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Jugaba a ser feliz todos los días, sonreía como si fuese perfecta y bromeaba,

aunque en realidad no era graciosa. Estaba rodeada de gente, pero se sentía


completamente sola.

Cada día se hundía más en el fango de sus mentiras y su autocompasión. Fingir era
su vicio. Fingía aunque le causara repulsión. Fingía porque detestaba su realidad.

Miserable, con el corazón frío y el alma rota, fingiendo normalidad. Maldición,


estaba tan cansada. Cada vez más agotada, cada vez más desgastada. Había estqdo
tratando de sobrevivir a este mundo en el que ser ella misma parecía catalogarse
como basura, y la originalidad, estaba aparentemente fuera de lo normal.

Cada día se hundía más en su lodoso quebranto interno. Fingir era su escape, su
método para olvidar. Fingía para disimular su soledad, sus sentimientos. Fingía
para no pensar en lo jodidamente extraña que era para sí misma.

Era doloroso el hecho de perder algo, pero era peor cuándo ese algo perdido era
ella misma. Era desgarrador perder esa escencia que la caracterizaba, su real yo.
Era simplemente decepcionante estar perdiendo esa parte que le impulsaba a crecer y
mantener la esperanza. Eso que le impulsaba a soñar y ser feliz.

Ella sólo quería no perderse.

Ella quería que cambiara el mundo.

Probablemente ella era quién debía comenzar a cambiarlo.

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