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El ensayo gE1 choque de civitzaciones? del politologo norteamericano Samuel P. Huntingion destaca en la historia. del pensamienta poltico como la respuesta mds brilante y contundente a la tesis, del “fin de la Historia” de Francis Fukuyama, Escrito en un estilo vivaz y polémico, Huntington eché con é! un jarro de agua fri al optimism liberal de final de siglo al definir el orden politico de la post Guerra fria como un mundo marcado poor los conflictos culturales, antes ‘que por la universalzacién de la demecracia liberal como forma ultima de gobierno. El presente volumen también efrece al lector otros tres artculos importantes dde Huntington, publicados en la revista Foreign Affairs ao largo de ts afios noverta, en los que perfia su pensamiento sobre pollica e identidad en el mundo ccontemporéneo, Seleccion y presentacion de Jorge del Palacio Martin Alianza editorial £1 tire ce bo'silo civilizaciones? y otros ensayos sobre Occidente Samuel P. Alianza Huntington editorial iciones? y otros ensayos sobre Occidente el choque de ci ‘Samuel P. Huntington R lo original: The Clash of Civilizations? If Not Civilizations, What? Samuel Huntington Responds to His Critics. The West: Unique, Not Universal. The Erosion of American National Interests ‘Traduccién: Irene Riaiio de Hoz Do de colin ae de Manuel Ea con I colbrasin Rei Dhsocbieta: Mand Eade Prope eer 1 195 Coun on Fora Hlons Plier Fes Ali ‘legs raced Dearly Tne Cnn Age deli Fore Se Pac ae 209 2 deltendan: lio ate dete 220 (© Manes don) Sh Mata 200 alin ncaa Tea Swalimsedore sane esis. 897 3 Dep ee 112 2020 Pamela Sa Shqpe erafrmaci aii sb ore de Ain Eo ‘kun coe learns lndrest sammy Indice 33 109 us im El final del sueio liberal: Samuel P. Hunting. ton y la tesis del achoque de civilizaciones», por Jorge del Palacio éEl choque de civilizaciones? De qué hablamos sino es de civilizaciones? Paradigmas para el mundo de a post Guerra Fria Occidente: una civilizacién excepcional, no universal La erosiGn del interés nacional estadouni- dense El final del sueiio liberal: Samuel P. Huntington y la tesis del «choque de civilizaciones» Pensar que, porque el comunismmo soviético ha colapsado, Occidente ha conquistado el mundo para siempre es tun acto de hybris en estado puro. Samuel P, Huntington Introduccién Pocas veces un articulo breve ha tenido el impac to y la resonancia alcanzados por «El choque de civilizaciones?» del politdlogo norteamerica- no Samuel P. Huntington. Publicado original- mente el aio 1993 en la revista Foreign Affairs, el articulo no tardé en convertirse en uno de los textos de referencia en el debate sobre la natura- leza del orden politico mundial tras la caida del Muro de Berlin, Escrito en un estilo directo y provocadot, Huntington condens6 en una pode- rosa imagen compuesta por civilizaciones en ruta de colisién la esencia de la politica de la post 9 Jorge de Palacio Guerra Fria, una imagen que echaba un jarro de agua helada sobre el optimismo liberal fir de stécle, que interpreté el hundimiento del co- munismo como la primera etapa de un proceso de expansién universal de la democracia y el li- bre mercado que traeria paz, justicia y armonia al mundo. El articulo tiene su origen en una conferencia de Samuel Huntington en el chink tank Ameri- can Enterprise Institute, conferencia que después el autor convertiria en un documento de trabajo para el Olin Institute of Strategic Studies de la Universidad de Harvard que, a la saz6n, él mismo dirigia. Atraidos por el poder de sus ideas, los editores de Foreign Affairs, Jim Hoge y Fareed Zakaria, pensaron que «El chogue de civiliza- ciones?» podia ser el texto ideal para animar el debate sobre el orden del mundo en la post Gue- tra Fria, Huntington acepté el encargo, adapté el texto al formato de Foreign Affairs y el articulo fue publicado en el ntimero de verano de 1993, con un éxito inmediato que contribuyé a que fue. se traducido a més de veinte idiomas'. 1 Rae G. The Cla 205 en Fon Afar, 2013. Niro epi dca a 20 arcane Ut peices ope Eien il dngue de Sansone de Same Boe tng Lf del eo ser Husngon yl achose de cviaonse Cuando el articulo vio la luz, Samuel P. Hun- tington no eta un autor desconocido, A la altura de los afios noventa del siglo pasado, Huntington contaba con un acreditado prestigio como uno de los politélogos més importantes, originales y con. trovertidos del panorama académico, un presti- gio que le llevaria por méritos propios al pantedn de los padres fundadores de la ciencia politica de posguerra ~junto a Linz, Sartori, Lipset, Almond ‘ Morgenthau, entre otros-. Ademés de la diree- cién de obras colectivas y articulos cientificos, a su trabajo se deben libros fundamentales para el desarrollo de la disciplina como The Soldier and the State. The Theory and Politics of Civic-Military Relations (1957), Political Order in Changing So- cieties (1968), The Third Wave. Democratization in the Late Twentieth Century (1993) 0 The Clash of Civilizations and the Remaking of the World Order (1996), Samuel P. Huntington dedicé especial atencién en su trayectoria a cuestiones como la seguridad nacional, los procesos de desarrollo y cambio po- Iitico, y las transiciones a la democracia. En ese marco de referencias, la publicacién de «El cho- 2, Para una vsién de conjunto de la trayetoria de Huntington ‘ease Pasqino, G, «Samuel P. Huntington: Political Order and the Clash of Clztions» en Campus, D. y Pasquino, G. (eds), Master of PolitcelSeence, ECDR Press, Colchester, 200. Jorge dl Palacio que de civilizaciones?» sugeria un cambio de orientacién en el universo de preocupaciones ti- picamente huntingtonianas. Sin embargo, detrés de un titulo que evocaba la concepcidn de la his- toria de Spengler 0 Toynbee, no habia ni ruptura ni discontinuidad con su produccién politologi ca. Al contrario, la reflexién de Huntington sobre el orden politico de la post Guerra Fria descansa ba sobre un pufiado de ideas y preocupaciones politicas, maduradas a lo largo de toda su carrera, que los lectores familiatizados con su obra identi ficarin con facilidad. Precisamente, si el articulo «El choque de civilizaciones?» ocupa un lugar relevante en la ‘obra de Huntington es porque tiene la virtud de funcionar como bisagra, pues recoge algunos de los desatrollos tedricos mas relevantes de su trayectotia para ponerlos al servicio de una nue- va cuestién: la emergencia de la cultura como principio organizador del orden politico mun- dial. De hecho, el valor de la seleccién de articu- los que se ofrece en este volumen, publicados por el autor como piezas independientes a lo lango de Jos afios noventa en la revista Foreign Affairs, re- side en que constituyen los desarrollos originales sobre la relacién entre orden politico ¢ identidad cultural que anticipan sus tiltimos dos libros de envergadura: primero, The Clash of Civilizations fin dels ir Haetngon yl chaque cde icine and the Remaking of the World Order (1996), obra en la que Huntington ofrecia una version mas extensa y detallada de los argumentos des- plegados en el articulo original; segundo, el no menos polémico Who are We? The Challenges t0 ‘Anmerica's National Identity (2004), en el que el profesor de Harvard sefalaba la inmigracién como una amenaza para la continuidad del la- mado «credo americano», tal y como fue formu- lado por Gunnar Myrdal. En 1986 Samuel P. Huntington fue nombrado presidente de la American Political Science As- curso que celebraba su nomi- nacidn, el politélogo Robert D. Putnam sefial6 que la ciencia politica americana se caracteriza- ba por tres tensiones constitutivas: una tensién aproductiva» entre sus origenes americanos y su vocacién comparada; una tensién «dolorosa» entre valores liberales e instintos conservadores, y una tensién «creativa» entre Ja exigencia teéri- cay el policy-making aplicado, Segiin Putnam, la trayectoria de Huntington ponia de manifiesto que las tres tensiones podian conjugarse de for ma positiva para producir un académico de talla extraordinaria’ 3, Putnam, R D., Samuel P, Huntington: An Appreciation» en S, wo XIX 24 (Fall), 1986, pp. 857-845. a Jere dl Paso Nacido en Nueva York en 1927, en el seno de una familia de escritores cuyo origen se remonta a la inmigracién inglesa del siglo xvu, Samuel P Hun- tingron murié en la isla de Martha's Vinyard en 2008, alos 81 aiios de edad. Siguiendo la caracte- rizacién de Putnam, podria decirse que con Hun- tington se fue un académico preocupado por el destino de la excepcionalidad americana en el mundo, en la tradicién que va de Tocqueville a Lipset. Un liberal de la Guerra Fria marcado por tun profundo instinto conservador, Y un académi- co que compatibilizé su labor docente ¢ investi- gadora con la politica activa, destacando, entre otros puestos de relevancia, por su servicio en la Administracién Carter como miembro del Con- sejo de Seguridad Nacional ‘Samuel P. Huntington y el debate sobre el «din de la Historia» E19 de noviembre de 1989 el periodista italiano Riccardo Ehman, corresponsal de la agencia de prensa ANSA en Alemania, iba a convertirse en 4: Sey Ertan Yn, wt ea A.J, aMad Doge Suhocl Hurtngron and oe Viaran We Journal of Strategic Studies, vol. 41, 0.° 1-2, pp. 301-325, 2018. 4 fn del seo cr Hinge yd echoque de ain el protagonista inesperado de la cadena de suce- 805 que terminaria con uno de los grandes simbo- los de la Guerra Fria: el Muro de Berlin. Durante el verano, miles de alemanes de la RDA habian aprovechado las vacaciones para huir de su pais a través de las fronteras de Hungria, Polonia y Che- coslovaquia. Como respuesta a la creciente de- manda de libertad y movilidad, el gobierno de Egon Krenz —quien en octubre habia sustituido al hist6rico lider del SED Erich Honecker como presidente del Consejo de Estado de la RDA-, anuncié que contemplaba facilitar la salida de los ciudadanos de Alemania del Este sin visado ni pa: saporte, solo mostrando el carné de identidad. En el tumno de intervenciones reservado a la prensa, Riccardo Erhman aprovech6 la ocasién para pre- guntar al representante del gobierno de la RDA, Ginter Schabowski: «A partir de cuindo?», a Jo que este respondié para sorpresa de todos: «Inmediatamente»’. La noche del 9 al 10 de noviembre el Muro de Berlin pas6 a la historia gracias a un malentendi- do que congregé a cientos de alemanes en los pa 0s fronterizos que separaban la RDA de la REA. Y con el colapso del orbe soviético dirigido con 5. El Mundo, E petioista que dertibs el Muro con una pregun ta, 1/09/2011. Crdnica de Carlos Salas. 5 Fowge Palco ‘mano de hierro desde la URSS, el mundo se intro- dujo en un periodo de transicién hacia una nueva configuracién del orden politico global. Durante medio siglo la Guerra Fria habia estructurado la politica mundial en torno a dos superpotencias, enfrentando a las democracias liberales con las democracias populares, al capitalismo con el co: munismo y, en definitiva, a Washington con Mos. ci. Pero con el colapso del bloque soviético, el recorrido de la dialéctica bipolar como légica ex- plicativa de la politica mundial parecia haberse agotado, Asi las cosas, el desatio para las ciencias sociales estaba servido: . Esta critica resultara clave a la hora de entender el origen de la posicin escépti- cca que Huntington presenta ante el optimismo li- beral y su vocacién universalista, Huntington encontrara necesario desactivar la idea, largamente cultivada por la cultura politi- cca occidental, en virtud de la cual las eivilizacio- nes se occidentalizan en la medida en que se mo- dernizan, léase en la medida en que abandonan sus valores, instituciones y costumbres originales para adoptar progresivamente las formas politi cas de Occidente. Huntington afirmara, contra esta idea, que en la prictica no resulta evidente que la modemnizacién produzea occidentaliza ign fuera del perimetro de Occidente. Mas bien lo contrario; a su juicio, los paises no occidentales han tratado de armonizar la modernizacién -en- tendida como la asuncién del conocimiento cien- ind dl eto leak Hung lho decane tifico y tecnal6gico~ con su propia cultura, valo- res instituciones tradicionales, generando, como consecuencia, un suerte de modernidad hibrida que Huntington explica como el «resurgir de las culturas indigenas con un compromiso renovado hacia las mismas>”, El origen de la critica de Huntington a la teoria de la modemizacién debe situarse en la publica- cidn del libro Political Order in Changing Socie ties en 1968, considerada, para buena parte de la comunidad académica, la mejor y mas sélida aportacién del profesor de Harvard a la ciencia politica. A la hora de valorar tanto el protagonis- mo como el impacto de la critica de Huntington debe tomarse en consideracin que la teoria de la modernizacién, desarrollada en las universidades de los Estados Unidos, sobre todo en Harvard, a lo largo de las décadas de 1950 y 1960, aspiraba a formular una gran teoria del cambio politico y social capaz de guiar la transicién de sociedades jonales a sociedades modernas. Una transi- ci6n revolucionaria, como la bautizaria el sociélo- 0 Reinhard Bendix, que en el imaginario de los Cientificos sociales de posguerra era comparable, por su importancia y magnitud, con el cambio 15, Huntington, 8, «Occidente: una cvlizacién excepcional, no universal, p. 130, 2» Jorge dl Palacio que se produjo en la transicién de las sociedades némadas a las sociedades sedentarias", La teoria de la modemizacién, concebida como una suerte de paradigma total del cambio, que in- corporaba a la reflexién aportaciones que iban desde la economia a la antropologia y la psicolo- fa, hundia sus raices tanto en el universalismo de Ja Tlustracién como en su espiritu positive. Asi lo ha sefialado el fil6sofo John Gray, para quien la teoria de Ia modernizacién tomaba del catecismo positivita al menos tres ideas fundamentales: la primera, que el avance de la historia esta determi- nado por el desarrollo de la ciencia; la segunda, que la ciencia es el instrumento para superar los limites del mundo natural; y la texcera, que a me- dida que el conocimiento cientifico avanza los va lores humanos tienden a converger”. La teoria de Ja modernizacién encontré sus primeros desarro- Ilos teéricos a caballo entre el siglo xix y el Xx en la obra de Mars, Weber, Durkheim 0 Ton- nies. Sin embargo, viviria su época dorada en la posguerra de la mano de cientificos sociales como Almond, Lipset, Shils, Rustow o Rostow, anima- da, entre otros programas, por el desarrollo de la 16, Bendix, R, «Tradition and Modernity Reconsidered, Com parative Studies in Society and Hisory. vol. 9, 1967, pp. 292-93. 17. Gray,J, abe primetos maderizadoreso, Anatomie de Gray Textos erences, Barcelona, Paidés, 2011, p.322, 0 inl del suo ibeat Humngon el acogue de cilanoness politica comparada y su empeio por incorporar la légica del cambio al estudio més amplio de los sis- temas politicos y su potencial democratizador". La teoria de la modernizacién no solo se convir- 1i6 en el paradigma hegeménico de las ciencias sociales para entender la naturaleza del desarro- Ilo social y el cambio politico. También se destacd como la teoria que inspiraria la accién exterior norteamericana en el contexto de la Guerra Fria, al ser parte del arsenal disefiado para la eonten- cién del comunismo, contribuyendo a generar un vinculo sélido entre las administraciones, las uni versidades y una red de fundaciones ~como Car negie, Ford o Rockefeller que patrocinaron el desarrollo de las ciencias sociales en la posguerra Definida, también, en relacién con la famosa tesis del «final de la ideologia» de Daniel Bell la teoria de la modernizacién se consideraba la clave del progreso que permitiia a sociedades tradiciona- Jes cruzar el umbral de la modernidad a través de Ja urbanizaci6n, la industrializacién, la alfabetiza- cién, la democratizacién, etc.” Como dijera en 1959 el sociélogo Edward Shils en una conferen- 18, Huntington, S.P «Change to Change: Modemszation,Deve- lopment and Poles, Comparative Pos, wl. 3,1" 9, 1971, pp 285322 1. Sobre el debate de! on dela deoogi, Bell, D. Ef! de la ‘deloi, Alianza, Madi, 2015 edi de Angel Rivero) 3s Jonge el Pacis cia ofrecida en el neoyorquino Rockefeller Cen- ter: «Modemo significa ser occidental sin la carga de seguit a Occidente. Es el modelo de Occiden- te desligado, de alguna manera, de su origen geo- rifico y epicentro»", La critica de Huntington a la teorfa de la mo- dernizacién detect6 su punto més débil: la creen- cia en que todos los elementos que hacen moder- na a una sociedad avanzaban y se consolidaban como un todo, a saber, al unisono y de manera sineronizada, Huntington encontré la inspiracién para su critica en La democracia en América de Alexis de Tocqueville: Entre las leyes que rigen a las sociedades humanas, hay una que parece mucho més precisa y clara que todas las demas, Silos hombres quieren seguir sien do civilizados o llegar a serlo, el arte de asociarse debe crecer y perfeccionarse en la misma propor- cién en que aumenta la igualdad de condiciones” Y aqui la llamada al «atte de asociarse> tenia que ver con la preocupacién de Huntington por 20, Gilman, N., Mandorins of the Future, Modersization Theory ‘in Cold War Americ, Bakinote, Johns Hopkins University Press, 2007, pp. 155:202, 21, Huntington, S.P, El onder politico en las sociedades en cam- ‘io, Barcelona, Bids, 2014, pp. 1617, 2 final del sacra: Huntington yl achogu decom unas teorias del crecimiento y el desarrollo que prestaban poca o ninguna atencién al problema del orden y a estabilidad en los procesos de trans- formacién de las sociedades”. En opinién de Huntington, la excepcionalidad ica norteamericana habia lleva do a suponer a una generacién de cientificos so- Giales que «todas las cosas buenas van de la mano y que el logro de un objetivo social deseable con: tribuye al de otros». La critica de Huntington, por el contrario, subrayaba que las distintas face tas de la modernizacién ~sobre todo, la econémi- ca yla politica podian contribuir no solo a obje- tivos diferentes, sino a objetivos enfrentados, Ast ocurria, por ejemplo, cuando la intensidad de la movilizacién politica y Ia velocidad de la demo- cratizacién iban por delante del ritmo de consoli- dacién institucional de un pais, creando de este modo lo que Huntington consideraba el primer problema de la politica: «El atraso en el desarro- Ilo de las instituciones politicas que deben resp: dar los cambios econémicos y sociales»®: La sociéloga Theda Skocpol recogié de forma apreciable en su libro cldsico sobre la naturaleza de los procesos revolucionarios el aleance de la 22. Thi, 23. Ibid. 38 Jorge dt Paco tesis de Huntington: una revolucién completa implica la creacién ¢ institucionalizacién de un orden politico nuevo". Esta mirada huntingto- niana sobre los procesos de cambio politico pro- dueia no pocas interferencias en el ambiente an- ticomunista de la Guerra Fria al que la teoria de la modernizacién estaba vinculada. El cardcter prioritario que Huntington otorgaba ala produc- cidn de orden y estabilidad generaba la posibi- lidad de disociar las ideas de progreso y demo- cracia, abriendo asi su teoria a una consideracién positiva de los procesos de modernizacién de na- turaleza antoritaria, Ain mas, la lgica interna de «1 predisponia a Huntington a una apre- ciacién positiva de algunos logros del comunis- mo. Lo ponia en evidencia el arranque, ya clisi- 0, del libro El orden politico en las sociedades en cambio: La diferencia més importante entre los paises se re- fiere, no a su forma de gobierno, sino al grado de go- bierno con que cuentan. Las diferencias entre demo- ‘racia y dictadura no son tantas como las que existen entre los paises cuya politica incluye el consenso ge- 24. Skoepel, T., State and Social Revolutions. A Comparative ‘Analysis of France, Russia ond China, Cambridge, Cambridge Uni verity Press, 1979, p. 163, u in dls theaHansngon el cho de cians» neral, comunidad y atributos tales como legitimidad, corganizacién, eficacia, estabilidad, y aquellos otros «que carecen de muchas de esas cualidades. Los Esta dos totalitarios comunistas y los liberales de Ocei dente pertenecen por lo general a la categoria de los sistemas politicos eficaces, no a la de los débiles. Es tados Unidos, Gran Bretafa y la Unidn Soviética tie- nen formas de gobiemo diferentes, pero en los tres sistemas el Estado cumple su funcidn especifica”. El historiador estadounidense Arthur Schlesin- ger Jr. expresé muy bien, apoyndose en la filoso- fia politica, que el desarrollo de la teoria de la mo- dernizaci6n buscaba contrarrestar los cantos de sirena del modelo de modernizacién comunista, inspirado en las recetas de Karl Marx, ofreciendo a los paises en desarrollo un modelo alternative de revolucién a partir de las ideas de John Locke. No en vano, el modelo de desarrollo marxista- leninista resultaba muy atractivo para muchos paises del Tercer Mundo, que vieron en el répido proceso de modernizacién de la URSS en el pe- riodo de entreguerras un modelo a seguir que ori- llaba los conifictos asociados a la democratiza cin. Pero en este clima cultural de la Guerra Fria que obligaba a tomar partido entre El Capital o el 25. Huntington, $.P, ep. ct, 2014, p.1B. 8 Joe dl aio Segundo tratado sobre el gobierno civil, la apues- ta personal de Huntington fue el Leviatdn de Hobbes* A finales de los afios sesenta, por tanto, Hun- tington ponia en duda cl abecé de la teoria de la modernizacién que garantizaba, casi automatica- mente, la creacidn de orden y legitimidad institu cional a través del desarrollo socioeconémico. En «cEl choque de civilizaciones?», como en los art culos que componen esta edicién, Huntington re- tomar la misma eritica dela teoria de la modern zacién para poner en duda, esta vez, su capacidad para producir occidentalizaciér Esta claro que las sociedades urbanas modernas, al. fabetizadas,ricase industrializadas, comparten ras gos culturales que las distinguen de las socieda- des atrasadas, rurales, pobres y sin desarrollar, En el mundo contemporineo, la mayoria de las socie- dades modernas han sido sociedades occidentales, pero Ia modernizacién no equivale a occidentaliza cin, Japén, Singapur y Arabia Saudi son socieda ddes modernas y préspetas, pero claramente no occi dentales. La presuncién occidental de que los demas pueblos, al modemizarse, han de volverse «como nosotros» tiene un punto de arrogancia que iustea 26, Gilman, Nop ct, p. 233, 36 find de suc ter Hunting yl achagie de cvinaconees por si mismo el chogue de civilizaciones. Sostener ue eslovenos y serbios, arabes y judios, hindties y musulmanes, rusos y tayikos, tamiles y cingaleses, tibetanos y chinos,japoneses y estadounidenses per tenecen todos una siniea civilizacién universal definida por Occidente es sencillamente obviae la realidad” Volviendo a la comparacién entre la tesis del «fin de la Historia» y la del «choque de civiliza- ciones>, Francis Fukuyama acerts al sefialar que su debate con Huntington sefialaba una discu- sién de fondo sobre la universalidad de los valo- res einstituciones desarrollados por la Tlustracién occidental. Partiendo, ambos, del principio que permite entender la democracia liberal como una versiGn secular de la doctrina cristiana de la dig- nidad universal del hombre, «la pregunta es si ‘sas ideas pueden desvincularse de sus origenes particularistas y tener significado para personas que viven en culturas no cristianas», Fukuyama, abanderado de la teoria de la modernizacién, de- fender a capa y espada que la democracia liberal y sus instituciones pueden tener un cardcter y va- lidez universal, que se afirma con independencia 27. Huntington, S,P. «¢De qué hablamos si noes de cvlzacio- 1es?», pp. 125-126, ” Jonge del Plo del contexto cultural, atendiendo a la légica evo- lutiva de la Historia, con mayéscula®. Sin embar- 0, Fukuyama entendié muy bien que la opinién de Huntington era radicalmente distinta, ya que para su antiguo profesor de Harvard la democra- cia liberal no podfa tener un significado universal en un mundo en el que la cultura sigue marcando el horizonte de transformacién de cada sociedad. Por eso pensar que la democracia liberal debe set entendida como el «subproducto de un cierto tipo de cultura cristiana occidental y nunca arrai- ‘gard mas allé de las fronteras de esa cultura»”. Efectivamente, en «El chogue de civilizacio nes?» Huntington otorgara un lugar preeminente ala cultura ~y en Gltima instancia a la religién— ‘como elemento determinante del comportamien- to politico, tanto en un sentido limitador como potenciador, pues para Huntington, siguiendo la tradicién de la sociologia weberiana, las diferen- cias mas importantes entre civilizaciones, tanto en materia de organizacién politica como eco- némica, se encuentran enraizadas en diferencias culturales, Se trata de un argumento que el pro: pio Huntington ya habia hecho operativo en su li- 28. Fukuyama, F «Has History Started Again?s, Poli, vol. 1, 1n82, 2002, pp.3-7 29, Fukuyama, F, op, eit, pp. 143-144, 8 inl dl sto heat Hanson el achogue de canes bro The Third Wave, Democratization in the Late Twentieth Century, publicado en 1993, al sefalar por ejemplo, que entre los elementos que habjan contribuido a la llamada tercera ola democrati- zadorap, comprendida entre 1974 y 1990, Hunt- ington incorporaba, junto a ottos factores, Jos sorprendentes cambios en la docteina y en las ac- tividades de la Iglesia catia, manifiestos en el con cilio Vaticano Segundo, en 1963-65, y la transforma: cin de las iglesias nacionales de una postura de defensora del statu quo a otta de oposicién al auto- ritatismo y defensora de reformas sociales, econé- ‘micas y politicas®. No puede perderse de vista que el programa de Ja teoria de Ix modernizacién, con su base en el positivismo ilustrado, aspiraba a dar forma a un modelo de hombre universal, Iéase un hombre auténomo y emancipado, libre de tutelas hereda- das de la tradicién’, La critica desarrollada por ‘Huntington habia captado, precisamente, que el icleo esencial de la teoria de la modernizacién cra la tarea de construir un tipo ideal de hombre 30, Huntington, $B, La teycers ols. Le demoeratisacin a finales sel silo 2%, Barcelona, Paids, 1994, pp. 52-54 51, Einsenstadt,S.N, Mllkiple Modernities, Dadaluy, vl. 129, 1° 1, 2000, p-6 » Jere dl aio modemno para situarlo como piedra angular de tuna sociedad avanzada, pluralista y secularizada Precisamente, Huntington consideraba que Ja teoria de la modernizacién estaba mal equi: pada para detectar la verdadera trascendencia del conflicto con los valores tradicionales al que conducia su propia I6gica. Sobre todo, diri Huntington, porque la teoria de Ia moderniza- cién hacia trabajar el potencial de su anslisis comparado sobre un modelo de sociedad excep- cional como el americano ~es decir, que no na- cia del conilicto con una sociedad tradicional~ como cifra de la modernidad™. No es un detalle menor sise tiene en cuenta que el Estado liberal ‘en Oceidente tiene su otigen, entre otros pro- cesos y conflictos, en la busqueda de un modus vivendi, entendido como coexistencia pacifica, que pusiera fin a la experiencia trégica de las guerras de religién que asolaron Europa los si- alos xvi y xvi, Como sefalé Robert Putnam, el pensamiento politico de Samuel P. Huntington habia sido per filado en el tiempo por la influencia de Burke, 32, Huntington, SP, «Paaligns of American Politics: Beyond the One, the Two and the Many», Pata Scene Quarter, vol 8% 0211974 pps 1418, 33. Gray, J La dor corte liberaliomo, Una nica itrpet tin dea teleracn bea, Batclons, Paid 201, pp. 1. 4 in dl so ha Hupigtn yl wchngue de cieaooen Madison, Hamilton, Tocqueville y Niebuhr, au. tores fundamentales a la hora de entender el pro eso mediante el cual su liberalismo evoluciona: tia hacia una posicién conservadora en el marco de la Guerra Fria, A su influencia debe la incor poracidn de ideas, entre otras, como la trascen- dencia de la dimensin religiosa de la naturale- za humana, la importancia de la cultura como fundamento operative de la sociedad civil, la apreciacién de los limites de la racionalidad hu- ‘mana, asi como la consideraci6n positiva de la continuidad institucional como depésito de la ex- periencia politica, Como afirmaré Huntington haciendo suyas las palabras de Reinhold Niebuhr y Daniel J. Boorstin, «el genio politico americano no se manifiesta en nucstras ideas, sino en nues- tras instituciones»”*. El trasfondo intelectual de Huntington permi- te entender mejor su posicién de rechazo ante el optimismo liberal que a finales de 1989 celebra- ba el nacimiento de un nuevo mundo forjado a imagen y semejanza de Occidente. Una posicién que le permitia defender que el nticleo esencial de una cultura era «su lengua, su religién, sus va- 34. Putnam, Rep. cit, pp. 838.839 535, Huntington, 8, Conservatism as an Ideology, The Ame: rican Poliicl Science Review, v0.31, "2, 1957, pp. 496497 a. a Jonge dt Palacio lores, sus tradiciones y sus costumbres», y afir- ‘mar, aunque no sin ironfa, que el argumento se- agin el cual Ia difusion de la cultura popular y los bienes de con- sumo por todo el mundo equivale al triunfo de la ci- vilizacién occidental implica subestimar la fuerza de otras culturas y constituye una trivializacién de la cultura occidental, al identiicatla con comidas de alto contenido en grasa, vaqueros desteiidos y bebi- das gaseosas. La esencia de la cultura occidental es Ja Magna Carta, no la Magna Mac**. El creprisculo de Occidente El debate planteado por Fukuyama y Hunting- ton sobre el orden mundial de la post Guerra Fria tenia una vocacién académica que desbor- daba el ambito universitario norteamericano por la propia naturaleza y alcance tedrico de la mate- ria en cuesti6n. Sin embargo, no es menos ciet- to que el debate entre Fukuyama y Huntington también se inscribia en un debate sobre una po- litica exterior de los Estados Unidos que tras 36, Huntington, S. P, «Occidente: una civlizacién exeepcional, no universal, pp. 134135. a il dl suo ral Humsngson yl achogn de ® No deja de ser interesante identificar, como ob- servacién final, que con la tesis del «choque de ci- vilizaciones> y su llamada al rearme cultural de Occidente, Huntington daba continuidad a la ac- titud conservadora que reclamaba al mundo libe- ral de la Guerra Fria ante la amenaza del gran -

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