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Teórico Nº 1 correspondiente al martes 16 de marzo de 2021

Docente: María Rosa del Coto

En esta primera clase vamos a comenzar a realizar una suerte de recordatorio sobre la
semiótica y su relación con las lingüísticas (la saussureana y las discursivas).
Empezaremos trabajando lo que consta en la diapositiva que sigue:

SEMIÓTICA

Semiótica de primera generación:


Semiótica de segunda generación
Semiología
1975…
1960-1973/75

La semiótica, como indica la diapositiva, presenta dos períodos.


Cuando hablamos de Semiótica de Primera generación hablamos de una Semiótica
que se extiende desde 1960 a 1975 aproximadamente. La fecha, de
institucionalización de la semiótica que, por supuesto, es aproximativa, sugiere una
pregunta: ¿por qué surge en ese momento y no en otro? Surge en ese momento porque
durante los años sesenta se da un movimiento muy importante que se llama
estructuralismo. El estructuralismo se caracteriza por la toma de nociones de la
lingüística saussureana (signo compuesto por significado y significante, sistema de
signos, pares de oposiciones, la idea de sistema), a las que se piensa, en referencia a
otros objetos que no son la lengua, objetos que forman parte de las ciencias humanas
y sociales y que cuentan ya con una más o menos larga tradición. Por ejemplo, en la
antropología, se destacan los trabajos de Lévi-Strauss, en el psicoanálisis, los de
Lacan, investigador que, entre otras cosas, plantea que el inconsciente está organizado
como un lenguaje. También en la teoría literaria, que se centra en el texto y deja de
lado la importancia que previamente le otorgaba a la instancia autoral, (fuente).
Lo que particularmente nos importa es que en ese momento (segunda mitad de los
cincuenta, primera mitad de los sesenta, el Curso de Lingüística General se convierte
en un libro de cabecera para los investigadores en ciencias sociales y humanas. La
influencia del pensamiento saussureano hizo que estudiosos muy jóvenes por
entonces, por ejemplo Barthes y Metz, que provenían de las letras y más
específicamente de las lenguas clásicas, o de la filosofía, como Eco, se interesaran por
la lectura del Curso de Lingüística General y más aún por ese fragmento en que se

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habla de la Semiología como ciencia a construir en el futuro. Estos investigadores son
los que deciden poner en marcha el proyecto anunciado por Saussure pero no
desarrollado ni por él ni por otros lingüistas o investigadores de otras disciplinas,
sino hasta los ’60. Quiero dejar claro también que Saussure no es semiólogo. En un
determinado momento del desarrollo de sus investigaciones, se plantea cómo la
lingüística se vincula con otras ciencias y, en ese afán por organizar esas relaciones,
advierte la existencia de otros sistemas de signos, además del de la lengua, y que,
como ella, aparecen también como instituciones sociales. Entonces ve la necesidad de
que aparezca, de que surja, otro campo de saber que se ocupe de estudiar las
características generales -no las específicas- de los sistemas de signos. En relación
con esta cuestión, la lingüística se ocupa de las características específicas del sistema
de la lengua, por ejemplo. Lo que plantea Saussure es que tiene que desarrollarse una
ciencia que englobe a la lingüística. A esa disciplina que él ve que no tiene existencia
en la realidad, pero que juzga que merece tenerla, la bautiza semiología. Respecto de
ella, dice simplemente que tiene razón de existencia, pero no dice que se va a ocupar
de ella ni tampoco que lo deban hacer los lingüistas, sino que postula que otros
estudiosos se dediquen a darle existencia. Por eso él no es un semiólogo, aunque aluda
a lo que llama Semiología, a la que define como aquella ciencia destinada a estudiar
“la vida de los signos en el seno de la vida social”.
A mediados de la década del ’70, se produce el quiebre de la semiología; lo que da
lugar a un segundo período dentro de la semiótica, período que estamos todavía
transitando en la actualidad.

CONDICIÓN DE PRODUCCIÓN
PRINCIPAL
De la Semiótica de De la Semiótica de
primera generación segunda generación

• Lingüística de la • Lingüísticas
lengua (saussuriana, discursivas
estructural)

La diapositiva que antecede nos presenta, como puede advertirse, cuál es una de las
condiciones, la más importante, de los dos períodos de la Semiótica. Dicho sea aquí
de paso, las otras condiciones son: la Teoría literaria, la Retórica y la Teoría del arte.
Como señala la diapositiva, el primer período está marcado fuertemente por la
influencia de la teoría lingüística saussureana, lo que, por otra parte, se desprende de
lo afirmado previamente. La segunda semiótica también recibe influencias de la

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lingüística, pero en este caso de las lingüísticas postsaussureanas o postestructurales
que se inscriben dentro de lo que se llama las lingüísticas discursivas. Entonces, este
segundo período de la semiótica va a ser el de las semióticas discursivas.
La lingüística saussureana se denomina así, obviamente, porque su fundador es el
lingüista ginebrino Ferdinand de Saussure. Pero recibe también, y simultáneamente,
otros nombres: “lingüística de la lengua” y “lingüística estructural”, debido, en el
primer caso, al hecho de que la “lengua” es su objeto de estudio, y en el segundo, a la
asimilación que se produce entre sistema y estructura.
La primera semiótica, debido a la influencia que recibe de la teoría saussureana, se
piensa como una ciencia, se propone ser una ciencia. Pero la impronta saussureano-
estructuralista cede con el tiempo; así esas pretensiones de ciencia que la semiótica
impulsaba en sus orígenes, se van disipando. De modo tal que se hace cargo de una
serie de modificaciones y ahora –a la semiótica de segunda generación– se la piensa
más bien como una disciplina o, según los autores, como un conjunto de teorías sobre
los procesos de producción del sentido –para decirlo en términos cercanos a Verón-.
Este desplazamiento tiene que ver con el cambio de perspectivas de la semiótica ante
los objetos de estudio con los que confronta.
La segunda semiótica va a trabajar con una serie de nociones diferentes a las que
trabaja la primera semiótica. Se opone a los fundamentos y las conceptualizaciones
esenciales que operan en la semiótica de primera generación. Esto sucede porque su
disciplina guía, la lingüística, propone una manera de entender los fenómenos
lingüísticos de una manera muy diferente de la que imponía la mirada saussureana: la
influencia que van a ejercer las lingüísticas sobre las semióticas hace que en esta
semiótica (la de segunda generación) se cambien las perspectivas poniendo el acento
en elementos a los que no se les prestaba atención, ni se pensaba que merecía que se
los considerara objeto de estudio siquiera, en el primer período.

LINGÜÍSTICA DE LA LENGUA

• OBJETO: LA LENGUA ENTENDIDA


COMO SISTEMA DE SIGNOS

• PRINCIPIOS:
- BINARISMO ( LA LINGÜÍSTICA
ORGANIZADA A PARTIR DE PARES DE
OPOSICIONES)
- INMANENCIA

Esta diapositiva se centra en la Lingüística de la Lengua y señala, en primer término,


cuál es el objeto de la misma. De esa definición debemos destacar dos cosas: la
noción de sistema y el hecho de que ese sistema se forme con signos. La noción de
sistema se diferencia de la noción de conjunto. Un conjunto está constituido por un

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grupo X de elementos. Un sistema también está conformado por un grupo X de
elementos, pero lo que lo caracteriza es que cada uno de esos elementos se define por
lo que los otros elementos -con los que hace sistema- no son. O sea, los elementos que
conforman un sistema no se definen positivamente, es decir, en sí mismos, ni tampoco
en relación con elementos ajenos, externos, al sistema.
La diapositiva presenta, asimismo, los principios en los que se sustenta la Lingüística
de la Lengua.
Uno de ellos es el binarismo. Este principio se relaciona con el hecho de que la teoría
de Saussure se organiza a partir de pares de oposiciones, que, por lo general, operan
como dicotomías. Nombremos, ahora, simplemente, algunos de ellos: la distinción
entre Lengua y Habla, la distinción entre Sincronía y Diacronía, las relaciones
asociativas –que luego se redefinieron como paradigmáticas- y las relaciones
sintagmáticas. En estos casos, la Lingüística de la Lengua desecha, esto es, no se
ocupa del Habla, de los estudios diacrónicos y de las relaciones sintagmáticas.
Tenemos que consignar, asimismo, que el signo es definido como una entidad
bifásica, que está compuesta por dos caras, dos partes solidarias entre sí: significado y
significante.
El otro principio al que aludimos es el de la inmanencia. Este principio está
vinculado con la idea de sistema. Inmanencia significa que los elementos que
constituyen las unidades de los diversos niveles que configuran la lengua se definen
dentro del sistema, esto es, que no se los pone en relación con elementos extra-
sistemáticos, es decir, extralingüísticos.

LINGÜÍSTICA DE LA LENGUA
CARACTERÍSTICAS DE LA
OPOSICIÓN MATRIZ:
LENGUA/HABLA

LENGUA HABLA
- FEN. SOCIAL - FEN. INDIVIDUAL
- FEN. PSÍQUICO - FEN. SUSTANCIAL,
FÍSICO Y FISIOLÓG.
- ESENCIAL - NO ESENCIAL

Esta diapositiva pone en escena a la que es la oposición matriz de la Lingüística


saussureana. Saussure plantea que el Lenguaje es heterogéneo, (en el Curso de
lingüística general aparece el término heteróclito) lo que hace que “esté a caballo” de
varias disciplinas. Este carácter heterogéneo lo convierte, según Saussure, en algo
imposible de estudiar. Lo que sí puede estudiarse son las partes constituyentes del
Lenguaje: la Lengua y el Habla.

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La diapositiva muestra que la lengua es un fenómeno social. Esto significa que se le
impone a la masa hablante, que sus miembros tomados aisladamente deben aceptar en
bloque las reglas que les impone la lengua, que individualmente no pueden
transformarla. El habla, por su parte, se le presenta a Saussure como un fenómeno
individual, lo que significa que el sujeto hablante no está atado a otras reglas (sólo a
las de la Lengua), que utiliza la lengua según su deseo, según aquello que se supone
quiere decir. Las características indicadas implican que la Lengua conlleva coerción
(restricción, condicionamiento), mientras que el Habla aparece como un “espacio”
donde el hablante ejerce una libertad sin restricciones.
La Lengua se presenta también como un fenómeno psíquico. Esto significa que ambos
componentes del signo: Significado (al que también se denomina Concepto) y
Significante (al que también se denomina Imagen Acústica) son psíquicos. El
Significante es la huella mnémica, es decir, la huella que queda depositada en el
cerebro de los hablantes/oyentes de los sonidos que se actualizan en un acto concreto
de habla, en un acto de empleo concreto de la lengua.
Por su parte, el Habla se presenta como un fenómeno sustancial (material, da cuenta
de qué están hechos los componentes del habla en la parte del significante, o sea de
sonidos). Es un fenómeno físico porque de las ondas sonoras se ocupa la física; y
fisiológico, porque en su producción interviene el cuerpo del hablante/oyente:
participan los pulmones (a través de la corriente de aire que sale de los mismos) y el
aparato fonador, además del aparato auditivo.
Finalmente, la Lengua es conceptualizada por Saussure como la parte esencial del
Lenguaje, ya que si no la tenemos internalizada no podemos usarla, no podemos
hablarla. Saussure proporciona un conjunto de ejemplos con los que los que busca
probar el estatuto esencial que presenta la Lengua, frente al carácter no esencial que
posee el Habla –lo que le permite sostener que la Lingüística debe abocarse al estudio
de la nombrada en primera instancia y dejar de lado el abordaje de la nombrada en
segundo término. Entre los aludidos ejemplos se destacan los que indican que el
hombre usa la lengua cuando lee, piensa o escribe, esto es, sin necesidad de emitir
ningún sonido fónico.
Centrémonos ahora en la diapositiva que incluimos a continuación

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LINGÜÍSTICA DE LA LENGUA:
CONCEPCIÓN DEL SUJETO

• SE DEFINE A PARTIR DEL ESQUEMA


DE LA COMUNICACIÓN DE JAKOBSON:
POR PENSÁRSELO SÓLO
CONDICIONADO POR LA LENGUA SE
LO CONCIBE COMO UN SUJETO LIBRE,
CONCIENTE, QUE DICE LO QUE DESEA
DECIR, “DUEÑO/ PROPIETARIO DEL
SENTIDO”

Hay un aspecto que es muy importante tomar en consideración cuando se trata de


describir las características que presenta cualquier teoría lingüística –cosa que
también se extiende a cualquier teoría semiótica– que es la concepción de sujeto con
la que se maneja. En el Curso de lingüística general, la definición de sujeto nunca
aparece trabajada, nunca aparece definida de manera manifiesta, Sí, funciona
implícitamente. Esto significa que, a partir de lo que se desarrolla en el Curso es
factible extraer una conceptualización acerca del sujeto. Esta conceptualización fue
explicitada, planteada de manera manifiesta, muchos años después por un autor que
ustedes conocen, en un texto que seguramente han leído o del que tienen referencias –
si no ya desde la escuela primaria, sí desde la escuela secundaria. El autor al que
aludo es Roman Jakobson. La concepción de sujeto a la que remito se presenta en un
texto, publicado en 1956, que se llama “Lingüística y poética”, donde se encuentra el
famoso esquema de la comunicación.
Recordarán que Jakobson no pone el acento específicamente en la cuestión que a
nosotros nos interesa aquí, sino que se aboca a definir lo que denomina “funciones del
lenguaje” y, dentro de ellas, se dedica especialmente a dar cuenta de la que llama
“función poética”. Pero, en la primera parte del texto aparece lo que es el esquema de
la comunicación, que está compuesto –como ustedes recordarán– por seis elementos.
Lo que nos interesa rescatar es la conceptualización que se plantea respecto del sujeto;
ésta presenta una disimetría bastante fuerte entre el modo en que se piensa al sujeto
que está ubicado en el lugar de la emisión y el modo en que se piensa al sujeto que
está ubicado en el lugar de la recepción. Uno, el nombrado en primer término, es el
que posee ese carácter libre que implicaba para Saussure la realización de todo acto de
habla. Antes señalamos la oposición entre la libertad que se daba en el terreno del
Habla, versus la restricción que se daba en el campo de la Lengua. El texto de
Jakobson asimila, hace, por así decir, suya esta idea: piensa al sujeto hablante sólo
condicionado por la lengua; se lo concibe como un sujeto libre, consciente, sobre el
cual sólo pesan las restricciones de la gramática de la lengua, y no hace intervenir, por
ejemplo, lo que Kerbrat Orecchioni, en trabajos posteriores (donde revisa y reformula,
complejizándolo, el esquema jakobsoniano) plantea como los factores “psi” (en donde

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engloba aspectos que tienen que ver con lo psicológico, lo psicoanalítico y lo
psíquico) o los factores socio-culturales. Volviendo a Jakobson diremos que en su
trabajo se perfila, para el sujeto que tiene la palabra, la imagen de un sujeto consciente
que dice lo que desea decir. Y esto da como resultado que algunos autores –entre ellos
Verón– hablen de ese sujeto como “dueño del sentido”. Dueño del sentido no
solamente por esto que vinimos planteando, sino porque además, al receptor no le
queda otra posibilidad que pensar que tiene que dar con aquello que quiso decir el
emisor. Lo que quiso decir el emisor es difícil de determinar, además puede mentir.
Por otro lado, puede estar diciendo “otra” cosa de lo que él piensa que está diciendo,
aquello que concientemente quiere decir.
El modelo jakobsoniano (esto ya seguramente lo vieron en Semiótica I) pone el
acento en aquellas interacciones lingüísticas que son exitosas. Por exitosas se entiende
las que no dan lugar a malentendidos. Podría decirse que el modelo está pensado para
aquellos mensajes que no ofrecen más que una lectura (que en realidad son pocos de
los que vamos a encontrar en las interacciones cara a cara que se dan entre los
sujetos). Lo común es precisamente lo que podríamos denominar el malentendido, o
sea, aquello que se supone que quiso decir el emisor no es “decodificado” (para
decirlo en términos de Jakobson) por el receptor de esa forma sino de otra. Los
modelos posteriores a Jakobson, que lo discuten, que lo critican y lo reformulan, aun
aquellos que se basan en su esquema –como es el caso de la reformulación efectuada
por Kerbrat Orecchioni– se postulan no a partir de aquello que aparece como no
fallido en el uso de la lengua, sino como esas interacciones que implican
malentendidos. Entonces, en el caso de Kerbrat lo que se va a plantear es la
duplicación del código; ya no hay un solo código que comparten –como decía
Jakobson– en parte o totalmente, emisor y receptor, sino que se va a formular el
esquema presentando la existencia de dos códigos: uno que corresponde al orden de la
emisión, el que pone en juego el emisor) y otro que corresponde al orden de la
recepción, el que pone en juego un receptor. Entonces, a partir de allí se puede ver
que las lecturas que puede hacer el receptor están –como diría Verón-–condicionadas
por ese código que es el que maneja el receptor. Dicho de otra manera, no están
condicionadas por el mismo código que es el que condiciona al emisor. Así se plantea
de una manera simple (o poco sofisticada) aquello que plantea Verón acerca del
desfase entre “producción” y “reconocimiento”. Pero, volviendo al tema, la lingüística
de la lengua y el esquema jakobsoniano, que la expresa, no implica la posibilidad del
desfase (para entendernos rápidamente). O sea, si hay diferencia entre emisión y
recepción se atribuye al funcionamiento de “ruido”, el que se ha producido en la
recepción del mensaje o en alguno de los otros elementos que forman parte del
esquema. Esto es muy importante porque después, como vamos a ver, las lingüísticas
discursivas van a estar en contra del esquema jakobsoniano que estamos considerando
aquí.
Ya vimos todas las características generales de la lingüística saussureana. Ahora
vamos a ver cómo opera respecto de ella –lo que equivale a decir qué relaciones
establece con ella–, la Semiótica de primera generación. La siguiente diapositiva
presenta algunas –las más salientes, las más importantes para el desarrollo de nuestro
curso– de las características que presenta tal semiótica.
Veámosla, entonces:

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SEMIÓTICA DE PRIMERA
GENERACIÓN: CARACTERÍSTICAS

• RETOMA LA OPOSICIÓN MATRIZ DE LA LINGÜÍSTICA DE LA


LENGUA BAJO LA DENOMINACIÓN CÓDIGO/ MENSAJE

• RETOMA LA NOCIÓN DE SIGNO DE LA LINGÜÍSTICA DE LA


LENGUA, O SEA LO ENTIENDE COMO UNIDAD FORMADA POR
SIGNIFICANTE Y SIGNIFICADO

• RETOMA LA CUESTIÓN DE LAS UNIDADES Y LOS NIVELES DE


LA LINGÜÍSTICA DE LA LENGUA

• RETOMA LA CONCEPCIÓN DE SUJETO DE LA LINGÜÍSTICA DE


LA LENGUA

Como podemos leer, la Semiótica de primera generación retoma, en primer lugar, la


oposición que habíamos denominado como matriz (o sea, la oposición central de la
lingüística de la lengua), que en el caso de Saussure y los lingüistas que adscriben a su
teoría es la que distingue “lengua” de “habla”. En el caso de la semiótica de primera
generación no se utiliza esa terminología sino que se sustituyen esas palabras por
código y mensaje. Pero lo que pervive es la idea fuerte de que de estos dos elementos
el que tiene primacía es el primero, es decir, el código. Esto se puede traducir en lo
siguiente: los primero investigadores del campo de la semiótica se veían obligados a
detenerse y a estudiar los mensajes, pero la idea que estaba por detrás, la idea que
guiaba todo su trabajo analítico, era pensar que esos mensajes dependían de un código
preexistente. Lo que ellos buscaban, entonces, era dar cuenta de cuáles eran las reglas
de ese código. O sea, presuponían la existencia de un código, así como cuando uno
habla se presupone la existencia de una lengua. Y esto de una manera fuerte.
Por otra parte, se retoma la noción de signo de la lingüística de la lengua. O sea, se
entiende al signo como una unidad que está formada por dos caras, significado y
significante. Esto es muy importante, porque luego vamos a ver que, por lo general, la
semiótica posterior no se va a regir por la definición dada por Saussure; pero es la
aportada por él la que los semiólogos de primera generación adoptan como propia.
La Semiótica de primera generación retoma también una noción que la lingüística de
la lengua reivindicaba, a la que no hemos presentado aún, la de unidad, y la idea, que,
asimismo planteaba la lingüística saussuriana y que tampoco hemos invocado hasta
este momento, que es la de la estructuración del sistema en niveles. Puede decirse al
respecto que la teoría saussuriana planteaba la existencia de niveles de organización
de la lengua, cada uno de los cuales estaba compuesto por un conjunto determinado –
es decir, finito–, de unidades, y que una de sus tareas era la de identificar no sólo esas
unidades sino también su funcionamiento dentro del nivel correspondiente. Ustedes
recordarán, cuando en algunos textos incluidos en Semiótica 1, se hablaba de las
unidades mínimas. Esta noción se ponía en juego, por ejemplo, en ese trabajo de
Metz, “El estudio semiológico del lenguaje cinematográfico” y también en “El cine:
¿lengua o lenguaje?” – textos en los cuales se preguntaba si las mismas unidades y los

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mismos niveles que aparecían en la lengua se podían observar en lo que Metz
denominaba el lenguaje del cine. Lo que importa aquí es tener presente que en la
Semiótica de primera generación hay un esfuerzo por observar niveles y ver qué
unidades corresponden a cada uno de ellos.
Para poner un simple ejemplo consideremos que en “El estudio semiológico del
lenguaje cinematográfico”, Metz compara una palabra con una imagen. La imagen
sería una imagen simple. Cuando él decía imagen simple quería decir compuesta por
un solo elemento. Supongamos, la fotografía de un perro a la que confrontaba con la
palabra “perro”. La palabra “perro” es un signo lingüístico y goza de un carácter
abstracto muy alto, como cualquier palabra. En cambio, la fotografía o la imagen
dibujada de un perro no puede, para decirlo rápidamente, traducirse solamente por una
palabra, no es equivalente a la palabra “perro”. ¿Por qué? Porque proporciona un
montón de otras informaciones que el vocablo “perro” no aporta. Por ejemplo, la raza
a la cual pertenece ese perro, si está parado, si está sentado, si está en una actitud
agresiva o no, si parece un cachorro o un perro adulto, (si se trata de una fotografía en
color, de qué color es su pelo). Entonces, para traducir una imagen –decía Metz– nos
tenemos que internar en el terreno del enunciado: no podemos considerar que se trata
de un signo, sino de un conjunto de signos que, además, dan lugar a un conjunto de
frases.
Este es un ejemplo para ver cómo los investigadores –los semiólogos de primera
generación– se posicionaban frente al objeto que debían trabajar, y advertir así qué
conceptos podían y qué conceptos no podían tomar de la lingüística saussureana. Este
es un gesto constante no de todos los investigadores de la primera semiótica, sino sólo
de algunos, uno de los cuales es Metz. Metz repetía constantemente –y en trabajos
muy posteriores a estos iniciales de los años ’60– que la lingüística tenía que servirle
a los semiólogos como una especie de inspiración pero nada más que eso, y que era
mejor tenerla alejada, mantenerla a cierta distancia, para no producir aplicaciones que
no sirvieran en realidad para relevar características que presentan los objetos a los
cuales se les aplicaba estas nociones.
Por último, como vemos en la diapositiva, se retoma la concepción de sujeto de la
lingüística de la lengua.
Otra cosa que en la diapositiva no se planteó es que la Semiótica de primera
generación trabaja con la noción de sistema, con la noción de estructura, y que, en
consecuencia, sus investigadores van a buscar el sistema o la estructura interna que
poseen los mensajes, esto es, el código. Trabajan siempre sobre, como decíamos,
mensajes, apuntando a la determinación del código. Cosa que fue una tarea bastante
dura, y en definitiva infructuosa. Por otro lado, para llevarla a cabo se necesitaría una
cantidad muy grande de personas que estuvieran trabajando en eso, cosa que no fue
así.
A modo de apostilla, o sea, de un elemento que agrego pero sobre el cual no me voy a
detener, hay un elemento que no es aportado directamente por la lingüística
saussureana sino por una de sus vertientes posteriores. Proviene de la glosemática, de
la cual uno de sus representantes fundamentales es Hjelmslev. Este autor trabajaba
con la distinción entre denotación y connotación, o, para ser más precisos, sistema
denotativo y sistema connotativo. Esta distinción la toman Barthes y Eco. Ellos van a
trabajar con este par de nociones: por un lado, denotación y por otro lado,
connotación. Le dan importancia fundamentalmente a la connotación, porque implica
algo que la lingüística saussureana dejaba de lado pero que en la primera Semiótica de
alguna manera se pone en juego, que es la relación entre el mensaje y la realidad
externa, por así decirlo, o “el referente”. Esta elección teórica implicaba advertir

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cómo opera la ideología sobre la construcción de los mensajes. El objetivo de estos
trabajos era precisamente advertir cuáles eran los componentes de la ideología
pequeño-burguesa que, según Barthes, es aquella que dominaba el terreno en los años
’60. Uno podía pertenecer a cualquier clase social, pero en realidad –y nosotros hoy
podríamos decir “discursivamente”–, apelamos a los clichés, a los ideologemas (como
decía Bajtín) que pertenecen a la pequeña burguesía.
Bueno, esto es suficiente por hoy; en la próxima clase (entrega), que haremos el 23 de
marzo, nos internaremos en la Condición de Producción principal de la Semiótica de
Segunda generación, o sea, daremos cuenta de ciertas características fundamentales de
las Lingüísticas del discurso, así como de los rasgos que presenta la Semiótica de
Segunda generación, que es la que tomamos en cuenta de manera privilegiada en
nuestra materia.
También comenzaremos a ocuparnos de la Teoría peirciana, a la que dedicaremos
varias clases.
Hasta la próxima entrega, y vayan leyendo los materiales que corresponden según
indica el Cronograma de actividades. Y armando las consultas que, cuando se ponga
en funcionamiento el aula virtual, podrán formularnos.

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