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Al principio del siglo XVIII, una serie de acontecimientos tuvo un impacto sobre
las prácticas administrativas, como ser, el crecimiento de las ciudades, la
aplicación del principio de la especialización, el uso extendido de la imprenta
tipográfica y los principios de la revolución industrial. La revolución industrial
inglesa, comprendida entre 1700 y 1785, desarrolló una nueva generación de
administradores con conceptos y técnicas propias. Una de las más importantes
innovaciones durante este período fueron los cambios en la organización de la
producción básica.
Este sistema persistió durante mucho tiempo por dos motivos: la pequeñez de la inversión
de capital requerida para emprender semejante empresa y la dispersión de la población. Bajo
el sistema doméstico hubo reducidas oportunidades e incentivo para desarrollar o adaptar
técnicas administrativas sofisticadas, aunque lo fueron sobre una base informal.
La siguiente etapa, el sistema del trabajo a domicilio, fue una evolución lógica
del sistema doméstico. Los empresarios actuaban como corredores en las ferias
rurales contratando la producción entera de las familias. Este sistema marca el
cambio en el status de los trabajadores de manufacturero independiente a
empleado. La única función administrativa bajo este sistema fue el control de
los materiales.
La tasa por pieza pagada a los trabajadores no fue notablemente alta, y los trabajadores se
desprendieron de los materiales vendiéndolos furtivamente, así los comerciantes perdían el
control de los materiales cuando los cedían a los artesanos. Esta falla contribuyó al
quebrantamiento del sistema del trabajo a domicilio y al surgimiento del sistema fabril.
El sistema fabril aparece con la introducción de la maquinaria movida por
combustión. Esta máquina aumentó notablemente la productividad, pero al mismo tiempo
aumentó el costo y requerimiento de capital, lo cual implica la introducción de factorías, así,
hombres y máquinas podrían ser supervisados en grupos en lugar de individualmente.
La introducción del sistema fabril efectuó una mejora en el control de los materiales,
evitando o al menos disminuyendo el robo. El control de calidad no tuvo grandes mejoras, la
forma mas común de este control era la inspección del producto por el comprador.
El control de la producción en esta época, consistió en bajas tasas por pieza y en una dura
conducción de la supervisión. El control financiero, en cambio, fue el aspecto mejor
desarrollado del temprano control administrativo, debido a que los dueños de las fábricas
provenían de la clase comercial inglesa, quienes habían adoptado las mejores técnicas
contables y financieras de Italia y otros países con los que habían negociado.
Adam Smith
Publicó en 1776, Riqueza de las Naciones, lo que lo hizo uno de los intelectuales del mundo
moderno. En él, asegura el aumento en la producción debido a la división del trabajo dando
así, tres razones diferentes: primera, el aumento en destreza de cada obrero en particular;
segunda, el ahorro de tiempo que comúnmente se pierde al pasar de una especie a otra de
trabajo; y finalmente, a la invención de numerosas maquinas que facilitan y abrevian al
trabajo y capacitan a un hombre para hacer el trabajo
de muchos.
Su pensamiento liberal formó las bases para la doctrina del “laissez faire”, visualiza el
principio de la especialización de los obreros en una fábrica de agujas y enfatiza la necesidad
de racionalizar la producción mediante el estudio de tiempos y movimientos que más tarde
Taylor y Gilbreth desarrollan como la base fundamental de la administración científica de los
Estados Unidos.
Eli Whitney
James Watt
Fue originalmente formada para fabricar la máquina de vapor de Watt; hasta que en 1800
sus respectivos hijos, heredaron las responsabilidades administrativas, desarrollaron
mecanismos intercambiables en un alto grado de perfección “…y con la gran experiencia de
los propietarios aplicaron el poder del vapor a las maquinas de cilindros, bombas, al taladro,
al torneado; para el calentamiento de sus hornos de fundición y a cualquier cosa que
abreviase el trabajo humano obteniendo seguridad; por la superioridad de sus herramientas
fueron capaces de obtener fluidez y perfección en un grado nunca antes alcanzado..”
Esta nueva administración calcula la velocidad para cada maquina y ajusta la velocidad
al tipo de trabajo efectuado, anticipándose de esta manera al trabajo de Frederick
W. Taylor.
Los administradores de Soho se interesaron en las ventajas comparativas del tanto por pieza
en el establecimiento de salarios, siendo el control la principal razón administrativa. Las
tasas por pieza solo fueron aplicadas sobre aquellos artículos uniformes que fueran
fácilmente clasificables en grupos, midiendo y uniformando el tiempo para cada operación,
anticipándose así a Babbage, Taylor y Gilbreth.
Boulton también estableció una sociedad mutua de seguros para el beneficio de sus
empleados y para aumentar el afecto de los obreros a la Soho. La llamó Sociedad Mutualista
de Seguros, esta sociedad fue autoadministrada, las contribuciones de los empleados se
basaron sobre las ganancias, variando los beneficios de acuerdo con las contribuciones
realizadas.
La fundición Soho fue una planta pionera con sus diseños científicos de trabajo,
su subdivisión y especialización del trabajo en conformidad con el mayor uso de
maquinaria, sus métodos más efectivos de pago de salario y su mejor sistema
de mantenimiento de registros y costos contables
Robert Owen
Robert Owen mostró en Inglaterra que el industrialismo no necesitaba construirse sobre
el trabajo barato, el abuso y la brutalidad. Pavimentó el camino para la legislación
industrial, poniendo sus principios en acción y probando que
podrían funcionar.
“El hombre es la criatura de las circunstancias” fue la filosofía de Owen y aprecio la parte
vital jugada por el factor humano en la industria.
Charles Babbage
Henry Poor
Fue editor del American Railroad Journal (de 1849 a 1862), estableciendo principios
administrativos básicos para las grandes organizaciones de negocios. Henry Poor
aparece en escena como respuesta a diversos problemas relacionados con la gran
organización ferrocarrilera.
Daniel C. McCallum
Fue superintendente del ferrocarril de Erie de 1854 a 1857, trabajó conjuntamente con
Henry Poor y fue uno de los primeros en poner en práctica sus
recomendaciones administrativas.
Después de dejar el Erie en 1857, el secretario de guerra Edwin Stanton, lo nombró director
y superintendente de todos los ferrocarriles de Estados Unidos en febrero de 1862, con el
poder de expropiar y operar cualquier ferrocarril necesario para la culminación exitosa de la
guerra. Se distinguió en su nuevo puesto por su capacidad administrativa superior.
Joseph Wharton
De acuerdo con Wharton, las universidades de la época estaban preparando solamente unos
cuantos individuos (doctores, abogados y clérigos) para desempeñar sus labores reales en la
vida y creía que se debía hacer algo para incorporar la educación administrativa al nivel
universitario.
Henry Metcalfe
Henry Towne
En su conferencia, Towne destaca que la administración del taller es tan importante como la
administración de ingeniería en la eficiente dirección de una empresa.
Este pedía que la administración fuera considerada una ciencia con su propia
literatura, revista y asociaciones. Sólo a través de dicho intercambio, señalaba
Towne, se podían los empresarios beneficiar de la experiencia de otros.
En una segunda conferencia, “Reparto de ganancias”, publicada en 1896, Towne afirma que
el reparto de utilidades no es un ajuste equitativo, ni una solución correcta a un problema
económico.
El plan de Towne garantizaba una tasa de salario definida para cada empleado,
con la ganancia que cada departamento obtenía sobre un
nivel científicamente determinado, dividido al 50 por ciento entre patrón
y empleado.
Frederick Halsey
Bajo el plan de Halsey, se les concedía a los trabajadores el tiempo que habían utilizado en el
pasado como norma. Si aumentaban su producción, dos terceras partes de la ganancia eran
para el patrón y una tercera parte para el empleado, con la seguridad para la administración
proveniente de las dos terceras partes de la utilidad.
El plan de Halsey tuvo una importante influencia en Gran Bretaña y en Estados Unidos y, a la
par que las ideas de Taylor por el pago a destajo, sirvió como modelo para sistemas
subsecuentes de pagos a salarios.
GRAN BRETAÑA
Revolucionó el orden social y cambió tanto la forma de pensar del hombre como
sus formas de conducta.
Además existía una población más preparada y dispuesta a aceptar la innovación que en
otros lugares de Europa, además de poseer un marco institucional adecuado.
Para el obrero, el cambio fue incluso más fundamental, porque no solo estaba
en juego su ocupación, sino su propia forma de vida. Para muchos la
introducción de la máquina supuso por primera vez una separación respecto de
los medios de producción; para casi todos, la máquina impuso una
nueva disciplina.
Sólo incentivos muy fuertes pudieron haber decidido a los empresarios para iniciar y aceptar
estos cambios; y sólo adelantos decisivos haber superado la resistencia de la mano de obra
al propio principio de mecanización.
Una de las formas de producción anterior a las fábricas, la más antigua, era el taller
artesanal independiente, donde un maestro contaba con la ayuda de un aprendiz
o jornalero.
La población era periódicamente diezmada por epidemias causadas por el hambre, resultante
de la baja producción agraria (ciclo malthusiano). La carencia de alimentos bajaba las
defensas y las epidemias se difundían, como consecuencia, volvía a bajar el crecimiento
demográfico.
La época del capitalismo es la de las grandes migraciones económicas. Dentro de Europa, del
campo a la ciudad, de los países pobres a los industrializados o a zonas poco pobladas del
este.
La segunda gran inmigración se produjo entre 1880 y 1914, y afectó a casi 20 millones de
europeos; a diferencia de la anterior, una buena parte de ellos, luego de unos años, volvían
a su país de origen y, en el límite, se encuentra la emigración “golondrina” de los italianos,
que cada año recogían la cosecha en su país y en Argentina.
De la herramienta a la máquina
Hasta finales del siglo XVIII el hombre había utilizado herramientas que dependen de la
fuerza y habilidad de la persona que los maneja.
El primer sector inglés en mecanizarse fue el textil, y dentro de éste, el del algodón.
La máquina de Wyatt y Paul no tuvo el éxito que se esperaba, sus mecanismos no estaban
perfeccionados y producía hilo de baja calidad, por ello, para abastecer la demanda de
telares, Inglaterra se veía obligada a importar grandes cantidades
de hilados.
De ahí al primer gran invento, que se produce en 1764 cuando un trabajador
llamado Hargreaves, casi por casualidad hace girar la hiladora mecánicamente
en vez de manualmente. Esta máquina de hilar se patentó en 1770 y fue
conocida en toda Europa como jenny; y en su primera forma tenía ocho usos y
ya a finales de siglo poseía de 100 a 120. Esta máquina logró aumentar la
oferta de hilo y ahorrar mano de obra.
El segundo gran invento se dio en 1768, por un barbero llamado Arkwright, que
construyó la llamada “water frame”, una máquina de hilar que usaba como
fuerza motriz la de un salto de agua (rueda hidráulica), que a diferencia del
invento anterior, sólo se podía utilizar en fábricas.
La energía inanimada
La madera, como combustible, fue sustituida por el carbón mineral; por otro lado su
utilización en la construcción fue reemplazada por el hierro. La metalurgia, necesita dos
ingredientes: un combustible y un mineral, que en el caso de la siderurgia, es el hierro.
Entre 1830 y 1840, esto permitió incrementar y abaratar la producción de acero, la siderurgia
sustituyó al algodón y sería la base de su mantenimiento en Gran Bretaña como primer país
industrial.
Además suministraba un material sólido y barato que era imprescindible para una economía
en vías de industrialización. Era utilizado en la construcción de máquinas y, sobre todo, en el
ferrocarril.
Otro sector clave en la revolución industrial fue la minería, muy importante en
Inglaterra donde tenía una explotación cuasi-feudal. Fue en este sector donde
se aplicó por primera vez la máquina atmosférica de Newcomen (1712) y donde
se comenzaron a instalar raíles para el transporte de mineral en vagones.
Y el proceso continúa
Quizá la característica más importante de la revolución industrial fue que abrió una vía de
progreso que, para sostenerse, debía ser constantemente renovada y perfeccionada.
FRANCIA
Años anteriores a la revolución, Francia parecía estar dispuesta a una rápida recepción de la
Revolución Industrial y era habitual la importación de máquinas de Inglaterra, pero se irá
retrasando durante el siglo XIX.
Francia en comparación con Gran Bretaña, estaba peor dotada de las materias
primas necesarias en la primera etapa de la industrialización (carbón, hierro) y
su sistema bancario estaba peor articulado.
En 1860, bajo el imperio, se firmó un tratado comercial con Gran Bretaña, único
momento de librecambismo en Francia hasta los acuerdos de la Comunidad
Europea. Las protestas por este tratado hicieron que el Estado subvencionara la
industria metalúrgica para protegerla de la competencia exterior, y así favorecer
su modernización. La economía francesa continuó su desarrollo, pero más lento
que Gran Bretaña o Alemania.
ALEMANIA
Posee enormes riquezas materiales que, si bien inició tarde su industrialización y con ayuda
de capitales extranjeros (franceses, ingleses y belgas), pronto se desarrolló hasta
convertirse, en la segunda mitad del siglo XIX, en el primer país industrial del continente y
en un peligroso rival de Inglaterra. Una de las razones a este avance, es la importancia del
Estado en todo el proceso.
En 1838 comenzó la unidad monetaria, que hacía posible, y a su vez, exigía la construcción
de una red ferroviaria; este sector, a su vez fomentó el desarrollo de la siderurgia y la
minería de carbón. Así, Alemania, se especializó en la industria pesada y bienes de equipo.
ESTADOS UNIDOS
Como en Inglaterra, su fuerte fue la industria textil, como también la industria maderera y
de la construcción.
Estados Unidos fue capaz de producir su propia tecnología; se adoptaron modernos sistemas
de producción y gestión y se formó una potente banca nacional.
ESPAÑA
Entre 1827 y 1833 comienzan a sentarse las bases del sistema capitalista en
España con el Código de Comercio (1829) y la constitución de la Bolsa de Madrid
(1831).
En 1914 el país no estaba industrializado y la minería y la industria producían
solo la cuarta parte de la renta nacional, mientras que la agricultura todavía era
responsable del 40 por ciento.
El pequeño taller artesano y la empresa familiar con técnicas antiguas y poco capitalizada
convivían con la próspera y avanzada industria textil, minería y siderurgia.