los maricones.

Discurso Malo: - Te creo. ¿Y los actores trágicos?

Discurso Bueno: - De los maricones.

Discurso Malo: - Dices bien. ¿Y los políticos?

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Discurso Bueno: - De los maricones.

Discurso Malo: - ¿Reconoces pues que no dices más que tonterías? Y


los espectadores, fíjate de qué grupo son la mayoría de ellos,

Discurso Bueno: - Ya me fijo.

Discurso Malo: - ¿Y qué es lo que ves?

Discurso Bueno: - Mayoría aplastante de maricones, por los dioses. A


este de aquí lo conozco, y a ese de allí, y al melenudo aquel.

Discurso Malo: - ¿Y ahora qué dices?

Discurso Bueno: - Nos han derrotado. ¡Oh jodidos!, tomad mi manto, en


nombre de los dioses: deserto y me paso a vuestro bando.

La escena encierra obviamente ciertas ambigüedades y algunas


incoherencias aparentes: ¿por qué el Discurso Malo aceptó inicialmente la
discusión en el terreno de la dialéctica retórica, por qué esperó o perdió tanto
tiempo para abandonarla y apelar a... La Realidad o Evidencia -casi como si
la hubiese descubierto de improviso, o como si tras intentar triunfar en el
terreno noble y concluir en que eso no sería posible puesto que en él no hay
vencedor posible... o simplemente porque hubiese acabado por aburrirse-?,
¿por qué el Bueno acaba rindiéndose ante la evidencia y no insiste más en la
lógica?

Aritófanes es el autor de este montaje alegórico, un tanto forzado y, como


dije antes, muy simplificado (en todo caso, yo diría que abrupto y
sorprendente); él y su propio discurso deben darnos la clave para
comprenderlo todo.

Convengamos antes en que la evidencia que se señala de repente estaba


al simple alcance cotidiano de la vista, e incluso presente en el teatro...: la
realidad del Mundo de los Hombres que puede repasarse recordando lo que
nos rodea y mediante ejemplos servidos del propio público. El mundo está ahí,

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es el que viene hasta el teatro a reírse del hombre... es decir, de ellos


mismos...

Por otra parte, no podemos sino concluir que El Bueno no cuenta con
tales recursos. Su fuerza relativa está en la retórica, en la pura presentación
argumental basada en la lógica formal y el mundo de los conceptos puros. La
realidad para él resulta contrapuesta a sus argumentos y sin duda ha tratado
de ignorarla. A fin de cuentas la admite sin embargo como prueba irrefutable de
su error (es en esto más honesto -o Bueno- que muchos amigos nuestros y
seguramente muchos de nuestros propios espectadores), y se da por vencido,
tal vez demasiado fácilmente, quizás alegóricamente y no como habría sido de
tratarse de una discusión real entre un virtuoso idealista y un pragmático
pesimista... de los nuestros.

Lo cierto es que el Discurso Malo descubre La Realidad como


argumento... sabiendo de antemano que con ella ganará. Para él, entre otras
cosas (aunque por ser éste mi guión, es el que marca los significantes), la
realidad es contundente cuando se la considera inamovible o, si se
prefiere, natural. En este enfoque coinciden el Malo, el Bueno... y Aristófanes
(que no tiene prurito alguno en montarlo de ese modo). Y ahí está ya la
conclusión, la... moraleja...

Aristófanes muestra un desprecio básico por todo el mundo y se burla de


todo y de casi todos: de Sócrates y de la Filosofía, del pueblo llano, de la vejez,
de la juventud y del futuro... Para él, dicho sea de nuevo, no hay remedio, no
existe cura posible, ni mucho menos redención. El hombre (su naturaleza,
como él lo entiende) está condenado a repetirse, a hacer una y otra vez del
mundo lo que fue, es y será en lo que a él más parece importarle: su
sempiterna estupidez. A ser lo que debe ser, como dirá el Acreedor 1ro. A
engendrar su propio castigo. En su fuero interno, guarda sin embargo el
recuerdo atávico de un supuesto tiempo pasado donde la virtud parecía llenar
el mundo (y tal vez fuera su casa). Pero es pesimista incluso respecto de la
hipotética y deseada restauración de la Tradición que añora. Un pesimista que

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sufre su impotencia.

En el horizonte, el telón cae sobre la mezquindad y las formas más


rudimentarias del arrepentimiento: el que acaba culpando a los demás, a los
que habrían educado en el error y la falsedad, que son los que filosofan (¿qué
otra cosa argüirán los que escuchan?), los que crean las leyes tanto para el
funcionamiento de la Justicia como del Pensamiento. La ciudad de los inútiles y
de los ilusos reacciona linchando a los inútiles e ingenuos. Todo se resuelve
entre ellos como siempre, con canibalismo irracional y simple, elemental, como
bien se podría decir. En ausencia de salvación o redención.

Pero, sin duda, la pugna entre el Discurso Malo y el Bueno, sitúa al


comediante mejor que cualquier otra de las escenas de la obra. El comediante
está detrás del decorado y de la acción, entre bambalinas, invitando
simplemente a todos a reírse con él... de todos. Ahí está La Realidad que tan
deseablemente nos gustaría que siguiese nuestros guiones, que funcionase
según nuestras narrativas imaginarias y nuestros sabios modelos lógicos. Y de
la frustración que La Realidad produce en el intelectual, se deriva su salida:
Aristófanes, decepcionado, se ha refugiado en la ironía porque ha
comprendido suficientemente que no podrá hacer nada para cambiar las
cosas o reencaminarlas.

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Carlos Suchowolski

Perfil biográfico del autor:

Nació el 16 de Enero de 1948, en Mendoza, Argentina, pero vive desde 1976


en España y desde 1984 en Madrid. Con estudios en Ciencias Físicas y
Matemáticas, se decantó por armarse para la vida cotidiana con conocimientos
informáticas, lo que le permitió y lo situó como profesional informático durante
más de veinte años hasta que en 1992 optó por montar y dirigir una empresa
de distribución y mantenimiento de maquinaria digital.

Publicó sus primeros relatos, de índole fantástica y de anticipación, en


Mendoza, Argentina, como en el caso del prestigioso periódico Los Andes,
dirigido por el escritor y periodista argentino Antonio Di Benedetto, y obtuvo el
tercer premio en el concurso de relatos organizado por el diario Mendoza en
1968, en el que Marco Denevi fue jurado.

Ya en España, escribió dos obritas para teatro de guiñol infantil y escribió los
cuentos que acabarían formando un conjunto dedicado a los …Tiempos del
Futuro.

En 1988, obtuvo un accesit en el concurso internacional de cuentos que


organizó la Editorial Ultramar con el cuento "Comer con el pico y batir las alas
hasta que haya máquinas en el cielo" (apareció inicialmente como "El pico en
su sitio...") e integró la antología "La fragua y otros inventos" que la
mencionada editorial publicó con inclusión de los premiados.

Ha terminado un libro de cuentos titulado "Once tiempos del futuro" que será
publicado por Andrómeda de Bs As antes de final de año. De ellos, "Viaje de
vuelta" apareció inicialmente en Artifex Segunda Época, Nro. 9, Madrid, y luego
en la antología "Fabricantes de sueños 2004" que editó la Sociedad Española
de Ciencia Ficción y que reúne cada año "los mejores cuentos publicados en
España durante el año anterior" dentro del género fantástico y de ciencia
ficción seleccionados por uno o dos miembros de la asociación mencionada.
También se publicó en la revista digital argentina Axxon que le publicó otros a
posteriori. “El hombre que aprendió alterar la armonía del universo”, integró la

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antología “Visiones 2004” editado ese año también por la Sociedad Española
de Ciencia Ficción.

“Una nueva conciencia”, escrita, aletargada, reescrita y rebautizada a lo largo


de los últimos años, es la primera novela que se publica en papel, editada por
Mandrágora de Madrid en marzo de 2007.

En 2007, la S.E.C.F. seleccionó, a criterio esta vez de Gorikai, otro cuento suyo
para su antología “Fabricante de sueños 2007” que apareció a finales del año
siguiente, titulado “Un puntito oscuro entre los cuatro mares” y que integra la
antología de …Tiempos del Futuro antes mencionada y que verá la luz a finales
de este año o principios del próximo en un número de Nueve… Su cuento
“Repugnante a la naturaleza del espacio-tiempo” fue traducido al búlgaro por el
escritor Khristo Poxxxx y publicado tras la obtención de un accesit en el
concurso internacional celebrado en ocasión del Congreso de Ciencia Ficción
de Sofía en el año 2009, edición que estuvo a cargo de la Asociación local.

Mantiene vivos dos blogs, escribe de vez en cuando un nuevo cuento con
vistas a otra antología, esta vez más cercana al realismo mágico (que en
cualquier caso siempre se entremezcló con recursos y guiños a la ciencia
ficción), se esfuerza por acabar la corrección final de una segunda novela y
desarrollar sus previstos apéndices metaliterarios mientras concluye un ensayo
sobre el tratamiento de lo real como artificialidad.

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