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ISSN 2528-8040

RECSYJ
REVISTA ECUATORIANA DE
CIENCIAS SOCIALES Y JURÍDICAS
VOLUMEN 1   NUMERO 1
http://www.utn.edu.ec/recsyj/
RECSYJ
VOL 1 NÚMERO 1 ISSN 2528-8040
IBARRA- ECUADOR
AÑO 2016

REVISTA ECUATORIANA DE CIENCIAS


SOCIALES Y JURÍDICAS
FACAE-UTN

Volumen 1°. Número 1° 2016. Revista Bianual de la Facultad de Ciencias


Administrativas y Económicas de la Universidad Técnica del Norte – Ibarra-
Ecuador. Publicación dedicada a estudios de las Ciencias Sociales y Jurídicas.

Las ideas y expresiones utilizadas en las colaboraciones son de exclusiva res-


posibilidad de los autores y coautores.

CONSEJO EDITORIAL UNIVERSIDAD TÉCNICA DEL NORTE

Dr. Andrés de Castro García, PhD.


DIRECTOR GENERAL

Ing. Iván Bedón Suárez, MSc.


EDITOR RESPONSABLE .

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DECANA FACAE

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ESTRATÉGICOS, CHILE 
.
ISSN 2528-8040

REVISTA ECUATORIANA DE
CIENCIAS SOCIALES Y JURÍDICAS
FACAE-UTN

Volumen 1°. Número 1° 2016


UNIVERSIDAD TÉCNICA DEL NORTE
RECSYJ
VOL 1 NÚMERO 1 ISSN 2528-8040
ENERO-JUNIO 2016 IBARRA- ECUADOR AÑO 2016

RECTOR
Dr. Miguel Edmundo Naranjo Toro
Dirección: Avenida 17 de Julio 5-21 y General José María Córdova
Código Postal: 199
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Teléfono: +593 (6) 2997800 Extensión: 7012
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DIRECTOR GENERAL
Dr. Andrés de Castro García, PhD
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DISEÑO, DIAGRAMACIÓN Y MAQUETACIÓN
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EDITORIAL: Universidad Técnica del Norte


LUGAR: Ibarra - Ecuador
DIRECCIÓN: Avenida 17 de Julio 5-21 y General José María Córdova
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CONTENIDOS

1. EL CONCEPTO DEL NUEVO SERVICIO Y SU APLICACIÓN EN EL


DISEÑO DE PROCESOS SERVUCTIVOS DE RESTAURACIÓN 8
Dra. Cecilia Parra Ferié, PhD.
Lic. Yoarnelis Vasallo Villalonga, MsC.
Ing. Álvaro Pérez González, MsC.
Ing. Iván Santiago Galarza, MsC.

2. SEGURIDAD EN EL ATLÁNTICO SUR: NUEVOS CÓDIGOS 25


GEOPOLÍTICOS DE BRASIL HACIA SUDÁFRICA
Lic. Pascual Verdejo Rico, MsC.

3. ¿CÓMO REALIZAR LA SISTEMATIZACIÓN DE LA PRÁCTICA


EDUCATIVA? 48
Dr. C. José Ramos Bañobre, PhD.
Dra. Bertha Soraya Rhea González, MsC.
Dr. C. Ramón Pla López, PhD.
Dr. C. Omar Abreu Valdivia, PhD.

4. SEGURIDAD INTERNACIONAL Y TERRORISMO YIHADISTA:


CONCEPTOS, CAUSAS Y MECANISMOS DE ACCIÓN 73
Lic. Javiera Soto Reyes

5. ORDEN MUNDIAL. REFLEXIONES SOBRE EL CARÁCTER DE LOS 111


PAÍSES Y EL CURSO DE LA HISTORIA. (KISSINGER, Henry).
Dr. Luis V. Pérez Gil, PhD.

6. LA INMIGRACIÓN EN LA PENÍNSULA IBÉRICA Y LOS DILEMAS DE


SEGURIDAD. MADRID, INSTITUTO UNIVERSITARIO GENERAL GUTIÉRREZ 114
MELLADO. (RODRIGUES, Teresa; FERREIRA, Susana; GARCÍA, Rafael).
Lic. José Miguel Bravo Louwerens, MsC.

116
7. COMUNICACIÓN POLÍTICA Y DEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA
Lic. Carlota González Aparicio, MsC.

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EDITORIAL

En el treinta aniversario de la Universidad Técnica del Norte, la Facultad de


Ciencias Administrativas y Económicas (FACAE) le rinde un homenaje a
nuestra institución a través de la publicación del primer número de la Revista
Ecuatoriana de Ciencias Sociales y Jurídicas (RECSYJ).
Este primer paso, que marcará toda su trayectoria, ha buscado ser una
proyección de los valores y los objetivos institucionales, entre ellos el de
internacionalización. En ese sentido, contamos con cuatro artículos y tres
reseñas elaborados por un total de trece autores de los cuales cinco son
cubanos, tres ecuatorianos, tres españoles, una chilena y un holandés.
Además, de las siete contribuciones, solamente dos provienen de nuestra
Institución de Educación Superior, siendo el resto de fuera de ella,
asegurándonos así el mantenimiento de los exigentes estándares
internacionales.
Otro de los hitos es el alto nivel de los académicos participantes en esta
publicación, de los que cinco cuentan con el título de PhD, siete de Maestría y
uno de Postgrado Universitario.
En cuanto a las temáticas tratadas, nos complace haber obtenido
contribuciones de distintos campos de las Ciencias Sociales entre los que se
encuentran un artículo de Turismo, que ahonda en el concepto del “nuevo
servicio”, un artículo sobre la sistematización de la práctica educativa y dos
relacionados con las Relaciones Internacionales y Seguridad, uno sobre
Geopolítica en el Atlántico Sur y otro que versa sobre terrorismo yihadista.
Además de la sección de artículos, también contamos con un apartado para
reseñas de obras clave de la literatura científica. En este sentido, hemos
recibido una contribución desde la Universidad de la Laguna, en el que se hace
un comentario motivado de la última obra del gran autor Henry Kissinger.
Además de eso, se nos ha enviado desde Holanda un texto en el que se realiza
un análisis de una brillante publicación del Instituto Universitario General
Gutiérrez Mellado (IUGM) sobre migraciones, un tema de absoluta actualidad.
Así mismo, contamos con una contribución relacionada con la Ciencia Política,
en especial una recensión de una obra de Comunicación Política y Democracia
en el contexto latinoamericano.
Por todo lo anterior, permítanme invitarles a leer detenidamente esta
publicación, fruto del esfuerzo colectivo de la Facultad de Ciencias
Administrativas y Económicas (FACAE) de la Universidad Técnica del Norte y
de los autores que aportan a ésta.

Dr. Andrés de Castro García, PhD.


Director General

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DEFINICIÓN DE LA REVISTA

La Revista Ecuatoriana de Ciencias Sociales y Jurídicas (RECSYJ) es una


publicación de la Facultad de Ciencias Administrativas y Económicas de la
Universidad que tiene como objetivo difundir los resultados de
investigaciones realizadas por académicos nacionales e internacionales a
través de artículos científicos y reseñas de obras de relevancia científicas
que permitan generar nuevos conocimientos y aportar en la solución de los
distintos retos relacionados con las Ciencias Sociales y Jurídicas.

SISTEMA DE ARBITRAJE

Los artículos recibidos para la publicación serán revisados inicialmente por


el Comité Editorial para verificar el cumplimiento de los criterios solicitados
por la revista. En el caso de no cumplir se le informara inmediatamente al
autor/es.

Una vez revisados los documentos, los artículos se someterán a la revisión


de pares externos ciegos especialistas en las distintas áreas. Esta revisión
se llevará a cabo en el original completo a través de una revisión ciega de
contenidos. Los pares evaluadores externos responderán en un plazo
máximo de 2 semanas con una evaluación del trabajo, que incluye
sugerencias sobre cómo mejorarlo. Como resultado de dichos procesos, se
le enviará al autor un documento único en el que quedarán explícitos los
aspectos que necesitan ser subsanados. La publicación del original no se
realizará hasta que ambos procesos tengan una valoración positiva.

Las opciones propuestas son las siguientes:

• Aceptación incondicional del trabajo,


• Aceptación sujeta a las mejoras propuestas por el evaluador,
• Rechazo, animando a los autores a revisar el documento y
someterlo a revisión nuevamente
• Rechazo incondicional.

De esta manera se tendrá la de certeza que los artículos que se publican en


la RECSYJ, contribuyen satisfactoriamente en la investigación, el desarrollo
científico y tecnológico; y a su vez al avance en el conocimiento y
fortalecimiento de las Ciencias Sociales y Jurídicas.

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ARTÍCULOS CIENTÍFICOS

EL CONCEPTO DEL NUEVO SERVICIO Y SU APLICACIÓN EN EL DISEÑO DE


PROCESOS SERVUCTIVOS DE RESTAURACIÓN
NEW CONCEPT OF SERVICE AND ITS APPLICATION IN THE DESIGN PROCESS
SERVUCTIVOS OF RESTORATION

1. Dra. Cecilia Parra Ferié, PhD.


cparra@utn.edu.ec
Docente FACAE.
Universidad Técnica del Norte
2. Lic. Yoarnelis Vasallo Villalonga, MsC.
yvasallo@utn.edu.ec
Docente FACAE.
Universidad Técnica del Norte
3. Ing. Álvaro Pérez González, MsC.
arperez@utn.edu.ec
Docente FACAE.
Universidad Técnica del Norte
4. Ing. Iván Santiago Galarza, MsC.
isgalarza@utn.edu.ec
Docente FACAE.
Universidad Técnica del Norte
Fecha de recepción: 26/07/2016
Fecha de aceptación: 01/08/2016

RESUMEN

En la presente investigación se plasman los elementos esenciales del concepto del


nuevo servicio y su aplicación en el diseño de procesos servuctivos. En la misma se
abordan cuestiones básicas relacionadas con la gestión de los servicios y dentro de
ésta el papel rector de la servucción como proceso de creación del servicio. Se
realiza el diseño de un procedimiento que permite realizar el despliegue de las
diferentes etapas que conducen a la instrumentación del concepto del nuevo servicio
y se presentan las bases metodológicas para su implementación. Se aplican
herramientas de consenso como el método Delphi mediante el trabajo con expertos

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para la determinación de los atributos del servicio de restauración que son valorados
por los clientes. También se demuestra la factibilidad de emplear la Matriz
Importancia-Presencia Percibida para establecer las prioridades de mejora en
aquellos atributos que sean más importantes para los clientes y que estén menos
adecuados

Palabras claves: servicios restauranteros, procesos servuctivos, atributos del


servicio.

ABSTRACT

In this research the essential elements of the new service concept and its application
in the design processes servuctivos. In the same basic issues related to the
management of services and within it the leading role of the servuction as service
creation process. It is performed the design of a procedure that allows the deployment
of the different stages leading to the implementation of the new service concept and
methodological basis for implementation. Are applied tools like Delphi consensus
method applied by working with experts to determine the attributes of service options
that are valued by customers. The feasibility of using Matrix Importance - Perceived
Presence to set priorities for improvement in those attributes that are most important
to customers and are less suitable is also demonstrated

Key words: restaurateurs services, servuctivos processes, service attributes

INTRODUCCIÓN
En la década de los 90 del pasado siglo, el número de empleos en organizaciones
de servicio en los países industrializados como Estados Unidos, Francia, Canadá,
Japón y Gran Bretaña aumentó del 60 al 80 por ciento.
Varias publicaciones muestran como ha existido un cambio de la economía
orientada hacia los servicios, revelando que por ejemplo en 1984 el sector de los
servicios representa el 66 % de la economía de los Estados Unidos y un 58 % de la

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de los países de la Comunidad Económica Europea. En España, en 1987, el sector


de los servicios representaba el 61,5 % del Producto Interno Bruto (PIB); en 1993 en
los países desarrollados los servicios representaban más del 60 % del PIB, siendo
el sector que generaba mayor volumen de empleo (Grönroos, 1994). Ya en este siglo
XXI, los servicios alcanzan en algunos países el 80 % del PIB.
Este mismo comportamiento se manifiesta en los países menos desarrollados como
Cuba, Ecuador, Venezuela, entre otros.
Es por ello importante el estudio de los sistemas de servicios y buscar nuevas formas
de gestionar sus procesos servuctivos.
En una empresa de servicios hay tantas servucciones como servicios. En algunas
empresas de servicios hay servucciones “tradicionales” con la intervención del
personal y servucciones “automatizadas” realizadas por al cliente sin tener contacto
con el personal. Todas estas servucciones tienen un elemento común y, en general,
único: el cliente.
Cuando se habla de producción, se piensa en una fábrica y en la fabricación de
bienes tangibles. Pero, ¿es fabricado un servicio del mismo modo que un bien
cualquiera? El concepto de servucción aporta una visión particular de la gestión de
las empresas, que se contempla como el sistema de producción del servicio, es decir,
la parte visible de la organización en la que se producen, distribuye y consumen los
servicios. En esta investigación se pretende dar este enfoque servuctivo.
El término “Servucción” define el proceso de creación de servicio (Eigler y
Langeard, 1989).
Estos profesores franceses conceptualizan la Servucción como “la producción del
servicio”, es la organización sistemática y coherente de todos los elementos físicos
y humanos de la relación cliente-empresa necesaria para la realización de una
prestación de servicio cuyas características comerciales y niveles de calidad han
sido determinadas.
La servucción es todo el engranaje detrás de la prestación de un buen servicio.
¿Qué se necesita para fabricar un servicio? En pocas palabras, podría decirse que
se necesita mano de obra, un soporte físico y un beneficiario es decir, un cliente.
Haciendo una representación simplificada de un sistema de servucción, se presentan
los siguientes elementos:

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 El cliente. El consumidor está implicado en la fabricación del servicio. Es un


elemento primordial y su presencia es indispensable.
 El soporte físico. Se trata del soporte material necesario para la producción
del servicio. Contempla dos categorías: los instrumentos necesarios para el
servicio (muebles, maquinarias) y el entorno material en el que se desarrolla
el servicio (locación, edificio, decorado).
 El personal de contacto. Son las personas empleadas por la empresa que
están en contacto directo con los clientes.
 El servicio. Es el resultado de la interacción de los tres elementos de base
que son el cliente, el soporte físico y el personal de contacto. Este resultado
constituye un beneficio que debe satisfacer la necesidad del cliente.
La gran diferencia entre la fabricación de un servicio y la fabricación de un producto
es que el cliente es un integrante fundamental del sistema de servucción: es a la vez
productor y consumidor. Por lo tanto, es clave entender la secuencia de los actos de
participación en la servucción que el cliente lleva a cabo para beneficiarse del
servicio ofrecido.
Los elementos conceptuales abordados hasta el momento son aplicables a los
procesos de servicios de restauración, siendo necesario realizar una mirada a los
mismos.
La actividad de restauración se puede resumir como la conversión de los factores de
producción (alimentos, capital, trabajo) mediante la producción y el servicio, en
productos solicitados por un cliente que busca el consumo, la satisfacción y el
bienestar (Cañizal, 1996 citado por Cisneros Mustelier y Hechavarría Veira, 2011).
En este sentido (Gómez, 2006) plantea que debe verse como un sistema que se
compone de tres elementos fundamentales:
1. Los bienes materiales. Están constituidos por los alimentos en sí, lo constituyen
tanto el elemento principal de cada plato como el acompañante. Su calidad depende
de la materia prima empleada y del conjunto de procesos que tienen lugar en la
actividad de restauración, y que contribuyen a la calidad de la oferta.
2. Los atributos del producto. Están determinados por los elementos que acompañan
a los alimentos, los cuales pueden ser físicos (mobiliario, cubertería, vajilla) y de
servicio (amabilidad del empleado, profesionalidad).

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3. La extensión del producto. Es el conjunto de satisfacciones que presenta el cliente


como resultado de la calidad de la oferta y el servicio recibido. Depende del trato que
se recibe, del menú, ambientación del salón. Es un elemento que permite valorar de
manera general como se siente el cliente en el restaurante. La restauración tiene
entre sus objetivos básicos satisfacer los gustos y preferencia de los clientes y dar
placer; es un servicio de obligado consumo, por lo que no se puede dejar a un lado
el desarrollo del mismo, si se tiene en cuenta que el cliente del siglo XXl es cada día
más exigente y sus necesidades y expectativas son cada vez mayores.
A lo anterior se suma el hecho de que la actividad de restauración es compleja, más
aún si se desea brindar un servicio eficiente y a la vez que origine ganancias, por lo
que se hace necesario una gestión con objetivos claramente definidos y la
importancia de contar con personal calificado, comprometido con la labor que realiza
(Cisneros Mustelier y Hechavarría Veira, 2011).
Hay que tener en cuenta que en la actividad de la Restauración convergen dos
elementos importantes: la transformación de productos para la elaboración de la
oferta y la prestación del servicio, los cuales constituyen procesos claves ya que son
percibidos por el cliente y son la razón de ser de la organización (Espinosa, 2010).

MATERIALES Y MÉTODOS
Para el desarrollo de la investigación se aplicaron métodos científicos como
Inducción-Deducción, Análisis-Síntesis, Analógico, a través de los cuales se logró
recopilar la información necesaria para llegar a la propuesta de un procedimiento
metodológico para el diseño de procesos servuctivos teniendo en cuenta el concepto
del nuevo servicio y su aplicación en el ámbito de los servicios de restauración.
Entre las principales herramientas aplicadas se destacan el método Delphi para la
obtención de los atributos que caracterizan el proceso de servicio de restauración, la
Matriz Importancia-Presencia Percibida.
En la concepción del procedimiento se tuvo en cuenta que todos los recursos y las
energías de la empresa están dedicados a la realización de un concepto de servicio
que generalmente no está formalizado, ya que evoluciona con el tiempo. Por lo tanto,
hay que desarrollar la fórmula del nuevo servicio.

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RESULTADOS
Una empresa que decide desarrollar nuevos servicios debe tener la capacidad de
abordar los cinco campos de decisión a partir de la primera etapa del proceso de
desarrollo. En la figura 1 se puede apreciar de forma esquematizada el concepto de
nuevo servicio.

Concepto de nuevo
servicio

Decisiones claves

Concepto Segmento Servucción La La


oferta imagen

1. Creatividad 1. Un perfil 1. Especializada 1. Limitada


2. Originalidad 1. Clara
determinado 2. Fácil de 2. Fácil de 2. Fácil de
3. Diferenciación 2. No desmultiplicar estructurar comunicar
abarcar todo
el mercado

Personal de Soporte físico Cliente


contacto

Figura 1 Esquematización del concepto del nuevo servicio.


Fuente: Los autores.
Si se quiere realizar un proceso direccional que controle el desarrollo de los nuevos
servicios, existe un pequeño número de campos de decisión que exigen respuestas.
La fórmula del nuevo servicio comprende cinco decisiones claves que se interesan
por el concepto, el segmento, la servucción, la oferta y la imagen (Hernández
González, 2008).

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Un concepto de servicio único


Las empresas de servicio que quieren convertirse en líderes no pueden contentarse
con tener actividades: deben apoyarse en conceptos fuertes. Para conseguir esta
fuerza, han de contar con una serie de factores:

 Creatividad y movilización alrededor del concepto: La creatividad es


indispensable y desemboca en un concepto de servicio que es un conjunto
coherente de actividades existentes, de funciones conocidas, de distintas
culturas... es decir, elementos que hasta ahora estaban separados. La
movilización de las energías de la empresa es tanto una necesidad como una
consecuencia, y facilita en la empresa la comunicación de las misiones, de la
función y del estilo de cada uno.
 Concepto y la diferenciación: Hoy en día se imita fácilmente una actividad,
pero difícilmente un concepto. La búsqueda del concepto de servicio se basa,
por lo tanto, en concretar la diferenciación y comunicarla a la clientela. De este
modo obtendremos un concepto fuerte.
 Concepto único: Es doblemente único, en el sentido de la originalidad y en
el sentido de la unicidad. El concepto de servicio saca su fuerza de su
originalidad. Para ser originales, no necesitamos “revolucionar” el mercado.
Esto significa que también podemos ser originales (y que esta originalidad sea
duradera) tomando un conjunto de elementos que tomados por separado
sean conocidos y con poco impacto, pero que juntos tienen un gran poder de
anticipación. Por otro lado, la unicidad es la que confiere la fuerza de
penetración en el mercado y, para ello, el concepto ha de ser único. Una
buena gestión consistirá en elegir el mejor concepto, que será aquel que se
acople mejor al segmento de mercado que consideremos más interesante.

Un segmento de mercado único e identificable


 El enfoque de mercado segmentado: Un concepto de servicio es una
respuesta coherente a cierto tipo de necesidades. El concepto fuerte no puede
ser abarcar todo el mercado, sino que obedece a una estrategia de
segmentación.

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 Las variables de comportamiento y los atributos del servicio: Para


segmentar el mercado debemos tener en cuenta las variables de
comportamiento para medir el perfil de los que tienen la misma necesidad, así
como la situación en la que se encuentra el consumidor.
 Tamaño del segmento y fuerza del concepto: El tamaño de los segmentos
varía mucho. Un concepto fuerte es aquel que conlleva la adhesión de un gran
número de consumidores que están en los bordes del segmento y que,
modificando sus expectativas y comportamiento, integran el mismo.

Una servucción especializada y fácil de desmultiplicar


Hay que prever en detalle el funcionamiento de la servucción y de sus tres grandes
categorías de componentes (personal en contacto, soporte físico y cliente) con la
preocupación de conservar la simplicidad. Esto es necesario por dos razones: se
favorece la rapidez de desarrollo de la red, que es una ventaja competitiva que lleva
al éxito, y además se permite a los clientes aprender rápidamente lo que se espera
de ellos.

También hay que evitar la complejidad de la servucción que es un peligro mortal para
todas las grandes redes de servicio.

Una oferta limitada fácil de estructurar


Debe tratarse de una oferta estructurada que responda a una doble condición: por
un lado, hacer resaltar la prestación que es percibida por el consumidor; y por otra
parte, limitar el número de servicios periféricos para dejar a la servucción toda su
sencillez y, por tanto, su fiabilidad. Este es el campo de decisión más difícil de
abordar.

Una imagen de servicio clara y fácil de comunicar


Ya que los servicios son intangibles, es una tarea difícil crear una comunicación
eficaz. Aunque utilicemos de forma inteligente los medios de comunicación no será
suficiente, ya que la imagen del servicio también depende, y en gran medida, de la
interacción de la empresa con sus clientes.

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Estos clientes, a su vez, difunden la imagen cuando comparten su experiencia con


el entorno y, si la imagen que perciben es positiva, nos beneficiará en gran medida.
Ésta es una razón por la que la imagen debe ser muy clara. La imagen además es
una decisión clave que depende fuertemente de los otros cuatro campos de decisión.
Si el concepto no es único y simple, la imagen no será clara y significativa.

Las dos fases de elaboración del proceso de la formula nuevo servicio:


Cada uno de los cinco campos de decisión debe tener su propia coherencia, pero es
importante vigilar la unión del conjunto para obtener una fórmula fuerte y rentable.
La búsqueda de esta cohesión pasa por dos fases:

1. La primera fase consiste en emparejar un concepto de servicio con un


determinado segmento de mercado.
2. La segunda fase consiste en experimentar una servucción que permita
realizar el concepto y satisfacer al segmento elegido con la ayuda de una
oferta que no implique una complejidad excesiva de la servucción. Además,
esta segunda fase está dedicada también al desarrollo de una imagen fácil de
comunicar y significativa desde el punto de vista del cliente.

Con estas dos fases el proceso de elaboración de la fórmula del nuevo servicio es
un proceso iterativo. Esto obligará a redefinir un nuevo segmento que puede
conllevar a la modificación del concepto inicialmente elegido.
En la figura 2 se muestra el procedimiento con las etapas o pasos a cumplimentar
para realizar el diseño de un proceso servuctivo teniendo presente el concepto del
nuevo servicio

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Diagnóstico y caracterización del Análisis de


objeto de estudio satisfacción

Analizar influencia de Estructurar el sistema de servicio


otros procesos
externos relacionados
con el proceso en
cuestión Decisiones
Aplicar concepto de servucción y claves
del nuevo servicio.

1. Concepto
Identificación y prevención de 2. Segmento
fallos 3. Servucción
4. Oferta
5. Imagen

Implementación del diseño RETROALIMENTACION

Frontera del procedimiento

Figura 2: Procedimiento propuesto para el diseño del proceso servuctivo.


Fuente: Los autores.

La primera etapa del procedimiento es el diagnóstico y caracterización del objeto


de estudio. Según (Hernández Torres, 2008), el diagnóstico debe ser aprovechado
para actuar por adelantado sobre los procesos, antes de que ocurran las
desviaciones, indicando los posibles obstáculos que se opondrán al rumbo
estratégico fijado, creando las condiciones para que los resultados coincidan con los
objetivos, conforme a la característica del control de gestión moderno, referida a que
éste debe orientarse más al futuro como control de gestión prospectivo.

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En este procedimiento el diagnóstico consiste en realizar una caracterización del


objeto de estudio en la cual se vaya de lo general a lo particular. Realizar un análisis
de la satisfacción del cliente con el proceso. Las posibles técnicas a aplicar en esta
primera etapa son: Técnicas de análisis y recopilación de información, Encuestas
para medir satisfacción del cliente con el proceso, Método de los expertos, Análisis
Causa-Efecto, Flujograma.

La segunda etapa del procedimiento es la estructuración del sistema de servicio. El


conjunto de servicios elementales, base y periféricos son entidades relacionadas
entre sí que forman un sistema. Los elementos del sistema están formados por cada
servicio elemental y su servucción y todos estos ellos tienen un elemento común: el
cliente. En esta etapa se debe estructurar el sistema de forma tal que todos los
procesos y subprocesos apunten hacia el cliente y su satisfacción. Las posibles
técnicas a aplicar son: la técnica encuesta, flujogramas y otras.

La tercera etapa del procedimiento consiste en aplicar el concepto de Servucción


y del nuevo servicio. Definir la idea exacta de la servucción a realizar.
Los procesos servuctivos son todos aquellos donde se realiza o brinda un servicio
por la organización, con la participación del cliente como beneficiario del servicio y
representado a través de su propiedad, que interactúa con el personal de contacto
sobre la base o utilización de un soporte físico (Parra Ferié, 2009).
La propuesta es en base a relacionar las cinco decisiones claves que se deben
tomar antes de aplicar el concepto de nuevo servicio: Concepto, el cual comprender
características claves e imprescindibles en su uso que deben ser la creatividad, la
originalidad, y la diferenciación.
Segmento, donde se debe abarcar solo un perfil no todo el mercado para poder ser
más objetivos en nuestra forma de proceder a la hora de brindar un servicio.
Servucción, la cual debe ser especializada y fácil de desmultiplicar dentro de ella
entra el personal en contacto, el soporte físico y el cliente.
La oferta, limitada y fácil de estructurar, para no cometer errores y conformar una
estructura que no sea la más adecuada a la demanda.

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La imagen, uno de los factores decisivos en la creación de un servicio es la


comunicación, si la imagen no es clara y fácil de comunicar no despierta interés y lo
que no interesa no se compra. Estas decisiones claves se deben tener en cuenta en
todo el proceso y en cada una de las acciones que se ejecuten durante el mismo.
Las posibles técnicas a aplicar en esta etapa son: Técnicas de análisis y recopilación
de información, segmentación del mercado, benchmarking, diagrama de servucción,
entre otras.

La cuarta etapa del procedimiento es la identificación y prevención de fallos, tras el


análisis de cuáles son las desviaciones. Se toma acción en la etapa de ejecución del
servicio, para prevenir que los errores se conviertan en defectos. Si no es posible
prevenir el riesgo, entonces al menos se debe detectar. (Parra Ferié, 2009).

El control de fallos tiene un impacto directo en los resultados del proceso, el


seguimiento dado a los posibles fallos permitirá al responsable de cada subproceso
tomar decisiones. Dentro de las cuales no debe obviar las cinco decisiones claves.
La prevención de los fallos, constituye en sí misma una oportunidad de mejora del
proceso. Es por ello, que se propone aplicar un modelo de recopilación de
información según (Parra Ferié, 2005) que viabiliza la identificación de las
Oportunidades de Mejora.

El análisis de causas constituye la base de una toma de decisiones oportunas y


efectivas. Se debe controlar la ejecución de los proyectos de acción seleccionados,
evaluando los resultados a nivel local, evaluando la efectividad del proceso de
mejoramiento sobre el cumplimiento de los objetivos inicialmente planteados a la
entidad, en el horizonte de tiempo considerado.

La quinta y última etapa del procedimiento es la implementación del diseño.


Como señala (Amozarrain, 1999):  La fase de implantación puede prolongarse en
el tiempo, por lo que es necesario desarrollar un plan concreto con la definición de
responsables y plazos para cada uno de los hitos.

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Antes de implantar el nuevo proceso es necesario reflexionar acerca de las posibles


resistencias al cambio y las posibles contramedidas a adoptar, de entre las que se
pueden citar las siguientes:
 Comunicar y hacer partícipes a las personas que se verán implicadas en la
puesta en práctica del nuevo proceso.
 Dar la formación y adiestramiento necesarios.
 Escoger el momento adecuado.
 Desarrollar una implantación progresiva: se procura iniciar esta con las
personas más receptivas y con las de más prestigio entre sus compañeros.

En la representación esquemática del procedimiento anteriormente expuesto en la


figura 2 se puede apreciar la línea de retroalimentación que parte de la
implementación hasta el diagnóstico.

Analizar la influencia de otros procesos externos que influyen en el buen


funcionamiento del proceso es un aspecto del procedimiento de importancia
ineludible, ya que estos se interrelacionan en un todo e integran el sistema, donde la
comunicación juega un papel primordial.

Para la determinación de los atributos del servicio de restauración por un equipo de


expertos en el tema de gestión de los servicios y de manera más particular en los de
restauración, se aplicó el Método Delphi, cuyas características propiciaron su
instrumentación en la investigación.

Este método se desarrolla a través de rondas, y como ventaja adicional se tiene que
no es necesario hacer coincidir a los expertos en el mismo tiempo y lugar, siendo
posible utilizar expertos ubicados en diferentes lugares geográficos.
A continuación, se muestra el análisis realizado por los expertos:

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Tabla 1
Fuente: Los Autores

Los atributos seleccionados y que caracterizan el servicio de restauración son:


1. Cualidades físicas de la instalación
2. Comunicación y visibilidad del producto
3. Variedad, tipo de cocina/especialidad
4. Tipo de servicio
5. Ambientación/atmósfera del lugar
6. Climatización
7. Horario de servicio
8. Relación calidad-precio
9. Calidad del servicio
10. Habilidades mostradas por el personal
11. Complementariedad de los servicios de vinos

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Una vez definidos los atributos, es posible aplicar la encuesta donde los clientes
ponderan el nivel de importancia que le dan a cada atributo y por otro lado el nivel
de presencia percibida, es decir, en qué medida perciben la presencia de este
atributo en el servicio de restauración que consumen.
Los resultados de la encuesta, permite visualizar a través de la Matriz Importancia-
Presencia Percibida, las prioridades para la mejora en aquellos atributos que sean
más importantes para los clientes y que estén menos adecuados
En la figura 3 se muestra dicha matriz:

Figura 3. Matriz Importancia-Grado de Presencia Percibida.


Fuente: (Diéguez Matellán, 2008)

Las acciones de mejora para aumentar la presencia percibida de estos beneficios en


el proceso deben centrarse en los beneficios que se ubican en los cuadrantes Alta
importancia – Alto grado de presencia percibida (Puntos fuertes del proceso) y Alta

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importancia – Bajo grado de presencia percibida (Puntos críticos), así como en la


brecha existente en cada uno de ellos.

DISCUSIÓN
Los sistemas de servicio en su complejidad comprenden varios tipos de servicios
(base, base derivados y periféricos) en los cuales siempre el cliente es el centro de
las decisiones. Las decisiones que atañen a las servucciones de cada uno de los
servicios elementales llevan la calidad del servicio global, donde la servucción se
define como el proceso creativo de elaboración de un servicio.
Es pertinente aplicar la fórmula del nuevo servicio en la restauración, la cual
comprende cinco decisiones claves que se interesan por el concepto, el segmento,
la servucción, la oferta y la imagen.

CONCLUSIONES
1. El estudio bibliográfico realizado demostró la necesidad de diseñar un
procedimiento en el cual se presentan los elementos que conforman el enfoque
servuctivo, siendo posible la implementación del nuevo concepto de servicio.
2. Es posible aplicar el procedimiento propuesto en los procesos de restauración,
identificándose los tipos de servicios que intervienen en su sistema servuctivo
bajo el enfoque del nuevo concepto de servicio.
3. Con la aplicación del método Delphi se pudieron determinar los 11 atributos que
caracterizan el proceso de servicio de restauración, a partir del análisis de los
expertos.
4. Se diseña un instrumento que permite valorar por los clientes el nivel de
importancia y el grado de presencia percibida de estos atributos en los servicios
de restauración que estén consumiendo, siendo posible complementar el análisis
con la aplicación de la Matriz Importancia-Grado de Presencia Percibida para
establecer las prioridades para la mejora en aquellos atributos que sean más
importantes para los clientes y que estén menos adecuados

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BIBLIOGRAFÍA

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SEGURIDAD EN EL ATLÁNTICO SUR: NUEVOS CÓDIGOS GEOPOLÍTICOS DE


BRASIL HACIA SUDÁFRICA
THE SOUTH ATLANTIC SECURITY: NEW GEOPOLITICAL CODES FROM BRAZIL
TO SOUTH AFRICA
1. Lic. Pascual Verdejo Rico, MsC
verdejorico.p@gmail.com
Investigador independiente
Licenciado por la Universidad de Granada
Magíster por la Universidad Complutense de Madrid
Fecha de recepción: 28/07/2016
Fecha de aceptación: 22/08/2016

RESUMEN
Las alianzas entre Brasil y Sudáfrica son parte de una nueva reconfiguración del
mundo que responde a nuevos desafíos internacionales. El Atlántico Sur está
adquiriendo mayor relevancia para la seguridad nacional de Brasil por representar
un espacio demarcador de fronteras y poseer enormes recursos naturales. Además,
las nuevas rutas comerciales hacia África y Asia convierten este Océano en un
espacio común de seguridad para los países ribereños del Atlántico Sur, donde
Sudáfrica se presenta como un relevante aliado para Brasil en sus intereses fuera
del espacio sudamericano.

Palabras clave: Atlántico Sur, Geopolítica, Seguridad, Sudáfrica.

ABSTRACT
The alliances between Brazil and South Africa are part of a new reconfiguration of
the world that responds to new international challenges. The South Atlantic is
acquiring more importance for national security of Brazil due to representing a space
that demarcates borders and having huge natural resources. In addition, the new
trade routes to Africa and Asia turn this Ocean into an area of common security for
the countries that border the South Atlantic, where South Africa appears as an
important ally of Brazil for their interests outside of South American area.

Key words: South Atlantic, Brazil, Geopolitics, Security, South Africa.

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INTRODUCCIÓN

El Atlántico Sur ha ido adquiriendo mayor importancia para la seguridad nacional de


Brasil en los últimos años, promoviendo alianzas en el sur global más allá del espacio
sudamericano. Bajo este escenario Sudáfrica se ha consolidado como un nuevo
aliado brasileño para el diseño de sus políticas de seguridad y defensa en el Océano
Atlántico Sur, además de ser una puerta de entrada al Océano Índico. Esta alianza
adquiere relevancia al tratarse de dos potencias semi-perifericas dentro del sistema
mundo moderno que ejercen una fuerte influencia en sus respectivas regiones y una
cierta influencia en el orden mundial.
Los nuevos flujos comerciales hacia África y Asia simbolizan desde inicios del siglo
XXI la transnacionalización de las empresas brasileñas fuera de Sudamérica, que
viene de la mano del “nuevo regionalismo” y de una serie de entramados
geoestratégicos en el continente africano. Además, las posibilidades de nuevos
recursos naturales en el Mar Territorial de Brasil han convertido al Atlántico Sur en
un lugar de vital importancia para los intereses brasileños. Comparando este espacio
geográfico a la importancia que ha tenido históricamente y tiene la Amazonía
brasileña, tanto por representar un espacio demarcador de sus fronteras como por
la explotación de sus enormes recursos naturales.
El análisis teórico de este estudio está basado en la Geopolítica, utilizada como
herramienta para el estudio de las relaciones inter-estatales entre Brasil y Sudáfrica,
y también como hilo conductor para entender el pensamiento de la escuela
geopolítica brasileña que ha estado vinculado a los militares y la inteligentsia del
Estado desde inicios del siglo XX, teniendo un papel relevante en la producción de
los primeros modelos geopolíticos que influenciaron de un modo directo en la
conducción de la política interior y exterior.
El trabajo está estructurado en una introducción a la Geopolítica Clásica y al
surgimiento de sus (sub)disciplinas, haciendo una aproximación al pensamiento
geopolítico brasileño para conectarlo con la influencia que ha tenido este
pensamiento en la escuela militar brasileña desde inicios de siglo XX y su evolución
hasta la primera década del siglo XXI. Sirviéndonos como herramientas
conceptuales y contextuales para analizar la importancia del Atlántico Sur en las

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estrategias de seguridad nacional en Brasil y sus proyecciones exteriores hacia


Sudáfrica.
El periodo de tiempo escogido tiene como objetivo analizar si se han producido
cambios importantes entre la proyección exterior de Brasil durante el gobierno de los
militares y su paso a la democratización, utilizando el caso de las relaciones con
Sudáfrica como un indicador de las pretensiones brasileñas más allá del espacio
Sudamericano que se consolida como líder regional.

I. EL NACIMIENTO DE LA GEOPOLÍTICA CLÁSICA Y SUS VARIACIONES


ACTUALES
La Geografía Política es una disciplina de las Ciencias Sociales que nació a
principios del siglo XIX con el deseo de unir la Geografía con la Ciencia Política para
teorizar sobre las relaciones de poder existentes en un espacio. El pensamiento del
siglo XIX está marcado por una fuerte influencia del positivismo determinista y el
evolucionismo darwinista. Bajo estas corrientes deterministas y positivistas, Ratzel -
geógrafo alemán de finales del siglo XIX-, es considerado como el padre fundador
de la Geografía Política moderna. Crea conceptos como “espacio vital” y desarrolla
ideas como la “lucha por el territorio”, etc. Para él, el Estado se convierte en una
especie de organismo vivo que lucha por su supervivencia, y como en la teoría de
Darwin aplicada al Estado “sólo el Estado más fuerte sobreviviría”. Como veremos
más adelante las teorías de Ratzel ejercieron una fuerte influencia en la escuela
alemana de Geopolitik en el periodo de entreguerras (Cohen, 1964:87).
La Geografía Política a menudo presenta confusiones conceptuales en su distinción
con la Geopolítica. Heriberto Cairo define y distingue ambos términos, señalando
que la Geopolítica nace de la tradición de la Geografía Política, de modo que en base
a esa definición la Geopolítica debe ser catalogada como una subdisciplina de la
Geografía Política y no como una disciplina paralela, ya que el campo de estudio de
esta disciplina es más amplio. El estudio de la Geopolítica en sus inicios estaba
basado en el entendimiento “del todo” a una escala global y el Estado era el único
actor tenido en cuenta en las relaciones de poder, algo que, de alguna manera,
también está presente en las Relaciones Internacionales, entendidas como
relaciones inter-estatales (Cairo, 1993:198).

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Podemos destacar la obra de Mackinder como una de las más influyentes en el


origen de la Geopolítica, ya que centró su estudio en el poder Geoestratégico
terrestre, y percibió a principios del siglo XX que la era de expansión colombina
europea había llegado a su fin. Esto le llevó a pensar que el sistema internacional
era un sistema cerrado, donde la política y la economía mundial estaban ligados
independientemente de las distancias que les separasen (Mackinder, 1904:423). En
su formulación de la teoría del Heartland, Mackinder establecía la concepción de
área pivote o central que estaba formado por la masa terrestre euroasiática.
Señalaba que quien poseyera este territorio podría controlar el mundo. Una alianza
entre Alemania, Rusia y Japón podría acabar con el poder marítimo hegemónico de
la Inglaterra de principios del siglo XX. Por ello, Mackinder instó a las élites inglesas
a centrar el poder en las áreas terrestres ya que los ferrocarriles unieron la masa
terrestre de Eurasia (Cairo, 1993:202). Esta visión de Mackinder hizo que después
de la I Guerra Mundial se crearan Estados tapón como Polonia y Yugoslavia, a fin de
separar a Rusia de Europa y empujar a Rusia sobre Asia.
En Brasil hacia finales de 1920 el profesor de geografía Everardo Backheuser ofreció
un método al estudio de la geopolítica impregnado por el pensamiento determinista
y evolucionista de Ratzel. Señalaba al Estado como el responsable en la conducción
de la vida nacional, por encima de la sociedad. Para Backheuser, en Brasil el Estado
debería de fomentar políticas para la consolidación de la unidad territorial (Ansermo
y Bray, 2002:4). Para ello, se centró en el estudio de la política de fronteras, la cual
debería estar controlada por la federación y no por las regiones:
(…) la frontera es la epidermis del organismo estatal, captadora de las influencias y
presiones foráneas y, como tal, región que debe quedar directamente subordinada
al poder central, y no a las autoridades regionales que manifiestan menor
sensibilidad para sus problemas (Backheuser, 1952,pp.132).

Backheuser sentó bases teóricas para el pensamiento del militar Mario Travassos,
considerado por muchos como uno de los fundadores de la escuela geopolítica
brasileña.
Travassos, hacia finales de 1930 publicó un ensayo titulado, Aspectos Geográficos
Sudamericanos, teniendo una gran influencia en el pensamiento geopolítico del

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Cono Sur. Este capitán del ejército brasileño estuvo influenciado por los padres de
la geopolítica clásica, Mahan y Mackinder.
Al igual que en la teoría del Heartland de Mackinder, Travassos en su obra titulada
“proyección continental”, escribió una especie de “guía” para las élites en el
subcontinente sudamericano. En su análisis, se preocupó por dos grandes extremos
geográficos del subcontinente; el Atlántico y el Pacífico. La cordillera andina
representaría el divisor de estas dos regiones. Desde esta visión, enfatiza sobre la
importancia del triángulo geopolítico boliviano compuesto por Santa Cruz de la
Sierra, Cochabamba y Sucre, como el punto estratégico donde confluyen las áreas
de influencia del Pacífico y del Atlántico. Según Travassos, el país que consiguiera
controlar este triángulo dominaría la política regional del continente, su propuesta iría
encaminada a fomentar una política de transportes que diera ventajas a Brasil en su
comunicación con estos puntos de la cordillera. Travassos, al igual que Mackinder
formuló una teoría determinista, en la cual, la posición que ocupara el Estado sería
crucial para su dominio.
En el recorrido teórico de la geopolítica, hay que señalar al norteamericano Spykman
por su importancia como “conector” entre los fundadores de la Geopolítica tradicional
y la Geopolítica conservadora. Spykman a finales de los años treinta teorizó sobre
las relaciones entre geografía y política exterior, en ella establecía que el sistema
internacional carecía de una autoridad central, y que una acertada política exterior
para Estados Unidos debería desarrollar una estrategia global (1942). Es
considerado por ello, como el fundador de la escuela realista de las Relaciones
Internacionales. Consideró que la región pivote de Mackinder quedó obsoleta hacia
1945 y que había que prestar atención a países bimarítimos. Fue partidario de
establecer un “cinturón de seguridad”, de la intervención y de la Doctrina Monroe,
posicionándose América Latina como una zona de contención de rivales.
Como podemos observar, Mackinder, Backheuser, Travassos y Spykman
escribieron sus análisis del mundo con el objetivo de informar e influenciar la política
exterior de sus países, alertando de este modo a las élites dirigentes sobre los
modelos a seguir. Llegados a este punto sería conveniente distinguir entre modelos
geopolíticos y códigos geopolíticos. Taylor define los códigos geopolíticos como la
práctica del razonamiento habitual que proyectan las élites dirigentes en la política

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exterior de los Estados. En cambio, los modelos geopolíticos están vinculados a la


producción intelectual del pensamiento geopolítico. Sin embargo, tanto códigos
como modelos no están desvinculados, ya que los generadores de modelos
geopolíticos pretenden que se conviertan en códigos geopolíticos para tener una
influencia en la política exterior. Al igual que los códigos geopolíticos son objeto de
estudio de los cuales más tarde se formulan modelos geopolíticos (Taylor y Flint,
2002).
La Geopolítica prácticamente cayó en el olvido durante un largo periodo después de
1945 con el final de la Segunda Guerra Mundial. Ello fundamentalmente se debió a
la vinculación –errónea- que se estableció entre la Geopolítica con la escuela
alemana de Geopolitik que se fundó durante el periodo de entreguerras por el general
Hausshofer (Foucher, 1986). Esta escuela estuvo enormemente influenciada por las
teorías deterministas y positivistas de Ratzel que pretendía hacer de la Geopolítica
una ciencia apolítica, algo imposible de realizar. Con ello, se creó una especie de
“manual de la guerra” que más tarde con el ascenso al poder de los nazis sería
aplicado, justificando en ella el dominio y la conquista del espacio vital del Estado
desarrollados en el Tercer Reich.
A partir de los años setenta se produce una renovación de la Geopolítica,
fundamentalmente desde perspectivas críticas neomarxistas, postestructuralistas y
también teorías continuistas de la Geopolítica vinculadas con las prácticas
tradicionales de la “política de poder”. Dentro de las corrientes de Geopolítica radical
encontramos una numerosa producción intelectual de revistas especializadas. Entre
ellas, destaca la revista Hérodote, editada en 1976 por el francés Yves Lacoste, con
una orientación al análisis de situaciones de conflicto. Por otro lado, encontramos la
revista Political Geography, fundada en 1982 por el inglés Peter J. Taylor, quien a
través del análisis sistemas-mundo de Immanuel Wallerstein ha puesto las bases
para la renovación de la Geopolítica, desde una visión radical. Esta perspectiva
pretende estudiar el conflicto entre el Norte contra el Sur, (Editorial de Consejo de
Redacción, 2010).
En la misma línea de renovación radical, Raffestin y Clavar han pretendido
desarrollar una geografía del poder que busca analizar el poder producido en un
territorio en función del espacio (Ibídem:12).

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Por otro lado, entre las corrientes más novedosas en la renovación de la Geopolítica,
encontramos una “geopolítica crítica” que nace en los ámbitos académicos hacia los
años setenta. Esta corriente fue iniciada principalmente por los trabajos de John
Agnew, aunque más tarde quienes acuñaron el término de “geopolítica crítica” fueron
Géaroid Ó Tuathail y Simon Dalby. Su foco de estudio está centrado en el espacio-
tiempo, enmarcado en una reconceptualización del discurso geopolítico.

II. VISIÓN GEOPOLÍTICA BRASILEÑA Y MODELOS DE SEGURIDAD


El pensamiento geopolítico brasileño ha estado vinculado a los militares y a la
inteligentsia del Estado. La escuela geopolítica brasileña tuvo un papel relevante en
la producción de los primeros modelos geopolíticos que influenciaron de un modo
directo en la conducción de la política interior y exterior desde principios del siglo XX.
El General Meira Mattos, uno de los más influyentes pensadores de la escuela
geopolítica brasileña señalaría la obra de Travassos como uno de los fundamentos
básicos de la geopolítica brasileña para convertir a Brasil en un “gigante” del Cono
Sur. En lo que sigue haremos un breve repaso de algunos elementos centrales de la
escuela geopolítica brasileña en dos momentos históricos que van desde el
escenario post-guerra hasta la redemocratización, y desde ese momento a la
actualidad.
Desde la post-guerra hasta la redemocratización (1964-1985)
Los proyectos expansionistas que se producen desde los modelos geopolíticos
conectan con la política exterior que proyecta Brasil. Sus aspiraciones globales
tienen sus precedentes desde principios del siglo XX, ello queda patente con el
abandono de la Liga de las Naciones en 1926 en respuesta a la negativa de atender
sus demandas de formar parte en su Consejo de Seguridad. Las autoridades
brasileñas, independientemente de los signos políticos que han gobernado Brasil
siempre han aspirado a tener una influencia en el sistema internacional, más allá del
espacio sudamericano (Miyamoto, 2011:14).
En los años cincuenta, surgiría el pensamiento del general Golbery do Couto e Silva,
que tendría una poderosa influencia durante el régimen militar, instaurado en Brasil
desde 1964 hasta 1985. Su concepción de seguridad nacional y de desarrollo sería
llevado a la práctica durante el periodo militar.

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En el contexto internacional de la Guerra Fría, los gobiernos militares se identificaron


con las políticas norteamericanas en el conflicto entre Este-Oeste bajo la idea de
seguridad continental, en el cual América Latina aparecía como el cinturón de
seguridad extracontinental de Estados Unidos.
Castello Branco se basó en dos casos que surgieron en la Guerra Fría: por un lado,
en la Escuela Superior de Guerra (ESG), instituto subordinado al Estado Mayor de
las Fuerzas Armadas (EMFA), y en los principios allí constituidos desde 1949; y por
otro lado, siguió el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), de 1947.
La idea de seguridad, desde la visión militar, entendía a los Estados Unidos como
líder y guardián del mundo Occidental, con una política interdependiente y asociada
a los padrones vigentes en esta parte del Hemisferio (Miyamoto, 2011:23).
La geopolítica proyectada por el régimen militar establecía que cuanto más alejado
estuviera el enemigo –ideologías contrarias al régimen- mejor para la seguridad
nacional, y cuanto más territorio tuviera el Estado aumentaría su capacidad para
preparar una estrategia de defensa, tanto interna como externa. Desde esta lógica
plasmada en el pensamiento estratégico sudamericano, los adversarios externos
podrían ser los Estados vecinos si estaban gobernados por ideologías contrarias al
régimen militar (Simões, 2009:845).
Siguiendo esta premisa se desarrolló la “teoría del cerco”, la cual, vinculaba la
elaboración y aplicación de la geopolítica con la política exterior en Brasil. Sobre
concepciones estratégicas militares, la dictadura militar, previó que a medio o largo
plazo surgieran regímenes contrarios a su ideología y pusiera en peligro la seguridad
nacional. Bajo esta teoría se postulaba que la subversión estaba en las fronteras
brasileñas y que América Latina sería la base logística para el avance del comunismo
en occidente.
Sobre esta línea de pensamiento, se desarrolló el concepto de “guerra
revolucionaria” para luchar contra los grupos contrarios a las ideas del régimen
(Simões, 2009:864). Si en Estados Unidos la seguridad nacional se enfocaba en los
conceptos de “guerra nuclear” y “guerra total”, en América Latina bajo las estrategias
militares existía la preocupación de los movimientos sociales revolucionarios, que
amenazaban la seguridad interna. Por ello, los militares latinoamericanos estaban
preocupados en el desarrollo económico y la seguridad interna y externa.

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En este periodo se incrementó la industria bélica en convirtiéndose en un gran


exportador internacional de armamento. También durante el régimen militar se
produjo la mayor ocupación del Amazonas brasileño con la construcción de
carreteras y la creación de la Superintendencia para el Desarrollo de la Amazonía
(SUDAM), además de establecer la capital federal en Brasilia. La Amazonía ha
jugado y juega un papel geoestratégico clave desde una relación basada en la tierra
y los recursos que son percibidos como infinitos. Para Becker (2005) este paradigma
de la economía de frontera es la que caracteriza la formación territorial
latinoamericana.
El pensamiento geopolítico de Golbery fracasa en parte por el modelo económico
implantado por los militares; al acabarse los préstamos internacionales de los
petrodólares y por la crisis de la deuda externa en toda América Latina de los años
ochenta. Por otro lado, durante el crecimiento económico de los años setenta no
hubo distribución de la riqueza, ello hizo más vulnerable a la población ante la crisis.
Este modelo productivo basado en la mano de obra no cualificada dificultó la
incorporación de Brasil al modelo productivo tecnológico, al no contar con una
población preparada. En base a ello, el pensamiento geopolítico fracasó de la mano
de régimen militar porque no supo dar lo que prometía: desarrollar y modernizar el
país. El resultado fue todo lo contrario, al incrementarse las desigualdades sociales
(Vesentini, 2007:112-114).
La escuela geopolítica brasileña de los militares no tuvo en consideración la
importancia de la educación en su población y la mejoría de la calidad de vida en
cuanto a su poder adquisitivo. Vesentini señala esta escuela como una especie de
partido político para los militares, donde teorizaron sobre los destinos del país.
Encontramos que debido a la crisis del Estado y la redemocratización de la sociedad
en sumado a la presión externa, el país experimentó un profundo cambio a mediados
de los ochenta (Miyamoto, 2011:39). Ello derivó al trazado de una configuración
territorial basada en el desarrollo sostenible, desarrollándose una nueva forma de
planificación del Amazonas, fundado en la alianza de organizaciones
transnacionales con poder de decisión –grandes Bancos, ONGs, gobiernos del
Grupo de los 7- , el gobierno federal fue reduciendo su capacidad de control sobre
este espacio, donde crecieron las ayudas procedentes del exterior destinadas al

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“Tercer Mundo” (Becker.1997). En el plano interno, se restableció el sistema


partidario como consecuencia del colapso del régimen.

De la redemocratización hasta inicios del siglo XXI


La política exterior del ciclo militar (1964-1985) se caracterizó por un uso y abuso de
la política de seguridad y desarrollo. La Doctrina de Seguridad Nacional, con la
llegada de la redemocratización dejó de ser un punto clave en la política nacional.
Esto también tuvo una repercusión en la política exterior, a excepción del territorio
de la Amazonía que continuaba siendo clave en la seguridad (Simões, 2009:851).
La presencia de Brasil en los foros internacionales es otra característica del país. La
renuncia a la tecnología nuclear, con la firma del Tratado de No Proliferación Nuclear
(TNPN) y el Tratado de Prescripción de Armas Nucleares en América Latina,
apuestan por una política exterior basada en la presencia diplomática en la arena
política y económica. Con la caída del muro de Berlín se empezaron a configurar
nuevos bloques geoestratégicos para una nueva política exterior.

A principios de 1990 las relaciones con África sufren un deterioro y su volumen


comercial experimenta una bajada comparable al desarrollado en 1950. La política
neoliberal de Fernando Collor de Melo produjo un mayor distanciamiento hacia el
continente africano, centrando gran parte de la política exterior en la construcción
regional con la creación del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) impulsando un
espacio regional para la liberación económica a escala hemisférica. Después se
buscarían acuerdos inter-regionales, como MERCOSUR-Unión Europea, bajo la
convicción que todos se verían beneficiados. Además, se disminuiría la dependencia
con los Estados Unidos y se generarían balanzas de poder más equilibradas. De
1990 a 1996, las importaciones de productos europeos al MERCOSUR eran de un
274%, mientras que al contrario eran de un 25%. La política extra-continental estaba
orientada hacia los países del norte, Estados Unidos y Europa (África y América
Latina: perspectivas de cooperación interregional, 1982)
Fue en 1993, cuando se reactivó la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur
(ZOPACAS), impulsado por Itamar Franco, con el objetivo del uso pacífico de las dos
orillas del continente, que ya había sido creada en 1986. El contexto para las

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relaciones comerciales con África no fue muy favorable en la última década del siglo
XX, porque gran parte de los países africanos estaban inmersos en una profunda
crisis como consecuencia de los conflictos que venían viviendo y tras el abandono
estratégico que ofrecía la Guerra Fría para las grandes potencias. Brasil por su parte,
en este periodo centró su estrategia comercial en fomentar las relaciones con el
Norte, en detrimento con las relaciones Sur-Sur. Sin embargo, no se abandonaron
todas las políticas hacia el continente africano. Se estableció una selección
estratégica de países africanos, siendo Sudáfrica y los Países de Lengua Portuguesa
(PLC) los escogidos para desarrollar una mayor interacción.

Con Fernando Henrique Cardoso (FHC) continuaron algunas iniciativas hacia el


continente africano con el envío de tropas brasileñas en misiones de paz de la ONU,
en Angola hubo una misión en 1995. FHC visitó Sudáfrica en 1996 firmando varios
acuerdos entre los dos países, y el presidente sudafricano, Nelson Mandela, visitó
Brasil en 1998 (Ferreira, 2009:117). Sin embargo, una de las preocupaciones de
FHC, eran los flujos de capital, que bajo un contexto neoliberal de la globalización
eran percibidos como un problema global, que solo podría ser resuelto por la
cooperación internacional (Miyamoto, 2011:114). La necesidad de estabilizar el
Sistema Financiero Internacional fue un factor clave en las relaciones
internacionales. Las instituciones tendrían que adaptarse a la nueva realidad
mundial.

El gobierno entendía el orden internacional bajo la convicción de que la globalización


generaba asimetrías entre los países del Norte y los del Sur, fomentando las
diferencias entre los países desarrollados y los no desarrollados, las cuales solo se
podrían reducir a través de la cooperación entre los países del Sur. Con ello, la
cooperación regional e intrarregional fue una de las prioridades en la política exterior
de Brasil.

La cooperación internacional en este periodo pasó a ser uno de los elementos claves
en el discurso de los gobiernos brasileños, ya que se percibió que las negociaciones
en grupo aumentaban más los beneficios que a nivel individual (Miyamoto,

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2011:119). Una de las mayores reivindicaciones son las cuestiones agrarias, y las
políticas proteccionistas de los países industrializados que dificultan la exportación
de sus productos. Ello ha sido tratado desde entonces en distintos foros
internacionales.
Para luchar contra los desequilibrios en las balanzas comerciales, el Ministro Felipe
Lampreira, aludió a que Brasil es uno de los países más eficientes en la producción
de productos agrícolas, y la agricultura tiene que ser un tema prioritario en las
negociaciones (Ferreira, 2009:120). El comportamiento del gobierno estuvo marcado
por una visión pragmática y realista de las relaciones internacionales.

III. CONTEXTO GLOBAL PARA EL IMPULSO DE LAS RELACIONES ENTRE


BRASIL Y SUDÁFRICA
Con la caída del muro de Berlín se inicia una nueva reconfiguración del orden
mundial. Bajo este nuevo contexto internacional, Brasil es un país democrático y
Sudáfrica comienza un proceso de democratización, abandonando las políticas
racistas del apartheid y las políticas de desestabilización.

Desde un punto de vista comparativo entre ambos países, Lamounier (1996) señala
que una de las semejanzas entre Brasil y Sudáfrica es la dramática situación de
ambos países para afrontar el desafío de reducir la pobreza y las desigualdades, al
mismo tiempo, de consolidar y perfeccionar el régimen democrático. Para este
desafío durante la transición en Sudáfrica se realizó un debate para repensar sus
estrategias exteriores en las sociedades industrializadas del norte, o si deberían
centrar sus esfuerzos en fomentar la cooperación Sur-Sur.

En el nuevo contexto, Brasil decide normalizar las relaciones con el país sudafricano.
El África Austral presentaba grandes oportunidades que anteriormente no se daban:
Namibia consigue la independencia en 1990; la larga guerra civil en Angola estaba
finalizando; Mozambique atravesaba una transición económica, pasando del
socialismo a la economía de libre mercado, y; Sudáfrica iniciaba una transición hacia
la democracia, trayendo consigo el abandono de su agresiva política regional y la

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búsqueda de un nuevo rol en la región como “Estado pacificador” de los conflictos


regionales.

El entonces presidente sudafricano Nelson Mandela, visitó Brasil en 1991, como un


gesto para promover las relaciones Sur-Sur y al mismo tiempo introducir América
Latina en la agenda exterior de Sudáfrica. En el nuevo contexto global, Pretoria en
su política extracontinental, busca acuerdos con la Unión Europea, Estados Unidos
y Asia-Pacífico en el Índico. En este tablero, Brasil representaba para Sudáfrica una
puerta importante para el MERCOSUR (Penna, 2001:83).

Fernando Henrique Cardoso, en un contexto de crisis del Real, comenzó a


desarrollar un discurso crítico hacia la “globalización asimétrica” que sufrían los
países del Sur, lo cual le llevó a intensificar la diplomacia mundial en foros
multilaterales, sentando las bases para profundizar las relaciones con Sudáfrica en
la nueva estrategia que llevará el gobierno de Lula da Silva en el continente africano.

En esta década existía un debate incipiente entorno a la cooperación Sur-Sur. Se


dudaba si el inicio de esta cooperación iba a ser una especie de solidaridad Sur-Sur,
como el que se planteaba en el pensamiento crítico de los teóricos de la
dependencia, donde la integración regional era vista como un medio de las
economías periféricas para confrontar la dependencia con las metrópolis y facilitar la
cooperación Sur-Sur. O por si lo contrario, esta cooperación Sur-Sur era una
estrategia para la apertura de la liberalización económica entre los países del sur, y
bajo la supremacía de Brasil o Sudáfrica se creará otro mecanismo de dominación.

IV. NUEVOS CÓDIGOS DE SEGURIDAD EN EL ATLÁNTICO SUR:


IMPORTANCIA GEOESTRATÉGICA-ECONÓMICA DE LA “AMAZONÍA AZUL”
Una variante de las relaciones entre Brasil y Sudáfrica se proyecta dentro de
geoestrategias explícitamente espaciales. Siguiendo la definición de “representación
del espacio” de Lefebvre (1974), para aludir a las representaciones hegemónicas y
con el objetivo de analizar los “códigos geopolíticos” de Brasil en las políticas de
seguridad del Atlántico Sur y la importancia “geoestratégica” que tiene Sudáfrica en

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sus intereses, este apartado pretende poner de relieve la creciente importancia del
Atlántico Sur para Brasil desde una mirada próxima al pensamiento militar y la
seguridad, ofreciendo una visión territorial que conecta con la geopolítica clásica y
con los intereses geoestratégicos y geoeconómicos.

Brasil como país que aspira a ser una potencia mundial, reclama una independencia
tecnológica para fabricar su propio armamento militar, convirtiéndose el Atlántico Sur
en un espacio cada vez más militarizado, en el que se establecen conexiones con la
seguridad nacional y los nuevos intereses económicos en África y Asia como nuevos
fenómenos en los procesos de internacionalización de las empresas brasileñas fuera
de Sudamérica.

El valor estratégico del Atlántico Sur cada vez está más presente en la agenda
internacional, la cuestión marítima se encuentra en el centro de la política, la
economía, la paz y la seguridad global (Gómez, 2012:8). Desde el final de la guerra
de las Malvinas se empezó a configurar una política de seguridad regional en el
Atlántico Sur.

En la costa americana solo encontramos tres Estados ribereños: Uruguay y


Argentina. En el frente africano son 21 Estados: Cabo Verde, Senegal, Gambia,
Guinea Bissau, Sierra Leona, Liberia, Costa de Marfil, Ghana, Togo, Benín, Nigeria,
Camerún, Guinea Ecuatorial, Santo Tomé, Gabón, Congo, Zaire, Angola, Namibia y
Sudáfrica.

Solo Argentina y Sudáfrica tienen un poder marítimo capaz de ejercer cierta


influencia entre las dos orillas del Océano. Por ello, Sudáfrica representa un aliado
estratégico al otro lado del Océano para el desarrollo de políticas de seguridad en el
Atlántico Sur, y como paso hacia el Océano Indico.

Para las autoridades brasileñas, las nuevas fronteras en Brasil están siendo trazadas
en el mar (Gómez, 2012:13). La importancia geo-estratégica y geo-económica del
Atlántico Sur lleva a que las autoridades brasileñas lo denominen el “Amazonas

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Azul”. Es denominado así, por la comparativa del territorio Amazónico que ha


representado y representa un enclave estratégico de especial relevancia en el
territorio brasileño, tanto por la demarcación de fronteras como por los recursos
naturales que allí se encuentran.
Una de las razonas por las cuales el Atlántico Sur se convierte en un enclave
geoestratégico para las autoridades brasileñas se remonta años atrás con la
Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Mar (CNUDM) celebrada
en Ginebra en 1958 y 1960. En ella, se acentuó la necesidad de crear un nuevo
ordenamiento jurídico sobre el espacio marítimo. El aumento de las informaciones
sobre el potencial de las riquezas marinas tendría que ser regulado para evitar
disputas espaciales entre los Estados.

Brasil participó activamente en todas las convenciones de la ONU, representada por


Itamaraty y la Marina Brasileña. En estas reuniones se discutió la ampliación del Mar
Territorial a 12 millas marítimas, la creación de una Zona Contigua de otras 12 millas
desde el límite del Mar Territorial y el establecimiento de la Zona Económica
Exclusiva (ZEE) de 200 millas, contadas desde la línea de base donde se mide la
anchura del mar.
Estos puntos fueron aprobados en 1982 con la firma de CNUDM, aunque no fue
firmada por todos los países. Entró en vigor en noviembre de 1994 y actualmente
está ratificada por 156 países. Además, la Convención permitió que la Comisión de
Límites de Plataforma Continental (CLPC) pudiera extender sus límites hasta 350
millas marítimas desde la línea de base, ampliando de este modo las 200 millas y el
aprovechamiento económico de ese espacio marítimo.

Brasil en 2004, con la participación de la Marina, la comunidad científica y Petrobrás


presentaron una propuesta a la comisión de CLPC para ampliar la zona de 200 millas
náuticas, suponiendo un área de 963 mil km² a 350 millas que equivaldría a 4,5
millones de km². El espacio correspondiente a la mitad del territorio terrestre
brasileño que en comparación con las dimensiones del Amazonas, representaría el
“nuevo amazonas brasileño”.

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Mapa del Mar Territorial de Brasil

Fuente: Marina Brasileña. Disponible en


http://www.mar.mil.br/menu_v/amazonia_azul/html/definicao.html

Desde que se configuró la nueva demarcación de las fronteras en el mar con la


resolución de la ONU sobre el establecimiento de la Zona Económica Exclusiva
(ZEE), comienza un proceso de conversión del Atlántico Sur en un área o espacio
de seguridad, que fue iniciado en 1986 con la constitución de la Zona de Paz y
Cooperación del Atlántico Sur (ZPCAS). Este acuerdo fue aprobado por la Asamblea
General de Naciones Unidas el 27 de octubre de 1986 propuesto por Brasil con el
apoyo de Argentina (solo votó en contra de Estados Unidos). La ZPCAS está
constituida por los Estados ribereños del Atlántico Sur, teniendo su primera Reunión
Ministerial en Rio de Janeiro en julio de 1988. En ella se trataron objetivos para la
paz, la seguridad y la cooperación (Yapur, 1998:4).
En el Atlántico Sur circula cerca del 95% del comercio exterior brasileño
(importaciones y exportaciones) presentando un valor aproximado de unos 170
billones de dólares. Además de las plataformas localizadas en la Zona Económica
Exclusiva (ZEE) brasileña, Petrobrás extrae el 88% de la producción de petróleo en
Brasil. Se estima que se acumulan 8.000 millones de barriles de crudo, este nuevo
hallazgo podría posicionar a Brasil en el grupo de países exportadores netos de

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petróleo. Desde 2007 Petrobrás extrae de esta plataforma 1,9 millones de barriles
de crudo al día, que en términos comparativos supone la mitad del crudo que extrae
Venezuela. Además de la explotación en las plataformas petrolíferas, el sector
pesquero tiene un gran potencial en la ZEE brasileña y hay estudios científicos sobre
recursos biotecnológicos en organismos marinos, en el futuro se pretende explorar
nódulos polimetálicos que se encuentran depositados en los fondos marinos
(Gómez, 2012:10).
Por todo lo expuesto anteriormente, la importancia del Atlántico Sur queda reflejada
en la Estrategia Nacional de Defensa elaborada en 2008. Enfatizando la prioridad de
la Marina brasileña como defensor de las costas brasileñas y la necesidad de
aumentar en número de personal, de material militar y sobre todo de la búsqueda en
autonomía tecnológica para la construcción de armamento de defensa:
[…] Brasil mantendrá y desarrollará su capacidad de proyectar y de fabricar tanto
submarinos de propulsión convencional como de propulsión nuclear. Acelerará las
inversiones y las co-participaciones necesarias para ejecutar el proyecto del
submarino de propulsión nuclear. Armará los submarinos, convencionales y
nucleares, con misiles y desarrollará capacitaciones para proyectarlos y hacerlos.
Cuidará de ganar autonomía en las tecnologías cibernéticas que guíen los
submarinos y sus sistemas de armas y que les posibiliten actuar en red con las otras
fuerzas navales, terrestres y aéreas (Ministério da Defensa, 2008:21:3). […] La
construcción de medios para ejercer el control de áreas marítimas se centrará en las
áreas estratégicas de acceso marítimo a Brasil. Dos áreas de la costa continuarán a
merecer atención especial, del punto de vista de la necesidad de controlar el acceso
marítimo a Brasil: la parte que va desde Santos a Vitória y el área alrededor de la
desembocadura del Río Amazonas (Ministério da Defensa, 2008:21:1).
La importancia en materia de seguridad del Atlántico Sur se ve materializada en el
2009 con un acuerdo firmado con el gobierno francés para la construcción de
submarinos, el mayor pacto militar entre Francia y Brasil en los últimos cincuenta
años. Además, Brasil reclama la tecnología para desarrollar su propia industria
armamentística sin dependencia de otros Estados en la fabricación de su propio
armamento.

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V. SUDÁFRICA REPRESENTADO COMO ESTADO PIVOTE EN LAS


PROYECCIONES DE SEGURIDAD BRASILEÑA
Mackinder en su formulación de la teoría del Heartland establecía la concepción de
área pivote o central que estaba formado por la masa terrestre euroasiática. En esta
teoría afirmaba que quien poseyera este territorio podría controlar el mundo. Con
esta teoría, Mackinder trataba de influenciar la política exterior británica a través de
un análisis determinista del Estado, que dependiendo del lugar geográfico que
ocupara el Estado se tendría un mejor posicionamiento para el control hegemónico
del espacio. Se utiliza el término Estado pivote como un elemento analítico que podrá
ayudarnos a entender los nuevos códigos geopolíticos de Brasil en el Hemisferio Sur,
y la relación que tiene Sudáfrica dentro de la representación en el mapa.
El estudio pretende poner de manifiesto la importancia que tiene para Brasil y
Sudáfrica el espacio del Océano Atlántico y analizar sus códigos geopolíticos. No
podemos divorciar los intereses económicos de la seguridad del Atlántico Sur y como
el aumento de la internacionalización las empresas brasileñas en África y en Asia
están provocando un desarrollo hacia nuevas rutas marítimas. Se está produciendo
un traslado de las empresas que actúan en Norteamérica (-47%) y Europa (-18%)
para Asia (36%) y África (16%).
Los accesos al Océano Atlántico Sur, a parte de la garganta atlántica, que separa el
Océano Norte del Sur, existen otros dos accesos meridionales que conectan dos
zonas bioceánicas. Uno de ellos se sitúa por el Índico y contornea el Cabo de Buena
Esperanza que es la ruta del petróleo del Golfo Pérsico a Europa y Norteamérica.
Éste es uno de los puntos con mayor tráfico marítimo del mundo. Del lado Pacífico,
se encuentra el llamado Paso de Drake por el sur del Cabo de Hornos, el punto más
cercano que da acceso a la Antártida. Éste espacio comprende Las Malvinas, un
enclave geoestratégico que da acceso a la Antártida y que se encuentra en manos
británicas (Muela, 2006:3).
Sudáfrica es representado en el mapa como un Estado pivote, al estar posicionado
geográficamente entre el Océano Atlántico Sur y el Océano Índico, siendo la potencia
militar más importante en la otra orilla del Atlántico Sur. Bajo este pretexto en el año
2004 ambos países firmaron un acuerdo de cooperación militar que englobó compras
en material y apoyo logístico, la cooperación en investigación y desarrollo y el

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intercambio de experiencias e información en operaciones de mantenimiento de la


paz (Ministério da Defensa, 2008).
Desde la consecución de la creación de una nueva geografía de integración política
a nivel sudamericano, la UNASUR se constituye como la herramienta de integración
y coordinación política con la variable militar representada en el Consejo
Sudamericano de Defensa.
El anuncio en 2008 de la reactivación de la IV Flota por parte de Estados Unidos
destinada a navegar el Atlántico Sur, introdujo un elemento de advertencia en la
agenda sudamericana, tanto en las esferas militares como políticas. En opinión de
algunas autoridades brasileñas, esta maniobra responde a los nuevos
descubrimientos de recursos energéticos en el Mar Territorial de Brasil. Es de
destacar que Estados Unidos tiene grandes intereses energéticos en la costa
africana que baña el Atlántico Sur.
También en el 2008 se firmó dentro del Foro de diálogo IBSA (India, Brasil y
Sudáfrica), un acuerdo de cooperación militar denominado IBSAMAR, con el objetivo
de profundizar en asuntos de defensa entre India, Brasil y Sudáfrica. Los objetivos
establecidos para el ejercicio IBSAMAR se identificaron como: a) la interoperabilidad
para fomentar la confianza mutua, el respeto y la coordinación entre los participantes;
b) llevar a cabo ejercicios navales combinados en el cumplimiento de objetivos
comunes; c) la compatibilidad de las capacidades de combate de las unidades de
participación; d) mejorar la preparación para las operaciones combinadas; e)
desarrollar y mejorar los procedimientos y tácticas, doctrina y procedimientos
operativos para el empleo de unidad en superficie; f) operaciones ofensivas en el
mar; g) evolución náutica en la inclusión de Reposición en el Mar (RAS, por sus siglas
en inglés); h) fomentar la amistad y la comprensión y; i) mejorar las relaciones
exteriores.
La nueva alianza militar en cooperación militar IBSAMAR, sitúa a Sudáfrica como un
Estado pivote al situarse en medio de Brasil e India, estableciéndose un nexo de
unión entre el Océano Atlántico Sur y el Océano Índico. Realizándose varias
ediciones IBSAMAR desde su creación y con la participación de buques de las
marinas en ejercicios náuticos conjuntos”.

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La alianza de IBSA desde un punto de vista geoestratégico, está desarrollando


políticas de unión entre el Atlántico Sur y el Océano Índico, conectando tres
continentes: América del Sur, África y Asia. La seguridad del Océano Índico es
importante para el tráfico marítimo de Brasil en Mozambique y los intereses en Asia.
Esta estratégica alianza también podría unir el Océano Pacífico mediante el acuerdo
sudamericano de UNASUR y la variable militar del Consejo Sudamericano de
Seguridad, donde se encuentran representados países con acceso al Océano
Pacífico (kornegay, 2010).
Así, la alianza estratégica entre Brasil y Sudáfrica, no solo viene determinada por los
intereses de ambos países en mantener la seguridad del Atlántico Sur. El interés de
Brasil hacia Sudáfrica como un Estado pivote que une el Océano Atlántico y Océano
Índico, es otro elemento a tener en cuenta en la “nueva” reconfiguración del
Hemisferio Sur. Sudáfrica, a su vez, también muestra un interés geoestratégico en
Brasil que, a través de su alianza con los países sudamericanos de la UNASUR y el
Consejo Sudamericano de Seguridad, tendría un aliado en el acceso al Pacífico. Por
ello, las relaciones geoestratégicas entre ambos países se insertan dentro de
concepciones globales de seguridad que trascienden las relaciones bilaterales.

CONCLUSIONES
Las proyecciones exteriores de Brasil hacia Sudáfrica desde inicios del siglo XXI
responden a una nueva reconfiguración de la geopolítica mundial, en la que las
nuevas potencias emergentes del sur reclaman mayor presencia en la escena
internacional. Entendiendo que las alianzas estratégicas entre países del sur ofrecen
un contrapoder con las potencias tradicionales del norte, al mismo tiempo que se
pueden llevar a cabo políticas de cooperación más simétricas.
El Atlántico Sur como conector geográfico entre Brasil y Sudáfrica, se convirtió en un
espacio de seguridad desde que se estableció la resolución de la ONU sobre la Zona
Económica Exclusiva (ZEE), constituyéndose en 1986 la Zona de Paz y Cooperación
del Atlántico Sur.
La demarcación de las fronteras en el Mar Territorial de Brasil y el incremento de las
nuevas rutas comerciales hacia África y Asia, han convertido al Atlántico Sur en un
espacio de vital relevancia para la seguridad nacional y los intereses económicos

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brasileños. Pudiéndose establecer una comparativa en términos de relevancia


geoestratégica con el Amazonas brasileño, que conecta con las tradicionales
aspiraciones de Brasil de convertir al gigante sudamericano en una potencia mundial.
La geopolítica brasileña del Atlántico Sur refleja unos nuevos códigos geopolíticos
que responden al expansionismo espacial de Brasil en sus aguas territoriales y a la
internacionalización de las empresas brasileñas fuera de Sudamérica. Poniendo de
relieve los elementos de la geopolítica tradicional en la demarcación de estrategias
de seguridad y defensa para una protección soberana de sus intereses.
En esta nueva estrategia, Sudáfrica se posiciona como un importante aliado de Brasil
fuera de Sudamérica, por ser líder regional en el África meridional con mayor
capacidad militar. Situándose en un enclave geoestratégico único, entre el Atlántico
Sur y el Océano Índico que da acceso al continente asiático, representándose en el
mapa como un Estado pivote.
La cooperación en materia de seguridad entre Brasil y Sudáfrica es fruto del mutuo
interés en el mantenimiento de la paz y la soberanía en estas aguas. Así, las nuevas
alianzas en el sur global en materia de seguridad buscan alcanzar una autonomía de
defensa con respecto a las potencias tradicionales del norte, para desarrollar una
capacidad defensiva propia que garantice la protección de sus espacios e intereses
económicos en el nuevo contexto internacional.

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del Atlántico Sur” (ZPCAS). Ponencia en “Comité de Asuntos Africanos, de los
Países Árabes y Oriente Medio”. Consejo Argentino para las Relaciones Argentinas.

¿CÓMO REALIZAR LA SISTEMATIZACIÓN DE LA PRÁCTICA EDUCATIVA?


HOW TO CARRY OUT THE SYSTEMATIZING OF THE EDUCATIONAL
PRACTICE?

Dr. C. José Ramos Bañobre, PhD.


jramos@flacso
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.

Dra. Bertha Soraya Rhea González, MsC.


srheag@utn.edu.ec
Universidad Técnica del Norte

Dr. C. Ramón Pla López, PhD.


Universidad de Ciego de Ávila, Cuba

Dr. C. Omar Abreu Valdivia, PhD.


oabreu@utn.edu.ec
Universidad Técnica del Norte
Fecha de recepción: 04/08/2016
Fecha de aprobación: 10/08/2016

RESUMEN

La sistematización como metodología de investigación educativa parte de la


evaluación crítica de las experiencias, que se han ido modificando, la reconstrucción
de su lógica interna y el establecimiento de las bases para regresar a la práctica y
mejorarla. Hay cierta variedad a la hora de señalar sus rasgos principales de la

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sistematización como metodología de la investigación. El artículo presenta las


características del proceso de sistematización de las prácticas educativas, sus tipos,
enfoques y modalidades, así como una propuesta metodológica del proceso de
sistematización como investigación educativa y ofrece recomendaciones para la
elaboración de los informes de investigaciones realizadas mediante esta
metodología.

Palabras claves: sistematización, práctica educativa, metodología de la investigación

ABSTRACT
The systematizing like methodology of investigation educational part of the critical
evaluation of the experiences that have left modifying, the reconstruction of their
internal logic and the establishment of the bases to get back to the practice and to
improve it. There is certain variety when pointing out their main features of the
systematizing like methodology of the investigation. The article presents the
characteristics of the process of systematizing of the educational practices, its types,
focuses and modalities, as well as a methodological proposal of the systematizing
process like educational investigation and he/she offers recommendations for the
elaboration of the reports of investigations carried out by means of this methodology.
Key words: systematizing, educational practice, methodology of the investigation

INTRODUCCIÓN
La sistematización puede ser considerada como un nuevo tipo o una nueva
metodología de investigación educativa, que parte de la evaluación crítica de las
experiencias, que se han ido modificando de forma activa, la reconstrucción de su
lógica interna y el establecimiento de las bases para regresar a la práctica y
mejorarla.
La sistematización es un proceso que busca articular la práctica con la teoría y, por
lo tanto, aporta simultáneamente a mejorar el acompañamiento y a criticar el
aprendizaje. El aprendizaje a partir de la práctica sólo es posible desde una reflexión

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analítica que confronte lo que se propuso hacer y, por tanto, el aprendizaje inicial con
que se contaba, con lo realmente sucedido, que contiene lo que se fue aprendiendo
durante la práctica y que se valida mediante la reflexión sobre la misma. Ese
aprendizaje debe ser transmitido a otros para que sirva de inspiración a las nuevas
intervenciones, no para ser replicado mecánicamente.
Al igual que ocurre con la definición de sistematización, hay cierta variedad a la hora
de señalar sus rasgos principales. Es imprescindible delimitar ¿por qué y para qué
sistematizar en educación?, ¿con quién sistematizar?, así como las características
fundamentales de la sistematización como proceso o metodología de investigación
educativa.
El objetivo de este artículo es presentar las características del proceso de
sistematización de las prácticas educativas como investigación, sus tipos, enfoques
y modalidades, así como elaborar una propuesta metodológica del proceso de
sistematización como investigación educativa y ofrecer recomendaciones para la
elaboración de los informes de investigaciones realizadas mediante esta
metodología.

DESARROLLO
1. Características del proceso de sistematización de las prácticas
educativas como investigación
La idea de sistematización se relaciona muy claramente con los espacios y círculos
científicos o académicos de investigación. Esto es así porque todo proceso
investigativo debe contar con una estructura o sistema de pasos que respetar y
seguir a fin de obtener resultados particulares. La sistematización del proceso de
investigación implica a futuro la facilitación de los resultados esperados ya que el
investigador actuante sabrá más o menos cómo actuar en cada situación específica.
La sistematización adquiere así el carácter de actividad teórico-práctica, ya que la
interpretación y la comprensión de la experiencia son imposibles sin referirla, de un
lado, a los supuestos teóricos a partir de los cuales se proyectó el acompañamiento
y, del otro, al aprendizaje empírico y teórico-conceptual existente. El proceso sólo
culmina cuando se formalizan los aprendizajes obtenidos y se comparten y
contrastan con los producidos a partir de experiencias similares.

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Al igual que ocurre con la definición de sistematización, hay cierta variedad a la hora
de señalar sus rasgos principales. Sin embargo, se ha identificado una serie de
características comunes a todo ejercicio de sistematización. Antes de enumerarlas,
cabe señalar que a toda sistematización le anteceden unas prácticas. Sin que exista
la vivencia de una experiencia no es posible realizar una sistematización, aunque
esas prácticas hayan sido investigadas utilizando una metodología “positivista-
cuantitativa” y sólo se cuente con unos resultados científicos que, por demás, se
obtuvieron y fueron corroborados en la práctica.
¿Por qué y para qué sistematizar en educación?
La sistematización surge por la necesidad de conocer, dar a conocer y cualificar las
prácticas. Como un proceso de producción de conocimiento a partir de la práctica
tiene su utilidad en tanto:
 Cualifica el conocimiento que se tiene de la práctica. Genera conocimiento a
partir del proceso de sistematización.
 Aporta a la reflexión teórica (y en general a la construcción de teoría)
conocimientos surgidos de prácticas concretas.
 Cualifica la propia práctica, en tanto la reinforma, permite vivenciarla mejor y
mejorar sus resultados. Sirve de retroalimentación en la medida en que ofrece
información o datos sobre la práctica y la problematiza con una visión
sistémica orientada desde una pregunta.
 Permite tener una comprensión más profunda de las experiencias realizadas,
con el fin de mejorar la propia práctica.
 Da poder a los sujetos que realizan la sistematización, de ahí la opción de que
sean los propios actores de la práctica quienes realicen el proceso.
 Permite compartir con otras prácticas similares las enseñanzas surgidas de la
experiencia.

Como se ha señalado, se sistematiza fundamentalmente porque se quiere aprender


de las prácticas y, además porque se busca:
 Reconocer lo realizado.
 Recuperar la memoria de lo puesto en marcha.
 Analizar y reconocer no sólo los fracasos sino los avances realizados y

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también los puntos críticos encontrados.


 Analizar procesos concretos en el marco de un contexto más amplio.
 Aprender de la práctica.
 Generar conocimientos nuevos desde la propia práctica.
 Mejorar las prácticas.
 Avanzar en el trabajo en el campo de la transformación educacional.

Parece existir un acuerdo sobre que la sistematización de prácticas educativas


produce conocimientos, al respecto se especifica un tipo de conocimiento: el práctico
como diferente al conocimiento teórico. Conocimiento práctico “caracterizado por ser
situacional y estar orientado a la acción. Está constituido por el conjunto de
conocimientos que el profesional dispone o al que recurre para iluminar y orientar su
intervención” (Morgan, María de la Luz, 1996).
¿Con quién sistematizar?
Existe un amplio debate no tanto sobre quién, sino en qué grado debe participar cada
grupo relacionado con la experiencia. En lo que existe un acuerdo generalizado es
en que en la sistematización deben participar todas las personas implicadas en la
experiencia, las que la vivieron o viven directamente, bien sean: beneficiarias o
promotoras/dinamizadoras. Estas personas juegan papeles diferentes en la
experiencia, pero todas ellas deben tener algo que decir en su análisis e
interpretación crítica. Según qué “escuela” o “corriente” se siga su participación será
de una u otra manera.
También en función del objetivo de la sistematización y de la situación del propio
grupo, la participación de personas ajenas a la institución o a la experiencia objeto
de sistematización puede ser un elemento enriquecedor o limitador. No existe un
consenso claro al respecto, aunque es cierto que muchas de las experiencias que
se sistematizan cuentan con personas externas que asesoran el proceso y ayudan
a centrar el tema y plantear preguntas u orientaciones para avanzar en el mismo.
Las características fundamentales de la sistematización como proceso o
metodología de investigación educativa pueden resumirse en los siguientes puntos:

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a. La sistematización es un proceso. Implica tener un plan preestablecido para llevar


a cabo un proceso sobre el que se va construyendo. Para ello es necesario tener en
cuenta que la sistematización es:
 Un proceso en construcción en el que hay un itinerario.
 Interesa tanto el proceso como el producto.
 Por lo tanto, es un proceso abierto a las aportaciones y al desarrollo del grupo.
 Ayuda a descubrir la lógica con la que ese proceso, así como la actividad que
se sistematiza, cómo se llevó a cabo (factores, relaciones, etc.).
b. Es una metodología participativa. Esto implica que se ha de crear un espacio de
trabajo donde compartir, confrontar y discutir las opiniones basado en la confianza
de los participantes. Su carácter participativo posibilita y es posibilitado en la medida
en que:
 Quienes han participado en la experiencia sean sujetos de la sistematización.
 Se crea un espacio de trabajo basado en la confianza de las personas, donde
compartir, confrontar y discutir las opiniones de los sujetos.
 Se asume que todo proceso de sistematización es un proceso de interlocución
entre personas en el que se negocian discursos, teorías y construcciones
culturales.
c. Es un proceso ordenado, que se controla y registra. La sistematización lleva
implícito un ejercicio de organización, en base a un orden lógico, de los hechos y los
conocimientos de la experiencia. Es una forma de ordenar que permita llevar a cabo
la interpretación crítica de la experiencia. Para ello es necesario:
 Un registro ordenado de los hechos.
 Un orden y reconstrucción del proceso vivido.
 Un orden de los conocimientos desordenados y percepciones dispersas que
surgieron en el transcurso de la experiencia.
d. Permite recuperar la memoria histórica de la experiencia y mantener la memoria
de la misma:
 Obliga a un esfuerzo de recuperación de la memoria histórica y facilita el
acceso a ella como método de trabajo normalizado.
 Recupera la memoria histórica.
 Revisa críticamente las prácticas.

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 Permite entender las prácticas concretas como procesos históricos y


dinámicos.
e. Requiere el análisis e interpretación de la memoria histórica. Este es uno de los
componentes básicos en toda sistematización. Una vez recuperada y ordenada la
memoria histórica es necesaria una interpretación de la misma para poder objetivar
la experiencia y así poder extraer los aprendizajes. La interpretación crítica supone
los siguientes elementos:
 Toda persona es sujeto de conocimiento y posee una percepción y un saber
producto de su experiencia.
 Es necesario objetivar lo vivido: convertir la propia experiencia en objeto de
estudio e interpretación teórica, a la vez que objeto de transformación.
 Implica reflexión sobre la práctica.
 Implica considerarla en el marco de un determinado contexto: una
interpretación crítica de una práctica insertada en una realidad y contexto
específico.
 Analiza procesos de desarrollo a través de espacios concretos.
 Es necesario prestar atención a la experiencia y a las interpretaciones de
quienes participan en dicha situación o proceso.
 Debe mantener un equilibrio entre aspectos teóricos y prácticos.
 Realiza un trabajo técnico y profesional comprometido con la transformación
y la democracia sustancial, con variables científicas, cuantitativas y también
cualitativas.
f. Tiene como resultados aprendizajes y nuevos conocimientos. El principal beneficio
que produce el ejercicio de la sistematización de experiencias es el aprendizaje y la
incorporación de nuevos conocimientos. El conocimiento que se adquiere se obtiene
de la propia experiencia práctica, por lo que la utilidad del aprendizaje es mayor, si
cabe. Una de las finalidades de la adquisición de estos conocimientos es la
incorporación de los mismos a las prácticas para poder continuar en el trabajo de
transformación las mismas. Ese aprendizaje debe posibilitar:
 Conceptualizar las experiencias, es decir, producir conocimiento desde la
realidad.
 Revelar lo que “aún no sabíamos que ya sabíamos”.

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 Producir conocimiento útil.


 Producir un nuevo conocimiento que permite abstraer lo que está haciendo en
cada caso particular y encontrar un terreno fértil donde la generalización es
posible.
 Aprender de la práctica y de las otras organizaciones.
 Mejorar la práctica.
g. Los resultados de la sistematización deben ser compartidos y difundidos. Al igual
que ocurre en la mayoría de los procesos de adquisición de conocimientos, el poder
compartirlos con quienes trabajan en el mismo ámbito de la experiencia
sistematizada es de gran utilidad ya que:
 La organización de la información se realiza para transmitir la experiencia a
otras personas y que éstas puedan aprovecharla en un futuro.
 Su propósito es compartir y contrastar un aprendizaje.
 También puede reforzar la identidad de la propia organización y el sentido de
pertenencia a la misma.
 Posibilita compartir la experiencia propia con otras organizaciones.

2. Tipos, enfoques y modalidades de la sistematización de las prácticas


educativas
De acuerdo a la síntesis de la numerosa bibliografía sobre sistematización de
experiencias existente, se puede identificar tres tipos de sistematización que son:
 Retrospectiva: Esta se realiza cuando la experiencia ha sido culminada, sus
resultados buscan mejorar futuras intervenciones similares.
 Correctiva: Se realiza durante la ejecución de la experiencia, sus resultados
buscan rectificar las acciones en curso.
 Prospectiva: Se realiza desde el inicio mismo de la experiencia.

Los enfoques de la sistematización constituyen los respaldos epistemológicos de


la sistematización:
 Histórico- dialéctico: Las experiencias hacen parte de una práctica social e
histórica, dinámica, compleja y contradictoria, que puede leerse y
comprenderse de manera dialéctica en tanto son ricas y contradictoras.

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Prácticas que están en relación con otras similares en contextos que permiten
explicarlas.
 Dialógico e interactivo: Experiencias como espacios de interacción,
comunicación y relación, se pueden leer desde el lenguaje y desde las
relaciones contextualizadas. Desde este enfoque se construye conocimientos
a partir de referentes externos e internos que permiten tematizar problemas
que se dan en las prácticas educativas.
 Deconstructivo: La sistematización como una intervención que permite entrar
en la voz, en la autoconciencia de lo institucional y los imaginarios y en los
campos institucionalizados donde se ejerce poder. Se construye conocimiento
al reconocer las huellas que deja la acción y los orígenes de la misma.
 Reflexividad y construcción de la experiencia humana: Asumen la implícita
epistemología de la práctica, basada en la observación y el análisis de los
problemas que no tiene cabida en cuerpos teóricos aprendidos o aplicados.
La sistematización se vincula a la resolución de problemas permitiendo hacer
frente a desafíos del contexto.
 Hermenéutico: La sistematización es una labor interpretativa de los sujetos de
la práctica, develando intencionalidades, sentidos y dinámicas para
reconstruir las relaciones entre sujetos sociales de la práctica para dar cuenta
de la diversidad cultural de la experiencia.
 Como en las sistematizaciones se presentan híbridos de las teorías y
enfoques es importante conocer cuáles son los soportes epistemológicos de
los procesos de sistematización, pues eso da énfasis al proceso y privilegia
unos asuntos; además porque directamente con el enfoque corresponde el
método o el proceso metodológico para reconstruir las prácticas y producir
conocimiento.
 Histórico hermenéutico: Un enfoque que privilegia la comprensión,
significatividad y la relevancia cultural de los sujetos y sus prácticas. Pretende
comprender los significados, sentidos, acciones y discursos de los sujetos
para entender las lógicas e interpretaciones de las relaciones sociales en las
prácticas.

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Las modalidades fundamentales de sistematización son:


Sistematización de contenidos: Este tipo de sistematización ha de aplicarse a una
situación de interacción que se considera concluida o, por extensión, a un proyecto
de desarrollo acabado pues sólo así se puede tener una idea completa del mismo.
Se trata de mirar la experiencia como un proceso histórico complejo, analizando sus
resultados finales como productos de las interacciones vividas entre diferentes
actores condicionados por un contexto económico, social, político, cultural e
institucional determinado.
Sistematización de procesos: Se trata fundamentalmente de marcar un alto en el
camino, entre dos etapas de una experiencia que se está desarrollando, para
analizar los factores metodológicos que están ayudando u obstaculizando para
conseguir las metas planteadas. Aunque no se pueda desligar totalmente este
análisis de los contenidos abordados durante el proceso, lo que interesa aquí es más
que todo es la dinámica del grupo, buscando contestar a la pregunta ¿Cómo lo
hacemos?
Desde luego, la sistematización de procesos viene siendo una modalidad de
seguimiento de un proyecto, generalmente centrada en aspectos metodológicos.
Otra característica fundamental es que mantiene una relación estrecha con la
planificación operativa.

3. Una propuesta metodológica del proceso de sistematización como


investigación educativa. ¿Cómo sistematizar?
Se debate en torno a las metodologías participativas y las técnicas cualitativas y su
capacidad de describir una realidad con cierto rigor. Así como sobre la importancia
que en esta propuesta tiene el proceso, al que se le atribuye tanto valor como al
resultado. No existe una receta universal para sistematizar, ni hay una secuencia
ineluctable de pasos y procedimientos que, una vez desarrollados, den
‘mágicamente’ por resultado una sistematización.
Lo que se presentará en este epígrafe es una propuesta metodológica general para
llevar a cabo procesos de sistematización, sugerencias que deberán adecuarse a las
condiciones particulares de cada experiencia a sistematizar, a los intereses

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estratégicos de cada proceso y las capacidades y disponibilidades de cada equipo


de trabajo.
Como señalan Francke y Morgan (1995: 12): Un método es, por definición, un
instrumento, una herramienta que ayuda a hacer mejor las cosas o a llegar más
fácilmente adonde se propone. Por ello, no existen métodos universales ni únicos.
Se debe optar entre las diversas propuestas con que se cuenta, a partir de una
definición clara de lo que se pretende lograr.
Puesto que el método es una herramienta, también debe adecuarse a la materia
sobre la cual va a operar y al estilo de quien lo va a usar. No existe un método de
sistematización, válido para todas las experiencias, sino orientaciones y lineamientos
generales que deben ser recreados según el tipo de práctica y las condiciones de
quien va a sistematizar. La tarea de quien desea sistematizar no está en seguir
acuciosamente determinados pasos, sino en reflexionar sobre su práctica y, de paso,
pensar y modificar el método para que le sirva para obtener el producto que se
propuso alcanzar.
Un método con estas características requiere de una combinación de diferentes
habilidades, capacidades y actitudes que Oscar Jara (1994) enumera así: práctica y
teoría, sensibilidad e imaginación, pragmatismo y utopía, rigurosidad y flexibilidad,
sentido común y ética, lucidez y pasión.

Lógica general del proceso de sistematización


El eje central de la sistematización es el presente: la mirada retrospectiva y el
esfuerzo de sistematización se hacen desde el hoy: a partir de los problemas, los
interrogantes, los desafíos y cuestionamientos, las necesidades y contradicciones
que se tienen en el momento actual y con una visión prospectiva. Ellos constituyen
el punto de partida de la sistematización y son prioritariamente los aspectos que
deben ser clarificados por ella.
La sistematización debe concebirse como un proceso de aprendizaje dialéctico
partiendo de una práctica vivida, que se reconstruye y analiza de tal manera que las
lecciones que se puedan sacar de ella permitan regresar a una nueva práctica
mejorada. El proceso metodológico de la sistematización en tanto proceso de

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investigación, puede graficarse como una espiral, cuyos momentos principales son
los siguientes:

Momento Proceso
Vivir la experiencia
1. Diagnóstico  Determinación de la problemática.
 Es la situación problémica de donde surge el problema.
 Es la determinación general de la realidad y el vacío o
necesidad que se busca resolver, da origen a una ruta de
investigación, puede hacerse por ejemplo a través
de un estudio diagnóstico previo o de una matriz DOFA.
 En él puede delimitarse el tema y la línea de investigación.
2. Planteamiento del  Responde a la pregunta ¿qué se quiere resolver?
problema  Es conveniente plantearlo en forma de pregunta.
 Se caracteriza por ser claro, concreto e incluir variables de
estudio, el planteamiento del problema es una delimitación de
la problemática.
3. Definición del  El objetivo responde a la pregunta ¿para qué se quiere
objetivo sistematizar? La respuesta se refiere normalmente a los
intereses estratégicos del proceso.
 Define con precisión el resultado que se espera de la
sistematización (unificación de criterios, poner en común lo
que se va a realizar).
 Se abordan las concepciones de sistematización, y los
intereses del equipo, como también lo que se espera lograr.
 Su cumplimiento tiene que garantizar insumos útiles para el
trabajo o para una política institucional en el futuro.
 Tiene que ser viable para el proyecto y para las personas que
van a sistematizar.
 Tiene que formularse con lenguaje claro y preciso.
 Se determinan las implicaciones que conlleva el proceso y los
productos y utilidades del mismo.
4. Definición del eje  El eje es el elemento que permite precisar el enfoque de la
de sistematización sistematización, indica desde qué aspecto se va a realizar la
reconstrucción y la interpretación crítica de la experiencia.

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 Es una hipótesis cualitativa de la investigación.


 El eje es un énfasis o enfoque central, en el que se juega la
apuesta del proceso de sistematización.
 Es un punto común de referencia alrededor del cual giran las
pautas de la reconstrucción histórica, del ordenamiento de la
información, del análisis crítico y de la elaboración de
conclusiones.
 Es un hilo conductor que cruza la experiencia y está referido a
sus aspectos centrales.
 El eje integra componentes metodológicos y políticos y está
relacionado con las apuestas y los objetivos estratégicos de la
organización.
 Precisa el enfoque de la sistematización para evitar la
dispersión.
 Articula los diversos elementos que intervienen en un proceso
de sistematización y ayuda a operacionalizar dicho proceso.
5. Definición de la  Es la definición de qué se va a sistematizar, lo cual implica un
imagen, el objeto de primer ordenamiento de la información.
la sistematización  Se trata de escoger las experiencias concretas que se van a
sistematizar, delimitándolas claramente en tiempo y espacio.
 Determina el proceso y el período exacto de la experiencia que
se quiere sistematizar.
 Delimita los aspectos específicos de la experiencia que se
quieren sistematizar.
 Determina el lugar en que se desarrolló la experiencia a
sistematizar.
 La sistematización no tiene que cubrir toda la experiencia. No
puede ser muy ambiciosa.
 Es importante determinar quiénes van a participar.
 Es importante pensar si hay registros escritos o visuales sobre
la experiencia, que puedan ser empleados.
 El proyecto focaliza en tanto define objetivos, plantea acuerdos
metodológicos y con el plan operativo define recursos y
compromisos.

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6. La elaboración de  El producto de este momento es el diseño del proyecto de


un plan de sistematización, para lo cual es importante identificar fuentes
sistematización de información y precisar la pregunta eje del proceso.
 Tomar en cuenta condiciones institucionales existentes o/y a
crear.
 Elaborar un plan que considere cada momento, las principales
acciones, formas de realizar cada momento, participantes,
tiempos y responsables.
 Es importante que este plan sea parte del plan anual o
semestral de la organización.
7. La  Constituye una segunda mirada a la práctica, es donde se
reconstrucción describe ordenadamente lo sucedido en la práctica pero desde
histórica de la el eje de conocimiento definido, desde la pregunta orientadora
experiencia de la sistematización.
 Es la reconstrucción cronológica de la experiencia en base a
momentos claves.
 Identifica los principales elementos que influyeron en cada
momento.
 Identifica las principales etapas.
 Facilita la visión de cómo se fue desarrollando el proceso.
8. El ordenamiento  Es la organización de toda la información y los datos recogidos
de la información alrededor del eje de sistematización.
 Se hace clasificando la información de acuerdo con los
aspectos básicos del eje definido.
 Este ordenamiento y clasificación no responden a un orden
cronológico.
 El ordenamiento debe permitir la reconstrucción precisa de
diferentes aspectos de la experiencia.
 Es necesario buscar la información clave, no generalizar, ni
apuntar demasiados detalles. Pero sí respetar algunos
testimonios y palabras de la gente cuando estas expresan
ideas centrales.
 Buscar formas de organizar la información de manera clara y
visible.

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 No olvidar el eje de sistematización este indica los aspectos a


considerar y elementos a priorizar o descartar entre toda la
información.
 La información se recoge a partir de los registros de la
experiencia, entrevistas a sujetos y actores que participaron,
entre otras fuentes.
9.Análisis e  Este momento implica la producción de conocimiento a partir
interpretación crítica de la experiencia, exige descomponer y recomponer los
de lo sucedido en la elementos de la práctica y sus relaciones para comprender la
experiencia para totalidad de la experiencia.
comprenderlo  Es una reflexión profunda de la experiencia vivida.
(nuevo  En este momento la pregunta clave es: ¿Por qué pasó lo que
conocimiento) pasó?
 Es la interpretación objetiva y subjetiva de quienes vivieron la
experiencia.
 Es identificar la relación de la experiencia con la historia, la
cultura, las coyunturas y estructuras, las relaciones de género,
etc.
 Implica confrontar la experiencia vivida con la teoría existente.
 Identifica los sentidos que tuvo la experiencia.
 Ubica las tensiones y contradicciones y su influencia en los
cambios.
 Analiza cómo la experiencia fortaleció la identidad.
 Ubica los elementos claves que potenciaron o debilitaron la
experiencia.
 Identifica temas de interés generados por la experiencia.
10. Elaboración de  Determina los aprendizajes que permitirán mejorar la propia
conclusiones y práctica.
recomendaciones  Establece la distancia entre los nuevos conocimientos y los ya
existentes sobre el proceso estudiado.
 Sintetiza los principales elementos del proceso sistematizado.
 Determina las lecciones aprendidas que pueden ser
generalizadas.
 Elabora afirmaciones o tesis que resulten de la experiencia.

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11. Elaboración y  Implica dar a conocer la sistematización, presentarla a otras


comunicación de personas para que la valoren o la comenten.
nuevos  Redacción del documento final, lo usual es un texto escrito.
conocimientos  Elaborar materiales complementarios para devolver la
producidos con la experiencia a los que participaron en el proceso y otras
sistematización personas interesadas (libros, folletos, videos, cartillas,
teatrillos, etc.).
Práctica mejorada
Tabla 1: Elaboración Propia

Partiendo de la característica esencial de la sistematización como reflexión sobre


una práctica singular apuntando a un diálogo con lo plural (Ghiso, 1998), es
imprescindible sustentar toda sistematización en un análisis profundo del contexto
en el cual tuvo lugar la experiencia considerada. Las especificidades geográficas,
medio-ambientales, históricas, demográficas, socioeconómicas, políticas,
institucionales, etc. del contexto son elementos indispensables, a la luz de los cuales
la experiencia vivida adquirió significado.
Asimismo, es indispensable tomar estas particularidades en cuenta y exponerlas
claramente porque constituyen los límites de la posible generalización de las
lecciones aprendidas a partir de ella. Concretamente, esto implica que el equipo que
sistematiza debe contar con un análisis de la coyuntura referido a las diferentes
etapas del proyecto, tener acceso a una hemeroteca, a eventuales diagnósticos
realizados en la zona, etc.
Por otra parte, este análisis de contexto y de coyuntura constituirá un insumo
importante a la hora de reconstruir la experiencia. Más precisamente, se trata de
identificar los hitos que marcan los límites entre las diferentes etapas.
De manera general, los criterios determinantes para establecer estas etapas
responden ante todo a la lógica endógena del proyecto, a su ciclo de vida,
distinguiéndose generalmente las etapas de: generación, validación, fortalecimiento,
autonomía y trascendencia. Sin embargo, es obvio que la vida de un proyecto está
condicionada permanentemente por los vaivenes de la coyuntura.

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4. Elaboración de informes de sistematización


Una dimensión constitutiva de la sistematización es su interés por compartir con otras
prácticas y sujetos los conocimientos producidos a través de ella. La reconstrucción
de la experiencia, las interpretaciones producidas, las reflexiones elaboradas y los
aprendizajes ganados por los partícipes de la sistematización buscan ser
socializados, divulgados, tanto entre otros actores de base que no participaron
directamente del estudio como entre otros educadores, activistas y profesionales
involucrados en prácticas similares.
La finalidad de la sistematización como investigación educativa de corte
eminentemente cualitativo es comprender e interpretar el proceso educativo tal y
como es comprendido por los sujetos participantes en los contextos estudiados, pero
esta realidad no interesa solo al investigador. Los resultados de la investigación han
de ser compartidos, comunicados, divulgados, según sea el caso, como vía para
contribuir a enriquecer el conocimiento científico acerca de ese tipo de proceso. La
elaboración de un informe permite conservar la investigación, registrarla en cualquier
tipo de formato, que haga posible recuperarla en cualquier momento futuro y facilitar
así su difusión y comunicación.
Generalmente se asocia el informe, con el momento de culminación de la
investigación, aunque no siempre la investigación de una realidad se agota con la
conclusión de un estudio; los resultados de este pueden llevar a plantear nuevas
interrogantes científicas a las que no se dieron respuesta o suscitan la curiosidad de
otros investigadores que deciden replicar el “mismo proceso”.
Desde la anterior perspectiva se debe entender el informe de la investigación como
un paso más, que posiblemente abra nuevos caminos, en la aproximación al
conocimiento de un tipo de realidad o fenómeno, y no únicamente como la etapa final
de la investigación. De aquí la importancia de que el informe no sólo incluya los
resultados sino el proceso seguido, el modo en que fue realizado el estudio.
De igual forma debe tenerse en cuenta que los informes de investigación se elaboran
con una finalidad comunicativa. En dependencia de las audiencias a las que van
dirigidos, los informes deben adaptarse en formato, contenido, extensión y estilo para
que resulten útiles a este fin.

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El informe se comienza a elaborar desde la etapa de organización de los datos


recogidos de la experiencia: los registros de experiencias, los documentos escritos,
las impresiones registradas durante las reuniones, los debates; en conjunto son
fragmentos que hay que articular en un discurso coherente.
La primera tarea será encontrar en estos registros la voz de los actores de la práctica,
sus visiones del mundo que les rodea y sus relaciones con los otros. Sin embargo,
estos registros tienen que ser revisados a la luz del objetivo del proyecto de
sistematización: son los ejes temáticos los que van a orientar la selección de los
registros y la reducción de la información.
El investigador tendrá la tarea de encontrar el orden que las personas entrevistadas
y observadas le dan a la experiencia realizada, de forma tal que estos registros sólo
adquieren significado cuando se les mira en su totalidad. La dimensión descriptiva
del informe responde a las preguntas: ¿qué? (contenido) y ¿cómo es? (metodología,
proceso).
Este texto descriptivo deberá ser interpretado y adquirir un significado a la luz de la
teoría acumulada que permite profundizar lo estudiado; para ello, es necesario que
el investigador pueda distanciarse del texto descriptivo que ha elaborado, que
maneje la bibliografía sobre el tema estudiado y pueda desentrañar las relaciones
internas de la experiencia y sus contradicciones.
El informe es una historia que el investigador se cuenta en primer lugar a sí mismo,
a otras personas significativas y, sobre todo, al público lector. El investigador recrea
los textos de modo que el lector pueda experimentar las vidas o acontecimientos
narrados. Los discursos recogidos en el campo son, entonces, transformados en
documentos públicos, de acuerdo con las pautas cambiantes que suelen regir en la
comunidad científica en cuestión.
El resultado no es, entonces, un frío informe objetivo y neutro, en el cual las voces
(de los protagonistas, investigador e investigado) aparecen silenciadas, ni tampoco
una mera transcripción de datos; consiste en haber dado sentido a los datos y
representado el significado en el contexto en que ocurrió, en una tarea más próxima
al buen reportaje periodístico o a la novela histórica.
Cada aspecto de la experiencia debe ser trabajado según las siguientes
perspectivas:

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 Los actores comparten sus impresiones sobre la experiencia, se presentan una


serie de testimonios que recuerdan lo sucedido y pueden servir de estímulo y
motivación para quien vaya a iniciar un trabajo.
 Se ubica el contexto en que se desarrolla la experiencia.
 El equipo que llevó a cabo la sistematización ofrece otros puntos de vista; con
ello se intenta añadir otros elementos de juicio, además de los testimonios de los
actores, para que el lector pueda tener una visión más completa de la experiencia.
 Con el conocimiento generado en cada momento, se le propone al lector que
pase a planificar su acción (ya sea para continuar la que ya había iniciado o para
comenzar una nueva).
Se discute cómo recoger aportes de todas las personas implicadas en la experiencia
a sistematizar y cómo ponderar su importancia en el marco de un contexto y una
realidad concreta. La descripción de la experiencia requiere rigor y precisión,
estableciéndose la secuencia cronológica y delimitándose claramente las principales
etapas, pero la especificidad de la sistematización es que esta reconstrucción
descriptiva dé lugar a una interpretación, apuntando a una generalización teórica.
La interpretación sólo es posible cuando previamente se ha ordenado y reconstruido
el proceso vivido en la experiencia, pero, si se quedara nada más a este nivel, la
sistematización no tendría mayor utilidad. Sólo sometiendo lo vivido a una
interpretación crítica y autocrítica, se puede aprender de ello. La sistematización
debe convertirse en un hecho educativo, suscitando aprendizajes, y no quedar
reducida a un relato que poco o nada nos enseñe más allá de las particularidades de
una experiencia singular.
La sistematización tampoco es una disertación teórica ejemplificada con algunas
referencias prácticas. La conceptualización realmente debe surgir de la
interpretación de los procesos vividos, es decir de la praxis, concebida como ‘práctica
reflexionada’. Jara plantea esta diferencia entre sistematización y narración así (Jara,
1998: 6): “Para la sistematización de experiencias, el desafío principal consiste en
poder superar los aspectos narrativos y descriptivos que surgen de la reconstrucción
de la experiencia vivida. Superarlos en el sentido de ir a las raíces de los fenómenos,
no perceptibles de forma inmediata: las determinaciones estructurales, las

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interrelaciones entre los diferentes elementos, la vinculación entre lo particular y lo


general, entre las partes y el todo.
El informe debe permitir identificar las contradicciones y tensiones que marcaron el
rumbo de la experiencia, en la medida que significaron dilemas sobre los que hubo
que tomar opciones en determinados momentos y que ahora se les busca
explicación: por qué pasó lo que pasó y no otra cosa; por qué se hizo lo que se hizo
y no otra cosa”.
La historicidad de la interpretación, en definitiva, supone entender la lógica de la
experiencia particular, entrando en lo más profundo del proceso de ella misma, para
descubrir los hilos invisibles que la relacionan con la integralidad del momento
histórico del que forma parte y al que contribuye desde su originalidad. Así será
posible descubrir continuidades y discontinuidades, coherencias e incoherencias,
similitudes y diferencias con otros procesos, reiteraciones y hechos inéditos...
‘tiempo problematizado’ como dice Paulo Freire (1974), que permite mirar siempre
“la historia como posibilidad y no como determinación”.
Los puntos a incluir en el informe de sistematización son aproximadamente los
mismos que en cualquier otra metodología: planteamiento del problema, la
metodología seguida, los resultados alcanzados, aunque no siguen un formato
convencional, en cuanto a los puntos establecidos o el estilo a emplear, sobre todo
en la presentación del resultado que debe constituir la parte más extensa y relevante
del informe. La diversidad de enfoques conduce a una variedad de puntos de vista y
flexibilidad en la redacción de los informes, algunos autores consideran que los
mismos deben poseer valor artístico, algunos son relatos o historias con sentido
literario.
La redacción del informe tiene una conexión directa con la fase de análisis e
interpretación de los resultados. El momento en que el investigador comienza a
escribir supone valorar y organizar las ideas, sospechas, interpretaciones,
conclusiones tentativas que han surgido a lo largo del trabajo. En este proceso
algunas ideas son descartadas por irrelevantes o por encajar en el cuadro general
que paulatinamente vamos construyendo, se requiere abrir vías para la comprensión,
releer los datos y ocasionalmente buscar otros, la reconsideración de las categorías
empleadas para la reducción y clasificación de la información.

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Al comenzar a redactar el informe se requiere un estudio detallado de los registros


empleados. Para no perder algunos elementos de valor, no siempre debidamente
asentados en su momento, es oportuno comenzar a escribir pronto, entendiendo que
la redacción del informe ayuda al análisis de los datos. La redacción del informe es
un método de indagación, una vía para el descubrimiento y análisis (Richardson,
1994).
Sin pretender establecer un guion exhaustivo de los elementos que debe contener
un informe de sistematización, se hará alusión a algunos de sus componentes
principales. En ocasiones será difícil separar algunos de estos puntos, debido al
propio solapamiento de las fases del proceso investigativo.
El informe puede contener:
a) Descripción de la situación de la práctica que motiva al
investigador a comenzar el proceso indagatorio sobre las
prácticas.
b) Revisión de la literatura y planteamiento del problema:
 Modo en que se enmarca el estudio en el contexto teórico.
 Sistematización de los resultados científicos disponibles relacionados
con el tema, destacando las diferentes posiciones teóricas sobre el
mismo, encontradas en la literatura.
 Planteamiento inicial del problema y/o las hipótesis que sirvieron para
el inicio del trabajo.
c) Metodología empleada:
 Explicación general del proceso seguido y de la estrategia metodológica
empleada en el trabajo.
 Operacionalización conceptual.
 Acceso al campo: Procedimiento para acceder a los escenarios estudiados,
permisos requeridos, dificultades enfrentadas, compromisos establecidos,
período de tiempo en que se realizó el estudio, rol del investigador, etc.
 Selección de informantes claves y situaciones que fueron observadas,
justificación de dicha selección. Debe precisarse si se emplearon métodos de
muestreo teórico o se fueron seleccionando de manera progresiva por las
necesidades del propio proceso de investigación.

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 Estrategias de recogida y registro de datos, deben caracterizarse los


instrumentos empleados, su grado de estructuración, la evaluación de su
fiabilidad y validación de las escalas empleadas.
 Abandono del campo, razones que llevaron a concluir el estudio, condiciones
creadas o situación en que quedó el proceso.
 Análisis de datos: Es necesario que el informe describa el proceso de paso de los
datos recogidos a las conclusiones e interpretaciones que se extraen de ellos,
procedimientos seguidos en la reducción y sistematización de la información,
sistema de categorías empleado, si estaba prefijado de antemano o se construyó
de forma inductiva, qué disposiciones, comparaciones, transformaciones,
relaciones estableció el investigador para extraer el significado de los datos.
Modo en que fueron manejados los datos, tiempo que medió entre la recogida de
los datos y su análisis, en qué medida influyó la redefinición de los problemas,
quiénes participaron en el análisis, qué diferencias o semejanzas poseen los
datos recogidos con los pronosticados.
d) Resultados de la investigación: Es el aspecto más importante del informe de
investigación.
 Descripción y/o interpretación de la escena o los casos estudiados,
apoyando las afirmaciones con citas extraídas de documentos primarios
(transcripción de entrevistas, registros de observaciones, producciones de
los sujetos, diarios y otros documentos).
 La descripción de la experiencia particular estudiada sólo es el ejemplo a
partir del cual se van a inducir aprendizajes, el germen que la
sistematización tendrá que cultivar hasta hacerlo fructificar en una
generalización teórica.
 Los productos finales de una sistematización expresan en alguna forma el
proceso vivido; sin embargo, hay que distinguir entre el informe global de
la sistematización y la producción de materiales para comunicarlo. En esto
es indispensable precisar a quiénes van dirigidos y adecuar la forma, el
contenido y la estructura expositiva a sus particularidades culturales.
 El resultado puede ser una serie de recomendaciones para la formulación
de un proyecto similar, el propio proyecto mejorado o, más aún, el diseño

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de estrategias susceptibles de resolver el problema por el que fue diseñado


el proyecto, la representación de la realidad estudiada mediante un modelo
teórico, una metodología, o cualquier otro “resultado científico” teórico,
práctico o teórico-práctico, con carácter sistémico.
e) Conclusiones y/o recomendaciones:
 Las conclusiones del estudio, sintetizan los resultados más importantes,
indicando el modo en que los resultados responden a las interrogantes
iniciales o a las hipótesis de partida, la manera en que los fenómenos o
procesos observados se explican desde determinados marcos teóricos, las
coincidencias o discrepancias respecto a estudios similares, la forma en
que los resultados del estudio contribuyen a incrementar el conocimiento
sobre el tipo de realidades estudiadas, o las líneas de investigación y la
medida de en cuánto se distancian de resultados anteriores (novedad).
 Líneas de investigación (nuevos problemas) sugeridas a partir de los
hallazgos encontrados.
 Recomendaciones, orientaciones para la implementación del resultado,
consecuencias o medidas que habrán de adoptarse para solución de los
problemas o la mejora del proceso estudiado con la utilización del
resultado.
f) Datos originales: Permiten consultar el contexto original en que se
insertan las citas literales presentadas y los datos quedan abiertos
a la interpretación de otras personas. Se refiere a registros de
observaciones, transcripciones de entrevistas, instrumentos
empleados, productos de la actividad de los actores involucrados
en la investigación, etc.

Valor de los “errores” en el proceso de sistematización y en la presentación


del informe de sistematización
Es poco frecuente encontrar en los informes de investigación aspectos que pudieron
no ocurrir como el investigador creyó debieron ocurrir: estrategias fracasadas,
entrevistas que no pudieron ser realizadas, datos que no coinciden con la “norma”,
que resultan “contradictorios” o no son los “esperados”, observaciones que fueron

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interrumpidas, informantes que no resultaron “adecuados”, accesos fallidos al


campo, acciones no respaldadas por participantes, autoridades y decisores, etc.
Generalmente esto ocurre por razones de espacio, pero también por la creencia
positivista de la linealidad del método científico subyacente en los investigadores y
la acreditación de un valor insuficiente al “error” como fuente de aprendizajes y
desarrollo.
Tales detalles deberían ser incluidos cuando el investigador relata el proceso de
investigación seguido, sin menoscabo de la calidad del proceso desarrollado. Hablar
de lo que no pudo ser en una investigación refleja honestidad y realismo por parte
del investigador, a la vez que alerta a otros investigadores de probables escollos en
intentos similares.

No todas las confusiones o desaciertos retardan los avances. A veces los impulsan,
se convierten en la chispa que cataliza o conduce a un hallazgo inesperado, a un
nuevo escalón del saber. La ciencia, el “método científico” formulado por Descartes
en 1637, no es infalible, ni aún para las ciencias naturales, ya que por diversos
motivos quienes hacen la ciencia también se equivocan por falta de tecnología
apropiada, información insuficiente, existencia de tabúes religiosos y culturales, entre
otros, que llevan a cometer errores. Pretender desconocerlos en el campo de la
investigación educativa, no ayuda en nada al perfeccionamiento del proceso.

CONCLUSIONES
La sistematización puede ser considerada como un nuevo tipo o una nueva
metodología de investigación educativa, que parte de la evaluación crítica de las
experiencias, que se han ido modificando de forma activa, la reconstrucción de su
lógica interna y el establecimiento de las bases para regresar a la práctica y
mejorarla.
La sistematización de experiencias es un ejercicio claramente teórico; es un esfuerzo
riguroso que formula categorías, clasifica y ordena elementos empíricos; hace
análisis y síntesis, inducción y deducción; obtiene conclusiones y las formula como
pautas para su verificación práctica.

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En la sistematización interesa tanto el proceso como el producto. El proceso vincula


múltiples componentes uno de ellos es el pedagógico; nos formamos para
sistematizar y sistematizando nos formamos. Estamos hablando aquí de
aprendizajes altamente significativos para los que participan.
La sistematización no genera teoría en el sentido clásico como lo entienden las
ciencias sociales, lo cual no significa que el conocimiento que genere sea irrelevante;
produce “teorías locales” sumamente pertinentes para las comunidades
interpretativas en que se producen y las claves para reorientar la acción. La
sistematización de sistematizaciones sobre un determinado campo temático pude
producir teorías de un alcance mayor.

BIBLIOGRAFÍA

Antillón N. R. (2002), ¿Cómo lo hacemos? …para construir conocimiento a través


de la sistematización de la práctica social. IMDEC, México, 141 pp.
Ballón, José Carlos (1999). Un cambio en nuestro paradigma de ciencia, Lima,
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Barnechea, María. González, Estela (1992). De la Luz Morgan, María. “¿Y cómo lo
hacen?” Propuesta de Método de sistematización. Taller permanente de
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Elliot, John (2000). La investigación-acción en educación, Madrid, Morata.
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Richardson, L., (1994). Writing a method of inquirí. En N. K. Denzin, Y. S. Lincoln
(Eds), Handbook of Qualitative Research. Londres: Sage Publications.

SEGURIDAD INTERNACIONAL Y TERRORISMO YIHADISTA: CONCEPTOS,


CAUSAS Y MECANISMOS DE ACCIÓN.
International Security and Yihadist Terrorism: concepts, causes and defense
actions mechanism

Lic. Javiera Soto Reyes


Alumna de Maestría
Universidad Autónoma de Barcelona

Fecha de recepción: 28/07/2016


Fechas de aprobación:02/08/2016

RESUMEN

El presente artículo trata sobre un tema que, con el tiempo, ha devenido en uno de
los más importantes respecto de la seguridad internacional. Hablamos del terrorismo
islámico o yihadista. Buscamos desmitificar algunas afirmaciones actuales,
principalmente sobre el mundo islámico en general, definiendo una serie de
conceptos que nos pueden ayudar a acercarnos de mejor forma a esa realidad que
se conoce tan poco. Por otro lado, el concepto de terrorismo presenta una serie de

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problemáticas, e incluso polémicas que intentamos abarcar. El establecimiento de


un concepto definitorio sobre lo que es el terrorismo se vuelve una necesidad
imperiosa, tanto en cuanto la seguridad mundial se ve cada día más resquebrajada.
Ante esto, hemos generado una definición propia, a partir del análisis de sus
características más importantes. Por último, entender las causas y motivaciones,
especialmente de aquellos que eligen el radicalismo, puede ser una fuente
importante de respuestas que vayan en pos de buscar mecanismos de acción para
contrarrestar este importante problema actual. Las conclusiones tienen relación con
la necesidad de generar más especialistas y una mayor voluntad política. Dentro de
lo anterior, las políticas de seguridad e inteligencia se vuelven fundamentales para
alcanzar la necesaria colaboración entre diferentes fuerzas, que vayan en pos de
crear mecanismos colaborativos de la información con el fin de evitar el terrorismo.

Palabras Claves: Seguridad Internacional, Terrorismo, Islam, Yihadismo

ABSTRACT
This article is based upon a subject that has become one of the most important in
international security studies. This is Islamic or jihadist terrorism. This article seeks
to demystify some of current affirmations about the subject, specially those about
Islamic world in general, defining a series of concepts that can help in the
understanding of a less known reality. On the other hand, the concept of terrorism
itself establish controversies that are expect to be dispel. This article presents a
unique definition of terrorism, which implies the new problematic about world security
and the necessity of studying it, as a main step to develop world security facing this
new reality. Finally, the understating of causes and motives, especially of those who
praise radicalism, could be the answer towards finding mechanisms of action to
counter this new security problem. In conclusion, this article estimates there is a new
necessity: more experts and major political will. These could create collaboration
processes between security and intelligence policies, both mechanisms that could
put an end to terrorism.

Key Words: International Security, Terrorism, Islam, Yihadism

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INTRODUCCIÓN

En el mundo globalizado la amenaza del terrorismo se ha vuelto cada vez más


cercana y patente producto del avance de la tecnología, las formas inéditas de
actuación y la masividad de los medios de comunicación. Las matanzas perpetradas
por el Daesh (acrónimo del Estado islámico); los secuestros y asesinatos realizados
por Boko Haram de Nigeria; la masacre de 148 personas ocurrida en una escuela
pakistaní, ejecutada por un grupo Talibán a fines del año pasado; la matanza de 12
personas que trabajaban para la revista Charlie Hebdo; los atentados ocurridos en
Tunez; entre otros muchos que hemos presenciado, son hechos recientes que
acentúan la percepción de inseguridad en la que la población mundial está envuelta.
A pesar de que en realidad la letalidad de los actos ha ido en declive, vemos que la
cantidad de ataques ha ido en aumento (Jordan, 2015, pág. 115), profundizando ese
sentimiento.
Luego de los atentados a las Torres Gemelas en septiembre del 2001, de Madrid en
marzo del 2004 y de Londres en 2005, el mundo se ha volcado hacia un nuevo tipo
de guerra asimétrica que busca eliminar la lacra terrorista en pos de la seguridad
mundial, la democracia, los derechos humanos y la libertad. Por lo mismo, la vigencia
del terrorismo hace referencia a un problema de seguridad pública que se ha vuelto
fundamental con el tiempo, a pesar de que no se hayan vuelto a producir ataques de
esta magnitud. El año 2001 fue el punto de inflexión que marcó un antes y un
después en cuanto a las nuevas amenazas emergentes, y los mecanismos de
respuesta hacia ellas. “El terrorismo transnacional se ha convertido en la
idiosincrasia principal de los tiempos modernos y plantea retos apremiantes a la
seguridad internacional” (De Sousa, 2015, pág. 183). La forma tradicional del
conflicto, a saber, la guerra clásica o interestatal, ha ido descendiendo
numéricamente frente a nuevos conflictos que implican actores estatales junto con
actores no gubernamentales (Arroyo Lara, Pérez Gil, & Garay Vera, 2008, pág. 590).
Por otro lado, el gran problema que presenta esta nueva guerra es la invisibilidad del
enemigo y la indefinición del concepto. Ello genera, en algunos casos, abusos que
exigen contar con nuevos métodos, tecnologías y herramientas que, haciendo más
efectivos los resultados no conculquen los derechos de personas inocentes. Además

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de la necesidad de contar con nuevas políticas que vayan en pos principalmente de


la tolerancia y la educación, con el fin de desincentivar el uso de la violencia.
A pesar de que el terrorismo parece ser algo propio del recién comenzado siglo XXI,
la verdad es que es una realidad bastante antigua. “El fenómeno terrorista, tal como
se entiende en la actualidad, ha estado presente en la lucha política y militar desde
fines del siglo XIX” (Arroyo Lara, Pérez Gil, & Garay Vera, 2008, pág. 571). Como
veremos, el terrorismo ha ido evolucionando a lo largo de los años, tanto en su
metodología e ideología como en sus lugares de acción, así también como los
actores involucrados en él. De hecho, la aparición del fenómeno como elemento
internacional se produce en los años sesenta, ampliándose aún más en los años
siguientes, principalmente por el proceso de globalización. En la post Guerra Fría, la
desaparición del conflicto Este-Oeste generó el surgimiento y la proliferación de
nuevos conflictos étnicos, políticos y religiosos que han incubado nuevos
movimientos radicales que, sumados a las nuevas tecnologías, han sido capaces de
producir formas inéditas de terrorismo (Lagos Matus, 1995, pág. 103).
Luego de la bipolaridad característica de la Guerra Fría, se pensó un mundo
multipolar, donde los Estados y bloques regionales tuvieran igualdad de voz ante los
temas internacionales, es decir, un sistema más igualitario donde existiera una
multiplicación de la cooperación en pos del sistema internacional. Sin embargo esto
no fue así, ya que la característica principal del nuevo orden mundial ha sido la
supremacía estadounidense, generándose un sistema unipolar con un solo actor
hegemónico importante llamado “a ejercer un liderazgo moral en un mundo
cambiante en el que encarnaría los valores de la libertad y la democracia” (Arroyo
Lara, Pérez Gil, & Garay Vera, 2008, pág. 583). Washington varió su estrategia, su
doctrina y los instrumentos diplomáticos que la sostenían. Durante la Guerra Fría
dominó la contención y la disuasión, pero luego, la estrategia se orientó hacia una
primacía que se basaba en la guerra preventiva y la intervención, lo cual veremos,
no ha sido capaz de generar la paz esperada sino que se ha aumentado la violencia
(Tokliatán, 2004, pág. 42). Es más, el fin de la bipolaridad, la inestabilidad en el
sistema internacional actual y la mayor porosidad de las fronteras han permitido la
emergencia de nuevas amenazas transnacionales que ya no son necesariamente
militares, que no tienen un lugar definido y que implican a su vez, nuevos actores

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(De Sousa, 2015, pág. 186). “En consecuencia, las amenazas han cambiado y las
políticas de seguridad nacional han tenido que modificarse para dar respuesta a los
nuevos retos” (Arroyo Lara, Pérez Gil, & Garay Vera, 2008, pág. 573). Nuevos retos
que, hoy en día, le dan primacía al terrorismo islámico o yihadista, en el cual nos
centraremos.
Por otro lado, estamos insertos en un mundo globalizado, caracterizado por una
interconexión en distintos ámbitos, tanto económico, como político, social y cultural.
Las nuevas tecnologías por su parte, han cambiado la percepción del tiempo y el
espacio, intensificando los flujos tanto de información, como de materias y personas.
Este aumento de la movilidad humana implica cuestionamientos y reflexiones
respecto de la seguridad de los individuos, las sociedades y los Estados, tensionando
el paradigma de la seguridad humana. Vivimos una nueva era de violencia que se
ha vuelto más globalizada y más fragmentada al mismo tiempo (De Sousa, 2015,
pág. 184). Este proceso globalizador, como veremos, ha alterado el alcance del
terrorismo, dándole un carácter global, no sólo por el espacio geográfico donde se
distribuyen sus redes, sino que también las repercusiones que genera se han vuelto
globales (De Sousa, 2015, pág. 187).
Frente a este panorama ¿qué se entiende por terrorismo? ¿Qué es el yihadismo?
¿Cuáles son sus causas? ¿Qué hacer? ¿Cómo lograr un mundo más seguro?
¿Cómo enfrentarnos a esta “nueva” amenaza global? Son algunas de las preguntas
que intentaremos responder.

Islam, Fundamentalismo Islámico, islamismo y yihad.


En primer lugar hay que hacer referencia al problema de la terminología empleada.
Existen muchos conceptos utilizados en el estudio de estos casos, lo cual habla muy
bien acerca de su riqueza conceptual, sin embargo, al mismo tiempo, ha generado
polémica y desacuerdo entre los especialistas (Abu Tarbush, 2007, pág. 155).
El Islam es una religión monoteísta basada en un texto sagrado llamado Corán, el
cual fue revelado por Dios a Mahoma, su profeta. Durante siglos, el mundo islámico
fue fuente de enormes riquezas tanto materiales como culturales, llevando en sus
entrañas un tremendo poder civilizador que conquistó desde la Península Ibérica
hasta el subcontinente indio. Tolerante, cuando ninguna otra religión lo era, el Islam

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logró generar comunidades plurales de coexistencia pacífica. Sin embargo, el tiempo


y los nuevos contextos mundiales provocarían su retirada de Occidente y posterior
concentración geográfica del Islam hacia Oriente, además de un estancamiento
cultural que comenzaría alrededor del siglo XV (Valenzuela, 2012:45).
El concepto de fundamentalismo apareció en Europa en el siglo XIX y tuvo su origen
en un contexto cristiano, principalmente del cristianismo protestante estadounidense,
que determinaba la postura que la Iglesia tuvo con las nuevas ciencias y filosofía de
ese entonces.
Fue la reacción cristiana resultado de su incapacidad para afrontar y asumir los
nuevos sistemas de vida que empezaban a emerger a partir del Capitalismo. Era un
movimiento anti-materialista, anti-industrial, que estaba en contra del progreso,
contra la ciencia, la modernidad y la tecnología (Valenzuela, 2012: 42).
Sorprendentemente este movimiento no tuvo ninguna relación con el Islam, ya que
esta religión no es anti-modernidad, anti-ciencia, ni anti-tecnología, es más, postula
que la verdad y los hechos son un tesoro (Valenzuela, 2012:43). No obstante, lo
anterior, se ha llegado a un acuerdo en la aceptación del término fundamentalismo
para abarcar una realidad que hace referencia a una lectura literal de los textos
sagrados y a una revisión idealizada del pasado, por lo que desde una perspectiva
religiosa es tradicionalista, conservadora y ortodoxa. El fundamentalismo islámico
entonces, es una corriente que “representa una tradición que se encuentra supuesta
o realmente amenazada por la modernidad política” (Valenzuela, 2012:43).
Muy diferente a lo anterior es el concepto de islamismo. No es lo mismo que el islam
y tampoco que el fundamentalismo islámico, si bien el islamismo se sirve muchas
veces de éste, pero de una manera selectiva, interpretando los textos sagrados en
claves actuales y no teniendo problemas en “violar los mandatos de Dios si es que
alguno se opone a sus objetivos de poder” (Valenzuela, 2012:43). El islamismo es
una doctrina que demanda la adhesión total a la ley sagrada del islam y rechaza
todas las influencias externas, es una ideología surgida en el siglo XX bastante
cercana a las prácticas totalitarias, ya que busca el control de la sociedad y ofrece
un proyecto utópico de construcción de varios “nuevos”, a saber, nuevo Estado,
nuevo hombre y nueva sociedad. Es un proyecto histórico que busca establecer un
nuevo orden mundial, basado en un califato universal, islamizado por completo,

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regido por la Sharia o Ley Islámica, donde no hay espacio para el enemigo de Dios,
concepto que ha recaído en Occidente, principalmente en Estados Unidos.
Ahora bien, existen diversos tipos de islamismos que van desde una mayoría
reformista, en el sentido de protesta, contestatario y de resistencia; pasando por
corrientes de carácter pietista o de prédica; hasta una minoría yihadista de índole
antisistémica que es radical, extrema y violenta (Abu Tarbush, 2007:154). El
islamismo político es la rama mayoritaria y está formado por movimientos moderados
y pacíficos centrados en la acción política, presentándose como alternativas al poder.
La pietista está concentrada en la actividad misionera y busca revivir la fe y la
cohesión de la comunidad. Finalmente, la yihadista se caracteriza principalmente por
su discurso radical y su acción violenta (Abu Tarbush, 2007:174-175). Dentro de este
marco, el terrorismo ha sido elegido por esta última rama como uno de varios
métodos, donde el terrorista “supone que destruyendo los símbolos del enemigo
destruye su cultura, y con ello al enemigo mismo” (Valenzuela, 2012:44).
El islamismo es hijo de la modernidad, aquella que supuestamente lo ataca, por eso
mismo, los islamistas no pueden prescindir de los avances de la modernidad para
poder destruirla. Se aprovechan de ella pero con el fin de eliminarla. En este sentido
y como veremos más adelante, la globalización ha jugado un rol fundamental en el
auge y expansión del terrorismo, principalmente el islamista. A los actuales
terroristas islámicos los caracteriza el hecho de que comparten una determinada
visión e interpretación de la religión. “En concreto, comparten actitudes y creencias
propias del neosalafismo, es decir, de un salafismo extremista y violento que difiere
de otras variantes igualmente puritanas pero no agresivas del mismo” (Reinares,
2005, pág. 120). En resumidas cuentas, el salafismo es un movimiento reformista
que busca recuperar la pureza de los primeros creyentes, contando con grupos
pietistas y otros, de menor número, yihadistas.
El término yihadista hace referencia al concepto de yihad, el cual ha sido
erróneamente traducido como guerra santa. Yihad significa esfuerzo, esfuerzo en el
camino de dios y tiene dos acepciones, a saber, el yihad mayor que hace referencia
al esfuerzo interior que debe realizar cada creyente para poder ser un buen
musulmán, una lucha interior contra los males que lo desvían del camino de dios.
Por su parte el yihad menor implica una ayuda a otros para que puedan alcanzar el

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fin, teniendo también un componente bélico contra todos aquellos que ataquen al
islam. En este sentido, el yihad menor es meramente defensivo, lo cual ha sido
tergiversado a lo largo de la historia, cayendo también en un carácter ofensivo,
principalmente en la época de la expansión del islam. Éste es finalmente el sentido
que han reivindicado muchos de los grupos o movimientos islamistas de la
actualidad, creyendo además que la lucha se da a un nivel macro-cultural, siendo el
mundo occidental (tanto cristiano como judío) su principal enemigo.
El peligro no está en el Islam en sí, sino que en una versión radicalizada que se
inspira en el Islam. Sin embargo, estos movimientos radicales son una minoría, pero
una minoría muy activa que han logrado atraer a los medios de comunicación,
creando por una parte una percepción de miedo a nivel global y por otra una
percepción de que estos grupos son muchos y están en todas partes (Lagos Matus,
1995:104).

Indefinición del concepto “terrorismo”.


Desde 1963 Naciones Unidas ha redactado un total de 13 convenios sectoriales
sobre diversas formas de terrorismo, como son el apoderamiento ilícito de
aeronaves, actos ilícitos sobre la aviación civil, aeropuertos, materiales nucleares,
navegación marítima, atentados contra personas internacionalmente protegidas,
toma de rehenes, financiación del terrorismo, entre otras. No obstante lo anterior,
Naciones Unidas no ha sido capaz de generar una definición clara sobre lo que es
el terrorismo, lo cual “constituye un gran obstáculo a la hora de articular una
respuesta coordinada de la comunidad internacional en materia antiterrorista”
(Romeu, 2006, pág. 179), sin desmerecer que todo lo que se ha realizado en
materias antiterroristas por la ONU configura un punto de referencia inexcusable
(Rúperez, 2005). La incertidumbre que genera una vaga definición de este fenómeno
implica a su vez, una incertidumbre normativa, ya que al no saber o, al no tener un
consenso sobre qué significa ser terrorista, la línea divisoria entre un delito terrorista
y un delito común se vuelve ambigua. De lograrse a nivel internacional una definición
consensuada sobre qué es terrorismo ésta podría servir como base para los
diferentes países que contienen problemas tanto internos como externos de esta
índole.

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Por otro lado, es necesario precisar que el terrorismo no es un fenómeno


homogéneo, sino que es polifacético, vale decir, tiene causas, orígenes,
justificaciones y manifestaciones diferentes según el contexto en el que se desarrolla,
lo cual genera desde ya un problema en cuanto su carácter conceptual. Además, la
diversidad cultural, de sistemas políticos, jurídicos, incluso morales y religiosos se
suma a lo anterior.
Ahora bien, el principal problema para llegar a una definición consensuada en la
Asamblea General ha sido el desacuerdo entre dos bloques de países que muestran
una fuerte polarización sobre el asunto y que, “en términos generales, enfrentan al
mundo occidental (G-8, Unión Europea, Grupo CANZ1, etcétera) con la Organización
de la Conferencia Islámica (OCI, con Siria, Pakistán, Egipto, Jordania e Irán como
actores más activos)” (Romeu, 2006:182-183). El principal desacuerdo pasa por el
problema de la lucha contra la ocupación extranjera, explicitada principalmente por
el conflicto entre Palestina e Israel. Mientras que los países occidentales abogan por
encausar los actos criminales cometidos contra civiles dentro del marco del
terrorismo, los países de la OCI abogan por una definición que excluya dichos actos
realizados en un contexto de lucha contra la ocupación extranjera, basando su
formulación en diferentes resoluciones de Naciones Unidas sobre el derecho de la
autodeterminación de los pueblos2. Palestina es la nación por excelencia que
ejemplifica este caso. Se considera a Israel como un invasor de los territorios
históricos palestinos, ante lo cual y según este argumento, el pueblo palestino está
en su derecho de atacar de cualquier forma a quienes los ocupan.
No obstante lo anterior, el año 2006, el entonces secretario general de la ONU Kofi
Annan manifestó en su informe del 27 de abril que “Las Naciones Unidas deben
mantener su superioridad moral en esta materia […] debemos dejar perfectamente
claro que ninguna causa, por más justa que sea, puede ser excusa para el terrorismo.
Ello incluye la legítima lucha de los pueblos por la libre determinación” (Annan, 2006).

1Canadá, Australia y Nueva Zelanda


2Véase: NACIONES UNIDAS, Resolución de la Asamblea General 1514 (XV) “Declaración sobre la
concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales”, 14 de diciembre 1960;
NACIONES UNIDAS, Resolución de la Asamblea General 1514 (XV) “Resolución de la Asamblea
General en la que se definen las tres opciones para alcanzar el gobierno propio”, 15 de diciembre
1960.

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En definitiva esto implica la supresión de la antigua norma que permitía la legítima


defensa con todos los medios posibles, contra el ocupante extranjero, propia del
período de descolonización, pasando a ser prioritaria la seguridad internacional y su
equilibrio.
Aunque no existe un consenso respecto a la definición, sí pareciera existir uno acerca
de los distintos elementos que lo componen. Por ejemplo, la naturaleza del acto, de
desmedida violencia; sus autores, como pueden ser individuos, grupos e incluso
Estados; sus metas, por ejemplo políticas; sus resultados y las motivaciones que
persiguen; sus objetivos y los métodos que emplean (Alexander, 2006:177-178). A
pesar de que cada Estado se reserva el poder legal y político para definir el terrorismo
según el contexto de sus asuntos internos y externos (Alexander, 2006: 179), parece
razonable pensar, que serían cinco los elementos esenciales que definen al
terrorismo. A saber: el uso desproporcionado de la violencia; utilizado de forma
indiscriminada contra la población civil; con la intención de provocar terror; el cual
contiene un mensaje y utiliza una simbología especialmente importante para dicha
población; y que está dirigido a presionar políticamente una decisión o a ejercer
influencia sobre la opinión pública3. Ahora bien, ¿qué implica cada uno de ellos?
3.1 Al analizar diferentes actos terroristas, lo que primero sobresale es el uso
desproporcionado de la violencia, la cual es concretada a través diferentes medios
como pueden ser bombas, aviones, autos, distintos tipos de armas, entre otros,
además de la retención de personas o toma de rehenes contra su voluntad y que
sean coaccionados o controlados por medios violentos. Estas prácticas buscan
además realizar el mayor daño posible tanto a nivel de población como a nivel de
infraestructura, lo que produce un daño psicológico mayor. La violencia
desproporcionada e indiscriminada produce un efecto paralítico en la población, el
cual es utilizado para generar control y poder sobre ella. Por otro lado, la capacidad
de negociación que logran estos grupos aumenta considerablemente, “sustituyendo
con la fuerza terrorista la capacidad política que no le proporciona un amplio
electorado o base social de masas” (Varas, 1990:157). En este sentido, la falta de
legitimidad social para con sus objetivos vendría siendo una de las principales

3Para mayor información véase: SOTO, Javiera. La amenaza terrorista en un mundo globalizado.
En: Fundación Jaime Guzmán. Ideas y Propuestas 2014 – 2015. Santiago, 2015, pp. 321 a 334.

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razones de la utilización de la violencia en grandes proporciones para alcanzar sus


metas. En nuestro caso de estudio – el islamismo yihadista – la cosmovisión
totalitaria que tienen del mundo, sumado a la idea de que se sienten los encargados
de salvar al islam y de encausar a la comunidad nuevamente por el buen camino,
genera en ellos ese deber imperioso de llevar a cabo sus metas. Al estar las personas
desviadas del camino de dios, según ellos, la legitimidad social que tengan no es
relevante, lo que explica la justificación de sus actos incluso la utilización de los
medios más violentos y extremos.
3.2 En cuanto al foco que ponen en la población civil cabe destacar que este
hecho es el que distingue al terrorismo de otros tipos de violencia política y militar,
por cuanto éstas se desarrollan generalmente contra objetivos combatientes dentro
de contextos de guerra o conflicto armado. De hecho,
[d]e la formulación adoptada por el Consejo de Seguridad resalta la referencia a los
civiles. Este órgano quería así hacer hincapié en que los ataques contra civiles, en
particular los especialmente indefensos […] constituyen el ejemplo más inequívoco
del carácter intrínsecamente injustificable de los actos terroristas (Romeu,
2006:181).
Sin embargo, los miembros de las fuerzas armadas merecen un paréntesis. Este
punto también ha generado polémica dentro del intento de definición, ya que una
serie de países se han mostrado en desacuerdo con definiciones que pretenden
centrar el terrorismo exclusivamente en los ataques contra la población civil. Más allá
de que jurídicamente los militares se equiparan a los civiles en una situación de paz,
la verdad es que una definición que excluya a los militares sería, en términos
políticos, muy difícil de asumir por aquellos Estados que han tenido pérdidas militares
producto de este tipo de atentados (Romeu, 2006:185). Por otro lado, los ataques
contra personas internacionalmente protegidas también se encuadran dentro de este
punto, ya que su cargo implica una representación de la comunidad, por ende,
trasciende su persona y pasa a ser un símbolo de la sociedad.
El hecho de que sea indiscriminada implica que el ataque no va dirigido contra un
objetivo necesariamente reconocido, sino que contra cualquier persona que en ese
minuto se encuentre en el lugar. Por lo tanto, su sentido deshumanizador es
evidente: para el terrorista aquellos que mueren sólo representan un número, del

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cual depende el impacto del acto. Mientras más impactante sea el ataque, mayor
difusión tendrá, por lo que su mensaje llegará a más personas, ante lo cual el número
de muertes pasa a ser un medio que lleva a alcanzar un fin. La “personeidad”
perdería sentido o desaparecería de la concepción del terrorista, cuando se
instrumentaliza la vida/cuerpo de varios en pos de un fin del cual aquellos que
mueren no tienen relación.
3.3 La intencionalidad del terror es generar un miedo insuperable que trasciende
a las víctimas atacadas o amenazadas y que se utiliza como un medio de control de
dicha población con el fin de ejercer poder sobre ella. La creación de un sentimiento
de inseguridad permanente genera una paralización social de toda la estructura, lo
que dificulta generalmente una respuesta eficiente.
El propósito de este tipo de acción, su meta objetiva, el efecto neto de su conducta,
es la internalización, en el actor definido como enemigo, de una disuasión simbólica.
Se introyecta de hecho el terror en el oponente, convirtiéndolo así en un instrumento
o recurso manejado externamente, pero que cuenta con un mecanismo de control
interno: el terror. En este contexto, quien actúa o desata la acción terrorista puede
contener y eventualmente modificar las acciones del otro (Varas, 1990:154-155).
La internalización del control político a partir del terror actúa sobre un elemento clave
de la seguridad social: la certeza; y en la medida en que el terrorismo actúa sobre
ella “sus efectos son fundamentalmente desquiciadores de toda convivencia,
especialmente de una democrática” (Varas, 1990:155).
3.4 A pesar de que la percepción que se tiene sobre los actos terroristas es que
se acercan a la irracionalidad, la verdad es que éste fenómeno es bastante más
racional de lo que se piensa y se quiere hacer creer (Zolo, 2006:22). Sus actos,
generalmente, son premeditados y contienen siempre una lógica y un mensaje que
busca, por medio del impacto, llegar a la mayor cantidad de personas posible, lo cual
es importante si se piensa en el alance global y la inmediatez que tienen hoy los
medios de comunicación. “La función simbólico-comunicativa consiste en que el acto
violento representa un mensaje amenazador dirigido al entorno social de la víctima
destinado a producir pánico induciendo formas de comportamiento dictadas por este
sentimiento” (Lagos Matus, 1995:99). La esencia del mensaje es la posibilidad de
generar un cambio infundiendo terror, y es en este punto donde el símbolo se vuelve

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fundamental. Se entiende por símbolo el lugar donde se lleva a cabo el atentado, o


una persona que tenga un cargo de representatividad en la sociedad, vale decir, que
representa códigos importantes en la mente de las personas que se ven afectadas,
ya que representa algún elemento de la estructura social.
Suele perpetrarse de manera sistemática e impredecible, por lo común dirigido contra
blancos dotados de alguna relevancia simbólica en sus correspondientes entornos
culturales o marcos institucionales de referencia. Blancos […] cuyo menoscabo o
destrucción son utilizados para transmitir mensajes y dotar de credibilidad a
eventuales amenazas proferidas, lo cual convierte al terrorismo en un método
extremista de propaganda y control social (Reinares, 2005:116).
Por ejemplo, el atentado del 11 de septiembre realizado contra las Torres Gemelas,
implicó un ataque en el corazón del centro financiero de una de las ciudades más
importantes de EEUU, de ahí la importancia de esos edificios; por no mencionar el
ataque al Pentágono, sede del Departamento de Defensa del país. El símbolo
agranda el mensaje, lo vuelve aún más potente, por eso el terrorismo implica la
premeditación del acto, más que una supuesta irracionalidad.
Por otro lado, los medios de comunicación también juegan un papel fundamental en
este punto. La violencia desmesurada busca generar un impacto potente, ya que eso
produce la atracción de los medios de comunicación, los cuales se encargan de
difundirlo. Es un círculo vicioso del cual los terroristas sacan provecho, ya que
consiguen que sus acciones tengan mayor repercusión, sumando destinatarios.
Intentan lograr un acceso fácil a sus objetivos y, cada vez en mayor medida, procuran
que sus acciones tengan mayores repercusiones, tanto por el número de víctimas
como por la atención que les prestan los medios de comunicación. Si se les niega el
acceso a esos medios y objetivos se contribuirá a evitar futuros ataques (Annan,
2006).
La difusión los vuelve fuertes, se muestran ante el mundo como grupos capaces de
atacar cualquier poder o estructura (símbolo), desde cualquier parte, en cualquier
momento; todo lo cual fortalece, por otro lado, la adhesión entre sus seguidores y
ayuda a reclutar nuevos. Generalmente
actúan sin base territorial ya que su estrategia consiste en estar presentes en todas
partes y en ninguna al mismo tiempo; sus atentados se sitúan en lugares simbólicos

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destinados a afectar a todos y alcanzar así a todo el mundo con sus señales (Lagos
Matus, 1995:99-100).
3.5 Por último, el mensaje que contiene el terror tiene una intencionalidad política.
Es en el terrorismo donde
las políticas y la violencia intersectan en la esperanza del poder de deliberación.
Todos los terrorismos involucran la pregunta por el poder: el poder de dominar y
coaccionar, de intimidar y del control y finalmente, para efectuar la violencia política
fundamental (De Sousa, 2015:187).
Esta intencionalidad política es, para muchos autores, la característica principal que
definiría un acto terrorista y lo diferenciaría de otras formas de violencia.
Lo que distingue al terrorismo de otras formas de asociación ilícita es la finalidad
política, es decir, que persigue la destrucción del orden constitucional o, al menos,
un cambio en las estructuras políticas y sociales vigentes y su sustitución por otra.
Para lograrlo, emplea medios y recursos que generan un sentimiento de inseguridad
permanente con el que se trata de condicionar las decisiones de los gobernantes
(Arroyo Lara, Pérez Gil, & Garay Vera, 2008:578).
A pesar de que la concurrencia del elemento subjetivo anómalo del acto es parte
fundamental del concepto, llegar a probar su existencia se vuelve una tarea
prácticamente imposible, lo cual dificulta la posibilidad de imponer sentencias
condenatorias. Mientras no se elabore una definición que describa cabalmente la
conducta prohibida, terminando con la concurrencia de elementos anímicos, no
habrá posibilidad de elaborar un instrumento penal eficaz de disuasión.
Ahora bien, existen diferentes terrorismos, los cuales siguen distintos modelos e
ideologías que podríamos catalogar en cuatro tipos de motivaciones, a saber,
terrorismo de corte izquierdista, terrorismo de corte derechista, terrorismo etno
nacionalista-separatista y terrorismo religioso, todos activos en la actualidad y que
pueden coexistir dentro de un mismo grupo, siempre prevaleciendo una motivación
sobre otras (De Sousa, 2015:188). Por otro lado, la evolución del terrorismo, sumado
a las nuevas tecnologías y a la globalización han hecho emerger nuevos tipos de
terrorismo como el ciber-terrorismo, el narcoterrorismo, el bio-terrorismo, el
terrorismo nuclear, entre otros, todo lo cual depende de los actores involucrados, los
significados y los métodos empleados, además de las motivaciones.

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Por último, como se dijo anteriormente, el terrorismo ha tenido una evolución en el


tiempo. En un primer momento los actos terroristas habrían sido de carácter
nacionalista y anarquista principalmente, enfocando sus lugares de acción a nivel
regional o nacional. La amenaza internacional más significativa aparecería luego de
la Segunda Guerra Mundial, durante los años de Guerra Fría, donde las grandes
potencias patrocinaron e instrumentalizaron diferentes grupos –principalmente de
resistencia– para la defensa de sus propios intereses, llevando los ataques al
territorio contrario, y otorgándoles así, un alcance propiamente internacional (Arroyo
Lara, Pérez Gil, & Garay Vera, 2008:571-572). De hecho, la aparición internacional
de este fenómeno se da en los años sesenta, pasando a tener proporciones
epidémicas en las décadas de los setenta y ochenta. Secuestros de aviones, ataques
con bombas, asesinatos y toma de rehenes comenzaron a ser formas comunes de
causar terror en la comunidad internacional (De Sousa, 2015:187). Gracias a los
avances que trae aparejado el proceso globalizador, el terrorismo internacional ha
ampliado aún más, tanto su rango geográfico como las magnitudes que puede llegar
a alcanzar. Hoy, a diferencia de los años de Guerra Fría, tenemos un terrorismo
basado en un imperativo teológico, a diferencia del ideológico; movilizado por la
exasperación y el resentimiento y ya no por un horizonte emancipador; dispuesto a
una violencia ilimitada en sustitución de una limitada; y estructurado en forma de
redes flexibles y complejas, que dejan de lado las estructuras rígidas y jerárquicas,
renovando su modus operandi (Tokliatán, 2004:41).
El terrorismo religioso islámico actual, se presenta como una continuidad al proceso
de radicalización islámica de los años 70´s, el cual se profundizó luego de terminada
la Guerra Fría. De hecho, la base ideológica dejada de lado luego de la caída de la
URSS, permitió que el terrorismo religioso tomara relevancia y se expandiera.
Un período de transición e incertidumbre comenzó con el fin de la Guerra Fría. La
sensación de inseguridad debido al vacío de poder causado por el fin del sistema
bipolar, la fragmentación del poder y la proliferación de conflictos regionales
aumentaron los temores y motivó el impulso del terrorismo dirigido religiosamente.

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Tabla N° 1. Fuente: De Sousa, 2015:188.

CAUSAS
Creemos que para generar un mecanismo de contención de los actos terroristas es
fundamental entender las causas que lo generan, comprendiendo el fenómeno
desde su complejidad. No obstante, entender no es justificar; se debe captar el
problema desde su raíz para poder establecer una base conjunta que vaya en pos
de la seguridad internacional.
Es esencial conocer las bases de su fundación, las bases ideológicas o políticas en
que se asienta, sus métodos de reclutamiento, sus fuentes de financiación, el origen
de su armamento, de qué intermediarios y mercados proceden dichas armas, cuáles
son sus estrategias y sus métodos de acción, cuáles son sus apoyos internacionales,
qué base social tiene – si la tiene – así como un sinfín de interrogantes […] para que
el combate contra los mismos, desde el respeto a la legalidad, sea lo más eficaz
posible (De Arístegui, 1997:77-78).
Es necesario comprender que el terrorismo no se produce en un vacío social o
político, sino que el uso de este tipo de violencia puede entenderse –así no
justificarse– como el producto de situaciones sociales especiales como la pobreza,
el desorden, la violencia, y en especial la exclusión y la marginalidad. A nivel
internacional, el terrorismo aparece como respuesta dentro de un sistema que
presenta grandes asimetrías político-estratégicas, donde existe un alto número de
actores gubernamentales, pero que presentan dificultades para la gestión colectiva
y para la tomas de decisiones importantes (Varas, 1990: 160).
La globalización ha traído una serie de elementos positivos a nivel internacional, pero
también ha sido fuente de elementos negativos y contradicciones, “contradicciones

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que generan problemas y amenazas tanto como oportunidades, dependencia tanto


como desarrollo” (De Sousa, 2015:184). En cierto sentido la globalización concentra
y centraliza la iniciativa política y los beneficios económicos, lo que genera que las
brechas entre los Estados se profundicen. A mayor marginalidad de un país dentro
del sistema económico mundial mayor es su desigualdad económica y social a nivel
interno, lo que influye significativamente en el número de muertes por causas
violentas (Varas, 1990:160). Dentro de este marco, el terrorismo constituye asimismo
una protesta contra la creciente disparidad en poder y riqueza.
Por otro lado, la globalización ha traído enormes mejoras tecnológicas; en la
educación y en el acceso a ésta; así como las comunicaciones también han mejorado
notablemente expandiendo y ampliando la información y el conocimiento. Sin
embargo una consecuencia de estos cambios positivos ha sido la concientización de
aquellas poblaciones marginales de su marginalización, generando en algunas de
ellas resentimientos y malestar social, que pueden ser canalizados de forma violenta
(Rogers, 2013:15).
La permeabilidad de las fronteras físicas, así como la cercanía geográfica producto
de las nuevas tecnologías y las comunicaciones han creado un nuevo mundo donde
las comunidades y las naciones están cada vez más cerca. En ese sentido, la
intensificación de la movilidad humana trae consigo cuestiones acerca de la
seguridad individual, de las sociedades y de los Estados, profundizando el paradigma
de la seguridad humana (De Sousa, 2015:184). Esto, sumado a las nuevas
tecnologías de comunicación que les han permitido a los terroristas comunicarse de
forma rápida, barata y con poco riesgo de exposición, ha producido un efecto
desbordante en la globalización de la violencia y el terror (De Sousa, 2015: 191),
teniendo la capacidad de atacar en cualquier parte y en cualquier momento.
Por otro lado, la existencia de Estados en colapso o fallidos – aquellos que no son
capaces de garantizar el orden social y que carecen de una estructura institucional
fuerte – son generalmente los que presentan índices de violencia mayores y que, en
general, han permitido a los grupos y organizaciones terroristas de relevancia
internacional mantener sus bases de apoyo, de adiestramiento y de reorganización,
principalmente cuando éstas han perdido poder en su lugar de origen (Arroyo Lara,
Pérez Gil, & Garay Vera, 2008:576). Las regiones con déficits en el desarrollo

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humano, donde el descontento político se basa en la falta de libertad y justicia,


emergen desacuerdos que pueden llevar a la adherencia de movimientos radicales
(De Sousa, 2015:191).
A nivel micro, los principales focos de aparición de violencia, son los sectores
radicalmente marginados de la sociedad, que están excluidos de la toma de
decisiones tanto políticas como económicas y culturales.
El terrorismo prospera a menudo en ambientes en que se producen violaciones de
los derechos humanos y donde los derechos políticos y civiles están limitados. De
hecho, los terroristas pueden aprovechar las violaciones de los derechos humanos
para obtener apoyo para su causa (Annan, 2006).
La falta de canales pacíficos para expresar el descontento y buscar políticas
alternativas puede llevarlos a recurrir a la violencia como un medio con el que pueden
hacerse escuchar. Estas características pueden llevarlos a constituirse en grupos
que son capaces de desafiar el orden político al cual no pueden acceder y que por
lo mismo rechazan, tratando de “sustituir la legitimidad social por el uso de la
violencia bajo la forma del terror” (Varas, 1990:157).
La discriminación por motivos étnicos, nacionales o por creencias religiosas, además
de la incapacidad de muchos Estados de integrar a ciertas minorías o a grupos de
inmigrantes genera
resentimientos que pueden llevar al proselitismo terrorista, además de sentimientos
de alienación y marginación y una mayor tendencia a socializar en grupos
extremistas […] Tomados en conjunto, los diversos tipos de exclusión pueden
combinarse para producir una mezcla explosiva. La marginación, la alienación y el
sentimiento resultante de victimización pueden impulsar el extremismo, que a su vez
puede facilitar la explotación por parte de los terroristas (Annan, 2006).
En este sentido, resulta sumamente preocupante la aparición de grupos islamófobos.
Grupos como estos, no hacen sino potenciar la exclusión y la marginalidad de
sectores disminuidos de la población, los cuales en ciertos casos, pueden llegar a
formas extremas de actuación. Es un círculo vicioso, ya que, a su vez, los grupos
islamistas, “ultra-minoritarios (…) proporcionan el pretexto para una marejada de
odio contra el conjunto de fieles del Islam. Llevados por el ambiente de islamofobia,
algunos llegan a olvidar que el Islam es también una cultura y una civilización”

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(Valenzuela, 2012:42). De hecho, otras de las motivaciones islamistas en los países


occidentales es agudizar la tensión hacia el islam, aumentando con esto la sensación
de discriminación, persecución y atropello de los musulmanes, volviendo así más
tentadora la opción de engrosar las filas islamistas (Valenzuela, 2012, pág. 49).

UNIVERSALISMO OCCIDENTAL
Ahora bien, la forma como el mundo occidental se relaciona con otras culturas,
específicamente la islámica, merece un apartado especial. “El mundo islámico ha
sido presentado desde hace muchos años como un mundo que general hostilidad
contra Occidente y además, un factor de riesgo para la convivencia pacífica” (Tahar,
2003:49). Luego de la caída de la URSS, con el surgimiento de la nueva era global,
se ha ido generando un discurso según el cual el nuevo enemigo a nivel internacional
hace referencia al mundo islámico, ocupando éste el puesto que antiguamente
ocupaba el comunismo.
En la cultura política occidental se ha impuesto la idea de que el <<terrorismo
global>> expresa la voluntad de los países no occidentales – particularmente, el
mundo islámico – de aniquilar la civilización occidental junto a sus valores
fundamentales: la libertad, la democracia, el Estado de derecho, la economía de
mercado (Zolo, 2006:22).
Sin embargo, en realidad el terrorismo islamista es una respuesta estratégica a la
hegemonía del mundo occidental, “es una revuelta contra la superior potencia de sus
instrumentos de destrucción de masas y al propio control militar que ejercen sobre
los territorios de los países que han sido históricamente cuna del Islam” (Zolo,
2006:23), lo cual tiene que ver, con los procesos de descolonización que dejaron a
los países sumidos en problemas estructurales de los que aún no han podido salir.
El colonialismo introdujo una ruptura central en el proceso histórico del mundo
islámico, “que hace imposible negar la importancia de la influencia occidental y de
su racionalidad ofensiva en los países árabes e islámicos. Esta ruptura implicó
actitudes diferenciadas y entrelazadas de rechazo, adaptación, defensa de lo propio
y admiración por Occidente” (Tahar, 2003:54). La violencia del islamismo no es
producto de las culturas del mundo islámico ni de su religión, sino que es el resultado
reactivo que tomó en algunas sociedades la influencia occidental.

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Hoy en día, la amenaza del radicalismo islámico y su percepción como tal, responde
a ese discurso universalista de Occidente respecto del mundo musulmán que hace
referencia a la forma en que Occidente mira y se relaciona con el resto. Según
palabras de Malik Tahar (2003:53)
El universalismo occidental define una ideología abstracto-instrumental que defiende
un ideal de pluralismo, el cual ofrece una multitud de contenidos, pero impone una
sola racionalidad. El “otro” es generalmente un fantasma adorado por el monólogo
de esta racionalidad, pero negado en cuanto introduce una diferencia real con ella.
En otras palabras, el mundo occidental defiende un discurso plural y de tolerancia,
donde todas las culturas tienen cabida y donde la democracia y los derechos
humanos son los elementos fundamentales de cualquier relación. Por lo mismo,
quienes no cuentan con esos elementos provocan un choque de realidad que no
permite la aceptación total por parte de Occidente. La alteridad radical del otro, que
es idealizada en el discurso, choca en la realidad debido a que Occidente sólo
permite un tipo de racionalidad: la de ellos mismos. Por ende, el otro es visto como
bárbaro en cuanto introduce una diferencia real, y como perfecto en cuanto es
idealizado dentro de ese monólogo occidental. Ante esto, existe una necesidad
imperiosa de reencontrarse con las diferentes realidades, a saber, aquella del otro
que no es la que creemos, y con nuestra propia realidad “que no es el efecto mágico
de un proceso ineluctable, sino el resultado de la imposición de principios de realidad
paradójicos” (Tahar, 2003:59). Por lo mismo debemos ser capaces de generar
nuevas instancias de conocimiento y aceptación, donde la educación y la tolerancia
jueguen un rol fundamental.

LA APARICIÓN DE MOVIMIENTOS ISLAMISTAS RADICALES.


Esos sectores excluidos de la sociedad de los que hablamos antes son, por lo
general, fuente de atracción de ideologías fundamentalistas, las que se presentan
como la solución a los problemas, generando que los seguidores dejen descansar
en ellas todas sus esperanzas y sus ansias de reivindicación. Lo peligroso de lo
anterior es que estos tipos de ideologías son radicales y generalmente carecen de
tolerancia y respeto hacia lo distinto. De hecho, creen que su ideología es la correcta
y que es el resto del mundo el que se encuentra perdido o va directo a su destrucción,

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por lo que lo rechazan radicalmente y lo atacan desde distintos ámbitos. Ellas


“aparecen regularmente como un rechazo de la modernidad que invade a grupos
minoritarios marginales” (Varas, 1990, pág. 157), por lo que para ellos, la ideología
fundamentalista es “la que sirve de cemento ideológico y justificación de la
declaración de guerra de parte de tales minorías al resto de la sociedad” (Varas,
1990:157). Éstas finalmente son fundamentales para el reclutamiento y la atracción
de jóvenes que provienen principalmente del mundo occidental.
Ahora bien, para entender lo anterior es fundamental conocer el contexto en el que
surgen, o resurgen en algunos casos, los movimientos islamistas durante el siglo XX.
La reislamización o la emergencia del islamismo responde a una multicausalidad que
hace referencia a una serie de hechos que fueron produciendo que el descontento
social y valórico de la población musulmana se encausaran bajo esta ideología.
En primer lugar, la descolonización de la región de Medio Oriente y los demás países
islámicos luego de la II Guerra Mundial, se tradujo en una independencia que en
realidad no mostró ser tal, ya que su dependencia externa con otras potencias fue
notoria tanto política, como económicamente. Habían sido las mismas potencias
quienes habían creado Estados artificiales que no se correspondían con su realidad
interna tanto social como económica, política, étnica y confesional (Abu Tarbush,
2007:156). Todo lo anterior terminó por acarrear el descrédito y la deslegitimación
de los Estados postcoloniales árabes e islámicos. Junto con esto, el declive del
nacionalismo, especialmente el panarabismo, fue abismal para la población que
había creído en la construcción de un nuevo orden. La idea de unir al mundo árabe
había gozado de una amplia popularidad tanto en cuanto contaba con un fuerte
atractivo ideológico y gran capacidad de movilización política (Abu Tarbush,
2007:157). Sin embargo, el gran experimento panárabe, la creación de la República
Árabe Unida en 1958, constituida por Egipto y Siria, no había dado un resultado
positivo y concluyó al poco tiempo en 1961, consolidando y demostrando la debilidad
de la teoría y la práctica ideológica. “La ruptura de la RAU y el consiguiente
aislamiento de Egipto crearon un vacío en el subsistema de Oriente Medio debido al
papel preponderante que tenía El Cairo en el mismo” (Abu Tarbush, 2007:160), lo
cual desestabilizó la región. La Guerra de los Seis Días entre Israel y algunos países
árabes, representaría el fin de este proyecto cultural y político del panarabismo, lo

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que trajo consigo una carencia ideológica que tomaron grupos islamistas ya
existentes como la Hermandad Musulmana y significó la aparición de nuevos grupos
más radicales (Valenzuela, 2012:44).
En segundo lugar, uno de los fenómenos que más afectó al mundo musulmán e
impulsó la aparición de los movimientos islamistas fue la crisis de la modernidad o,
como suele decirse, la modernidad fallida. Por una parte la modernidad había traído
consigo el desplazamiento de la religión desde el ámbito público al privado, lo cual
comenzó a preocupar al mundo religioso. Los años setenta supusieron una ruptura
en el orden social, haciendo que este proceso comenzara a revertirse. “Un nuevo
discurso religioso toma forma, no para adaptarse a los valores seculares sino para
devolver el fundamento sacro a la organización de la sociedad” (Kepel, 1995:20). Un
nuevo discurso que postula y propone la superación de aquella modernidad fallida a
la que se le atribuyen los fracasos y frustraciones que resultaron de este alejamiento
de Dios. Para ellos, la modernidad sin Dios dejó a la vista angustias y miserias
humanas sin precedentes. La modernidad trajo más pobreza de la que existía al
producir una migración campo ciudad exacerbada, que se profundizaba por el hecho
de que las ciudades de llegada no tenían la capacidad para absorber a dicha
población, mientras que las elites se volvían cada vez más ricas y privilegiadas,
especialmente por las ganancias del petróleo y la cercanía con las superpotencias.
La falta de un mecanismo de regulación, de políticas urbanas, de redistribución, de
asistencia social, entre otros, sumado a la corrupción crónica de los funcionarios del
poder, generaron un descontento social de gran envergadura. Sin embargo, los
problemas no provinieron sólo desde el ámbito económico, sino que también
valórico. Tanto la ideología liberal como la marxista presentaron vacíos (Kepel,
1995:24), los cuales serían ocupados por el islamismo.
Aparecerían en un primer momento, por tanto, movimientos que buscaban no
modernizar el islam, sino que islamizar la modernidad, acercándose a Dios una vez
más. Sin embargo, con el tiempo, aparecerían también movimientos mucho más
radicales que buscarían eliminar la modernidad para establecer un nuevo orden que
se acercara a la primera umma (comunidad musulmana) fundada por Mahoma,
movimientos que, sin embargo, no tuvieron ni tienen problemas en utilizar elementos
de la modernidad para cumplir sus fines, por ejemplo, las nuevas tecnologías en

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telecomunicaciones, las armas, entre otros. A pesar de que lo que generalmente se


cree, los islamistas tienen una estrecha relación con la modernidad, ya que, como
vimos, son un efecto de ella y al mismo tiempo, una respuesta a su fracaso (Abu
Tarbush, 2007:169).
Por otro lado, la Revolución Iraní de 1979, marcó un punto de inflexión dentro de
este proceso, ya que fue la primera vez que se institucionalizó el islamismo en un
país musulmán, aunque no árabe, lo que significaba cambiar el paradigma de la
islamización “desde abajo” por una islamización “desde arriba”, desplazando el
centro desde el ámbito privado al público. Esto supuso una amenaza para el resto
de los países musulmanes, principalmente las monarquías del golfo, ya que pasaba
a ser real la posibilidad de que los movimientos islamistas financiados por ellas
dieran un vuelco y pasaran a atacarlas. La Revolución iraní “aportó un modelo
revolucionario al islam e inspiró a los movimientos fundamentalistas, alentándoles a
desafiar a los regímenes autóctonos” (Gonzalez Calleja, 2012:634). Por otro lado, la
Revolución iraní supuso la idea de la expansión de la revolución, lo cual tampoco fue
bien visto por el resto de los países musulmanes, además de que la revolución había
sido llevada a cabo por el mundo chiíta, generando un nuevo problema con los
sunnitas. Sin embargo, la consecuencia fundamental de este hecho fue el
establecimiento de la noción especialmente en el pueblo, de que el cambio podía ser
real.
Un último episodio de resonancia que impulsó aún más a estos movimientos a la
esfera pública y, a algunos de ellos a la radicalización violenta, fue la invasión de la
URSS a Afganistán ocurrida en 1979, con el objetivo claro de que no cayera el
régimen comunista que se había establecido un año antes. Este hecho condujo a la
aparición de un movimiento de resistencia de connotaciones religiosas que generó
la migración de miles de combatientes, conocidos como muyahidines, hacia
Afganistán, con el objetivo de derrocar y expulsar a los invasores extranjeros impíos.
Este es el conflicto del cual surgirá la organización terrorista más importante
conocida hasta ahora, hablamos de Al Qaeda. De hecho, el caso modelo del
terrorismo internacional ha sido y sigue siendo Al Qaeda, que por la extensión del
presente texto no podremos analizar a cabalidad. Sin embargo, nos detendremos a
hacer una breve descripción de cómo ha evolucionado y cómo opera hoy en día.

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La fundación de la organización data de 1988, cuando un saudí llamado Osama Bin


Laden creó una base de datos con el fin de guardar información sobre los
muyahidines, que además se encargaba del reclutamiento y del traslado de los
combatientes. Esta red pudo desarrollarse gracias a una permisividad inicial
entregada por Arabia Saudita junto con otros países del Golfo Pérsico, luego con el
apoyo y protección de Yemen y Sudán y finalmente por los talibanes en Afganistán
(Arroyo Lara, Pérez Gil, & Garay Vera, 2008:580).
La novedad de Al Qaeda consiste en primer lugar, en su carácter global que se
relaciona con los objetivos últimos que esta organización persigue. “[E]l propósito
declarado […] no es otro que movilizar a esa comunidad imaginada a la que definen
como nación musulmana en pos de la unificación política del islam” (Reinares,
2005:121). En un principio, los grupos yihadistas centraban sus esfuerzos en los
mismos países musulmanes con la intención de instaurar regímenes acorde a sus
postulados. El cambio de tendencia lo traería Al Qaeda, quien dirigiría parte de su
atención a atacar al “enemigo lejano”, Estados Unidos y sus aliados occidentales, lo
cual fue materializado en 1998 con la creación del Frente Mundial contra los
Cruzados y Judíos (Jordan, 2015:109).
En segundo lugar, la novedad se basa en su estructura, la cual generó un quiebre
dentro de cómo se constituían y actuaban los grupos terroristas tradicionales, que
tenían generalmente una estructura muy jerarquizada, con líderes y cargos bien
definidos. El problema y, al mismo tiempo, la ventaja de Al Qaeda es que no es una
organización estrechamente jerárquica, sino que un movimiento muy dispar, que ha
evolucionado desde un diseño tipo rueda, donde el centro era Bin Laden, quien tenía
relación con las otras células; hacia uno de tipo “tela de araña”, muy descentralizado,
caracterizado por zonas dispersas interconectadas de forma múltiple con lazos poco
rígidos, y que presenta una serie de centros y periferias diferentes (Gonzalez Calleja,
2012:646-647), lo cual se acentuó luego de los atentados en EEUU el 2001. De
hecho, luego de la muerte de Osama Bin Laden, la ausencia de una entidad operativa
central en Pakistán o Afganistán tuvo pocas consecuencias, a pesar de que significó
un fuerte golpe, ya que las células siguieron activas en varias partes del mundo como
Yemen, Somalia, Nigeria, Malí, Argelia, Siria e Irak, entre otras (Rogers, 2013:15).

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Al Qaeda “[n]o es una organización coherente, unida o disciplinada, sino un polo de


atracción de elementos dispares, <<un núcleo, una red de grupos afines y una
ideología>>” (Gonzalez Calleja, 2012:646), en otras palabras, Al Qaeda es una idea
fuerza que genera una tremenda atracción, un concepto que, por lo mismo, se vuelve
intangible.
Se trata de un programa de revolución mundial permanente o ininterrumpida, que se
realiza de acuerdo a una estrategia de guerra irregular y prolongada, que recurre a
diversas formas de lucha, privilegiando sus formas armadas, pero sin excluir la lucha
ideológica (Valenzuela, 2012:47).
Esto ha generado un nuevo paradigma bélico, que ha vuelto muy difícil la opción de
derrotarlo debido a su invisibilidad, al hecho de que puede haber células que estén
dormidas, al hecho de no saber dónde, cuándo y cómo atacarán. “La estructura en
red garantiza la capacidad de movimientos entre elementos individuales, facilita la
fluidez de las líneas de comunicación transnacionales y fomenta la creatividad y el
impulso autónomo de las células locales que integran un tupido entramado
transnacional” (Gonzalez Calleja, 2012:647), lo que permite que puedan golpear en
diferentes lugares simultáneamente.
Han surgido una gran cantidad de nuevos grupos o movimientos islamistas de corte
terrorista, lo que ha llevado a algunos autores como Marc Sageman a concluir que
“el control efectivo de las acciones terroristas se ha desplazado al nivel de base en
una suerte de yihad sin líderes” (Jordán, 2012:88), relegando a un segundo plano el
papel que tuvo Al Qaeda durante bastante tiempo. Esto hace referencia a la
constitución de nuevas células informales e independientes de organizaciones más
grandes como el caso de Al Qaeda, por lo que actuarían según sus propios medios
y tiempos. Se suma a lo anterior el hecho de que esta organización ha presenciado
una serie de pérdidas producto de los ataques contra su infraestructura, militantes y
mandamases, lo que habría generado un deterioro de la capacidad operativa de la
red.
Sin embargo, la importancia que aún tiene Al Qaeda no puede ser desconsiderada,
ya que sigue promoviendo sus objetivos, manteniendo su red de apoyo y entrenando
activistas. En algunos casos, luego de realizado un acto terrorista, los grupos que en
su momento fueron independientes, se declaran seguidores de Al Qaeda, por lo que

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la admisión en la organización mayor se produce después de consumado el hecho.


Esto hace referencia a la importancia que aún mantiene la red como símbolo y como
concepto. Incluso, en los tiempos en que esta organización tenía una estructura más
jerárquica, esta característica no asfixiaba la iniciativa de las bases inferiores; de
hecho, éstas gozaban de amplia autonomía en su actuar, a pesar de que mantenían
siempre informados a los cargos superiores (Jordan, 2015:108).
En síntesis, una vez que el nacionalismo fue perdiendo fuerza en el mundo
musulmán, el islam fue comenzando a ser usado como base de legitimación política.
Junto con esto, las consecuencias de la modernidad fallida, la deslegitimación del
liberalismo y del marxismo principalmente y la falta de alternativas a ellos generó, a
su vez, un vacío ideológico que fue utilizado por estos movimientos. Por ende, “la
reivindicación violenta del islam fue principalmente un efecto de la
internacionalización de los conflictos y de los límites de proyectos de modernización
en naciones que surgieron de la descolonización” (Tahar, 2003, pág. 55), y no se
relaciona con la esencia de dicha religión, ni con las culturas que la siguen. Luego,
el establecimiento del régimen de los Ayatollahs en Irán y la retirada soviética de
Afganistán en 1989 “forjaron un nuevo mito de gran repercusión: la exportación de
la revolución islámica a escala planetaria, que trataba de demostrar la fuerza de la
religión sobre el ethos revolucionario laico” (Gonzalez Calleja, 2012:635), todo lo cual
fue impulsado y materializado por Al Qaeda, tomando el papel de líder en el
terrorismo internacional.

Respuestas y mecanismos de acción


Ahora, ¿cómo enfrentarnos a esta “nueva” amenaza? ¿Podemos hacer algo al
respecto? ¿Qué mecanismos y herramientas debemos utilizar para hacerle frente?
¿Es posible generar una respuesta de forma integral que sea capaz de terminar con
esto?
A pesar de que como vimos, el terrorismo no es un fenómeno reciente, hablamos de
“nueva” amenaza producto de los alcances que éste ha tenido en el último tiempo,
los métodos utilizados y las formas de adaptación y actuación que ha presentado.
En este sentido, anteriormente era un fenómeno doméstico y no un problema
internacional, por ende, la expansión del terror actual, no tiene precedentes y el

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terrorismo internacional ha evolucionado explotando los avances de la globalización.


El paradigma de estas nuevas amenazas hace referencia a su carácter híbrido,
interrelacionado y transversal, dinámico, asimétrico e impredecible, llevado a cabo
por entes no gubernamentales y no convencionales (De Sousa, 2015:185-186).
Además, las nuevas tecnologías han permitido en muchos casos la potenciación del
terrorismo, volviéndolo un tema de seguridad internacional, relevante a nivel global.
En resumidas cuentas, la globalización ha mejorado las capacidades técnicas del
terrorismo dándole alcance global, pero no ha alterado el factor fundamental de éste
ni su naturaleza, ni tampoco lo produce per se (De Sousa, 2015:183).
En relación al tema de la contención nuevamente hay visiones en pugna. Algunos se
manifiestan escépticos sobre las posibilidades de contención por la vía diplomática
y privilegian las medidas de fuerza militar. En definitiva, según esta postura, la única
respuesta hacia el terrorismo sería un castigo severo y violento. Según Alan
Dershowitz, la indagación sobre las razones es irrelevante, incluso un error; por el
contrario, lo mejor sería no buscar comprender. La única respuesta a ellos es un
castigo severo y violento “arrestándolos o matándolos, adopta[ndo] medidas
preventivas y sancionadoras que incluyan la tortura, el asesinato, la infiltración de
espías, la corrupción, el chantaje, las represalias colectivas…” (Zolo, 2006:25).
Claramente es fundamental no animar ni incentivar el terrorismo y es necesario
buscar medidas eficientes que lo dejen sin justificaciones ni apoyo popular, sin
embargo, “[e]l terrorismo tiene éxito porque en el mundo occidental se sostienen tesis
análogas a las suyas y existen gobiernos que combaten el terrorismo inspirándose
en principios recomendados por Dershowitz” (Zolo, 2006:25). No es permisible que
las medidas profundicen la violencia, por lo mismo se insiste en la necesidad de
aunar las posiciones para establecer una respuesta conjunta que sea eficaz en
mantener y aumentar la seguridad internacional. No obstante, muchas veces el
problema se agudiza, generando un círculo vicioso en que la violencia se reprime
con violencia, multiplicando este mal.
La persecución y las campañas violentas de los gobiernos suelen hacer que los
movimientos de oposición se radicalicen […] La experiencia ha demostrado que los
gobiernos que recurren a un uso excesivo de la fuerza y a la represión indiscriminada

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para hacer frente al terrorismo corren el riesgo de reforzar la base de apoyo de los
terroristas entre la población en general (Annan, 2006),
por lo mismo es esencial reforzar las vías diplomáticas y pacíficas; abrir espacios a
los sectores marginados, mejorar las oportunidades y los accesos, procurar una real
integración internacional, entre otras medidas.
Por todo lo anterior es imperioso desarrollar tanto a niveles nacionales como
internacionales, políticas públicas que vayan en pos de una educación de calidad,
que inculque tolerancia y respeto frente a la alteridad; políticas anti discriminatorias
que busquen una coexistencia y una integración entre las distintas culturas que
habitan un mismo lugar; y políticas focalizadas en la pobreza que generen
mecanismos y herramientas de ayuda, principalmente. Es imperioso que pongamos
el foco en la pobreza y en los problemas ambientales que generan la marginación y
la pauperización de comunidades, todo lo cual puede provocar procesos de
radicalización. De hecho, una de las causas de la limitación de la lucha antiterrorista
a nivel global ha sido que los países antes de atacar las causas profundas que
generan el terrorismo, han preferido arremeter casi siempre de modo represivo las
manifestaciones visibles y violentas de este problema (Tokliatán, 2004:41),
enfatizando solamente las medidas militares. De hecho, hemos sido testigos de
cómo la Guerra contra el Terrorismo, declarada por EEUU luego del 11S, se ha
mostrado notablemente contraproducente. Ésta provocó el fin de dos regímenes,
Afganistán e Irak, lo que supuestamente traería mayor paz en cuanto a que los
nuevos regímenes pasarían a ser pro-occidentales, todo lo cual no fue así. Es más,
estos conflictos trajeron consigo miles de muertos y desplazados, destrucción y
tremendos costos, generando una potente inestabilidad en la región, principalmente
en Irak, desde donde entendemos la extensión que ha alcanzado en la actualidad el
Daesh o Estado Islámico.
La guerra contra el terrorismo ha generalizado la creación de enemigos imaginarios
que permite ocultar y gestionar las contradicciones reales del mundo competitivo en
el cual apareció. En este sentido la guerra contra el terrorismo se vuelve una guerra
contra todos, destinada a administrar y reproducir las contradicciones de la
inseguridad generalizada contra la cual pretende luchar (Tahar, 2003:50).

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En el imaginario colectivo se construyó una realidad virtual que desgraciadamente


oscurece los verdaderos problemas que hacen emerger este tipo de radicalismo. En
otras palabras, la amenaza se vuelve fundamental en la percepción de la inseguridad
mundial, desviando las verdaderas causas que lo producen, como la pobreza y la
marginalidad. Por lo mismo, frente a las opciones militares existen otras alternativas
para combatir al terrorismo, las que pueden tener incluso mejores resultados como
la prevención civil, el aumento de la cooperación internacional, el campo diplomático,
el fortalecimiento del Derecho Internacional y los organismos aptos para su puesta
en vigor, así como todo tipo de medio de carácter político (Varas, 1990:164).
El desafío de los gobiernos consiste en detectar y neutralizar cualquier amenaza, por
lo mismo, tanto las instituciones, como los servicios de inteligencia, las policías y las
Fuerzas Armadas de los distintos países, son algo fundamental para evitar los
atentados y ataques que estos grupos y organizaciones pueden llevar a cabo en
diferentes lugares del mundo. Parte de la reacción antiterrorista estatal se encuentra
en las reformas legales, en la adaptación de los servicios de inteligencia y la
potenciación de las unidades antiterroristas en las policías que vuelvan difícil la
coordinación y preparación de este tipo de actos (Jordan, 2015:90).
Desde el ámbito jurídico, la tendencia en los países occidentales, principalmente
Europa y Estados Unidos, ha sido de ampliar la legislación, ya no sólo delimitando
los conceptos, sino que penalizando incluso la difusión de materiales que podrían
inducir a las personas a cometer atentados terroristas, además de la provocación, la
captación y el adiestramiento de terroristas (Jordan, 2015:111). Debemos ser
capaces de generar un principio estructural según el cual toda manifestación
terrorista sea prohibida “porque transgrede una norma fundamental del sistema: el
equilibrio de la sociedad de estados iguales y soberanos” (Arroyo Lara, Pérez Gil, &
Garay Vera, 2008:578). Por ende es imperioso que el derecho internacional sea
capaz por una parte, de obligar a la abstención de organizar, instigar, apoyar o tomar
parte en acciones terroristas y por otra, sea capaz de cooperar para la prevención y
la represión del terrorismo (Arroyo Lara, Pérez Gil, & Garay Vera, 2008:578). No
obstante lo anterior, este ámbito ha sido uno de los más polémicos debido
principalmente a “la limitación del contenido de los derechos fundamentales, la
atribución a agencias gubernamentales de amplias facultades de vigilancia y

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seguimiento de las comunicaciones […] y la tipificación de un conjunto de acciones


como subversivas” (Arroyo Lara, Pérez Gil, & Garay Vera, 2008:588). La máxima
expresión de esta polémica fue la Patriot Act, aprobada luego del 11S en EEUU. En
resumidas cuentas, esta ley amplió la capacidad y las facultades del Estado respecto
de las medidas antiterroristas, siendo criticada duramente debido a las restricciones
de las libertades y garantías constitucionales que generó.
La protección de las fronteras es otro tema que se vuelve fundamental en el contexto
de amenazas internacionales, sobre todo de las nuevas amenazas que, como vimos,
ya no provienen de parte de entes gubernamentales, sino que de nuevos actores no
convencionales. La globalización ha acercado las fronteras y ha hecho más accesible
las posibilidades de viajar a diferentes lugares del mundo, lo que trae consigo la
necesidad de reforzar los mecanismos de protección respecto de los ingresos tanto
de materiales como de personas al interior de los países. En este sentido, la
cooperación internacional toma fuerte relevancia, ya que con ella los diferentes
países pueden proteger sus límites de forma más fácil y segura.
A pesar de que la globalización ha facilitado el acceso a armas y recursos,
pudiéndose con esto llevar a cabo ataques más pequeños, pero más letales, la
verdad es que la letalidad de los ataques terroristas en el último tiempo ha ido
disminuyendo. Esto se debe a muchos factores, entre los cuales encontramos la
proliferación de células independientes de organizaciones complejas, lo que les
dificulta el financiamiento y el acceso a armamento más sofisticado y letal. Sin
embargo, parte fundamental de esto ha sido la importancia de las FFAA y de la
Inteligencia en cuanto al control y desmantelamiento de células. Por lo tanto es
esencial velar por su trabajo y darles las atribuciones que necesitan. En este caso
cabe destacar el incremento de la eficacia policial y de inteligencia en los países
europeos que han sido afectados particularmente por el fenómeno. Por ejemplo “la
cooperación policial en Schengen se estructura […] en las áreas de asistencia policial
para la investigación y prevención de delitos, vigilancia transfronteriza, persecución
“en caliente”, intercambio de información” (De Arístegui, 1997:73) entre otros, todo
lo cual podría ser bastante útil en la lucha contra el terrorismo a nivel global.
Ahora bien, la cooperación internacional en estos asuntos se vuelve primordial a la
hora de generar una estrategia global que sea capaz de hacer frente al terrorismo.

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Sin embargo, todo esto se ha visto limitado debido principalmente a que los países
han optado por llevar a cabo iniciativas unilaterales y se ha vuelto difícil realizar un
consenso eficaz a favor de un trato multilateral sobre el terrorismo (Tokliatán,
2004:41). Por lo mismo, hay que buscar la forma de diseñar una estrategia general
de lucha antiterrorista que esté enfocada en todos los frentes en los que el terrorismo
incide, por lo que debe ser integral, ya que ante una amenaza internacional se debe
responder con medidas internacionales. En otras palabras, “el análisis de la
criminalidad internacional y del terrorismo debe abordarse con esa misma
mentalidad supranacional. Se trata pues de combatir un fenómeno cada vez más
internacional con las herramientas y los medios adecuados a ese fin” (De Arístegui,
1997:67). En este marco, las oficinas de seguimiento del crimen organizado, del
narcotráfico, así como del terrorismo, además de las bases de datos y estudios son
elementos útiles que dan cuenta de las características del fenómeno. Esto, sumado
a grupos de trabajo especializados para el análisis de la información y de los riesgos,
puede servir para prestar asesorías a los gobiernos y entes internacionales en estas
materias. En resumen, “es necesario potenciar los intercambios de información antes
mencionados, promover operaciones conjuntas, cuando sean necesarias, organizar
seguimientos transfronterizos y trabajar con los funcionarios de enlace en los ámbitos
bilateral y multilateral” (De Arístegui, 1997:78).
En este sentido, la ONU ha sido un ente primordial. La ausencia de acuerdo respecto
a la definición del concepto de terrorismo, si bien es algo pendiente, no ha sido
obstáculo para alcanzar consensos para la adopción, firma y entrada en vigor de
tratados destinados a combatir al terrorismo (Arroyo Lara, Pérez Gil, & Garay Vera,
2008:581), es decir, que hay una voluntad de parte de la organización de resolver
este problema. Ha sido el Consejo de Seguridad el que ha desempeñado el papel
principal en la lucha contra el terrorismo. El 28 de septiembre del 2001 el Consejo de
Seguridad, basándose en el capítulo VII de la Carta, aprobaba por unanimidad la
Resolución 1373, la cual significó un salto cualitativo y cuantitativo en el tratamiento
del terrorismo. La resolución de carácter vinculante a todos los Estados miembros,
impuso una amplia serie de medidas legales, financieras, policiales y de cooperación,
exigiendo además que todos los Estados firmaran y ratificaran las convenciones
internacionales y protocolos relativos al terrorismo (Rúperez, 2005:69). Con esta

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resolución se creaba el Comité Contra el Terrorismo (CCT), órgano subsidiario del


Consejo de Seguridad que se encarga de vigilar el cumplimiento de la Resolución.
Ahora bien, a diferencia de las resoluciones anteriores, ésta no impone sanciones a
los países, sino que decide sobre las conductas que éstos deben tener frente a la
lucha contra el terrorismo.
Para apoyar la labor del Comité, en 2004 el Consejo aprobó la resolución 1535, en
que se pedía el establecimiento de una Dirección Ejecutiva del Comité contra el
Terrorismo encargada de vigilar la aplicación de la resolución 1373 y de facilitar la
prestación de asistencia técnica a los Estados Miembros. Aquel mismo año,
mediante la resolución 1540, el Consejo estableció un órgano adicional contra el
terrorismo, encargado de exhortar a los Estados a que eviten el acceso de agentes
no estatales (entre los que figuran los grupos terroristas) a las armas de destrucción
en masa.
En paralelo con la Cumbre Mundial 2005, el Consejo de Seguridad celebró una
reunión de alto nivel y aprobó la resolución 1624 (2005) en la que se condenaba todo
acto de terrorismo independientemente de su motivación, así como la incitación a
cometerlos. También se instaba a los Estados Miembros a prohibir por ley los actos
terroristas y la incitación a cometerlos y a denegar protección a toda persona que se
considerase culpable de esa conducta (ONU, Acciones de las Naciones Unidas
contra el terrorismo, 2015).
Debido a varias resoluciones adicionales, en los últimos años el Consejo ha
fortalecido la labor de sus órganos en este tema, destacando también la necesidad
de aplicar un enfoque integral y polifacético y de reforzar la cooperación de la
comunidad internacional para el combate eficaz, desde diversos ámbitos, no sólo el
militar (ONU, Acciones de las Naciones Unidas contra el terrorismo, 2015).
Por último, las medidas para evitar la radicalización en las sociedades y las medidas
para neutralizar las células antes de que se formen constituyen un elemento
fundamental en la estrategia antiterrorista, además de la cooperación internacional,
el control de fronteras y el acoso a las organizaciones terroristas en sus refugios en
el exterior (ejemplo Pakistán y Afganistán) (Jordán, 2012:104). “Una adecuada
combinación de medios civiles –económicos, políticos, legales y diplomáticos-, aun

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cuando puedan y deban estar apoyados por la fuerza militar, se constituyen en la


mejor respuesta de las democracias al flagelo del terror” (Varas, 1990, pág. 165).

CONCLUSIONES
No parece equivocada la expresión que señala que la violencia sólo engendra más
violencia. Entender las causas que generan grupos radicales y violentos, puede
llevar a frenar las posibilidades de su surgimiento, por lo que se necesitan más
especialistas y una mayor voluntad política por generar iniciativas en pos del
crecimiento y del desarrollo, de la accesibilidad y de mayores oportunidades para las
personas menos favorecidas. Es necesario que nuestros representantes sean
capaces de generar políticas eficaces que vayan en pos de generar cambios en
nuestra sociedad, de terminar con la pobreza, la exclusión, la discriminación y la
violencia, de generar inclusión, tolerancia, participación y compromiso. Es necesario
a su vez, mejorar las políticas de seguridad, poniendo el foco en las agencias de
inteligencia, las policías y las Fuerzas Armadas, además de que éstas sean capaces
de generar una cooperación interagencial que vaya en pos de crear mecanismos
colaborativos de la información con el fin de evitar la mayor cantidad de ataques
posibles, tanto así como el reclutamiento y el financiamiento de las organizaciones o
grupos, dependiendo sea el caso.
El establecimiento de un concepto definitorio sobre lo que es el terrorismo se vuelve
una necesidad imperiosa, tanto en cuanto la seguridad mundial se ve cada día más
resquebrajada. Una definición consensuada serviría para generar una acción
conjunta a nivel internacional que pudiera establecer bases y medidas generales y
específicas en torno a este flagelo.
Ante el problema planteado, la comunidad internacional debe ser capaz de
aprovechar las herramientas que se tienen en la actualidad desde el ámbito de la
cooperación y el compromiso. En este sentido, es posible encausar el fenómeno
globalizador hacia actos de esta índole, de aprovechar la cercanía comunicacional y
los avances tecnológicos, de compartir información y herramientas para generar paz
mundial, desarrollo y crecimiento. Sólo así se construirán las bases para un mundo
más seguro.

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Como vemos, los temas no están cerrados, sino que se necesita seguir
profundizando en estudios que den cuenta de la importancia que tiene para el mundo
globalizado la seguridad internacional.
En cuanto a futuras líneas de investigación, sería interesante seguir profundizando
con estudios de casos, en el fenómeno del terrorismo, cómo éste ha impactado al
mundo occidental con fuerza, insertándose en él y cuáles son los métodos y
herramientas para combatirlo. El mundo de los bloques antagónicos y de la mutua
destrucción asegurada desaparecía hacia fines de los 80, dando espacio a un nuevo
orden, que implicaba el establecimiento de un mundo multipolar o unipolar (según la
perspectiva que se tome) que modificó las relaciones interestatales. El desarrollo de
la vida internacional y sus principales elementos -como la economía, las estructuras
de poder, las potencias emergentes, el papel de las ONG, el multilateralismo y la
seguridad internacional, entre otros-, se ha complejizado por la existencia de
múltiples actores y temáticas, así como por la interconexión y la interdependencia
generada por las características del mundo global actual. Lo anterior ha implicado
que también la sociedad civil y los individuos se involucren cada vez más con una
realidad que traspasa fronteras y que los interpela de forma directa, por lo que el
Estado ya no es el único actor. La seguridad es un tema fundamental dentro del
entramado de la vida internacional. Hemos sido testigos de cómo, poco a poco, los
conflictos tradicionales entre Estados han ido dejando espacio a la aparición de
nuevas amenazas emergentes como lo son el terrorismo, el narcotráfico y el crimen
organizado, entre otros.
Los problemas sociales y económicos (inestabilidad financiera, hambre, pandemias
sanitarias, problemas demográficos, violaciones a los D.D.H.H., etc) y las amenazas
al medio ambiente (contaminación, cambio climático, etc) han sido relevantes en los
nuevos enfoques que se le han dado a los estudios de seguridad. En otras palabras,
la seguridad se ha visto ampliada hacia una visión multidimensional. Ante los nuevos
escenarios, las doctrinas de seguridad, las estrategias, instituciones e instrumentos
mostraron ser insuficientes y se evidenció la necesidad de convergencias, sinergias
y alianzas con las nuevas ideas y prácticas de desarrollo y de paz. De ahí la
importancia que han tomado conceptos como el “peacebuilding”, la seguridad

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humana, las operaciones de paz, la cooperación, entre otros. Todos temas que
creemos fundamental seguir profundizando.

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Varas, Augusto. Jaque a la democracia: terrorismo y anti-terrorismo en las relaciones
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Informes Secretario General Naciones Unidas


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del Secretario General”, A/60/825 (27 de abril 2006).

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Convenios Asamblea General de Naciones Unidas


Convenio sobre las infracciones y ciertos otros actos cometidos a bordo de las
aeronaves, Adoptado por la Asamblea General de Naciones Unidas, Tokio, 14 de
septiembre de 1963.
Convenio para la represión de actos ilícitos contra la seguridad de la aviación civil,
Adoptado por la Asamblea General de Naciones Unidas, Montreal, 23 de septiembre
de 1971.
Convenio para la represión del apoderamiento ilícito de aeronaves, Adoptado por la
Asamblea General de Naciones Unidas, La Haya, 16 de diciembre de 1973.
Convención sobre la prevención y el castigo de delitos contra personas
internacionalmente protegidas, inclusive los agentes diplomáticos, Adoptado por la
Asamblea General de las Naciones Unidas, Nueva York, 14 de diciembre de 1973.
Convención internacional contra la toma de rehenes, Adoptado por la Asamblea
General de las Naciones Unidas, Nueva York, 18 de diciembre de 1979.
Convención sobre la protección física de los materiales nucleares, Adoptado por la
Asamblea General de las Naciones Unidas, Viena y Nueva York, 3 de marzo de
1980.
Convenio para la represión de actos ilícitos contra la seguridad de la navegación
marítima, Adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, Roma, 10 de
marzo de 1988.
Convenio sobre la marcación de explosivos plásticos para los fines de detección,
Adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, Montreal, 1 de marzo
de 1991

Protocolos Asamblea general de Naciones Unidas


Protocolo para la represión de actos ilícitos de violencia en los aeropuertos que
presten servicio a la aviación civil internacional, complementario del Convenio para
la represión de actos ilícitos contra la seguridad de la aviación civil, Montreal, 24 de
febrero de 1988.
Protocolo para la represión de actos ilícitos contra la seguridad de las plataformas
fijas emplazadas en la plataforma continental, Roma, 10 de marzo de 1988.

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Declaraciones Asamblea general de Naciones Unidas


Resolución de la Asamblea General 1514 (XXV), de 14 de diciembre de 1960.
Resolución de la Asamblea General 2625 (XXV), de 24 de octubre de 1970.
Declaración sobre el fortalecimiento de la seguridad internacional (XXV), 16 de
diciembre de 1970.
Definición de la Agresión (XXIX), 14 de diciembre de 1974.
Medidas para prevenir el terrorismo internacional que pone en peligro vidas humanas
inocentes o causa su pérdida, o compromete libertades fundamentales, y estudio de
las causas subyacentes de las formas de terrorismo y los actos de violencia que
tienen su origen en las aflicciones, la frustración, los agravios y la desesperanza y
que conducen a algunas personas a sacrificar vidas humanas, incluida la propia, en
un intento de lograr cambios radicales (40/60), 9 de diciembre de 1985.

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RESEÑAS

KISSINGER, Henry: Orden mundial. Reflexiones sobre el carácter de los países


y el curso de la historia (Barcelona, Penguin Random House, 2016). Trad. de
World Order. Reflections on the Character of Nations and the Course of History
(2016). ISBN: 978-84-9992-571-4.

Dr. Luis V. Pérez Gil, PhD.


Doctor en Derecho con Premio Extraordinario
Universidad de La Laguna (España)
Fecha de recepción: 09/08/2016
Fecha de aprobación: 30/08/2016

En su obra más reciente el gran Kissinger analiza el sistema internacional actual por
bloques de poder, zonas de influencia y fracturas en el régimen de estabilidad
estratégica. La idea motora de este libro es la búsqueda del orden mundial en un
sistema crecientemente inestable, un sistema inmerso en un proceso de
globalización sin precedentes y sometido a las tensiones de una nueva revolución
tecnológica que, como todas las anteriores a lo largo de la historia, decidirá
finalmente quién será el detentador del poder por largo tiempo. Estamos, por tanto,
ante un sistema de transición, desde un (des)orden profundamente inestable
liderado por una potencia hegemónica en retirada, los Estados Unidos, que
emprendió una alocada Guerra Global contra el Terrorismo a escala mundial,
profundamente desestabilizadora, costosísima e inconclusa, a un sistema donde
cuatro potencias clásicas más la Unión Europa se disputan las esferas de influencia
políticas y estratégicas y, como consecuencia de ello, los conflictos menores se
expanden a lo largo de las líneas de fractura de los diferentes espacios territoriales
que dominan cada una de las potencias relevantes. El terrorismo internacional sería
uno más, solo uno más, de los conflictos actuales junto a los de Libia, Siria, Malí,
Yemen y muchos otros a lo largo de un arco geoestratégico que se extiende desde
el norte de África, pasa por Oriente Medio y Asia Central y llega a las regiones
marítimas del sudeste asiático, precisamente donde la potencia predominante, los

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Estados Unidos, aplica una auténtica política de contención a China, como en su


momento hizo con la Unión Soviética en la Guerra Fría y, antes de la Segunda Guerra
Mundial, con el Japón imperial en los años treinta. Kissinger dibuja este escenario
estratégico mundial a lo largo de los ocho primeros capítulos del libro, aunque vaya
por delante la recomendación de quien escribe esta reseña que la lectura, para una
mejor comprensión, se debe iniciar por el capítulo 9 (a partir de la página 331 en la
edición en español) dedicado a “Tecnología, equilibrio y conciencia” donde,
precisamente nos habla de las dos grandes amenazas que enfrentan las potencias
que componen el Directorio mundial: la proliferación nuclear, en un mundo que hace
ya veinticinco años que dejó atrás el enfrentamiento bipolar, y la cibertecnología.
También es cierto, que este último capítulo se aleja del ritmo trepidante de los ocho
primeros, pero haciendo una inversión en la lectura del libro como proponemos,
desaparece este hándicap. En el primer capítulo Kissinger escribe una vez más
historia sobre la singularidad del sistema europeo de Estados surgido de la Paz de
Westaflia, los principios que determinaron su establecimiento y su mantenimiento
hasta 1914. Sin duda, se puede hablar de “excepcionalidad europea” en la creación
de un régimen internacional cuya finalidad era la búsqueda de la paz, de un sistema
basado en la igualdad soberana y el equilibrio de poder entre las partes que lo
componían. Se trataba, en definitiva, de un orden garantista basado en el statu quo
y en el consenso en el rechazo a la existencia de una potencia hegemónica. El
segundo capítulo se ocupa del fin del sistema europeo, por un lado, porque las
grandes potencias rectoras dejan de ser europeas y porque, de nuevo, una guerra
devastadora, la más terrible de la historia, impone un orden mundial acordado por
dos potencias extraeuropeas: los Estados Unidos y la Unión Soviética. Es difícil
entender el encaje del capítulo 3 dedicado al Islam y Oriente Medio si no fuera por
la actualidad del tema y porque da paso al cuarto capítulo dedicado a un tema que
apasiona al autor: la relación bilateral de los Estados Unidos e Irán, donde se impone
la profundidad del pensamiento realista del autor –de hecho, titula uno de los
epígrafes “Visión y realidad” de esta relación-. Del capítulo 3 interesa la visión del
yihadismo radical como un auténtico reto al establecimiento de cualquier orden
internacional que, no lo olvidemos, será creado e impuesto por el Bloque Occidental;
nada permite por ahora llegar a otra conclusión. Los dos capítulos siguientes, el 5 y

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el 6, están dedicados a los órdenes regionales surgidos en Asia, casi siempre, por
no decir exclusivamente, de la mano del Imperio Medio, de China, precisamente, una
de las potencias que componen el Directorio del inestable sistema internacional
actual, que tiene aspiraciones hegemónicas en la región del Asia-Pacifico y que, por
ello, chocará decisivamente con la gran potencia hegemónica: los Estados Unidos.
Aunque Kissinger apela a la prudencia, al mantenimiento del equilibrio estratégico y
a las mejores relacionales entre ambas potencias –como no podría ser de otra
manera, tratándose de quien condujo las negociaciones secretas que llevaron al
reconocimiento internacional de la China comunista y a su entrada en el Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas- el conflicto es inevitable: habrá un enfrentamiento
militar a gran escala entre ambas potencias y sus aliados en la próxima década. En
los capítulos 7 y 8 Kissinger continúa con la emergencia del sistema internacional de
la Guerra Fría y la posterior etapa de hegemonía imperfecta que se extiende desde
1991 hasta 2001, que coincide con los años de mandato del Presidente Clinton,
período en el que los Estados Unidos llegaron a la máxima expresión de su poder,
no tenían parangón a nivel mundial y se impusieron en todos los ámbitos –para los
hegemonistas también fue una oportunidad pérdida para acabar definitivamente con
Rusia como gran potencia mundial en el mandato final de Gorbachov y la totalidad
del de Yeltsin-. La desastrosa Guerra Global contra el Terrorismo –no tanto por su
necesidad como por los medios puestos para ganarla- y sus coralarios de retiradas
de Afganistán e Irak ponen de manifiesto la inadaptación de la política exterior
americana a un sistema internacional en el que participaban potencias regionales y
Estados menores sin control, algo inconcebible durante el período bipolar, y donde
las partes en conflicto se dedicaron con fruición a crear grupos armados de todo
pelaje que parecen imponer un nuevo tipo de guerra: el conflicto asimétrico, cuyo
caso paradigmático es la guerra civil en Siria. Paradójicamente, esta novedad
conflictual de la posguerra fría no representa, no parece que sea así, una amenaza
decisiva para la existencia de las grandes potencias, los miembros del Directorio
mundial, a quienes corresponde en última instancia, mantener la estructura
internacional basada en “un conjunto de reglas comúnmente aceptadas que definen
los límites de acción permisible y un equilibrio de poder que lleva a cabo la restricción
cuando las reglas se rompen”. De todo esto habla Orden Mundial que, sin duda,

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cautiva desde las primeras líneas; aunque la pregunta es: ¿qué obra de Kissinger no
ha conseguido seducir a sus lectores, sean científicos o estudiantes, hasta ahora?

RODRIGUES, Teresa; FERREIRA, Susana; GARCÍA, Rafael. La inmigración en


la Península Ibérica y los dilemas de seguridad. Madrid, Instituto Universitario
General Gutiérrez Mellado, 2015. 231p.

Lic. José Miguel Bravo Louwerens, MsC.


Universidad de Amsterdam (Reino de los países Bajos)
Universidad de la Haya (Reino de los países Bajos)
Fecha de recepción: 09/08/2016
Fecha de aceptación: 23/08/2016

Este libro, publicado en el año 2015 por el Instituto Universitario General Gutiérrez
Mellado (IUGM), centro dedicado a la investigación y la docencia en el ámbito de la
Paz, la Seguridad y la Defensa, es resultado de una investigación realizada por
académicos de los dos países de la Península Ibérica: España y Portugal.

Prologado por el Director del IUGM, el Catedrático Miguel Requena y Díez de


Revenga, este libro cuenta con una introducción y cinco capítulos numerados.

En la introducción se presentan los capítulos y se da a conocer las preguntas de


investigación:

1. La relación entre migraciones y demografía actualmente en los países


ibéricos: España y Portugal.
2. Definición del perfil del inmigrante actual residente en la España y Portugal
actuales e identificación de sus estrategias de establecimiento e integración
3. Escenarios que derivan de lo anterior
4. Identificación de las políticas que pueden desarrollarse para garantizar
equilibrio social y de seguridad.
Las respuestas a las anteriores preguntas comienzan a articularse en el capítulo 1,
que está dedicado a tratar los temas de poblaciones, espacios y seguridad y en el
que describe la realidad demográfica ibérica, la cual conecta con el proceso
globalizador y el fenómeno de la inmigración, tratando también de buscar nexos con

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la seguridad, sobre todo a través de los sistematizado por una de las autoras, Teresa
Rodríguez, en el año 2012.

Por su parte, el capítulo 2 presenta las similitudes y diferencias entre el Reino de


España y la República Portuguesa en el asunto específico de la migración y
haciéndolo desde una perspectiva de contextualización histórica, lo que permite
diferenciar las tres fases de la migración en la Península, desde la etapa de escasa
recepción de migración, hasta los años de bonanza económica, para terminar en la
crisis económica y la salida de trabajadores desde los países ibéricos.

El capítulo 3, por su parte, se versa en la relación entre migraciones y seguridad en


el marco de las políticas de inmigración y del conjunto de normas jurídicas aplicables
y en él se debería desarrollar algo más el marco teórico, para conocer aún más lo
que se ha escrito sobre las relaciones entre migraciones y seguridad y que permita
una conexión entre lo teórico y lo práctico. Dicho eso, este capítulo representa uno
de los puntos más interesantes del libro y más relevantes para el cumplimiento del
objetivo final.

Además de eso, el capítulo 4 se atreve con la definición de prospectiva y habla del


futuro de las dinámicas migratorias en la Península Ibérica, a través de la aplicación
del método Delphi a importantes académicos, políticos, diplomáticos, organismos y
empresarios de los dos países y en los que destacan el Sr. Ministro de Defensa de
España, D. Pedro de Morenés y Álvarez de Eulate y el Sr. Nuno Pinheiro Torres,
Director General de Política de Defensa Nacional de Portugal.

Este cuarto capítulo mira a la pregunta central y desarrolla escenarios. Este es uno
de los puntos de mayor interés del libro y que mejor responden a las preguntas de
investigación. Quizás en una futura investigación se debería profundizar en los
siguientes cinco puntos:

1. describir profundamente la situación de partida u actual,


2. Desarrollar un buen entendimiento de los valores -en este caso de los dos
estados- que dirigen las decisiones,
3. Describir los factores críticos más importantes;
4. Genera escenarios posibles

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5. Pasar las tendencias por los escenarios y ver en ese momento que impacto
tienen en las diferentes políticas, las políticas débiles no sobreviven ese
ejercicio - quedan las políticas robustas que sobreviven cada escenario.

Por último, el capítulo 5, a modo de conclusión, recoge todos los puntos


desarrollados a lo largo de libro y clarifica las respuestas a las preguntas de
investigación formuladas.

La importancia de esta obra se puede resumir en la contribución realizada a los


estudios de migración y seguridad, sobre todo en el contexto de la Península Ibérica,
del que se necesita mucho desarrollo que nos permita conocer la realidad de esta
zona del suroeste de Europa.

COMUNICACIÓN POLÍTICA Y DEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA

Lic. Carlota González Aparicio, MsC.


Investigadora Independiente
Magíster Universidad de Chile
Fecha de recepción: 11/08/2016
Fecha de aceptación: 01/09/2016

La Comunicación Política como disciplina parece estar todavía en proceso de


definición, a pesar de las décadas de estudio que ha recorrido. Sin embargo, la
tendencia predominante es la del estudio de elaboración de campañas, haciendo uso
del término “marketing”, comparando el proceso con el de cualquier bien de
consumo.

“Comunicación política y democracia en América Latina” es una recopilación de


artículos en los que se trabaja desde diferentes focos y temáticas la comunicación
política. A pesar de contar con la participación de multitud de expertos de diversos
lugares de la región, el core del libro está en el Magíster de Comunicación Política
del Instituto de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile. Muestra de ello,

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sus dos editores, Juan Pablo Arancibia y Claudio Salinas, docentes e investigadores
de la institución.

Tanto los editores como varios de sus autores destacaron en la presentación del libro
que uno de los objetivos fue el de rescatar el pensamiento crítico latinoamericano,
entendiendo que éste está instalado y desarrollado con la fuerza suficiente como
para ligarse al pensamiento crítico europeo o estadounidense. Dicho pensamiento
crítico, plasmado a lo largo de todos los artículos, trata de no limitarse a la academia,
sino extenderse en el debate más cotidiano, no solo en la comunicación política, sino
en todos los ámbitos de las humanidades.

El libro se divide en tres apartados claramente diferenciados. En el primero, se trata


de analizar el estudio de la comunicación en el contexto latinoamericano. Para ello,
los cuatro artículos adscritos a dicho capítulo se dedican a recorrer la historia de los
estudios en la materia, recuperando las distintas tendencias y enfoques. Así mismo,
también se ponen en tela de juicio las metodologías, herramientas y políticas
públicas, para poder ver cómo influyen en la producción académica.

En el segundo apartado, los autores se centran en las relaciones entre la


comunicación política con las TICs. Las Redes Sociales no solo han cambiado la
manera en la que la política tiene de comunicarse con la ciudadanía y,
particularmente, con el electorado, sino que ha transformado las opciones que tienen
los ciudadanos la forma de hacer política, creando redes de participación, motivando
a exigir demandas y diseñando un canal para el activismo.

El capítulo final, con el título de “Comunicación Política, gubernamentalidad y


democracia”, los autores revisarán las consecuencias de la comunicación política
desde una óptica más centrada en la filosofía política contemporánea. Es por ello por
lo que se considerarán para estas investigaciones conceptos como el de la
biopolítica, por su influencia en la adaptación moderna de la política; la crisis de la
democracia, siendo la comunicación clave esencial de tanto su perdición como de
su solución; y Estado de Excepción, entendiéndolo como un estado constante
visibilizado en los medios de comunicación.

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Para concluir, cabe destacar la relevancia del libro como promotor de la investigación
en comunicación política permitiendo indagar en la multitud de definiciones del
campo, sin acotarlo. Son muchas los campos que se ven influenciados por la
comunicación política, no solo los relativos al periodismo, sino también la filosofía
política, la sociología y la antropología. No solo las herramientas han de evolucionar:
La investigación también.

NORMAS EDITORIALES PARA LA RECSYJ.

La Revista Ecuatoriana de Ciencias Sociales y Jurídicas (RECSYJ) es una


publicación bianual de la Facultad de Ciencias Administrativas y Económicas
(FACAE) de la Universidad Técnica del Norte que busca ser un referente nacional e
internacional en el ámbito de las Ciencias Sociales y Jurídicas. Por ello, invita a la
Comunidad Académica al envío de dos tipos de contribuciones:
Artículos científicos: Sin extensión mínima y hasta 45 páginas, a 1,5, sin espacios
adicionales entre párrafos y títulos. Tipo de letra: Times New Roman; Tamaño: 12;
márgenes superior, inferior y derecho: 2,5 cm y margen izquierdo: 3,5 cm.
Recensiones o reseñas: Comentario motivado de un texto relevante en el ámbito de
Ciencias Sociales y Jurídicas y publicado en el año en curso o el inmediatamente
anterior. Debe estar a 1,5 puntos y sin espacios adicionales entre párrafos y títulos.
Tipo de letra: Times New Roman; Tamaño: 12; márgenes superior, inferior y derecho:
2,5 cm y margen izquierdo: 3,5 cm.

RECEPCIÓN DE CONTRIBUCIONES
Los artículos de acuerdo a las normas establecidas deben enviarse en digital al
correo electrónico: recsyj@utn.edu.ec

NORMAS PARA LOS ARTÍCULOS CIENTÍFICOS


Los trabajos de investigación en la Revista Ecuatoriana de Ciencias Sociales y
Jurídicas han de ser originales y seguir la siguiente estructura:

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TÍTULO: Debe ser breve y estar traducido al idioma Inglés. En el caso en el que la
contribución científica esté escrita en un idioma distinto al español, el título habrá de
estar traducido a esta lengua. En el supuesto de estar escrito en un idioma distinto a
español e inglés estará escrito en esas tres lenguas: (original del artículo, español e
inglés).

NOMBRE DEL AUTOR (AUTORES). Debe ir inmediatamente después del título. En


nota pie de página (*), cargo, institución y e-mail. Se debe indicar la formación
académica del autor y su filiación institucional. Se designa un máximo de cuatro
autores por artículo y uno por recensión. Deberá constar un correo electrónico del
autor(es) a fin de que la discusión científica pueda desarrollarse con normalidad.

RESUMEN. Sobre las 250 palabras. Debe indicar con claridad: objetivos, método,
resultados, interpretación y conclusiones que será traducido al idioma inglés. En el
caso en el que la contribución esté escrita en un idioma distinto al español, el título
habrá de estar traducido a esta lengua y también al inglés.

PALABRAS CLAVE. Debe contener al menos tres palabras clave que indiquen los
principales aspectos del artículo y ser traducidas al idioma Inglés. En el caso en el
que esté escrito en un idioma distinto al español, el título habrá de estar traducido a
esta lengua. En el supuesto de que el artículo esté escrito en un idioma distinto a
español e inglés las palabras clave figurarán en esas tres lenguas: (original del
artículo, español e inglés) y siempre después del “abstract”.

GRÁFICOS Y TABLAS. Deben presentarse en forma comprensible. Las


ilustraciones (gráficos, diagramas, dibujos, fotografías y mapas) servirán para
agregar información. Sus títulos deben ser cortos, precisos y concisos y citar la
fuente de donde fueron tomados, incluso aclarar si es una elaboración propia. Las
fotografías deben ser de buena calidad e incluir la fuente de origen.

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RECSYJ / FACAE - UTN VOL. 1 Nª 1 2016
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CITAS. Para citar una publicación se escribirá, entre paréntesis, el nombre de su


autor, el año de edición de la obra y la/s páginas citadas, separados por una coma:
(García, 2016, pp. 50-85).
Cuando se quiere citar a dos o tres autores de una publicación aparecerán todos los
nombres: (Alda, Requena y González, 2014). Si la publicación ha sido escrita por
más de tres autores: (Alda et al., 2008). Si se menciona más de una obra publicada
en el mismo año por el mismo autor se pospone una letra minúscula al año como
ordinal: (Alda, 1999a; 1999b).

CITAS TEXTUALES. Citas de menos de tres líneas: entrecomilladas y en el mismo


tamaño y tipo de fuente que el cuerpo de texto, debidamente referenciadas según
las citas bibliográficas (sin cursiva). Citas de más de tres líneas: en párrafo
independiente sin entrecomillar, sangrado izquierdo de 0,5 cm y sangría en primera
línea de 0,3 cm, letra Times New Roman, cuerpo 10 puntos, interlineado sencillo,
debidamente referenciadas.

NOTAS A PIE DE PÁGINA. Notas a pie de página: cuerpo 10 puntos, interlineado


sencillo, numeradas consecutivamente y justificadas.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS. Las Referencias bibliográficas se incluirán al


final del texto. Al final del texto se presentarán todas en estricto orden alfabético.

NORMAS PARA LAS RECENSIONES


Deben contener:
Máximo 3 páginas.
Nombre del autor reseñado.
Título del libro reseñado, en letra Times New Roman cursiva, tamaño 12 puntos.
Ciudad de publicación, editorial y año, entre paréntesis.
ISBN.
Al final del texto, incluir nombre del autor de la reseña, grado académico, institución
a la que pertenece.

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6 REVISTA ECUATORIANA DE CIENCIAS SOCIALES Y JURÍDICAS


RECSYJ / FACAE - UTN VOL. 1 Nª 1 2016
Volumen 1
Número 1
RECSYJ
REVISTA ECUATORIANA DE CIENCIAS SOCIALES Y JURÍDICAS

VOLUMEN 1 NUMERO 1

http://www.utn.edu.ec/recsyj/

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