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El método científico es un proceso que tiene como finalidad establecer relaciones entre hechos
para enunciar leyes y teorías que expliquen y fundamenten el funcionamiento del mundo.
Es un sistema riguroso que cuenta con una serie de pasos y cuyo fin es generar conocimiento
científico a través de la comprobación empírica de fenómenos y hechos. En el método científico se
utiliza la observación para proponer una hipótesis que luego se intenta comprobar a través de la
experimentación.
Muchos de los descubrimientos que hoy conocemos partieron de una hipótesis que fue
comprobada a través de este método. Es utilizado en la mayoría de las ciencias como la química, la
física, la psicología; y puede ser aplicado para explicar fenómenos de la vida cotidiana.
Galileo Galilei fue uno de los pioneros en el uso del método científico experimental. Con los años,
su aplicación ha tenido múltiples interpretaciones de muchísimos pensadores, entre los que se
encuentran John Locke, Isaac Newton, David Hume, Immanuel Kant y Karl Hegel. En Discurso del
método (1637), René Descartes dispuso ciertas reglas para orientar la razón hasta ser iluminado
con la verdad en las ciencias.
Desde que el ser humano utiliza la razón para desarrollarse, ha necesitado la explicación de ciertos
fenómenos que rigen al mundo. Según el campo de acción y las implicancias del estudio, existe
una serie de métodos que ayudan al descubrimiento. No es igual el método histórico al método
lógico, así como no es igual el inductivo o el deductivo.
Sin embargo, el método científico predomina y se puede extrapolar a casi todas las ciencias ya que
se basa en dos pilares fundamentales: la falsabilidad y la reproducibilidad:
Falsabilidad. Cualidad que poseen las proposiciones, leyes o teorías (que el método científico
considera como verdaderas) de ser reevaluadas como falsas. Esta idea fue propuesta por el
filósofo austríaco, Karl Popper y permite diferenciar al conocimiento científico del que no lo es.
Riguroso. El investigador debe seguir el orden de todos los pasos del método, sin alterar ninguno
de ellos.
Inducción y preguntas. Los fenómenos que han sido observados podrán tener una regularidad o
una particularidad que los reúne. Esta observación despierta preguntas e interrogantes sobre
algún hecho o fenómeno.
Experimentación. La hipótesis es testeada una cantidad suficiente de veces como para establecer
una regularidad.
Demostración. Con los dos pasos anteriores, podrá determinarse si la hipótesis planteada era
cierta, falsa o irregular. En el caso de que la hipótesis no pueda ser comprobada, se podrá formular
una nueva.
Observación. En 1947 la polio era una enfermedad muy común en los Estados Unidos y el mundo
causada por el poliovirus.
Inducción y preguntas. Estudios anteriores habían logrado cultivar el virus en laboratorio. Jonas
Salk, con el apoyo de la Fundación Nacional estadounidense para la Parálisis infantil decidió
desarrollar un prototipo vacunal.
Hipótesis. El desarrollo de la primera vacuna contra la polio puede obtenerse a través de un virus
muerto.
Experimentación. Durante ocho años, Salk experimentó en laboratorio. La primera vacuna fue
probada por Salk, sus familiares y un grupo de voluntarios. Tras esta primera prueba, Salk inició un
ensayo clínico a dos millones de niños.
Demostración. En 1955, tras los resultados del ensayo con niños, se detectó que la vacuna era
segura y efectiva para prevenir la poliomielitis en el 90 % de los casos.
Tesis. Salk desarrolló una vacuna inyectable basada en las tres variedades del virus cultivadas en
tejido de mono e inactivados en formol. La vacunación masiva comenzó enseguida y los casos de
polio comenzaron a disminuir considerablemente.
Vacuna contra la poliomielitis – Albert Sabin (1962)
Observación. Al mismo tiempo que Salk investigaba su vacuna, Albert Sabin estaba intentando
desarrollar una vacuna contra la polio.
Hipótesis. Una vacuna desarrollada a partir de un virus vivo puede garantizar la inmunidad del
paciente durante un periodo extendido.
Experimentación. Albert Sabin realizó las primeras pruebas de su vacuna con él mismo, sus
familiares, un grupo de investigadores y los detenidos de una cárcel. La prueba masiva fue
realizada por el Ministerio de Salud de la Unión Soviética en 1957.
Demostración. En 1962 el Servicio de Salud Pública estadounidense aprobó la vacuna diseñada por
Sabin y la Organización Mundial de la Salud (OMS) empezó a utilizarla.
Tesis. Se desarrolló una vacuna en forma de jarabe que se administra por vía oral. Esta vacuna no
solo logró proteger a las personas contra la polio sino que lograba que no sean portadoras de la
enfermedad y, por lo tanto, que no contagien (esta es la principal diferencia con la vacuna de
Salk). Es hoy en día la vacuna más utilizada en la lucha contra esta enfermedad.
El razonamiento inductivo consiste, así, en una forma de hipótesis que, a partir de una evidencia
singular, sugiere la posibilidad de una conclusión universal. Esto suele expresarse en términos de
probabilidades, tendencias o posibilidades, ya que no es posible afirmar nada de manera rotunda,
ya que existe más información vital que la contenida en las premisas.
Esta forma de razonamiento es muy valiosa, dado que incorpora la creatividad y permite arriesgar
conclusiones innovadoras que, si bien no pueden demostrarse, sí pueden someterse a
consideraciones, pruebas y mecanismos de validación que, posteriormente, conduzcan a la
verdad. Por eso, el método inductivo forma parte del método científico, dado que sirve para
expandir el conocimiento del mundo real que tenemos.
El origen moderno del método inductivo se remonta al siglo XVII y a la obra del filósofo inglés sir
Francis Bacon (1561-1626), particularmente a su Novum organum scientiarum (“Nuevos
instrumentos científicos”) de 1620, donde precisó las reglas del método científico.
A grandes rasgos, el método inductivo se lleva a cabo de acuerdo a tres pasos o etapas
consecutivas, que son:
Primero: se observa el fenómeno de interés. Este paso es común a prácticamente todos los
métodos de la ciencia, y consiste en obtener información del mundo real mediante el uso de los
sentidos y de instrumentos de medición pertinentes.
Segundo: se establecen patrones posibles. Esto quiere decir que, a partir de la comparación y
cotejo de los datos, se busca en ellos alguna correlación, algún indicio que resulte revelador o que
sea lo suficientemente común como para suponerlo general.
Tercero: se construye una teoría. Finalmente, y basándonos en los patrones trazados, se compone
una conclusión generalizadora, o sea, que intente dar cuenta de todos los posibles fenómenos
similares.
Quizá estos pasos son más fáciles de comprender mediante los ejemplos que planteamos a
continuación.
Primer ejemplo.
Supongamos que un hombre se muda a una nueva ciudad, en la que el clima es más mucho más
frío que en la suya. Como es nuevo allí y quiere saber cómo vestirse, comienza a prestarle atención
al cielo y a la temperatura (observación). Así, se da cuenta de que los días en que amanece
nublado hace más calor, mientras que los días en que el cielo está despejado, suelen ser más fríos
(hallar patrones).
Así que, en adelante, cuando vea el cielo despejado, se abrigará, y cuando lo vea nublado, en
cambio, no tanto (establecer una teoría). Este hombre ha aplicado la inducción correctamente, y
con algo de suerte, tendrá un margen de aciertos aceptable como para dar por cierta su
suposición, aunque en algún día nublado pueda pasar frío o en algún día despejado pasar calor.
Segundo ejemplo.
En plena pandemia del covid-19, muchas empresas farmacéuticas están investigando una vacuna.
Para ello, los científicos estudian el virus y descubren que pertenece a una familia de virus
similares (o sea, otros coronavirus) para los cuales se desarrolló anteriormente una vacuna con
éxito (observación).
Asumiendo que entonces el nuevo virus responderá de modo parecido al de sus parientes,
deciden replicar los métodos de obtención de vacunas de los demás, guiándose por los rasgos
comunes a la familia (hallar patrones). Y finalmente, desarrollan dos o tres posibles vacunas
(establecer teorías), algunas de las cuales tendrán éxito y otras no.
Las que no tengan éxito, permitirán afinar las próximas, y hasta que alguna sí tenga éxito, y
puedan pasar a otras etapas de prueba científica de la vacuna, dando un paso importante para
poner fin a la pandemia.
Tercer ejemplo.
Este será un ejemplo de razonamiento inductivo válido, pero falaz. Supongamos que un conjunto
de arqueólogos extraterrestres en un futuro muy lejano descubre, entre las ruinas de lo que fue
nuestra civilización, un importante conjunto de bolsas plásticas enterradas.
Dado que en su mundo estos productos no existen, y que les parecería totalmente absurdo
arruinar el planeta entero produciendo plástico no biodegradable de un solo uso (observación), no
saben de entrada qué es exactamente lo que han encontrado.
Pero al ser un elemento presente a lo largo y ancho de nuestro estrato geológico, y sobre todo en
los yacimientos arqueológicos de nuestras ciudades (hallar patrones), se aventuran a una hipótesis
probable: debe tratarse de alguna forma de fosilización del carbono de nuestros cuerpos.
Así que se llevan las bolsas y las depositan en sus impresionantes museos futuristas, con el rótulo
de “fragmentos de posible momificación plástica” (establecer teorías). Los arqueólogos
extraterrestres se equivocan, claro está, pero su razonamiento inductivo es bastante verosímil.
Sólo no contaban en su estudio con el factor de la auto destructividad humana.
El último ejemplo provisto demuestra los posibles inconvenientes del pensamiento inductivo, y
que en general tienen que ver con su imposibilidad para afirmar una conclusión general
comprobable, fuera de todo cuestionamiento.
Esto se debe a que es una forma de pensamiento generalizador, ideal para aventurar hipótesis
probables y para descubrir tendencias (de hecho, es de uso común en la estadística), pero le
resulta imposible afirmar con certeza que la conclusión se desprende lógicamente de las premisas,
dado que existe mucha más información por fuera del razonamiento, tal y como les sucedía a los
arqueólogos del tercer ejemplo.
Así, el método inductivo puede conducir a conclusiones equivocadas. También puede, en principio,
permitir la intromisión de la subjetividad y la creatividad con mucha más facilidad que otras
formas de pensamiento deductivo, en las cuales la validez de las premisas garantiza la validez de la
conclusión.
El método deductivo es aquel en el que la conclusión proviene lógicamente del análisis de las
premisas, o sea, se trata de una deducción lógica comprobable y certera.
El caso más evidente de razonamiento deductivo es el silogismo, una forma lógica breve que
proviene de la antigüedad clásica grecorromana. En el silogismo dos premisas (una general y otra
específica) garantizan la obtención de una conclusión formalmente válida y certera, cuyo valor
(verdadero o falso) dependerá del valor de las premisas, pero no del método de razonamiento.