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La COrrupcion Cntronizada Los ci a negocios de la burgues{a en el tiltimo gobierno de Antonio Lépez de Santa Anna Javier ToRRES MEDINA* Una de las imagenes més populares y recurrentes de Antonio Lépez de Santa Anna es la que dejé de su tiltimo gobierno (20 de abril de 1853 al 12 de agosto de 1855): la de un dictador que aumentaba los impuestos de manera indiscriminada y absurda, de autoritario, “vendepatrias” y traidor. Hay que agregar otras facetas del personaje que merecen atencién: la del gobernante que hizo negocios desde el poder y que otorgé concesiones, permisos y licencias a discrecién; que lig6 las finanzas puiblicas al tréfico de influencias para favorecer a militares, politicos y empresarios-agiotistas que Je allegaban recursos a través de préstamos El espacio de negociacién que abrid el Ejecutivo con los duefios del dinero permitié la corrupcién ‘0 que se consideraba corrupcién en el siglo XIx era un tanto diferente a lo que conside ramos hoy. Las practicas de cohecho y con- trabando eran consideradas ilicitas, pero otras como el tréfico de influencias, el nepotismo y el enriqueci- miento con dinero piblico no eran penalizadas, salvo por el escarnio popular, y otras como el compadrazgo, el amiguismo o el influyentismo solo quedaban como figuras curiosas y peculiares de la politica publica En ese entonces se percibia la corrupcién como constante y cotidiana, En la Memoria del Ministerio de Hacienda de 184o se afirmaba que una de las prin- cipales razones de esa practica era el pésimo salario que recibian los funcionarios y empleados, principal- mente de las aduanas, lo que favorecia el soborno, el cohecho y el contrabando. En 1841 el ministro de Hacienda Manuel Maria Canseco afirmaba que los actos de corrupcién en- tte los funcionarios eran provocados por “la falta de moralidad e integridad de muchos empleados infie les en la administracién de Hacienda’. En el antiguo régimen, el funcionario consideraba que el cargo pi- blico que habia obtenido le daba el derecho de admi nistrarlo en su provecho; le parecia “normal’, E] co- hecho y el soborno eran “arreglos’ y se velan como parte integrante de su sueldo. Las lealtades de quienes desempefiaban esos puestos eran hacia la parentela, amigos y conocidos, antes que al Estado, y varias de estas practicas continuaron durante el siglo x1X; si al- gunas se penalizaron, como el cohecho, seguia siendo comin que el funcionario aceptara “mordidas" Viajeros y politicos extranjeros constantemente afirmaban que en México “contrabandear productos * Doctor en Historia por El Colegio de Mésico. Es profesor del Tecnoié- ‘ica de Monterrey, campus Estado de México, y de la Fs Acatidn de la ‘Vu, Sus investigaciones se han enfocado en la historia econémica de ‘Mésico. Entre otras obras, ha publcado Contralismo y reorganizacin. Lr haciende pica y la administracion durante la primera republica con tral do Mésico, 1835-1842 (Istituto Mora, 2013), El pilloje de los bienes de la nacié se ejerce entre nosotr con la mayor procacidad. Las administraciones de las aduanay ‘maritimas, los contratos de todas las clases, han sido una ming abundante para esa nueva especie de ladrones que en bandada se han esparcido por toda la Repiiblica. De ahi ese ciimulo de estafas convertidas ya en habitudes y en sistema, de ahi ese lj escandaloso con que se insulta la miseria piblic, Cantos Maria DE BUSTAMANTE, Aruyris PARA LA HISTORIA DEL GOBIERNO DEL GENERAL DON Awronto LOPEZ DE SANTA ANNA, 184s 0 sobornar autoridades generalmente no se ve con e grado de desprecio que es comin en otros paises’ En 1855 Alexis de Gabriac, encargado de Negocios fran cés, en sus informes comenté un sonado caso en Ma zatln en el que estaba implicado el ministro de Gue- rma de Santa Anna, Santiago Blanco, que contaba con una estimacién ilimitada del presidente y la exhibia con ostentacién. Se decfa que no habia asunto sucio que no se pudiera arreglar por mediaci6n suya a cam. bio de unas “cuantas onzas de oro”. Con esa influencia llegé a controlar la entrada de barcos a dicho puerto. Se cuenta el caso de un navio alemén repleto de con: trabando al que para entrar se le pidieron 20 000 pe- sos. Los germanos aceptaron pero se tardaron en en- tregar el soborno, lo que provocé el enojo de Blanco, aunque después lo contentaron “unténdole la mano” Las précticas de cohecho y sobornos a funciona- rios eran atacadas, pero su erradicacién resultaba muy dificil por la permisibilidad y el contubernio que permitian burlar a las autoridades, incapaces de com: trolar y castigar a los infractores, No habfa un control sobre las dependencias y oficinas a lo largo del pais, lo que evidenciaba un Estado débil. Habfa otras précticas que para entonces no estaban tipificadas como delitos ~y que ahora calificariamos rotundamente de actos de corrupcién-; por ejemplo, el tréfico de influencias, la negociacién de privilegios y las concesiones otorgadas, indiscriminadamente, por los gobernantes. E] expresidente Mariano Arista (1851-1853) decfa que la corrupcién se debfa ala falta de principios’, aunque él mismo no vio nada de malo en los permisos que le dio Santa Anna para importar productos prohibidos. En aquellos afios, un articulo del influyente Times de Londres sacé a la luz emo el enviado francés Falconet soborné al general Arista y a otras personas para que las exportaciones galas en- traran a México sin pagar ningun derecho y, aunque se demostré el hecho, Arista solo atind a decir que el articulo era “calumnioso”, Una monarquia sin monarca Amediados del siglo XIX los males nacionales no ce pan en el pais que habia sido cercenado, En enero de 1853, Arista deseribi un cuadro pesimista: aduanas maritimas invadidas por el contrabando, destruccién del estanco del tabaco, rentas piiblicas exhaustas, au mento de las deudas interna y externa, bandolerismo agricultura deficitaria, analfabetismo, servidumbre parador y reaccionario, enorme gasto militar, “indios barbaros” que asolaban e! norte, yo, clero ac enel car filibusterismo en las costas y una enorme corrupeién que eta cosa de todos los dias y tan comiin que pare cia algo natural, Esto fue lo que encontré el general Santa Anna al set llamado por algunos empresarios (usureros, pres tamistas y agiotistas), militares y politicos para que regresara a México. El “Numen tutelar de la Patria’ no se hizo del rogar y regresé para ocupar por dlti en abril 1853, enca berando una “dictadura moderada” como transito a un nuevo orden constitucional, aunque de momento no harfa falta Constitucién, ya que se gobernarfa con unas “Bases para la administracién de la Repiiblica sin embargo, al carecer de equilibrios politicos, la ti tima administracién de Santa Anna fue todo menos moderada: estuvo desbordada de autoritarismo, insta Jada en la opresidn y el despilfarro. Se reprimié toda manifestacién de oposicidn y rechazo al régimen con ma ocasi6n la silla presidenci un control absoluto de la prensa y disminucién de las, libertades. Impresiones de un extranjero “Nada puede levantar el crédito puiblico en Mé- xico. Es un pais donde no hay ni fe, ni ley, ni estabilidad, ni orden, no puede haber confian- za. La fortuna publica aqui esta esencialmente minada, como también la privada. Solo el co- mercio extranjaro disirutard pues de esta medi- da mientras subsista, y subsistira mientras los grandes intrigantes saquen un debido provecho de los gobiernos que se sucedan en México. Asi ocurren las cosas en México. El interés ge- neral desaparece ante el interés particular. To- dos los negocios del pais se hacen entre cinco © Seis agiotistas que no desdefian contar con la colaboracién del mismo presidente. Antonio Escandén, Manuel Julién Lizardi, Cayetano Ru- bio, Loperena, José Antonio Mozo y Santiago Blanco, el ministro de Guerra, monopolizan, por asi deciro, ellos solos, todas las especulaciones financieras de la Republica ALEXIS DE GABRIAC, ENCARGADO DE NEGOCIOS FRANCES. 2 DE MAYO DE 1855 Enel siglo x, uno de los sectores mas rentables ¥ propensos a caer en la coTupcion y el contrabando eran las aduanas martimas, sobre todo las de los principales ‘uertos del pals: Veracruz, Acapulco y Tampico. Leyes, decretos y bandos eran ordenados directa mente por el que fuera declarado Benemérito de la Pa tria, quien firmaba solicitudes, permisos, concesiones, peticiones y hasta cartas personales con un grafo al calce que decta; "No procede’, Si procede” o"Coneéda se” Todo pasaba por su visto bueno... o malo. Se arrogé el titulo de Su Alteza Serenisima y un sueldo anual de 60 000 pesos. Se dio al halago facil, la zalameria y lambisconeria que tanto le gustaban. Se mandé hacer estatuas y retratc arcos del triunfo, ceremoniales y guardias de honor, Cuando Su Alteza Serenisima visité sutie 2, Xalapa, los habitantes gastaron 4 000 pesos en adornos y arcos triunfales, lo cual no era un gasto st perfluo, sino una inversién, Desde alli operaba el “gru po Veracruz’, ricos notables amigos del presidente. Que era mas perjudicial: una plaga de langostas 0 una de agiotistas? En esos afos, una plaga de langostas asolé varias regiones del pais, reduciendo a la miseria a muchos agricultores que encontré a su paso. Al mismo tiem: po, otta plaga asolaba al pais amenazando con redu Cirlo a la miseria: los agiotistas, empresarios-presta- mistas cuyo comportamiento los hacia merecedores ‘Manuel Escandon, une de fos hombres mas ricos del Mexico

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