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1. ASPECTOS GENERALES
El aforismo latino que pretendemos explicar se puede entender literalmente como "no
dos veces en lo mismo" o "no dos veces en la misma cosa". La doctrina penal
moderna explica que el NBI implica, en buena cuenta, que nadie puede ser perseguido
ni condenado penalmente sino una sola vez por los mismos hechos o, en algunos
casos, por los mismos delitos.
En efecto, puede apreciarse que el desarrollo del NBI ha estado relacionado
históricamente con el ejercicio del ius puniendi como facultad del Estado en relación al
ámbito penal y recientemente, también, respecto al campo jurídico administrativo.
Se puede ir viendo entonces que el NBI es una garantía de tal entidad que forma parte
medular de nuestro orden jurídico, toda vez que si las sentencias no tuviesen fuerza
obligatoria, tampoco la ley tendría tal carácter, pues no habría medio jurídico de
hacerla cumplir; y con ello desaparecería la autoridad del Estado. Asimismo podría
también colegirse que la seguridad jurídica podría verse afectada si el NBI no operara,
en tanto surgiría la incertidumbre jurídica y con ello, el caos en el orden jurídico.
Hasta aquí hemos podido apreciar a grandes rasgos los aspectos principales que
sustentan la presencia del NBI en nuestro ordenamiento constitucional, el cual,
fundamentalmente, hace alusión a la facultad punitiva y/o sancionatoria que ostenta el
Estado. No obstante, consideramos que su campo de acción no se restringe a este
ámbito sino que, por el contrario, podría predicarse también en relación al devenir de
las relaciones jurídicas de trabajo.
A continuación veamos de qué manera el NBI puede ser objeto de atención desde una
perspectiva laboral.
En tal orden de ideas, como lo veníamos adelantando, tenemos que el NBI forma parte
del contenido plural que comprende la garantía del debido proceso y por tanto, no
debería ser esquivado en todo tipo de procedimiento de índole particular.
Justamente una clase de procedimiento privado, que además tiene un marcado tinte
sancionatorio o disciplinario, se verifica cuando el empleador inicia el procedimiento
respectivo para adoptar una medida disciplinaria en desfavor de su trabajador ante la
comisión de alguna falta laboral de este. Ergo, el NBI debe ser punto de referencia
obligatoria en el procedimiento que busca sancionar el incumplimiento del trabajador.
Pongamos un ejemplo. Supongamos que "A" y "B" inician una gresca en el centro de
labores. Su empleador decide solo suspenderlos por cinco (5) días luego de haberles
cursado la carta de preaviso correspondiente y de haber recibido sus descargos.
Empero, días después de disponer la medida disciplinaria, el empleador decide
despedir a "A" y "B" por la riña señalada iniciando un nuevo procedimiento
sancionador. Trayendo a colación la vertiente adjetiva que comprende el NBI,
resultaría inviable haber iniciado un nuevo procedimiento disciplinario por una falta que
ya fue debidamente revisada y sancionada.
Grafiquemos lo dicho con otro ejemplo: "C" insulta con una palabra subida de tono a
su empleador quien solo le reprende con una amonestación o llamada de atención, sin
embargo pocos días después decide suspender a "C" alegando la misma causal. En el
caso planteado puede verificarse que, pese a no haber un procedimiento previo
establecido normativamente para la concreción de las sanciones referidas, el NBI ha
sido soslayado en su versión sustantiva toda vez que la injuria grave ya fue
amonestada por lo que no cabría aplicarle otra sanción.
Los supuestos planteados, como podrá advertirse, suponen en realidad ciertas faltas
que, por sí mismas, pudieron ser corregidas con el despido, sin embargo no fue así, lo
cual responde a la discrecionalidad del empleador, quien, finalmente, establece una
sanción y, con ello un estado de seguridad jurídica, dentro del ámbito en que se
despliega la relación de trabajo. Este escenario, en consecuencia, no es sino un
espacio jurídico en el cual el NBI puede desplegar todos sus efectos.
Para terminar este acápite habría que precisar dos puntos en particular. El primero de
ellos está dado en función a la reiterancia de la falta para que se configure la causa
justa de despido: sucede que la adopción del despido ante la verificación de la causa
justa respectiva, no necesariamente significa haber transcurrido previamente por otras
sanciones menores. Atendiendo a tal afirmación, por ejemplo, el empleador está
facultado a cesar a aquel trabajador que brindó información reservada a la empresa de
la competencia sin que para ello haya tenido que amonestarle y/o suspenderle. En
esta línea, si se verifica la existencia de una causa justa de despido y se le corrige con
una amonestación o suspensión, el NBI despliega sus efectos prohibiendo que se
tome en cuenta nuevamente aquella para iniciar el trámite de despido.
Derivado de ello se colige que este caso no refleja un soslayo del principio del NBI
toda vez que aquí se trata de sancionar una nueva falta grave y no las anteriores del
mismo calibre. En todo caso, como indicábamos, la medida del despido acoge los
correctivos disciplinarios anteriores para dar mayor fundamento a su decisión extintiva.
En tal orden de ideas puede colegirse que, si no hay falta que permita avalar una
decisión resolutoria, debido a que aquella ya fue objeto de una medida disciplinaria de
menor entidad, el despido practicado desconociendo el NBI, importa, igualmente un
soslayo del principio de causalidad que debe verificarse en toda intención empresarial
que busca dar por concluido el vínculo de trabajo. De este modo, puede apreciarse,
finalmente, la concreción de un nuevo supuesto de despido incausado.
La Corte Suprema, por su parte, ha establecido que, cuando un empleado infractor fue
sancionado con una medida disciplinaria de suspensión sin goce de haberes, el
empresario no podría, luego, dejar sin efecto dicha correctiva para proceder con el
despido, dado que no se podría reprender nuevamente al trabajador infractor por el
mismo incumplimiento. Concluye la casatoria calificando tal despido como arbitrario.
Finalmente habría que citar una sentencia emitida por el Tribunal Constitucional (TC)
que trata el tema: al recurrente se le inició un procedimiento de despido por el cual se
le imputó haber presentado, como rendición de cuentas de viáticos, un comprobante
de pago por alojamiento presuntamente adulterado, con el propósito de sustentar
gastos mayores a los reales. No obstante, los descargos efectuados por el recurrente
perfilaron la declinación sancionatoria del empleador en tanto se le comunicó al
trabajador que, habiendo desvirtuado las imputaciones, debía constituirse a su centro
de trabajo a reiniciar sus labores habituales.
Sin embargo, casi seis (6) meses después de culminado el procedimiento al que fue
sometido el recurrente, el empresario le remite otra carta de imputación de cargos,
reiterando las imputaciones efectuadas en la anterior carta de preaviso, alegando, en
esta ocasión, que se ha probado que el mencionado comprobante de pago sí estaba
adulterado y que la carta supuestamente suscrita por la administradora del hotel era
falsa, en su contenido y firma. Ante ello el trabajador en cuestión efectúa nuevamente
su descargo, solicitando que se realice una pericia grafo técnica para establecer la
autenticidad de la mencionada carta. Finalmente, no se atendió su pedido,
adaptándose, por el contrario, su despido.
Verificados dichos hechos, el Alto Tribunal estimó la vulneración del principio que
venimos tratando puesto que, después de concluido el proceso investigatorio seguido
al recurrente, en el que fue absuelto de los cargos, se le inició un nuevo procedimiento
sobre los mismos hechos y se le despidió de su puesto de trabajo. De esta manera el
Te declara fundada la demanda y ordena a la emplazada reponer al recurrente en su
mismo puesto de trabajo o en otro de igualo similar nivel.
Los hechos que se desprenden del tenor de los considerando s de dicha sentencia son
los siguientes: Mediante carta, de fecha 5 de marzo de 2005, el recurrente
(demandante) fue suspendido en sus labores por 20 días sin goce de haber, por haber
incumplido sus obligaciones laborales, es decir, por haber quebrantado la buena fe
laboral. Posteriormente se le cursa la carta de despido de fecha 23 de junio de 2008,
remitida al amparo de lo establecido en el artículo 27 del Decreto Supremo N° 003-97-
TR, dado que ha sido inculpado penalmente por delito doloso.
Dicha condena, confirmada inclusive por la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia
de Piura, sentenció al demandante a 3 años de pena privativa de la libertad, como
autor de los delitos de hurto simple en agravio de Electronoroeste S.A. - Enosa, y de
falsificación de documentos en la modalidad de hacer un documento privado falso, en
agravio de Gerardo Alfonso Zegarra Rodríguez y el Estado.
Dados tales hechos, el recurrente estima que al habérsele sancionado, mediante una
suspensión, por las anotadas faltas, no cabría el despido alegando nuevamente tales
sucesos. Actuar de tal forma implicaría la inobservancia del NBI, sostiene el
demandante.
Al respecto el TC entiende que en efecto, si bien los hechos que avalaron la sanción
disciplinaria (suspensión) y la condena penal son básicamente los mismos, cabe
argumentar que la- empleadora sancionó al recurrente no por apropiación indebida de
bienes de la empresa, sino por incumplimiento de sus obligaciones como asistente de
almacén, que supone el quebrantamiento de la buena fe laboral; mientras que, el
órgano jurisdiccional penal le impuso una condena penal por haber cometido un delito.
En tal sentido el máximo intérprete de la Constitución concluye que no se ha vulnerado
el principio del NBI, toda vez que las sanciones que se impusieron al demandante
tienen diferente naturaleza, puesto que una deriva de la responsabilidad disciplinaria
en que incurrió por incumplimiento de sus obligaciones laborales y la otra de la
responsabilidad penal que se le imputó como coautor de los delito de hurto simple y
falsificación de documentos. Concluye el TC considerando que el despido del
demandante es un acto constitucionalmente válido, amparado en lo dispuesto por el
inciso b) del artículo 24 del Decreto Supremo N° 003-97- TR(LPCL).
Ahora bien, se constata entonces que hay dos evaluaciones jurídicas de distinta
índole: en la primera se verifica que el empleador desde su propia óptica entiende que
dicha infracción laboral, pese a ser sancionada como causal de despido, según 10
señala el inciso e) del artículo 25 de la LPCL, deja de lado esta opción y la castiga
solamente con una suspensión. La segunda supone la apreciación de la inconducta
laboral en un nivel jurídico distinto: se trata de un examen judicial penal que busca
tutelar bienes e intereses jurídicos socialmente relevantes.
A manera de conclusiones de este apartado cabe señalar que resulta innegable que
existen ciertos criterios o principios basilares de nuestro ordenamiento jurídico que
contienen una especial connotación y significado en ciertas ramas del Derecho. Así
por ejemplo, el NBI despliega una serie de implicancias y garantías que caracterizan el
poder punitivo del Estado. Empero, habría que apreciar también el carácter principista
e informador que posee respecto del conjunto del orden jurídico; peculiaridad que
permite argumentar su presencia en todo tipo de proceso y procedimiento, inclusive de
índole privado.
En tal línea de ideas habría que caer en cuenta que el NBI calza en el ámbito
disciplinario del empleador, evitando la doble verificación procedimental de una falta
laboral y/o su doble corrección. Asimismo, puede verificarse que su desconocimiento
entronca con la vulneración al derecho al trabajo toda vez que un incumplimiento
laboral que fue objeto de un procedimiento disciplinario y/o sanción, no tendría porque
ser recalificado posteriormente como causa justa de despido.
Creemos que el sus trato de estas líneas no tiene sino la intención de destacar la
importancia del NBI dentro del ámbito jurídico laboral, y en particular en relación a la
práctica disciplinaria empresarial, no solo como directriz jurídica positiva del más alto
nivel, sino también por su incuestionable justicia y por servir como factor de seguridad
jurídica en las relaciones laborales.
EL PRINCIPIO DE INMEDIATEZ
1. INTRODUCCIÓN
El principio de inmediatez viene asociado a la potestad disciplinaria o sancionatoria del
empleador, que a su vez se sitúa como una de las aristas del poder de dirección que la
legislación y la doctrina le reconocen, y está consagrado expresamente en las normas
que regulan el procedimiento de despido, aunque luego veremos que también es de
aplicación para la imposición de sanciones disciplinarias menores. Alude al momento y
oportunidad de las sanciones.
2. EL PRINCIPIO DE INMEDIATEZ
A pesar de que cuando se estableció este principio la ley no determinó qué se debe
entender jurídicamente por inmediatez, la sola literalidad del término desde ya nos
sugiere que el empleador ~be actuar rápidamente en los casos de despido por falta
grave. También es inmediato aquello que sucede sin dilación respecto de un hecho
anterior. Por lo tanto, profundizando en el concepto, estimamos que la inmediatez
exige que el tránsito desde el momento de la comisión de la presunta falta grave y/o el
momento en que el empleador toma conocimiento de ella hacia el momento en que
este último decide su proceder respecto de esa misma falta, debe ser un tránsito no
solo rápido sino también pacífico y natural, sin que entre ambos momentos exista otra
acción material del empleador, o inacción o silencio de su parte, que hagan pensar
que su intención real nunca fue sancionar la falta, o por lo menos no sancionarla con
despido. En este último supuesto nos referimos a los casos en que el empleador, al
tomar conocimiento de una falta grave de su trabajador, deja ver que su futura
decisión será solo adoptar una medida disciplinaria menor, pero no cuando ya impuso
esta sanción menor. Por ejemplo, un memorando por el cual preavisa a su trabajador
que la empresa está evaluando los términos de la suspensión sin goce de haber que le
impondrá en los próximos días o que al día siguiente de su falta será convocado a una
reunión con la gerencia para que sea verbalmente apercibido y amonestado. Son
acciones del empleador que todavía no son sanciones pero que demuestran y
anticipan que por lo menos su decisión no será separar a su trabajador. Para nosotros,
si el empleador impone ya la sanción menor y luego pretende iniciar el procedimiento
de despido por la misma infracción no está vulnerando el principio de inmediatez sino
el de NBI.
Inmediatez, entonces, sugiere por igual la inexistencia por parte del empleador de
silencio perdonador y de acto consentidor.
En este orden de ideas, por la inmediatez se exige al empleador actuar sin dilación,
con la única demora propia del desarrollo mismo del procedimiento de despido desde
que tome conocimiento de la(s) falta(s), la(s) imputa, concede plazo para los
descargos hasta que separa a su trabajador.
¿Cómo podría exigirse a ese empleador a quien le han sustraído dinero de manera
subrepticia que actúe inmediatamente luego de la sustracción si en ese momento
todavía no había evidencias conocidas y/o medianamente contundentes de su
ocurrencia? O también, ¿cómo podía conocer ese empleador que su trabajador
conducía a través de interpósita persona (testaferro) una empresa que realiza actos de
competencia desleal sino hasta después de realizar una investigación rigurosa? No
debe malinterpretarse en el sentido que en estos casos no se exige inmediatez, pues
esta es exigible siempre, aun en estos casos; pero se exigirá desde que la falta es
conocida por el empleador.
Distinto será en caso que la comisión de la falta grave sea realizada en espacio y
momento que permita al empleador conocer, en tiempo real, la existencia de la falta
grave y al trabajador que incurrió en ella. Casos típicos: i) el empleador tomará
conocimiento de la falta verbal en agravio de un directivo de la empresa en el mismo
momento que ocurre; ii) 10 mismo para aquel trabajador que incurrió a laborar en
evidente estado de embriaguez, más allá que acto seguido deba hacerse el test de
alcoholemia correspondiente, etc. Por la naturaleza de estas faltas graves en que el
empleador toma conocimiento de la falta en el momento de su ocurrencia, sí es
razonable exigirle la inmediatez desde ese momento.
En suma:
a) Cuando la comisión de la falta grave no es abiertamente pública o requiere un
periodo razonable de investigación para su conocimiento cabal, comprobación
e individualización del trabajador, la inmediatez se exigirá desde que el
empleador toma conocimiento de la falta.
Ahora bien, para nosotros, cuando el empleador alegue haber conocido la falta por
medio de persona ajena a su entorno pero se demuestra que pudo haber tomado
conocimiento cabal de la falta antes de ese evento, habrá vulnerado la inmediatez si
despide al trabajador. Naturalmente, el nexo que demuestre esa posibilidad tendrá que
ser directo y estrecho, sin margen de duda. Un elemento relevante para determinar si
el empleador respetó la inmediatez es evaluar la posibilidad material en que se situaba
para conocer o no la falta, caso contrario el apoyarse en la intervención capital de un
tercero será tan solo una excusa o perfecta coartada para el empleador pasivo.